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Hacia el estado oligárquico.

Iberoamérica: 1820- 1850

Escuela de Estudios
Hispano Americanos.
Consejo Superior de
Investigaciones Científicas.

l proceso de industrialización sustitutiva que plicado de forma extraordinaria las investigaciones


tuvo lugar en varios países iberoamericanos sobre el Estado en América Latina, investigaciones
en la década de 1930, y que representó para que, segun Norbert Lechner, a pesar de seguir líneas
algunos de ellos un extraordinario crecimiento eco- diferentes parten, en general, de un enfoque esen-
nómico, hizo que en los años siguientes, especial- cialmente economicista, ( 2 ) mostrando así el origen
mente al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las de la discusión.
perspectivas económicas de la región fueran contem- Sin embargo, en un debate como éste no pode-
pladas con optimismo por la mayor parte de los teó- mos mantenernos en el marco puramente técnico,
ricos de la economía (1). Sin embargo esas perspec- dejándonos engañar por las cifras macroeconómi-
tivas se vieron frustradas muy pronto, haciendo ne- cas. No debemos olvidar que, a pesar del lenguaje
cesario un nuevo planteamiento del problema, y pro- revolucionario de los independentistas, la emancipa-
moviendo la discusión sobre las posibles causas que ción no significó una transformación importante en
impidieron el desarrollo latinoamericano, no obstan- las estructuras socioeconómicas tradicionales, sino
te la expansión industrial de los años 30. que, por el contrario, a causa de la posición políti-
A raíz de ello se abrió un fuerte debate entre ca de los grupos dominantes, que utilizaron al Es-
los estudiosos de las ciencias sociales sobre el papel tado para sus propios intereses, aquellas se mantu-
del Estado en la economía del subcontinente, en el vieron casi intactas. (3) Y en este sentido, la histo-
que no faltó la perspectiva marxista o la neoliberal ria contemporánea de América Latina no puede
-triunfante en estos momentos en una parte impor- comprenderse sin enfrentarse a la problemática so-
tante de la región-, sin olvidarnos de autores co- cial y política del Estado.
mo los de la CEPAL, que preconizan la coexisten- Así pues, como consecuencia de una problemá-
cia de la iniciativa privada con el intervencionismo tica social y económica, se llega a un verdadero re-
estatal. descubrimiento del estado por parte de la historio-
Con todo ello, desde los años 60 se han multi- grafía latinoamericana actual. Este redescubrimien-
to, sin embargo, no fue precedido en el caso de la moderna de la integración estatal de la sociedad es
historia por un debate teórico sobre el concepto del el Estado Nacional», algo más que una unidad te-
Estado, como ocurrió en las ciencias sociales; por rritorial y administrativa, una estructura que «mo-
ello, resulta bastante difícil plantear una discusión nopoliza el poder contra los privilegios estamenta-
histórica sobre el papel del Estado, sin aclarar pri- les y las autonomías locales... y organiza los proce-
mero qué es lo que se considera como tal. El Esta- sos de acumulación capitalista ..., síntesis de la so-
do ha sido definido de formas muy diferentes y se ciedad dividida... que no significa un supuesto in-
le han atribuido funciones muy distintas. Como afir- terés general o consenso, ni el monopolio
man Antonio Annino y Alberto Filippi, «El desa- organizacional de la coacción física, sino represen-
rrollo de la historiografía económico social ha mul- tación en la cual los sujetos se reconocen y se afir-
tiplicado las nociones de Estado, sin que hasta ahora man a sí mismos, en tanto que sociedad...» (8).
se haya logrado ordenar conceptualmente la mate-
Si tomamos como modelo este concepto de Es-
ria» (4).
tado, es evidente que no fue el que surgió en Amé-
Dentro de la historiografía del Estado han lle- rica Latina después de la Independencia. Sin embar-
gado a surgir verdaderas escuelas, como la del ca- go, cada época ha tenido una idea diferente no só-
pitalismo monopolista del Estado, la de la lógica del lo de lo que debe ser el Estado, sino de lo que es
capital, la de los neoricardianos y la de los neo- la Nación. Antes del siglo XVIII la idea de Nación
gramscianos. Todas ellas se han apoyado, en una u seguía, casi exclusivamente, criterios geográficos o
otra forma, en ciertos postulados de Marx, pero con de etnias. Es en esa centuria, con la influencia de
interpretaciones tan diversas que desembocan en la Ilustración, cuando comienzan a cambiar los cri-
multitud de planteamientos diferentes y, en conse- terios para definir la Nación, criterios que se impon-
cuencia, en concepciones del Estado realmente dis- drán ya sólidamente en el siglo XIX con el roman-
pares, aunque no siempre excluyentes (5). ticismo, cuando, en palabras de Ruggiero Romano
Por otra parte, en la historiografía del siglo XIX «el nnuevo concepto de Nación hará alianza con el
latinoamericano se manifiestan claramente dos con- nuevo concepto de Estado...», un Estado integrado
ceptos de Estado. Por un lado, el que identifica el por una Nación que «es un espacio limitado por
Estado con la sociedad, de evidente raíz anglosajo- fronteras naturales, poblado por hombres que ha-
na, y, por otro, el que lo considera como una insti- blan el mismo idioma y que practican una misma
tución autónoma; este último tiene su origen en el religión, y unidos entre ellos por un... [cierto] espí-
Derecho Romano, y su justificación puede estar en ritu nacional» (9).
el hecho de que, en definitiva, fueron los propios Este, y no el que tan bien define Lechner, fue
grupos dirigentes latinoamericanos los que, conscien- el modelo de Estado que, en principio, la élite inde-
temente, optaron en un momento dado por este úl- pendentista quiso trasladar a América. Sin embar-
timo tipo de Estado para lograr conservar su poder go, la realidad fue muy diferente; en las antiguas co-
(6). lonias españolas era muy difícil marcar las fronte-
Lo cierto es que estos dos conceptos de Estado ras naturales, la mayoría étnica permaneció ajena
son, en principio, ajenos a la realidad latinoameri- a la formación de esos estados, y era considerada
cana, y que, en consecuencia, sería un error aplicar ((inculta y bárbara)) por lo que los organizaron. El
uno u otro -tal y como se entendieron en la histo- modelo fracasó de inmediato no obstante el indu-
ria europea- para el análisis de la realidad latinoa- dable idealismo de gran parte de los primeros inde-
mericana. Habría, como afirma Antonio Annino, pendentistas. En la América Latina del siglo XIX
que buscar «las dimensiones subjetivas del poder... existieron, sin duda, proyectos nacionales, pero no
la percepción del mismo por parte de los grupos so- Estados Nacionales que puedan identificarse con las
ciales y... los consiguientes comportamientos», es de- características señaladas. En cuanto que fueron ex-
cir, «la concepción que del Estado tuvieron los su- cluidos de ellos numerosos grupos sociales, habría
jetos que lo controlaron o lo padecieron en los dos que hablar, en realidad, de Nación Criolla y, como
últimos siglos» (7). hace Marcello Carmagnani, de Estado Oligárquico
(10).
EL PROBLEMA DEL ESTADO NACIONAL EN Por ello, para comprender la realidad actual de
AMÉRICA LATINA la región, resulta fundamental el conocimiento de
Para Norbert Lechner, «La expresión clásico la transición del Estado Colonial al Estado Indepen-
diente, transición que no fue, ni mucho menos, igual EL PREDOMINIO OLIGARQUICO
en los distintos países.
El primero de estos obstáculos fue la incapaci-
Para 1825 la América Latina había conseguido dad de la propia elite independentista para hacerse
su «ansiada» emancipación de las metrópolis ibéri- con el poder real, por el que había luchado contra
cas. Brasil había declarado su Independencia en los peninsulares, y la actitud de las oligarquías te-
1822, sin que para ello fuera necesaria una guerra, rratenientes, que fueron, en definitiva, las que con-
y España, después de sangrientas y devastadoras lu- trolaron la creación de esos estados (15).
chas, sólo lograba conservar Cuba y Puerto Rico.
