Tres preceptos neurobiológicos guían los pensamientos de Ayres
sobre el DPS: 1. el desarrollo sigue una secuencia predecible 2. el desarrollo anormal puede reflejar la expresión de un comportamiento más primitivo
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3. la maduración es dependiente de la interacción con el entorno
Usando las teorías de Piaget (1952) y Ames e Ilg (1964), Ayres describió cómo el patrón secuencial de una conducta motora cada vez más compleja proporciona un marcador de la maduración del SNC. Ayres apoyó la premisa de que cada progresión evolutiva incorpora una nueva reorganización de comportamientos citando el estudio de Green (1958) de los niveles sucesivos de complejidad en el cerebro de los vertebrados inferiores. Ella sugirió que DPS es una desviación del desarrollo normal, con comportamientos observables que se reflejan en los niveles inferiores de la función (Ayres, 1954, 1961,1966). Por ejemplo, Ayres hizo hincapié en que la capacidad progresiva para inhibir las respuestas primitivas afectivas a las experiencias sensoriales, permite a uno desarrollar la capacidad de discriminar los aspectos de mayor nivel de los estímulos tales como las características espaciales y temporales. Ayres señaló que en el desarrollo, las partes más antiguas del cerebro llegan a estar cada vez más conectadas y las interacciones entre las estructuras neuronales se establecen
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firmemente. Su síntesis de los estudios neurobiológicos del día se
utilizó para apoyar su premisa de que el desarrollo normal refleja la interacción entre sus capacidades innatas y las oportunidades ambientales (Ayres, 1975). Ayres se refirió a ambos, los factores ambientales y genéticos como propuesta de etiologías para el DPS. Señaló que los síntomas manifestados en los que habían sufrido privación sensorial fueron similares a los síntomas observada en los niños con problemas del procesamiento sensorial. Por ejemplo, citó estudios en los que cuando se le priva de la sensación, ocurren cambios estructurales neurales (Levin y Alpert, 1959; Melzack, 1962) y el cerebro genera su propia entrada, dando como resultado a alucinaciones y a las distorsiones (Solomon et al., 1961). Además, la hipótesis de que que los factores genéticos en ciertos niños pueden hacer una parte del cerebro más vulnerable de lo habitual. En este estado altamente vulnerable, las toxinas del medio ambiente [o factores de estrés prenatal] pueden interferir con el desarrollo de integración sensorial "(Ayres, 1979). El modelo de intervención de Ayres se basa en tres principios básicos neuronales: la plasticidad neural del cerebro hace que
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el cambio sea posible, se requiere activar la participación para los
cambios neuronales y los ambientes enriquecidos son necesarios para guiar los cambios neuronales (Ayres, 1972b). Ella vinculó el principio de la plasticidad neuronal a los estudios de Schiebel y Schiebel (1964) la hipótesis de que los cambios observados en el tratamiento podrían ser el resultado de aumentos en el crecimiento dendrítico y mayor potencial para el aprendizaje (Ayres, 1972c). Su modelo de intervención requiere que el cliente participe activamente en tareas difíciles en un ambiente multisensorial mejorado. Este principio se basa en múltiples estudios que mostraron que los animales, en los entornos enriquecidos, desarrollaron el aumento de peso cortical y mejores habilidades en la resolución de problemas que los animales expuestos pasivamente a la sensación (Bennett et al, 1964;. Rosenzweig, 1966; Dru et al, 1975).. Ayres citó estudios demostrando que la repetición de desafíos activos vinculados a respuestas con éxito promueven el crecimiento del SNC y que las habilidades cognitivas crecen a partir de la organización de la información sensorial entrante (Lassek, 1957). Además, señaló que la participación activa fue apoyada por investigaciones que mostraron cambios
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bioquímicos de participación significativa en el ensayo y error
durante tareas sensoriales y motoras (Hyden y Egyhazi, 1962). Ayres también basa su modelo de intervención en dos principios fundamentales: las actividades deben utilizar más de un sistema sensorial al mismo tiempo (Ayres, 1975) y sus actividades deben proporcionar el "justo desafío" (Ayres, 1979). Sus ideas sobre el uso de más de un sistema sensorial para aumentar el aprendizaje se basa en los hallazgos de Jung et al. (1963). Llegaron a la conclusión de que la estimulación multisensorial es a menudo más eficaz que la estimulación unisensorial en el cambio de comportamiento, basado en los hallazgos en los gatos en que algunas células en el tálamo son multisensoriales, a menudo responden al sonido, vista y el tacto/presión. Citando a Herrick (1956), Ayres tuvo la teoría de que los mecanismos neuronales estaban reverberando sistemas de captación y alimentación anticipatorios, diseñados para traducir la información aferente a la acción. Hizo hincapié en que aunque la actividad neuronal es constante y desordenada, por lo general personas en desarrollo, de forma automática, ordenan y organizan los mensajes de muchas neuronas sensoriales antes de enviar información a las neuronas motoras
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(Ayres, 1958). Esto permite que la persona permanezca regulada y