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PERFIL DEL SUELO

Ya elaboramos un post didáctico sobre los horizontes del suelo. Sin


embargo, son muchos los jóvenes estudiantes que entran a esta
bitácora buscando información semejante, para lo cual utilizan los
términos “perfil del suelo”. También deseaban fotos. Pues bien tras
analizar el contenido sobre esta materia que alberga el ciberespacio,
creemos que podemos aportar alguna novedad para los alumnos
que lo deseen. Evidentemente el ensamblaje de los horizontes en
un perfil suele ser la base sobre la que comienza a instruirse a
los jóvenes. Parece ser un ritual iniciático. Pues vamos allá.
Intentaremos ser muy breves aunque el tema daría para escribir
algunas decenas de páginas.

El perfil de un suelo es la sección o corte vertical que describen y


analizan los edafólogos con vistas a describirlo y clasificarlo. Este
suele tener un metro o dos de profundidad, si la roca madre, o el
material parental, no aparece antes. Este modo de proceder, no
significa que puedan alcanzar mucho mayor espesor en algunas
ocasiones, sino que con vistas a clasificarlos tan solo se utilizan los
mencionados uno o dos metros superficiales, dependiendo de
la taxonomía concreta que utilicemos. Como profesionales solemos
incurrir en la manía de pasar a hablar inmediatamente de
sus horizontes constituyentes. Sin embargo, puede darse el caso
que un suelo (o medio edáfico) no atesore más que uno o dos
horizontes (a veces muy parecidos), siendo fácil confundir a los no iniciados. Por
tanto, esta es la primera lección que debemos aprender: no todos los perfiles de
suelos tienen que estar necesariamente constituidos por varios horizontes.
Existen dos razones principales.

1. Que el suelo sea muy joven y no transcurriera el tiempo necesario para que
se desarrollen estas estructuras macro-morfológicas y (….)
2. Que existan procesos que tiendan a homogeneizar el perfil impidiendo la
emergencia de estas capas. Si este es el caso hablamos de edafoturbación, por
cuanto existen diversos mecanismos que pueden ser responsables de mezclar los
materiales e impedir que se generen. Pero también puede ocurrir que los materiales
se remocen una y otra vez, mezclando y destruyendo una horizonación previa, si
ésta existía. ¿Qué mecanismos?: hielo, procesos mecánicos relacionados con la
propia naturaleza de los materiales edáficos (especialmente su contenido y tipo
dominante de arcilla), la actividad de los organismos del suelo, etc.

Pero vamos a entrar en detalles. El perfil del suelo, en el sentido amplio del
término puede dividirse en 6 capas y horizontes, sin que esto signifique que no
puedan faltar algunas de ellas. Estas serían según profundizamos desde la
superficie:

1. Los horizontes orgánicos desprovistos de


materia mineral, llamados a menudo “0” u “H”
2. Los horizontes órgano-minerales, es decir
más o menos ricos en materia orgánica y mineral.
Estos suelen calificarse como horizontes “A”
3. Los horizontes de lavado, en el que los
minerales más fáciles de descomponer por la acción
del clima, organismos y materia orgánica,
desprenden partículas (limos arcilla, moléculas
orgánicas, nutrientes) al siguiente horizonte. Se
trata de los horizontes “E”.
4. Los horizontes minerales edafizados, es
decir muy afectados por los procesos que ocurren
en el suelo, a los que se suelen denominar
horizontes “B”
5. Horizontes poco edafizados en donde
puede discernirse la estructura de la roca o
material parental de la que proceden los suelos y
que reciben el apelativo de Horizonte
“C”.
6. La roca madre o material parental, poco o no alterada, a la que
denominamos
“R” o “D.

En la práctica, los horizontes orgánicos no “suelen” tenerse en cuenta con vistas


a la clasificación de un suelo, como tampoco los R (“en general”), ya que en
sentido estricto no forman parte de él. Los últimos son rocas y su estudio concierne
a la litología (geología), mientras que los primeros pueden ser muy efímeros,
pudiendo cambiar de morfología en pocos años. Más aun, muy a menudo los
horizontes E o no aparecen o son difíciles de discernir. Por estas razones, en
muchos cursos tan solo se mencionan los Horizontes A, B y C. Una clasificación
sencilla de los horizontes orgánicos la podéis encontrar
pinchando en este post: “Capas y horizontes orgánicos
del perfil edáfico”. Para clasificar correctamente los
horizontes R debe utilizarse una clasificación litológica.

Tampoco debe olvidarse que el perfil del suelo puede


albergar horizontes de transición entre el
suprayacente y subyacente, atesorando propiedades
intermedias. Cuando esto ocurre, con vistas a su
denominación, de uno u otro modo, se utiliza una
combinación de las letras que designan a los horizontes
principales entre los que se encuentran (por ejemplo, AB,
AC, etc.).

Generalmente, los suelos más jóvenes o


menos evolucionados tienen una
horizonación muy simple de su perfil
del suelo. Esta es del tipo A –
R. Conforme, evolucionan, el número
de horizontes tiende a incrementar, si
no existen los comentados procesos de
edafoturbación. Tal como aparece en el
siguiente esquema.

Incremento de la complejidad de los perfiles del suelo con el tiempo


Esquema ideal elaborado por Ibáñez en base a las láminas de Kubiena

El horizonte A tiende acumular materia orgánica tornándose,


por lo general, más oscuro que los demás. El problema para
ser precisos radica en que existen muchos subtipos de
horizontes distintos para cada uno de los tipos mencionados.

La mayor parte de los horizontes son más o menos paralelos a la superficie del
suelo, como se puede observar en la siguiente figura, sin que ello quiera decir que
no sean exactamente paralelos a la superficie del terreno, ya que las fronteras entre
unos y otros pueden ser muy sinuosas.
En estas descripciones básicas, suele
soslayarse la existencia de suelos casi
puramente orgánicos, es decir
prácticamente carentes de materia mineral.
Se trata de lo que en edafología se
denominan Histosoles y en el lenguaje
popular turberas. Como es lógico, el perfil de
estos suelos difiere mucho de los
mimerales. Estos también pueden (o no)
atesorar horizontes de otro tipo que suelen
ser clasificados en función del grado
creciente de descomposición de la materia
orgánica en fíbricos, hémicos y sápricos.

Suelo orgánico, Turbera o Histosol

Finalmente cabe señalar que aunque


generalmente los horizontes del suelo son
mucho más blandos y deleznables que las rocas
de las que proceden, no siempre es así. A veces,
según el grado de desarrollo y los materiales
que lo componen, algunos horizontes
pueden cementarse y adquirir una dureza que
puede superar a las de sus rocas madre. En tales
casos se denominan “horizontes endurecidos,
pétreos o “cretas”. Si el agente cementante es
el hierro hablamos de ferricretas, si lo es el
silicio de silicretas, si es el calcio de calicretas u horizontes petrocálcicos, etc.

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