Sin embargo, la emancipación no coincidió tempo- Es cierto, como afirman algunos autores, que
ralmente con la formación definitiva de los nuevos a raíz de la Independencia no se produjeron trans-
estados. Sólo marcó el inicio de la construcción de formaciones sustanciales en la estructura social de
un nuevo orden, cuyo logro resultaría mucho más la etapa colonial; que los dos grandes factores que
difícil de lo que los criollos pudieran pensar en un en la última parte del siglo favorecerían el cambio
principio (11). social -el incremento del sector exportador y el cre-
cimiento demográfico-, no afectarían aún a la so-
En el caso de los antiguos territorios españo- ciedad en los primeros años de las repúblicas; pero
les, la primera cuestión que se plantea, antes inclu- también lo es que esa sociedad se vería alterada, al
so de finalizadas las Guerras de Independencia, fue menos en parte, por el cambio político. La destruc-
la de la posible creación de un solo país, mantenien- ción de propiedades, la militarización de la socie-
do la unidad política del antiguo Imperio, o la de dad y la aparición de nuevos líderes, transformaron
múltiples países correspondientes a las distintas en- el antiguo orden social. La diferenciación legal por
tidades administrativas de la colonia. El sistema co- cuestión de raza fue abolida, produciéndose la sus-
lonial había favorecido la aparición y consolidación titución de una sociedad de castas por otra de cla-
en América de áreas económicas que, en ocasiones, ses, en la que el poder económico determina la di-
tenían más contactos con la metrópoli que con las ferenciación social (16).
regiones vecinas, con las que, a menudo, entran en
competencia por el mercado peninsular. Entre ellas En virtud de ello los indios fueron declarados
llegaron a producirse importantes conflictos de in- <<ciudadanos»legalmente emancipados, aunque con
tereses, especialmente entre los centros del poder co- ello no lograran, a la larga, sino empeorar su situa-
lonial y sus áreas periféricas; la guerra no hizo sino ción. La legislación de las nuevas repúblicas consi-
confirmar las divisiones internas, que se manifesta- dera a las comunidades indígenas como una rémo-
ron, en muchos casos, incluso antes de terminar ra para la economía y la integración nacional (17).
aquélla (12). El antiguo Imperio español en Améri- La formación de un mercado de tierras era esencial
ca fue reemplazado así por 15 Estados diferentes, para los liberales, mientras que el control de la ma-
mientras que el Brasil surgía unido, como un gran no de obra era, a su vez, fundamental para la eco-
país, y con un sistema que -salvo la breve expe- nomía de la hacienda. Era lógico entonces que se
riencia mexicana- fue único en América: el impe- pretendiera acabar con las comunidades indígenas,
rio (13). con el fin de incorporar esa población y sus tierras
Sin embargo, la sustitución de los Imperios por a la economía de mercado. Sólo la dependencia fi-
nanciera de los distintos gobiernos del tributo indí-
los Estados Independientes no fue inmediata; signi-
ficó no sólo redactar e implantar constituciones, si- gena, postergó la abolición de los resguardos hasta
la segunda mitad del siglo en la mayor parte de la
no además, y sobre todo, la búsqueda de equilibrios
región (18). Entre tanto, los indios permanecieron
de poder nada fáciles de conseguir. Aunque en 1820
«ignorados por los conservadores y hostigados por
los nuevos Estados y las nuevas Naciones estaban
los liberales», aunque afectados por el proceso im-
ya en formación, hubo una primera etapa de tran-
parable de la expansión del latifundio y del avance
sición que se prolonga hasta mediados del siglo
de la propiedad privada (19).
XIX. Fue un proceso lento y difícil, especialmente
en algunos casos (14), y tuvo que hacer frente a con- Mejor suerte corrieron los esclavos. Aunque la
siderables obstáculos, sociales, económicos y políti- trata de negros fue abolida -salvo en Brasil- en
cos, que marcarían la naturaleza de ese Estado: El 1810, los nuevos estados se resistieron cuanto pudie-
predominio oligárquico, el militarismo y el caudi- ron a la abolición de la esclavitud, en función de
llismo, el estancamiento económico, y las divisiones las aspiraciones de la oligarquía a mantener un con-
dentro de la propia oligarquía. trol absoluto sobre la mano de obra. Por ello. la abo-
lición legal de esta institución no se produjo, en la se convertirán, después de la Independencia, en el
mayor parte de los países del área, hasta mediados sector dominante. Por una parte, y como ya se ha
del siglo XIX (20). Pero al margen de esa abolición dicho, la guerra afectó con más severidad a los ne-
legal existió otra, más lenta, que se inició en los pri- gocios que a la tierra, haciendo descender el poder
meros momentos de la lucha independentista. Las económico de las élites urbanas. Pero es que, ade-
guerras obligaron a ir eliminándola para conseguir más, esas élites urbanas nunca contaron con una só-
soldados; la lucha por la Independencia primero, y lida base social como la que tenían los terratenien-
las guerras civiles después, obligaron a emancipa- tes en sus haciendas, a cuyos peones podían movili-
ciones cada vez más amplias. E incluso en los luga- zar en el momento en que quisieran. La tierra era
res que la esclavitud se mantuvo hasta su abolición la única fuente de riqueza segura y, por lo tanto,
legal, la dureza de la institución se mitigó conside- también de poder; los terratenientes pasaron a ser,
rablemente (21). así, la nueva oligarquía dominante, por encima de
las élites mineras, comerciales y burocráticas de los
Pero fueron los mestizos y los mulatos libres, últimos años de la Colonia (25).
antes discriminados por las leyes, los grupos subal-
ternos más beneficiados por los cambios sociales que Y esto ocurrió en toda la América Latina, sal-
trae la revolución; la disminución de la población vo en casos excepcionales como el de Bolivia y Pa-
mestiza en los censos de población de la época, pa- raguay, donde los hacendados tradicionales fueron
rece indicar una mayor flexibilidad en este punto. incapaces de beneficiarse de la Independencia (26).
Al poder aprovechar la promoción dentro de los Como consecuencia de este predominio de la
ejércitos, que antes les estaba vedada, tuvieron ma- oligarquía terrateniente, uno de los principales obs-
yores posibilidades de ascenso social. En algunos ca- táculos para la organización de verdaderos Estados
sos, aunque siempre excepcionales, llegaron a poseer Nacionales en la América Latina será el papel ju-
grandes haciendas, integrándose en el grupo de te- gado por la hacienda en el contexto político y so-
rratenientes (22). La misma vía de ascenso social cial. La nueva base de poder estaba en la hacienda,
quedó abierto también para los blancos pobres, cu- que a través de una serie de vínculos personales res-
yo acceso a las clases superiores siempre había re- taba poder a las instituciones estatales. Era la prin-
sultado bastante ardua. En este sentido, la creciente cipal fuente económica -los sectores comercial,
influencia del ejército a causa de las guerras, actuó bancario, etc., son entonces secundarios-, y el me-
como el más importante mecanismo de movilidad canismo de control de los recursos humanos, otor-
social. Personajes como Iturbide o Santa Cruz pro- gando por ello un prestigio difícil de alcanzar por
cedían de familias humildes, y gracias a la guerra la élite mercantil urbana (27).
pudieron llegar a formar parte de la élite (23).
La hacienda era además de la más importante
Pero la transformación más importante en la unidad de producción económica, un centro de po-
sociedad de esta época, que impondría, además, li- der en el que los vínculos personales se imponían
mitaciones a las anteriores, fue la que se produjo sobre cualquier otro criterio. Los hacendados eran
en el grupo dirigente. El movimiento independen- poderosos caciques locales, que dominaban su zo-
tista no partió, en ningún momento, de la oligar- na de forma unipersonal, y al que los peones esta-
quía latifundista, sino de las élites mercantiles y li- ban ligados de forma absoluta tanto para el traba-
berales de los centros comerciales. Estas élites ba- jo como para la guerra, ocupando así al lugar de
saban su poder no en la tierra -bien permanente las autoridades estatales, y restando fuerza al po-
a pesar de la violencia de las guerras-, sino en ac- der del Estado (28).
tividades que quedaron, en su mayor parte, destro-
Y el hecho de que la clase dominante no sea
zadas por aquéllas. En consecuencia, al finalizar las
ya de carácter urbano, sino rural, será un hecho de-
luchas no contaron con las bases de poder necesa-
cisivo para la evolución de estos países, ya que de-
rias para imponerse a la oligarquía terrateniente que,
termina el modelo de las relaciones sociales incluso
arriesgando mucho menos en la guerra, fue la más
en la ciudad, fuera de su ámbito natural. Este mo-
beneficiada con su desenlace (24).
delo será ahora el de la relación patrón-cliente, que
Las élites urbanas habían sido las iniciadoras había predominado hasta entonces en el medio ru-
de la revolución; y, sin embargo, serían las oligar- ral. Y eso tiene un claro reflejo no sólo en las rela-
quías rurales, que en los últimos años de la etapa ciones sociales, sino también en el grado de urbani-
colonial habían estado en un segundo plano, las que zación. Mientras en esta etapa presenciamos clara-
mente la expansión del latifundio, el crecimiento de oficiales pretenden controlar el Estado para parti-
las ciudades, con la excepción de Río de Janeiro, cipar en la distribución de sus recursos, por lo que
Santiago de Chile o Buenos Aires, no es significati- los golpes de militares para tener acceso a esa dis-
vo hasta el último cuarto del siglo XIX (29). tribución son algo frecuente en la región. Esto es
Además esta oligarquía, consciente de su poder, lo que ocurrió, por ejemplo, en México, donde mu-
y dispuesta a compartir sólo lo imprescindible, de- chos de los oficiales no estaban satisfechos con la
finió los Estados Independientes de la forma más política de ascensos y con lo reducido de los sala-
restringida posible, de manera que, a pesar de las rios. También sucedió en Ecuador, Perú, o Bolivia,
transformaciones ya citadas, que implicaron sin duda escenarios de frecuentes golpes y contragolpes. Por
una mayor movilidad social, permanece en casi to- el contrario, Colombia y Venezuela consiguieron re-
da la América Latina el Antiguo Régimen. En re- lativamente pronto contener el peso del ejército en
sumen, la Independencia no trajo consigo una pro- la política, aunque en este último país ese peso re-
gresiva modernización de las estructuras sociales, co- tornará en los años cuarenta. Pero fue en Chile don-
mo podrían pensarse por el discurso de los indepen- de la desmilitarización se produjo más rápidamen-
dentistas o por la lectura de la bibliografía criolla te, ayudando con ello al consenso político. El or-
sobre el siglo XIX. Al dar el poder a la oligarquía den conservador comenzó por limitar el poder del
rural, consolidó las estructuras sociales existentes, y ejército que, por su parte, sobre todo a partir de su
dificultó el establecimiento de los Estados Naciona- triunfo sobre la Confederación Peruano Boliviana
les (30). y su consecuente prestigio, aceptó su papel de de-
fensor del país frente al exterior, eliminando el pe-
ligro golpista. Tampoco Brasil conoció esa militari-
MILITARISMO Y CAUDILLISMO zación, al lograr su Independencia pacíficamente
Otro de los factores que contribuyeron decisi- (33).
