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LA SOLUCIÓN PARA UN CORAZÓN QUEBRANTADO

Sal 34:18
Por: Juan Ramón Chávez

INTRODUCCIÓN
Vivimos en una sociedad que no quiere experimentar ningún tipo de molestias.
Quieren soluciones rápidas a sus problemas y una pastilla para dolor o una pastilla
para cada error. Quieren sufrir menos y disfrutar más. Y ante la demanda se presenta
la oferta. La sociedad mundana te dice que para solucionar tus problemas te vayas
de compras, te hagas un cambio de imagen, consumas alcohol o drogas, que saltar
de una relación a otra, etc. Todas estas actividades solo disfrazan el dolor y causan
un daño más duradero. Por otra parte los falsos profetas te ofrecen un evangelio
adulterado cuyo lema es: “Pare de sufrir”, “Que lo declares, porque el milagro esta
en tu boca”. Pero la Biblia enseña que no podemos erradicar los problemas y el
sufrimiento nuestras vidas por completo. Pero si nos da las herramientas para
enfrentarlo de la mejor manera y esa nuestra mejor opción. Es la solución para un
corazón quebrantado.

I). LA SOLUCIÓN A TRAVÉS DE LA ORACIÓN.


A. El ejemplo de Ana.
Escuche estas palabras: “Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi
poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto
me alegré en tu salvación” (1 Samuel 2:1). Estas palabras no paren de una mujer
que tiempo atrás tenía un corazón roto, pero lo son. Antes estuvo sumergida bajo
el agua del sufrimiento y esto por varias razones:
1. Su esposo tenía otra mujer.
2. Ella era estéril.
3. La otra mujer si le dio hijos a su esposo y ella no podía.
4. La otra mujer la humillaba siempre por no poder tener hijos.
Su vida era de llanto, tristeza y dolor y ni comer quería ya. Hasta que llevo sus
problemas a Dios en oración. Y esto le trajo paz a su corazón aun antes que sus
problemas fueran resueltos. “Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no
estuvo más triste” (1 Samuel 1:1-2:1). Ese fue el resultado de llevar sus
problemas a Dios.

Cuando tenemos problemas a veces pensamos que Dios nos ha abandonado, que
Dios está enojado y que nos está castigando. Pero Dios ha prometido estar más
cerca y más disponible que nunca cuando tenemos problemas. De allí que el
salmista dice: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a
los contritos de espíritu” (Salmos 34:18). Ana experimento esa bendición y
nosotros también podemos.
B. El ejemplo de Josafat.
La historia de Josafat es la historia de un hombre con buenas intenciones, que
trato de hacer bien las cosas, pero que cometió también errores. Era rey de Judá y
el error que cometió fue emparentar para hacer alianza con uno de los más
perversos reyes de Israel, Acab. Alianza que lo llevo a apoyar a Acab en la
guerra contra Ramot de Galaad. Y debido a este apoyo trajo como consecuencia
que un profeta de Dios lo visito para darle una mala noticia. “Contra ti viene una
gran multitud del otro lado del mar, y de Siria”.

Generalmente cuando estamos tratando de hacer bien las cosas y tratamos de


portarnos bien, no esperamos malas noticias, no estamos preparados para recibir
malas noticias. Y a veces nos quejamos diciendo porque nos suceden a nosotros
si estamos tratando de hacer el bien. Y surge la pregunta ¿Por qué le pasan cosas
malas a la gente buena? Por más difícil que sea reconocerlo, debemos recordar
que hay muy pocas personas "buenas", en el sentido absoluto de la palabra. Y
aun los que hay de una u otra manera somos afectados por el pecado que esta en
este mundo.

Ante la mala noticia Josafat se llenó de temor y también todo el pueblo con él.
Había inquietud y preocupación porque su seguridad y la de su familia estaban
en peligro. Tenía solo dos opciones: Organizar su ejército y prepararse para la
batalla y que pasara lo que tenía que pasar, u orar a Dios pidiéndole ayuda, e hizo
lo segundo. Se humillo y le pidió ayuda a Dios presentándole su problema.

