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Guerra

Contra Los Santos



Capítulo 1
Una Inspección Bíblica del engaño Satánico

La verdad de toda clase hace libre, mientras que las mentiras atan
con cadenas. La ignorancia también ata, porque le da terreno a
Satanás. La ignorancia del hombre es una condición primaria y
esencial para el engaño por parte de espíritus inmundos. La
ignorancia del pueblo de Dios en relación a los poderes de las
tinieblas, le ha hecho fácil al diablo llevar a cabo su tarea como
engañador. El hombre antes de la caída en su estado puro no era
perfecto en conocimiento. Eva era ignorante de “el bien y el mal”, y
su ignorancia fue una condición que se prestó para el engaño de la
serpiente.

El gran propósito del diablo, por el cual él lucha, es mantener al
mundo en la ignorancia de sí mismo, de sus costumbres y de sus
colegas, y la Iglesia se pone del lado de él cuando se alía con la
ignorancia acerca de él. Todo hombre debería mantener una
actitud de apertura a toda verdad y evitar el falso conocimiento
que ha asesinado a decenas de miles, y ha mantenido a las
naciones en el engaño del diablo.

UN ATAQUE ESPECIAL DE ESPÍRITUS ENGAÑADORES CONTRA LA
IGLESIA

Hoy en día hay un ataque especial de espíritus engañadores contra
la Iglesia de Cristo, el cumplimiento de la profecía la cual el Espíritu
Santo expresamente hizo saber a la Iglesia a través del apóstol
Pablo, de que un gran ataque engañoso tendría lugar en los
“últimos tiempos”. Desde la pronunciación de esta profecía han
pasado más de dieciocho siglos, pero la manifestación especial de
espíritus inmundos en el engaño de los creyentes hoy en día, señala
inequívocamente al hecho de que estamos al cierre de la era.

Se anuncia con antelación que el peligro de la iglesia al cierre de
esta dispensación será del reino sobrenatural, desde donde Satanás
enviará un ejército de espíritus seductores para engañar a todos los
que estén abiertos a las enseñanzas por revelación espiritual, y así
alejarlos inconscientemente de la fidelidad total a Dios.

Aún en la faz de esta predicción clara del peligro en los últimos
tiempos, encontramos a la Iglesia casi en la ignorancia total de las
obras de este ejército de espíritus inmundos. La mayoría de los
creyentes aceptan con demasiada prontitud todo lo que sea
“sobrenatural” como si fuera de Dios, y las experiencias
sobrenaturales se aceptan indiscriminadamente porque se piensa
que esas experiencias son Divinas.

Gracias a la falta de conocimiento, hasta la mayoría de la gente más
espiritual no lleva a cabo una guerra completa y perpetua contra
este ejército de espíritus malvados; y muchos eluden el tema, y el
llamado a la guerra contra ellos, al decir que si se predica a Cristo
no hay necesidad de darle preeminencia a la existencia del diablo,
ni de entrar en el conflicto directo con él y con sus huestes. Aunque
grandes cantidades de hijos de Dios están siendo presa por la falta
de este conocimiento, y merced al silencio de los maestros acerca
de esta verdad vital, la Iglesia de Cristo está pasando por el peligro
de los días finales de la era, sin estar preparada para enfrentar el
ataque del enemigo. A causa de esto, y en vista de las advertencias
proféticas claramente dadas en las Escrituras, el influjo ya
manifiesto de las huestes malignas de Satanás entre los hijos de
Dios, y las muchas señales de que realmente estamos en los
“últimos tiempos” a los que se refería el apóstol, todos los
creyentes deberían darle la bienvenida a tal conocimiento acerca
de los poderes de las tinieblas, ya que les permitirá pasar a través
de la fiera prueba de estos días, sin ser capturados en las trampas
del enemigo.

Separado de ese conocimiento, es posible que un creyente, al
pensar que él está “luchando por la verdad” luche a favor de los
espíritus inmundos, de sus obras y que los defienda y los proteja,
creyendo que por lo tanto está “defendiendo” a Dios y a sus obras;
ya que si él piensa que algo es Divino, lo protegerá y lo defenderá.
Es posible que un hombre a causa de la ignorancia, se enfrente
contra Dios y ataque la mismísima verdad de Dios, y que también
defienda al diablo, y que se oponga a Dios, a menos que tenga
conocimiento.

EL CONOCIMIENTO SE GANA MEDIANTE LA LETRA DE LA ESCRITURA
Y MEDIANTE LA EXPERIENCIA

La Biblia arroja mucha luz sobre los poderes satánicos, lo que no
puede dejar de ser discernido por aquellos que indagan las
Escrituras con mentes abiertas, pero éstos no obtendrán tanto
conocimiento del tema de los registros sagrados, como sí lo harán
aquellos que tienen entendimiento por experiencia, interpretada
por el Espíritu Santo, y que demuestra estar en línea con la verdad
de La Palabra de Dios. El creyente puede tener en su espíritu un
testimonio directo de la verdad de la Palabra Divina, pero mediante
la experiencia obtiene un testimonio personal de la inspiración de
las Escrituras, de su testimonio relacionado con la existencia de
seres sobrenaturales, y sus obras y del modo en que engañan y
extravían a los hijos de los hombres.

LA OBRA DE SATANÁS COMO ENGAÑADOR EN EL JARDÍN DE EDÉN

Si todo lo que la Biblia contiene acerca del tema de las potestades
sobrenaturales de maldad se pudiese tratar exhaustivamente en
este libro, descubriríamos que se da más conocimiento de las obras
de Satanás y de sus principados y potestades, de lo que muchos se
han dado cuenta. Desde Génesis hasta Apocalipsis se puede
rastrear la obra de Satanás como el engañador de toda la tierra
habitada, hasta que se alcanza el clímax, y los resultados completos
del engaño en el Jardín de Edén se develan en el Apocalipsis. En
Génesis tenemos la historia simple del jardín, con la pareja inocente
que está inconsciente del peligro de seres malignos en el mundo
invisible. Ahí encontramos registrada la primera obra de Satanás
como engañador, y la forma sutil de su método de engaño. Lo
vemos obrando sobre los deseos más altos y más puros de una
criatura inocente, y cubriendo su propio propósito de ruina, bajo el
disfraz de buscar conducir a un ser humano a estar más cerca de
Dios. Lo vemos usando los deseos de Eva hacia Dios para llevarla en
cautividad, y en esclavitud para sí mismo. Lo vemos usando lo
“bueno” para producir lo malo, sugiriendo lo malo para producir
algo supuestamente bueno. Capturada con el cebo de ser “sabia”, y
“como Dios”, Eva queda cegada al principio involucrado en la
obediencia a Dios, y es engañada (1 Tim. 2:14).

Por lo tanto, la bondad no es garantía de protección contra el
engaño. El modo más astuto en que el diablo engaña al mundo y a
la Iglesia, es cuando él viene disfrazado de alguien o de algo que
hace que ellos vayan hacia Dios o hacia el bien. Él le dijo a Eva
“seréis como dioses”, pero no dijo “y seréis como demonios”. Los
ángeles y los hombres sólo conocieron el mal cuando cayeron en un
estado de maldad. Satanás no le dijo esto a Eva cuando añadió
“conociendo el bien y el mal”. Su verdadero objetivo al engañar a
Eva era hacer que ella desobedezca a Dios, pero su ardid fue “seréis
como Dios”. ¡SI ella hubiese razonado, habría visto que la
sugerencia del engañador se exponía a sí misma, ya que en forma
grosera se resumía en “desobedecer a Dios” para ser más como
Dios!

LA MALDICIÓN DE DIOS PRONUNCIADA CONTRA EL ENGAÑADOR

Que existía una monarquía de seres espirituales altamente
organizada, no se hace saber en la historia del jardín. Solamente
una “serpiente” está ahí; pero Dios le habla a una serpiente como a
un ser inteligente, que lleva a cabo un propósito deliberado en el
engaño de la mujer. El disfraz de serpiente de Satanás es quitado
por Jehová, ya que Él da a conocer la decisión del Dios Trino en
vista de la catástrofe que había tenido lugar. Una “simiente” de la
mujer engañada finalmente heriría la cabeza del ser espiritual, que
había usado la forma de serpiente para llevar a cabo su plan. De ahí
en más el nombre de serpiente se le adjunta, el mismo nombre a
través de las eras describe la acción clímax de su revuelta contra su
Creador, al engañar y embaucar a la mujer en Edén y destruir a la
raza humana. Satanás triunfó, pero Dios predominó. A la víctima se
la hace el vehículo para la venida de un Victorioso, quien
finalmente destruiría las obras del diablo, y limpiaría los cielos y la
tierra de todo rastro de su trabajo. La serpiente es maldecida por
Dios, pero en efecto, la víctima engañada es bendecida, ya que a
través de ella vendrá la “Simiente” que triunfará sobre el diablo y
su simiente; y a través de ella surgirá una nueva raza mediante la
Simiente prometida (Gn. 3:15), la cual será antagonista a la
serpiente hasta el fin del tiempo, por medio de la enemistad
implantada por Dios. De ahí en más la historia de las eras consiste
en un registro de una guerra entre estas dos simientes; la Simiente
de la mujer – Cristo y sus redimidos – y la simiente del diablo (véase
Juan 8:44, 1 Juan 3:1) adelante hasta el punto más remoto del
lanzamiento de Satanás al lago de fuego.

De ahí en más es también una guerra contra la condición femenina
del mundo por parte de Satanás, en maligna venganza por el
veredicto del jardín. Guerra mediante el pisoteo de las mujeres en
todas las tierras en donde reina el engañador. Guerra contra las
mujeres en tierras cristianas, mediante la continuación de su
método del Edén de malinterpretar la Palabra de Dios, insinuando a
las mentes de los hombres a lo largo de todas las eras
subsiguientes, que Dios pronunció una “maldición” contra la mujer,
cuando en realidad ella fue perdonada y bendecida por Dios, e
instigando a los hombres de la raza caída a llevar a cabo la supuesta
maldición, la cual en verdad era una maldición contra el engañador,
y no contra el engañado (Gen. 3:14).

“Pondré enemistad entre ti y la mujer”, dijo Dios, así también como
entre “tu simiente y la simiente de ella, y esta enemistad
vindicativa entre la jerarquía del mal hacia la mujer, y hacia los
creyentes, no ha disminuido en su intensidad desde ese día.

SATANÁS COMO ENGAÑADOR EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Una vez que comprendemos claramente la existencia de una
hueste invisible de seres espirituales malignos, que están
activamente comprometidos en engañar y descarriar a los
hombres, la historia del Antiguo Testamento nos brinda una visión
abierta de sus hechos, hasta ahora oculta a nuestro conocimiento.
Podemos rastrear sus operaciones en relación con los siervos de
Dios a través de toda la historia, y discernir la obra de Satanás como
engañador que penetra por todas partes. Veremos que David fue
engañado por Satanás para que contase a Israel, porque no fue
capaz de reconocer que la sugestión a su mente venía de una
fuente Satánica (1 Cr. 21:1). Job también fue engañado junto con
los mensajeros que vinieron a él, cuando creyó el informe de que el
“fuego” que había caído del cielo era de Dios (Job 1:16), y que las
otras calamidades que le sobrevinieron como la pérdida de su
riqueza, de su hogar y de sus hijos venían directamente de la mano
de Dios, mientras que la primera parte del libro de Job muestra
claramente que Satanás era la causa primaria de todos sus
problemas, como “príncipe de la potestad del aire” usando los
elementos de la naturaleza y la maldad de los hombres para afligir
al siervo de Dios, con la esperanza de que finalmente pudiera forzar
a Job a renunciar a su fe en Dios, Quien parecía estar castigándolo
injustamente sin causa. Que este fue el objetivo de Satanás se
sugiere en las palabras de la esposa del patriarca, que se volvió una
herramienta para el Adversario, instando al hombre atormentado a
“maldecir a Dios y morirse”, estando ella también engañada por el
enemigo para creer que Dios era la causa primaria de todos los
problemas y del sufrimiento no ameritado que había venido sobre
él.

En la historia de Israel durante el tiempo de Moisés, el velo de los
poderes satánicos se levanta más claramente, y se nos muestra la
condición del mundo hundido en la idolatría – que en el Nuevo
Testamento se nos dice que es la obra directa de Satanás (1 Cor.
10:20) – y el trato real con los espíritus inmundos, estando así toda
la tierra habitada en un estado de engaño y retenida en poder del
engañador. También encontramos cantidades del propio pueblo de
Dios, a través del contacto con otros bajo el poder satánico,
engañados para creer en la comunicación con “espíritus familiares”,
y en el uso de la “adivinación”, y otras artes relacionadas,
inculcadas por los poderes de las tinieblas, aún cuando conocían las
leyes de Dios, y habían visto sus juicios manifiestos entre ellos
(Véase Lev. 17:7; 19:31; 20:6-27; Deut. 18:10-11).

En el libro de Daniel, encontramos una etapa de revelación aún más
acabada concerniente a la jerarquía de potestades del mal, cuando
en el décimo capítulo se nos muestra la existencia de los príncipes
de Satanás, oponiéndose activamente al mensajero de Dios enviado
a Daniel para hacer entender a Su siervo Sus consejos para su
pueblo. También hay otras referencias de las obras de Satanás, de
sus príncipes, y de las huestes de maldad, que llevan a cabo su
voluntad, esparcidas a lo largo del Antiguo Testamento, pero en
general se mantiene el velo sobre sus hechos, hasta que llega el
gran momento, cuando la “Simiente” de la mujer, que iba a herir la
cabeza de la serpiente, se manifiesta sobre la tierra en forma
humana (Gal. 4:4).

SATANÁS COMO ENGAÑADOR REVELADO EN EL NUEVO
TESTAMENTO

Con el advenimiento de Cristo, el velo que había ocultado las obras
de los poderes sobrenaturales de maldad, durante siglos desde la
catástrofe del jardín, se quita aún más y se revela claramente su
engaño y su poder sobre el hombre, y el archienemigo mismo
aparece en el conflicto del Señor en el desierto, para desafiar a la
“Simiente de la mujer”, ya que no se registra que él haya aparecido
en la tierra desde el momento de la Caída. El desierto de Judea, y el
jardín del Edén, son períodos paralelos para probar al primer y el
segundo Adán. En ambos períodos Satanás obró como engañador,
en el segundo caso fracasando totalmente en engañar seducir a
Aquel que había venido como Conquistador.

Se pueden discernir rastros de la obra característica de Satanás
como engañador entre los discípulos de Cristo. El le habla a Pedro
para que le hable palabras de tentación al Señor, al sugerirle que se
aparte del camino de la Cruz (Mateo 16:22-23), y más tarde toma al
mismo discípulo en el Salón del Juicio (Lucas 22:31), instándolo a la
mentira, “No conozco a ese hombre”, con el mismo propósito de
engaño (Mateo 26:74). Se pueden ver más rastros de la obra de
Satanás como engañador en las epístolas de Pablo, en sus
referencias a los “falsos apóstoles”, “obreros engañosos” y de las
obras de Satanás como “ángel de luz”, y de sus “ministros como
ministros de justicia” entre el pueblo de Dios (2 Cor. 11:13-15)
También en el mensaje a las Iglesias dado por el Señor ascendido a
Su siervo Juan, se habla de falsos apóstoles, y de falsas enseñanzas
de muchas clases. Se menciona una “sinagoga de Satanás” (Ap.
2:9), que consiste en engañados, y se describen “las profundidades
de Satanás” como si existieran en la Iglesia (Ap. 2:24).

LA REVELACIÓN COMPLETA DEL ENGAÑADOR EN EL APOCALIPSIS

Entonces por fin se corre el velo. Se le da al Apóstol Juan la
revelación completa de la confederación satánica contra Dios y Su
Cristo. Después del mensaje a las Iglesias, la obra mundial del
príncipe engañador se le revela por completo al Apóstol, y se le
indica que escriba todo lo que se le muestra, para que la Iglesia de
Cristo pueda conocer todo el significado de la Guerra con Satanás
en la que estarían involucrados los redimidos, hasta el momento en
que el Señor Jesús se revele desde el cielo, en juicio contra estas
potestades inmensas, terribles, llenas de hábil malignidad y de odio
a Su pueblo, y como está verdaderamente obrando detrás del
mundo de los hombres, desde los días de la historia del jardín hasta
el fin.

A medida que leemos el Apocalipsis, es importante recordar que las
fuerzas organizadas de Satanás allí descriptas, ya existían al
momento de la Caída del Edén, y se revelaron sólo parcialmente al
pueblo de Dios hasta el advenimiento de la “Simiente de la mujer”
prometida que iba a herir la cabeza de la serpiente. Cuando hubo
llegado la totalidad del tiempo, Dios manifestado en la carne se
encontró con el arcángel caído y líder de las huestes angélicas de
maldad, en combate mortal en el Calvario, y exponiéndolos a la
vergüenza, se quitó de encima las inmensas masas de las huestes
de las tinieblas que se juntaron alrededor de la Cruz, desde los
lugares más lejanos del reino de Satanás (Col. 2:15).

Las Escrituras nos enseñan que las revelaciones de Dios de las
verdades relacionadas consigo mismo, y todas las cosas que
necesitamos saber del reino espiritual, siempre se dan en el tiempo
de Él de acuerdo a la fuerza de Su pueblo. La revelación completa
de las potestades satánicas develadas en el Apocalipsis no se le dio
a la Iglesia en su infancia, ya que pasaron unos cuarenta años
después de la ascensión del Señor antes de que se escribiera el
libro de Apocalipsis. Posiblemente era necesario que la Iglesia de
Cristo primero comprendiera totalmente las verdades
fundamentales que se le revelaron a Pablo y a los otros Apóstoles,
antes de que se le pudiera mostrar con seguridad la magnitud de la
guerra contra los poderes sobrenaturales del mal en la cual había
entrado.

EL ÚLTIMO DE LOS APÓSTOLES FUE ELEGIDO PARA TRANSMITIR LA
REVELACIÓN

Cualquiera sea la razón de la demora, es llamativo que fue el último
de los Apóstoles el que fue elegido para transmitir, en el mismo fin
de su vida, el mensaje de guerra total a la Iglesia, el cual serviría
como presagio de la campaña hasta su cierre.

En la revelación dada a Juan, el nombre y el carácter del engañador
se hace saber más claramente, junto con la fortaleza de sus
ejércitos, y la magnitud de la guerra, y sus resultados finales. Se
muestra que en el reino invisible hay guerra entre las fuerzas del
mal y las fuerzas de la luz. Juan dice que “el dragón guerreó, y sus
ángeles…” – siendo el dragón descripto explícitamente como la
“serpiente” por su disfraz en Edén – “llamada el Diablo y Satanás”,
el engañador de toda la tierra habitada. Se revela completamente
su obra mundial como engañador, y la guerra en el reino terrenal
causada mediante su engaño de las naciones, y los poderes
mundiales que actúan bajo su instigación y su gobierno. La
confederación altamente organizada de principados y potestades,
que reconocen como cabeza a Satanás, se revela, junto con su
“autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación”, todas
engañadas por las fuerzas sobrenaturales e invisibles del mal, y
haciendo la “guerra contra los santos” (Ap. 13:7).

EL ENGAÑO MUNDIAL SE DEVELA EN EL APOCALIPSIS

Guerra es la palabra clave en el Apocalipsis; guerra en una escala no
soñada por los hombres mortales; guerra entre las inmensas
potestades angélicas de la luz y de la oscuridad; guerra por parte
del dragón, y de los poderes mundiales engañados contra los
santos; guerra mediante los mismos poderes mundiales contra el
Cordero; guerra por parte del dragón contra la Iglesia; guerra en
muchas fases y formas, hasta el final cuando el Cordero vence, y
también vencen los que están con Él, llamados elegidos y fieles (Ap.
17:14).

El mundo se está acercando cada vez más al “tiempo del fin”
caracterizado por el engaño descripto como mundial en el
Apocalipsis; cuando habrá engaño de naciones, e individuos, en una
escala tan vasta que el engañador prácticamente tendrá toda la
tierra bajo su control. Hasta que se alcance este clímax habrá
etapas preliminares de la obra del engañador, marcada por el
engaño generalizado de los individuos, tanto dentro como fuera de
la Iglesia, más allá de la condición ordinaria de engaño en la cual
yace el mundo no regenerado.

Para entender por qué el engañador será capaz de producir el
engaño mundial descripto en el Apocalipsis, que el permitirá a los
poderes sobrenaturales llevar a cabo su voluntad, y arrastrar a las
naciones y a los hombres a la rebelión activa contra Dios,
necesitamos comprender claramente lo que dicen las Escrituras
acerca de los hombres no regenerados en su condición normal, y
acerca del mundo en su estado caído.

Si Satanás se describe en el Apocalipsis como el engañador de toda
la tierra, él ha sido así desde el principio. “Todo el mundo está
puesto en maldad” (1 Juan 5:19), dijo el Apóstol, a quien se le dio la
Revelación, como si ya yaciera en las profundidades de las tinieblas
mediante el engaño del maligno, y como si fuera guiado
ciegamente por él gracias a inmensas huestes de espíritus
inmundos bajo su control.

LA PALABRA “ENGAÑADO” ES LA DESCRIPCIÓN DE TODO HOMBRE
NO REGENERADO

De acuerdo a la Escritura, la palabra “engañado” es la descripción
de todo ser humano no regenerado, sin distinción de personas,
raza, cultura o sexo. “Porque también éramos nosotros…
extraviados” (Tito 3:3), dijo el Apóstol Pablo, aunque en su
condición engañada era un hombre religioso, cuanto a la justicia
que es en la ley, irreprensible (Fil. 3:6).

Aún cuando el corazón sea renovado y la voluntad se haya vuelto
hacia Dios, todavía la disposición profundamente arraigada al
autoengaño, y en alguna medida la presencia del poder cegador del
engañador en la mente, se traiciona a sí misma de muchas
maneras, como lo muestran las siguientes declaraciones de la
Escritura:

El hombre está engañado si es un oidor y no un hacedor de la
Palabra de Dios (Stg. 1:22).
Está engañado si dice que no ha pecado (1 Juan 1:8).
Está engañado si piensa de sí mismo ser “algo” cuando no es nada
(Gal. 6:3).
Está engañado si piensa de sí mismo ser sabio con la sabiduría de
este mundo (1 Co. 3:18).
Está engañado por la apariencia de ser religioso, cuando una lengua
sin freno revela su verdadera condición (Stg. 1:26).
Está engañado si piensa que sembrará y no cosechará lo que
siembra (Gal. 6:7).
Está engañado si piensa que los injustos heredarán el reino de Dios
(1 Co. 6:9).
Está engañado si piensa que el contacto con el pecado no tendrá
efecto sobre él (1 Co. 15:33).

¡Engañado! ¡Cómo repele la palabra y como se resiente
involuntariamente todo ser humano cuando se le aplica a él, sin
saber que la misma repulsión es obra del engañador, con el
propósito de impedir que los engañados conozcan la verdad y sean
libres del engaño! Si los seres humanos pueden ser engañados tan
fácilmente por el engaño que surge de su propia naturaleza caída,
¡con cuánto empeño las fuerzas de Satanás no buscarán añadirle y
no disminuir de él ni una jota! ¡Con cuánto entusiasmo trabajarán
para mantener a los hombres en la esclavitud de la vieja creación,
de la cual salen multitudinarias formas de autoengaño, que les
permite llevar a cabo su obra engañadora con más facilidad! Sus
métodos de engaño son viejos y nuevos, adaptados para que vayan
con la naturaleza, el estado y las circunstancias de la víctima.
Instigados por el odio, la malicia y la amarga malevolencia hacia la
humanidad y hacia toda bondad, los emisarios de Satanás no fallan
en ejecutar sus planes, con una perseverancia digna de ser imitada
por aquel que esté dispuesto a alcanzar sus metas.



SATANÁS TAMBIÉN ES EL ENGAÑADOR DE LOS HIJOS DE DIOS

El archiengañador no es sólo el engañador de todo el mundo no
regenerado, sino también de los hijos de Dios. Con esta diferencia,
que en el engaño que él busca ejecutar en los santos, cambia sus
tácticas, y obra con la estrategia más aguda, en las artimañas de
error y en el engaño relacionado con las cosas de Dios (Mt. 24:24; 2
Co. 11:3, 13-15).

El arma principal en la que el príncipe de las tinieblas confía para
mantener al mundo bajo su poder es el engaño, y el engaño
planificado para capturar a los hombres en cada etapa de la vida;
engaño (1) de los no regenerados que ya están engañados por el
pecado; (2) engaño adaptado al cristiano carnal; (3) y el engaño
diseñado para el cristiano espiritual, que ha atravesado las etapas
precedentes hacia un reino en donde estará más abierto a
encontrar trampas más sutiles. Quítese el engaño que retiene al
hombre en los primeros días de su condición no regenerada, y en la
etapa carnal de la vida cristiana, cuando emerge a los lugares
celestiales, descriptos por Pablo en la epístola a los Efesios, y se
hallará en las obras más agudas de las artimañas del engañados, en
donde los espíritus engañadores trabajan activamente atacando a
los que están unidos al Señor ascendido.

EL PELIGRO DEL ENGAÑO DE LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA ERA

En el Apocalipsis tenemos la revelación completa de la
confederación satánica en el control generalizado de toda la tierra,
y la guerra contra los santos como un todo; pero la obra del
engañador entre los más destacados santos de Dios se describe
especialmente en la carta de los Efesios del Apóstol Pablo, donde
en Efesios 6:10-18 tenemos el velo quitado de los poderes
satánicos, y muestra su guerra contra a Iglesia de Dios, y la
armadura individual del creyente y las armas para conquistar al
enemigo. De este pasaje aprendemos que en el plano de la más alta
experiencia de unión con el Señor del creyente, y en los “lugares
elevados” de la madurez espiritual de la Iglesia, se luchará la batalla
más aguda y más cerrada con el engañador y sus huestes.

De aquí que a medida que la Iglesia de Cristo se acerca al fin de los
tiempos, y mediante el poder del Espíritu Santo que obra
interiormente se la está preparando para ser trasladada, todas las
fuerzas del engañador y sus huestes de espíritus engañadores se
dirigirán contra los miembros del Cuerpo de Cristo. En el evangelio
según Mateo se da un vistazo de este asalto contra el pueblo de
Dios al cierre de la era, en donde el Señor Jesús usa la palabra
engañados para describir algunas de las marcas especiales de los
últimos días. Dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y á muchos
engañarán” (Mt. 24:4-5); “Y muchos falsos profetas se levantarán y
engañarán á muchos” (Mt. 24:11). “Porque se levantarán falsos
Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal
manera que engañarán, si es posible, aun á los escogidos” (Mateo
24:24).

EL ENGAÑO EN RELACIÓN CON EL REINO SOBRENATURAL

Se dice que la forma especial de engaño estará en conexión con las
cosas espirituales, y no con las mundanales, mostrando en forma
incidental que el pueblo de Dios en el tiempo del fin estará
esperando la venida del Señor, y por lo tanto estará muy al tanto de
todos los movimientos del mundo sobrenatural, en medida tal que
los espíritus engañadores podrán sacar ventaja de ello, y
anticiparse a la venida del Señor mediante “falsos Cristos” y falsas
señales y prodigios, o mediante el mezclar sus manifestaciones con
las verdaderas manifestaciones del Espíritu de Dios. El Señor dice
que los hombres serán engañados (1) en relación a Cristo y Su
parusía – o venida; (2) en relación a la profecía – o a la enseñanza
del mundo sobrenatural a través de mensajeros inspirados; y (3) en
relación a la producción de pruebas de que las “enseñanzas” son
verdaderamente de Dios, mediante “señales” y “prodigios” tan
parecidos a los de Dios, y por lo tanto son una falsificación tan
exacta de las obras de Dios, como para ser indistinguibles de las
verdaderas por aquellos que se describen como Sus “elegidos”,
quienes necesitarán poseer algún otro examen que el juzgar por las
apariencias de que una “señal” es de Dios, si es que serán capaces
de discernir lo falso de lo verdadero.

Las palabras del Apóstol Pablo a Timoteo, que contienen la profecía
especial dada a él por el Espíritu Santo para la Iglesia de Cristo en
los últimos días de la dispensación, coinciden exactamente con las
palabras del Señor registradas por Mateo.
Las dos cartas de Pablo a Timoteo son las últimas epístolas que él
escribió ante de su partida para estar con Cristo. Ambas se
escribieron en prisión, y la prisión de Pablo era para él lo que
Patmos era para Juan, cuando él estaba “en el espíritu” (Ap. 1:10)1
se le mostró las cosas por venir. Pablo le estaba dando a Timoteo
las últimas instrucciones para el orden de la Iglesia de Dios, hasta el
fin de su tiempo en la tierra, dándole “reglas para guiar”, no sólo a
Timoteo, sino a todos los siervos de Dios, “en el trato con la familia
de Dios”. En medio de todas estas instrucciones detalladas, su
aguda visión mira hacia “los últimos tiempos”, y por orden expresa
del Espíritu de Dios, describe en breves oraciones el peligro de la
Iglesia en esos tiempos, del mismo tiempo en que el Espíritu de
Dios le dio a los profetas del Antiguo Testamento alguna profecía
que incluía otra, que sólo iba a ser entendida completamente
después de que los eventos hubieran acontecido.


El Apóstol dijo: “EMPERO el Espíritu dice manifiestamente, que en
los venideros tiempos alguno apostatarán de la fe escuchando á
espíritus de error y á doctrinas de demonios; Que con hipocresía
hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia…” (1 Tim. 4:1-
2).

LA DECLARACIÓN DE PABLO EN 1 TIMOTEO 4:1-2 ES LA ÚNICA QUE
MUESTRA ESPECÍFICAMENTE LA CAUSA DEL PELIGRO

La declaración profética de Pablo parece ser todo lo que se predice
en palabras específicas acerca de la Iglesia y su historia al cierre de
la dispensación. El Señor habló en términos generales acerca de los
peligros que rodearían a Su pueblo en el tiempo del fin, y Pablo le
escribió a los Tesalonicenses con más detalle acerca de la apostasía,
y de los engaños malvados del Inicuo en los últimos días, pero el
pasaje en Timoteo es el único que muestra explícitamente la causa
especial del peligro de la Iglesia en sus días de cierre sobre la tierra,
y como los espíritus malignos de Satanás irrumpirían entre sus
miembros, y mediante el engaño apartarían a algunos de su pureza
de fe en Cristo.

