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La restauración

I. El sistema político de la restauración

Cuando el 19 de diciembre de 1874 el general martinez campos se pronunció en Sagunto en


favor del príncipe Alfonso, no encontró oposición en el ejército y apenas entre las autoridades
republicanas. El partido Alfonsino llevaba tiempo ganando adeptos, desde un primer momento
la causa Alfonsina conto con el apoyo de la aristocracia, la iglesia, los grandes propietarios y el
mundo de los negocios.

Cánovas del castillo presidió la regencia el 31 de diciembre de 1874, en la cual, figuraban


exministros del gobierno provisional de 1868, exministros del partido constitucional durante el
reinado de amadeo I, unionistas o moderados.

1.1. La constitución de 1876 y la institucionalización del sistema político

El 9 de enero de 1875 Alfonso XII desembarco en España y ratificó en el cargo a Cánovas, quien
confirmo a os titulares del ministerio-regencia. durante el año siguiente lo prioritario era el
orden público, por lo que se mantuvo la limitación de derechos de expresión, asociación y
reunión. Se extremará la vigilancia sobre partidos republicanos y organizaciones obreras y se
adoptaran medidas drásticas contra cualquier acto conspirativo.

En los primeros meses de restauración, los moderados presionaron a Cánovas para retornar a la
situación anterior a septiembre de 1868, restableciendo la unidad católica del reinado de Isabel
II. Cánovas acepto algunas de sus demandas: el concordato de 1851 fue restablecido en plenitud,
la iglesia recuperó bienes nacionalizados, matrimonio civil derogado y el estado aseguró el pago
de los gastos de culto y clero.

El 26 de febrero de 1875 se prohibió en los centros educativos estatales toda enseñanza


contraria al dogma católico. En 1867 orovio habia promovido una medida similar mediante la
cual varios profesores fueron separados de sus cátedras y otros las abandonaron por solidaridad
con los represaliados, juntos fundarían la institución libre de enseñanza, centro de educación
superior de titularidad privada, que tiempo después se extendería a educación primaria y
secundaria.

Los moderados pretendían reestablecer la constitución de 1845. Cánovas se negó. Las


constituciones habían sido expresión de los partidos y aunque quería tender puentes
consideraba necesaria una nueva constitución. A finales de 1875 Cánovas convoco a una reunión
a los exdiputados y exsenadores de todas las legislaturas para elaborar un nuevo proyecto de
constitución. Acudieron 341 antiguos parlamentarios del moderantismo, del Alfonsino canovista
y de los centralistas de Alonso martinez, agrupados bajo el nombre de partido liberal-
conservador.

Los moderados eran mayoría, pero Cánovas neutralizo su predominio logrando que la asamblea
asignara la redacción del texto a una comisión de nueve parlamentarios, tres por cada uno de
los grupos. El primer escollo surgió en el artículo II que regulaba la confesionalidad del estado,
los moderados exigían que fuera católico y las demás religiones prohibidas, por el contrario,
canovistas y centralistas consiguieron llegar al punto medio, siendo España de confesionalidad
católica y la única religión que podía ser expresada en público, pero no se podía perseguir a
nadie por sus creencias. No fue suficiente para los moderados que abandonaron la comisión.
En julio ya estaba listo el proyecto, para dotarlo de mayor legitimidad quiso votar la constitución
en unas Cortes electas por sufragio universal, conforme a la legislación aún vigente del sexenio.
A pesar de sus convicciones sobre el sufragio censitario comprendió que en la situación en la
que se encontraba era necesario la continuidad con la etapa anterior para asegurar el
compromiso de la izquierda liberal con la monarquía.

Las elecciones se celebraron en enero de 1876, con francisco Romero robledo en el ministerio
de gobernación, dio órdenes a los gobernadores de estorbar las candidaturas carlistas y
republicanas. Por el contrario, mantuvo una intensa negociación con el partido constitucional
de Sagasta. El gobierno se reservó una amplia mayoría de 333 diputados. Los moderados
intentaron competir, pero solo consiguieron 12 escaños. Las cortes aprobaron la constitución
en julio de 1876. El rey y las cortes compartían soberanía. Parlamento bicameral y senado mitad
electos y otra mitad vitalicios designados por el rey. Garantizaba una amplia mayoría de
derechos individuales, permitía a los gobiernos suspender garantías constitucionales sin sanción
parlamentaria.

La corona ocupó una poción central en el sistema constitucional de 1876. Compartía la iniciativa
legislativa con las cortes, aunque en la práctica los gobiernos asumían esta función.
Correspondía al rey en exclusiva sancionar y promulgar las leyes. Pudiendo por otra parte,
disolver, convocar, abrir, cerrar y suspender las Cortes. El articulo 32 obligaba a que tres meses
después de la disolución de las cortes el rey convocase otras nuevas.

El monarca era titular del poder ejecutivo, pero necesitaba un refrendo gubernamental para sus
mandatos, limitando su autonomía. El monarca tenia total libertad para nombrar y destituir
gobiernos. Además, ejercía el mando supremo de ejército y armada.

Las elecciones de 1876 coincidieron con la última gran ofensiva del ejército liberal en la guerra
carlista. La victoria brindó al gobierno de Cánovas la oportunidad para culminar en territorio
vasco el proceso centralizador de la administración iniciado con la revolución liberal, aunque se
logró parcialmente. Los fueros fueron suprimidos y las tres provincias vascas comenzaron a
contribuir al servicio militar nacional, pero conservaron amplia autonomía fiscal.

