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Enrique Mendoza Vargas

Universidad Autónoma de Chihuahua


Facultad de Filosofía y Letras
Filosofía de lo mexicano

En búsqueda de la identidad del Mexicano

Introducción
A lo largo de la historia, el mexicano se ha buscado a sí mismo, quiere saber quién
es, hacia donde va, cuál es su sentido de vida, qué es lo que lo distingue de los demás. Esta
búsqueda se hace a veces sin saber lo que se está buscando, y se tiende a dar por supuesto
imágenes o concepciones que la educación nos ha otorgado. Asimilar una identidad, o mejor
aún, descubrir la propia identidad no es un proceso inmediato, sino que poco a poco se va
construyendo
En nuestros días, parece que no hay algo que nos identifique como mexicanos, que
nos consolide como nación, es cierto, hay intentos para lograr fortalecer la identidad del
mexicano, pero no han llegado a nada. No es porque esos esfuerzos hayan sido inútiles, es
por la misma naturaleza del mexicano mestizo, que no es ni español ni indio, que no es
mexicano ni estadounidense, que no es mexicano ni centro americano, es un ser en búsqueda
constante y perpetua de sí mismo.
Autores mexicanos han hablado del “Ser” del mexicano. Leopoldo Zea lo presenta
como un Ser amputado. Octavio Paz lo presenta como un ser solitario y Samuel Ramos lo
presenta como un ser con sentimiento de inferioridad. Tales representaciones del mexicano
son las percepciones de los autores, pero no son una guía del ser mexicano. El mexicano no
es un ser definido, sino un ser en construcción, y en constante evolución.
Hablar de la identidad del mexicano, es realmente complicado, pues son muchos los
factores que influyen en la formación de la identidad del mismo, tanto históricos, como
sociales, geográficos y políticos. No es mi intención abarcarlos todos. Sólo los que los

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autores mencionados anteriormente nos presentan. Esta búsqueda, parte desde el individuo
y se consolida en lo colectivo, en la comunidad.
A fin de cuentas, todo esto me lleva a preguntarme: ¿Qué es aquello que hace al
mexicano ser mexicano? (¿Sólo el territorio? ¿La mala historia?) ¿En qué consiste su
mexicanidad? C ¿Se puede hablar de una identidad mexicana? ¿Rota? ¿Completa, o
inexistente? ¿Cuáles son las características esenciales del mexicano?

El mexicano como un ser amputado.


Leopoldo Zea en su obra Conciencia y posibilidad del mexicano describe al mexicano
como un ser amputado, como un ser que busca algo que le falta y que no siempre sabe que
es lo que le falta.
Del mexicano se han dicho muchas cosas, tanto de manera interna como de manera
externa (interna desde sus propios autores y externa por autores extranjeros). Se habla de un
sentimiento de inferioridad, cierto resentimiento, desprecio de lo que le pertenece,
insuficiencia e hipocresía, estas se mencionan como notas características del mexicano.
Leopoldo Zea dice que estas notas tienen algo en común, que hacen patente la falta de algo
en el mexicano (105). Ese algo es lo que constantemente está buscando el mexicano, pero lo
busca fuera de sí.
Más adelante, en su ensayo Leopoldo dice “este sentirnos incompletos, indica que
existe algo que es nuestro, algo que en alguna forma nos pertenece pero que, por razones que
no podemos o no queremos explicar, no hemos alcanzado o, lo que es más grave, hemos
perdido” (105-106). Esto que le falta al mexicano y que constantemente busca y rebusca es
una parte de su ser. Algo que de alguna manera le pertenece o le ha pertenecido.
Esto no quiere decir que el ser del mexicano sea un ser incompleto, sino que el
mexicano se siente incompleto, por eso que le falta y no sabe que es. Lo cual lleva al
mexicano a sentir pena por eso que no tiene. Siente pena de sí mismo, se duele por algo que
ha perdido, ya sean personas queridas o incuso objetos. Esta pena del mexicano es también
consecuencia de la perdida de algo que difícilmente puede repararse.
El ser del mexicano es un ser en construcción, pero para construirlo hay que ir
constantemente tomando decisiones. Estas decisiones significar renunciar a varias