EL Espíritu Santo, en el breve mensaje que se le da a Pablo, describe
el carácter y la obra de los espíritus inmundos, reconociendo (1) su
existencia, (2) sus esfuerzos dirigidos hacia los creyentes, para
engañarlos y mediante el engaño apartarlos de la simpleza de la fe
en Cristo, y de todo lo que se incluye en la “fe una vez dada a los
santos” (Judas 3).

Que el carácter de los espíritus se describe en 1 Tim. 4:1-3, y no de
los hombres que a veces usan en la obra de engaño se puede
entender del griego original.

El peligro de la Iglesia al cierre de la era es por lo tanto de seres
sobrenaturales que son “hipócritas”, que simulan ser lo que no son,
que dan “enseñanzas” que parecen favorecer una mayor santidad,
al producir una severidad ascética hacia la “carne”, pero que en sí
mismos son malvados e inmundos, y traen a aquellos a los que
engañan la horrura de su propia presencia. En donde engañan
ganan posesión; y mientras que el creyente engañado piensa que él
es más “santo” y más “santificado” y más librado de los deseos de
la carne, estos espíritus hipócritas contaminan al engañado
mediante su presencia, y bajo la cubierta de santidad retienen su
terreno y ocultan sus obras.

EL PELIGRO DE LOS ESPÍRITUS ENGAÑADORES AFECTA A TODO HIJO
DE DIOS

El peligro le atañe a todo hijo de Dios, y ningún creyente espiritual
se atreve a decir que él está exento del peligro. La profecía del
Espíritu Santo declara que (1) “algunos” se apartarán de la fe; (2) la
razón de la caída será prestarle oídos a espíritus engañadores, es
decir, la naturaleza de sus obras no es la maldad conocida, sino
engaño, que es una obra encubierta. La esencia del engaño es que
la operación se ve como sincera y pura. (3) la naturaleza del engaño
estará en doctrinas de demonios, es decir, el engaño será en la
esfera doctrinal. (4) el modo de engaño será que las “doctrinas” se
entregan con “hipocresía”, es decir, se dicen como si fueran ciertas.
(5) Se dan dos ejemplos del efecto de estas doctrinas de espíritus
inmundos: (a) la prohibición del matrimonio, y (b) la abstención de
alimentos; ambos “creados por Dios”, dice Pablo. Por lo tanto su
enseñanza está marcada por la oposición a Dios, hasta en su obra
como Creador.

LAS FUERZAS SATÁNICAS SE DESCRIBEN EN EFESIOS 6

Las “doctrinas” demoníacas generalmente se han tabulado como o
bien pertenecientes a la Iglesia de Roma, a causa de los dos
resultados marcados de enseñanza demoníaca mencionados por
Pablo, que caracterizan a esa Iglesia; o bien a los “cultos”
posteriores del siglo XX, con su omisión del hecho del pecado, y la
necesidad del sacrificio reconciliador de Cristo, y de un Salvador
Divino. Pero hay un inmenso reino de engaño doctrinal por parte de
espíritus engañadores, que penetra y compenetra la cristiandad
evangélica, mediante el cual los espíritus inmundos, en mayor o
menor grado, influencian hasta las vidas de los cristianos y los
llevan bajo su poder; hasta los cristianos espirituales son afectados
así en el plano descripto por el Apóstol, en donde los creyentes
unidos a Cristo Resucitado encuentran la “maldad espiritual” en los
“lugares celestiales”. Porque las fuerzas satánicas descriptas en Ef.
6:12 se muestran para dividirse en (1) “Principados” – fuerza y
dominio que se relaciona con las naciones y los gobiernos; (2)
“Potestades” – que tienen autoridad y poder de acción en todas las
esferas abiertas a ellos; (3) “Señores del mundo” – que gobiernan
grandemente la oscuridad y la ceguera del mundo; (4) “Malicias
espirituales” en los aires – sus fuerzas están dirigidas en la Iglesia de
Cristo y contra la Iglesia de Cristo, con “asechanzas”, “dardos de
fuego”, asaltos y cualquier otro engaño imaginable acerca de
“doctrinas” que son capaces de planear.

El peligro de la familia de Dios por lo tanto no es de unos pocos,
sino de todos, ya que obviamente ninguno puede “apartarse de la
fe” sino aquellos que para empezar están realmente en la fe. El
peligro es de un ejército de espíritus enseñadores vertidos por
Satanás sobre todo aquel que esté abierto a sus “enseñanzas” del
mundo espiritual, y que gracias a la ignorancia de ese peligro, sean
incapaces de detectar las asechanzas del enemigo.

El peligro acomete contra la Iglesia del mundo sobrenatural, y viene
de seres espirituales que son personas (Marcos 1:25) con la
capacidad inteligente de planificar (Mt. 12:44-45) con estrategia (Ef.
6: 11) el engaño de los que “les prestan oídos”.
El peligro es sobrenatural. Y los que están en peligro son los hijos
espirituales de Dios, quienes no serán seducidos por el mundo ni
por la carne, sino que están abiertos a todo lo que puedan
aprender de las cosas “espirituales”, con un anhelo sincero de ser
más “espiritual” y de ser más avanzados en el conocimiento de
Dios. Ya que el engaño mediante doctrinas no le preocuparía tanto
al mundo como a la Iglesia. Los espíritus inmundos no instarían a
los cristianos espirituales al pecado abierto, tal como asesinato,
bebida, juego, etc., sino que planearían un engaño en forma de
“enseñanza” y de “doctrinas”, sin saber el creyente que el engaño
en la “enseñanza” y en las “doctrinas” le da admisión a los espíritus
inmundos para que “posean” al engañado, tanto como mediante el
pecado.

COMO LOS ESPÍRITUS INMUNDOS ENGAÑAN MEDIANTE
“DOCTRINAS”

Se puede resumir como los espíritus inmundos como maestros
consiguen que los hombres reciban sus enseñanzas en tres maneras
específicas: (1) Dándoles sus doctrinas o enseñanzas como
revelaciones espirituales, a aquellos que aceptan todo lo que es
sobrenatural como si fuera Divino a causa de que es sobrenatural –
una cierta clase desacostumbrada al reino espiritual, que acepta
todo lo que es “sobrenatural” como si fuera de Dios. Esta forma de
“enseñanza” está dirigida a la persona; en “centelleos” de luz en un
texto, en “revelaciones” mediante visiones de Cristo, o en torrentes
de textos aparentemente del Espíritu Santo3. (2) Mezclando sus
“enseñanzas” con los propios razonamientos del hombre, de modo
que piense que él ha llegado a sus propias conclusiones. Las
enseñanzas de los espíritus engañadores de este modo son tan
naturales en apariencia, que parecen venir del hombre mismo,
como el fruto de su propia mente y razonamiento. Falsifican la obra
del cerebro humano, e inyectan pensamientos y sugerencias a la
mente humana4, para que puedan comunicarse directamente con la
mente, además de ganar posesión (en cualquier grado) de la mente
o del cuerpo.

Los que son así engañados creen que han llegado a sus propias
conclusiones, mediante sus propios razonamientos, ignorantes de
que los espíritus engañadores los han incitado a que “razonen” sin
suficientes datos, o sobre premisas equivocadas, y así llegan a
conclusiones falsas. El espíritu seductor ha logrado su propio fin al
poner una mentira en la mente del hombre, gracias a la
instrumentación de un falso razonamiento.

(3) mediante el medio indirecto de maestros humanos engañados,
que se supone que están dando “verdad” Divina no adulterada, y
que se cree en forma implícita a causa de una vida y un carácter
piadosos, y los creyentes dicen “es un hombre bueno, y santo, y yo
le creo”. La vida del hombre se toma como garantía suficiente para
su enseñanza, en vez de juzgar la “enseñanza” mediante las
Escrituras, aparte de su carácter personal. Esto tiene su
fundamento en la idea prevalente de que todo lo que hacen
Satanás y sus espíritus inmundos es manifiestamente malo, sin
darse cuenta de la verdad de que trabajan bajo la cubierta de la luz
(2 Co. 11:14), es decir, si pueden hacer que un “hombre bueno”
acepte alguna idea de ellos, y que la haga pasar por “verdad”, es un
instrumento mejor para propósitos engañosos que un hombre malo
al que no se le creería.

MAESTROS FALSOS Y ENGAÑADOS

Hay una diferencia entre maestros falsos y engañados. Hay muchos
engañados entre los maestros más devotos hoy en día, porque no
reconocen que ha venido un ejército de espíritus enseñadores para
engañar al pueblo de Dios, y que el peligro especial de la sección
espiritual de la Iglesia yace en el reino sobrenatural, desde donde
los espíritus engañadores que tienen “enseñanzas” le están
susurrando sus mentiras a todo el que es espiritual, es decir,
abierto a las cosas espirituales. Los “espíritus seductores” que
tienen “doctrinas” harán un esfuerzo especial para engañar a
aquellos que tienen que transmitir “doctrina”, y buscarán mezclar
sus “enseñanzas” con la verdad, como para hacer que las acepten.
Todo creyente debe probar a todos los maestros hoy en día, para sí
mismo, mediante la Palabra de Dios, y su actitud a la Cruz
redentora de Cristo y otras verdades fundamentales del evangelio,
y no ser descarriado para probar las “enseñanzas” por el carácter
del maestro. Los buenos hombres pueden ser engañados, y Satanás
necesita hombres buenos para sacar a flote sus mentiras bajo el
disfraz de la verdad.

EL EFECTO EN LA CONCIENCIA DE LAS ENSEÑANZAS DE LOS
ESPÍRITUS INMUNDOS

Como enseñan los espíritus inmundos lo encontramos descripto
por Pablo, ya que dice que con hipocresía hablan mentira, esto es,
hablan mentiras como si fueran verdad. Y el efecto de su obra se
dice que “cauteriza” (gr.) la conciencia, es decir, si un creyente
acepta las enseñanzas de los espíritus inmundos como si fueran
Divinas, porque a él le vienen en forma “sobrenatural”, y las
obedece y sigue esas “enseñanzas”, la “conciencia” queda sin usar5,
de modo que prácticamente se vuelve embotada y pasiva – o
cauterizada – y un hombre hace cosas bajo la influencia de la
“revelación” sobrenatural que una conciencia despierta en forma
activa reprendería y condenaría con prontitud. Tales creyentes “les
prestan oído” a estos espíritus, al (1) escucharlos y (2) al
obedecerlos, ya que son engañados por aceptar pensamientos
equivocados acerca de la presencia de Dios6, y acerca del amor
Divino, y por entregarse inconscientemente a sí mismos al poder de
los espíritus engañadores. Obrando en el campo de la “enseñanza”,
los espíritus engañadores insertarán sus “mentiras” habladas con
hipocresía, en la enseñanza de “santidad”, y engañarán a los
creyentes acerca del pecado, acerca de ellos mismos y acerca de
todas las otras verdades relacionadas con la vida espiritual.

Generalmente se usa la Escritura como base de estas enseñanzas y
se la entreteje cuidadosamente como la tela de una araña, para
que caigan en la trampa. A los textos aislados se los arranca de
contexto y de su lugar en la perspectiva de la verdad; a las
oraciones se las saca de sus oraciones correlativas, o se seleccionan
apropiadamente textos de un amplio campo, y se los enreda juntos
como para que parezcan que dan una revelación completa de la
mente de Dios; pero se abandonan habilidosamente los pasajes
intermedios, que dan el trasfondo histórico, las acciones y las
acciones y las circunstancias relacionadas con las palabras dichas, y
otros elementos que arrojan luz en cada texto separado.

Así se teje una amplia red para los incautos, o para los indoctos en
los principios de la exégesis de la Escritura, y más de una vida ha
sido descarriada y atribulada por este uso falso de la Palabra de
Dios. A causa de que la experiencia de los cristianos ordinarios con
relación al diablo se limita a conocerlo como tentador o acusador,
no tienen una concepción de las profundidades de su maldad, y de
la maldad de los espíritus inmundos, y tienen la impresión de que
ellos no citan las Escrituras, cuando en realidad citarían todo el
Libro si aunque más no fuera pudieran engañar a un alma.




ALGUNOS MODOS DE “ENSEÑANZA” DE ESPÍRITUS INMUNDOS

Las “enseñanzas” de los espíritus inmundos que ahora están siendo
promulgadas por ellos son demasiadas en número como para
enumerarlas brevemente. Generalmente sólo se reconocen en las
“religiones falsas”, pero los espíritus enseñadores con sus
“doctrinas” o ideas religiosas sugeridas a las mentes de los hombres
están trabajando incesantemente en todo lugar, buscando actuar
sobre el instinto religioso de los hombres, y darles un substituto
para la verdad.

Por lo tanto, solamente la verdad disipa las doctrinas engañosas de
los espíritus seductores de Satanás: la verdad de Dios, no
meramente “conceptos de verdad”. La verdad relacionada con
todos los principios y leyes del Dios de Verdad. Las “doctrinas de
demonios” simplemente consisten en aquello que un hombre
“piensa” y “cree” como resultado de las sugestiones hechas a su
mente por los espíritus engañadores. Todo “pensamiento” y
“creencia” pertenece a uno de los dos reinos – el reino de la verdad
o el reino dela falsedad – y cada uno tiene su fuente en Dios o en
Satanás. Toda verdad viene de Dios, y todo lo que es contrario ala
verdad, de Satanás. Hasta los pensamientos que aparentemente se
originan en la mente del hombre vienen de una de estas dos
fuentes, ya que el mente en sí misma está o bien oscurecida por
Satanás (2 Co. 4:4), y por lo tanto es suelo fértil para sus
“enseñanzas”, o bien está renovada por Dios (Ef. 4:23), y clarificada
del velo de Satanás, y abierta para la recepción y transmisión de la
verdad.





EL PRINCIPIO BÁSICO PARA PROBAR LAS ENSEÑANZAS DE LOS
ESPÍRITUS SEDUCTORES

Ya que el pensamiento o la “creencia” se originan o bien en el Dios
de Verdad o en el padre de mentira (Juan 8:44), no hay sino un
principio básico para probar la fuente de toda doctrina, o
“pensamientos” o “creencias” sostenidas por los creyentes o por
los incrédulos, es decir el test de la Palabra de Dios revelada.

Toda “verdad” está en armonía con el único canal de verdad
revelada del mundo – la Palabra escrita de Dios. Todas las
“enseñanzas” que se originan en los espíritus engañadores:

1. Debilitan la autoridad de las Escrituras;
2. Distorsionan la enseñanza de las Escrituras;
3. Le añaden a las Escrituras los pensamientos de los hombres; o
4. Dejan las Escrituras totalmente de lado.

El objetivo final es esconder, distorsionar, mal utilizar, o dejar de
lado la revelación de Dios relacionada con la Cruz del Calvario,
donde Satanás fue derrocado por el Dios-hombre, y donde se
obtuvo la libertad para todos sus cautivos.

El test de todo “pensamiento” y “creencia” por lo tanto es su

1. Armonía con las Escrituras en su cuerpo entero de verdad.
2. La actitud hacia la Cruz y hacia el pecado.

En el mundo cristianizado, se pueden mencionar algunas doctrinas
de demonios, probadas por estos dos principios primarios como:

Ciencia cristiana: no hay pecado, no hay Salvador, no hay
Cruz.
Teosofía: no hay pecado, no hay Salvador, no hay
Cruz.
Espiritismo: no hay pecado, no hay Salvador, no hay
Cruz.
Nueva Era: no hay pecado, no hay Salvador, no hay Cruz.

En el mundo pagano:
1. Islam, Confucionismo, Budismo, etc
No hay pecado, no hay Salvador, es una religión moral en donde el
hombre es su propio salvador.

2. Idolatría como la adoración de la creación y no del
Creador
No hay conocimiento de un Salvador, o de su sacrificio del Calvario,
pero hay verdadero conocimiento de los poderes del mal, de
demonios los cuales se atarean a propiciar, porque han
demostrado que existen.

En la Iglesia cristiana: Incontables “pensamientos” y “creencias”
que son opuestos a la verdad de Dios, son inyectados a las mentes
de los cristianos por los espíritus enseñadores, volviéndolos
ineficaces para la guerra contra el pecado y contra Satanás, y
sujetándolos al poder de los espíritus inmundos, aunque son salvos
por la eternidad por mediante su fe en Cristo, y aceptan la
autoridad de las Escrituras, y conocen el poder de la Cruz. Por lo
tanto, todos los “pensamientos” y las “creencias” deberían ser
testeadas por la verdad de Dios revelada en la Escritura, no
simplemente por “textos” o porciones de la Palabra, sino por los
principios de la verdad revelada en las Palabra. Ya que Satanás
respaldará todas sus señales con “señales y maravillas” (Mt. 24:4; 2
Tes. 2:9; Ap. 13:13), el “fuego del cielo”, el “poder” y las “señales”
no son pruebas de que la “enseñanza” sea de Dios, ni una “vida
hermosa” será la prueba infalible, ya que los “ministros” de Satanás
pueden ser “ministros de justicia” (2 Co. 11:13-15).

LA CULMINACIÓN DE LA INUNDACIÓN DE ESPÍRITUS
ENGAÑADORES SE MUESTRA EN 2 TESALONICENSES CAPÍTULO 2

La culminación de la marea de estos espíritus engañadores que
barren la Iglesia, se describe por el Apóstol Pablo en su carta a los
Tesalonicenses, en donde habla de la manifestación de uno que
finalmente tendrá engañada a la cristiandad como para tener
entrada al mismo santuario de Dios, tanto que “se asiente en el
templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios…”. La
“presencia” de este es una “Presencia” como la de Dios, aunque es
“según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y
milagros mentirosos, y con todo engaño…” (2 Tes. 2:9, 10).

La confirmación de las palabras del Señor registradas por Mateo, se
encuentra en la revelación dada por Él a Juan, en Patmos, de que al
fin de la era, el arma principal usada por el engañador para obtener
poder sobre los habitantes de la tierra, serían señales
sobrenaturales del cielo, cuando un “cordero” falso haría “grandes
señales”, y aun” hace descender fuego del cielo” a la tierra delante
de los hombres para engañar a los habitantes de la tierra, y por lo
tanto ejercer tal control sobre todo el mundo, que “ninguno
pudiese comprar ó vender, sino el que tuviera la señal de la bestia”
(Ap. 13:11-17). Mediante este engaño sobrenatural, el propósito
total de la jerarquía engañadora de Satanás alcanza así su
consumación, en la autoridad mundial predicha.

El engaño del mundo con oscuridad cada vez más profunda, el
engaño de la Iglesia mediante “enseñanzas”, y “manifestaciones”,
alcanzará su apogeo en el fin de la era.


LA ADVERTENCIA ESPECIAL A LA IGLESIA POR EL ESCRITOR DEL
APOCALIPSIS

Es llamativo notar que el Apóstol que fue elegido para transmitir el
Apocalipsis a la Iglesia, en la preparación para los últimos días de la
Iglesia militante, fuera aquel que escribiera a los cristianos de su
día: “No creáis a todo espíritu” (1 Juan 4:1-6), y advirtiera
honestamente a sus “hijos” que el “espíritu del anticristo” y el
“espíritu de error” (engaño) ya estaba actuando activamente entre
ellos. Su actitud debía ser “no creáis” – es decir, dudar de toda
“enseñanza” y “maestro” sobrenaturales, hasta que se demuestre
que es de Dios. Tenían que probar las “enseñanzas” por temor a
que vinieran de un “espíritu de error”, y fueran parte de una
campaña del engañador como “anticristo”, es decir, contra Cristo.

Si la actitud de neutralidad y duda hacia las enseñanzas
sobrenaturales se necesitaba en los días del Apóstol Juan – unos
cincuenta y siete años después de Pentecostés – cuanto más se
necesita en los últimos tiempos predichos por el Señor y por el
Apóstol Pablo. Tiempos que iban a estar caracterizados por un
clamor de voces de “profetas”, esto es, (en el lenguaje del siglo XX)
“oradores” y “maestros” que usan el Nombre sagrado del Señor, y
en el que abundarían las “enseñanzas” recibidas
sobrenaturalmente del reino espiritual. “Enseñanzas” acompañadas
con pruebas tan maravillosas de su origen “divino”, como para
dejar perplejo hasta al más fiel del pueblo del Señor, y hasta para
engañar por un tiempo a algunos de ellos.

LA PROFECÍA DE DANIEL DE QUE LOS “SABIOS” “CAERÍAN” AL FIN
DE LOS TIEMPOS

Daniel, escribiendo acerca de este mismo “tiempo del fin” dijo “Y
algunos de los sabios caerán para ser purgados, y limpiados, y
emblanquecidos, hasta el tiempo determinado” (Daniel 11:35). ¡Sí,
se debe enfrentar la verdad! Los “elegidos” pueden ser engañados,
y por las palabras de Daniel, aparentemente está permitido que
sean engañados por una temporada, para que en el fuego de
prueba puedan ser “refinados” (la palabra se refiere a la expulsión
de desperdicio por el fuego fundidor): “purificados” (la quita de
desperdicios ya expulsados), y “emblanquecidos” (el pulido y
abrillantado del metal después de que ha sido librado de
impurezas)7. Probablemente tiene relación con esta palabra
solemne, que se hace una declaración extraña acerca de la guerra
al fin de la era, en donde se dice de la bestia como leopardo, que
“le fue dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos” (Ap. 13:7).

Daniel también habla de la misma prevalencia del enemigo por una
temporada: El cuerno “hacía guerra contra los santos, y los vencía”
(Daniel 7:21). Daniel añade: “Hasta tanto que vino el Anciano de
grande edad… y vino el tiempo, y los santos poseyeron el reino.”.
Por lo tanto, parece que en “el tiempo del fin”, Dios le permitirá a
Satanás que prevalezca contra sus santos por un tiempo, al igual
que prevaleció contra Pedro cuando le fue entregado para ser
zarandeado (Lucas 22:31); como aparentemente prevaleció sobre el
Hijo de Dios en el Calvario, cuando “la hora y la potestad de las
tinieblas” se cerraron alrededor de Él en la Cruz (Mateo 27:38-46);
como se muestra que lo hace sobre los “dos testigos” en Ap. 11:7, y
cuando en la última gran manifestación del triunfo del dragón
engañador sobre los santos, y de su poder sobre toda la tierra
habitada, en Apocalipsis 13:7-15.

Todos estos casos han tenido lugar en períodos de tiempo
diferentes en la historia de Cristo y de su Iglesia, y en la imagen del
Apocalipsis, la prevalencia de la bestia como leopardo puede
referirse a los santos en la tierra después de la transición de la
Iglesia; pero muestran el principio de que los triunfos de Dios
frecuentemente están ocultos en derrota aparente. El elegido de
Dios debe por lo tanto tener cuidado, en todas las etapas de la
guerra contra Satanás como engañador, de no balancearse ni de
moverse por las apariencias, ya que el triunfo aparente de las
potestades sobrenaturales que parecen ser Divinas, resultan ser
satánicas, y las apariencias de derrota a todas luces, que parecen
ser la victoria de diablo pueden resultar que cubren el triunfo de
Dios.

EL ÉXITO O LA DERROTA EXTERNA NO ES UN VERDADERO CRITERIO
PARA EL JUICIO

El enemigo es un engañador, y como engañador obrará y
prevalecerá en los últimos tiempos. El “éxito” o la “derrota” no es
criterio de que una obra sea de Dios o de Satanás. El Calvario
permanece por siempre como la revelación del modo en que Dios
elabora sus propósitos de redención. Satanás trabaja por un
tiempo, porque sabe que su tiempo es corto, pero Dios trabaja para
la eternidad. A través de la muerte hacia la vida, a través de la
derrota hacia el triunfo, a través del sufrimiento al gozo es el modo
de Dios.

El conocimiento de Dios es la salvaguardia primaria contra el
engaño. Los “elegidos” deben saber y deben aprender a “probar”
los “espíritus” hasta que sepan qué es de Dios y qué es de Satanás.
Las palabras del Maestro “Mirad, os lo he dicho” claramente
implican que el conocimiento personal del peligro es parte del
modo del Señor de guardar a los suyos, y los creyentes que confían
ciegamente en “el poder de Dios que nos cuida” sin buscar
entender como escapar del engaño, cuando les fue advertido por el
Señor que “tuvieran cuidado”, seguramente se verán entrampados
por el sutil enemigo.

Capítulo 2
La confederación satánica de espíritus malignos.

Una perspectiva de las eras cubiertas por la historia en los registros
bíblicos, muestra que el surgimiento y caída en el poder espiritual
del pueblo de Dios estuvo marcado por el reconocimiento de la
existencia de las huestes demoníacas de maldad. Cuando la Iglesia
de Dios en la antigua y en la nueva dispensación estuvo en el punto
más alto de poder espiritual, los líderes reconocieron las fuerzas
invisibles de Satanás y trataron con ellas en forma drástica; y
cuando estuvo en el punto más bajo, se las ignoraba o se les
permitía tener vía libre entre el pueblo.

DIOS LEGISLA PARA LOS PELIGROS DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS

La realidad de la existencia de espíritus malignos mediante los
cuales Satanás, su príncipe, llevó a cabo su obra en el mundo caído
de los hombres, no se puede demostrar en forma más vehemente
que por el hecho de que los estatutos dados por Jehová a Moisés
en el monte ardiente, incorporaban medidas estrictas para tratar
con los intentos de los seres espirituales de maldad de hallar
entrada al pueblo de Dios. Moisés fue instruido por Jehová que
mantuviera el campamento de Israel libre de sus incursiones,
mediante la drástica pena de muerte para todo aquel que tuviera
trato con ellos. El mismo hecho de que Jehová diera aí estatutos en
relación con tal tema, y de que la pena máxima se hiciera cumplir
por la desobediencia a su ley muestra en sí mismo (1) la existencia
de espíritus inmundos, (2) su maldad, (3) su capacidad de
comunicarse con los seres humanos y de influenciarlos y (4) la
necesidad de la hostilidad inclaudicable hacia ellos y hacia sus
obras. Dios no legislaría para los peligros que no tuvieran existencia
real, ni tampoco ordenaría la pena máxima de muerte si el contacto
del pueblo de Dios con los seres espirituales de maldad del mundo
invisible no necesitase un trato tan drástico.

También la necesidad de la pena obviamente implica que a los
líderes de Israel se les debe haber dado “discernimiento de
espíritus” agudo, tan seguro y tan claro, que no podían tener duda
al decidir los casos que se traían ante ellos.

Mientras que Moisés y Josué vivieron e hicieron cumplir las fuertes
medidas decretadas por Dios para mantener a su pueblo libre de las
incursiones del poder satánico, Israel permaneció en lealtad a Dios,
en el punto más alto de su historia; pero cuando estos líderes
murieron, la nación se hundió en la oscuridad, producida por las
potestades espirituales de maldad, arrastrando al pueblo a la
idolatría y al pecado. La condición de la nación en los años
posteriores fue de surgimiento y caída (véase Jueces 2:19, 1 Reyes
14:22-24; compare con 2 Cr. 33:2-5, 34:2-7) en (1) la lealtad a Dios,
o en (2) la adoración idólatra de los ídolos y todos los pecados que
resultan de la suplantación de la adoración de Satanás – que es lo
que realmente significa la idolatría – en lugar de Jehová.

Cuando la nueva dispensación se abre con el advenimiento de
Cristo, descubrimos que Él – el Dios-hombre – reconoce la
existencia de las potestades de maldad satánicas y manifiesta
hostilidad inclaudicable hacia ellas y hacia sus obras – Moisés en el
Antiguo Testamento, Cristo en el Nuevo Testamento. Moisés, el
hombre que conoció a Dios cara a cara. Cristo, el Hijo Unigénito del
Padre, enviado por Dios al mundo de los hombres. Ambos
reconocen la existencia de Satanás y de los seres espirituales;
ambos tratan con ellos en forma drástica a medida que entran y
poseen a los hombres, y ambos hacen la guerra contra ellos, como
si estuvieran activamente opuestos a Dios.

Viéndolo en perspectiva, desde el tiempo de Cristo en adelante a lo
largo de la historia temprana de la Iglesia, hasta la entrega del
Apocalipsis y de la muerte del Apóstol Juan, el poder manifestado
de Dios obró (en grados variados) entre su pueblo, y los líderes
reconocían los espíritus de maldad y se enfrentaban con ellos – un
período que corresponde al período mosaico en la vieja
dispensación.

LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA

Luego las fuerzas de las tinieblas ganaron y, con intervalos y
excepciones intermitentes, la Iglesia de Cristo se hundió bajo su
poder, hasta que en la hora más oscura que llamamos la Edad
Media, todos los pecados que aumentaron mediante las obras
engañosas de los espíritus inmundos de Satanás eran tan
abundantes como en el tiempo de Moisés, cuando escribió por
mandamiento de Dios “No sea hallado en ti… ni practicante de
adivinaciones, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de
encantamientos, ni quien pregunte á pitón, ni mágico, ni quien
pregunte á los muertos” (Deut. 18:10-11).

Ahora, al cierre de la dispensación, y en la víspera de la era milenial,
la Iglesia de Cristo resurgirá otra vez, y alcanzará el poder
propuesto por Dios, sólo cuando los líderes reconozcan la
existencia de las potestades espirituales de maldad y tomen hacia
ellas y hacia sus obras la misma actitud inclaudicable de hostilidad y
de guerra agresiva, como hizo Moisés en la Iglesia del Antiguo
Testamento, y como lo hicieron Cristo y sus Apóstoles.

LA IGLESIA DEL SIGLO XX

El porqué de que la Iglesia del siglo XX no haya reconocido la
existencia y las obras de las fuerzas sobrenaturales de maldad sólo
se puede atribuir a su baja condición de vida espiritual y de poder.
Aún en el tiempo presente, cuando la existencia de los espíritus
inmundos es reconocida por los paganos, generalmente es pasada
por alto por el misionero como si fuera “superstición” e ignorancia;
mientras que a menudo la ignorancia está del lado del misionero,
quien está cegado por el príncipe de la potestad del aire a la
revelación dada en las Escrituras referente a las potestades
satánicas.

La ignorancia de parte del pagano está en su actitud propiciatoria a
los espíritus inmundos, a causa de su ignorancia del mensaje del
evangelio de un Libertador y Salvador enviado a “proclamar
libertad a los cautivos” (Lucas 4:18), y quien cuando estuvo en la
tierra, iba sanando a todos los que estaban “oprimidos por el
diablo” (Hechos 10:38), y el envió a sus mensajeros a abrir los ojos
a los que están atados, para que pudieran “convertirse de la
oscuridad a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos
26:18).