La guerra carlista fue, durante décadas, el último gran acontecimiento protagonizado por el
ejército en territorio peninsular. El establecimiento de unas normas comunes de convivencia
entre los partidos que deschaban el uso de la fuerza desplazó a los militares del primer plano de
la política. La derrota militar de 1876 desarboló a los carlistas que renunciaron al
insurrecionalismo desde que Cándido Nocedal asumió en 1879 su liderazgo en España,
integrando en su seno el catolicismo como seña de identidad. Pero en 1881 Alejandro Pidal y
Mon, antiguo moderado fundo la Unión Católica, para unir a todos los católicos, aceptando las
reglas de la restauración.

En 1884 Pidal ingresó junto con sus seguidores en el partido conservador. A cambio, Cánovas le
nombro ministro de fomento, cartera ambicionada por la iglesia ya que agrupaba las
competencias religiosas. Durante esta etapa la iglesia floreció y recupero la influencia moral y
social perdido en el sexenio. Las órdenes religiosas dominaban la enseñanza secundaria e incluso
impartieron estudios universitarios desde que los jesuitas fundaron en 1886 la universidad de
Deusto. Durante los primeros años de la restauración de la restauración hubo cuatro partidos
republicanos, no solo les dividían cuestiones programáticas y estratégicas, sino que también
incompatibilidades personales. A excepción del partido de Zorrilla el resto abandonaron el
insurrecionalismo y participaron de forma pacífica en las instituciones.
En febrero de 1878 se firmó la paz del Zanjón cerrando el segundo conflicto bélico heredado del
sexenio, la guerra de los diez años en Cuba. Tras el acuerdo de paz el estado ratifico la libertad
de los esclavos liberados por los rebeldes, pero no abolirá la esclavitud hasta 1886. Por primera
vez desde 1837 cuba envió representantes parlamentarios a las cortes españolas y se celebraron
elecciones locales. Un pequeño grado de apertura que no conllevó más autonomía
administrativa. Lo que provocó que muchos criollos optaran por el independentismo. Durante
la guerra de los diez años se incrementó la penetración económica de Estados Unidos en la isla,
tendencia que aumento en los años siguientes. Al acabar el siglo la economía cubana dependía
de estados unidos.

Aprobada la constitución y cesadas las guerras Cánovas en los primeros años del nuevo régimen
suprimió los juicios por jurado, la ley de 1878 restituyo el sufragio censitario, restó autonomía a
las instituciones locales t regresó al modelo centralizado de los moderados: los alcaldes de las
capitales de provincia y de las poblaciones de más de 30.000 habitantes eral elegido por el
gobierno en nombre del rey, los gobernadores civiles podían cesar al resto de los alcaldes y
suspender los ayuntamientos; quedando los municipios subordinados al poder ejecutivo. Los
conservadores gobernaron durante as de seis años seguidos, entre diciembre de 1874 y febrero
de 1881. Cánovas desconfió durante años de la lealtad de Sagasta y del partido constitucional
hacia la dinastía, Sagasta recelaba de un partido conservador que en su discurso integrador se
negaba a ceder el gobierno.

El tiempo avanzaba y el relevo no llegaba, Sagasta comenzó a temer que las promesas de
conciliación no fueran reales. En 1879 tras la aprobación de la nueva ley electoral, Cánovas
inseguro del compromiso de Sagasta con la constitución, convoco elecciones y aconsejo al rey
la continuidad del gobierno conservador. Para evitar la ruptura con los liberales Cánovas rechazó
presidir el gobierno y le sucedió Martinez Campos. Sagasta concurrió a las elecciones en
coalición con los republicanos de Castelar y co el sector del partido democrático-progresista
liderado por Cristino Martos.

El partido constitucional se reforzó con nuevas aportaciones, en 1878 regresaron a sus filas los
centralistas de Alonso martinez. En diciembre de 1879 Cánovas forzó la caída de martinez
campos y asumió de nuevo las riendas del gobierno. En 1880 Martinez campos afligido se pasó
con sus seguidores al partido constitucional, al igual que otros que no se encontraron cómodos
en el partido liberal-conservador.

El partido constitucional paso a llamarse liberal-fusionista, comúnmente conocido como partido


liberal. Sagasta el 19 de enero de 1881, en el congreso, apeló al rey para que llamara al gobierno
a los liberales. Alfonso XII entendió que si no les cedía el poder habia riesgo de que se opusieran
al régimen. El 7 de febrero el monarca destituyó a Cánovas y designo a Sagasta como presidente
del consejo de ministros y le entregó el decreto de disolución de las cortes para que pudiera
convocar elecciones.

1.2. El turno de los partidos: prerrogativa regia, encasillado y caciquismo

Con Sagasta en la presidencia del consejo de ministros en febrero de 1881 se produjo la primera
alternancia entre los partidos conservador y liberal. Al llamar a Sagasta y otorgarle el decreto
para disolver las cortes utilizó la prerrogativa regia que le concedía la constitución de 1876.
Cánovas y Sagasta comprendían que la clave para lograr la estabilidad partía de que ambos
partidos gobernasen. Esa fue la principal función del monarca en el ejercicio de poder
moderador, siendo arbitro entre los partidos concediendo en cada momento la presidencia del
gobierno y disolver las cortes para obtener la mayoría parlamentaria. El monarca en pleno
contacto con los líderes políticos, valoraba cuando debían cambiar. Con el paso del tiempo, el
turno político paso a regirse por una serie de normas tacitas. El decreto de disolución nunca
debía entregarse dos veces seguidas al mismo partido, ya que impediría la alternancia. Desde la
oposición se debía aceptar la obra de gobierno realizada por el otro. El partido dinástico en la
oposición debía respaldar la política de gobierno o cuanto menos no obstruirla.

