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COMENTARIO AL LIBRO

“LA FORCLUSIÓN DEL NOMBRE DEL PADRE”

Jean-Claude Maleval

¿Quién es Jean-Claude Maleval? Es profesor de psicopatología en Francia y es miembro de


la Escuela de la Causa Freudiana, esta escuela es reconocida por la Asociación Mundial de
Psicoanálisis (AMP) que tiene por objetivo (así lo pueden leer en su pagina de internet),
“el desarrollo del psicoanálisis en el mundo”, dos miembros destacados de la AMP son
Jaques Alain Miller y Eric Laurent.

1. Introducción

El recorrido teórico que hace el autor es exhaustivo pero no agotador: desde la aparición
de la verwerfung en Freud, su distinción de un rechazo primordial ausstossung (como
fundadora y estructurante), la aceptación primordial bejahung, negación veneinung y
represión verdrängung, entendiendo la forclusión (término tomado del campo jurídico,
nótese el peso que esto tiene para tomar en cuenta que hay algo del orden de la ley
implicado en el propio concepto) como algo no admitido, ni siquiera aceptado en algún
momento y por lo tanto no susceptible de ser rechazado, dice Lacan “la caducidad de un
derecho no ejercido en los plazos prescritos” (p. 61).

Ahora bien ¿Qué es lo forcluído? Maleval es contundente al decir que lo forcluído no es un


significante cualquiera, como por ejemplo decir que alguien forcluyó el significante
“mesa”, aclara que es el Nombre del Padre aquello que queda forcluído y no otra cosa. La
relación entre la forclusión y el Nombre del Padre no se dio de inicio, en Freud había un
trato indistinto entre represión y forclusión, en un inicio Lacan parece hacer lo mismo
pero luego comienza a dar cuerpo a la noción hasta que en 1958, en De una cuestión
preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, relaciona forclusión y NP. De esta
manera para Maleval se hace relevante abordar las transformaciones de la noción
Nombre del Padre, desde la primacía de lo simbólico, pasando por su pluralización hasta
llegar al planteamiento del sinthome. No voy a hacer este recorrido a detalle porque de
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algún modo ya lo hemos realizado con los textos que revisamos anteriormente, al menos
llegamos hasta la pluralización, si me da tiempo, al final de mi presentación diré algo
sobre la pluralización y el sinthome.

El énfasis que quiero dar a mi presentación es sobre la cuestión de la transferencia y el


lugar del analista tomando en cuenta los efectos que tiene para el sujeto la forclusión
del Nombre del Padre ¿Habría transferencia? ¿Qué decir con respecto al analista?
También abordaré la cuestión de la pluralización de los Nombres del Padre y su relación
con la forclusión del Nombre del Padre. Habrá que adelantar que Freud y Lacan siempre
tuvieron reservas con respecto al análisis en los casos de psicosis. Para Maleval, fue a
principios de los 80’s, después de la muerte de Lacan, que se comenzó a trabajar
formalmente una clínica de la psicosis.

2. El Nombre del Padre

¿Cómo opera el NP y qué posibilita?

Primero habría que considerar que la noción Nombre del Padre surgió en los 50’s como un
elemento de la causalidad simbólica que viene a apaciguar las relaciones imaginarias. En
esencia, extraigo lo siguiente de la parte teórica a riesgo de ir y venir en el tiempo, el
nombre del padre opera sobre el deseo de la madre, viene al lugar del deseo de la madre,
por una operación de sustitución, lo cual podemos apreciar en la fórmula, consecuencia:
el deseo de ésta queda registrado como algo enigmático, ya que de él no se puede saber,
formulándose la pregunta sobre el Otro: ¿Qué me quiere? La respuesta al enigma es la
significación fálica, el falo como aquello que viene a ser el significante de la falta.

Ahora bien, lo que viene a simbolizar la falta del falo, la castración, es el objeto a, la
operación del NP tendría como efecto de la extracción del objeto como resto,
simbolizando la castración. El objeto, en tanto perdido, es en adelante accesible por la vía
de un rodeo que nunca lo alcanza, podríamos decir, un vacío se rodea, aquí vemos
aparecer al deseo y el fantasma como aquello que permite la relación entre un sujeto
dividido y un objeto perdido.
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El Nombre del Padre, “lo que designa aquello que en lo simbólico encarna la ley” (p. 65),
puede ser entendido ya como punto de capitonado o almohadillado, esa carretera
principal que permite contar, y que da la pauta para la existencia de una cadena
significante, un andamiaje significante, con un cierto orden, no sin pérdida, sin resto.