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posibilidades por elegir sólo una “cada elección es una amputación que realizamos” (107) El
mexicano siente pena por lo que hace pero también por lo que deja de hacer.
El mexicano también se siente amputado en su historia. No es que alguien le haya
quitado una parte, sino que él mismo va negando su historia. No quiere su pasado. Le da
vergüenza mostrarse tal cual es, no quiere conciliarse con su pasado. Siente asco de la
violación que sufrió su tierra, y no se hace responsable de ese pasado, prefiere lavarse las
manos y culpar los otros.
Es cuando México alcanza su independencia que se encuentra con una gran
responsabilidad: construir una nación. Pero una nación sin historia, queda desprovista de
bases sólidas. Zea dice “Ese mundo era nuestro pasado: La única historia que poseíamos. Un
pasado y una historia que no aceptábamos como nuestra porque en ello no habíamos tenido
responsabilidad alguna” (109) El mexicano sabe que su pasado es parte de su ser, pero tiende
a negarlo, rechazarlo, quiere enterrarlo y sentir pena por eso. (México fue conquistado o se
consolida en la colonia)

El mexicano como un ser solitario.


El mexicano es un ser vulnerable, tiene miedo de ser percibido, tiene miedo de ser
expuesto. Octavio paz en su obra El laberinto de la soledad habla de las máscaras que usa el
mexicano para ocultar su verdadero ser, “el mexicano se me aparece como un ser que se
encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad,
espinoso y cortes a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la
cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación” (32) El mexicano se mueve cautelosamente
por la sociedad, celando su intimidad. El mexicano no quiere “rajarse”, pues ello implica
abrir su ser, su soledad a los demás.
El mexicano se siente seguro en su soledad, donde nadie, ni si quiera la propia muerte
puede herirlo, violentarlo o lastimarlo. Pero, cosa curiosa que aunque el mexicano prefiere la
soledad, es un ser solitario, es un ser al que le gustan las fiestas. El calendario mexicano está
plagado de fiestas y cualquier pretexto es bueno para frenar la rutina como bien apunta
Octavio Paz “EL SOLITARIO mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es
ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y
celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos” (5 1) Es gracias a la fiesta

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que el mexicano se abre sus semejantes. Con el alcohol se inhibe su capacidad hermética y
siente que vuelve al estado primigenio de libertad.
Parece que el mexicano sale de su soledad y se abre al semejante, pero es solo
apariencia, y aunque inhibido por el alcohol se alegra con el otro, es confidente e incluso
llega a llorar con él, no quiere decir que el mexicano inconscientemente se abra a los demás.
Solamente “parece” y este parecer es una de las máscaras que utiliza el mexicano para
defenderse de sus semejantes, a quienes la mayoría del tiempo los considera como invasores.
En la simulación, el mexicano se ha vuelto un verdadero experto, lleva cuatro siglos
disimulando. Disimula su enojo, su alegría, su pena, su soledad.
Paz dice que a veces hay un disimulo extremo que llega al mimetismo “Nos
disimulamos con tal ahínco que casi no existimos” (47). La disimulación mimética es una de
las muchas manifestaciones del hermetismo mexicano. Este hermetismo lo ha salvado y lo
ha conservado del trágico recuerdo de la conquista, de ser chingado, de rajarse, de abrir su
ser y exponerse a los demás. Si por descuido se abre a los demás: lo chingan. Paz afirma “si
en la fiesta, la borrachera o la confidencia nos abrimos, lo hacemos con tal violencia que nos
desgarramos y acabamos por anularnos. Y ante la muerte, como ante la vida, nos alzamos de
hombros y le oponemos un silencio o una sonrisa desdeñosa”. (69)
Todas las anteriores actitudes y otras no apuntadas en este trabajo, son el reflejo de
que el mexicano tiene abierta una herida, que es siempre fresca y no ha cicatrizado, que
supura dolor y vergüenza. Por eso el mexicano prefiere la soledad, para no encontrarse con
sus semejantes que le recuerdan su pasado.