Si los misioneros a los paganos reconociesen la existencia de los
espíritus inmundos, y de que las tinieblas en las tierras paganas
fueron causadas por el príncipe de la potestad del aire (Ef. 2:2;
4:18; 1 Juan 5:19; 2 Cor. 4:4), y proclamasen a los paganos el
mensaje de liberación de las huestes de maldad, que ellos saben
bien que son enemigos reales y malignos, así también como la
remisión de los pecados, y la victoria sobre el pecado gracias al
sacrificio redentor del Calvario, vendría un inmenso cambio en el
campo misionero en unos pocos años.

Pero el Espíritu Santo ya está obrando, abriendo los ojos al pueblo
de Dios, y muchos de los líderes en la Iglesia empiezan a reconocer
la existencia real de las potestades satánicas, y están buscando
conocer como discernir sus obras, y como enfrentarlas con el poder
de Dios.

LOS CREYENTES PUEDEN RECIBIR EQUIPAMIENTO PARA
ENFRENTARSE CON LAS POTESTADES SATÁNICAS

La hora de necesidad siempre trae la medida correspondiente del
poder de Dios para enfrentar esa necesidad. La Iglesia de Cristo
debe abastecerse del equipamiento del período apostólico, para
enfrentar el influjo de la huestes espirituales de maldad entre sus
miembros. Que todos los creyentes pueden recibir el equipamiento
del Espíritu Santo, mediante el cual se manifiesta la autoridad de
Cristo sobre las huestes demoníacas de Satanás, está demostrado
no sólo por el caso de Felipe el diácono en los Hechos de los
Apóstoles, sino también por los escritos de los “Padres”1 en los
primeros siglos de la era cristiana, lo que muestra que los cristianos
de ese tiempo (1) reconocían la existencia de espíritus inmundos,
(2) que ellos influenciaban, engañaban y poseían a los hombres, y
(3) que Cristo les dio a sus seguidores autoridad sobre ellos a través
de su Nombre. Que esta autoridad a través del Nombre de Cristo2,
esgrimida por el creyente que camina en unión viva y esencial con
Cristo, está disponible para los siervos de Dios al fin de la era, el
Espíritu de Dios lo está haciendo saber de muchos y diversos
modos. Dios da una lección objetiva, mediante un cristiano nativo
como el pastor Hsi en China, quien actuó de acuerdo a la Palabra de
Dios con fe simple, sin el cuestionamiento causado por las
dificultades mentales de la cristiandad occidental; o Él despierta a
la Iglesia en occidente, como en avivamiento en Gales, mediante un
derramamiento del Espíritu de Dios, el cual no sólo demostró el
poder del Espíritu Santo obrando en el siglo XX, como en los días de
Pentecostés, sino que también reveló la realidad delas potestades
satánicas en oposición activa a Dios y a su pueblo, y la necesidad
entre los hijos de Dios llenos del Espíritu del equipamiento para
enfrentarse con ellas. También incidentalmente el avivamiento en
Gales arrojó luz sobre los registros de las Escrituras, demostrando
que los puntos más altos del poder de Dios manifiesto entre los
hombres, es invariablemente la ocasión para las manifestaciones
concurrentes de las obras de Satanás. Así fue cuando el Hijo de Dios
vino del conflicto del desierto con el príncipe de las tinieblas, y
encontró que los demonios ocultos en muchas vidas surgieron a la
actividad maligna, de modo que de todas partes de Palestina las
multitudes de víctimas vinieron al Hombre, ante el cual los espíritus
que los poseían temblaban con ira impotente.

La parte despertada de la Iglesia hoy en día ahora no tiene dudas
de la existencia real de seres espirituales de maldad, y de que hay
una monarquía organizada de potestades sobrenaturales,
establecidas en oposición a Cristo y su reino, decidida a la ruina
eterna de cada miembro de la raza humana; y estos creyentes que
saben que Dios los está llamando para buscar el equipamiento más
completo que se pueda obtener para mantenerse firme y resistir a
estos enemigos de Cristo y de su Iglesia.

Para entender la obra del príncipe engañador de esta potestad del
aire, y para volverse agudo en el discernimiento de sus tácticas y de
sus métodos de engañar a los hombres, tales creyentes deberían
escudriñar las escrituras por completo, para obtener conocimiento
de su carácter, y de cómo los espíritus del mal son capaces de
poseer y de usar los cuerpos de los hombres.

DISTINCIÓN ENTRE SATANÁS Y LOS ESPÍRITUS INMUNDOS

La distinción entre las obras de Satanás como príncipe de los
demonios y sus espíritus de maldad debería notarse especialmente,
como para entender sus métodos en nuestros días, ya que para
muchos el adversario es meramente un tentador, mientras que ni
sueñan con su poder como engañador (Ap. 12:9), impedidor (1 Tes.
2:18), homicida (Juan 8:44), mentiroso (Juan 8:44), acusador (Ap.
12:10), y falso ángel de luz; y menos aún de las huestes de espíritus
bajo su mando, que constantemente asedian sus caminos,
decididos a engañar, a impedir y a incitar a pecar. Una inmensa
hueste totalmente dada a la maldad (Mt. 12:43-45), que se deleita
en hacer el mal, en asesinar (Marcos 5:2-5), en engañar, en destruir
(Marcos 9:20) y en tener acceso a hombres de cualquier grado, e
incitarlos a toda clase de maldad, y que solamente quedan
satisfechos cuando el éxito acompaña sus planes malvados para
arruinar a los hijos de los hombres (Mt. 27:3-5).

EL DESAFÍO DE SATANÁS A CRISTO EN EL DESIERTO

La distinción entre Satanás, el príncipe de los demonios (Mt. 9:34) y
su legión de espíritus malignos es claramente reconocida por Cristo,
y se puede notar en muchas partes de los Evangelios (Mt. 25:41).
Hallamos a Satanás en persona desafiando al Señor en la tentación
del desierto, y a Cristo respondiéndole como a una persona,
palabra por palabra y pensamiento por pensamiento, hasta que se
retira frustrado por el agudo reconocimiento de sus tácticas, por
parte del Hijo de Dios (Lucas 4:1-13).

Leemos que el Señor lo describe como el “príncipe de este mundo”
(Juan 14:30); lo reconoce como gobernante de un reino (Mt.
12:26); usa un lenguaje imperativo hacia él como persona, y le dice
“Vete de aquí”; mientras que a los judíos Él le describe su carácter
como uno que “peca desde el principio”, y que es un “homicida” y
un “mentirosos”, el “padre de mentira”, quien “no permanece en la
verdad” (Juan 8:44) la cual una vez sostuvo como gran arcángel de
Dios. También se lo llama “aquel inicuo” (1 Juan 3:12), el
“Adversario” y aquella “serpiente antigua” (Ap. 12:9).

Con respecto a sus métodos de trabajo, el Señor habla de él como
el que siembra “cizaña” que son “los hijos del maligno” entre el
trigo – los “hijos” de Dios (Mt. 13:38-39), revelando de este modo
que el Adversario posee la habilidad de una mente maestra, que
dirige, con capacidad ejecutiva, su obra como “príncipe de este
mundo” en toda la tierra habitada, con poder de situar a los
hombres que se llaman sus “hijos” en donde él quiera.

También leemos que Satanás vigila para arrebatar la semilla de la
Palabra de Dios de todo aquel que la escucha, indicando así su
poder ejecutivo en la dirección mundial de sus agentes, a quienes el
señor describe como “aves del cielo”; en su propia interpretación
de la parábola (Mt. 13:3-4, 13, 19; Marcos 4:3-4, 14, 15; Lucas 8:5,
11-12) dice claramente que Él quiso decir que mediante estas
“aves”, “el maligno” (gr. Poneros, Mt. 13:19), “Satanás” (gr. Satana,
Marcos 4:15), o “Diablo” (gr. Diabolus, Lucas 8:12) a quien
conocemos de la enseñanza general de otras partes de las
Escrituras hace su trabajo mediante los espíritus malignos que él
tiene bajo sus órdenes; Satanás mismo no es omnipresente,
aunque es capaz de transponerse con la velocidad de un rayo a
cualquier parte de sus dominios mundiales.

LA ACTITUD DEL SEÑOR HACIA SATANÁS Y EL RECONOCIMIENTO DE
ÉL

El Señor siempre estaba listo para enfrentar al antagonista a quien
Él había frustrado en el desierto, pero que sólo lo había dejado “por
un tiempo” (Lucas 4:13). En Pedro rápidamente discernió a Satanás
obrando, y lo expuso mediante una veloz sentencia, mencionando
su nombre (Mt. 16:23). En los judíos le quitó la máscara al enemigo
oculto, y dijo “vosotros de vuestro padre el diablo sois” (Juan 8:44),
y con palabras afiladas habló de él como el “homicida” y el
“mentiroso” que los incitaba a ellos a matarlo, y que les mentía
acerca de sí mismo y de su Padre en el cielo (Juan 8:40-41).

En el lago en una tormenta, profundamente dormido y despertado
de súbito, Él está alerta para enfrentar al enemigo, y se para con
calma majestuosa para “reprender” la tormenta, la cual el príncipe
de la potestad del aire había levantado en su contra (Marcos 4:38-
39).
En resumen, encontramos al Señor, desde el momento de la
victoria del desierto en adelante, quitándole el velo a los poderes
de la oscuridad, a medida que seguía adelante con un firme
dominio agresivo sobre ellos. Detrás de lo que parecía “natural”, a
veces discernía un poder sobrenatural que exigía su reprensión. Él
“reprendió” la fiebre en la suegra de Pedro, al igual que
“reprendió” a los espíritus inmundos en otras formas y más
manifiestas, mientras que en otros casos simplemente sanó a los
que sufren mediante una palabra.

También se debería notar la diferencia entre la actitud de Satanás
hacia el Señor, y la de los espíritus de maldad. Satanás, el príncipe,
lo tienta, busca impedirlo, incita a los fariseos para que se le
opongan, se esconde detrás de un discípulo para distraerlo, y
finalmente toma a un discípulo para traicionarlo, y finalmente
levanta a la multitud para que lo maten; pero los espíritus del mal
se inclinaron ante Él, rogándole que “los dejara en paz”, y no les
mandara ir al abismo (Lucas 8:31).

El reino de este príncipe engañador es mencionado
específicamente por el Apóstol Pablo en su descripción de él como
“príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2), siendo la esfera especial
de actividad de Satanás y de su jerarquía de poderes los “lugares
celestiales” o aéreos. El nombre Beelzebub, el príncipe de los
demonios, que significa el “dios de las moscas”, habla
sugestivamente del carácter aéreo de las potestades del aire, así
también como la palabra “oscuridad” describe su carácter y sus
hechos. La descripción del Señor de la obra de Satanás a través de
“las aves del cielo” se corresponde notablemente con estas otras
declaraciones, junto con el dicho de Juan de que “todo el mundo
está puesto en maldad” (1 Juan 5:19); el “aire” al ser el lugar de las
obras de estos espíritus aéreos, la mismísima atmósfera en la cual
se mueve la raza humana, se dice que está “puesta en maldad”.

LOS ESPÍRITUS INMUNDOS EN LOS REGISTROS DE LOS EVANGELIOS

El registro del evangelio está lleno de referencias a las obras de los
espíritus inmundos, y muestra que en donde quiera que el Señor se
movía, los emisarios de Satanás brincaban a la manifestación activa
en los cuerpos y las mentes de aquellos a quienes habitaban; y que
el ministerio de Cristo y de sus Apóstoles estuvo dirigido
activamente contra ellos, de manera que una y otra vez los
registros dicen “Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda
Galilea, y echaba fuera los demonios” (Marcos 1:39); Él “echó fuera
muchos demonios; y no dejaba decir a los demonios que le
conocían” (Marcos 1:34); “Y los espíritus inmundos, al verle, se
postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de
Dios” (Marcos 3:11). Luego vino el envío de los doce discípulos
escogidos, cuando nuevamente se tienen en cuenta los espíritus de
maldad, ya que “les dio potestad sobre los espíritus inmundos”
(Marcos 6:7). Posteriormente nombró otros setenta mensajeros, y
a medida que adelantaban en su trabajo, ellos también
descubrieron que los demonios se les sujetaban en su Nombre
(Lucas 10:17).

¿Estaban Jerusalén, Capernaún, Galilea y toda Siria llena de gente
“loca” y “epiléptica” en ese entonces? ¿O la verdad de la posesión
de la gente de los espíritus inmundos era un hecho común? En
cualquier caso es evidente por los registros de las Escrituras que el
Hijo de Dios luchó con las potestades de las tinieblas como la
principal causa activa del pecado y del sufrimiento de este mundo,
y que la parte agresiva de su ministerio y del de sus discípulos,
estaba dirigido persistentemente contra ellos. Por un lado Él trató
con el engañador del mundo, y ató al “hombre fuerte”, mientras
que por otro lado enseñó la verdad acerca de Dios al pueblo, para
destruir las mentiras que el príncipe de las oscuridad había situado
en sus mentes (2 Co. 4:4) acerca de su Padre y de sí mismo.

También descubrimos que le Señor reconoció claramente al diablo
detrás de la oposición de los fariseos (Juan 8:44), y la “hora y la
potestad de las tinieblas” (Lucas 22:53) detrás de sus perseguidores
en el Calvario. Dijo que su misión era “proclamar libertad a los
cautivos” (Lucas 4:18), y quien era el captor Él lo reveló en la
víspera del Calvario, cuando dijo “Ahora es el juicio de este mundo:
ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31), y
más tarde que este “príncipe” vendría a Él una vez más, pero que
no hallaría nada en Él como base para su poder (Juan 14:30).

CRISTO SIEMPRE TRATA CON LOS ENEMIGOS INVISIBLES

Es llamativo descubrir que el Señor no intentó convencer a los
fariseos de sus pretensiones de ser el Mesías, ni tomó la
oportunidad de ganar a los judíos al rendirse a sus deseos de un rey
terrenal. Su único trabajo en este mundo era conquistar
manifiestamente al príncipe satánico de la oscuridad mediante la
muerte en la Cruz (Heb. 2:14) para liberar a sus cautivos de su
control, y luchar contra las huestes invisibles del príncipe de la
oscuridad que obraba detrás de la humanidad (véase 1 Juan 3:8).

La comisión que Él le dio a los doce y a los setenta estaba
exactamente en línea con la suya. Él los envió y “les dio potestad
contra los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para
predicar el evangelio” (Mateo 10:1), para “atar primero al hombre
fuerte” (Marcos 3:27) y luego tomar sus bienes, para luchar con las
huestes de Satanás primero y después “predicar el evangelio”.

De todo esto aprendemos que hay un Satanás, un diablo, un
príncipe de los demonios que dirige toda la oposición a Cristo y a su
pueblo; pero miríadas de espíritus malignos llamados “demonios”,
espíritus mentirosos, espíritus engañadores, espíritus tramposos,
espíritus sucios trabajan activamente en los hombres. Quienes son
y de donde se originan nadie lo puede decir con certeza. Que son
seres espirituales que son malignos está más allá de toda duda; y
que todos los que son desengañados y desposeídos del engaño
satánico, se vuelven testigos por experiencia propia de su
existencia y de su poder. Saben que seres espirituales les hicieron
cosas, y que esas cosas eran malvadas; por lo tanto reconocen que
hay seres espirituales que hacen el mal, y saben que los síntomas,
efectos y manifestaciones de la posesión demoníaca tienen
agencias activas y personales detrás de ellos. Por experiencia saben
que son impedidos por seres espirituales, y por lo tanto saben que
estas cosas son hechas por espíritus malignos que son impedidores.
Por lo tanto, razonando de los hechos experimentales, así también
como del testimonio de la Escritura, saben que estos espíritus
malignos son homicidas, tentadores, mentirosos, acusadores,
falsificadores, enemigos, aborrecedores, y malvados más allá del
poder de conocimiento del hombre.

Los nombres de estos espíritus inmundos describen sus caracteres,
ya que se los llama espíritus “tramposos”, “mentirosos”, “malignos”
y engañadores”, ya que están totalmente dados a toda forma de
maldad, y de engaño y de obras de mentira.

CARACTERÍSTICAS DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS

Cuales son las características de estos espíritus inmundos y como
son capaces de morar en los cuerpos y las mentes de los seres
humanos, se verá mediante un examen cuidadoso de los casos
específicos mencionados en los Evangelios, así también como su
poder para interferir, descarriar y engañar aún a los siervos de Dios,
de las referencias a ellos en otras porciones de la Palabra de Dios.

Los espíritus inmundos generalmente se ven como “influencias” y
no como seres inteligentes, pero su personalidad y entidad, y su
diferencia en carácter como inteligencias distintivas se verán en las
órdenes directas del Señor a ellos (Marcos 1:25; 5:8; 3:11-12; 9:25);
su facultad de habla (Marcos 3:11); sus réplicas a Él, apoyadas en
un lenguaje inteligente (Mt. 8:29); sus sensibilidades de temor
(Lucas 8:31); su expresión definida de deseo (Mt. 8:31); su
necesidad de una morada de descanso (Mt. 12:43); su capacidad
inteligente de decisión (Mt. 12:44); su poder de acuerdo con otros
espíritus; sus grados de maldad (Mt. 12:45); su capacidad de ira
(Mt. 8:28); su fuerza (Marcos 5:4); su capacidad de poseer a un ser
humano, tanto uno sólo (Marcos 1:26) como mil de ellos (Marcos
5:9); su uso de un ser humano como su médium para “adivinar” o
predecir el futuro (Hechos 16:16), o como un gran hacedor de
milagros por su poder (Hechos 8:11).

LA IRA Y LA MALDAD DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS

Cuando los espíritus inmundos actúan con ira, actúan como una
combinación de las personas más locas y malvadas que existan,
pero toda su maldad se hace con la más acabada inteligencia y
propósito. Saben lo que hacer, saben que es malo, terriblemente
malo, y quieren hacerlo. Lo hacen con ira y con el máximo de
malicia, enemistad y odio. Actúan con furia y bestialidad, como un
toro embravecido, como si no tuvieran inteligencia, y aún así con
placentera inteligencia llevan a cabo su obra, mostrando la maldad
de las maldades. Sus actos provienen de una naturaleza
absolutamente depravada, con furia diabólica, y con una
perseverancia inamovible. Actúan con determinación, persistencia
y con métodos habilidosos, esforzándose a sí mismos en contra de
la humanidad, en contra de la Iglesia, y aún más en contra del
hombre espiritual.

MANIFESTACIONES VARIADAS DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS A
TRAVÉS DE LAS PERSONAS

Sus manifestaciones a través de las personas en las cuales obtienen
asidero son variadas en carácter, de acuerdo al grado y clase de
terreno que adquieren por posesión. En un caso bíblico la única
manifestación de la presencia del espíritu inmundo era la mudez
(Mt. 9:32); el espíritu posiblemente estaba localizado en los
órganos vocales; en otro, la persona retenida por el espíritu era
“sordomuda” (Marcos 9:25), y los síntomas incluía echar espuma
por la boca, crujir los dientes – todo relacionado con la cabeza –
pero el agarre del espíritu era de tan larga data (v. 21) que podía
tirar a su víctima y convulsionar todo el cuerpo (Marcos 9:20-22).

En otros casos encontramos meramente un “espíritu inmundo” en
un hombre en una “sinagoga”, probablemente tan oculto que nadie
sabía que el hombre estaba poseído así, hasta que el espíritu gritó
de temor cuando vio a Cristo, y le dijo “¿Has venido para
destruirnos?” (Marcos 1:24); o un “espíritu de enfermedad” (Lucas
13:11) en una mujer de la cual se podía decir que simplemente
necesitaba “sanidad” de alguna enfermedad, o que siempre estaba
cansada y que solamente necesitaba “descansar”, como dirían
algunos en el lenguaje del siglo XX.

Nuevamente, encontramos un caso muy avanzado en el hombre
que tenía la “legión”, que demuestra que la posesión de los
espíritus inmundos alcanzaba tal clímax como para hacer que la
persona parezca loca, ya que su propia personalidad estaba tan
dominada por los espíritus malignos en posesión como para hacer
que pierda todo sentido de decencia y de dominio propio ante los
demás (Lucas 8:27). La unidad de propósito en los espíritus de
maldad de llevar a cabo la voluntad de su príncipe se muestra en
forma especial en este caso, ya que de un acuerdo imploraron que
se les permitiera entrar en los cerdos, y de un acuerdo precipitaron
a toda la piara al mar.

DIFERENTES CLASES DE ESPÍRITUS INMUNDOS

Que hay diferentes clases de espíritus es evidente por todos los
casos que se dan en los registros de los evangelios. Su
manifestación fuera de los casos del evangelio se puede ver en la
historia de la joven de Filipo, poseída por un espíritu de
“adivinación”, y nuevamente en Simón el Mago, que estaba tan
energizado por el poder satánico para hacer milagros que era
considerado “el gran poder de Dios” por la gente engañada (Hechos
8:10).

Los espiritistas hoy en día están engañados hasta el punto en que
verdaderamente creen que se están comunicando con los espíritus
de los muertos, ya que es fácil para los espíritus de maldad
personificar a cualquier muerto, aún a los cristianos más devotos y
santos. Los han observado (Hechos 19:15) toda sus vidas, y
fácilmente pueden falsificar sus voces, o decir algo acerca de ellos y
de sus acciones cuando estaban en la tierra.

LOS ESPÍRITUS INMUNDOS PREDICEN A TRAVÉS DE LOS MÉDIUMS

De igual manera que un “espíritu de adivinación”, los espíritus
engañadores pueden usar “lectores de las palmas de las manos” y
“adivinos” para engañar, ya que en su trabajo de vigilar a los seres
humanos, inspiran a los médiums a predecir, no lo que saben
acerca del futuro – sólo Dios tiene este conocimiento – sino las
cosas que ellos mismos planean hacer; y si pueden hacer que la
persona a la que se le dicen esas cosas coopere con ellos, al aceptar
o creer su “adivinación”, finalmente intentan producirla; ej.: el
médium dice que tal y tal cosa pasará, la persona lo cree, y al creer
se abre a sí misma al espíritu inmundo, para hacer que tal cosa
pase; o sino le da entrada al espíritu o le da vía libre a uno que ya
estaba en posesión, para producir la cosa predicha. No siempre
tienen éxito, y esta es la razón por la que hay tanta incertidumbre
acerca de la respuesta mediante los médiums, porque mucha cosas
pueden impedir las obras de los seres espirituales de maldad,
particularmente la oración de los amigos, o de intercesores en la
Iglesia cristiana.

Estas son algunas de las profundidades de Satanás (Ap. 2:24)
mencionadas por el Señor en su mensaje a Tiatira, refiriéndose
manifiestamente a obras mucho más sutiles entre los cristianos de
ese tiempo, que todo lo que los Apóstoles habían visto en los casos
registrados en loe evangelios. “El misterio de iniquidad ya está
obrando” escribió el Apóstol Pablo (2 Tes. 2:7) mostrando que los
planes de engaño astutamente dispuestos mediante “doctrinas” (1
Tim. 4:1) predichas como su culminación total en los últimos días,
ya estaba obrando en la Iglesia de Dios. Los espíritus inmundos ya
están obrando hoy en día, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y
el “espiritualismo”, en su significado de tratar con los espíritus
inmundos se puede encontrar dentro de la Iglesia y entre los
creyentes más espirituales, separado de su verdadero nombre. Los
hombres cristianos piensas que están libres de espiritismo porque
nunca han estado en una sesión espiritista, sin saber que los
espíritus inmundos atacan y engañan a todo ser humano, y no
confinan su trabajo a la Iglesia o al mundo, sino en donde quiera
que puedan encontrar condiciones que se cumplan para permitirles
manifestar su poder.

EL PODER DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS SOBRE LOS CUERPOS
HUMANOS

El poder de los espíritus inmundos sobre los cuerpos de aquellos a
los que poseen se ve en los casos del evangelio. El hombre con la
legión no era dueño de su propio cuerpo ni de su propia mente. Los
espíritus “lo arrebataban”, “lo agitaban”, lo obligaban a cortarse
con piedras (Marcos 5:5), lo fortalecían para romper cualquier grillo
y cadena (v. 4), “dar voces” (v. 5) y atacar ferozmente a los demás
(Mateo 8:28). El muchacho con el espíritu mudo era derribado a
tierra (Lucas 9:42), y convulsionado por el espíritu; el espíritu lo
forzaba a gritar, y a lastimarse, para que el cuerpo quedara
magullado y lastimado (v. 39). Los dientes, la lengua, los órganos
vocales, los oídos, los ojos, los nervios, los músculos y la respiración
parecen estar afectados e interferidos por los espíritus inmundos
en posesión4. Tanto la debilidad como la fuerza son producidos por
su obra, y los hombres (Marcos 1:23), las mujeres (Lucas 8:2), los
muchachos (Marcos 9:17) y las chicas (Marcos 7:25) están
igualmente abiertos a su poder.

Que los judíos estaban familiarizados con el hecho de la posesión
de espíritus inmundos está claro por sus palabras, cuando vieron a
Cristo el Señor echar a un espíritu ciego y mudo de un hombre (Mt.
12:24). También había hombres entre ellos que conocían algún
método de tratar con tales casos (v. 27). “¿Vuestros hijos por quién
los echan?”, dijo el Señor. Que tal trato con los espíritus inmundos
no era eficaz, se puede deducir de algunos casos que se dan, en
donde parece que el alivio de los dolientes de la posesión de
espíritus inmundos, era lo más que se podía hacer; ej.: (1) el caso
del Rey Saúl, quien era calmado por el toque del arpa de David; (2)
Los hijos de Esceva, que eran exorcistas profesionales, quienes
reconocieron un poder en el Nombre de Jesús que su exorcismo no
tenía. En ambos casos el peligro del alivio intentado y del exorcismo
se muestran en forma llamativa en contraste con la orden completa
manifestada por Cristo y sus Apóstoles. David que le estaba
tocando a Saúl súbitamente está consciente de la jabalina que
lanzada por la mano del hombre que buscaba calmar; y los hijos de
Esceva se encontraron con los espíritus inmundos encima de ellos y
dominándolos ya que usaron el Nombre de Jesús sin la cooperación
divina dada a todo el que ejercita la fe personal en Él. También
entre los paganos, que conocen el veneno de estos espíritus
malignos, la propiciación y el aplacamiento de su odio mediante la
obediencia a ellos es lo más que conocen.

EL EXORCISMO DE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS CONTRASTADO CON
EL PODER DE LA PALABRA DE CRISTO

¡Qué llamativo es contrastar todo esto con la calma autoridad de
Cristo, que no necesitaba adjuración, ni métodos de exorcismo, ni
ninguna preparación prolongada de sí mismo antes de tratar con un
hombre poseído por un espíritu! “Echa fuera los espíritus mediante
la palabra”, “Con autoridad y poder manda y ellos le obedecen”,
era el testimonio asombroso de la gente impresionada; y también
el testimonio de los setenta enviados por Él para usar la autoridad
de su Nombre, ya que descubrieron que los espíritus se les
sujetaban, como lo hacían con su Señor (Lucas 10:17-20).

“Ellos le obedecen”, decía la gente. “Ellos” – los espíritus inmundos
de quienes la gente sabía que eran entidades reales gobernadas
por Beelzebub, su príncipe (Mt. 12:24-27). El dominio completo del
Señor sobre los demonios, obligó a los líderes a encontrar algún
modo de explicar su autoridad sobre ellos, y así mediante esa sutil
influencia de Satanás – con la cual está familiarizado todo el que ha
tenido la oportunidad de conocer sus estratagemas – lo acusan al
Señor de tener Él mismo poder satánico, al decir “Por Beelzebub,
príncipe de los demonios, echa fuera los demonios”, sugiriendo que
la autoridad de Cristo sobre los espíritus inmundos se derivaba de
su jefe y príncipe.

La referencia al reino de Satanás, y a su reinado, quedó sin ser
contradicha por el Señor, que simplemente declaró la verdad en la
faz de la mentira de Satanás, de que Él arrojaba fuera los demonios
“por el dedo de Dios”, y de que el reino de Satanás caería pronto si
él fuera a actuar contra sí mismo y desalojara a sus emisarios de su
lugar de retiro en los cuerpos humanos, en donde únicamente
podían lograr su máximo poder, y hacer el daño más grande entre
los hombres. Que Satanás aparentemente lucha contra sí mismo es
verdad5, pero cuando lo hace, es con el propósito de encubrir algún
plan para mayor conveniencia de su reino.

LA AUTORIDAD SOBRE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS DE LOS
APÓSTOLES DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Que los Apóstoles después de Pentecostés reconocieron y
combatieron a los ciudadanos del mundo invisible, es evidente por
los registros de los Hechos de los Apóstoles, y otras referencias en
las Epístolas. Los discípulos estaban preparados para Pentecostés, y
para la apertura del mundo sobrenatural mediante la venida del
Espíritu Santo, por sus tres años de entrenamiento por el Señor. Lo
habían observado luchar contra los espíritus malignos de Satanás, y
también ellos mismos habían aprendido a luchar contra ellos, de
modo que el poder del Espíritu Santo con seguridad podía darse en
Pentecostés a los hombres que ya conocían las obras del
adversario. Vemos cuan rápidamente Pedro reconoció la obra de
Satanás en Ananías (Hechos 5:3), y como los “espíritus sucios”
salían de su presencia como lo hicieron con su señor (Hechos 5:16).
También Felipe descubrió que las huestes de maldad eran
subordinadas (Hechos 8:7) a la palabra de su testimonio, a medida
que él proclamaba a Cristo al pueblo, y Pablo también conocía el
poder del Nombre del Señor Resucitado (Hechos 19:11) al
enfrentarse contra los poderes del mal.

Está claro por lo tanto en la historia de la Biblia que la
manifestación del poder de Dios invariablemente significaba
enfrentamiento agresivo contra las huestes satánicas; que la
manifestación del poder de Dios en Pentecostés, y a través de los
Apóstoles, significaba una actitud agresiva hacia los poderes de la
oscuridad; y por lo tanto, que el crecimiento y madurez de la Iglesia
de Cristo al fin de la dispensación, significará el mismo
reconocimiento, y la mismo actitud hacia las huestes satánicas del
príncipe del poder del aire; con el mismo testimonio conjunto del
Espíritu Santo de la autoridad del Nombre de Jesús, como en la
Iglesia primitiva. En resumen, que la Iglesia de Cristo encontrará su
nivel de marea alta, cuando sea capaz de reconocer y luchar contra
la posesión demoníaca; cuando conozca como “atar al hombre
fuerte” mediante la oración, “mandar” a los espíritus del mal en el
Nombre de Cristo, y de librar a los hombres y las mujeres de su
poder.