vamente al retraso en la formación de los Estados
Y como resultado de este militarismo, pero a
Nacionales en América Latina, fue la excesiva in-
consecuencia sobre todo del predominio de la oli-
fluencia del ejército en la política y, en general, en
garquía rural en la sociedad y en la política, surge
la vida de esos países. La dureza de la guerra los
a su vez el Caudillismo como forma de gobierno,
habia llevado a una militarización que no podía de- uno de los mayores problemas a que tuvo que ha-
saparecer de la noche a la mañana, sobre todo por- cer frente la formación del Estado Independiente.
que después de aquella, se iniciaron multitud de gue- El caudillo, presente en toda la región con la excep-
rras civiles que hacían necesaria la presencia de cuer- ción del Brasil, era un jefe local o regional, que ba-
pos armados.
saba su poder en el control que
. ejercía
. sobre los re-
No obstante los ejércitos, en lugar de contribuir cursos de su zona. En torno a él se teje una red po-
a establecer el orden, se convirtieron, precisamente, lítica y económica, que alcanza a politicos y milita-
en una de las causas principales del desorden. Por res -muchos de ellos también terratenientes-, em-
una parte, la movilización habia sido muy amplia parentado~de una u otra forma entre sí o con su
y poco selectiva; la imposibilidad de imponer la dis- líder. Su origen es eminentemente rural; la hacien-
ciplina a un ejército al que se habia exigido muy po- da dominaba la vida política y social en el medio
co a la hora de reclutarlo, hace que la violencia y rural, donde el hacendado se convertía en protector
el bandidaje se conviertan en algo cotidiano (31). Pe- de su gente, defendía los recursos locales y propor-
ro es que, además, este ejército estaba dirigido por cionaba empleo; a cambio el peón, que busca por
un importante grupo de oficiales, que en la mayor encima de todo lo que garantice su subsistencia, es-
parte de los casos, al igual que sus tropas, no pue- tá dispuesto a ofrecer servicio y lealtad en la paz
den cobrar su salario -ya de por sí escaso-, pero y en la guerra (34).
que mantienen su fuerza y el privilegio de su fuero Siguiendo este modelo de relaciones sociales, es
militar. El resultado lógico de su penuria era el amo- lógico pues que el caudillo surgiera en zonas en las
tinamiento y el pillaje, la única manera de pagar al
que predominaban las haciendas, en las que unas
ejército en unos Estados prácticamente en bancarro-
cuantas familias se disputaban el poder y en las que,
ta; las tropas actuaban, a menudo, como un simple a causa de ello, surgen bandas armadas en las que
ejército de ocupación a la búsqueda de recursos (32). la relación predominante es, como la de la hacien-
Al no tener una base económica propia, estos da, la de patrón-cliente (35).
Las causas de la aparición del caudillismo son fuerza de cada uno, los líderes de cada grupo recu-
varias, pero quizás una de las primeras sea la pro- rren a su clientela para inclinar la balanza a su fa-
pia Guerra de Independencia. Por una parte, los vor (39).
ejércitos independentistas no eran ejércitos profesio- Pero, al mismo tiempo, como el poder central
nales, como no lo eran, en su mayor parte, sus je- tiene que imponerse a aquellos grupos por la fuer-
fes. En casi toda la América Latina se organizan de za, utiliza también para hacerlo al caudillo, al gue-
manera informal, en virtud del respeto y la obedien- rrero. Las constituciones y leyes no bastaban para
cia a un cacique, a un Iíder, permaneciendo entre mantener la paz, y no existían todavía partidos po-
ellos el mismo vínculo básico que regía la hacien- líticos reales que pudieran llevar sus enfrentamien-
da: la lealtad a ese Iíder que los recluta, al caudillo. to al debate político. La falta de acuerdo entre los
Por otra, los grupos dominantes tienden a conce- distintos grupos oligárquicos a la hora de estable-
der poderes excepcionales, en tiempos de guerra, a cer el Estado, hace que cada uno de ellos utilice al
un hombre fuerte capaz de dirigir su lucha y defen- caudillo, y que sea el más fuerte de éstos el que se
der sus intereses, contribuyendo de este modo a la imponga sobre los demás, trasladando a la organi-
consagración del personalismo y la lealtad al jefe zación estatal la primitiva estructura de poder del
en la vida política, por encima de la lealtad a la Na- ámbito rural. Varios caudillos locales se convierten
ción ( 3 6 ) . a su vez en clientes de otro más poderoso, cliente
Finaliza la guerra, el caudillo mantiene unida a su vez de otro. Mediante esta compleja red de vín-
a su clientela con la esperanza de obtener una re- culos, un caudillo local con una importante base ru-
compensa. Y a la larga, esa lealtad, esas clientelas ral, contando con el apoyo de sus clientes y de otros
y esas servidumbres personales, convierten estas tro- caudillos, podía, y de hecho muchos lo hicieron, lle-
pas en verdaderos ejércitos privados; hay una ex- gar a conquistar el poder estatal. Una vez logrado
traordinaria identificación entre el caudillo y su éste, podian gobernar con o sin constitución; mien-
clientela que termina, necesariamente, en auténticas tras cuentan con el apoyo de un amplio sector oli-
formas de servilismo (37). gárquico se mantiene en el poder (40).
Pero el caudillismo no puede entenderse como El caudillo acepta, en general, su papel y, co-
un fenómeno meramente militarista. Su consagra- mo representante de ese sector, reproduce a nivel es-
ción como forma de gobierno responde además, y tatal la relación patrón-cliente de la hacienda, el pa-
sobre todo, a planteamientos civiles. El caudillo re- ternalismo y el personalismo. Atrae a su clientela con
presentaba los intereses locales y regionales de las la promesa de defender sus intereses económicos, o
distintas oligarquías, y sus luchas son las de los di- de ofrecerle cargos públicos de responsabilidad cuan-
ferentes sectores oligárquícos por hacerse con el po- do alcance el poder. Con ello, lo que hace no es si-
der político. Las tensiones entre los intereses regio- no unirse a los grupos opuestos al cambio, y perpe-
nales y el poder central, así como entre los distin- tuar de ese modo el latifundismo y los viejos meca-
tos grupos oligárquicos que se disputan el poder, ha- nismos de poder. Y cuando esto no ocurre, cuando
cen que cada uno recurra al Iíder carismático para se desvía de los intereses de su clientela, ésta busca
que consiga para ellos ese poder, utilizando sus ban- otro caudillo para sustituirlo (41).
das armadas, y lo controle en su nombre (38). Resulta evidente, por tanto, que los caudillos no
De este modo, los conflictos posteriores a las fueron nunca líderes populares. Sin embargo, no to-
Guerras de Independencia entre centralistas y fede- dos eran simples caciques; ni fue igual su forma de
ralista~-Argentina-, entre grupos oligárquicos ri- llegar al poder, ni su actuación una vez logrado és-
vales -Centroamérica-, o entre facciones políticas te; y tampoco lo fue siquiera su origen social. En
-Nueva Granada-, perpetúan en unos casos el fe- cuanto a este último, la mayoría procedían del gru-
nómeno del caudillismo, y en otros, incluso, lo crean. po latifundista. Los venezolanos, por ejemplo, eran
Y dado que la hacienda era la única base posible en su mayor parte hacendados antes de la guerra,
de reclutamiento, son los terratenientes los que do-' que contaban con una base de poder fuerte que les
minan tanto a los caudillos como a sus bandas, a permitía movilizar sus propias fuerzas. Caudillos co-
las que tradicionalmente utilizaban para mantener mo Morillo o Monagas no son llaneros dedicados
el orden rural frente a otras, o frente a los bandi- al bandidaje. Lo mismo ocurre con los argentinos,
dos rurales. Cuando dentro de la misma clase diri- procedentes en su mayoría de familias propietarias,
gente hay distintos intereses y un equilibrio entre la y con cargos militares importantes. Pero otros, co-
mo Páez en Venezuela, tienen un origen modesto, de uno nuevo, mas beneficioso para la oligarquía te-
y ascienden en la escala social hasta convertirse en rrateniente, en la que ésta pudiera tener un acceso
hacendados, por sus cualidades de líder. En cuanto más directo a los mercados internacionales (45). Sin
a su comportamiento, los hubo progresistas, auto- embargo, este nuevo pacto no se consolidará, en la
ritarios e, incluso, sanguinarios. No es posible la mayor parte de los países del área, hasta la última
comparación, por ejemplo, entre Santa Cruz en Bo- parte del siglo XIX. Hasta entonces hay una etapa
livia y Rodríguez de Francia en Paraguay (42). de transición, que se divide, a su vez, en dos fases.