El decreto de disolución permitía al nuevo gobierno convocar elecciones, dichas elecciones iban
precedidas de una serie de negociaciones internas del gobierno, con los notables de su propio
partido u los del partido contrario. Estas negociaciones pretendían evitar que los gobiernos
emplearan las elecciones para desplazar al contrario de la arena. Futo de la negociación se
presentaba una lista de candidatos oficiales, que incluía candidatos del partido del gobierno y
de la oposición que recibía el nombre de encasillado, cada distrito era una casilla en la que se
encasillaban a los diputados. Tras esto el gobierno convocaba elecciones y utilizaba a los
gobernadores empleaba recursos para el triunfo de la lista oficial. El encasillado incluía a
diputados de todos los grupos políticos relevantes, para estuvieran representados en las cortes
y un hubiese pronunciamientos. Todo esto era fruto de una complicada negociación en una
triple dirección.

En primer lugar, los gobiernos pactaban con cada facción de su propio partido la composición
de la futura mayoría parlamentaria.

En segundo lugar, el encasillado debía contempla las aspiraciones del principal partido dinástico
en la oposición, velar por que sus principales notables tuvieran asiento en las cortes.

En tercer lugar, el encasillado respondía a unas negociaciones entre el gobierno y los caciques,
los locales de los partidos en cada distrito. El cacique era un patrono de ámbito local, que por su
capacidad para acceder a los recursos de la administración ejercía su influencia en el territorio.
Actuaba como intermediario entre el estado poco desarrollado y l población local.

En los primeros años de la restauración abundaban los distritos conocidos coloquialmente como
mostrencos, en los que el gobierno encasillaba sin problemas a diputados no nacidos en el
distrito ni tuviera ningún vínculo con él. Pero con el tiempo las organizaciones locales se hicieron
fuertes y pelearon por encasillas a diputados procedentes del distrito, diputados capaces de
obtener beneficios para sus habitantes. El número de distritos mostrencos disminuyo haciendo
más difícil en encasillado.

La asignación de escaños en el encasillado era casi siempre similar, el partido del gobierno se le
dotaba de una nutrida mayoría parlamentaria, seguido de la oposición dinástica principal. Los
demás partidos eran pequeños grupos.

En un principio no hubo competencia electoral, se acataba la lista oficial, pero durante este
periodo algunos desplazas sentaron mal, provocando candidaturas ajenas a la lista oficial.

Donde más competencia hubo fue en aquellos lugares donde se dieron ejemplos más
espectaculares de fraude y violencia electoral, en las que habia un variado repertorio para
modificar el resultado de los comicios: alteraciones del censo, acoso por parte de las
autoridades, pucherazo, cierre de colegios antes de la hora oficial…

Que los resultados de las elecciones se pactasen no significa que el parlamento estuviera
necesariamente sometido al dictado de los gobiernos. Ni que desempeñar un papel irrelevante
en la restauración; más bien al contrario: ocupaba un lugar central en la vida política. El fraude
electoral y el encasillado no eran fines en sí mismos, sino medios para lograr otro fin más
importante: negociar la composición de las cámaras. En la constitución de 1876 los gobiernos
necesitaban de la confianza del rey y de las cortes y la confianza de las cámaras habia que
ganarla.

De los quince gobiernos que sucedieron durante los reinados de Alfonso XII y la regencia, seis
cayeron porque sus presidentes consideraban que carecían de la mayoría parlamentaria. El
número de crisis parlamentaria aumento durante el reinado de Alfonso XIII, de 30 gobiernos 18
cayeron por falta de respaldo del parlamento. Esto fue debido a la falta de cohesión de os
partidos.

1.3. La década liberal

Entre 1881 y 1890 se sucedieron dos etapas liberales y una conservadora, pero los liberales
gobernaron de 1881 a 1884 y de 1885 a 1890 y marcaron el periodo. El partido liberal accedió
al gobierno en febrero de 1881. En a construcción del gabinete, Sagasta trató de reforzar sus
lazos con el partido liberal-fusionista. El gobierno no recupero ninguno de los emblemas del
sexenio, reclamados por la izquierda del liberalismo, aunque si adoptó una política liberal
respecto a los derechos de reunión, imprenta y asociación.

El proyecto de ley que liberalizaba la constitución de asociaciones no tuvo éxito, la decisión de


la mayoría liberal entre partidarios y adversarios del asociacionismo obrero impidió que se
superaran los trámites parlamentarios. Pero ello no impidió al gobierno que aplicase la ley que
ya existía sobre asociacionismo y permitiera salir de la clandestinidad a las asociaciones obreras.
No obstante, mostro mano dura frente a los movimientos sindicales.

A finales de 1883 la mayoría parlamentaria se habia dividido. Muchos diputados del viejo partido
liberal se habían dividido. Muchos diputados del partido constitucional estaban descontentos
por la presencia de políticos conservadores en el gobierno y reclamaban un giro a la izquierda.
Sagasta aconsejo al rey que llamara a gobernar a la izquierda Dinástica, muchos eran seguidores
de Ruiz Zorrilla, pero aceptaban participar en las instituciones.

El 13 de octubre de 1883 Posada herrera presidia el nuevo gobierno. Fue un gabinete breve.
Sagasta contaba con pocos apoyos, pero suficientes para impedir que gobernara otra liberal, a
que tumbo el gabinete de Posada en enero de 1884; permitiendo que la izquierda dinástica
formara gobierno, pero derribándolo en breve, Sagasta demostró que un partido liberal al
margen de él era inviable.