LA IGLESIA EN EL SIGLO XX DEBE RECONOCER LOS PODERES DE LA
OSCURIDAD

Por esto la Iglesia cristiana debe reconocer que la existencia de
espíritus engañadores, mentirosos, es tan real en el siglo XX como
en el tiempo de Cristo, y su actitud hacia la raza humana no
cambió. Que su única meta incesante es engañar a todo ser
humano. Que están dados a ala maldad todo el día y toda la noche,
y que están incesantemente y activamente vertiendo un arroyo de
maldad en el mundo, y sólo están satisfechos cuando triunfan en
sus planes malvados para engañar y arruinar a los hombres.

Con todo, los siervos de Dios han estado preocupados solamente
con destruir sus obras, y de luchar contra el pecado, sin reconocer
la necesidad de usar el poder dado por Cristo, para resistir
mediante la fe y la oración, y la oración y la fe, esta permanente
inundación corrientosa de poder satánico vertida entre los
hombres, de forma que los hombres y las mujeres, jóvenes y viejos,
y aún cristianos y no cristianos, sean engañados y poseídos
mediante su astucia, y a causa de la ignorancia acerca de ellos, y de
sus artimañas.

Estas fuerzas sobrenaturales de Satanás son el verdadero
impedimento para el avivamiento. El poder de Dios que irrumpió en
Gales, con todas las marcas del día de Pentecostés, fue jaqueado e
impedido de continuar hasta la totalidad de su propósito6 por el
mismo influjo de espíritus inmundos como el que enfrentaron
Cristo el Señor en la tierra, y los Apóstoles en la Iglesia primitiva,
con la diferencia de que las incursiones de los poderes de la
oscuridad halló a los cristianos del siglo XX, con pocas excepciones,
incapaces de reconocerlos y de enfrentarlos. Ha seguido la
posesión por parte de espíritus inmundos, y jaqueó a todo
avivamiento similar a lo largo del siglo veinte desde Pentecostés6 y
estas cosas se deben entender desde ahora y se deben enfrentar, si
es que la Iglesia va a avanzar hacia la madurez. Entender no sólo en
el grado de posesión registrado en los evangelios, sino también en
las formas especiales de manifestación adaptadas al cierre de la
dispensación, bajo el disfraz del Espíritu Santo, aunque tienen las
mismas marcas características en los síntomas corporales, que se
ven en los registros de los evangelios, cuando todos los que vieron
la manifestación supieron que era la obra de los espíritus de
Satanás.



Capítulo 3
El engaño por parte de los espíritus inmundos en los tiempos
modernos.

En el ataque especial del engañador que vendrá sobre toda la
Iglesia verdadera al cierre de la era, mediante el ejercito de
espíritus engañadores, hay algunos que son atacados más que otros
por los poderes de la oscuridad, que necesitan luz sobre sus obras
engañosas, para que puedan pasar la prueba de la Última Hora, y
ser tenidos por dignos de escapar de la hora de juicio más grande,
que viene sobre la tierra (Lucas 21:34-36; Ap. 3:10).

Esto se debe a que entre aquellos que son miembros del Cuerpo de
Cristo hay grados de crecimiento, y por lo tanto grados de prueba
permitidos por Dios, quien provee una vía de escape para aquel
que conoce su necesidad y mediante la vigilia en oración mira que
no caiga. El es el Señor Soberano del Universo, y a Satanás le ha
establecido límites con cada creyente redimido (véase Job 1:12;
2:6; Lucas 22:31). Algunos de los miembros de Cristo todavía están
en la etapa de la primera infancia y otros ni siquiera conocen la
recepción inicial del Espíritu Santo. A los tales este libro no tiene
mucho que decirles, ya que están entre los más débiles que
necesitan la “leche de la Palabra”. Pero hay otros que se pueden
describir como la guardia avanzada de la Iglesia de Cristo, que han
sido bautizados con el Espíritu Santo, o que están buscando ese
bautismo; creyentes honestos y sinceros, que gimen y lloran por la
impotencia de la verdadera Iglesia de Cristo y que se duelen de que
su testimonio sea tan ineficaz; de que el espiritismo y la ciencia
cristiana y otros “ismos” están arrastrando a miles a sus errores
engañosos, sin pensar que, a medida que ellos mismos se adentran
en el reino espiritual, el engañador, que ha descarriado a otros,
tiene artimañas especiales preparadas para ellos, para que pueda
volver ineficaz su poder agresivo contra él. Estos son los que están
en peligro del engaño especial de los falsos “Cristos” y de los falsos
profetas y al cebo sorprendente de “señales y maravillas” y de
“fuego del cielo”, planeado para enfrentar su anhelo de la poderosa
interposición de Dios en la oscuridad que se establece sobre la
tierra, pero quienes no reconocen que tales obras de los espíritus
del mal son posibles, y así no están preparados para enfrentarlas.

Estos son los que también están incesantemente dispuestos a
seguir al Señor a cualquier costa, aunque no se dan cuenta de la
falta de preparación para la contienda con las fuerzas espirituales
del mundo invisible, a medida que siguen adelante hacia las cosas
espirituales más completas. Creyentes que están llenos de
concepciones mentales forjadas en ellos en los años anteriores, que
le impiden al Espíritu de Dios prepararlos para todo lo que
enfrentarán a medida que siguen adelante hacia la meta codiciada;
concepciones que también le impiden a los otros darles de las
Escrituras mucho de lo que necesitan saber del mundo espiritual en
el cual están avanzando tan ciegamente. Concepciones que los
adormecerán hasta tener una falsa seguridad, y que la darán
terreno y hasta producirán ese mismo engaño que le permite al
engañador tener una presa fácil.

¿LAS “ALMAS HONESTAS” PUEDEN SER ENGAÑADAS?

Una idea prevaleciente que tales creyentes han incrustado en sus
mentes es que a “los que buscan a Dios honestamente” no se les
permitirá ser engañados. Que esta es una de las mentiras de
Satanás, adormecer a los que buscan a Dios para llevarlos a una
posición de seguridad falsa, está demostrado por la historia de la
Iglesia durante los últimos dos mil años, ya que cada “estratagema
de error” que ha dado triste fruto durante este período, primero
capturó a los creyentes devotos que eran “almas honestas”. Los
errores entre los grupos de esos creyentes, algunos bien conocidos
para la generación actual, empezaron todos siendo hijos de Dios
“honestos”, bautizados con el Espíritu Santo; y todos estaban tan
seguros de que al conocer el descarrío de otros antes que ellos no
serían nunca atrapados por las artimañas de Satanás. Aunque ellos
también han sido engañados por espíritus mentirosos, que
falsifican la obra de Dios en rangos más altos de la vida espiritual.

Entre tales creyentes devotos, los espíritus mentirosos han obrado
sobre su determinación de obedecer literalmente las Escrituras, y
mediante la mala utilización de la letra de la Palabra escrita, se han
adentrado en fases de verdad desequilibrada, dando como
resultado prácticas erróneas. Muchos que han sufrido por su
adhesión a estos “mandamientos bíblicos” creen firmemente que
son mártires que están sufriendo por Cristo. El mundo llama
“rayados” y “fanáticos” a estos creyentes, aunque dan evidencia de
la más alta devoción y amor a la Persona del Señor, y podrían ser
liberados, si sólo entendiesen porqué los poderes de la oscuridad
los engañaron y el modo de liberación de su poder.

El resultado del Avivamiento en Gales, que fue verdaderamente
una obra de Dios, reveló cantidades de “almas honestas” que
quedaron tan atraídos por los poderes sobrenaturales de la
oscuridad que no eran capaces de discernirlos de la verdadera obra
de Dios. Y aún después del Avivamiento Galés, ha habido otros
“movimientos”, con grandes cantidades de siervos de Dios
honestos arrastrados al engaño, a través de las artimañas de
espíritus engañadores que falsificaban las obras de Dios; todas
“almas honestas” engañadas por el sutil adversario, y determinados
a seguir siendo guiados a engaños aún más profundos, sin importar
su honestidad ni sinceridad, si no se despiertan para “regresar a la
sobriedad” y recuperarse de la trampa del diablo en la cual han
caído (2 Tim. 2:26).

LA FIDELIDAD A LA LUZ NO ES SUFICIENTE SALVAGUARDIA CONTRA
EL ENGAÑO

Los hijos de Dios necesitan saber que ser verdaderos en sus
motivos y fieles a la luz, no es suficiente salvaguardia contra el
engaño; y que no es seguro para ellos confiar solamente en su
“honestidad de propósito” como si garantizara protección de las
estratagemas del enemigo, en vez de prestar atención a las
advertencias de la Palabra de Dios, y vigilar en oración.

Los cristianos que son fieles y honestos pueden ser engañados por
Satanás y por sus espíritus engañadores, por las siguientes razones:
Cuando el hombre se convierte en un hijo de Dio, por el poder
regenerador del Espíritu, dándole nueva vida a medida que confía
en la obra redentora de Cristo, no recibe al mismo tiempo plenitud
de conocimiento, tanto de Dios, como de sí mismo o del diablo.
La mente que por naturaleza está oscurecida (Ef. 4:18), y bajo un
velo creado por Satanás (2 Co. 4:4) sólo se renueva y el velo se
destruye hasta el punto en que la luz de la verdad lo penetra, y de
acuerdo a la medida en que el hombre es capaz de comprender.
El “engaño” tiene que ver con la mente, y significa que un
pensamiento erróneo admitido en la mente, bajo el engaño de que
es verdad. Ya que el “engaño” se basa en la ignorancia y no en el
carácter moral, un cristiano que el “verdadero” y “fiel” de acuerdo
al conocimiento que tiene, debe estar abierto al engaño en la
esfera en la que es ignorante de los “maquinaciones” del diablo (2
Co. 2:11), y de lo que es capaz de hacer. Un cristiano “verdadero” y
“fiel” es probable que sea “engañado” por el diablo a causa de su
ignorancia.
El pensamiento de que Dios protegerá a un creyente de ser
engañado si es verdadero y fiel, es en sí mismo un engaño, porque
le baja la guardia a un hombre, e ignora el hecho de que hay
condiciones de parte del creyente, las cuales se tiene que cumplir
para que Dios obre. Dios no hace nada en lugar del hombre, sino
mediante la cooperación del hombre con Él; ni promete compensar
la ignorancia del hombre, cuando Él ha provisto conocimiento para
é que evitará que sea engañado.
Cristo nunca habría advertido a sus discípulos “Mirad.. que no os
engañen” si no hubiera habido peligro de engaño, o si Dios hubiera
prometido guardarlos del engaño aparte de su “mirad”, y su
conocimiento de tal peligro.

El conocimiento de que es posible ser engañado, mantiene la
mente abierta ala verdad y a la luz de Dios, y es una de las
condiciones primarias para mantener el poder de Dios; mientras
que una mente cerrada a la luz y a la verdad, ciertamente es una
garantía de engaño por parte de Satanás a la primera oportunidad.

EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO

A medida que miramos atrás en la historia de la Iglesia, y vemos el
surgimiento de varias “herejías” y engaños – como a veces se las ha
llamado – podemos rastrear el período de engaño como si
comenzara con una gran crisis espiritual, tal como la que en los
últimos años hemos llamado “el Bautismo del Espíritu Santo”; una
crisis en la que el hombre se entrega a sí mismo en abandono total
al Espíritu Santo, y al hacerlo así se abre a los poderes
sobrenaturales del mundo invisible.

La razón del peligro de esta crisis es que hasta este momento el
creyente usaba su facultad de razonamiento al juzgar lo bueno y lo
malo, y obedecía lo que él creía que era la voluntad de Dios, por
principios; pero ahora, en su abandono al Espíritu Santo, empieza a
obedecer a una Persona invisible, y a someter sus facultades, y su
capacidad de razonar en obediencia ciega a lo que cree que es de
Dios. Qué significa el Bautismo del Espíritu Santo se tratará en un
capítulo posterior1; en este momento sólo es necesario decir que es
una crisis en la vida de un cristiano, que nadie sino los que la han
experimentado la pueden entender completamente. Significa que
el Espíritu de Dios se vuelve tan real para el hombre que su objetivo
en la vida de aquí en más es la “obediencia implícita al Espíritu
Santo”. La voluntad se rinde para llevar a cabo la Voluntad de Dios
a toda costa, y todo el ser se somete a los poderes del mundo
invisible: por supuesto, el creyente se propone que solamente será
el poder de Dios, sin tener en cuenta que hay otros poderes en el
reino espiritual, y que todo lo que es “sobrenatural” no es todo de
Dios; y sin darse cuenta de que esta rendición absoluta de todo el
ser a fuerzas invisibles, sin saber como discernir entre los poderes
contrarios de Dios y de Satanás, debe ser del más grave riesgo para
el creyente inexperto.

La pregunta sobre si esta rendición para “obedecer al Espíritu” está
o no de acuerdo con las Escrituras, se debe examinar en vista del
modo en que tantos creyentes de todo corazón se han descarriado,
ya que es raro que una actitud que es escritural sea tan
lastimosamente la causa de peligro y a menudo de hundimiento
completo para tantos hijos devotos de Dios.

¿LA FRASE OBEDECER “AL ESPÍRITU” ES ESCRITURAL?

“El Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen”, es la
frase principal que le da surgimiento a la expresión “obedecer al
Espíritu”. Fue usada por Pedro ante el Concilio en Jerusalén, pero
en ninguna otra parte en las Escrituras se da el mismo
pensamiento. El pasaje entero necesita leerse cuidadosamente
para alcanzar una conclusión clara. “Debemos obedecer a DIOS”
(Hechos 5:29), le dijo Pedro al Sanhedrín, ya que “somos testigos…
y también lo es el Espíritu Santo que Dios le ha dado a los que le
obedecen” (v. 32). ¿De acuerdo a las primeras palabras del pasaje,
el Apóstol quiere decir “obedecer al Espíritu” o “obedecer a DIOS”?
La distinción es importante, y el trasfondo de las palabras sólo se
puede entender correctamente mediante la enseñanza de otras
partes de la Escritura, que el DIOS triuno en el cielo se debe
obedecer mediante el poder del Espíritu Santo que habita en el
creyente. Ya que el lugar del Espíritu Santo como objeto de
obediencia, en vez de Dios el Padre, a través del Hijo, mediante el
Espíritu Santo, crea el peligro de guiar al creyente a confiar o a
obedecer a un “Espíritu” en él o alrededor de él, en vez de Dios en
el trono en el cielo, quien debe ser obedecido por el hijo de Dios
unido a su Hijo; el Espíritu Santo es el medio de comunicación, o el
instrumento, a través de quien se adora a Dios y se lo obedece.

LA VERDADERA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL CREYENTE

Sin embargo, el Bautismo del Espíritu, trae al Espíritu Santo como
Persona al rango de la conciencia del creyente de tal manera que
por el momento, las otras Personas de la Trinidad en el cielo
pueden ser eclipsadas. El Espíritu Santo se vuelve el centro y el
objeto del pensamiento y de la adoración, y se le da un lugar el cual
Él mismo no desea, y que no es el propósito del Padre en el cielo
que Él tenga o que ocupe. “Él no hablará de Sí mismo” (Juan 16:13),
dijo el Señor antes del Calvario, mientras contaba de su venida en
Pentecostés. El actuaría como Maestro (Juan 14:26), pero que
enseñaría las palabras de Otro, no las suyas; Él daría testimonio de
Otro, no de Sí mismo (Juan 16:13); en resumen, toda su obra sería
guiar las almas a la unión con el Hijo, y al conocimiento del Padre
en el cielo, mientras que Él mismo dirige y obra en el trasfondo.

Pero la apertura del mundo espiritual que tiene lugar a través de la
llenura del Espíritu, y la obra del Espíritu, que ahora ocupa la
atención del creyente, es exactamente la oportunidad para que el
archiengañador comience sus artimañas de una nueva forma. Si el
hombre no está enseñado en las declaraciones escriturales de la
obra del Dios Trino, “obedecer al Espíritu” es ahora su propósito
supremo; y falsificar la guía del Espíritu y al Espíritu mismo ahora es
el plan del engañador, ya que de alguna manera debe recuperar el
poder sobre el siervo de Dios, como para volverlo inútil para la
guerra agresiva contra las fuerzas de la oscuridad, para arrastrarlo
de vuelta al mundo, o de algún modo descarriarlo del servicio
activo para Dios.


EL PELIGRO DEL TIEMPO DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU

Es justo aquí que la ignorancia del creyente acerca de (1) el mundo
espiritual ahora abierto a él, (2) las obras de los poderes de maldad
en ese reino, y (3) las condiciones con las cual Dios trabaja en él y a
través de él le da la oportunidad al enemigo. Es el tiempo de peligro
más grande para todo creyente, a menos que se lo instruya y se lo
prepare, como los discípulos lo fueron por tres años enteros por el
Señor. El peligro yace en la línea de “guía” sobrenatural, merced a
no conocer la condición de cooperación con el Espíritu Santo, y
como discernir la voluntad de Dios; y en las manifestaciones
falsificadas, merced a no conocer el “discernimiento de espíritus”
necesario para detectar las obras del falso ángel de luz, quien es
capaz de producir dones falsificados de profecía, de lenguas, de
sanidades, y otras experiencias espirituales, relacionadas con la ora
del Espíritu Santo.

Los que tienen sus ojos abiertos a las fuerzas opositoras del reino
espiritual, entienden que muy pocos creyentes pueden garantizar
que están obedeciendo a Dios, y solamente a Dios, en la guía
sobrenatural directa, porque hay tantos factores que es probable
que intervengan, tales como la propia mente del creyente, su
propio espíritu, su propia voluntad, y la intromisión engañosa de los
poderes de la oscuridad.

Ya que los espíritus inmundos pueden falsificar a Dios el Padre, Hijo
o Espíritu Santo, el creyente también necesita saber muy
claramente los principios sobre los cuales Dios obra, para detectar
entre las obras divinas y satánicas. Hay un “discernimiento” que es
un don espiritual que le permite al creyente discernir los
“espíritus”, pero este también requiere conocimiento de “doctrina”
(1 Juan 4:1), como para discernir entre la doctrina que es de Dios, y
las doctrinas, o las enseñanzas de espíritus seductores.

Hay una detección, por el don de discernimiento de espíritus, de
qué espíritu está obrando, y hay una prueba de espíritus, que es
doctrinal. En el primero el creyente puede decir por un espíritu de
discernimiento, que los espíritus mentirosos están obrando en una
reunión, o en una persona, pero puede que no tenga el
entendimiento necesario para probar las “doctrinas” presentadas
por un maestro. En ambos casos necesita conocimiento;
conocimiento para leer su espíritu con seguridad en la faz de toda
apariencia contraria, de que las obras sobrenaturales son “de Dios”;
y conocimiento para detectar la sutileza de las “enseñanzas” que
llevan ciertas indicaciones infalibles de que emanan del abismo,
mientras que parecen ser de Dios.

En la obediencia personal a Dios, el creyente puede detectar si él
está obedeciendo a Dios en alguna “orden” juzgando por sus frutos,
y por el conocimiento del carácter personal de Dios, tal como la
verdad de que (1) Dios siempre tiene un propósito en sus órdenes,
y que (2) Él no dará orden fuera de armonía con su carácter y con
su Palabra. Otros factores necesarios para el conocimiento claro se
tratarán con posterioridad.


POR QUÉ EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU ES UN TIEMPO ESPECIAL DE
PELIGRO

Aquí surge otra pregunta de grave importancia. ¿Por qué después
del Bautismo del Espíritu Santo, el creyente debería estar tan
especialmente abierto a las obras del engañador, para que el
enemigo tenga terreno sobre el cual trabajar, y con el Espíritu
Santo tan manifiestamente en posesión, como puede ser posible el
“terreno”, o que el creyente esté abierto a la aproximación del
engañador?

Posiblemente porque en los años anteriores, por rendirse al
pecado, un espíritu inmundo puede haber obtenido acceso al
cuerpo o a la mente, y ocultándose profundamente en la estructura
del hombre, nunca se lo ha detectado ni desalojado. La
manifestación de este espíritu inmundo posiblemente sea
aparentemente tan “natural”, o está tan identificada con el carácter
de la persona, como para haber tenido un señorío sin
impedimentos en su ser, tal como una idea determinada en la
mente que se considera como parte de la idiosincrasia del hombre,
algún hábito corporal, como parte de la crianza del hombre mismo,
por lo tanto “soportado” por los demás, y que es pasado por alto
por el creyente por ser una cosa legal, o de importancia trivial; o
bien este espíritu inmundo ha tenido alojamiento gracias a un
pecado conocido solamente por la persona, o mediante una
disposición que le dio señorío. (Véase también “Pasividad”, Cap. 4 y
“obsesión” Cap. 5).

En el Bautismo del Espíritu, la voluntad pecaminosa por necesidad
habrá sido tratada5; esto es, las “obras del diablo”, pero el espíritu
inmundo manifestado en la idiosincrasia particular queda sin
detectar. El Bautismo del Espíritu tiene lugar y el Espíritu Santo
llena el espíritu del hombre; el cuerpo y la mente quedan rendidos
a Dios, pero oculto secretamente en uno o en ambos6, está el
espíritu o los espíritus inmundos, que obtuvieron alojamiento años
antes, pero que ahora irrumpen a la actividad, y ocultan sus
“manifestaciones” bajo la cubierta de las verdaderas obras del
Espíritu de Dios, que habita dentro del templo interno del espíritu.

El resultado de esto es que por un tiempo el corazón está lleno de
amor; el espíritu está lleno de luz y de gozo, la lengua se suelta para
testificar, pero antes de mucho tiempo se puede detectar un
“espíritu fanático” entrar arrastrándose, o un sutil espíritu de
orgullo, o de auto importancia y de auto agrandamiento,
concurrentemente con los otros frutos puros del Espíritu, que
innegablemente son de Dios.

Cual es el terreno sobre el cual el engañador actúa para llevar a
cabo sus planes, y cuales son esos planes, y porqué en muchos
casos triunfan en capturar a los creyentes devotos, lo trataremos
más tarde en este libro. El hecho a enfatizar ahora es que los
creyentes “honestos” y sinceros pueden ser engañados, y hasta
“poseídos” por los espíritus engañadores, de manera que por un
período se salen de la línea principal a un atascadero de engaño, o
quedan engañados hasta el fin, a menos que les alcance la luz para
su liberación.

LA NECESIDAD DE EXAMEN DE LAS TEORÍAS

A la luz de la obra de los espíritus engañadores, y de sus métodos
de engaño, también se vuelve claro que es necesario el examen
cuidadoso de las teorías del siglo XX, de sus concepciones, y de sus
expresiones relacionadas con cosas conectadas con Dios, y con su
modo de obrar en el hombre; ya que solamente la verdad de Dios,
separada de las “opiniones” de la verdad, brindarán protección, o
bienestar en el conflicto con los espíritus malignos en las esferas
celestes.

Todo lo que en cualquier grado sea el resultado de la mente del
“hombre natural” (1 Co. 2:14) resultarán ser simplemente armas de
paja en esta gran batalla, y si confiamos en las “opiniones de la
verdad” de los otros, o en nuestras concepciones humanas de la
verdad, Satanás usará esas mismas teorías y puntos de vista para
engañarnos, hasta edificándonos en estas teorías y puntos de vista,
para que bajo la cubierta de ellas el pueda lograr sus propósitos.

Por lo tanto en este momento, no podemos sobreestimar la
importancia de que los creyentes tengan mentes abiertas para
“examinar todas las cosas” que han pensado, y que han enseñado,
relacionadas con las cosas de Dios, y con el reino espiritual. Todas
las “verdades” que han sostenido, todas las frases y expresiones
que han enseñado en esas “enseñanzas de santidad”, y todas las
enseñanzas que han absorbido a través de los otros; ya que
cualquier interpretación equivocada de la verdad, cualquieras
teorías y frases que sean concebidas por el hombre, y sobre las
cuales podamos edificar equivocadamente, tendrán consecuencias
peligrosas para nosotros mismos, y para los demás, en el conflicto
que la Iglesia y que el creyente individual están atravesando ahora.
Ya que en los “últimos tiempos” los espíritus inmundos vendrán a
ellos con engaños en forma doctrinal, los creyentes deben
examinar cuidadosamente lo que aceptan como “doctrina”, por
temor a que sea de los emisarios del engañador.

AL CREYENTE ESPIRITUAL SE LO EXHORTA A JUZGAR TODAS LAS
COSAS

El deber de examen de las cosas espirituales es instado
enérgicamente por el Apóstol Pablo, una y otra vez. “El que es
espiritual juzga (margina, examina, o como en griego, investiga y
decide) todas las cosas” (1 Co. 2:15). El creyente “espiritual” debe
usar su “juicio”, que es una facultad renovada si es que es un
“hombre espiritual”, y este examen espiritual, o juicio, se menciona
como operativo en conexión con las “cosas del Espíritu de Dios” (1
Co. 2:14), demostrando como el mismo Dios honra la personalidad
inteligente del hombre que Él crea de nuevo en Cristo, al invitar al
“juicio” y al “examen” de sus propias obras mediante su Espíritu; de
manera que hasta “las cosas del Espíritu” no se deben recibir de Él
sin ser examinadas, y “discernidas espiritualmente” como que son
de Dios. Por lo tanto, cuando se dice que conexión con las
manifestaciones sobrenaturales y anormales del tiempo presente,
que no es necesario, ni siquiera de acuerdo a la voluntad de Dios,
que los creyentes entiendan o que expliquen la voluntad de Dios,
está en desacuerdo con la declaración del Apóstol de que “el que es
espiritual juzga todas las cosas”, y consecuentemente de que
debería rechazar todas las cosas las cuales su juicio espiritual es
incapaz de aceptar, por lo menos hasta el tiempo en que sea capaz
de discernir con claridad cuales son las cosas de Dios.

Y no solamente el creyente debe discernir o juzgar las cosas del
espíritu – es decir, todas las cosas en el reino espiritual – sino que
también debe juzgarse a sí mismo. Ya que “si nos examinásemos a
nosotros mismos” – la palabra griega significa un examen
exhaustivo – no necesitaríamos el trato del Señor, para traer luz a
las cosas en nosotros mismos que no hemos sido capaces de
discernir mediante la discriminación (1 Co. 11:31).

“Hermanos, no seáis niños en el sentido, sino sed niños en la
malicia: empero PERFECTOS EN EL SENTIDO” (gr. de edad completa
o madura, 1 Co. 14:20), escribió el Apóstol nuevamente a los
Corintios, a medida que les explicaba el modo de obrar del Espíritu
entre ellos. El creyente en el “sentido” debe ser de “edad madura”,
esto es, debe ser capaz de examinar, de “traer a prueba” (gr.,
probar, demostrar, examinar, 2 Tim. 4:2, R.V.), y “examinadlo todo”
(1 Tes. 5:21). Debe abundar en conocimiento y en “todo
discernimiento”, como para “probar las cosas que difieren”, para
que pueda ser “sincero y sin ofensa” para el día de Cristo (Fil. 1:10).

LAS EXPRESIONES, “OPINIONES” Y DOCTRINAS NECESITAN
EXAMINARSE

De acuerdo con estas directivas de la Palabra de Dios, y en vista del
tiempo crítico a través del cual está pasando la Iglesia de Cristo,
toda expresión, “opinión” o teoría que tengamos relacionada con
las cosas, ahora se debería examinar cuidadosamente y traerse a
prueba con un deseo abierto y honesto de conocer la verdad pura
de Dios, así también como toda declaración que llegue a nuestro
conocimiento de la experiencia de los demás, que pueda arrojar luz
sobre nuestro propio camino. Cada crítica – justa o injusta – se
debería recibir humildemente, y examinarse para descubrir su
fundamento, aparente o real; y los hechos relacionados con las
verdades espirituales de cada sector de la Iglesia de Dios, se
debería analizar, independientemente de su placer o dolor hacia
nosotros personalmente, tanto para nuestra iluminación o para
nuestro equipamiento para el servicio de Dios. Porque el
conocimiento de la verdad es lo más esencial para la guerra con los
espíritus mentirosos de Satanás, y porque la verdad se debe buscar
con avidez, y enfrentarse con un deseo honesto y sincero de
conocerla y obedecerla a la luz de Dios; la verdad relacionada con
nosotros mismos, discernida por la discriminación imparcial; la
verdad de las Escrituras, no coloreada, no retorcida, no mutilada,
no diluida; la verdad al enfrentar los hechos de la experiencia en
todos los miembros del Cuerpo de Cristo, y no sólo en una sección.



EL LUGAR DE LA VERDAD EN LA LIBERACIÓN

Hay un principio fundamental involucrado en el poder liberador de
la verdad de los engaños del diablo. La liberación de creer las
mentiras debe ser por creer la verdad. Nada puede quitar una
mentira sino la verdad. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os
libertará” (Juan 8:32), es aplicable a todo aspecto de verdad, así
también como a la verdad especial referida por el Señor cuando Él
dijo las palabras que envolvían otras palabras.

En la primerísima etapa de la vida cristiana el pecador debe
conocer la verdad del evangelio, si es que será salvo. Cristo es el
Salvador, pero Él salva a través delos instrumentos o los medios y
no aparte de ellos. Si el creyente necesita liberación, debe pedírsela
al Hijo de Dios. ¿Cómo libera el Hijo de Dios? Mediante el Espíritu
Santo, y el Espíritu Santo lo hace mediante la instrumentación de la
verdad, o podemos decir en resumen, la libertad es el don del Hijo,
mediante el Espíritu Santo obrando a través de la verdad.

Hay tres etapas de aprender la verdad:

1. Percepción de la verdad por el entendimiento.
2. Percepción de la verdad por el uso y la aplicación personal.
3. Percepción de la verdad por la enseñanza y por pasársela a los
otros.

La verdad aparentemente no asida puede yacer en la mente, y en la
hora de necesidad súbitamente emerge a la experiencia, y así
mediante la experiencia se vuelve claro a la mente en la cual ha
estado yaciendo adormecida. Es solamente mediante la aplicación
continua y mediante la asimilación de la verdad en la experiencia,
que se vuelve clara a la mente para enseñársela a los otros.