Y, por último, aunque el fenómeno del caudi- En la primera de ellas, que llega hasta 1850 aproxi-
llismo ensalza el personalismo y retrasa, en general, madamente, la novedad más importante fue la com-
el proceso de formación del Estado, algunos de los pleta apertura al libre comercio. Esta apertura sig-
caudillos jugaron el papel de defensores del nacio- nificó en realidad, la sustitución de la antigua me-
nalismo. Al ser menor la confianza de la población trópoli por una nueva, la Gran Bretaña, que se con-
en el Estado que en el caudillo, su presencia difi- vertiría por entonces en el centro económico mun-
dial (46).
culta ostensiblemente el establecimiento de aquel; pe-
ro, paradójicamente, en ocasiones son los propios Conseguida la Independencia, los intereses eco-
caudillos los que consiguen la unidad nacional que nómicos en cada uno de los nuevos países no eran
no lograban las instituciones estatales. uniformes; las rivalidades internas eran muy fuer-
Ciertos caudillos llegaron a superar su faceta tes, y se reflejaban en los enfrentamientos entre los
regional; se convirtieron en unitarios y nacionales, defensores del libre comercio, de las exportaciones
y contribuyeron a la formación de la conciencia na- primarias y de las importaciones baratas, y los par-
cional. En otros lugares, es la necesidad de buscar tidarios del proteccionismo. La consolidación de la
intermediarios entre los distintos grupos oligárqui- oligarquía terrateniente como clase dominante sig-
cos, la que impone esta figura del caudillo nacio- nificó, en la mayor parte de los casos, el triunfo del
nal. Ejemplos de caudillos nacionalistas fueron Páez libre cambio; y los comerciantes británicos, a la bús-
en Venezuela, Rosas en Argentina, Portales en Chi- queda de mercados para la producción industrial de
le, Santa Cruz en Bolivia o Flores en Ecuador (43). su país supieron aprovechar la oportunidad (47).
El hecho fue que, en determinadas circunstan- El resultado de ello fue una profunda crisis de
cias, era la única forma de terminar con la anar- las artesanías locales, el déficit de la balanza de pa-
quía, ya que, en definitiva, ningún grupo oligárqui- gos, la disminución de la masa monetaria, constan-
co era capaz de imponer su hegemonía sobre los de- tes depreciaciones, y la dependencia de los distintos
más de manera permanente. Con ello se inicia una gobiernos del crédito externo. A menudo se señala
especie de consenso entre ellos, por el que todos van como causa de esta grave situación económica la
a tener representación en la gestión política, aun- inestabilidad política de estos países; pero tan vali-
que no sea de forma equitativa. De este modo, es d o puede resultar este argumento como el contra-
precisamente la institución del caudillo nacional la rio; las dificultades ecoriómicas de aquellos pueden
que abre el camino para la superación del caudillis- ser uno de los factores que impidieron organizar un
mo a mediados del siglo, ante la conciencia de la sistema de poder estable (48).
oligarquía de la necesidad de llegar a un reparto
Lo cierto es que si bien una situación de ines-
-más o menos equitativo- del poder, y la conse-
tabilidad política no favorece precisamente el creci-
cuente consolidación de los partidos políticos (44).
miento económico, también lo es que una economia
en bancarrota, difícilmente podía proporcionar los
LOS PROBLEMAS ECONOMICOS recursos suficientes para el establecimiento de un po-
También la marcha de la economía y los pro- der estatal digno de ese nombre. Para afrontar ese
blemas financieros de las nuevas Repúblicas obsta- estado de cosas resultaba indispensable el incremento
culizaron gravemente la formación de instituciones de las exportaciones. Pero, en general, entre 1820 y
políticas fuertes, ya que los ingresos estatales depen- 1850 Latinoamérica encontró serios problemas pa-
dían, esencialmente, de los impuestos sobre el co- ra abrir mercados en el exterior. Esos mercados re-
mercio exterior. La Independencia latinoamericana sultarían todavía limitados y de difícil acceso (49).
representó, desde el punto de vista de la economia, Las Guerras de Independencia habían destrui-
la ruptura del antiguo pacto colonial y la búsqueda do vidas y propiedades, y provocado una fuerte hui-
da de capitales nacionales; en esta situación, la re- de clima templado encontraban un mercado inter-
cuperación resultaba difícil sin la intervención del no muy reducido, y no existía tampoco una fuerte
capital extranjero, poco accesible después de que, en demanda de ellos en el nuevo centro económico. Y
1827, todos los países del área, salvo Brasil, suspen- en cuanto a la agricultura tropical, tenía que hacer
dieran los servicios de la deuda externa (50). frente, en estas primeras décadas de vida indepen-
En estas condiciones, sin inversores nacionales diente, a la fuerte competencia que representaban las
ni extranjeros, el crecimiento de las exportaciones só- colonias europeas en otras partes del mundo (54).
lo podía afectar a productos que no necesitaran En principio, esta agricultura logró mantener el
grandes nversiones iniciales, o a aquellos en los que nivel de producción de los últimos años de la etapa
la relación volumen/precio resultaba más favorable. colonial; pero, para su expansión, necesitaba inver-
En estos casos estaban el trigo chileno, el cacao ve- siones que sólo se realizarían en la segunda mitad
nezolano o la ganadería argentina, así como los tin- de la centuria, cuando, por una parte, se incrernen-
tes de la América Central (51). te la demanda mundial y, por la otra, se vaya pro-
En cambio la minería, una de las principales duciendo la paulatina intervención del capital extran-
fuentes de riqueza en la etapa colonial, entró ahora jero en la zona. El tabaco, por ejemplo, mantuvo
en una profunda crisis. La guerra había ocasiona- el nivel de producción; pero, salvo en la década de
do la destrucción de gran parte de la maquinaria; 1840 en Colombia, no hubo una expansión signifi-
el sector necesitaba para su reactivación una serie cativa. Por su parte la producción de cacao se re-
de inversiones, que la penuria de capital nacional y sintió por la falta de mano de obra esclava, antes
la inexistencia de inversión extranjera hacen impo- predominante en el sector. No obstante, continuó
sible. El estancamiento fue tan grave, que por ejem- siendo uno de los principales productos de expor-
plo en México la producción de plata descendió a tación latinoamericanos y, en el caso de Venezuela,
la mitad respecto a la de los últimos años de la co- logró, incluso, incrementar la exportación (55).
lonia. Sólo Chile, donde la minería era una activi- Pero el sector de la economía que resultó más
dad secundaria antes de la Independencia, ofrece un próspero en la primera mitad del siglo XIX fue el
sector minero próspero en esta época. El descubri- ganadero, especialmente floreciente en el Río de la
miento de minas de cobre casi en superficie, y en Plata, que ofrecía beneficios considerables a cam-
lugares cuya situación geográfica permitía abaratar bio de inversiones mínimas. Para su expansión sólo
considerablemente los costos de transporte, facilitan requería tierra adecuada y abundante, y un merca-
el incremento de la producción (52). do exterior. La primera condición era fácil de lograr;
Pero en el resto de la América Latina la mine- en unos momentos en que la tecnología para la agri-
ría no comienza a recuperarse hasta la década de cultura era bastante primitiva, y en lugares donde
1840. Y lo hace, no en virtud de la introducción de la población no era abundante, era lógico dedicar
novedades técnicas o grandes inversiones, sino gra- las tierras a la cría de ganado, que necesitaba poca
cias al restablecimiento de los mecanismos de pro- mano de obra. Y sus productos no tenían demasia-
ducción tradicionales levemente modificados. El es- das dificultades para su colocación en el mercado
tado comienza a tener más interés por las cantida- externo, gracias a la demanda de cueros para la ma-
des de mineral exportadas que por las producidas. nufactura europea, y de carne en salazón para los
Así, para la exportación del guano en el Perú, que esclavos de las plantaciones norteamericanas (56).
inicia su auge en los años 30, el Estado, en lugar No obstante, es difícil hacer generalizaciones so-
de conceder el usufructo del yacimiento a un parti- bre la marcha de la economía latinoamericana en-
cular a cambio de un porcentaje de lo extraído tre 1820 y 1850, ya que hubo importantes diferen-
-como se hacía durante la colonia-, hace conce- cias de un país a otro y, dentro de cada uno de ellos,
siones para comercializar una cantidad determina- entre unas regiones y otras. Así, mientras Venezue-
da en el mercado exterior, y por un tiempo limita' la y el Río de la Plata, dos de los países más afec-
do, a cambio de una cantidad de dinero previamen- tados por la violencia, logran desde muy poco des-
te estipulada. Y el mismo sistema se aplica en Boli- pués de la Independencia establecer una economía
via a la producción de plata (53). exportadora que les permite, ya en la primera mi-
También la agricultura atravesó serios proble- tad del siglo, superar incluso el nivel de exportacio-
mas, y tuvo que hacer frente a importantes obstá- nes de los últimos años coloniales, en la mayor parte
culos para su crecimiento. Los productos agrícolas de la América española el proceso de adaptación al
nuevo orden fue lento. Es el caso de Nueva Grana- cia se hace en nombre de la libertad, muy pronto
da, Perú, Bolivia, Ecuador o el mismo México (57). sus líderes van a valorar por encima de aquélla a
En general, el nuevo orden se impuso antes en la autoridad, necesaria primero durante las guerras,
aquellos países donde la oligarquía, o una parte im- y justificada después por los contínuos desórdenes
políticos y el caos económico. Y aunque hacia 1820
portante de ella, logró poner en marcha una activi-
los dirigentes políticos parecían divididos entre dos
dad productiva cuya demanda creciera en el merca-
modelos constitucionales diferentes, todos eran par-
do internacional. Y es significativo que esto ocurrie-
ra en las regiones que habían sido secundarias en tidarios de un fuerte poder estatal (63).