Con la caída de Posada Herrera, dividida la mayoría parlamentaria, se agotó la situación liberal
y el monarca llamo al gobierno a los conservadores. Cánovas constituyó gabinete en enero de
1884 y no llegó a gobernar dos años porque dimitió el 27 de noviembre de 1885. Dos días antes
habia muerto Alfonso XII y asumió la regencia, su esposa Maria Cristina de Habsburgo. Tanto
Cánovas como Sagasta coincidieron en que un nuevo gobierno consolidaría la posición de la
restauración. Aes pues Sagasta regresó al gobierno el 27 de noviembre de 1885, permaneciendo
en el poder hasta el 5 de junio de 1890, un periodo tan dilatado en el tiempo que fue conocido
como el parlamento largo. La unión de familias liberales fue precedida de la firma de un acuerdo
entre todas, que formalizaba un programa de gobierno. Sagasta acepto las exigencias de los
liberales precedentes del radicalismo y del partido democrático que querían recobrar los
derechos individuales y estudiar una posible reforma constitucional para la cual habría que
reunir cortes constituyentes. A cambio, la izquierda liberal aceptaba tácitamente la continuación
de 1876.
Concluyo así el proceso de integración de todos los partidos ala monarquía constitucional: si uno
de los fines prioritarios de la restauración fue lograr un alto grado de consenso sobre las bases
fundamentales del sistema político tras la plena incorporación de los herederos de demócratas
y radicales dicho objetivo se logró con creces. El sufragio universal y el juicio por jurado, animo
a los republicanos de Castelar a unirse al partido liberal. Por todo esto la izquierda acepto la
soberanía compartida entre el rey y las cortes y renunció a la soberanía nacional. De este modo
el sistema de la restauración, plenamente liberal, perdió la oportunidad de llegar ser
democrático. Al renunciar los liberales a un principio básico de su programa, contribuyeron a
extender la idea de una clase política oligárquica.

Las cortes pusieron en marcha la ley de garantías, el gobierno aplico una política tolerante con
respecto a los derechos individuales y el parlamento aprobó en 1887 una nueva ley de
asociaciones, la ley de juicios por jurado fue sancionada en 1888 y el sufragio universal
masculino en 1890, se incrementó el número de votantes, pero no cambio los hábitos
electorales, ya que su objetivo no fue la democratización del sistema sino la entrada de la
izquierda liberal. Las elites políticas no consideraban dar el poder a las poblaciones,
consideraban que debía estar reducido a aquellas personas capacitadas pro u formación.

Así pues, la prerrogativa regia y el encasillado siguieron funcionando. La distribución y el tamaño


de los distritos apenas variaron. Si comenzó a notarse, a partir de la última década del siglo, una
cierta una cierta emancipación del electorado urbano: en las elecciones de 1893 los republicanos
obtuvieron 35 escaños, en las de 1901 entraron por primera vez en el parlamento los
regionalistas catalanes; los socialistas deberían esperar hasta 1910. Los partidos dinásticos
continuaron copando en torno al 80% de los escaños en todas las elecciones. Las cortes liberales
aprobaron en 1887 la ley sobre el régimen contencioso-administrativo, y en 1888 el código civil.
Menos suerte tuvieron las reformas militares llevadas al congreso por el general Cassola, que
pretendía el servicio militar obligatorio y reorganizar la milicia reduciendo el número de
oficiales. Pero el ejército utilizo su influencia a través de los parlamentarios militares, impidiendo
que prosperaran.

Aunque en la restauración el ejército habia ya abandonado el plano insurreccional seguía


teniendo amplio grado de protagonismo y autonomía con respecto al poder civil. Además, tenía
encomendadas algunas cuestiones como el mantenimiento del orden público ya que la policía
no se desarrolló hasta avanzado el sigo XX.

2. Otras formas de participación política: productores, obreros y nacionalistas


2.1. La movilización de los productores y el viraje proteccionista

Entre 1850 y 1883 la economía española atravesó un fuerte ciclo expansivo. En tres décadas el
PIB pasó de 4.123 millones de pesetas a 9.837, un crecimiento de 138%. Sin embargo, a partir
de 1883 comenzó a decrecer y no recuperó valores hasta finales de siglo. Fue una crisis
generalizada en europa debido a que el avance en los transportes permitió que llegasen a
europa productos agrícolas más baratos, haciendo perder cuota de mercado a los productores
del propio país. En España la crisis afectó a diversos productos, pero, sobre todo, a los cereales,
que ocupaban el 75% de la superficie cultivada, los precios cayeron un 20%.

Las rentas agrarias cayeron y quebraron muchas explotaciones campesinas, sobre todo de
pequeños medianos productores del norte e interior del país. Pues los latifundistas del sur
hicieron frente al problema bajando los salarios de los jornaleros. También decreció la superficie
cultivada y en torno a un millón de campesinos emigraron a américa. Como la agricultura
empleaba al 66% de la población la crisis a efecto al conjunto de la economía.
La crisis alentó un movimiento de agricultores en las principales zonas afectadas. Una
movilización que perseguía la subida de los aranceles limitando la importación. La protesta
contra las importaciones activo el asociacionismo agrario. En 1881 se creó la asociación general
de agricultores de España. En los años siguientes emprendieron una campaña que se desplegó
en artículo de prensa, congresos agrícolas, asambleas, mítines y manifestaciones. En 1887 derivo
en la liga agraria, organización de defensa de los intereses agropecuarios. La defensa del
proteccionismo fue acompañada de una crítica general a la clase política, a la que se acusaba de
construir un grupo cerrado, indiferente ante las clases productoras.