La gran necesidad de todos los creyentes es que busquen
ávidamente la verdad para su liberación progresiva de todas las
mentiras de Satanás, ya que el conocimiento y la verdad por sí solos
pueden dar la victoria sobre Satanás como engañador y mentiroso.
Si los oyentes de la verdad la resistiesen, o se rebelaran contra ella,
la verdad bien puede dejarse al cuidado del Espíritu Santo de
Verdad. Aún en el caso de resistencia a la verdad por lo menos ha
llegado a la mente, y en cualquier momento puede fructificar hasta
llegar a la experiencia.

Hay tres actitudes de la mente en relación al conocimiento, a saber,

1. Asunción de conocer cierta cosa.
2. Neutralidad hacia ella, es decir “no sé”.
3. Certeza de conocimiento verdadero.

Esto está ejemplificado en la vida de Cristo. Algunos decían de Él
“es un falso profeta”, con una asunción de conocimiento; otros
decían “no sabemos”, tomando una posición de neutralidad hasta
que lo supieran; pero Pedro dijo “Sabemos…” y él tenía verdadero
conocimiento.

LA SEGURIDAD DE UNA ACTITUD NEUTRAL A TODAS LAS
MANIFESTACIONES SOBRENATURALES

Cuando los creyentes oyen por primera vez la posibilidad de la
falsificación de las obras de Dios y de las cosas divinas,
invariablemente preguntan “¿Cómo vamos a saber cuál es cuál?”.
En principio, es suficiente para ellos saber que tales falsificaciones
son posibles; y entonces, a medida que maduran, o buscan luz de
Dios, aprenden a conocer por sí mismos, ya que ningún ser humano
se lo puede explicar.

Pero gritan “No sabemos, y ¿cómo podemos saber?”. Deberían
permanecer neutrales a todas las obras sobrenaturales hasta que lo
sepan. Hay entre muchos una ansiedad equivocada por conocer,
como si el conocimiento por sí solo pudiera salvarlos. Piensan que
deben estar a favor o en contra de ciertas cosas, que no pueden
decidir si son de Dios o del diablo, y quieren conocer infaliblemente
cuál es cuál, para que puedan declarar su posición: pero los
creyentes pueden tomar la actitud de “a favor” o “en contra” sin
saber si las cosas de las que dudan son de divinas o satánicas; y
pueden ellos mismos mantener la sabiduría y la seguridad de la
posición neutral hacia las cosas, hasta que por medios que no se
pueden describir completamente, sepan lo que han querido
entender.

Un efecto del excesivo afán de desear el conocimiento es una
ansiedad febril y una impaciencia incesante, preocupación y
perturbación que causa pérdida de equilibrio moral y de poder. Es
importante al buscar una “bendición” no destruir otra. Al buscar
conocimiento de las cosas espirituales que el creyente no pierda la
paciencia, y el sosiego quieto y calmado y la fe; que se vigile a sí
mismo, para que el enemigo no gane ventaja y le robe el poder
moral, mientras que está entusiasmado por tener luz y verdad del
camino de victoria sobre él.

CONCEPCIÓN EQUIVOCADA DEL REFUGIO DE LA SANGRE

De aquí en más pasamos a tratar el terreno para la obra de los
espíritus engañadores en los creyentes, se referirá brevemente a
algunas malas interpretaciones de la verdad que le están dando
terreno a los poderes de las tinieblas en este momento, y que
necesitan examen para descubrir qué lejos están de la verdad de
acuerdo con la Escritura. (1) Una concepción equivocada del
“refugio de la Sangre” reclamada sobre una asamblea como
garantía de una protección absoluta contra la obra de los poderes
de las tinieblas.

La “proporción de verdad” del Nuevo Testamento relacionada con
la aplicación de la Sangre, por el Espíritu Santo, se puede decir
brevemente que es como sigue: – (1) La Sangre de Jesús limpia de
pecado, (a) “si andamos en luz”, y (b) “si confesamos nuestros
pecados” (1 Juan 1:7, 9). (2) La Sangre de Jesús da acceso al Lugar
Santísimo, a causa del poder limpiador del pecado (Hebreos 10:19).
(3) La Sangre de Jesús es el terreno de victoria sobre Satanás, a
causa de su limpieza de todo pecado confesado, y porque en el
Calvario Satanás fue conquistado (Ap. 12:11), pero no leemos que
nadie se pueda poner “bajo la Sangre” aparte de su propia
voluntad y de su condición individual ante Dios; es decir, si se
reclama el “refugio de la Sangre” sobre una asamblea de gente, y
uno presente le está dando terreno a Satanás, el “reclamo de la
Sangre” no llega a impedir que Satanás obre sobre el terreno al que
tiene derecho en esa persona.

En reuniones de gente en todas las etapas del conocimiento y de la
experiencia espiritual, el efecto real de reclamar el poder de la
Sangre sólo puede ser sobre la atmósfera en donde están los
espíritus inmundos; y el Espíritu Santo da testimonio de que hay un
efecto limpiador inmediato, como se ejemplifica en Ap. 12:11, en
donde la guerra de que se habla es en los “cielos”, con un enemigo
espiritual, obrando como acusador.

Por lo tanto, un error de concepto sobre el poder protector de la
Sangre es grave, ya que aquellos que están presentes en una
reunión en donde está obrando tanto Satanás como Dios, pueden
creer que están seguros personalmente de las obras de Satanás,
aparte de su condición individual y de su trato con Dios, mientras
que a través del terreno cedido que le han dado al adversario –
consciente o inconscientemente – están abiertos a su poder.

CONCEPCIONES EQUIVOCADAS RELACIONADAS CON “ESPERAR AL
ESPÍRITU”

(2) Concepciones equivocadas relacionadas con “esperar al Espíritu”
que descienda. Aquí otra vez encontramos expresiones y teorías
que extravían y abren la puerta a los engaños satánicos. “Si
queremos una manifestación pentecostal debemos ‘aguardar’
como hicieron los discípulos antes de Pentecostés”, nos hemos
dicho el uno al otro, y nos hemos aferrado al texto en Lucas 24:49 y
Hechos 1:4, y pasamos el dicho. “Sí, debemos ‘aguardar’”, hasta
que obligados por las incursiones del adversario en las “reuniones
de espera” hemos tenido que escudriñar las Escrituras una vez más,
para descubrir que a la palabra del Antiguo Testamento para
“esperar en el Señor” tan a menudo usada en los Salmos se la ha
tironeado más allá de la proporción de verdad del Nuevo
Testamento, y se ha exagerado en un “esperar en Dios” para el
derramamiento del Espíritu, que aún ha ido más allá de los “diez
días” que precedieron el Pentecostés, hasta cuatro meses y aún
cuatro años, y que para nuestro conocimiento ha resultado en un
influjo de espíritus engañadores que ha despertado rudamente a
algunas de las almas que esperaban. La verdad escritural
relacionada con esperar al Espíritu se puede resumir como sigue:

Los discípulos esperaron diez días, pero nosotros no tenemos
indicación de que “esperaron” en un estado pasivo, sino más bien
en simple oración, y súplica, hasta hubo llegado la totalidad del
tiempo para el cumplimiento de la promesa del Padre.
La orden de esperar dada por el Señor (Hechos 1:4) no fue llevada
adelante en la dispensación cristiana después de que el Espíritu
Santo había venido, ya que en ningún caso, tanto en Hechos como
en las Epístolas los Apóstoles le indicaron a los discípulos que
‘aguarden’ el don del Espíritu Santo, sino que usaron la palabra
‘recibir’ en cada caso (Hechos 19:2).

Es verdad que en este momento la iglesia como un todo está
viviendo experimentalmente en el lado equivocado de Pentecostés,
pero al tratar con Dios individualmente para la recepción del
Espíritu Santo, esto no vuelve a los buscadores a la posición de los
discípulos antes de que el Espíritu Santo hubiera sido dado por el
Señor Ascendido. El Señor Resucitado vertió la corriente del Espíritu
una y otra vez luego del día de Pentecostés, pero en cada caso fue
sin ‘aguardar’ como hicieron los discípulos al principio (véase
Hechos 4:31). El Espíritu Santo que procede del Padre mediante el
Hijo hacia su pueblo, ahora está entre ellos, esperando darse
incesantemente a todo aquel que se apropie y lo reciba (Juan
15:26; Hechos 2:33, 38, 39). El “esperar al Espíritu” por lo tanto no
está de acuerdo con el tenor general de la verdad dada en Hechos o
en las Epístolas, el cual más bien muestra el llamado imperativo a
que el creyente lo reclame, no sólo para su identificación con el
Señor Jesús en su muerte, y su unión en vida con Él en su
resurrección, sino también para la dotación para testificar, que vino
a los discípulos en el día de Pentecostés.

De parte del creyente, sin embargo podemos decir que hay una
espera por Dios, mientras que el Espíritu Santo trata y prepara a
aquel que lo ha reclamado, hasta que esté en la actitud correcta
para el influjo del Espíritu Santo a su espíritu, pero esto es diferente
de “esperar que Él venga”, lo que le ha abierto la puerta tan
frecuentemente a las manifestaciones satánicas del mundo
invisible. El Señor hace de acuerdo a las palabras del creyente
cuando el reclama su parte del don pentecostal, pero la
“manifestación del Espíritu” – la evidencia de su morada interna y
de su obra externa – puede no estar de acuerdo a cualquier pre
concepción del que lo busca.

POR QUE LAS REUNIONES DE ESPERA SON BENEFICIOSAS PARA LOS
ESPÍRITUS INMUNDOS

El porqué las “reuniones de espera” – esto es “esperar al Espíritu”
hasta que descienda de un modo manifestado – han sido tan
beneficiosas para los espíritus engañadores es porque no están de
acuerdo con la Palabra escrita, en donde se establece que (1) al
Espíritu Santo no se le debe orar, ni se le debe pedir que venga, ya
que Él es el Don de Otro (véase Lucas 11:13; Juan 14:16). (2) No se
debe “esperar” al Espíritu Santo, sino tomarse o recibirse de la
mano del Señor Ascendido (Juan 20:22; Ef. 5:18), de quien está
escrito “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3:11). Esto
está fuera de línea con la verdad de las Escrituras, por lo tanto la
oración al Espíritu, “confiar en el Espíritu”, “obedecer al Espíritu”,
“esperar al Espíritu” que descienda, pueden convertirse todas en
oración, confianza y obediencia a espíritus inmundos, cuando
falsifican la obra de Dios, como veremos más tarde.

Otras concepciones equivocadas de la verdad espiritual, se centra
alrededor de frases tales como estas: “Dios puede hacer todo. Si yo
confío en Él, debe guardarme”, sin entender que Dios obra de
acuerdo a leyes y condiciones, y que aquellos que confían en Él
deberían buscar conocer las condiciones sobre las cuales Él puede
obrar en respuesta a su confianza. “Si yo estuviera equivocado, Dios
no me usaría”, sin entender que si un hombre está bien en su
voluntad, Dios lo usará hasta el máximo posible, pero este ser
“usado” por Dios no es garantía de que algún hombre esté
absolutamente bien en todo lo que dice y hace.

“No tengo pecado”, o “el pecado ha sido quitado totalmente”, sin
saber cuan profundamente la vida pecaminosa de Adán está
arraigada en la creación caída, y como la presuposición de que “el
pecado” ya ha sido eliminado de todo el ser, le permite al enemigo
impedir que la vida de la naturaleza sea tratada por el poder
continuo de la Cruz. “Dios, que es amor, no permitirá que sea
engañado” es en sí mismo un engaño, basado en la ignorancia de
las profundidades de la Caída, y de la concepción equivocada de
que Dios obra independientemente de las leyes espirituales. “No
creo que sea posible que un cristiano sea engañado” es un cerrar
los ojos a los hechos a nuestro alrededor a cada lado. “He tenido
una experiencia demasiado larga como para necesitar enseñanza”;
“Debo ser enseñado por Dios directamente, porque está escrito ‘No
necesitáis que nadie os enseñe’”, es otro pasaje mal utilizado de la
Escritura, el cual algunos creyentes interpretan como si significase
que deben rechazar toda enseñanza espiritual a través de los otros.
Pero que las palabras del Apóstol “No necesitáis que nadie os
enseñe” no impiden que Dios enseñe a través de maestros ungidos,
se muestra en la inclusión de “doctores” en la lista de los creyentes
dotados para la Iglesia, para la “edificación del Cuerpo de Cristo” y
gracias a que está “bien ligado entre sí por todas las junturas de su
alimento” (Ef. 4:11-16). Ya que Dios a veces puede enseñar a sus
hijos más rápidamente por mediante medios indirectos – esto es,
mediante otros – que directamente, porque los hombres son tan
lentos para entender el modo de enseñanza directa por el Espíritu
de Dios.

Muchas otras concepciones equivocadas de las cosas espirituales
similares de los cristianos hoy en día le dan la oportunidad al
engaño del enemigo, porque hacen que los creyentes cierren la
mente a (1) las declaraciones de la palabra de Dios, (2) los hechos
de la vida, (3) la ayuda de otros que podrían arrojar luz en el
camino (1 Pedro 1:12).




LOS PELIGROS DE FRASES ACUÑADAS PARA EXPRESAR LAS
VERDADES ESPIRITUALES

Otros peligros se centran alrededor de la acuñación de frases para
describir una experiencia especial, y de palabras en el uso familiar
en contra de los hijos honestos de Dios que asisten a las asambleas,
tales como “poseer”, “controlar”, “rendirse”, “dejarse ir”, que
todas contienen verdad en relación a Dios, pero en la interpretación
de ellas en las mentes de muchos creyentes, es probable que
produzcan las condiciones para que los espíritus inmundos de
Satanás “posean” y “controlen” a aquellos que “se rinden”, y que
“se dejan ir” a los poderes del mundo espiritual, sin saber como
discernir entre la obra de Dios y la de Satanás.

Varias preconceptos del modo en que Dios trabaja, también le dan
a los espíritus inmundos la oportunidad, tal como la de que cuando
un creyente es obligado sobrenaturalmente a actuar es una
evidencia especial de que Dios lo está guiando, o la de que si Dios
nos trae todas las cosas a la “memoria” no necesitamos usar la
memoria para nada12.

Otros pensamientos que son probables que produzcan la condición
pasiva, la cual los espíritus inmundos necesitan para sus obras
engañosas, también pueden ser gracias a las siguientes
malinterpretaciones de la verdad:

1. “Cristo vive en mí”, es decir, ahora yo no vivo más para nada;
2. “Cristo vive en mí”, es decir, he perdido mi personalidad, porque
Cristo ahora está en mí personalmente, basado en Gálatas 2:20;
3.“Dios obra en mí”, es decir, no necesito obrar, sólo rendirme y
obedecer, basado en Fil. 2:13;
4.“Dios quiere en lugar de mí”, es decir, no debo usar mi voluntad
para nada;
5. “Dios es el único que juzga”, es decir, no debo usar mi juicio.
6. “Tengo la mente de Cristo”, no debo tener ninguna opinión
propia, basado en 1 Cor. 2:16.
7. “Dios me habla”, así que no debo “pensar” ni “razonar”,
solamente “obedecer” lo que me dice que haga.
8. “Espero en Dios”, y “No debo actuar hasta que Él me mueva”.
9. “Dios me revela su voluntad en visiones”, así que no necesito
decidir, ni usar mi razón ni mi conciencia.
10. “Junto con Cristo estoy crucificado”, por lo tanto “Estoy
muerto”, y debo “practicar” la muerte, que me imagino que es la
pasividad de sentimiento, de pensamiento, etc.

Para llevar a la práctica estas varias concepciones de verdad el
creyente extingue toda acción personal de mente, de juicio, de
razón, de voluntad y de actividad, para que “la vida divina fluya” a
través de él, mientras que Dios necesita la liberación más completa
de las facultades del hombre, y su cooperación voluntaria activa e
inteligente, para el desarrollo de todas estas verdades espirituales
en la experiencia.


Capítulo 4
La Pasividad como la base principal de la posesión

Que los creyentes – hijos de Dios verdaderos, totalmente rendidos
– pueden ser engañados, y luego de acuerdo al grado de engaño,
pueden ser “poseídos” por espíritus engañadores, lo hemos visto
en los capítulos precedentes. La causa primaria ahora debe hacerse
clara, y las condiciones para el engaño y la posesión que resultan
consecuentemente, aparte de la posesión que es el resultado de
rendirse a los pecados de la carne, o a cualquier pecado que les dé
a los espíritus inmundos un asidero en la naturaleza caída.

Primero es importante definir el significado de la palabra
“posesión”: ya que generalmente se piensa que solo abarca casos
de posesión en el grado agudo y totalmente desarrollado de los
casos que se dan en los registros de los evangelios. Pero aún así se
pasa por alto que en los evangelios se hace referencia a muchos
grados de posesión, tal como la mujer con el “espíritu de
enfermedad”; el hombre que aparentemente sólo era sordomudo;
la niña que tenía un demonio que la vejaba terriblemente; el
muchacho que crujía sus dientes y a veces era arrojado en el fuego
por el demonio, y el hombre con la legión, tan absolutamente
dominado por los poderes de maldad que habitaba fuera de las
moradas de los hombres.

EL SIGNIFICADO DE “POSESIÓN” DEFINIDO

Tales casos como estos se conocen hoy día, hasta aún en los
verdaderos creyentes en Europa, así también como en la China
pagana, pero la “posesión” está mucho más difundida de lo que se
supone, si es que la palabra “posesión” se toma para que signifique
lo que realmente es, es decir, un control por parte de espíritus
inmundos en un hombre en cualquier sombra de gradación; ya
que un espíritu inmundo “posee” cualquier lugar que retenga,
aunque sea en un grado infinitesimal, y desde ese lugar, como una
araña halla base desde donde teje su tela, el intruso trabaja para
obtener más control sobre todo el ser.

Los cristianos están tan abiertos a la posesión por parte de los
espíritus inmundos como los otros hombres, y quedan poseídos
porque en la mayoría de los casos han cumplido inconscientemente
las condiciones sobre las cuales trabajan los espíritus inmundos, y
aparte de la causa de pecado voluntario, le han dado terreno a los
espíritus engañadores, merced a (1) aceptar sus falsificaciones de
las obras divinas y (2) cultivar la pasividad y el no uso de las
facultades; y esto gracias a la concepción equivocada de las leyes
espirituales que gobiernan la vida cristiana.

Es este asunto del terreno cedido el que es el punto crucial. Todos
los cristianos reconocen que el pecado conocido es terreno cedido
al enemigo, y hasta el pecado desconocido en la vida, pero no se
dan cuenta de que todo pensamiento sugerido a la mente por los
espíritus malignos y que es aceptado por ella es terreno cedido a
ellos; y cada facultad que no es usada invita a su uso tentativo de
ella.

La causa primaria de engaño y posesión en los creyentes rendidos
se puede condensar en una palabra, pasividad; esto es, un cese del
ejercicio activo de la voluntad en control sobre el espíritu, alma y
cuerpo, o conjuntamente, como puede ser el caso. Es
prácticamente una falsificación de la “rendición a Dios”. El creyente
que “rinde” sus “miembros” – o facultades – a Dios, y deja él
mismo de usarlas cae por lo tanto en la “pasividad” que les permite
a los espíritus inmundos engañar y poseer cualquier parte de su ser
que se haya vuelto pasiva.

El engaño sobre la rendición pasiva se puede ejemplificar así: un
creyente le rinde su “brazo” a Dios. Él permite que cuelgue pasivo,
esperando que “Dios lo use”. Se le pregunta “¿Por qué no usas tu
brazo?” y él responde “Lo he rendido a Dios. Ahora no debo usarlo;
Dios debe hacerlo”. ¿Pero Dios levantará el brazo por el hombre?
No, sino que el hombre mismo debe levantarlo1 y usarlo, buscando
entender inteligentemente la mente de Dios al hacerlo así.




LA PALABRA “PASIVIDAD” DESCRIBE LA CONDICIÓN OPUESTA A LA
ACTIVIDAD

La palabra “pasividad” simplemente describe la condición opuesta a
la actividad; y en la experiencia del creyente significa brevemente,
(1) pérdida del autocontrol – en el sentido de que la persona misma
controle cada uno o todos las secciones de su ser personal; y (2) la
pérdida de su libre albedrío – en el sentido de que la persona
misma ejerce su voluntad como el principio guía del control
personal, en armonía con la voluntad de Dios.

Todo el peligro de la “pasividad” en el creyente rendido yace en la
ventaja tomada por la condición pasiva por parte de los poderes de
la oscuridad. Aparte de estas fuerzas malignas, y de sus obras a
través de la persona pasiva, la “pasividad” es meramente
inactividad u ociosidad. En la inactividad normal, esto es, cuando
los espíritus inmundos no han tomado control, la persona pasiva
siempre está lista para la actividad; mientras que en la “pasividad”
que le ha dado lugar a los poderes de la oscuridad, la persona
pasiva es incapaz de actuar por propia voluntad.

Por lo tanto, la condición principal para la obra de los espíritus
inmundos en un ser humano, aparte del pecado, es la pasividad, en
oposición exacta a la condición que Dios requiere de sus hijos para
su obra en ellos. Dada la rendición de la voluntad a Dios, con la
elección activa de hacer su voluntad como le pueda ser revelada,
Dios requiere cooperación con su Espíritu, y el uso total de cada
una de las facultades del hombre. Resumiendo, los poderes de las
tinieblas apuntan a obtener un esclavo pasivo o cautivo a su
voluntad; mientras que Dios desea un hombre regenerado, que
quiere inteligentemente y activamente, y que elige y hace su
voluntad en liberación del espíritu, alma y cuerpo de la esclavitud.

Los poderes de las tinieblas harían de un hombre una máquina, una
herramienta, un autómata; el Dios de santidad y amor desea
hacerlo un soberano libre e inteligente en su propia esfera – una
creación pensante, racional, renovada de acuerdo a su propia
imagen (Ef. 2:24). Por lo tanto Dios nunca le dice a ninguna facultad
del hombre “Estate ociosa”.

Dios no necesita, ni exige la inactividad en el creyente, para su obra
en él y a través de él; pero los espíritus inmundos exigen la máxima
inactividad y pasividad.

Dios pide la acción inteligente (Ro. 12:1-2, “vuestro culto racional”)
en cooperación con Él.

Satanás exige la pasividad como condición para su acción
compulsiva, y para sujetar compulsivamente a los hombres a su
voluntad y propósito.

Dios exige el cese de las acciones malignas de los creyentes,
primeramente porque son pecaminosas, y segundo porque impiden
la cooperación con su Espíritu.

La pasividad no se debe confundir con la tranquilidad o con el
espíritu manso y tranquilo, “que a los ojos de Dios es de gran
precio”. La tranquilidad de espíritu, del corazón, de la mente, de los
modales, de la voz y de la expresión, pueden coexistir con la
actividad más efectiva en la voluntad de Dios (1 Ts. 4:11, gr.
“ambiciosos de estar tranquilos”).





LA CLASE DE CREYENTES QUE ESTÁN ABIERTOS A LA PASIVIDAD

Las personas abiertas a la “pasividad” de quienes los espíritus
inmundos sacan ventaja como terreno para su actividad son
aquellos que se vuelven totalmente rendidos a Dios, y son llevados
al contacto directo son el mundo sobrenatural al recibir el Bautismo
del Espíritu Santo. Hay algunos que usan la palabra “rendirse” y
piensan que están rendidos totalmente para llevar a cabo la
voluntad de Dios, pero es así solamente en sentimiento y propósito,
ya que realmente andan por la razón y el juicio del hombre natural;
aunque someten todos sus planes a Dios, y a causa de esa sumisión
sinceramente creen que están llevando a cabo su voluntad. Pero
aquellos que están realmente “rendidos”, se entregan a sí mismos
para obedecer implícitamente, y llevar a cabo a toda costa, lo que
se les revela en forma sobrenatural como si fuera de Dios, y no lo
que ellos mismos planean y razonan que es la voluntad de Dios.

Los creyentes que rinden sus voluntades y todo lo que tienen y son
a Dios, aunque ANDAN POR EL USO DE SUS MENTES NATURALES,
no son los que están abiertos a la “pasividad” que les da terreno a
los espíritus inmundos, aunque pueden darle terreno y se los dan
de otras formas.

La Clase Nº 1 están “rendidos” en la voluntad, pero no rendidos de
hecho, en el sentido de estar dispuesto a llevar a cabo “la
obediencia al Espíritu Santo” a toda costa. Consecuentemente
conocen poco del conflicto, y nada del diablo, excepto como
tentador o acusador. No entienden a los que hablan de los
“ataques de Satanás”, ya que dicen que ellos no son “atacados” de
este modo. Pero el diablo no siempre ataca cuando puede. Reserva
su ataque hasta que le convenga. Si el diablo no ataca a un hombre,
eso no demuestra que no pudo. Otra clase entre los creyentes –
Clase Nº 2 – son aquellos que están rendidos en tal medida de
abandono que están dispuestos a obedecer al Espíritu de Dios a
toda costa, con el resultado de que se vuelven abiertos a la
pasividad que le da terreno para el engaño y la posesión de los
espíritus inmundos.

Estos creyentes rendidos (Clase Nº 2) caen en la pasividad después
del Bautismo del Espíritu Santo, (1) a causa de su determinación de
llevar a cabo su “rendición” a toda costa; (2) de su relación con el
mundo espiritual, que los abre a las comunicaciones
sobrenaturales, las que ellos creen que son todas de Dios; (3) su
“rendición” los lleva a someterse, doblegarse y a hacer todas las
cosas subordinadas a este plano sobrenatural.

El origen de la pasividad maligna que le da a los espíritus inmundos
la oportunidad de engañar, y luego de poseer, generalmente es una
interpretación equivocada de la Escritura, o pensamientos o
creencias equivocadas acerca de las cosas divinas. De algunas de
estas interpretaciones de la Escritura, o concepciones equivocadas,
que hacen que el creyente le dé lugar a la condición pasiva ya nos
hemos referido en un capítulo anterior.

La pasividad puede afectar a todo el hombre, en el espíritu, en el
alma y en el cuerpo, cuando se ha vuelto muy profunda y es de
muchos años de duración. El progreso generalmente es muy
gradual, e insidioso en crecimiento, y consecuentemente la
liberación de él es gradual y lenta.







PASIVIDAD DE LA VOLUNTAD

Hay una pasividad de la voluntad; la “voluntad” es el casco del
barco, para así decirlo. Esto se origina de una concepción
equivocada de lo que significa rendición total a Dios. Pensando que
una “voluntad rendida” a Dios significa no usar la voluntad para
nada, el creyente deja de (1) elegir, (2) determinar, y (3) actuar por
propia voluntad. Los poderes de las tinieblas no le permiten
descubrir el grave efecto de esto, ya que al principio las
consecuencias son triviales, y apenas perceptibles. De hecho, al
principio parece estar glorificando más a Dios. La persona de
“voluntad fuerte” de repente se entrega pasivamente. Piensa que
Dios está “queriendo” por él en las circunstancias, y a través de la
gente, y así se vuelve desvalido en forma pasiva en la acción. Luego
de un tiempo, no se puede obtener de él ninguna “elección” en
asuntos de la vida cotidiana; ninguna “decisión” o iniciativa en
asuntos que exijan acción; teme expresar un deseo, mucho menos
una decisión. Otros tienen que elegir, actuar, guiar, decidir,
mientras que este va a la deriva como un corcho sobre las aguas.
Posteriormente, los poderes de la oscuridad empiezan a capitalizar
a este creyente “rendido” y a obrar a su alrededor varias clases de
mal, que lo enredan gracias a la pasividad de su voluntad. Ahora no
tiene fuerza de voluntad para protestar ni para resistir. El mal obvio
en su ambiente, con el cual sólo el creyente tiene el derecho de
tratar, florece y se hace fuerte y patente. Los poderes de las
tinieblas lentamente han ganado, tanto en forma personal como en
las circunstancias, lo que al principio era simple sumisión pasiva al
ambiente, sobre el terreno de la pasividad de la voluntad, bajo la
idea de que Dios estaba “queriendo” por él en todas las cosas a su
alrededor.

El texto que tales creyentes malinterpretan es Fil. 2:13, “Porque
Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su
buena voluntad”. La persona “pasiva” lo lee, “… Dios obra en mí el
querer y el hacer”, o sea, “quiere en lugar de mí”2. Lo primero
significa que Dios obra en el alma hasta el punto de la acción de la
voluntad, y lo segundo supone que Él realmente “quiere” en lugar
del creyente, y que “obra” en lugar de él. Esta interpretación
equivocada da el terreno para no usar la voluntad, a causa de la
conclusión “Dios quiere en lugar de mí”, produciendo así la
pasividad de la voluntad.

DIOS NO USA SU VOLUNTAD EN LUGAR DEL HOMBRE

La verdad que se debe enfatizar es que Dios nunca “quiere” en
lugar del hombre, y sea lo que sea que haga un hombre, él mismo
es responsable por sus acciones.

El creyente cuya “voluntad” se ha vuelto pasiva, después de un
tiempo descubre la dificultad más grande para tomar decisiones de
cualquier clase, y mira hacia afuera, a su alrededor en busca de algo
que lo ayude a decidir en los asuntos más pequeños. Cuando se ha
vuelto consciente de su condición pasiva, tiene una sensación
dolorosa de ser incapaz de enfrentar algunas de las situaciones de
la vida ordinaria. Si se le habla, él sabe que no tiene voluntad para
escuchar hasta que se complete una oración; si se le pide que
juzgue un asunto, él sabe que no puede hacerlo; si se le exige que
“recuerde” o que use su imaginación, él sabe que es incapaz de
ello, y queda aterrorizado ante cualquier curso de acción propuesto
en el que puedan venir estas exigencias sobre él. Las tácticas del
enemigo ahora pueden ser llevarlo a situaciones en donde se le
hagan estas exigencias, y así torturarlo o avergonzarlo ante los
demás.

Poco conoce el creyente que en este estado puede estar
inconscientemente confiando en la ayuda de los espíritus
inmundos, que han producido la pasividad con este mismo objeto.
Las facultades no usadas yacen dormidas y muertas en su poder,
pero si se usan es una ocasión para que ellos se manifiesten a
través de ellas. Están muy dispuestos a “querer” en lugar del
hombre, y pondrán muchos puntales “sobrenaturales” a su alcance
para ayudarlo en la “decisión”, especialmente en modo de “textos”
sacados de contexto, y dados en forma sobrenatural, a los cuales el
creyente, que busca tan ansiosamente hacer la voluntad de Dios, se
aferrará, y asirá firmemente como a una soga un hombre que se
está ahogando, cegado por la ayuda divina aparentemente dada al
principio de que Dios solamente obra a través de la voluntad activa
del hombre y no por él en asuntos que exijan su acción.