la etapa colonial, en la periferia del Imperio. En los El primero de estos modelos era el absolutista
grandes centros de poder, salvo en Brasil, la adap- -patrocinado por Bolívar y los sectores militares-,
tación será mucho más dura (58). Un ejemplo de ello que sobrevivió poco tiempo a su líder. El segundo,
es el caso chileno. En la periferia del Imperio, Chi- inspirado en la Constitución de Cádiz, liberal pero
le era un proveedor tradicional de productos de cli- centralista, era el preferido por los dirigentes civi-
ma templado esencialmente trigo, para el mercado les, y el que se impuso en la mayor parte de las pri-
peruano. Y el descubrimiento de oro en California meras constituciones latinoamericanas (64).
y Australia lo convirtió -por su situación geográ- Sin embargo los políticos liberales de la prime-
fica- en un país privilegiado, logrando una expan- ra hora, los que lograron la aprobación de esas cons-
sión agrícola que no se dio, en esos años, en ningu- tituciones, fueron desbancados muy pronto por las
na otra parte del subcontinente (59). oligarquías terratenientes que se oponían al cambio.
Pero la adaptación al nuevo orden fue todavía Pero, como ya se ha dicho antes, los intereses de esa
más rápida en el Brasil que en Argentina y Chile, oligarquía no eran uniformes; fueron muchos y muy
los dos países hispanoamericanos que logran antes diversos los grupos oligárquicos en lucha por el po-
su inserción en el nuevo sistema económico mun- der, lo que obstaculizará también la puesta en mar-
dial. Al contrario de lo que sucedió en el imperio cha de proyectos políticos viables. Sus planteamien-
español, la exportación de productos agrícolas fue tos políticos expresan intereses de grupos, no nacio-
prioritaria en la colonia (60). Y, aunque en los pri- nales, Por ello, la Independencia no sólo dio lugar
meros años del siglo, estas exportaciones se limita- a la aparición de más de una decena de países, sino
ban prácticamente al azúcar, desde entonces se pro- que en cada uno de ellos se desencadenaron nume-
duce un fuerte incremento en la producción de al- rosas guerras civiles, como consecuencia de la ne-
godón y, sobre todo, de café, cuya demanda iba en gativa de los distintos señores regionales a someter-
aumento. Hacia 1850 el café se había convertido ya se a los de otras zonas, o a un gobierno central (65).
en el primer producto de exportación, permitiendo En virtud de esas luchas oligárquicas por el po-
al Brasil aportar más del 40% de la producción der, el período que va de 1820 a 1850 se caracteri-
mundial, y contar con las divisas suficientes para za, en general, en América Latina, por la anarquía
no atravesar las penalidades económicas de sus ve- y la violencia, con un poder estatal demasiado dé-
cinos (61). bil e incapaz de controlarlas. Las diferencias de in-
tereses predominarán en estos años por encima de
LAS DIVISIONES DE LA OLIGARQUIA las diferencias ideológicas, a la hora de la toma de
A la hora de organizar los nuevos Estados, los decisiones políticas. Superada la etapa de la lucha
líderes independentistas latinoamericanos intentaron contra la metrópoli, afloran los intereses y localis-
hacerse eco de las ideologías vigentes en aquellos mos latentes desde la época colonial, surgiendo mul-
momentos en Europa. En este sentido, es claro en titud de facciones unidas exclusivamente por intere-
ellos el influjo de la Ilustración y de la Revolución ses de grupo (66).
Francesa. Con frecuencia apelan en su discurso a la Entre estas facciones destacan, casi desde los
soberanía popular, la igualdad, o la libertad, aun-
primeros momentos de la Independencia, dos gran-
que para ellos estos conceptos tengan matices espe-
des corrientes: la conservadora y la liberal, aunque
ciales, y hagan referencia, exclusivamente, a un gru- no se trataba todavía de verdaderos partidos políti-
po muy reducido de la población (62). cos. La facción conservadora la integraban los te-
Esos matices hacen que las contradicciones rratenientes, el alto clero y el ejército, que defendían
ideológicas aparezcan ya desde los primeros momen- las estructuras sociales y económicas preexistentes
tos de la emancipación. Así, aunque la Independen- y. en definitiva, la tradicion, el estado confesional
y la consolidación de la aristocracia rural como clase sa económicamente que el Estado, y así era acepta-
hegemónica. Por su parte la tendencia liberal se nu- d o por los conservadores; pero no por los liberales,
tría de los sectores mercantiles, intelectuales y pro- contrarios al mantenimiento de privilegios corpora-
fesionales, que defienden la libertad de comercio y tivos. El liberalismo consideraba que la Iglesia dis-
el laicismo, y que se oponen a la oligarquía rural, frutaba de una riqueza y un poder político que obs-
en cuanto que ésta pone cortapisas a su acceso a taculizaba el cambio social y económico, y preten-
parcelas de poder político (67). dió controlar ese poder a través de los impuestos y
Sin embargo, en la práctica, esta división no es- de la creación de un estado laico. La división en es-
taba marcada de manera tan estricta; existía una te punto llegó a producir importantes conflictos ci-
mezcla de intereses entre los distintos grupos que viles en países como México o Colombia, donde la
complicaba el panorama, y lo hacía aparecer bas- Iglesia alcanzó un fuerte poder de convocatoria (72).
tante confuso. Muchos latifundistas tenían intereses Sin embargo, al margen de estas dos cuestio-
comerciales o financieros en las ciudades, mientras nes, la ideología de estas facciones se confunden con
que, a menudo, el capital mercantil se invertía en frecuencia. Los términos liberal y conservador son
tierras. En general, los conservadores procedían de relativos, pues fueron muchos los puntos de coinci-
los centros de poder nacional, y defendían el cen- dencia entre ambos sectores. La primera de ellas, la
tralismo y el poder de la Iglesia. Por su parte los carencia de programas políticos y el personalismo,
liberales, procedentes en su mayor parte de las ciu- que serán característica esencial de estos primitivos
dades alejadas de aquellos centros, se erigieron en partidos. Surgían en torno a un líder y estaban al
adalides del federalismo y la «igualdad», y lucha- servicio de las ambiciones de éste, mucho antes de
ron por la abolición de todos los privilegios corpo- definir una ideología; era el hombre, y no la idea,
rativos (68). lo que movilizaba cada grupo o fracción; es el caso
El enfrentamiento entre ambas facciones se cen- del portalismo en Chile o el Rosismo en Argentina.
tró en dos puntos básicos: la disyuntiva sobre la Por eso, el alineamiento de las fracciones políticas
adopción del federalismo o el centralismo como for- fue muy simple, y sus definiciones ideológicas po-
ma de organización estatal, y el problema de las re- co claras; fuera cual fuera su nombre, conservador,
laciones Iglesia-Estados (69). El primer punto de liberal, federalista, etc., no por ello excluyen aspec-
fricción hacía referencia a la distribución regional tos que corresponderían, al menos en teoría, al par-
del poder, y al equilibrio entre centros y periferias. tido rival (73).
En este sentido, el federalismo representaba también Así, la cuestión económica no constituía toda-
los intereses económicos de las provincias y, en con- vía un factor esencial en la división política, ya que
secuencia, de sus señores y caudillos, que no esta- la expansión del sector exportador no comenzaría,
ban dispuestos a sustituir el poder español por un en la mayor parte de los casos, hasta la segunda mi-
fuerte poder central. Por ello, es en la causa federa- tad del siglo; el único problema en este punto radi-
lista donde más claramente se aprecia esa mezcla de caba en la imposición o no de tarifas protectoras,
intereses que se ha señalado: intereses económicos, y no llevó a fuertes enfrentamientos. Tampoco la
deseos de autonomía regional e ideas liberales, con cuestión social fue tema de excesivos debates. Unos
la simple aspiración de acceder al poder por parte y otros estaban prácticamente de acuerdo en el man-
de los grupos apartados de él (70). Pero, salvo ex- tenimiento de un absoluto control sobre la mano de
cepciones, el federalismo no sobrevivió a la década obra. Los liberales no tenían más remedio que opo-
de 1820, a causa de la anarquía reinante en los lu- nerse formalmente a la esclavitud, pero los intentos
gares en que se impuso. El desprestigio a que llegó por conseguir la abolición no fueron demasiado in-
el federalismo en la década de 1830 fue tal, que los tensos en estos años. Las coincidencias se extienden
liberales, sus principales defensores en principio, a la política social respecto al indígena, menospre-
comprendieron que sólo con un Estado centralista ciado por unos y otros, y a su intención de crear
podrían imponer las reformas que pretendían, por los nuevos estados al margen de la mayoría de la
encima de los intereses locales que, lógicamente, de- población, exclusivamente como naciones criollas
berían verse afectados por aquéllas (71). (74).