En 1887 las Cortes crearon una comisión para analizar la crisis, ante la cual declararon más de
cuatrocientas asociaciones, ligas agrarias y ciudadanos particulares, la mayoría procedentes de
Castilla y Aragón, que exigieron medidas para proteger a la agricultura nacional. Por otra parte,
los diputados que representaban a zonas más afectadas también emprendieron discursos en
defensa de dichos intereses. La cuestión agraria dividió al partido liberal. El choque entre
proteccionistas y librecambistas en el seno del partido liberal provocó una crisis parcial de
gobierno durante el periodo del parlamento largo.

Sería Cánovas tras acceder al nuevo gobierno en julio de 1890 quien emprendió lo que se llamó
el viraje proteccionista, ya en diciembre de 1890 un decreto gravo la importación de cereales,
harinas, ganados y carne. Y al año siguiente las cortes aprobaron el nuevo arancel. Cánovas hizo
gala de un proteccionismo militante que, más allá de las consideraciones económicas, formaba
parte de su ideario nacionalista. Pero hubo otro condicionante, durante esa época se expandió
por otros países la idea de proteccionismo, habia que proteger el mercado nacional.

En esta cuestión la industria textil catalana también respondió. En 1869 habían fundado la
asociación patronal Fomento de la Producción Nacional, con el fin de coordinar las protestas
contra el arancel Figuerola, y desde comienzos de la restauración hicieron campaña contra el
arancel. Los industriales lograron en un primer momento el monopolio en 1882 del comercio
textil con cuba, pero a lo largo de la década de 1880 se firmaron tratados bilaterales con otros
países.

También lo productores asturianos de carbón hicieron campaña sobre el proteccionismo.

2.2. El movimiento obrero y la cuestión social.

El asociacionismo obrero moderno dio sus primeros pasos en España durante el sexenio
democrático, tras la fundación en 1869 de la primera sección española de la internacional, y al
año siguiente, la federación regional española de la asociación internacional de trabajadores. Al
acabar 1872 la federación contaba con más de 30.000 afiliados en toda España, la división de la
internacional entre Bakunin y Marx también tuvo repercusión en España, dividiéndose en dos
corrientes: socialistas y anarquistas. Durante la dictadura republicana del general serrano y los
primeros gobiernos conservadores de la restauración las organizaciones obreras fueron
ilegalizadas y pasaron a la clandestinidad. La situación cambió en 1881 con la llegada de los
liberales al poder: aunque no pudieron aprobar una ley que franqueara la legalización de las
organizaciones obreras, interpretaron la ley de forma abierta permitiendo su salida de la
clandestinidad, aunque fueron represivos con sus reivindicaciones.

El socialismo arraigó con fuerza en Madrid. En 1871 los tipógrafos madrileños crearon la
asociación general del arte de imprimir, presidida desde 1874 por pablo iglesias, adscrita a una
corriente socialista de la Primera Internacional. El2 de mayo de 1879, fundaron el partido
socialista obrero español. Durante años el PSOE creció lentamente. Consideraba que la sociedad
estaba dividida en la clase predominante, burguesía, y la clase esclava, proletariado. Así que
abogaba por que el proletariado tomase e poder y reorganizase la sociedad, propiedad común,
etc. Desde un primer momento rechazaron la vía insurreccional y promovieron el cambio
progresivo a través de las negociaciones empresa a empresa, sector a sector. En las últimas
décadas del siglo, los socialistas trabajaron por la expansión del asociacionismo obrero, difusión
de la conciencia de clase, la creación y consolidación de una cultura societaria con lenguaje y
símbolo o la difusión de nuevas prácticas reivindicativas que reafirmaban su identidad grupal,
como la huelga.

A pesar de la crítica a las instituciones el PSOE participo en las elecciones desde la aprobación
del sufragio universal. Consiguió su primera victoria electoral al ganar cuatro concejales en
Bilbao, haciendo patente su influencia en la industria siderúrgica, donde movilizaron a más de
20.000 trabajadores en la huelga de 1890. No obstante, el partido socialista no obtendría
representación electoral hasta 1910. La desconfianza hacia unas instituciones percibidas como
parte del instrumento de dominio burgués hacia que muchos otros no votaran. Tras años de
fracasos electorales, en 19090 los dirigentes del PSOE decidieron acudir a las elecciones
conjuntamente con los republicanos, solo entonces en 1910, Pablo Iglesias ganó el primer
escaño para el partido.

Los anarquistas comenzaron a organizarse durante el primer gobierno de Sagasta. En


septiembre de 1881 fundaron en Barcelona la Federación de Trabajadores de la Región
Española. Un año después de su fundación los afiliados ascendían 57.934. Casi dos tercios se
encontraban en Andalucía. La fuerza del anarquismo andaluz asustó tanto a os propietarios
como al gobierno. Varios asesinatos cometidos a finales de 1882 y principios de 1883 se
atribuyeron a una supuesta asociación anarquista llamada la mano negra y sirvieron de pretexto
para una dura represión por parte de la guardia civil. El FTRE se disolvió en 1888. Su desaparición
fue a causa de la división de los anarquistas en dos corrientes, colectivistas y comunistas
libertarios. La disolución de la FTRE fue también consecuencia de llevar hasta el último extremo
el ideal anarquista. Si los socialistas querían llegar al poder a través de las instituciones, los
anarquistas las aborrecían, por eso nunca fundaron un partido político.

Desaparecida la FTRE, el anarquismo se reordenó en pequeñas células, grupos apenas


coordinados que alentaban la actividad reivindicativa. Los partidarios de los atentados, sin ser
mayoría adquirieron un claro protagonismo. Si los socialistas habían renunciado a la violencia,
los anarquistas se reservaron el derecho de actuar contra el estado y los propietarios de los
medios de producción, ambos acusados de esclavizar a la clase obrera.