PASIVIDAD DE LA MENTE

La pasividad de la mente está engendrada por una concepción
errónea del lugar de la mente en la vida de rendición a Dios y
obediencia a Él en el Espíritu Santo. El llamado de Cristo a los
pescadores se usa como una excusa para la pasividad del cerebro,
ya que algunos creyentes dicen, Dios no necesita el uso del cerebro,
¡y se las arregla sin él! Pero la elección de Pablo que tuvo el
intelecto más grande de su época muestra que cuando Dios buscó
un hombre a través del cual Él pudiera poner los fundamentos de la
Iglesia, eligió a uno con una mente capaz de un pensamiento vasto
e inteligente. Mientras más grande es la capacidad cerebral, más
grande es el uso que Dios puede hacer de él, siempre y cuando se
someta a la verdad. La causa de la pasividad de la mente, a veces
yace en el pensamiento de que el cerebro es un impedimento al
desarrollo de la vida divina en el creyente. Pero la verdad es que (1)
el no funcionamiento del cerebro impide, (2) el funcionamiento
maligno del cerebro impide, (3) pero el funcionamiento normal y
puro del cerebro es esencial, y útil para la cooperación con Dios.
Esto se trata completamente en el capítulo 6, en donde se
muestran las varias tácticas de los poderes de la oscuridad en sus
esfuerzos para llevar la mente a un estado de pasividad, y por lo
tanto incapaz de accionar para discernir sus artimañas. Los efectos
de la pasividad de la mente se pueden ver en la inactividad, en
donde debería haber acción; o sino sobre actividad fuera de
control, como si un instrumento liberado súbitamente
prorrumpiese a la acción ingobernable; la duda, o la imprudencia; la
indecisión (como también resulta de una voluntad pasiva); el
descuido; la falta de concentración; la falta de juicio; la mala
memoria.

La pasividad no cambia la naturaleza de una facultad, pero impide
su funcionamiento normal. En el caso de la pasividad que impide la
memoria, la persona se hallara buscando fuera de sí misma
cualquier “ayuda memoria” posible, hasta que se vuelva un
auténtico esclavo del anotador y de las ayuda memoria, que fallan
en el momento crítico. Con esto también hay pasividad de la
imaginación, que pone la imaginación fuera de control personal, y a
merced de los espíritus inmundos que le hacen acordar de lo que
quieren, un peligro es tomar estas visiones y llamarlas
“imaginaciones”. El estado pasivo se puede producir sin mirar a una
bola de cristal4, es decir, si una persona mira un objeto durante un
período prolongado la visión se oscurece, y entonces los espíritus
engañadores le pueden presentar cualquier cosa a la mente.

En la inactividad pura de la mente, la mente se puede usar a
voluntad de la persona, pero en la pasividad maligna de la mente la
persona está desvalida y “no puede pensar”. Siente como si su
mente estuviera atada, y aferrada por una banda de hierro, o por
un peso o una presión en su cabeza.


PASIVIDAD DEL JUICIO Y DE LA RAZÓN

La pasividad del juicio y de la razón significa que el hombre en este
estado ha cerrado su mente a todos los argumentos y todas las
afirmaciones sobre las cuales ha llegado a conclusiones firmes, y
todo esfuerzo por darle más verdad y luz se considera como
intromisión y a la persona que lo intenta se la considera ignorante o
entrometida. El creyente en este estado de pasividad cae en un
estado de positividad e infalibilidad, del cual nada puede liberar el
“juicio” sino el golpe brusco de ver que ha sido engañado y poseído
por espíritus inmundos. Socavar el engaño de un creyente en este
estado significa casi volver a sentar las bases de los mismos
fundamentos de su vida espiritual. De ahí los pocos – llamados
“fanáticos” y “rayados” por el mundo – que han sido salvos de este
grado del engaño del enemigo.

PASIVIDAD DE LA CONCIENCIA

En cuanto a la pasividad de los poderes de raciocinio, cuando tales
creyentes han tomado las palabras que se les dijeron en forma
sobrenatural como la voluntad expresada de Dios, estas se vuelven
ley para ellos, así que no se los puede inducir a razonar sobre ellas.
Si reciben un “mandamiento” (en forma sobrenatural) acerca de
cualquier cosa, no lo examinan ni razonan sobre ese punto, y
firmemente determinan cerrarse absolutamente a cualquier luz
adicional en esta dirección en particular. Esto produce lo que se
puede describir como pasividad de la conciencia. La conciencia se
vuelva pasiva mediante la falta de uso, cuando los creyentes
piensan que son guiados por una ley más alta de que se les dice que
hagan esto o aquello, directamente de Dios; esto es, por guía
directa mediante voces, y textos.

Cuando los creyentes se hunden en la pasividad de la conciencia
hay una manifestación de degradación moral en algunos, y en otros
estancamiento o retroceso en la vida o en el servicio. En vez de usar
su mente o su conciencia para decidir lo que es bueno y lo que es
malo, lo que está bien y lo que está mal, andan, como ellos creen,
conforme a la “voz de Dios”, lo cual hacen el factor decisivo en
todas las decisiones. Cuando esto tiene lugar, no escuchan a la
razón, ni a la conciencia, ni a las palabras de otros, y habiendo
llegado a la decisión mediante la supuesta dirección de Dios, sus
mentes se vuelven como un libro cerrado y sellado sobre el tema
en cuestión.

Al dejar de usar los poderes de raciocinio, se vuelven abiertos a
toda clase de sugerencias de los espíritus inmundos y falsos
“razonamientos”; por ejemplo, en relación a la venida de Cristo,
algunos han razonado falsamente que porque Cristo viene pronto,
no necesitan continuar con su trabajo habitual, pasando por alto las
palabras del Señor en este mismo asunto: “¿Quién es el
mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su
familia, para que á tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel
siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así”6.

A causa de lo que ganará mediante ello, por lo tanto el diablo hará
cualquier cosa para engendrar la pasividad en cualquier forma que
sea, en el espíritu, o en la mente, o en el cuerpo.

LA PASIVIDAD DEL ESPÍRITU

La pasividad del espíritu está estrechamente relacionada con la
pasividad de la mente, porque hay una relación cercana entre la
mente y el espíritu; un pensamiento equivocado generalmente
significa un espíritu equivocado, y un espíritu equivocado un
pensamiento equivocado.

A menudo se habla del “espíritu” humano en las Escrituras como si
tuviera actividades, y se describe como si estuviera en varios
estados. Se puede mover o estar inactivo, puede estar “suelto”,
atado, deprimido, débil, libre, y puede ser movido por tres fuentes:
Dios, el diablo o el hombre mismo. Puede ser puro o “inmundo” (2
Co. 7:1) o en un estado combinado, en el sentido de ser puro hasta
cierto grado, con otros grados de impureza a tratar.

Gracias al poder limpiador de la Sangre de Cristo (1 Juan 1:9), y la
morada interna del Espíritu Santo, al espíritu se lo lleva a la unión
con Cristo y debería dominar activamente al hombre en
cooperación total con el Espíritu Santo. Pero la pasividad del
espíritu puede ser producida por tantas causas que los creyentes
apenas pueden ser conscientes de tener “espíritu” en absoluto, o
sino mediante el Bautismo del Espíritu Santo, el cual libera el
espíritu humano a la libertad y de liviandad el hombre se vuelve
consciente en forma aguda de la vida del espíritu por un tiempo, y
luego se hunde en la pasividad del espíritu inconscientemente. Esto
entonces significa absoluta incapacidad en la guerra contra los
poderes de las tinieblas; ya que la libertad total y el uso del espíritu
en cooperación con el Espíritu Santo que mora en él, es una
necesidad suprema para la victoria personal y para esgrimir la
autoridad de Cristo sobre los poderes de las tinieblas. (Véase el
ejemplo de Pablo en Hechos 13:9,10).

CAUSAS DE LA PASIVIDAD DEL ESPÍRITU

La pasividad del espíritu generalmente sigue al Bautismo del
Espíritu, por la voluntad y la mente que se vuelven pasivas por la
falta de uso; y el creyente luego se asombra de porqué ha perdido
la alegre luz y la libertad de su experiencia gozosa. Puede ocurrir
mediante:

(1) Ignorancia de las leyes del espíritu, y como mantenerlo en la
libertad del espíritu.

(2) Conclusiones mentales equivocadas, o pensamientos
equivocados. Se mezclan los pensamientos, tales como los físicos,
los somáticos y los espirituales, sin saber cual es cual, es decir, (1)
atribuir la espiritual a lo somático y físico, o (2) atribuir a lo
espiritual lo que es natural y físico.

(3) Una atracción de la vida somática en vez de la del espíritu, por
falta de conocimiento de la diferencia entre ellas; también por
apagar el espíritu por ignorancia del sentido espiritual; ya que la
mente debe ser capaz de leer el sentido del espíritu, tan claramente
como lo hace con el sentido de ver, de oír, de oler, y todos los
sentidos del cuerpo. Hay un conocimiento de la mente, y un
conocimiento del espíritu, por lo tanto un “sentido” del espíritu9
que deberíamos aprender a discernir. Se debería leer, usar, cultivar,
y cuando hay un peso en el espíritu del creyente, debería ser capaz
de reconocerlo, y de saber como librarse de él.

(4) Agotamiento y cansancio del cuerpo o de la mente, por la
actividad constante de la mente que se usa excesivamente. En
resumen, la mente y el cuerpo se deben liberar de la tensión, antes
de que el espíritu pueda funcionar por completo. (Compare la
experiencia de Elías en 1 Reyes 19:4, 5, 8,9).

La preocupación o los problemas del pasado, o del futuro, jaquea la
acción libre del espíritu, haciendo que el hombre exterior y los
asuntos exteriores dominen, en vez de que el hombre interior esté
en libertad para hacer la voluntad de Dios en cualquier momento.

El resultado de todas estas causas es que el espíritu queda
encerrado, para decirlo así, de modo que no puede actuar ni luchar
contra los poderes de las tinieblas, tanto en sus ataques directos
mediante su ambiente, o en la guerra agresiva contra ellos. La
rapidez con la cual un creyente se puede hundir en la pasividad, en
cualquier momento cuando cesa la actitud de resistir, se puede
comparar al hundimiento de una piedra en el agua.

LA PASIVIDAD DEL CUERPO

Cuando tiene lugar la pasividad del cuerpo, prácticamente significa
un cese de la conciencia, debido a que la pasividad afecta la visual,
el oído, el olfato, el gusto, las emociones, etc. Suponiendo que la
persona tenga una salud normal, debería ser capaz de enfocar sus
ojos en cualquier objeto que elija, tanto para la visión como para el
trabajo, y debería tener el mismo control sobre todos los otros
sentidos, como avenidas del conocimiento para su mente y su
espíritu pero con todos, o con algunos de estos sentidos en un
estado pasivo, la conciencia se vuelve embotada o amortecido. El
creyente está “inconsciente”11 de aquello para lo que debería estar
vivo alegremente, y para lo que debería ser automático en sus
acciones. Los hábitos “inconscientes”, repugnantes o raros, se
manifiestan. Es más fácil que las personas que están en este estado
vean estas cosas en los demás, que conocer lo que está pasando en
ellos mismos; mientras que pueden ser hiperconscientes de las
cosas externas que tocan su personalidad.

Cuando el estado pasivo producido por los espíritus inmundos llega
a su clímax, puede resultar en la pasividad de otras partes del
cuerpo, tales como dedos rígidos, falta de elasticidad del cuerpo al
caminar, letargo, pesadez, encorvamiento de la espalda y la
columna12. El estrechón de manos es flácido y pasivo; los ojos no
miran a los ojos de los demás, sino que se mueven de lado a lado;
todo indica la pasividad, producida por una interferencia cada vez
más profunda de los poderes de las tinieblas en el hombre entero,
que resulta del primer estado pasivo de la voluntad y de la mente,
en el cual el hombre abandonó (1) su autocontrol, y (2) el uso de su
voluntad.

PASIVIDAD DEL HOMBRE ENTERO

En esta etapa cada sector de todo el ser queda afectado. El hombre
se queda sin usar la mente, la voluntad, la imaginación, la razón o
sin usarlas totalmente; esto es, sin pensar (voluntariamente), sin
decidir, sin imaginar, sin razonar. Los afectos parecen inactivos, así
también como todas las facultades de la mente y del cuerpo. En
algunos casos las necesidades corporales también están inactivas, o
sino el hombre las elimina, y se priva a sí mismo de comida, de
sueño y de comodidad corporal al dictado de los espíritus que están
al mando; así lleva a cabo una “severidad con el cuerpo” el cual no
tiene honra alguna para el saciar de la carne (Col. 2:23). La parte
animal del hombre también puede despertarse, y mientras que es
estoica en las sensibilidades y los sentimientos, es glotona en la
exigencia de provisión para las necesidades corporales; esto es, la
máquina del cuerpo humano sigue trabajando independientemente
del control de la mente o de la voluntad, ya que el cuerpo ahora
domina a la mente y al alma. Los hombres pueden vivir en (1) el
espíritu humano, (2) en el alma, o en el (3) cuerpo; por ejemplo, el
glotón vive en el cuerpo, o según el cuerpo, el estudiante en la
mente o el alma, el hombre espiritual “en el espíritu”. Los
“espiritistas”13 en realidad no son “espirituales”, ni verdaderos
hombres de espíritu, ya que generalmente viven en el reino de los
sentidos, y solamente tienen relación con el “espíritu” debido a su
trato con las fuerzas espirituales de maldad, por entender las leyes
para sus obras y por cumplirlas.



EL SENTIDO DEL ESPÍRITU SE PIERDE EN LAS SENSACIONES DEL
CUERPO

Cuando el creyente está poseído por espíritus inmundos en
cualquier grado, es probable que viva en el cuerpo, que le de lugar
a lo sensorio, y que esté dominado por el reino físico. Esto puede
llegar a ser el caso a través del cual las experiencias “espirituales”
se sienten en el cuerpo físico, pero que no son realmente
experiencias espirituales, porque no son del espíritu. Una sensación
de “fuego” en el cuerpo, “resplandor”, “estremecimientos”, y todas
las sensaciones corporales exquisitas de causas aparentemente
“espirituales”, en realidad alimentan los sentidos; e
inconscientemente para ellos, mientras que tienen estas
experiencias, los creyentes viven en el reino de los sentidos, y
prácticamente andan “según la carne”, aunque a sí mismos se
llaman “espirituales”. Por esta razón “antes hiero mi cuerpo” (1
Cor. 9:27) es prácticamente imposible en la posesión demoníaca,
aún en su grado más refinado, o más débil; porque la vida sensoria
está despierta de todas las maneras, y las sensaciones del cuerpo se
fuerzan por sobre la conciencia del hombre. El sentido del espíritu
prácticamente está perdido en la conciencia aguda de todas las
sensaciones en el cuerpo. Un hombre con salud normal, por
ejemplo, se olvida de la acción física de respirar que ocurre en su
cuerpo físico. De la misma manera, un creyente bajo el domino del
espíritu, deja de captar sus sensaciones corporales, pero es el caso
contrario cuando los espíritus inmundos han ganado un asidero, y
han despertado la vida sensorial a la acción anormal, tanto
mediante experiencias hermosas, o mediante lo contrario14.

El cultivo de este estado de pasividad puede ser llevada a cabo en
forma ignorante y diligente por el creyente rendido, de modo que
se profundiza su poder sobre él hasta un punto increíble; hasta que,
cuando llega a su consumación, el hombre queda tan bajo la
esclavitud de este como para despertar de su estado; y entonces
piensa que solamente las “causas naturales” explican su estado, o
sino que de un modo inexplicable, su sensibilidad aguda a Dios y a
las cosa divinas, se ha vuelto embotada más allá de la capacidad de
restauración o de renovación15. Los sentimientos físicos se vuelven
amortecidos, o atrofiados, y los afectos parecen petrificados o
estoicos. Este es el momento cuando los espíritus engañadores le
sugieren que él ha contristado a Dios más allá de cualquier
reparación posible, y un hombre atraviesa por la agonía de buscar
la Presencia que él piensa que ha contristado.

El cultivo de la pasividad puede venir de la confianza en las muchas
ayudas, ideadas (inconscientemente) por la persona, para falsificar
o para obviar la inconveniencia de un estado pasivo, tal como la
provisión y la dependencia de ayudas externas para el ojo para
ayudar a la memoria pasiva; la pronunciación en el habla para
ayudar al “pensamiento” de la mente pasiva, y lo que se puede
llamar “muletas” de toda clase, sólo conocidas por el individuo,
construidos elaboradamente, y multiplicada para suplir sus
diferentes necesidades, pero todas le impiden ver su verdadero
estado, aún si tiene el conocimiento para hacerlo.

A LAS MANIFESTACIONES DE LA INFLUENCIA DE ESPÍRITUS
INMUNDOS SE LAS LLAMA IDIOSINCRACIAS NATURALES

Pero esta verdad acerca de la obra de los espíritus inmundos en los
creyentes, y las causas y los síntomas de su poder sobre la mente o
el cuerpo, has estado tan cubiertas por la ignorancia, que
multitudes de los hijos de Dios están prisioneros en la esclavitud de
su poder sin saberlo. Las manifestaciones generalmente se toman
como idiosincrasias naturales o como enfermedades. La obra del
Señor se deja de lado o nunca se empieza porque el creyente está
“demasiado tensionado” o sino “sin los talentos” para hacerlo. Está
“nervioso”, es “tímido”, no tiene “el don de la palabra”, no tiene
“capacidad de pensar” en lo que atañe al servicio de Dios; pero en
la esfera social estas “deficiencias” se olvidan, y los “tímidos” se
destacan al máximo. No se les ocurre preguntarse por qué es que
solamente en el servicio de Dios son así incapaces, pero es sólo en
relación a ese servicio que interfieren las obras ocultas de Satanás.

EL IMPACTO CUANDO EL CREYENTE COMPRENDE LA VERDAD

Es grande el impacto cuando el creyente al principio comprende
que la realidad del engaño y de la posesión es posible en él, pero
cuando se da cuenta de la cuestión final, el gozo de aquel que se
acomete a entender y a luchar hasta una liberación total, es más de
lo que las palabras pueden decir. La luz se vierte sobre los
problemas no resueltos de años, tanto sobre la experiencia
personal como sobre los intrigantes de su entorno, como también
sobre los estados de la Iglesia y del mundo.

A medida que busca luz de Dios, los ataques sutiles de los espíritus
engañadores en su vida lentamente se le vuelven claros al creyente
de mente abierta: y sus muchos artilugios para engañar quedan
revelados, a medida que el reflector de la verdad va muy atrás en el
pasado, revelando la causa de inexplicables dificultades en la
experiencia y en la vida, y de muchos acontecimientos misteriosos
que se habían aceptado como “la voluntad de Dios inescrutable”.

¡La pasividad! ¡Cuántos han caído en ella desconociendo su estado!
Mediante la pasividad de sus facultades se pierde mucho tiempo en
la dependencia de las circunstancia externas y del entorno. En las
vidas de tantos hay muchos “hechos” con tan poco conseguido,
muchos comienzos y pocas terminaciones. Qué acostumbrados
estamos a las palabras “si yo puedo” y el impulso se mueve, pero
para el momento en que llega la necesidad de acción, el hombre
pasivo ha perdido su interés momentáneo. Esta es la clave de tanta
“apatía” lamentable, y de la simpatía embotada de los cristianos
con las cosas realmente espirituales, mientras que están vivos
alegremente para los elementos sociales o mundanales a su
alrededor. La mundanalidad se puede agitar en el sentimiento
agudo por el sufrimiento de los otros, pero muchos de los hijos de
Dios, inconscientemente se abrieron a sí mismos a un poder
sobrenatural que los ha embotado en el pensamiento, en la mente
y en la simpatía. Siempre deseando ardientemente la comodidad y
la felicidad en las cosas espirituales, se han hundido en una
“pasividad” – es decir, en un estado de “reposo”, “paz” y “gozo” –
que le ha dado oportunidad a los poderes de las tinieblas para
encerrarlos en la prisión de ellos mismos, y así hacerlos casi
incapaces de entender en forma amarga y profunda las necesidades
de un mundo que sufre.

LA PASIVIDAD OCASIONADA POR LAS INTERPRETACIONES
EQUIVOCADAS DE LA VERDAD DE LA “MUERTE”

El estado de pasividad puede ser producido por interpretaciones
equivocadas de la verdad, hasta de la verdad de la “muerte con
Cristo” como está establecido en Romanos 6 y en Gálatas 2:20,
cuando se la lleva más allá del verdadero equilibrio de la Palabra de
Dios. Dios llama a los verdaderos creyentes a “ciertamente
considerarse muertos al pecado”, y también a la vida egoísta
malvada, aún en una forma religiosa o “santa”; esto es la vida que
vino del primer Adán, la vieja creación; pero esto no significa una
muerte de la personalidad humana, ya que Pablo dijo “todavía
vivo”, aunque “¡Cristo vive en mí!”16. Hay una retención del ser
personal, el ego, la voluntad, la personalidad, que debe estar
dominada por el Espíritu de Dios, ya que Él energiza la
individualidad del hombre, retenida por él en la “templanza” (Gal.
5:23).

A la luz de las concepciones erradas de la verdad de la “muerte con
Cristo” como se concibe para que signifique pasividad, y la
eliminación de las acciones de la personalidad del hombre, ahora es
fácil ver el porqué la aprehensión de las verdades relacionadas con
Romanos 6:6 y Gálatas 2:20 en algunos casos han sido el preludio
de manifestaciones sobrenaturales de los poderes de la oscuridad.
El creyente gracias a la mala concepción de estas verdades en
realidad está cumpliendo las condiciones elementales para la obra
de los espíritus inmundos, las mismas condiciones que los médiums
espiritistas entienden que son necesarias para obtener las
manifestaciones que desean. En tales casos se puede decir que la
verdad es el punto de apoyo del diablo para lanzar sus mentiras.

Siempre que Romanos 6 se entienda como una declaración
momentánea de una actitud al pecado, y Gálatas 2:20 otra
declaración de una actitud hacia Dios, y 2 Co. 4:10-12 y Fil. 3:10 la
obra exterior del Espíritu de Dios que trae al creyente a la
verdadera conformidad en la muerte de Cristo a medida que este
mantiene su actitud declarada, los poderes de las tinieblas están
derrotados, ya que la actitud momentánea declarada exige
voluntad activa, y cooperación activa con el Señor Resucitado, y la
aceptación activa del camino de la Cruz. Pero cuando estas
verdades se interpretan para que signifiquen (1) una pérdida de la
personalidad, (2) una ausencia de voluntad y de dominio propio, y
(3) el dejarse ir pasivo del “yo” en un estado de “obediencia”
mecánica, automática, como el de una máquina, con “falta de vida”
y pesadez de que el creyente cree que es “mortificación” o “el
obrar de la muerte” en él17, hace que la verdad de la muerte con
Cristo un cumplimiento de las condiciones para que obren los
espíritus inmundos, y una ausencia de las condiciones sobre las
cuales únicamente puede obrar Dios; de modo que las
“manifestaciones sobrenaturales” que tiene lugar sobre la base de
la pasividad, no pueden tener otra fuente que la de espíritus
mentirosos, no importa que tan hermosas y tan parecidas a las de
Dios puedan ser.

Esta falsificación de la “muerte” espiritual puede tener lugar en
relación al espíritu, al alma o al cuerpo. Como la verdad de la
muerte con Cristo se puede interpretar equivocadamente, y
convertirse en la ocasión para que los espíritus inmundos obtengan
el terreno de la pasividad, se puede ejemplificar de las siguientes
formas:

CONCEPCIÓN EQUIVOCADA DEL DESVANECIMIENTO DE SÍ MISMO

1. Pasividad causada por la concepción equivocada del
desvanecimiento de sí mismo: Bajo la concepción de rendir el ser a
Dios, como si significara el desvanecimiento de sí mismo, auto
renunciamiento y prácticamente la auto aniquilación, el creyente
apuntó a la inconsciencia de (1) la personalidad, (2) las necesidades
personales, (3) los estados emocionales, los sentimientos, los
deseos, la apariencia externa, las circunstancias, las incomodidades,
las opiniones de los otros, etc., como para solamente estar
consciente de Dios que se mueve, que obra, que actúa a través de
él. Hasta este punto abandonó su “sentido de la propia
importancia” hasta la “muerte”, y oró para no tuviera consciencia
de nada en el mundo, excepto la presencia de Dios; luego para
llevar a cabo su rendición absoluta de sí mismo hasta la muerte, y
este desvanecimiento entero de sí mismo, constantemente en la
práctica “rinde hasta la muerte” cada rastro del movimiento del
“yo” del que este consciente, y establece firmemente su voluntad
de renunciar a toda conciencia de deseos personales, de deseos, de
gustos, de necesidades, de sentimientos, etc. Todo esto parece
tanto ser un “sacrificio propio” y “tan espiritual”, pero que resulta
en una eliminación completa de, y en la entrega de terreno a los
espíritus inmundos en una pasividad del ser.
Esto les permite a los poderes de las tinieblas obrar, y producir una
“inconsciencia” que a su tiempo se convierte en un
amortiguamiento y embotamiento de las sensibilidades, y una
incapacidad de sentir, no sólo por sí mismo, sino por los demás,
como para no saber cuando sufren, y cuando él mismo causa el
sufrimiento.

CONCEPCIÓN EQUIVOCADA DE LA PARTE DE VERDAD DE LAS
“ENSEÑANZAS” DE LOS ESPÍRITUS ENGAÑADORES

Ya que esta concepción de eliminación de sí mismo, y de pérdida de
la importancia propia es contraria al uso total del uso de las
facultades del creyente, que el Espíritu de Dios exige para la
cooperación con Él, los espíritus inmundos ganan terreno sobre la
base de este engaño acerca de la “muerte”. La concepción
equivocada de lo que significa la muerte en la práctica era
realmente parte de sus “enseñanzas”, sugeridas sutilmente y
recibidas por el hombre que era ignorante de la posibilidad de
engaño, sobre lo que parecía rendición a Dios devota, de todo
corazón. Las “doctrinas de demonios” por lo tanto pueden estar
basadas en la verdad, bajo el disfraz de concepción equivocada, o
malinterpretación de la verdad, mientras que el creyente sostiene
honestamente la verdad misma.

El efecto del engaño sobre el creyente es, a su debido tiempo, una
“inconsciencia” producida por espíritus inmundos, que es difícil de
romper. En su estado de inconsciencia, no tiene capacidad de
discernir, de reconocer, de sentir ni de conocer las cosas a su
alrededor. Él está “inconsciente”18 de sus acciones de que lastima a
los demás. Prácticamente se ha vuelto estoico e incapaz de ver el
efecto de sus acciones al hacer sufrir a los otros. Actúa
“inconscientemente”, sin pensar voluntariamente, sin razonar, sin
imaginar, sin decidir lo que dice y hace. Sus acciones por
consecuencia son mecánicas y automáticas. A veces está
“inconsciente” de ser un canal para la transmisión de las palabras,
de los pensamientos, de los sentimientos que pasan a través de él
separados de la acción de su voluntad y de su conocimiento de la
fuente.

La “inconsciencia” como efecto de la posesión demoníaca, se
vuelve una roca de tropiezo formidable en el camino a la liberación,
ya que los espíritus inmundos pueden detener, impedir, atacar,
distraer, sugerir, impresionar, arrastrar, o hacer cualquier otra cosa
igualmente ofensiva o injuriosa, en la persona o a través de ella,
mientras que él está “inconsciente” de sus obras.

LA PASIVIDAD ES CAUSADA POR LA ACEPTACIÓN EQUIVOCADA DEL
SUFRIMIENTO

2. Pasividad causada por la aceptación equivocada del sufrimiento.
El creyente consiente en aceptar “sufrir con Cristo” en el “camino
de la Cruz”, y en cumplimiento de esta rendición al sufrimiento, a
partir de este momento se rinde pasivamente al sufrimiento en
cualquier forma en que venga, creyendo que “sufrir con Cristo”
significa (a) recompensa y (b) fructificación. No sabe que los
espíritus inmundos pueden dar un “sufrimiento” falsificado, y que
puede aceptar el sufrimiento de ellos, creyendo que es de la mano
de Dios, y al hacerlo así, les da terreno para la posesión. La
posesión se interpreta tanto como pecado en la vida del que no se
puede librarse, y sufrimiento en la vida que no se puede explicar. Al
entender la verdad de la posesión, del primero puede librarse y el
último puede explicarse. El sufrimiento es una gran arma para
controlar a las personas y obligarlas a cierta conducta, y es una gran
arma para que los espíritus inmundos controlen a los hombres, ya
que mediante el sufrimiento pueden arrastrar a un hombre a hacer
lo que no haría, sin su compulsión.

Sin saber estas cosas el creyente malinterpreta enteramente el
sufrimiento que atraviesa. Los creyentes a menudo son engañados
por lo que piensan que es sufrimiento “vicario” en ellos mismos o
en los otros, o por la Iglesia. Se ven a sí mismos como mártires,
cuando en realidad son víctimas, sin saber que el “sufrimiento” es
uno de los síntomas principales de la posesión. Al hacer sufrir a un
hombre, los espíritus inmundos se descargan de su enemistad y
odio al hombre.

LAS MARCAS DEL SUFRIMIENTO CAUSADO POR ESPÍRITUS
INMUNDOS

El sufrimiento causado directamente por los espíritus inmundos se
puede discriminar de la verdadera comunión de los sufrimientos de
Cristo por una ausencia absoluta de resultados, tanto en el fruto,
como en la victoria, o en la cosecha de crecimiento espiritual. Si se
observa cuidadosamente, se verá que es enteramente sin
propósito. Por otro lado, Dios no hace nada sin un objeto definido.
Él no se deleita en causar sufrimiento por el gusto del sufrimiento,
sino que el diablo hace eso. El sufrimiento causado por espíritus
inmundos es agudo y diabólico en su carácter, y no hay testimonio
interior del Espíritu que le diga al que el creyente que está
sufriendo que es de la mano de Dios. A un ojo juicioso, se puede
diagnosticar tan claramente cuando es de un espíritu inmundo,
como cualquier dolor físico puede ser discriminado de uno mental
por un médico clínico experto.