El segundo punto de fricción fueron las rela- Ni siquiera en los países que logran antes la ins-
ciones Iglesia Estado. La guerra había dejado una titucionalización, las diferencias entre ambos grupos
lglesia más popular que la colonial, y más podero- se basará en claras divisiones ideológicas, sociales
o económicas, sino en simples matices. Unos y otros de los primeros años republicanos, que pide mayo-
eran «producto de la misma élite», y coincidían en res libertades en el campo político y en el económi-
el planteamiento de la mayor parte de los proble- co, pero manteniendo, desde luego, el absoluto do-
mas, aunque sus respuestas a esos problemas fue- minio oligárquico. En la mayor parte de los casos
ran algo diferentes. Pero lo eran más por una cues- no logran imponerse sobre los conservadores hasta
tión de intereses que propiamente ideológica. Así, la segunda mitad del siglo, pero comienzan a poner
muchos conservadores que detentaban un poder casi en cuestión el predominio de aquellos (77).
absoluto entre 1830 y 1850 -Páez en Venezuela, En resumen, el período que va de 1820 a 1850
Portales en Chile o Rosas en Argentina-, iniciaron no es sino una etapa de ensayo y experimentación
reformas que hubieran correspondido, en buena ló- de los Estados Iberoamericanos, aunque con varia-
gica a regímenes liberales. Y, para mantener el con- ciones locales importantes. Estas variaciones depen-
trol del poder central sobre determinadas regiones, den, esencialmente, del grado de cohesión social lo-
algunos llegaron a aceptar el federalismo. Del mis- grado por la oligarquía, y de su adaptación al nue-
mo modo, son frecuentes los casos en que los libe- vo orden económico internacional. Mientras que al-
rales imponen sus reformas, haciendo uso de los sis- gunos llegan a organizar el Estado relativamente
temas unitarios y centralistas proporcionados por los pronto, en otros el proceso es lento y se prolonga
regímenes conservadores (75). casi hasta la última parte del siglo, predominando,
La lucha por el poder entre 1820 y 1850, más entre tanto, los enfrentamientos, la anarquía y el cau-
que un enfrentamiento ideológico es, entonces, la lu- dillismo, traducido en muchos casos en dictaduras,
cha entre los distintos grupos oligárquicos por im- más o menos sangrientas (78).
ponerse sobre los demás. Solo cuando uno de ellos Este fue el caso de América Central y de los
lo consiga, o cuando la rivalidad inicial vaya dismi-
Estados en que se dividió en 1840, así como el de
nuyendo en virtud del pragmatismo, y se llegue a
Ecuador, Paraguay, Bolivia o Uruguay, donde ade-
un mínimo consenso, será posible la organización más de a las luchas civiles hubo que hacer frente
de estados relativamente estables, en torno a un Par- a los deseos expansionistas de los dos poderosos ve-
lamento que represente los intereses de los distintos cinos: Buenos Aires y Brasil (79).
grupos, y les garantice, al menos, una parte del con-
trol sobre el poder central (76). También la división de la oligarquía, agravada
por el fuerte peso del ejército en la vida política,
dificultó el proceso en México hasta la segunda mi-
LOS INICIOS DEL ESTADO OLIGARQUICO tad del siglo. Mientras en Colombia, donde la in-
Pero, a pesar de los obstáculos que se ponían fluencia del ejército fue mucho menos el enfrenta-
a la formación de estos Estados, los países latinoa- miento a causa de las relaciones Iglesia-Estado de-
mericanos fueron poco a poco logrando establecer sembocó en una violenta guerra civil, que retrasa-
instituciones estatales relativamente sólidas. Y en ese ría la consolidación del Estado hasta el último cuar-
establecimiento pueden señalarse, con las lógicas va- to del siglo (80).
riantes, tres etapas, que casi coinciden con las tres
En otros países como Perú, Venezuela o la fu-
décadas que van de 1820 a 1850. En la primera, el
tura Argentina, el proceso no fue tan largo, pero no
poder está en manos de los políticos liberales que por ello resultó fácil. En los primeros casos se lo-
participaron en las Guerras de Independencia, he- gró el establecimiento de instituciones estatales es-
rederos de la Ilustración y del liberalismo español, tables gracias a los beneficios económicos propor-
que establecen los sistemas republicanos y los dere- cionados por las exportaciones de guano y café res-
chos civiles, y que pretendieron transformaciones pectivamente (81). En el tercero, sólo Buenos Aires
profundas en la sociedad colonial; los intentos de logró la estabilidad en la primer parte del siglo. Co-
reforma no se limitaron al campo político. Sin em- mo reacción a la anarquía insostenible en que se en-
bargo muchos de sus esfuerzos fueron inútiles. En contraba la provincia, que dificultaba la prosperi-
la década de 1830 esos liberales se vieron desplaza- dad económica de los primeros años, en 1829 se lle-
dos del poder por una oligarquía conservadora, dis- gó al consenso oligárquico en torno a un líder, Ro-
puesta a mantener el viejo orden. Por último, en la sas, que se convirtió en un verdadero caudillo na-
década de 1840, se inicia una nueva fase en la que cional (82).
las líneas políticas se van definiendo con mayor cla-
ridad, y en la que surge un liberalismo distinto al De todos los países de la antigua América es-
pañola, Chile fue el que tuvo más éxito a la hora conservadores y liberales; desde entonces, ambos
de adaptarse al nuevo orden. Tras una desastrosa eta- aceptaran la alternancia en el poder sin intentar rom-
pa federalista, la aristocracia terrateniente reaccio- per las normas del juego. De este modo, a media-
nó, como en Buenos Aires, uniéndose en torno a un dos del siglo los brasileños habían logrado crear un
hombre fuerte, Portales, que se convertiría, como estado basado en fuertes instituciones centrales, es-
Rosas, en un caudillo nacional. Se iniciaban con ello table políticamente, y próspero, dentro de las limi-
tres décadas de gobierno conservador, gracias a las taciones de la época (84).
que se lograría la organización del Estado antes que En definitiva, hacia mediados del siglo XIX se
en ningún otro país de la antigua América españo- vislumbraba ya en gran parte de la América Latina
la (83). lo que serían los nuevos Estados. No obstante este
Pero, como en el campo económico, tampoco proceso no se completara, en muchos países, hasta
hubo adaptación más rápida al nuevo orden que la la última parte del mismo. Las revoluciones inde-
brasileña. El Brasil independiente tuvo, en realidad, pendentistas habían dado lugar a «una primitiva to-
los mismo problemas que sus vecinos; pero al que- ma de conciencia» de las distintas nacionalidades la-
dar libre de las violentas Guerras de Independen- tinoamericanas, y habían creado un sentimiento «he-
cia, con todas sus secuelas, pudo hacerles frente me- roico del pasado», primeros puntos de unión para
jor. Son varios los levantamientos liberales y fede- la posible creación de Estados Nacionales. Pero ese
rales que se producen hasta la década de 1840; pe- sentimiento era exclusivamente criollo, y «allí don-
ro en esos años, coincidiendo con el inicio del se- de se formó una nación ésta fue una Nación Crio-
gundo imperio, el centralismo sera aceptado por lla» (85).

N O T A S

(1) En palabras de Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, «Al (4) ANNINO, Antonio y Alberto FILIPPI: «Las Formas del
terminar la Segunda Guerra Mundial, parecía que algu- Poder: Proyecto Político y Efectividad». En América La-
nos países de América Latina estaban en condiciones de ...
tina: Del Estado Edición de Antonio ANNINO y otros,
completar el proceso de formación de un sector indus- Vol, II, Pág. 418. Ver también sobre ello LACLAU, Er-
trial y de iniciar, además, transformaciones económicas nesto. «Teorías Marxistas del Estado: Debates y Perspec-
capaces de lograr un desarrollo autosustentado». CAR- tivas», en LECHNER, Norbert, Edicción preparada por:
DOSO, F. H . y E. FALETTO: Dependencia y Desarrollo ...
Estado y Política Pág. 2 5 . y PIETSCHMANN, Horst:
en América Latina. (México, 1976). Pág. 3. «Estado Colonial y Mentalidad...», Pág. 427-430.
(2) Ver sobre esta cuestión LECHNER, Norbert, Edición pre- ( 5 ) Así, mientras para unos el Estado sería un mero instru-
parada por: Estado y Política en América Latina. (Mé- mento de dominación social, para otros sería precisamente
xico 1988). Págs. 7 y 301-302, y PIETSCHMANN, Horst: un mecanismo de cohesión de la sociedad. LEAL BUI-
«Estado Colonial y Mentalidad Social: El Ejercicio y po- TRAGO, Francisco: Estado y Política en Colombia. (Bo-
der frente a Distintos Sistemas de Valores. Siglo XVIII», gotá, 1984). Págs. 28-29.
en América Latina: Del Estado Colonial al Estado Na- (6) Existió un claro rechazo de la mayor parte de los grupos
ción (1750-1940), Edición preparada por Antonio ANNI- oligárquicos «a crear estructuras institucionales y, por con-
NO y otros. (Milán, 1987). Vol II. Pág. 430. siguiente, a delegar a un estado el poder conquistado a
(3) «Las posibilidades de desarrollo de las economías nacio- los peninsulares»; ANNINO, A. y A. FILIPPI: «Las For-
nales fracasaron ante la estructura social de los nuevos mas del Poder...», Págs. 418 y 421. Ver también PIETS-
Estados. La polarización de la sociedad latinoamericana CHMANN, H.: «Estado Colonial y Mentalidad...», Págs.
en dos sectores, una privilegiada minoría que monopoli- 427 y 428.
zaba las tierras y los cargos públicos y una masa de cam- (7) ANNINO, A. y A. FILIPPI: «Las Formas del Poder...»,
pesinos y obreros, sobrevivió a la Independencia y conti- Págs. 418-419.
nuó con gran ímpetu». LYNCH, John: Las Revolucio-
nes Hispanoamericanas. (1808-1826). (Barcelona, 1976), (8) LECHNER, N,: «Estado y Política...», págs. 16-19.