En 1892 quinientos anarquistas ocuparon Jerez de la frontera para liberar de prisión a unos
compañeros. Cuatro anarquistas fueron ejecutados, la revuelta dio al gobierno una oportunidad
para arremeter contra el anarquismo. A partir de ese momento se inició una violenta espiral de
acción-reacción: los anarquistas replicaron la acción con atentados que aumentaban todavía
más la persecución. El 23 de septiembre de 1893 el general martinez campos se salvó de un
atentado en Barcelona, su autor, Paulino Pallas fue ejecutado. Hubo otros dos atentados uno en
el teatro del Liceo en Barcelona, lugar de encuentro de la burguesía y otro en la procesión del
corpus en Barcelona. El gobierno de Cánovas respondió con una campaña contra el entorno
anarquista. Los acusados fueron juzgados en el conocido como proceso de Montjuïc. Esto
genero una intensa campaña internacional contra el gobierno español. En agosto de 1897, el
anarquista italiano Michelle Angiolillo asesinó de un disparo a Cánovas del Castillo en Santa
Águeda.
La represión no fue la única reacción del estado frente al empuje del movimiento obrero. En las
últimas décadas del siglo XIX proliferaron los políticos que veían las condiciones de vida de los
trabajadores y comprendían que si seguían así las revoluciones no tardarían en llegar.
Comenzaron a tener interés por lo que se denominó como la “cuestión social”. Por lo que
intentaron mejorar sus condiciones de vida.

En España la primera iniciativa de este tipo fue la creación de la Comisión de Reformas Sociales
en diciembre de 1883, dedicada al estudio de todas las cuestiones que directamente interesaran
en la mejora y bienestar de las clases obreras. La comisión creada por Segismundo Moret,
ministro de gobernación liberal, debe su origen a la influencia de los intelectuales krausistas de
la Institución Libre de Enseñanza, que abogaban por la intervención de los poderes públicos para
limitar los excesos del individualismo, y se enmarca en el desarrollo de las ciencias sociales en
los años del silgo XIX.

Durante años, la comisión de Reformas Sociales proveyó de información a los sucesivos


gobiernos, y orientó diversos proyectos que no llegaron a cuajar. Habría que esperar hasta 1900
cuando el gobierno de Silvela aprobara la ley de Accidentes de Trabajo, en la que el patrono era
responsable de los accidentes laborales.

2.3. Los nacionalismos emergentes

Desde principios del siglo XIX se extendió por europa el interés por la cultura local, por el
folklore, así como le culto a la tradición. Un impulso que alentó la recuperación de la literatura
en lenguas vernáculas.

La Renaixença, el renacimiento de la lengua catalana, comenzó en 1832 con el poema de


Buenaventura Carlos Aribau, Oda a la patria, un canto de exaltación a Cataluña que lamenta la
práctica desaparición de la literatura escrita en catalán. En 1856, José Maria de Iparraguirre
compuso el Zortziko gernikako Arbola. Y aunque desde principios del siglo XIX existían
publicaciones en gallego, el rexurdimento comenzó con los Cantares Gallegos en 1863.

Profesionales empezaron a reunirse en sociedades recreativas, que participaban en certámenes,


como los juegos florales, dedicaos a exaltar la creciente vitalidad de unas lenguas que poco antes
parecían muertas.

La identidad se reforzó conforme las aportaciones aisladas dieron paso a empeños más
ambiciosos de codificación del a historia regional. Identidad acrecentada con aportaciones
simbólicas inventadas, o reinventadas a partir del pasado. En un principio estos movimientos no
eran incompatibles con el estado español, pero al acabar los siglos tornaron en movimientos
que exigían instituciones propias para sus comunidades nacionales

En la década de 1880 proliferaron las asociaciones catalanistas: Almirall fundo en 1882 el centre
Català, de 1886 es el centre Escolar Catalanista t de 1887 la liga de Catalunya. En 1891, el Centre
Escolar y la Liga promovieron la Unió Catalanista. Eric Prat de riba secretario de la Unió redacto
en 1892 las bases de Manresa. Proponían la instauración de un parlamento que designara un
gobierno autónomo con amplias competencias, en el contexto de un estado español
descentralizado. Reclamaban también que el catalán fuera e idioma oficial de Cataluña y que
solo pudieran acceder catalanes a las instituciones catalanas. En 1899 el catalanismo habia
cobrado tanta fuerza que Silvela incorporo a su gobierno a un catalanista y designo a otro como
alcalde de Barcelona. Pero fue en 1901 cuando adquiere plena personalidad política con la
fundación de la Lliga Regionalista de Catalunya, partido conservador que defendía la afirmación
de Cataluña como nación. La Lliga obtuvo representes por primera vez en el parlamento en 1901

En la década de 1890 Sabino Arana asentó el nacionalismo vasco, fundo el partido nacionalista
vasco en 1895 y diseño buena parte de su repertorio simbólico. Desde el nombre de Euskadi
hasta la ikurriña, bandera que concibió de la bandera de Gran Bretaña. Si el nacionalismo catalán
en un principio no cuestiono su integración en el estado español con el vasco no paso lo mismo,
Arana escribió un libro Vizcaya por su independencia. Cuatro glorias patrias, en la cual interpreto
cuatro batallas medievales como hits de los vizcaínos por su independencia del estado español.
En 1839 se les reconoce a los vacos en el Convenio de Vergara la asimilación del as provincias
vascas por el estado.