El sufrimiento causado por los espíritus inmundos puede ser (1)
espiritual, al causar sufrimiento agudo en el espíritu, inyectando
“sentimientos” al espíritu, repugnantes o pungentes; (2) somáticos,
por la oscuridad, la confusión, el caos y el horror agudos en la
mente; dolor de angustia, como de cuchillo en el corazón, o en otra
parte vital de lo más profunda del ser; o (3) físico, en cualquier
parte del cuerpo.

El terreno cedido para que los espíritus inmundos produzcan un
sufrimiento falsificado en un grado tan agudo como este se puede
rastrear hasta el momento en que el creyente, en su absoluta
rendición a Dios por el “camino de la Cruz”, deliberadamente quiso
aceptar el sufrimiento de Él. Entonces luego, en cumplimiento de
esta rendición, le dio terreno al enemigo, al aceptar algún
sufrimiento específico como si fuera de Dios, que realmente venía
de los espíritus de maldad, abriéndoles así la puerta, mediante (1) la
recepción de su mentira, (2) la admisión de su poder real
manifestado en el sufrimiento – que sigue aún dándole más terreno
al creer su interpretación del sufrimiento – y (3) la admisión de que
ello es “la voluntad de Dios”, hasta que toda la vida se convirtió una
“rendición al sufrimiento” prolongada, que parecía irracional,
inexplicable en su origen, y sin propósito en sus resultados. Así al
carácter de Dios se lo hace ver como maligno ante sus hijos, y los
espíritus engañadores hacen lo máximo posible para levantar una
rebelión contra Él por lo que ellos mismos están haciendo.


PASIVIDAD DEBIDO A IDEAS EQUIVOCADAS DE LA HUMILDAD

3. Pasividad causada por ideas equivocadas de la humildad y del
rebajamiento de sí mismo. El creyente consiente en aceptar la
“muerte”, en dejarse arrastrar en una “nada” y en un
“desvanecimiento de sí mismo” que no le da lugar a una
autoestima apropiada y verdadera cualquiera sea ella (compare 2
Co. 10:12-18). Si el creyente acepta la autodepreciación, sugerida a
él por los espíritus inmundos y creada por ellos, trae una atmósfera
de desesperanza y de debilidad acerca de él, y le entrega a otros un
espíritu de oscuridad y de pesadez, de tristeza y de dolor. Su
espíritu fácilmente queda aplastado, herido y deprimido. Él puede
atribuirle la causa al “pecado”, sin estar consciente de ningún
pecado específico en su vida; o hasta puede ver su experiencia de
“sufrimiento” como sufrimiento “vicario” por la Iglesia; mientras
que una sensación anormal de sufrimiento es uno de los síntomas
principales de la posesión.

En la falsificación de la verdadera eliminación del “orgullo”, y de
todas las formas de pecado que surgen del, la falsificación causada
por la posesión se puede reconocer porque (1) el creyente insiste
en su auto depreciación en los momentos más inoportunos, con
dolorosa perplejidad para aquellos que lo oyen; (2) hay un echarse
atrás del servicio para Dios, con incapacidad de reconocer los
intereses del reino de Cristo; (3) hay un esfuerzo laborioso de sacar
el “yo” de la vista, tanto en la conversación como en la acción,
aunque eso deja al “yo” más a la vista de una manera objetable;
hay un modo menospreciativo, como excusándose, que le da
oportunidad a los “gobernantes mundiales de las tinieblas de este
mundo” de instigar a sus súbditos a aplastar y a dejar de lado a esta
persona “no yo” en momentos de importancia estratégica para el
reino de Dios; (5) hay una atmósfera alrededor tal como una de
debilidad, oscuridad, tristeza, pesar, falta de esperanza, de
susceptibilidad que se hiere fácilmente – todo lo cual puede ser el
resultado de que el creyente “quiere” en algún momento “rendirse
hasta la muerte”, para aceptar un desvanecimiento de la verdadera
personalidad, que Dios exige como vaso para la manifestación del
Espíritu de Cristo, en una vida de la más completa cooperación con
el Espíritu de Dios. El creyente, mediante esta creencia equivocada
y mediante la sumisión a los espíritus inmundos, eliminó en la
pasividad una personalidad que no podía “morir” y que no se
suponía que lo hiciera; y mediante esta pasividad le abrió la puerta
a los poderes de las tinieblas para que ganen terreno para
posesión.

PASIVIDAD CAUSADA POR PENSAMIENTOS EQUIVOCADOS ACERCA
DE LA DEBILIDAD

4. Pasividad causada por un pensamiento equivocado acerca de la
debilidad. El creyente consiente en un estado perpetuo de
debilidad, bajo una concepción equivocada de que es un estado
necesario para la manifestación de la vida y la fuerza divina. Esto
generalmente está basado sobre las palabras de Pablo “Cuando soy
débil soy fuerte”, sin entender el creyente que esta fue una
declaración hecha por el Apóstol de un hecho simple de que
cuando él era débil descubría que las fuerzas de Dios siempre eran
suficientes para toda Su voluntad; y que esta no es una exhortación
a los hijos de Dios a que quieran deliberadamente ser débiles, y por
lo tanto que sean incapaces para el servicio de muchas maneras, en
vez de decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Que el
“querer” ser débil, como para tener derecho a la fuerza de Cristo es
un pensamiento equivocado se puede ver prácticamente en
muchas vidas, en donde la “debilidad” se acepta pasivamente, con
una carga y una preocupación para otros, lo cual no es ninguna
evidencia de que tal actitud esté de acuerdo con el plan y la
provisión de Dios. El “querer” ser débil realmente impide el
fortalecimiento de Dios, y mediante este sutil engaño del enemigo
en las mentes de muchos, a Dios se le roba mucho servicio activo
para Él.

PASIVIDAD CON ACTIVIDAD SATÁNICA

No significa que la “pasividad” en toda su magnitud, implique
“ninguna actividad en absoluto”, ya que una vez que el hombre se
vuelve pasivo en la voluntad y en la mente, es sujetado por los
espíritus inmundos sin poder de actuar, o es llevado a la actividad
satánica por ellos; esto es, actividad incontrolable de pensamiento,
agitación nerviosa del cuerpo, y acción salvaje y desequilibrada de
todo grado. Las acciones son espasmódicas e intermitentes, la
persona a veces se lanza hacia adelante y otras veces es haragán y
perezoso, como una máquina en una fábrica, con engranajes que
giran sin rumbo fijo, porque el interruptor del centro de control
está fuera de alcance del amo. El hombre no puede trabajar, aún
cuando ve que hay mucho para hacer y es febril porque no puede
hacerlo. Durante el tiempo de la pasividad parecía estar contento,
pero cuando se lo arrastra a la actividad satánica, es inquieto, y no
concuerda con todas las cosas a su alrededor. Cuando su ambiente
lo debería guiar a un estado de contento total, algo (¿o puede que
sea “alguien”?) le hace imposible estar en armonía con sus
circunstancias externas, no importa cuan agradables puedan ser.
Está consciente de su inquietud y de su actividad que es
dolorosamente febril; o de la pasividad y del peso; o de un hecho
de “trabajo” y aún así no es ningún trabajo. Todas las
manifestaciones de una destrucción demoníaca de su paz.

LIBERACIÓN DE LA PASIVIDAD

El creyente que necesita liberación del estado de pasividad,
primero debe buscar entender cual sería su estado normal o
correcto19, y luego probarse o examinarse a la luz de ello, para
discernir si los espíritus inmundos han estado interfiriendo. Para
hacer esto, que recuerde un momento de su vida, que podría
llamar el “mejor”, tanto en el espíritu, en el alma y en el cuerpo, o
en todo su ser; y luego que lo vea como su estado normal, el cual
debería esperar que sea posible que se mantenga, y que nunca
quede satisfecho debajo de éste.

Ya que la pasividad ha venido gradualmente, sólo puede terminar
gradualmente, a medida que se detecta y se destruye. La
cooperación total del hombre es necesaria para su eliminación, y es
la causa del largo período necesario para su liberación, el engaño y
la pasividad sólo se puede quitar a medida que el hombre entiende,
y coopera mediante el uso de su voluntad en la denegación del
terreno y del engaño que vino gracias a él, esta es también la razón
por la cual, en este aspecto de la “posesión”, los espíritus inmundos
no pueden ser “echados fuera”, porque la causa que les dio
admisión es un factor clave en su expulsión.

Un punto importante en la liberación de la pasividad en mantener
perpetuamente en mente, el estándar del estado normal, y si en
cualquier momento el creyente cae debajo de él que descubra la
causa, como para quitarla. Cualquier facultad, o parte del ser, que
se ha rendido a la pasividad, y por lo tanto se ha perdido para el
uso, se debe retomar mediante el ejercicio activo de la voluntad, y
traerse de vuelta al control personal. El “terreno” cedido que hizo
que cualquier facultad cayera en la esclavitud del enemigo, se debe
descubrir y abandonar; y luego se debe denegar
persistentemente22, con resistencia firme a los espíritus de maldad
en su poder sobre este, recordando que los poderes de las tinieblas
luchan contra la pérdida de cualquier parte de su reino en el
hombre, lo mismo que un gobierno terrenal lucharía para proteger
su propio territorio y sus súbditos. El “Más fuerte que él” es el
Conquistador, y fortalece al creyente para la batalla, y para juntar
todo el despojo.








Capítulo 5
Engaño y posesión

Estar engañado por espíritus mentirosos no significa que el
creyente necesariamente esté poseído por un espíritu inmundo; y
una persona puede estar “poseída” sin haber sido engañada. Por
ejemplo un creyente puede ser conducido engañosamente en su
guía, o puede ser engañado por visiones y manifestaciones
falsificadas, sin que estos engaños lleven a la posesión; y donde hay
rendición al pecado, tanto conocido como desconocido, hasta por
un creyente, un espíritu inmundo puede tomar posesión de la
mente o del cuerpo, sin que haya ninguna experiencia de engaño (1
Co. 5:5).

Las facultades pueden estar gravemente sujetadas por los espíritus
inmundos, o estar poseídas por ellos mediante (1) la rendición al
pecado de la pasividad – la pasividad es el pecado de omisión, ya
que Dios no da una facultad para que se use mal o para que no se la
use, o (2) rendirse a los pecados de la acción, por ejemplo, si la
lengua se presta a las calumnias o a las malas palabras, se presta al
pecado, y se hace pasible de posesión. Y así con los ojos, con los
oídos y en otras partes del cuerpo; el deseo de los ojos de ver y de
mirar cosas viles; los oídos al escuchar cosas malas – escuchar a
escondidas es prestar los oídos a los emisarios de Satanás – o por
otro lado, los espíritus inmundos pueden tomar el control de los
nervios de los oídos, de modo que la persona no puede oír lo que
debería, aunque se le permite estar lo suficientemente alerta para
tolerar lo que no debería oír.





EL GRADO DE TERRENO NECESARIO PARA QUE LOS ESPÍRITUS
INMUNDOS TOMEN POSESIÓN NO SE PUEDE DEFINIR

El grado necesario de terreno cedido a un espíritu inmundo para
que lo posea no se puede definir claramente, pero que hay (1)
pecado sin posesión por parte de espíritus inmundos; (2) pecado
que le abre la puerta a la posesión; y (3) pecado que es
inequívocamente el resultado de la posesión satánica (Juan 13:2)
está fuera de duda. Si el hombre, sea creyente o incrédulo, peca
como para darle lugar a un espíritu inmundo, el terreno cedido se
puede profundizar sin medida. (1) El terreno cedido le da lugar al
demonio, (2) la manifestación del espíritu inmundo tiene lugar, (3)
luego la mala interpretación de la manifestación le da nuevamente
más terreno, porque él cree las mentiras del maligno, y les da
todavía más lugar.

También es posible que el engaño y la posesión se produzcan y
pasen sin que el hombre esté consciente de ninguno. Puede
rendirse al pecado que le da entrada a un espíritu inmundo, y luego
tomar la posición de muerte (Ro. 6:6,11) al pecado o a su terreno,
cuando inconscientemente para sí mismo la posesión pasa.

Multitudes de creyentes están “poseídos” en varios grados pero no
lo saben, ya que ellos atribuyen las “manifestaciones” a causas
“naturales”1, o al “yo” o al “pecado”, y las atribuyen a estas causas
porque no parecen tener las características de la posesión
demoníaca.

También hay un grado de engaño de parte de los espíritus
engañadores, en relación con las falsificaciones de Dios y de las
cosas divinas, que conducen a la posesión; y esto también, depende
hasta el punto de las falsificaciones que han sido aceptadas por el
creyente. Debido a la “posesión” por aceptar las falsificaciones de
las obras del Espíritu Santo, los creyentes inconscientemente
pueden ser llevados a (1) poner su confianza en los espíritus
inmundos, (2) confiar en ellos, (3) rendirse a ellos, (4) ser guiados
por ellos, (5) orarle a ellos2, (6) escucharlos, (7) obedecerlos, (8)
recibir mensajes de ellos, (9) recibir textos de la Escritura de parte
de ellos, (10) ayudarlos en sus deseos y en sus obras, (11) ponerse
del lado de ellos, y (12) trabajar para ellos, creyendo que esas
actitudes son hacia Dios, y que están haciendo estas cosas para
Dios.

En algunos casos las manifestaciones falsificadas se han aceptado
con un abandono tan imprudente, que el engaño rápidamente se
ha convertido en posesión en una forma de lo más aguda, aunque
sutil y refinada, que aparentemente no deja rastros de la presencia
del mal, aunque la típica doble personalidad, característica de la
“posesión demoníaca” totalmente desarrollada es fácilmente
reconocible para el discernimiento espiritual entrenado; aunque
pueda estar oculta bajo la más hermosa manifestación de “ángel de
luz”, con toda la atracción fascinante de la “luz de gloria” sobre su
rostro4, con música exquisita en el canto, y un efecto poderoso en
la palabra.

LA PERSONALIDAD DUAL DE LA POSESIÓN DEMONÍACA

La personalidad dual de la posesión demoníaca totalmente
desarrollada generalmente se reconoce sólo cuando toma la forma
de manifestaciones objetables; tal como cuando otra inteligencia
distinta oscurece la personalidad del poseído, y habla a través de
los órganos vocales, con una voz separada o alterada en forma
distinta, que expresa pensamientos o palabras no intencionadas, o
sólo parcialmente queridas por el sujeto; la víctima es obligada por
los espíritus inmundos a actuar en modos contrarios a su carácter
natural, y el cuerpo está gobernado por un poder extraño, y los
nervios y los músculos se retuercen en contorsiones, y
convulsiones, tales como las que se describen en los registros de las
Escrituras (Lucas 9:39). Una característica de la personalidad dual
de la posesión demoníaca también es que las manifestaciones son
casi siempre periódicas, y la víctima es comparativamente natural,
y normal, entre lo que se describen como “ataques” pero que
realmente son períodos de manifestaciones del poder intruso.

LA PERSONALIDAD DUAL DE LA POSESIÓN DE LOS ESPÍRITUS
INMUNDOS EN LOS CRISTIANOS

Ahora hay evidencias disponibles, que demuestran que esta
personalidad dual en su grado más completo, ha tenido lugar en
creyentes que no son desobedientes a la luz, o que se rinden a
algún pecado conocido, sino que han quedado poseídos debido al
engaño en su abandono al poder sobrenatural, que creyeron que
era de Dios; tales casos tienen todos los síntomas y las
manifestaciones descriptas en los registros del evangelio. El
demonio que responde preguntas con su propia voz y habla
palabras de blasfemia contra Dios mediante la persona, mientras
que él en espíritu está en paz y en comunión con Dios evidencia así
que (1) el Espíritu Santo está en el espíritu, y que (2) el demonio o
los demonios están en el cuerpo, usando la lengua y arrojando el
cuerpo a su voluntad.

Esta misma “personalidad dual”, bajo manifestaciones totalmente
diferentes, es fácilmente reconocible por cualquiera que tenga el
“discernimiento de espíritus”. A veces el ambiente del sujeto es
más favorable que otros para las manifestaciones espirituales, y se
pueden detectar en formas tanto hermosas como objetables.

El hecho de la posesión demoníaca de los cristianos destruye la
teoría de que sólo la gente en los países paganos o personas en
pecado profundo pueden estar “poseídas” por espíritus inmundos.
Esta teoría no examinada y no demostrada en las mentes de los
creyentes, le sirve bien al diablo como cubierta para sus obras para
ganar posesión de las mentes y los cuerpos de los cristianos en el
tiempo presente. Pero el velo es quitado de los ojos de los hijos de
Dios por el duro camino de la experiencia; y está amaneciendo el
conocimiento sobre la sección despierta de la Iglesia de que a un
creyente bautizado con el Espíritu Santo, y habitado por Dios en el
templo interior de su espíritu se lo puede engañar para que le de
entrada a los espíritus inmundos a su ser, y que quede poseído7 en
varios grados, por demonios, aún cuando en el centro es un
santuario del Espíritu de Dios; Dios obra en su espíritu y a través de
su espíritu, y los espíritus inmundos en su mente o a través de ella,
o de su cuerpo, o de ambos.

CORRIENTES DUALES DE PODER

De a ratos, de tales creyentes pueden proceder corrientes de las
dos fuerzas de poder; una del Espíritu de Dios en el centro, y otra de
un espíritu inmundo en el hombre exterior; y con los dos resultados
paralelos para aquellos que están en contacto con las dos
corrientes de poder. Al predicar, toda la verdad dicha por tal
creyente puede ser de Dios, y estar de acuerdo a las Escrituras,
correcta y llena de luz – el espíritu del hombre está bien – mientras
que los espíritus inmundos que obran en la mente o en el cuerpo,
hacen uso de la cubierta de verdad para insertar sus
manifestaciones, como para hallar aceptación tanto con el que
habla como con los oyentes. Es decir, en un momento se puede
verter a través del creyente una corriente de verdad de la Palabra,
que da luz y amor a los que están receptivos entre los que escuchan
y que los bendice, y al otro momento, un espíritu extraño, oculto en
el cuerpo o en la mente, puede enviar una pequeña correntada a
través de la parte somática o física del hombre, que produce
efectos correspondientes entre los oyentes, que responden en su
parte somática o física a la corriente satánica, tanto mediante
manifestaciones somáticas o físicas, como con acciones musculares
o nerviosas. O una o la otra de las corrientes de poder, de el
Espíritu Santo en su espíritu, o de los espíritus engañadores en la
mente o en el cuerpo, pueden predominar en momentos
diferentes, haciendo que el mismo hombre parezca dual en su
carácter, con intervalos cortos en períodos de tiempo diferentes.
“¡Miren como habla! ¡Cómo parece glorificar a Dios! ¡Qué
razonable que es! ¡Qué pasión que tiene por las almas!” se puede
decir con verdad de un obrero, hasta que algunos momentos más
tarde se ve en él y en la reunión un cambio raro, entra un elemento
extraño, posiblemente reconocible sólo para algunos con visión
espiritual aguda, o sino que es visible a todos. Quizás el que habla
empieza a orar silenciosa y calmadamente, con un espíritu puro,
pero súbitamente se sube la voz, suena “hueca”, o tiene un tono
metálico; la tensión en la reunión aumenta; un “poder”
sobrecogedor que predomina cae sobre ella; ¡y ninguno piensa en
“resistir” lo que parece ser tal “manifestación de Dios”!

MANIFESTACIONES MEZCLADAS

La mayoría de los presentes no tienen ni idea de la mezcla que se
ha empezado a manifestar. Algunos caen al suelo, incapaces de
tolerar la emoción tensa o el efecto sobre la mente. Algunos son
arrojados al suelo por un poder sobrenatural; otros gritan con
éxtasis; el orador deja la plataforma, pasa al lado de un joven,
quien se vuelve consciente de un sentimiento de intoxicación sobre
él, que no deja sus sentidos por un rato. Otros se ríen con la
exuberancia del gozo intoxicante. Algunos han tenido un verdadero
socorro espiritual y una verdadera bendición gracias a que la
Palabra de Dios se expuso antes de que llegara este clímax, y
durante el flujo puro del Espíritu Santo; consecuentemente aceptan
estas obras extrañas como si fueran de Dios, porque en la primera
parte de la reunión, sus necesidades realmente habían sido
satisfechas por Él; ¡y no pueden discernir las dos “manifestaciones”
separadas que vienen por el mismo canal! Si dudan de la última
parte de la reunión, temen ser infieles a su convicción interna de
que la primera parte era “de Dios”. Otros están conscientes de que
las “manifestaciones” son contrarias a su visión espiritual y a su
juicio; pero por causa de la bendición de la primera parte ahogan
sus dudas, y dicen “no podemos entender las manifestaciones
‘físicas’ pero no debemos pretender entender todo lo que Dios
hace. Sólo sabemos que el derramamiento hermoso de verdad y de
amor y de luz al comienzo de la reunión era de Dios, y satisfizo
nuestras necesidades. Nadie puede confundir la sinceridad, el
motivo puro del orador… por lo tanto, aunque no puedo entender,
o decir que me ‘gusten’ las manifestaciones físicas, así y todo –
debe ser todo de Dios…”.

LO VERDADERO Y LO FALSIFICADO SE ACEPTAN JUNTAMENTE

En resumidas cuentas, este es un vistazo de las “manifestaciones”
mezcladas que han aparecido sobre la Iglesia de Dios, desde el
Avivamiento de Gales; ya que casi sin excepción, en toda nación en
donde ha irrumpido el avivamiento, en un breve período de tiempo
la corriente falsificada se ha mezclado con la verdadera; y casi sin
excepción, lo verdadero y lo falso se han aceptado juntamente, a
causa de que los obreros son ignorantes de la posibilidad de las
corrientes concurrentes; o sino han sido rechazadas juntamente
por aquellos que no pueden diferenciar la una de la otra; o se ha
creído que no había “verdad” en absoluto, porque la mayoría de los
creyentes no logran entender que puede haber obras mezcladas de
(1) lo divino y lo satánico, (2) de lo divino y lo humano, (3) de lo
satánico y lo humano, (4) del alma y del espíritu, (5) del alma y del
cuerpo, (6) del cuerpo y del espíritu; los tres últimos en forma de
sentimientos y consciencia, y los tres primeros en forma de fuente
y de poder.

Para hacer una mezcla debe haber más de una cantidad, por lo
menos dos. El diablo mezcla sus mentiras con la verdad, ya que
debe usar una verdad para portar sus mentiras. Por lo tanto el
creyente debe discriminar, y juzgar todas las cosas. Él debe ser
capaz de ver que tanto es impuro y que tanto es puede aceptar.
Satanás es un “mezclador”. Si en algo encuentra noventa y nueve
por ciento de pureza, trata de insertarle uno por ciento de su
corriente venenosa, y esto aumenta si no se lo detecta, hasta que
las proporciones se invierten. Donde hay una mezcla que se
reconoce que está en las reuniones en donde tienen lugar
manifestaciones sobrenaturales, si los creyentes son incapaces de
discriminar, deberían alejarse de esas “mezclas” hasta que sean
capaces de discernir.

Al aceptar las falsificaciones de Satanás, el creyente piensa y cree
que está cumpliendo con las condiciones divinas para ascender a
una vida más alta; mientras que en realidad cumple con las
condiciones para las obras satánicas en su vida, y por lo tanto
desciende a un pozo de engaño y sufrimiento, con su espíritu y sus
motivos puros.

Como los espíritus inmundos ganan acceso al creyente es la
siguiente pregunta que necesitamos considerar; y aquí damos en
forma de columna seis listas concisas de (1) como engañan; (2) el
terreno cedido para el engaño; (3) adonde entran; (4) las excusas
que hace el espíritu inmundo para ocultar el terreno, y mantener al
creyente en la ignorancia de su presencia y del terreno que retiene;
(5) el efecto en el hombre así engañado; y (6) los síntomas de la
posesión.

COLUMNA 1: COMO ENGAÑAN LOS ESPÍRITUS INMUNDOS

Tomando las columnas una por una veremos cuan sutilmente
trabaja el espíritu inmundo, primero para engañar y después para
ganar entrada a la mente o al cuerpo del creyente o a ambos. Un
principio gobierna la obra de Dios y la obra de Satanás al buscar
entrada a un hombre. En la creación de un ser humano con libre
albedrío, Dios, que es Soberano Señor del Universo, y de todas las
potestades angélicas, se ha limitado a sí mismo en que no viola la
libertad de un hombre para obtener su obediencia; ni tampoco los
espíritus inmundos de Satanás pueden entrar ni obtener posesión
de ninguna parte de hombre aparte de su consentimiento, dado ya
sea conscientemente o inconscientemente. Al igual que cuando un
hombre “quiere” una cosa buena, y Dios la hace realidad, así
también cuando el hombre “quiere” una cosa mala, los espíritus
inmundos las hacen realidad. Tanto Dios como Satanás necesitan
de la voluntad del hombre para obrar en el hombre9.

En el hombre no regenerado la voluntad está esclavizada a Satanás,
pero en el hombre que ha sido regenerado y librado del poder del
pecado, la voluntad se libera para elegir las cosas de Dios. En el que
ha sido así traído por Cristo a la comunión con Dios, Satanás sólo
puede ganar terreno mediante estratagemas, o en términos
bíblicos, mediante “artimañas”, ya que él sabe que nunca obtendrá
de un creyente el consentimiento deliberado para la entrada y el
control por parte de los espíritus inmundos. El engañador sólo
puede esperar obtener ese consentimiento mediante la astucia: es
decir, fingiendo ser Dios mismo, o un mensajero de Él. El sabe
también que tal creyente está determinado a obedecer a Dios a
toda costa, y codicia el conocimiento de Dios por encima de todo
en la tierra. Por lo tanto, no hay otra manera de engañar a este,
sino mediante falsificar a Dios mismo, a su presencia y a sus obras,
y bajo la pretensión de ser Dios, obtener la cooperación de la
voluntad del hombre al aceptar más engaños, como para llevarlo
finalmente a la “posesión” de alguna parte de la mente o del
cuerpo del creyente, y así herir o impedir su utilidad para Dios, así
como la de los otros que serán afectados por él.

DISTINCIÓN ENTRE LA PERSONA Y LA PRESENCIA DE DIOS

La falsificación de Dios en el creyente y con el creyente es la base
sobre la que se construye toda la estructura posterior de la
posesión mediante el engaño. Los creyentes desean y esperan que
Dios esté con ellos y en ellos. Esperan la presencia de Dios con ellos
y se la falsifica. Esperan que Dios esté en ellos como una Persona, y
los espíritus inmundos falsifican las tres Personas de la Trinidad.

Para entender los métodos de falsificación de los espíritus
inmundos, debemos distinguir entre la Presencia y la Persona de
Dios. La “Presencia” que emana una influencia, y la persona
manifestada como Padre, Hijo o Espíritu Santo. Dicho sin rodeos, se
puede describir como la diferencia entre Dios como Luz, y alguien
que tiene luz de Dios. Dios como Amor, y alguien que tiene amor de
Dios. Uno es la Persona misma en su naturaleza y el otro es el
destello o la emanación de lo que es Él.

El pensamiento de muchos es que la Persona de Cristo está en
ellos, pero en verdad, Cristo como Persona no está en ningún
hombre. Él habita en los creyentes mediante su Espíritu – el Espíritu
de Cristo (Ro. 8:9), ya que reciben el “suministro del Espíritu de
Jesús” (Fil. 1:19; Hechos 16:7).


También es necesario entender la enseñanza de las Escrituras sobre
la Trinidad, y los diferentes atributos y la obra de cada Persona de
la Trinidad, para discernir la obra falsificadora del engañador.

Dios el Padre como Persona está en el cielo más alto. Su presencia
se manifiesta en los hombres como el “Espíritu del Padre”. Cristo el
Hijo está en el cielo como Persona, su presencia está en los
hombres mediante su Espíritu. El Espíritu Santo, como el Espíritu
del Padre, y del Hijo, está en la tierra en la Iglesia, que es el Cuerpo
de Cristo, y manifiesta al Padre o al Hijo en los creyentes y a los
creyentes, a medida que son enseñados por ÉL para comprender al
Dios Trino. Por tanto Cristo dijo “me manifestaré” a aquellos que lo
amaran y lo obedecieran, y más tarde “Vendremos y haremos
morada en él” (Juan 14:23), es decir, mediante el Espíritu Santo
dado en el Día de Pentecostés.

LA PERSONA DE DIOS ESTÁ EN EL CIELO, SU PRESENCIA ESTÁ SOBRE
LA TIERRA MEDIANTE SU ESPÍRITU

La Persona de Dios está en el cielo, pero la presencia se manifiesta
sobre la tierra en los creyentes y con los creyentes, a través del
Espíritu Santo y por Él, en el espíritu humano y al espíritu humano,
como el órgano del Espíritu Santo para la presencia de Dios
manifestada.

Los conceptos equivocados del creyente de la manera en la que
Dios puede estar en él y con él, y su ignorancia de que los espíritus
inmundos pueden falsificar a Dios y a las cosas divinas, forman el
terreno sobre el cual puede ser engañado para aceptar las obras
falsificadas de los espíritus inmundos, y darles entrada, y posesión,
y control de su ser interior.

Si Dios que es Espíritu, puede estar en un hombre y con un hombre,
los espíritus inmundos también pueden estar en los hombres y con
los hombres, si pueden obtener entrada por consentimiento. Su
meta y su deseo son la posesión y el control. Estos son términos
que a menudo se usan de la obra de Dios en los creyentes, pero
que realmente no son escriturales en los significados que se les dan
a las palabras en nuestros días, es decir, Dios “posee” a un hombre
en el sentido de propiedad, y luego Él pide cooperación, no
“control”. El creyente se debe controlar a sí mismo, mediante la
cooperación en su espíritu con el Espíritu de Dios; pero Dios nunca
“controla” al hombre como una máquina es controlada por otro, o
por alguna fuerza dinámica.

DISTINCIÓN ENTRE DIOS Y LAS COSAS DIVINAS

También debemos hacer una distinción entre Dios y las cosas
divinas, es decir, todo lo que es divino no es Dios mismo, al igual
que todo lo que es satánico no es Satanás mismo, y todo lo que es
humano no es el hombre mismo; las cosas divinas, satánicas y
humanas, son aquellas que emanan de Dios, de Satanás y del
hombre respectivamente.