Pág. 377. (9) ROMANO, Ruggiero: «Algunas Consideraciones alrede-
dor de la Nación, Estado (y Libertad) en Europa y Amé- tre los integrantes de la comunidad, que pasarían a ser
rica Centro-Meridional», en ANNINO, A. y otros, Edic. así propietarios individuales, libres para vender o arren-
preparada por: América Latina: Del estado... Vol. I, Págs. dar sus parcelas. CARDOSO, Ciro F. y Héctor Pérez Brig-
2-4. Ver también TORRES RIVAS, Edelberto: «La Na- noli: Historia Económica de América Latina T, 2. (Bar-
ción, Problemas Teóricos e Históricos», en LECHNER, celona, 1987), Pág. 30, y HALPERIN DONGHI, T.: Re-
N. Edic. preparada por: Estado y Política ..., Págs. 87-88. forma y Disolución de los Imperios Ibéricos. 1750-1850,
(Madrid, 1985). Págs. 197-198.
(10) ANNINO, A. y A. FILIPPI: «Las Formas del Poder...»,
Pág. 417. El Proyecto Político Oligárquico ha sido per- (19) De hecho, cuando se llegue a producir la abolición de
fectamente definido y estudiado en profundidad por Mar- los resguardos, la incapacidad económica de los nuevos
cello CARMAGNANI en Estado y Sociedad en Améri- propietarios indigenas dejará el camino abierto para que
ca Latina, (Barcelona, 1984). sea la hacienda la que se apropie de esa tierra, y retenga
la indígena como peón o colono. Y esto se produjo tan-
(11) «En 1825 terminaba la Guerra de Independencia. Deja-
to en zonas con población indigena importante -
ba... la ruptura de las estructuras coloniales... De sus rui-
México-, como en aquellas en que esa población es más
nas se esperaba un orden nuevo, cuyos rasgos esenciales
débil como Chile o Argentina. LYNCH, J.: Las Revolu-
habían sido provistos desde el comienzo de la lucha. Aho-
ciones Hispanoamericanas ..., Pág. 380., e «Iberoamérica
ra bien, este orden se demoraba en nacer...» HALPERIN
después de...», Pág. 146.
DONGHI, Tulio: Historia Contemporánea de América
Latina, (Madrid, 1969). Primera parte. Pág. 134. Ver tam- (20) HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ..., Pág.
bién al respecto ANDERLE, Adam: «Alternativasde la 196.
Formación del Estado en la Región de los Andes a Co- (21) HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contemporánea de..,
mienzos del Siglo XIX», en ANNINO A. y otros, Ed. Págs. 138-139, y Reforma y Disolución ..., Pág. 191. Ver
preparada por: América Latina: Del Estado ..., Vol. I. Pág. también al respecto LYNCH, J.: Las Revoluciones His-
32. panoamericanas ..., Pág. 148.
(12) Sobre estos mecanismos de disgregación ver HALPERIN (22) «En Venezuela, donde la aristocracia colonial se vio re-
DONGHI, T.: Historia Contemporánea de..., Pág. 20, y ducida tanto en número como en importancia, las gran-
TORRES RIVAS, E.: «La Nación Problemas...», Pág. 114. des haciendas pasaron a manos de una nueva oligarquía,
Por otra parte, recientemente empezamos a tener noticias criolla y mestiza: los victoriosos caudillos de la indepen-
de ciertos autonomismos, como por ejemplo el del Cuz- dencia». LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág.
co, que se opuso más a Lima que a la Metrópoli. AN- 145. Ver también HALPERIN DONGHI, T.: Historia
NINO, A. y A. FILIPPI: «Las Formas del Poder...», Pág. Contemporánea de..., Pág. 140.
419.
(23) Aunque hubo otros resortes que sirvieron de vía para el
(13) La primera alternativa, defendida por el «Libertador», ascenso social, el ejército fue el más importante a la ho-
Simón Bolivar, parecía ofrecer la ventaja del poder y ias ra de ampliar los sectores dirigentes, obligando a la oli-
posibilidades económicas que podría lograr una gran Na- garquía a compartir el poder con grupos antes carentes
ción Latinoamericana. Sin embargo triunfó la segunda. de el HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contempora-
SUNKEL, O. y P. PAZ: El Subdesarrollo Latinoameri- nea de ..., Págs. 137-140, y LYNCH, J.: Las Revoluciones
cano y la Teoría del Desarrollo, (Madrid 1973), Págs. Hispanoamericanas ..., Pág. 218.
299-300.
(24) Ver sobre esta cuestión HALPERIN DONGHI, T.: His-
(14) «Las naciones no se pudieron formar en un día o en la toria Contemporánea de ..., Págs. 142-143.
vida de una generación. Durante y después de las Gue-
rras de Independencia hubo un número de fuerzas hosti- (25) «El poder político será ejercido a partir de entonces por
les al crecimiento de Estados Nacionales fuertes...» los que ostentaban el poder económico, y éste radicaba
LYNCH, J.: «Los Caudillos de la Indeperidencia, Ene- en la tierra. Se dio un vuelco en el equilibrio de poder,
migos y Agentes del Estado Nación», en Problemas pa- pasando la hegemonía de la ciudad al campo, de los in-
ra la Formación del Estado y de la Nación Hispanoame- telectuales a los grupos fácticos, de los políticos profe-
ricana, Edit. por lngue Buisson y otros, (Colonia 1984). sionales a los caudillos...» LYNCH,
. J.: «Iberoamérica des-
pués de...», Pág. 144.
Págs. 197-198. Ver también sobre ello la Introducción al
volumen América Latina: del Estado ..., Edición prepara- (26) En México son los latifundistas tradicionales los que se
da por A. ANNINO y otros. Pág. IX. hacen con el poder, al igual que en Perú, Chile o Bue-
nos Aires; en Venezuela esa aristocracia colonial sufrió
(15) «Las burguesías liberales que dirigieron o apoyaron los
alguna transformación, al integrarse en ella una nueva oli-
movimientos...» no estaban en condiciones de organizar
garquia, criolla y mestiza; pero no por ello pasa a de-
sistemas de poder capaces de sustituir a la antigua me- .
fender valores distintos. En Bolivia, sin embargo, la rui-
trópoli...». FURTADO, Celso: La Economía Latinoame-
na económica debilita a la oligarquía tradicional, mien-
ricana desde la Conquista Ibérica hasta la Revolución Cu-
tras en Paraguay, es la política seguida por el dictador
bana, (Santiago de Chile, 1969). Pág. 37.
la que destruye a la vieja aristocracia, e impide el posi-
(16) LYNCH, John: «Iberoamérica después de la Independen- ble desarrollo de una agricultura comercial y de una oli-
cia», en Historia de Iberoamérica, T. III. Coordinado por garquía semejante a la de otros paises del área. Esta cues-
Manuel Lucena Salmoral, (Madrid, 1988). Págs. 143-144. tión está suficientemente tratada por Tulio HALPERIN
(17) LYNCH, J: Las Revoluciones Hispanoamericanas ..., Pág. DONGHI, T. (Reforma y Disolución...), y por John
380. LYNCH en «Iberoamérica después de....».
(18) Esto implicaba la división y distribución de las tierras en- (27) «Únicamente la hacienda, al conferir dominio sobre los
hombres, otorga el prestigio que nunca poseerá el comer- (44) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Págs. 71-72.
ciante...». CARMAGNANI, Marcelo: Estado y Socie-
(45) HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contemporánea de...,
dad ..., Pág. 57. Págs. 74-75.
(28) «Era un centro de poder y vínculos personales que riva-
(46) HAMNETT, Brian. «La Regeneración. 1875-1900», en
lizaban y desafiaban las instituciones estatales; los peo- Historia de Iberoamérica..., T. III, Pág. 322, y HALPE-
nes estaban ligados por deberes a su patrón, cuyo poder
RIN DONGHI, T.: Historia Contemporanea da.., Coor-
eera inmediato y su decisión terminante». LYNCH, J.:
dinada por M. Lucena Salmoral. Págs. 146-159 y 207-211.
«Los Caudillos de la Independencia ...» Pag. 198.
(47) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Pág. 377, y
(29) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Págs. 53-54.
LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 135.
(30) «La Independencia fortaleció la hacienda ... Mientras el
(48) FURTADO, C.: La Economía Latinoamericana desde...,
Estado Colonial y sus institucioens se hundían, las ha- Pág. 39, y La Economia Latinoamericana. Formación
ciendas se hacían más poderosas». LYNCH, J.: Las Re-
Histórica y Problemas Contemporáneos. (Mexico, 1976).
voluciones Hispanoamericanas..., Págs. 377-378.