Arana además escribía sobre la superioridad de la raza vasca con respecto a la raza española, y
que la raza vasca habia mantenido su pureza debido a su aislamiento. Y que debían presérvala
a toda costa por lo que Arana renegó de los matrimonios mixtos con los españoles. Además,
afirmaba que la afluencia de extranjeros debido a la industria hacía peligrar su raza. Debido a su
fuerte tradicionalismo y anclaje en el pasado no cuajo en las ciudades fundamentalmente
liberales. Aunque a finales de siglo modero su discurso y en 1898 Arana fue elegido diputado
por Vizcaya.

El nacionalismo gallego no contó con una política propia hasta la fundación, en 1916 de las
Irmandades da Fala, que definieron a Galicia como nación, reclamaron la autonomía
administrativa y la cooficialidad del gallego. No obstante, en el siglo XIX hubo e Galicia un
regionalismo, que tuvo su primera manifestación política en el provincialismo, movimiento que
protestaba contra la división del reino de Galicia en 1833 por javier de Burgos. En el último
cuarto de siglo el regionalismo gallego cobro un impulso. En 1886 el Partido Democrático Federal
convoco la asamblea de la Región Galega, que aprobó el Proyecto de Constitución para el Estado
Galaico. Sin embargo, los principales activistas regionalista son Alfredo Brañas y Manuel
Murguía. Ambos participaron en 1890 en la fundación de la Asociación Regionalista Gallega y
escribieron su periódico, La Patria Gallega. La asociación acabó quebrándose en 1892 pro
diferencias entre ambos.

3. El desastre del 98 y sus consecuencias


3.1. Las guerras coloniales: 1895-1898

El 24 de febrero de 1895 estallo una insurrección en Cuba, los sublevados controlaban pocos
días después al parte oriental de la Isla. Mientras, en la metrópoli, Cánovas sustituto a Sagasta
el 23 de marzo y entre sus primeras decisiones figuro el nombramiento de Martinez Campos
como capitán general de Cuba. Promotor de la Paz de Zanjón, busco la paz con los rebeldes, pero
durante su mandato la insurrección se extendió por toda la isla. Valeriano Weyler reemplazo a
Martinez campos, dispuesto a cortar lazos entre rebeldes y la población civil encerró a
campesinos y esclavos en campos de vigilancia y limito las entradas y salidas de las ciudades. La
dureza de tal política dio pie en abril a una nota de protesta de Estados Unidos, cuya opinión
pública se iba decantando por la intervención en Cuba.

En agosto de 1896 otro frente bélico se abrió en Filipinas cuando los Katipuneros se enfrentaron
a las tropas españolas en San juan del Monte. El general Camilo Polavieja, allí destacado recibió
en enero de 1897 refuerzos y emprendió una dura campaña de hostigamiento contra los
rebeldes. Polavieja abandonó la isla a finales de año y sus sucesoras Fernando Primo de Rivera
firma con la guerrilla el pacto Biak-na-bató mediante el cual la guerrilla depuso las armas y sus
líderes emigraron a Hong Kong. Al tiempo que mejoraba la situación en filipinas el gobierno
norteamericano propuso al español la compra de Cuba por 300 millones de dólares. Rechazada
la oferta el gobierno de Estados Unidos reconoció en mayo de 1897 a los cubanos como
beligerantes, considerando a los guerrilleros rebeldes de la misma condición que el gobierno
español. El 8 de agosto de Cánovas fue asesinado por el anarquista y le sucedió Sagasta.

Mientras el gobierno norteamericano siguió atosigando: el 22 de septiembre el embajador de


Estados Unidos en Madrid se ofreció como mediador, pero Sagasta lo rechazó. El presidente de
los estados unidos presionó a Sagasta para que lograse la paz con los rebeldes, pero Sagasta nos
estaba dispuesto a negociar con la guerrilla. Pero si intento ganar el apoyo de la población civil
mediante conexiones. El 5 de febrero de 1897 el real decreto otorgaba la autonomía a cuba y
puerto rico. Pero eso no basto para los independentistas y siguiente luchando. A finales de 1897,
sofocada la rebelión de filipinas y reducidos los insurgentes cubanos a la parte oriental de la isla.
La guerra comenzó a decantarse a favor de los españoles. Los existes militares permitieron
Sagasta relevar a Weyler que no gozaba de buena fama. Entre los políticos reinaba cierto
optimismo.

Pero el 15 de febrero de 1898 el acorazado norteamericano Maine, fondeado en el puerto de La


Habana, se fue a pique tras una explosión en la que fallecieron 26

Marinos y dos oficiales. Aunque las causas nunca se esclarecieron, el gobierno estadounidense
responsabilizo al gobierno español al que lanzó un ultimátum con términos inaceptables.
Rechazado el ultimátum, Estados Unidos declaró la guerra a España el 25 de abril. Poco más de
tres meses duro el conflicto, perdiendo España cuba filipinas y las Antillas. El 27 de julio de 1898
reconoció España su derrota y solicito conversaciones de paz. El 12 de agosto el presidente
norteamericano anuncio el fin de las hostilidades. Tras el tratado de parís, firmado el 10 de
diciembre de 1898, Estados Unidos se quedó con Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam, cuba
obtuvo la independencia, bajo un régimen republicano mediatizado por el vecino del norte.

3.2. Regeneración

LA guerra contra estados unidos apenas despertó la oposición en la metrópoli. El partido


socialista clamo contra el conflicto colonial desde 1895, aunque su rechazo fue por el modo de
gestionar la contienda, no por la guerra en sí. En la calle masivas manifestaciones de apoyo a los
soldados que partían al frente, mientras la prensa emprendía una campaña patriótica que
ocultaba la debilidad de España ante el enemigo. Pero este activismo patriótico que vaticinaba
la victoria de España se vino abajo tras su derrota, dejando un ambiente en España de crisis
nacional.

