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Sesión 13 Gonnet
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Papeles del CEIC # 72, septiembre 2011 (ISSN: 1695–6494)
Juan Pablo Gonnet
Lo social desde la perspectiva etnometodológica.
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1) I NTRODUCCIÓN
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Adicionalmente, a lo largo de su reconstrucción de la etnometodología, Alexander (2000) considera
que ésta quedó atrapada en el dilema individualista, que es explícitamente anticolectivista, que resca-
ta la contingencia pura, que es humanista, etc. Véase, pp. 208 y ss.
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Una crítica a esta interpretación es propuesta por Maynard y Clayman (1991) quienes consideran
que hay tres visiones erradas acerca de la etnometodología: 1) considerarla como un intento por
comprender cómo las personas construyen sentido y definen situaciones; 2) concebirla como indivi-
dualista; y, 3) definirla como una crítica a las formas tradicionales y a los problemas básicos de la
sociología.
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Acerca de las posibles causas de esta interpretación, fundamentalmente en la obra de Giddens,
Collins (1992) plantea que la recepción de la etnometodología como una revalorización de la subjeti-
vidad y de la agencia ha respondido más a un “romanticismo ideológico” acerca del actor que a una
interpretación adecuada de los supuestos de este programa de investigación sociológico. Collins pro-
pone la hipótesis de que esto se produce por una subordinación de la distinción micro/macro a la
distinción agencia/estructura.
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una nueva teoría acerca del orden social y de lo social como dimensión específica
de la vida humana no reductible a otras esferas.
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Garfinkel (1988) propone que el orden social es el fenómeno sociológico fundamental, no obstante,
no ahonda en su teorización o al menos, no lo hace de un modo sistemático.
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Luhmann (1998) considera que la etnometodología constituye un intento interesante para responder
a la pregunta de ¿cómo es posible el orden social y lo social como un orden autónomo?, no obstante,
el sociólogo alemán considera que la etnometodología se queda en una “gesticulación” sin conse-
cuencias teóricas definidas. Véase pp. 123–124.
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Pollner (1991) reconoce a esto como un problema en el desarrollo de la teoría etnometodológica.
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La explicación del orden social propuesta por Parsons brinda una visión, por
un lado, demasiado subordinada a dimensiones culturales, que lleva a lo social a
una especie de indiferenciación con respecto de lo cultural. Lo social es consecuen-
cia de lo cultural. Por otro lado, si bien Parsons reconoce a la contingencia inherente
a toda interacción, ésta es sólo reconocida a un nivel analítico–ideal. La contingencia
para Parsons es lo no social, es decir, aquello sobre lo cual lo social es impensable.
De acuerdo a la explicación de Parsons del orden social, la doble contingencia sería
una situación contrafáctica. Dado que todos estamos socializados, la contingencia
es impensable en las interacciones empíricas. Parsons apela a la doble contingencia
de un modo kantiano, es decir, para reconocer las condiciones de posibilidad de lo
social. Luego de esto, la contingencia es desestimada.
En esta dirección, la etnometodología propone una teoría del orden social que
pretende trascender la simplificación presente en el esquema parsoniano. En prime-
ra instancia, a partir de reconocer que la contingencia es una dimensión que se re-
produce y está presente en toda situación de interacción empírica y en segunda ins-
tancia (y de modo más implícito), definiendo una conceptualización del orden social
que dé cuenta de la especificidad de lo social más allá de factores y dimensiones
culturales9.
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La cursiva es nuestra.
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Es observable que si bien Parsons terminó de alguna manera subordinando lo social a lo cultural su
propósito fue siempre distinguirlos desde las primeras formulaciones de su modelo AGIL. Pienso que
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la etnometodología en alguna medida es heredera de ese intento por definir a lo social como una
dimensión específica de la realidad.
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No se refiere aquí a una idea de cognición psicológica, o sea, no implica una relación sujeto–objeto.
La cognición para la etnometodología es profundamente interaccional, es decir, se encuentra incrus-
tada en los contextos prácticos de acción. Véase Heritage (2009a).
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Maynard y Clayman (1991) sostienen que este planteamiento es una herencia fenomenológica de
la etnometodología. Aunque partiendo de los escritos de la etnometodología uno podría pensar que
estas expectativas de orden no emergen antes de que la interacción misma haya comenzado. Es
decir, las expectativas no son a prioris sino que son constitutivas de las prácticas mismas. En este
último caso, la apreciación de Maynard y Clayman podría ser errónea.
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Maynard y Clayman (1991) distinguen entre reglas morales y reglas básicas. Estas últimas darían
cuenta de una dimensión más fenomenológica de la cognición y la reflexividad. No obstante, esta
distinción no es observable en los planteamientos de Garfinkel, sobre todo cuando la distinción entre
lo analítico y lo empírico es desacreditada. Véase Garfinkel (1988 y 1996).