Casi inmediatamente Dios le da un mensaje a través de un profeta: “No temáis ni


os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la
guerra, sino de Dios”. No importa que tan grande sea la multitud que viene
contra nosotros, Dios ha prometido pelear nuestras batallas. Una de las verdades
que se enseña en toda la Biblia es que Dios tiene cuidado de cada uno de sus
hijos en sus problemas. Por eso Pedro dice: “echando toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). A Dios le importa
lo que nos pasa.

C. El ejemplo de Jesús.
Cuando llegó la crisis más difícil de su vida Jesús acudió a su Padre, sabiendo
que era el único que lo podía ayudar. “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de
los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando llegó a aquel
lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41 Y él se apartó de ellos a
distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42 diciendo:
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” (Lucas 22:39-43).
Si Jesús tenía la necesidad de hacer esto cuanto más nosotros. Esta es la primera
ocasión que Jesús pide algo para él. Hasta entonces había obrado como
intercesor por otros; pero ahora intercede por el mismo. Él sabe que le espera un
sufrimiento terrible a manos de un grupo religioso dispuesto a romper la ley por
prenderle, y de un gobierno impersonal e injusto. Jesús se enfrenta a las
consecuencias de su mensaje: Ha predicado la vida y el mundo le depara
sufrimiento y muerte.

Sin embargo, Dios no lo dejo solo en las pruebas. Los ángeles estaban
contemplando la agonía de Jesús en el Getsemaní hasta que Dios asigno a uno de
ellos para enviarlo al encuentro con Jesús para fortalecerle. Es cierto que la
tormenta no fue quitada, pero se fortaleció al capitán para salir a flote de ella.
Jesús no murió con la actitud que tenía al principio en el Getsemaní, a partir su
fortalecimiento su actitud fue diferente. Su rostro estuvo más iluminado y lleno
de esperanza. Como dice el Salmo: “Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmos 23:4).

II). LA SOLUCIÓN A TRAVÉS DE LA FE EN JESÚS.


A. Porque Jesús tiene la misión de ayudarnos.
El mismo Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha
ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los
ciegos; A poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).

Existen muchas razones del porque el corazón llega a romperse, por una
enfermedad, por la pérdida de un ser querido, por una relación fallida, por
maltrato, por desprecio, por abandono, etc. Sin embargo, Dios ha mandado a
Jesús con la misión de sanar corazones rotos. Sanarlos de las heridas del pasado
y del presente. De cosas que muchas veces solo nosotros sabemos. Debemos
acudir a él antes que a cualquier otra persona.

B. Porque Jesús es especialista en corazones rotos.


Jesús comprende completamente a la persona que tiene el corazón quebrantado.
Porque el experimento lo mismo en su vida. El profeta Isaías dice: “Despreciado
y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto…” (Isaías 53:3). El corazón de Jesús se rompía,
1. Cuando miraba a la gente que le seguía por conveniencia.
2. Cuando los religiosos más importantes de su tierra buscaban la oportunidad
para matarlo.
3. Cuando su propia familia pensaba que estaba loco.
4. Cuando uno de sus propios discípulos conspiraba para traicionarlo.
5. Cuando lo aprendieron los suyos lo dejaron solo.
6. Cuando aún en la cruz la gente se burlaban de él.
Jesús no es indiferente a nuestros problemas. Siente lo que nosotros sentimos. El
verdadero especialista en corazones rotos no es el psicólogo, siquiatra, anciano o
predicador, sino Jesús. Solo “El sana a los quebrantados de corazón, Y venda
sus heridas” (Salmos 147:3). Y nosotros debemos creer en él.

C. Porque Jesús tiene el poder para ayudarnos.


Los evangelistas relatan la historia de una mujer que tenía flujo de sangre
crónico. No nos da su nombre solo su condición. Estaba enferma desde hacía 12
años. Jesús le llama “azote” a esta enfermedad. Es como si la hubieran estado
azotando durante 12 años. Estaba débil y anémica. Era peor su condición por el
hecho de vivir en una cultura la consideraba inmunda (Lv. 15:25-30). Era casi
como si estuviera leprosa.

Pero “oyó hablar de él” y “la fe viene por el oír” (Rom. 10:17) e
inmediatamente despertó su esperanza. La fama curativa de Jesús volvió a
encender la llama apagada de su corazón. ¡Por fin hay alguien que después de
tantos años puede hacer algo por ella!. Ella ya no pensaba en tener una entrevista
con Jesús, solo en tocar su manto. Ella creía que el solo tocar el “borde de su
manto” (Lc. 8:44) seria sana. Eso es fe. Saber que lo que nadie más pudo hacer,
Jesús lo hará. Eso es fe y ella lo reconoció.