Pensaban los regeneracionistas que habia factores telúricos os históricos que explicaban esta
situación como un clima árido o una tierra infértil, o el imparable proceso de decadencia iniciado
en el siglo XVI con la llegada de la dinastía extranjera de los Habsburgo. Pero a mayoría
coincidían en que la responsabilidad decaía en la clase política que gobernaba desde 1875, a la
que se le califico como oligarquía y caciquismo. Una España oficial que vivía al margen de la real.

Los regeneracionistas abogaban por una política que aumentara el poder del ejecutivo y
disminuyera el legislativo que era encuentro de oligarcas y caciques. También abogaban por una
política de reconstrucción nacional que promoviera el enriquecimiento del país y mejorara las
condiciones de vida de las clases populares, que acabara con la desnutrición y el analfabetismo.
Una política que se llevaría a cabo en el primer tercio del siglo XX este nuevo motor debía
promover el desarrollo económico mediante la promoción de industria nacional, la inversión en
infraestructuras que generasen riqueza y más dinero para la instrucción pública.
3.3. El gobierno regeneracionista de Francisco Silvela

Las oleadas regeneradoras cambien alcanzo los partidos dinásticos. E marzo de 1899 Francisco
Silvela jefe del partido conservador tras la muerte de Cánovas, accedió a la presidencia del
gobierno. Meses antes habia publicado u artículo titulado “sin pulso” en el que comparo al paso
como un cuerpo enfermo. Para sanarlo habia que reconstruir los organismos de la vida nacional
y moralizar la acción delos gobiernos. Desde la década de 1870, Silvela habia apoyado la
moralización política lo que le aparto del partido conservador. Pero tras la derrota se convirtió
en el candidato ideal para encauzar las demandas de la opinión pública.

Su primer gabinete fue fiel exponente de un nuevo conservadurismo que reconocía el papel
corrector del estado en la economía, las relaciones sociales, la reforma de la administración y la
legislación electoral. Silvela llevo a su gobierno como ministro de guerra a Polavieja, que gozaba
del beneplácito de la reina regente y dela iglesia. Polavieja escucho las demandas del incipiente
catalanismo y se comprometió a defender la creación de una sola diputación catalana, la
codificación de derecho local y la instauración en Cataluña de un concierto económico similar al
vasco-navarro.

Silvela llamo al programa de su gobierno Escuela y despensa, dividió el ministerio de fomento


en Agricultura, industria, comercio y obras públicas. Casi todo el protagonismo se lo llevó el
ministro de hacienda, Raimundo Fernández.

Tras la derrota en la guerra con las colonias, muchos capitales en las islas retornaron a España
invirtiéndose en su economía propiciando una expansión de esta conocido como el auge
finisecular que se extendió entre 1898 y 1903. Las grandes empresas moderna que solo existían
en el ámbito del ferrocarril y de la minería, se extendieron a otros sectores: eléctrico, u químico,
siderúrgico, etc. fueron estos también los años de nacimiento del a banca que tendría un
importante protagonismo en el desarrollo industrial del país. Aunque la guerra benéfica la
economía nacional, dejo en un estado lamentable las finanzas públicas. Los gobiernos durante
la guerra se negaron a subir los impuestos lo que obligo a financiarse con deuda pública,
acuñación de moneda de plata. Lo que aumentó la cantidad de dinero en circulación devaluando
la peseta y subiendo los precios. La deuda creció hasta 1898 el 43% del presupuesto nacional,
por lo que los acreedores extranjeros dudaron de la solvencia de España. Por eso Villaverde
considero las liquidaciones de la deuda como cuestión de higiene nacional pues la sombra de la
derrota n se iría hasta que España saldase sus deudas.

Acabada la guerra no habia excusas para sanear las finanzas públicas. El primer objetivo del
ministro de hacienda era liquidar las deudas púbicas, operación que saldo con éxito, el pago de
los intereses paso de ser un 43% del gasto presupuestario en 1898 a 23% en 1914. También
definió Villaverde un importante programa de reformas ficiales, destinado a reforzar los ingresos
y mejorar la eficacia del sistema tributario. Pero los proyectos que establecían nuevos impuestos
soliviantaron a las organizaciones patronales, cuya movilización tuvo al país en jaque. Lideraron
inicialmente las propuestas de las cámaras de comercio, que convocaron varias asambleas de
ámbito nacional. De aquellas asambleas surgieron dos organizaciones: la Liga Nacional de
Productores y la Unión Nacional, un partido político dirigido por Joaquín Costa, Basilio paraíso y
Santiago Alba, que apenas tuvo un par de diputados en las elecciones de 1901 y se disolvió poco
después.

La movilización contra Villaverde alcanzo su punto álgido con la campaña de contribuyentes


catalanes contra el pago de impuestos, que cabo con el encarcelamiento de varios industriales
y comerciantes. Las cortes no respaldaron las reformas tributarias en su totalidad, pero los
nuevos impuestos permitían nivelar la hacienda, pues el ejercicio presupuestario de 1900 se
saldó con un superávit de 52 millones. Villaverde logró translimite a sus sucesores la voluntad
de la nivelación del presupuesto, que se saldó con un superávit ininterrumpido hasta 1908.

Dispuesto a moderar los precios Villaverde redujo la cantidad de dinero en circulación y redujo
a 2.000 millones de pesetas el límite impuesto a la circulación fiduciaria. También se opuso al
concierto económico para Cataluña, convencido de que mermaría los ingresos para España.
Silvela respaldo a su ministro de hacienda, de ahí que Polavieja dimitiera cuando Villaverde
recorto el presupuesto del ministerio de guerra

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