El mexicano con sentimiento de inferioridad.


El mexicano, ser enigmático, muchas de las veces se siente inferior comparado con
los otros, y generalmente no es consciente de ello, siente algo, pero no logra identificarlo. El
sentimiento de inferioridad no es exclusivo del mexicano. El mexicano no se sabe inferior,
no es consciente de ese sentimiento. Samuel Ramos en su obra El perfil del Hombre y la
Cultura en México afirma que: “El sentimiento de inferioridad no se manifiesta a la
conciencia del individuo tal como es. Lo que se hace consciente son las reacciones que
involuntariamente nacen para compensar aquel sentimiento, y que, al establecer hábitos, van
formando los rasgos del carácter. Para él y para los demás, es simplemente un vanidoso,

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despreciativo, altanero, retraído, receloso, desconfiado, u otras cosas más, sin que el mismo
sujeto se dé cuenta de lo que en verdad estas reacciones significan.” (112)
Estas reacciones ante el sentimiento de inferioridad que enumera Ramos, conducen
al mexicano a encerrarse en sí mismo, al individualismo, a la soledad y el hermetismo. Lo
conducen a la falta de cooperación entre los mexicanos siguiendo el tradicional refrán “que
cada quien se rasque con sus uñas”.
Al mexicano con sentimiento de inferioridad le brota un deseo desmedido por el
poder, por querer ser siempre el primero, por humillar, vaya, como dice Paz por chingar y no
ser chingado. (Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o ser chingado). Este
sentimiento de inferioridad va aunado al desconocimiento de la historia, y más aún al rechazo
de la misma.
El mexicano se empeña en no aceptar su pasado porque le provoca nauseas. A este
desconocimiento de la historia, y más que de la historia en sí misma, de la cultura mexicana
contribuye la mala educación en las escuelas: “Es indispensable revisar las concepciones de
México que han pasado a los libros de texto que se leen en las escuelas, falseadas por la
autodenigración, por el sentimiento de la inferioridad. Es necesario fomentar el interés y el
respeto por las cosas mexicanas.” (116) La educación no es el único factor que influye para
que en el mexicano se genere el sentimiento de inferioridad, pero si es un factor importante.

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Conclusión
Algo en común en los tres autores arriba mencionados, es que el mexicano siente un
rechazo por su pasado, un asco por su historia. No se da cuenta de que negar el pasado no le
sirve de nada, al contrario, debilita su identidad, eso que lo hace ser lo que es: mexicano.
El mexicano no puede extirpar de sí mismo las características que los autores
anteriores han mencionado, ser amputado, solitario e inferior, pero puede asimilarlo,
reconciliarse consigo mismo y con su historia.
Si en vez de diseccionarlo aprendemos a unificar sus rasgos, lograremos construir una
verdadera identidad del mexicano, la cual aún esta endeble, y aunque hay intentos, se ven
separados, y por lo tanto se vuelven estériles.
La construcción de la identidad del mexicano tiene que partir de lo individual a lo
colectivo, pero un país ajeno a su historia jamás podrá solidificarse como nación. Ni la
bandera, ni el himno nacional mexicano, ni el futbol lograran darle al mexicano eso que
constantemente busca: su identidad, si él mismo se siente ausente en su historia.
¿Cuánto más tardara el mexicano en construir y descubrir su esencia y sentirse
verdaderamente parte de una patria riquísima? que con sus pros y contras es la mejor de las
patrias que pudiéramos haber tenido.

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Bibliografía

 PAZ, Octavio. El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta al laberinto “El


laberinto de la soledad”. México. Ed. FCE. 2010
 RAMOS, Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. México. Ed. Planeta.
2001
 REYES, Alfonso. Con la “X” en la frente. Textos sobre México. México. Ed. UNAM.
2012
 ZEA, Leopoldo. Conciencia y posibilidad del mexicano. México. Ed

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