Hay muchas personas que reconocen que Jesús tiene poder pero no el suficiente
para ayudarlos. Y esa no es fe. Jesús no emplea su poder con cualquiera, sino con
el que se acerca a él desesperanzado poniendo toda su confianza en él. Esta es la
única ocasión registrada que Jesús le dice hija a una mujer. Quizás porque ella lo
necesitaba más que nadie. Jesús está dispuesto hacer por ti lo que nadie más está
dispuesto hacer. Jesús dice: “el que a mi viene yo no lo rechazo”.

III). LA SOLUCIÓN A TRAVÉS DEL PERDÓN.


A. Porque el perdón es decir tomar otra actitud.
Jesús dijo: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen
también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos
solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed,
pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”
(Mateo 5:44-48).
Jesús hablo aquí de los sufrimientos que nos causan las personas y dice que en
lugar de planear algo contra ellos, debemos amar, hacerles bien, orar, bendecir,
saludar. Porque ajustar cuentas con tus enemigos es trabajo de Dios. De ahí que
dijera el fraile dominico Henri Lacordaire: «¿Quieres ser feliz un instante?:
véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida?: perdona».

1. Mucha gente dice “no puedo perdonar a esa persona”. Eso es mentira. Si se
puede perdonar. Es mejor decir “me es muy difícil perdonar. Pero tú puedes
perdonar. El perdonar no es cosa fácil pero todos podemos perdonar.

2. Mucha gente dice “no siento perdonar”. Nunca vas a sentir el deseo de
perdonar. No esperes a tener el sentimiento de perdonar porque nunca llegará.
El perdón no es un sentimiento, no es una emoción, sino una decisión. Decide
perdonar. Y decide perdonar hoy mismo.

3. Mucha gente dice “necesito tiempo para sanar después perdonaré”. El tiempo
no sana nada. De hecho el tiempo te enferma más. Es a través del perdón que
empiezas a sanar.

No perdonamos a las personas porque lo merezcan, sino Dios nos dice que
debemos tomar otra actitud como la de él.

B. Porque el perdón deshace las emociones negativas.


Pablo dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos
con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:30-32).

Amargura -Un resentimiento guardado por mucho tiempo.


Enojo –Explosión de rabia.
Ira –Hostilidad persistente.
Gritería -Gritos de cólera.
Maledicencia -Lenguaje insultante, calumnia, insultos.
Malicia -Deseo de mal sobre otros.

"Toda amargura, enojo, ira" describen los venenos interiores que explotan en
"gritería y maledicencia y malicia". Pero estos sentimientos y emociones
negativas que hacen tanto daño aquel que las tiene, se pueden quitar aplicando el
perdón. El perdón hace que no aniden malos sentimientos en tu corazón.
C. Porque el perdón deja el pasado atrás.
Recordemos al rey que tenían un deudor que le debía 10.000 talentos y al no
poder pagarle, el rey decidió perdonar la deuda. La palabra “perdón” significa
«enviar, dejar ir, soltar» (Mateo 18,23-35). Uno decide dejar ir el pasado para
seguir adelante o quedarse estancado en el pasado atormentándonos. Porque se
trata de cancelar una deuda moral: la que han podido causarnos por medio de una
ofensa o un agravio. Y se ha de cancelar, aunque el que nos ofendió no sea digno
de nuestro perdón. Una de las medicinas que existe para curar nuestras heridas se
llama "Perdón", pero no la venden en la farmacia. Está en nosotros.

CONCLUSIÓN
Hemos hablado de la solución para un corazón quebrantado. Y hemos dicho que
esa solución está en la oración, en depositar nuestra fe en Jesús y está en el
perdón. Todos tenemos heridas: unas leves, otras más grandes, y a veces, unas
que parecen incurables. De nosotros depende querer curarnos o seguir rascando
nuestras heridas hasta que se infecten. Jesús es nuestra mejor opción. Él dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29). Jesús
te invita y nosotros también.

Juan Ramón Chávez


monche91@hotmail.com

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