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Sería interesante indagar la vinculación de esta interpretación y su vinculación con los procesos de
secularización y racionalización. Es posible pensar que la pregunta por el orden social que se está
haciendo la etnometodología tenga que ver con la pregunta clásica de Durkheim (1992) acerca de
cómo es posible el orden social en una sociedad secularizada como la moderna.
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A pesar de que las normas se siguen por una cuestión de economía de las
prácticas, la ruptura es siempre un fenómeno posible. Garfinkel (2006) no considera
que estas rupturas sean contradictorias con lo social14. De hecho, la ruptura no im-
plica pura desorganización y sin sentido. El sentido no se pierde ante una ruptura
debido a que ésta puede ser observada como un distanciamiento de lo normal, como
algo ilegítimo o algo poco razonable. Esto es claro si atendemos al concepto de re-
flexividad. Los etnométodos no sólo guían las prácticas de modo eficiente, sino que
también son instrumentos de interpretación de esas mismas prácticas. Toda desvia-
ción es explicable, analizable y comprensible desde la reflexividad inherente a todo
contexto social. “Deviations from a norm are always analyzable as departures from it
and may be responded as such” (Heritage, 2003: 100).
Aquí tenemos una explicación del orden social que se aleja de los supuestos
culturalistas a los que adscribió Parsons. El orden social se explica desde las pro-
piedades mismas de los contextos sociales. Esto no implica una negación de las
normas sociales, éstas son útiles debido a que contribuyen a mantener la actitud de
confianza de la vida cotidiana. Es costoso no seguir estas reglas; no seguirlas trae
aparejado sanciones. En este sentido, la fuerza de las reglas y las normas no de-
pende de su contenido, sino que depende de su capacidad para el ordenamiento y la
mantención de la normalidad. A pesar de esto, las rupturas son posibles. No obstan-
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Para un ejemplo de esto, véase Garfinkel, 1956, pp. 420 y ss.
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Por esto, Heritage (2003) menciona que la etnometodología no entiende a la anomia durkhemiana
como una situación carente de normas, sino como una situación en la donde la norma misma se hace
presente para hacer observable la desviación.
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Ogien interpreta esto mencionando: “Es propio de la naturaleza de las relaciones sociales anudarse
y desarrollarse de manera ordenada y mutuamente inteligible, sin requerir ciega obediencia a normas
interiorizadas o incorporadas” (2007: 13).
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“Compliance with the normative requirements of a setting may thus be most realistically treated not
as the unreflecting product of the prior internalization of norms, but as contingent upon a reflexive
awareness of how alternative courses of action will be analyzed and interpreted.” (Heritage, 2003:
309)
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Acerca de la idea de orden social Heritage dice: “…(it implies) an order of normative organization at
the level of action and interaction which contrast with the parsonian top–down version of normative
constraint in which consensually defined values determine the character of a stable system of action
from above. This order of organization is implemented from the bottom up…” (2003: 83–84).
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Llevando esta postura al extremo Heritage plantea, en relación a los estudios etnometodológicos de
la conversación, que: “Rather than starting with a bucker theory of context in which pre–existing insti-
tutional circunstances are seen as enclosing interaction and unaltered it, Convesation Analysis starts
with the view that context is both a project and a product of the participants actions. Through interacti-
on context is built, invoked and managed and it is through interaction that institutional imperatives
originating from outside the interaction are evidenced and made real and enforceable for the partici-
pants” (2009c: 7).
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Así, tenemos una visión de lo social que toma a la contingencia como su condi-
ción de posibilidad. Dado que la actuación frente a otros es contingente lo social
emerge como un modo de reducción de esa complejidad. Asimismo, la negación
de lo social es también social en el sentido de que es significativa y comprensible
desde lo social mismo. La contingencia para la etnometodología no es un pro-
blema que lo social deba resolver como para Parsons. Lo social opera debido a
la contingencia y a su reproducción.
6) B IBLIOGRAFÍA
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Juan Pablo Gonnet
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Papeles del CEIC, 2011
Papeles del CEIC # 72, septiembre 2011 (ISSN: 1695–6494)
Juan Pablo Gonnet
Lo social desde la perspectiva etnometodológica.
CEIC http://www.identidadcolectiva.es/pdf/72.pdf
Protocolo para citar este texto: Gonnet, J.P., 2011, “Lo social desde la perspectiva et-
nometodológica”, en Papeles del CEIC, vol. 2011/2, nº 72, CEIC (Centro de Estudios sobre la
Identidad Colectiva), Universidad del País Vasco,
http://www.identidadcolectiva.es/pdf/72.pdf
Fecha de recepción del texto: enero de 2011
Fecha de evaluación del texto: mayo de 2011
Fecha de publicación del texto: septiembre de 2011