3. Consecuencias de la forclusión del Nombre del Padre

Maleval explica que la forclusión del Nombre del Padre vendría a poner las cosas en otro
orden, habla en términos de carencia de la metáfora paterna, de la “forclusión de un
significante primordial portador de la ley” que es el NP (p. 58). Aquí no podría pensarse
una extracción del objeto como producto de la operación del NP, por el contrario, cita a
Lacan “el psicótico lleva al objeto a en el bolsillo”, queda identificad o a éste como
desecho, lo cual lo predispone a ser gozado por el Otro.

Como vimos en la fórmula anterior sobre la operación de la metáfora paterna, la


significación fálica no podría producirse, sólo se obtiene una fórmula reducida, el deseo
de la madre y subsumido a éste la perplejidad del sujeto. Sin este referente fálico,
digámoslo así, cobra sentido aquello que retoma Maleval sobre el empuje a la mujer en el
psicótico.

Con respecto a la cadena significante ¿Qué dice Maleval?, si no existe un punto de


almohadillado que organice la cadena, tenemos significantes pululantes, un sujeto inscrito
en el lenguaje pero fuera del discurso. Maleval dedica todo un capítulo trabajar lo que
llama “trastornos del lenguaje” presentes en los sujetos psicóticos: glosolalia,
neologismos, incluye el concepto de holofrase propuesta por Lacan. Aunque sobre esto
dice lo siguiente: “es imprudente identificar la producción de un psicótico basándose en
un análisis de sus textos”, si no tomamos esto en cuenta podríamos decir que Cortázar es
psicótico por haber planteado que es posible “amalar un noema”. Maleval aclara que la
importancia de estos fenómenos del lenguaje radica en la función que tienen para el
psicótico, la de acotar un goce desregulado. Estos fenómenos y el propio delirio tendrían
una función reparadora para el sujeto psicótico, una especie de plomo para la red rota
del significante.
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4. Eslabones perdidos

Hay otros desarrollos de Lacan que Maleval aborda, especialmente la importancia de la


pluralización (esto es en el capítulo 8), ahí Maleval enfatiza el giro decisivo que tendrá
pensar la incompletud del Otro (vemos el paso que hace Lacan en el grafo), dice: “la
incompletud del Otro ya no permite concebir al padre como universal”, con esto se perfila
el abandono de la primacía de lo simbólico para introducir el objeto a, su inefabilidad, el
registro de lo real, la cadena borromea y lo que Maleval llama “axiomática del goce”. Dice
Maleval: la tachadura del Otro es una ruptura con respecto al NP. El planteamiento del
Nombre del Padre queda trastocado con su pluralización. ¿Cuáles son las consecuencias
de la pluralización? Las abordaré al final. Por lo pronto me quedo con Maleval dando por
cierta, como él dice la “hipótesis” de la forclusión del Nombre del Padre porque es sobre
la cual el autor sostiene todo lo concerniente al segundo apartado de su libro en donde
aborda aspectos cruciales relativos a la transferencia desde la óptica de una “axiomática
del goce”.

5. La transferencia

Hay un capítulo imprescindible, el que se refiere a la transferencia. Reitero que para Freud
y Lacan había una posición de reserva, sin embargo, Maleval no tiene reservas, dice que sí
es posible un análisis de psicóticos, incluso agrega que en últimos tiempos van en
aumento las demandas de análisis por parte de estos sujetos.

El autor marca las coordenadas de lo que sucede con la transferencia en estos casos. En
estos análisis no sería posible pensar en el fantasma sujeto tachado losange a, y por
tanto no se podría pensar en un sujeto supuesto saber, no habría transferencia en
términos del engaño con respecto a la falta. En lugar de esto Maleval plantea que la
demanda del psicótico se da en términos de solicitud de atemperamiento del goce.

Lacan precisó que en psicóticos de lo que se trata en la transferencia es de una


erotomanía mortificante, al respecto Maleval explica:
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… el objeto a no se sitúa en el campo del Otro, del lado del analista; es el psicótico, sujeto
del goce, quien se siente como su depositario, mientras que el clínico es vivido como un
sujeto animado de una voluntad de goce con respecto al paciente… (p. 327)

Teniendo esto en cuenta Maleval menciona que para Lacan la cura de los psicóticos habría
que pensarla desde una maniobra nueva de la transferencia. Maleval se pregunta:

¿Cómo desalojar al sujeto psicótico del lugar de objeto de goce del Otro que le otorga su
entrada en una relación transferencial?

6. El analista

¿Qué lugar del analista ante esto? Maleval enfatiza el riesgo de cierto tipo de
interpretaciones en donde el analista se coloca en el lugar de amo, de persuasión, el
riesgo es convertirse en el perseguidor, en el padre gozador. El analista en posición de
saber, como un restaurador de la realidad, no es conveniente para la psicosis, dice
Maleval pero agrego yo, no es conveniente para ningún análisis.

