Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Lucas 15:11-24
¿Porque?
Por: Juan Ramón Chávez
INTRODUCCION
Diariamente todos nosotros nos enfrentamos a algo que no queremos hacer, si
hablamos de los niños, no les gusta ir a la escuela, comer verduras. Si hablamos de
los jóvenes normalmente no les gusta trabajar o asear su cuarto. Si hablamos de las
mujeres, no les gusta lavar trastes o planchar o cocinar. Y si hablamos de los
hombres normalmente no nos gusta sacar la basura, cortar el césped, ni ponerse a
dieta y claro tampoco esperar. Bueno creo que esperar a nadie nos gusta. Sin
embargo esperamos si hay fila en banco, en el supermercado, en la tortillería o si
vamos a tomar un microbús o un avión también esperamos. Aún Dios también tiene
que esperar. Pero esperar por alguien, nosotros. Pero a diferencia de nosotros Dios
no se impacienta. Y existe una razón poderosa, el amor. Dios nos ama y por eso
nos espera pacientemente.
Es la misma estabilidad que Dios nos enseña hoy. Dice: “El que hurtaba, no
hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga
qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:24). Y “Si alguno no
quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). Todo padre debe tener
cuidado cuando cambia de trabajo a cada momento, porque puede ser señal que
no es estable ni está enseñando estabilidad a sus hijos. Santiago dice que el que
es inestable en lo espiritual, es inestable en todo (Santiago 1:8).
Dios nos ha dejado su palabra que es el alimento del cristiano. Porque “No sólo
de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
(Mateo 4:4). No hay otro alimento con el que el cristiano pueda nutrirse. Dios no
solo nos salvó, sino que pensó también en nuestra manutención.
Dios nos ha tratado como hijos todo el tiempo incluso hasta antes de serlo.
Dándonos bendiciones al por mayor. Dios quiere que entendamos que no vale la
pena ser hijos del diablo.
Uno de los aspectos más importantes del padre del hijo prodigo es su paciencia.
El espero. No lo obligo a quedarse. No lo obligo a regresar. No fue a buscarlo.
Solo espero confiando en que él había hecho su trabajo con su hijo y un día su
hijo apreciaría eso.
Notemos que el muchacho no regreso porque se había cansado del país lejano o
porque se sentía culpable, sino porque la casa, y su padre, se le vinieron a su
mente. Lucas 15:17 dice: “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa
de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”. Note
“casa”, “padre” y “abundancia”. Regresó porque le influyó el recuerdo de todo lo
bueno que implicaba estar en la casa de su padre y que era mucho mejor a lo que
él estaba viviendo.
Esperar no es una tarea fácil. Requiere esfuerzo y autocontrol. Pero es lo que
Dios hace, porque confía en que todo lo bueno que nos ha enseña y nos ha dado,
nos motive a regresar a casa, regresar a su lado.
CONCLUSION
Hemos dicho que Dios nos espera pacientemente. Y las razones son: Porque
como padre ha hecho su trabajo. Porque como padre nunca olvida a sus hijos. Y
porque como padre quiere perdonarnos. Dios es la clase de Padre que todos
necesitamos. Y nosotros debemos ser los hijos que Dios merece. Si tú andas lejos
de Dios tienes que saber que Dios tiene más de 2000 años esperándote
pacientemente. Sin embrago, debemos saber que toda paciencia tiene un límite
aún la de Dios. Por eso no debes esperar a que Dios se impaciente. Arrepiéntete
y vuelve a Dios que te espera con mucho amor.
Juan Ramón Chávez
monche91@hotmail.com