Pág. 59.
(31) El grueso de esos ejércitos lo componian bandas de cam- (49) FURTADO, La Economia Latinoamericana: Formación ...
pesinos, en su mayor parte analfabetos, a los que impor- Págs. 52-53.
taba muy poco la ideología. BELMONTE, José: Histo- (50) «Los tesoros privados sobrevivientes comienzan a emigrar;
ria Contemporanea de Iberoamérica, T. 1. (Madrid, 1971), en Mexico y Perú el volumen de esa fuga alcanza dece-
Pág. 35, y HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contem- nas de millones de pesos...» Por otra parte, en la década
poránea de..., Págs. 134-136. de 1820, los valores latinoamericanos, en constante alza,
(32) En consecuencia, en lugar de contribuir al establecimiento revolucionaron por completo el mercado de valores de
del orden, el ejército se constituye en una de las princi- Londres. Pero la excesiva especulación llevó a una fuerte
pales causas del caos y la anarquía. LYNCH, J.: «Los crisis financiera en 1925, después de la cual, el capital
Caudillos de la Independencia ...» Pág. 204, e «Iberoa- extranjero tardaría en volver a la región. HALPERIN
mérica después de...», Pág. 156. Ver también sobre esta DONGHI, T.: Reforma y Disolución ..., Pags. 189, 208-
cuestión HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contempo- 210, y CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Págs.
ránea de..., Pags. 135-136. 46-47.
(33) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 156, y Las (51) CARDOSO, C. y H. PEREZ BRIGNOLI: Historia Eco-
Revoluciones Hispanoamericanas ..., Págs. 382-383. Ver nómica de..., Pág. 14, y HALPERIN DONGHI, T.: Re-
también BELMONTE, J.: Historia Contemporánea de..., forma y Disolución..., Págs. 211-212.
Pág. 35, y para el caso chileno HALPERIN DONGHI, (52) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 134-137,
T.: Reforma y Disolución ..., Pág. 273. y HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contemporánea
(34) «Por lo general, el caudillo era el jefe de un gran grupo de..., Pág. 159.
familiar basado en la propiedad de la tierra...». LYNCH, (53) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Pág. 26.
J.: «Los Caudillos de la Independencia...», Pág. 199.
(54) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 134.
(35) LYNCH, J.: Las Revoluciones Hispanoamericanas..., Pág.
(55) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pags. 137-138,
386. y HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ...,
(36) Idem, Pág. 383 Pág. 213.
(37) BELMONTE, J.: Historia Contemporanea da.., Págs. 35- (56) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 134-139.
36, y LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 155.
(57) HALPERIN DONGHI, T.: Historia Contemporánea da..,
(38) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Pág. 71, y Pág. 159.
América Latina de 1880 a Nuestros Días. (Barcelona,
(58) CARDOSO, C.F. y H. PEREZ BRIGNOLI: Historia Eco-
1975), Pág. 11. Ver también LYNCH, J: «Los Caudillos
nómica de..., Pág. 93. Ver también HALPERIN DONG-
de la Independencia ...», Pág. 201.
HI, T.: Reforma y Disolución ..., Págs. 375-376, e Histo-
(39) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 156, y Las ria Contemporanea de..., Pág. 160.
Revoluciones Hispanoamericanas ..., Págs. 383-384. (59) FURTADO, C.: La Economia Latinoamericana: Forma-
(40) LYNCH, J.: «Los Caudillos de la Independencia...», Pág. ción ..., Pág. 53.
202, y Las Revoluciones Hispanoamericanas ..., Págs. (60) Idem. Pág. 54.
383-384.
(61) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 171-173.
(41) LYNCH, J.: «Los Caudillos como Agentes del Orden So-
cial: Venezuela y Argentina, 1820-1850», en ANNINO, A: (62) SUNKEL, O. y P. PAZ: El Subdesarrollo Latinoameri-
y otros, Edic. de: América Latina: Del Estado ..., Vol. II, cano..., Págs. 300-301.
Pág. 484, y Las Revoluciones Hispanoamericanas..., Pág. (63) ((Durante el periodo de las luchas por la emancipación,
383. incluso muchos adeptos al federalismo escogieron la vía
(42) BELMONTE, J.: Historia Contemporanea de..., Pág. 68, de una fuerte centralización de las decisiones». MARTI-
y LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 159. NEZ DIAZ, Nelson: «El Federalismo (1850-1875)» en
Historia de iberoamérica..., T. III, Coordinado por M.
(43) LYNCH, J.: «Los caudillos de la Independencia...», Págs.
LUCENA SALMORAL, Pág. 252. Ver también sobre esta
198 y 114, y BELMONTE, J.: Historia Contemporanea
cuestión LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pags.
de..., Pág. 68.
149-150.
. , (77) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 167-169.
lombia de 1821, de las peruanas de 1823 y 1828, o de la
(78) SUNKEL, O. Y P. PAZ: El Subdesarrollo Latinoameri-
Argentina de 1826. HALPERIN DONGHI, T.: Reforma
cano..., Pág. 300.
y Disolución ..., Págs. 216-221, y LYNCH, J.: «Iberoamé-
rica después de...», Págs. 149-153. (79) Ver sobre ello LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...»,
Págs. 188-196, 210-213, 219-221, y 234-237, y Las Revo-
(65) ANNINO, A. y A. FILIPPI: «Las Formas del Poder...»,
Pág. 420, y CARMAGNANI, Marcello: América Latina
luciones Hispanoamericanas ...,Págs. 120-121 y 126, así
como HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ...,
de..., Págs. 10-11. Págs. 256-258, 265-266, 275-278, 285-290 y 304-310, e His-
toria Contemporánea de..., Págs. 168-189, 193-194 y
(66) «Los caudillos regionales defendían los intereses locales, 199.202.
generalmente los de los terratenientes; los militares el man-
tenimiento de sus privilegios y recibir parte de los recur- (80) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad en..., Págs. 89
sos del Estado; los comerciantes y el establecimiento del y 91-93; CARDOSO, F. H. y E. FALETTO: Dependen-
libre comercio etc.», ANNINO, A. y A. FELIPPI: «Las cia y Desarrollo..., Págs. 60-61; LYNCH, J.: «Iberoamé-
Formas del Poder...», Págs. 420-422. Ver también sobre rica después de...», Págs. 176-188 y 206-210. Ver también
HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ..., Págs.
ello LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pág. 153
251-256 y 291-303, e Historia Contemporánea de.., Págs.
y MARTINEZ DIAZ, N,: «El Federalismo (1850...», Pág.
175.183.
252.
(81) CARDOSO, C. F. y H. PEREZ BRIGNOLI: Historia
(67) BELMONTE, J.: Historia Contemporánea de.., Págs. 23-
25, y SUNKEL, O. y P. PAZ: El Subdesarrollo Latinoa- Económica de..., Págs. 44 y 47; LYNCH, J.: «Iberoamé-
mericano..., Pág. 302. rica después de...», Págs. 200-206 y 213-217. Ver también
HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ...,Págs.
(68) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Pag. 160. 247-249 y 258-263, e Historia Contemporánea de.., Págs.
(69) BELMONTE, J.: Historia Contemporánea de. .., Pág. 25. 183-186 y 190-192.
(70) Y esto es así hasta el punto de que «con frecuencia se ...,
(82) LYNCH, J.: Las Revoluciones Hispanoamericanas Págs.
trató de sectores conservadores los que enarbolaron la 78-98 e «Iberoamérica después de...», Págs. 227-233. Tam-
bandera federal para conservar intactos sus derechos se- bién HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ...,
ñoriales...». MARTINEZ DIAZ, N: «El Federalismo, Págs. 278-284 e Historia Contemporánea de..., Págs.
(1850... », Pág. 253, y HALPERIN DONGHI, T.: Refor- 194.198.
ma y Disolución ..., Pág. 221. (83) FURTADO, C.: La Economía Latinoamericana: Forma-
(71) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 152-160. ción..., Págs. 53-54, SUNKEL, O. Y P. PAZ: El Subde-
(72) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Pág. 82, y sarrollo Latinoamericano..., Págs. 304-305; CARMAGNA-
LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 165-166. NI, M.: Estado y Sociedad ..., Pág. 96. Ver también HAL-
PERIN DONGHI, T. L.: Reforma y Disolución ..., Págs.
(73) BELMONTE, J.: Historia Contemporánea de ..., Págs. 267-275 y LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs.
23-25. 221-226.
(74) LYNCH, J.: Las Revoluciones Hispanoamericanas ..., Págs. (84) LYNCH, J.: «Iberoamérica después de...», Págs. 237-244,
379-380, e «Iberoamérica después de...», Págs. 152-162. HALPERIN DONGHI, T.: Reforma y Disolución ..., Págs.
(75) BELMONTE, J.: Historia Contemporánea de..., Pág. 25 313-318, y CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ...,
y LYNCH, J.: Las Revoluciones Hispanoamericanas ..., Págs. 94-96.
Pág. 381. (85) TORRES RIVAS, E.: El Estado, Problemas..., Págs.
(76) CARMAGNANI, M.: Estado y Sociedad ..., Págs. 71-72. 117-118.
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