Maleval indica que la posición del analista será la de testigo y regulador de goce. El
analista no esperará que el psicótico sea algún día neurótico, tampoco se opondrá a un
delirio, en lugar de eso, posibilitará 3 cosas:

- Alguna suplencia (ej. escritura)


- Límite al goce desregulado
- Un ideal como organizador, no me queda claro si con ello se refiera a
identificaciones imaginarias

Indica que habrá que pensar al analista en la posición ética del objeto a, que no desea
nada para el psicótico. Para el autor se trataría de:

… dirigir la cura psicoanalítica de estos sujetos contrariando el goce del Otro…situarlo en el


lugar de soporte de una búsqueda de significantes adecuados para organizar los desórdenes
del mundo (p. 332).
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7. La pluralización del nombre del padre y cabos sueltos

La carnita del libro la podemos encontrar en la parte clínica, la segunda parte, Maleval
verdaderamente desarrolla una casuística, citando a un buen número de psiquiatras,
dando cuenta de lo imposible que resulta todo intento de taxonomía para dar consistencia
al diagnóstico. Casos, casos y más casos que ejemplifican lo que ha explicado
teóricamente pero aclara a cada paso que no es igual para todos los casos, que cada caso
es diferente, con esto sucede que, a mi parecer, termina dando cuenta de que en realidad
LA psicosis no existe o existe ¿para quién?

Maleval da por cierta “la hipótesis” de la forclusión del Nombre del Padre, base para
pensar la psicosis, dando por hecho que ésta existe, da lugar a la propia observación que
hace sobre Lacan en la página 146 del libro, en donde menciona lo siguiente:

Lacan no tuvo la oportunidad de hacer una pausa para examinar la forclusión psicótica a la luz
de los últimos planteamientos sobre el NP

Uno de los últimos planteamientos será el sinthome como una transformación de lo que
se venía diciendo del NP, planteamiento que fue mencionado en un capítulo pero en la
parte clínica brilló por su ausencia.

No obstante Maleval deja abiertos algunos puntos, reitera a lo largo de su libro que la
evolución del concepto NP tiene efectos en la tesis de la forclusión del NP para la psicosis.
Habrá que pensar que efectos serían estos. ¿La propia disolución de la idea de psicosis?

Este es un punto en el que me voy a detener porque me interesa mencionarlo a partir de


que revisamos sobre Los nombres el padre, Maleval menciona lo siguiente:

A la vista de la considerable evolución de la enseñanza de Lacan, es legítimo preguntarse hoy


día por la pertinencia del concepto foclusión del NP ¿Qué repercusión tiene la equivalencia de
las 3 dimensiones de la cadena borromea, afirmada en los años setenta, sobre la función del
Nombre del Padre, un concepto introducido en los años cincuenta en la época de la primacía
de lo simbólico? La principal modificación reside en el énfasis que se hace de la
pluralización de los Nombres del Padre.
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El progresivo declive del NP, sudiseminación por los elementos de la cadena borromea, su
fijación final en el síntoma, han llevado a destacar la riqueza de las soluciones encontradas
por numerosos sujetos (aquí ya no dice psicóticos) para suplir la función paterna. La
pluralización del NP nos lleva en último análisis a relacionarlo con la ley particular que cada
uno encuentra en su sinthoma… (p. 21)

Sobre la pluralización de Nombre del padre, Maleval comenta lo siguiente:

La pluralización del NP, indica la existencia de formas diversas de interpretar la exigencia del
Otro, destaca que las vías del deseo se derivan del orden significante y afirma que la función
paterna deja de estar relacionada con un universal alojado en el Otro, de esta forma, dicha
función tiende a convertirse en un particular propio de la estructura del sujeto (p. 98)

¿No será que también aquí habrá que pensar en el uno por uno? Y ante esto ¿podemos
dar por cierta la idea de psicosis? ¿Se pueden forcluír los nombres del padre?

Otros asuntos que resultan de mi interés y que no puedo dejar de mencionar son los
siguientes:

- Maleval deja en el aire, mencionado muy de paso y sin agotar sus alcances: la
cuestión del objeto a para pensar la posición del analista, el sujeto supuesto saber
y la cadena borronea con su sinthome.
- Dice por ahí sin desarrollar más que el Otro no existe, lo cual a mí me dejó
pasmada y me quedo preguntándome por ese planteamiento.

De pronto tengo la impresión de que Maleval hace una mezcla entre una tesis de los 50’s y
una axiomática del goce, apuntalando en ésta última el lugar de operación del analista,
dejando en el tintero eslabones como la pluralización de los nombres del padre.

Lean el libro.

Elaborado por: Julieta Bernal Chávez

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