Estas tres fuentes siempre se deben tener en cuenta en todo, por
ejemplo, la Guía puede ser (1) divina, (2) satánica, o (3) humana. La
obediencia se le puede prestar (1) a Dios, (2) a Satanás, o (3) a los
hombres. Las visiones pueden tener su fuente en (1) Dios, (2)
espíritus inmundos, o (3) el hombre mismo. Los sueños pueden
venir de (1) Dios, (2) de los espíritus inmundos o, (3) el propio
estado del hombre. La escritura en su fuente puede ser de (1) Dios,
(2) de los espíritus inmundos, o, (3) de los propios pensamientos
del hombre. Las falsificaciones por parte de los espíritus inmundos
por lo tanto pueden ser (1) de Dios, y de las cosas divinas, (2) de
Satanás y de las cosas satánicas, o (3) de lo humano y de las cosas
humanas.

Para obtener la posesión y el control de los creyentes, que no serán
atraídos por el pecado, los espíritus engañadores primero deben
falsificar la manifestación de la presencia de Dios, de modo que
bajo la cubierta de esta “presencia” puedan llevar sus sugerencias a
la mente, y hacer que sus falsificaciones se acepten sin
cuestionamientos. Esta es su primera y a veces larga parte del
trabajo. No siempre es tarea fácil, especialmente cuando el alma
ha sido bien fundamentada en las Escrituras, y aprendió a caminar
por fe en la Palabra de Dios, ni es fácil cuando la mente es aguda en
el uso, y bien guardada en el pensamiento, y ocupada
saludablemente.

LA FALSIFICACIÓN DE LA PRESENCIA DE DIOS

De la presencia falsificada, viene la influencia que hace que se
acepte la falsificación. Los espíritus inmundos deben hacer algo
para imitar la presencia de Dios, ya que su “presencia” no es ni
puede ser una falsificación de ella. La presencia falsificada es una
obra suya, hecha por ellos, pero no es la manifestación de sus
propias personas, por ejemplo, dan sentimientos dulces o
tranquilizantes, o sentimientos de paz, de amor, etc., con la
sugerencia susurrada, adaptada al ideal de la víctima, de que éstos
indican la presencia de Dios.

Cuando una presencia falsificada o una influencia se acepta, siguen
por falsificar una “Persona”, como una de las Personas de la
Trinidad, nuevamente adaptada a los ideales o deseos de la víctima.
Si el creyente está más atraído a una de las Personas de la
Santísima Trinidad que a otra, la falsificación será de aquella a la
que él esté más apegado10. El Padre, para aquellos que están
atraídos hacia Él; el Hijo para aquellos que piensan en Él como el
“Esposo” y ansían amor; y el Espíritu Santo para aquellos que
ansían poder.

La “Presencia” falsificada como una influencia precede a la
falsificación de la “Persona”11 de Dios, mediante la cual se gana
mucho terreno.

El período de peligro es, como ya se mostró en el Capítulo 3, en el
momento de buscar el Bautismo del Espíritu Santo, cuando mucho
ha sido dicho por otros acerca de las manifestaciones de Dios a la
conciencia, o de algún “descenso” del Espíritu, percibido por los
sentidos. Esta es la oportunidad para los espíritus vigilantes.

¿Qué creyente hay que no anhele la presencia “consciente” de
Dios, y que no dé todo por obtenerla? ¡Qué difícil es caminar por
“fe” al atravesar los lugares oscuros de la vida! Si la “presencia
consciente” se obtiene mediante el Bautismo del Espíritu Santo, y
puede haber efectos sobrenaturales sobre los sentidos, de manera
que se siente que Dios realmente está a la mano – entonces ¿quién
no estaría tentado de buscarlo? Parece ser un equipo totalmente
necesario para el servicio, y de la historia bíblica de Pentecostés da
la apariencia de que los creyentes de ese entonces deben haber
tenido esta presencia consciente, sentida por ellos física y
realmente.

LA OBRA DE SATANÁS SOBRE LOS SENTIDOS

Aquí yace el punto de peligro que primero le abre la puerta a
Satanás. La obra sobre los sentidos en el reino religioso, ha sido
desde hace mucho tiempo el modo especial de Satanás de engañar
a los hombres alrededor de todo el mundo, del cual es dios y
príncipe. Él sabe como tranquilizar, y mover, y obrar sobre los
sentidos en todas las formas posibles, y en cualquier forma de
religión jamás conocida, engañando a los hombres no regenerados
con la forma de piedad mientras que niega el poder. Entre los
creyentes verdaderamente convertidos, y hasta santificados, los
sentidos aún son su modo de acercamiento. Que el alma le dé
entrada a un deseo ardiente por emociones hermosas, por
sentimientos felices, por gozo sobrecogedor, y al concepto de que
las manifestaciones o “señales” son necesarias para demostrar la
presencia de Dios, especialmente en el Bautismo del Espíritu, y el
camino está abierto para que los espíritus mentirosos de Satanás
engañen.

LA VERDADERA MANIFESTACIÓN DE CRISTO

El Señor dijo, en la víspera de su Cruz, tocante a la venida del
Espíritu Santo al creyente, “Yo… me manifestaré a él” (Juan 14:21),
pero Él no dijo como cumpliría su promesa. A la mujer en el pozo le
dijo “Dios es espíritu” y “los que lo adoran deben adorarlo en
espíritu y en verdad”. Por lo tanto, la manifestación de Cristo es al
espíritu, y no en el reino de los sentidos, o en el alma animal. Por lo
tanto el deseo ardiente de manifestaciones sensoriales le abra la
puerta a espíritus engañadores para que falsifiquen la verdadera
presencia de Cristo; pero el consentimiento y la cooperación de la
voluntad para su control se debe obtener13, y este buscarán para
meterse bajo el disfraz de un “ángel de luz”, como un mensajero de
Dios aparentemente vestido de luz, no de oscuridad, ya que la luz
es la mismísima naturaleza y carácter de Dios.

La base de este engaño del creyente es su ignorancia de los
principios sobre los cuales Dios obra en un hombre, y de las
verdaderas condiciones para su presencia manifestada en el
espíritu del hombre, y su ignorancia de las condiciones sobre las
cuales obran los espíritus inmundos, en una rendición pasiva14 de la
voluntad, de la mente y del cuerpo al poder sobrenatural. En su
ignorancia de la verdadera obra de Dios, el creyente espera que Él
se mueva en el ser físico, de modo que Él se manifieste a los
sentidos, y que use las facultades del creyente aparte de él como
prueba de su presencia y “control”, cuando en realidad Dios
solamente se mueve en el hombre y a través del hombre mismo
mediante la cooperación activa de su voluntad – siendo la voluntad
el ego, o el centro del hombre. Ni tampoco Dios usa las facultades
del hombre aparte de la conjunción con el hombre, es decir, a
través de su voluntad. No en lugar del hombre, sino con él (2 Co.
6:1).

LA PRESENCIA FALSIFICADA ES UNA INFLUENCIA SOBRE EL
CREYENTE


La presencia falsificada es una influencia del exterior sobre el
creyente, y puede empezar en algunos casos, no sólo en el
momento del Bautismo del Espíritu, sino mediante una “práctica”
de la “Presencia de Dios”, si el creyente quiere decir por eso que
una conciencia sensorial de “Dios” que se debe conocer y
reconocer mediante el sentido del espíritu, no mediante los
sentidos del cuerpo. La verdadera presencia de Dios no se siente
mediante los sentidos físicos15, sino en el espíritu, y lo mismo es
verdad de la “sensación” de la presencia de espíritus inmundos, o
de Satanás. Únicamente el sentido espiritual puede discernir la
presencia de Dios o de Satanás, y el cuerpo sólo siente
indirectamente.

Es importante reconocer claramente la distinción entre “obsesión”
o influencia de la presencia falsificada, y la “posesión” o entrada
obtenida, que sigue a la aceptación de la obsesión o influencia de
fuera.

La distinción y las características se pueden describir brevemente
como sigue: – (1) Obsesión: una influencia del exterior; una
presencia de Dios falsificada como una influencia sobre la persona,
a la cual se abre en la mente y en el cuerpo.

(2) Posesión: la falsificación de una persona adentro (después de
obtener un asidero), generalmente como amor16. Abandono
absoluto a esta de los afectos y de la voluntad. Sentimientos
exquisitos en el reino físico y somático, sin que el espíritu sea
tocado. El hombre piensa que todo es “espiritual”, cuando
realmente es la vida sensoria en una forma espiritual.

La palabra obsesión se ha exagerado en el uso moderno, y
frecuentemente se le atribuyen los síntomas o las manifestaciones
que verdaderamente pertenecen a la posesión.

LA OBSESIÓN Y SU CAUSA

“Obsesión” significa un espíritu o espíritus inmundos, que rondan e
influencian a un hombre con el objeto de obtener un asidero en él,
y ganar la posesión, no importa que tan pequeño sea el grado de
ella. De rendirse a estas influencias, ello debe resultar en la
posesión, por ejemplo, si un espíritu inmundo falsifica la presencia
de Dios y viene sobre el hombre solamente como una influencia,
esto se puede describir como obsesión; pero cuando se gana un
asidero en él, es “posesión” porque los espíritus que obsesionan
han obtenido la entrada, y poseen el terreno que detentan, hasta el
punto del terreno cedido.

El significado de la palabra obsesión como se da en el diccionario
confirma esto. Significa “sitiar”, y se describe como un “ataque
persistente, especialmente de un espíritu inmundo sobre una
persona”; y “el estado de ser molestado desde fuera, por oposición
a la ‘posesión’ o control por parte de un espíritu inmundo desde
adentro”. De acuerdo a eta descripción de la obsesión, es evidente
que es una forma de ataque muy común por parte de los poderes
de las tinieblas contra los hijos de Dios; por no hablar de los no
regenerados, que de acuerdo a las Escrituras ya están controlados
desde adentro (Ef. 2:2), es decir, “el espíritu que ahora obra en los
hijos de desobediencia”.

MANIFESTACIONES EXTERIORES DEL CARÁCTER DE LA OBSESIÓN

Los espíritus inmundos “obsesionan” o molestan persistentemente,
y sitian al hombre para ganar la posesión. Obsesionan a la mente
con una idea dominante que destruye su paz, y nubla su vida; o
falsifican una experiencia divina, que parece venir de Dios, y que el
creyente acepta sin cuestionar. Esta es una forma peligrosa de
obsesión en la actualidad, cuando los espíritus inmundos buscan
obtener la entrada a un creyente falsificando alguna manifestación
exterior de Dios, tal como una “Presencia” que llena el cuarto, y
que se siente mediante los sentidos físicos; “olas” de “poder” que se
derraman sobre el ser físico y a través de él; o una sensación de
viento, aire o de respiración sobre el hombre exterior,
aparentemente de fuentes divinas. En resumen, todas las
manifestaciones exteriores para el creyente, que vienen desde
fuera sobre el cuerpo, tienen las características de la “obsesión”,
porque pueden venir de espíritus engañadores que buscan la
entrada a la mente o al cuerpo.

La liberación de personas bajo la obsesión de cualquier clase o
grado es mediante la verdad, tal como:

1. Darles el conocimiento de cómo detectar lo que es de Dios o del
diablo, mediante la comprensión de los principios que distinguen la
obra del Espíritu Santo, y de los espíritus inmundos.

2. Mostrarles que no deberían aceptar nada de afuera, tanto
mediante sugerencias18 a la mente, o por influencia de cualquier
clase que venga sobre el cuerpo, ya que Dios el Espíritu Santo obra
desde adentro del espíritu del hombre, iluminando y renovando su
mente, y trayendo el cuerpo bajo el control del creyente.

3. Enseñarles como afirmarse en Cristo, y resistir todos los ataques
sitiadores de los poderes de las tinieblas.

Para la liberación de las almas bajo la esclavitud de los espíritus
inmundos que las poseen, es decir, cuando luego de la obsesión
han obtenido la entrada en cualquier grado, se necesita mucho
conocimiento de Dios y de las cosas espirituales.

Generalmente se piensa que “echar fuera” al espíritu o los
espíritus, es el único método de enfrentarse a ellos, pero ya que el
terreno que ellos obtuvieron para ganar la entrada y morar en él no
se puede “echar fuera”, es obvio que aunque el “echar fuera”
puede servir en algunos casos, no es el único medio de liberación.

ALGUNAS FORMAS DE LIBERACIÓN DE LA POSESIÓN

Mucho depende de la causa de la posesión. En China, entre los
paganos, a los demonios se los echa fuera inmediatamente después
de la simple oración de fe de los cristianos. En Alemania, un
evangelista de experiencia madura habla de hombres liberados de
la posesión demoníaca después de una oración, pero otros
estuvieron “semanas, meses, años antes de que se liberaran”, y
esto sólo después de mucha lucha en oración por hombres de Dios
poderosos en la fe.

Pero para los creyentes que han quedado poseídos por espíritus
inmundos como resultado del engaño, el principio fundamental de
la liberación es que ellos sean desengañados. Tratar con la
“posesión” que es el fruto del engaño, ordenándole a los espíritus
que se vayan, es tratar con el efecto en vez de la causa; y es
producir solamente alivio temporal, si es que hay alguno, con el
peligro de que los espíritus inmundos regresen rápidamente a su
“casa”, es decir, el terreno que les dio alojamiento.

Los creyentes que descubren que ellos mismos están poseídos
mediante el engaño, deberían por lo tanto buscar luz sobre el
terreno a través del cual entraron los espíritus inmundos, y
renunciarlo. Es mediante el terreno cedido que consiguen entrar, y
es mediante el terreno eliminado que se retiran21. Es por esta razón
que en este libro se pone el énfasis en el entendimiento de la
verdad22, en vez de ponerlo sobre el aspecto de echar fuera
demonios, ya que está escrito para la liberación de los creyentes
engañados y poseídos por aceptar las falsificaciones de las obras de
Dios.

A los creyentes engañados y poseídos también se les debería
enseñar el principio fundamental de la actitud de la voluntad
humana en relación a Dios23, y a Satanás y sus espíritus
engañadores. Las Escrituras están llenas de esta verdad. “El que
quisiere hacer su voluntad, conocerá…” (Juan 7:17); “el que quiere,
tome…” (Ap. 22:17).

Enfaticémoslo otra vez; los espíritus engañadores están obligados a
conseguir el consentimiento de la voluntad del hombre antes de
que puedan entrar, y de que tan lejos entran. Esto lo hacen
mediante la falsificación y el engaño. Solamente pueden obtener la
rendición del creyente a su poder fingiendo ser Dios. De hecho, la
obsesión y la posesión en todos los casos, tanto de los regenerados
como de los no regenerados, se basan en el engaño y la astucia; ya
que no es sino hasta que un hombre está total y absolutamente
bajo el poder de Satanás que voluntaria y conscientemente se rinde
a él.

La liberación por lo tanto exige el ejercicio activo de la voluntad, la
cual se debe mantener firmemente en confianza en la fuerza de
Dios, y ante la faz de todos los encantamientos y los sufrimientos,
mantenerse firmemente en contra de los poderes de las tinieblas25
para nulificar el consentimiento previo para sus obras.

Los espíritus engañadores también falsifican a Dios en su santidad y
en su justicia. El efecto en tal caso es que el creyente tenga miedo
de Dios y rehúya y aborrezca todas las cosas espirituales. Intentan
aterrorizar a aquellos que son tímidos y temerosos; influenciar a
aquellos que desean ardientemente poder; o traer bajo su control a
los que están abiertos a la atracción del amor y de la felicidad.

LOS SENTIDOS FÍSICOS NO DEBERÍAN SENTIR LA PRESENCIA DE
DIOS

Se puede decir a sabiendas que nunca es seguro en ningún caso
sentir la presencia de Dios con los sentidos físicos26, ya que casi más
allá de toda duda es una “presencia” falsificada – una trampa sutil
del enemigo para obtener un asidero en el hombre. Esta es una
razón por la que algunos que han instado a los otros creyentes
sobre la necesidad que tienen de “darse cuenta de Dios” – que
significa una presencia que se siente en la atmósfera, o dentro de
ellos – para su pesar y desmayo, han perdido ese “darse cuenta”
que ellos mismos tenían y se han hundido en la oscuridad y en el
entumecimiento de sensaciones27. Estos creyentes no saben que
este es el resultado directo – tanto rápidamente como en un
momento lejano – de todas las manifestaciones sobrenaturales a
los sentidos; la víctima busca la causa de la falla, o de la “falta de
vida” en las cosas espirituales, en el “cansancio excesivo” o en el
“pecado”, y no en la experiencia de darse cuenta en la que se
regocijaba.

El estado natural de las facultades para el uso se ve claramente en
todos los registros bíblicos de hombres en comunicación directa
con Dios. Pablo en un “trance” (Hechos 22:18), tenía posesión total
de sus facultades, y el uso inteligente de la mente y de la lengua.
Esto es especialmente reconocible en Juan en Patmos. Su ser físico
estaba postrado de la debilidad del hombre natural en la presencia
revelada del Señor glorificado; pero después del toque aliviador del
Maestro, toda su inteligencia estuvo en uso, y su mente funcionó
claramente, con poder para aprehender y retener todo lo que se la
decía y se le mostraba (Ap. 1:10-19).

La diferencia entre los registros bíblicos de las revelaciones de Dios,
y de los estados de los hombres a las que fueron dadas, y los
registros de muchas de las manifestaciones sobrenaturales de hoy
en día yace en un principio que revela la distinción, en contraste
llamativo, entre la obra de Dios pura y las falsificaciones satánicas
de Dios: es decir, los principios contrapuestos de,

1. La retención del uso de la voluntad y de las facultades
2. La pérdida del control personal gracias a la pasividad.

Podemos tomar como ejemplo lo que se llama “clarividencia” y
“clariaudiencia”, es decir, el poder de ver y el poder de oír: lo
primero significa el ver las cosas sobrenaturales, y lo segundo el oír
palabras sobrenaturales. Hay un ver y un oír verdaderos, y un ver y
un oír falsos de las cosas sobrenaturales; y son el resultado o bien
de un don divino, que es el verdadero (Ap. 1:10-12), o de un estado
pasivo maligno, que admite la falsificación.

CLARIVIDENCIA Y CLARIAUDIENCIA Y SUS CAUSAS

Se dice que los poderes de clarividencia y clariaudiencia son “dones
naturales” pero realmente son el resultado de un estado maligno,
en el cual los espíritus inmundos son capaces de manifestar su
poder y su presencia. Mirar en el cristal también es meramente un
medio de inducir este estado pasivo, y así con todos los métodos en
boga en el oriente y en cualquier otra parte, para producir las
manifestaciones y las obras de los poderes sobrenaturales. El
principio es el mismo. La clave para todas estas y otras obras
satánicas en el cuerpo humano es la necesidad de la suspensión de
la actividad mental; mientras que en todas las revelaciones divinas,
las facultades mentales y las capacidades no están amenazadas, y
están en operación total.

El pueblo al pie del monte Sinaí “vio a Dios” aunque no estaban
“pasivos”. La visión – ya sea mental o física – realmente es activa y
no pasiva, esto es separada de la voluntad y de la acción personal; y
las “visiones” pueden ser físicas, mentales o espirituales.

ESCRITURA Y HABLA SOBRENATURAL

En la escritura bajo el control de los espíritus inmundos se
manifiesta el mismo principio, es decir la suspensión de la acción
mental y de la voluntad.

1. La persona escribe lo que escucha dictado audiblemente en
modo sobrenatural.
2. Escribe lo que ve presentado a su mente en forma sobrenatural,
a veces con rapidez como si fuese obligado.
3. Escribe automáticamente, y su mano se mueve sin ninguna
acción mental o de su voluntad.

En la escritura descriptiva, o escritura de los que se le presenta
sobrenaturalmente a la mente, las palabras pueden pasar ante la
visión mental tan claramente como si fueran vistas por el ojo físico,
a veces en letras de fuego o de luz29. Lo mismo puede tener lugar en
el habla en público, cuando el que habla puede describir lo que se
le presenta a la visión mental – esto es si su mente está en un
estado pasivo – pensando que todo es “iluminación por el Espíritu
Santo”.

Esto puede tener lugar en algunos, en un grado tan refinado, que el
hombre está engañado hasta pensar que viene de una “mente
brillante”, “dones de la imaginación”, “un delicado poder de
descripción poética”, mientras que nada de esto es el verdadero
producto de su propia mente, ya que no es el producto del
pensamiento, sino de la aprehensión de “imágenes” presentadas
sutilmente dadas en el momento de escribir o de hablar. Se puede
probar por sus frutos; al estar (1) vacía de resultados tangibles, y a
veces (2) malintencionada en la sugerencia; ciertas oraciones
entremezcladas con palabras de verdad son subversivas del
evangelio puro, a la vez que el todo no tiene substancia espiritual
detrás de las palabras hermosas, ni ningún resultado permanente
en la salvación de los no regenerados, ni en la edificación de los
creyentes.

PREDICACIÓN DE LAS PRESENTACIONES MENTALES

Es posible que esta sea la causa oculta del carácter evanescente de
las misiones llevadas a cabo en gran escala, que en el momento
parecen ser fructíferas, pero que se pasan como la nube de la
mañana en unas pocas semanas. Los que hablan dieron las
verdades del evangelio, pero pueden haber predicado de las
presentaciones mentales, y no de la fuente del espíritu en
cooperación con el Espíritu Santo. Los poderes de las tinieblas no
tienen nada que temer de las palabras – aún de las palabras del
evangelio de verdad – si no hay en ellas vida fructífera de la fuente
del Espíritu de Dios; y de que hay conversiones espurias a amplia
escala, permitidas por los espíritus de maldad, sino producidas por
ellos, ahora está más allá de la duda. Es fácil para ellos
aparentemente dejar ir a sus cautivos cuando favorece sus planes
para engañar al pueblo de Dios, y hay mucho en los movimientos
religiosos de hoy en día que absorbe la energía de los cristianos, y
que parece extender el Reino de Dios, pero que no molesta al reino
de los espíritus del aire.

En la escritura automática, y en las presentaciones más refinadas ya
mencionadas, la mente es pasiva en mayor o menor grado; y el
hombre escribe o habla, no lo que viene de la acción normal de la
mente, sino lo que ve que se le presenta.

Ignorantes de la existencia de los espíritus inmundos, y de sus
incesantes proyectos para engañar a todo hijo de Dios, e
igualmente ignorantes del peligro de cumplir las condiciones para
sus obras, un gran número de creyentes no sabe que en las
circunstancias ordinarias de la vida se pueden estar abriendo a los
engaños de los seres sobrenaturales, que están vigilando con afán
para obtener entrada, y usar a los siervos de Dios, es decir, uno que
habla en público que busca depender de la “ayuda sobrenatural”, y
no usa con afán su cerebro en “pensamiento” espiritual alerta,
prácticamente cultiva un estado pasivo que el enemigo puede usar
hasta su grado máximo; y así inconscientemente gana una
influencia en su vida, que se manifiesta en incontables ataques de
toda clase, sin que aparentemente haya terreno cedido por él en la
vida o en la acción.

Lo mismo puede ser cierto de un autor, que de alguna manera
desconocida para él, se ha vuelto pasivo – o dicho groseramente
mediumnístico – en alguna facultad o parte de su vida interior, y
por lo tanto se abrió a las “presentaciones” sobrenaturales de los
espíritus inmundos20, para su habla o su escritura, que él piensa que
son iluminación de Dios.

LA VERDADERA ESCRITURA BAJO LA MANO DE DIOS

En la escritura bajo la guía divina, se requieren tres factores:

1. Un espíritu habitado y movido por el Espíritu Santo (2 Pedro
1:21).
2. Una mente alerta y renovada, aguda en el poder activo de
aprehensión y de pensamiento inteligente (Véase 1 Co. 14:20).
3. Un cuerpo bajo el completo control y dominio del espíritu y de la
voluntad del hombre (Véase 1 Cor. 9:27).

En la escritura o en el habla bajo el control de los espíritus
inmundos, un hombre no es verdaderamente “espiritual”, ya que su
espíritu no está en uso; lo que parece “espiritual” es la obra de los
poderes sobrenaturales que manifiestan su poder espiritual en la
mente pasiva del hombre y a través de ella, separados de su
espíritu. Pero en la escritura bajo la guía de Dios, ya que no es dada
por dictado, como a un autómata, sino por el movimiento del
Espíritu Santo en el espíritu del hombre, el hombre debe ser
verdaderamente espiritual, al estar la fuente en el espíritu, y no en
la mente, como lo es cuando los hombre escriben los productos de
sus propios pensamientos. Las Escrituras tienen los rasgos de haber
sido escritas de esta manera. “Los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados del Espíritu Santo” (2 Pe. 1:21). Hablaron de parte
de Dios, pero como hombres lo recibieron y lo pronunciaron, o
escribieron la verdad dada en el espíritu, pero transmitida a través
del uso total de sus facultades iluminadas en forma divina.

Todos los escritos de Pablo muestran el cumplimiento de los tres
requisitos mencionados; de que se espíritu estaba abierto al
movimiento del Espíritu Santo, de que su mente estaba totalmente
en uso, y de que su cuerpo era un instrumento obediente bajo el
control de su espíritu; sus cartas también revelas la capacidad de la
mente renovada para absorber las profundidades de Dios.

EL PODER DE DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL DE PABLO

También vemos en Pablo la discriminación clara poseída por un
hombre espiritual, capaz de reconocer en su espíritu lo que viene
de Dios, y lo que era el producto de su propio pensamiento en el
ejercicio de su juicio como siervo de Dios31.

Los registros32 de las mayores “revelaciones sobrenaturales” de hoy
en día, muestran casi por completo (1) la ausencia de los requisitos
para las verdaderas manifestaciones divinas, y (2) de haber
cumplido la ley para la obra de los espíritus inmundos; es decir, la
suspensión del uso de las facultades mentales, con el vacío
consecuente, y a veces tontería infantil, de las palabras que se
dicen que han sido “dichas por Dios”, y de la falta de propósito de
las “visiones”, y de otras manifestaciones.

Que se cumplan las condiciones necesarias para que los espíritus
inmundos obren en el cuerpo humano, y entonces ninguna
experiencia del pasado, ninguna dignidad de posición, ni
entrenamiento intelectual, ni conocimiento protegerá al creyente
de las manifestaciones falsificadas. Consecuentemente, el
engañador hará todo lo posible para engendrar la pasividad en los
hijos de Dios, en cualquier forma que sea, tanto en el espíritu como
en el alma o el cuerpo, ya que sabe que tarde o temprano ganará el
terreno cedido entonces. Por lo tanto se puede decir sin dudar que
si se cumple la ley para que los espíritus inmundos obren, en la no
utilización de la mente y de las facultades, los espíritus inmundos
obrarán y engañarán a los mismos elegidos de Dios.


PORQUÉ LOS ESPÍRITUS INMUNDOS QUIEREN EL CUERPO

Se puede preguntar ¿por qué los espíritus inmundos quieren el
cuerpo, y por qué obran tan persistentemente para obtener
entrada y posesión?

1. Porque en él hallan “descanso” (Mt. 12:43), y parecen encontrar
algún alivio para sí mismos en alguna forma que no conocemos.
Pero aún más que esto:

2. Porque el cuerpo es la válvula de escape del alma y del espíritu; y
si pueden controlar lo exterior, por lo tanto podrán controlar al
hombre interior en el centro impidiendo su libertad de acción hacia
el hombre, aunque no puedan hacerlo así hacia Dios.

En el caso del creyente, no destruyen la vida en el centro, pero
pueden aprisionarla, de modo que el hombre interior, habitado por
el Espíritu Santo, sea incapaz de destruir su reino y sus obras.
Cuando los espíritus inmundos ganan la posesión del cuerpo y de la
mente de un creyente en cualquier grado, todo crecimiento
espiritual previo es prácticamente de ningún valor de utilidad. En la
sección espiritual de la Iglesia de Cristo, un gran número de
creyentes necesita luz para la liberación de su circunferencia. Su
crecimiento espiritual está jaqueado e impedido por el
oscurecimiento de sus facultades, por la traba de las concepciones
equivocadas y engaños en sus mentes, o de debilidad y enfermedad
en sus cuerpos. Estos estados también jaquean el flujo del Espíritu
Santo que habita el espíritu, de manera que la vida de Jesús no se
pueda manifestar en ellos, en el uso de la mente para la
transmisión de la verdad, o en el fortalecimiento y el uso del cuerpo
en el servicio activo eficaz.

Por lo tanto cuando el hombre exterior queda desposeído, esto no
trae a existencia la vida central, sino a libertad de operación. Todo
esto puede ser en varios grados, ya que todos los creyentes no
están en el mismo estado de esclavitud. Hay grados de (1)
crecimiento espiritual interno; de (2) mezcla en la vida de las obras
de Dios del espíritu, y de los espíritus inmundos en el hombre
exterior; de (3) pasividad del hombre en el espíritu, alma y cuerpo,
que resulta en (4) grados de “posesión”.

En el momento en que se cede el terreno a los espíritus inmundos,
en cualquier grado, las facultades son oscurecidas por ellos, o se
vuelven pasivas mediante la falta de uso. Su meta entonces es
sustituirse a sí mismos en lugar de la persona en todas sus acciones,
y así ganar la entrada a él, sobre las vías, por decirlo así, de sus
facultades pasivas, de su voluntad pasiva, etc., como para
entrelazarse a sí mismos en la estructura más interna de su ser, y
así controlarla y usarla para sus propósitos; mientras tanto el
hombre cree que está recibiendo substituciones divinas en lugar de
sí mismo – esto es, que Dios está obrando y actuando en lugar de sí
mismo – y así está quedando “poseído por Dios”.

Los creyentes en tal grado de posesión por parte de los espíritus
engañadores entonces tienen “poder sobrenatural”, y pueden, de
manera sobrenatural, conseguir de los espíritus que están en
control de ellos muchas obras sobrenaturales, o manifestaciones, y
dar de ellos como sus transmisores obras sobrenaturales o
manifestaciones, tales como:

La obtención y transmisión de “Revelaciones”. Cap. 6 El poder de
“Profecía”. El poder de adivinación. Véase Cap.7.
La recepción y la entrega de impresiones en forma sobrenatural.
Cap. 7 La obtención de “guía” específica en forma sobrenatural.
Véase Cap.6. La predicción de eventos. El poder de escribir
automáticamente, o de otra forma. Pag. 57.
La recepción y la entrega de información. La recepción de
interpretaciones. La obtención de visiones. Véase Cap.6.

Tal creyente poseído puede también obtener poder:

De escuchar a los seres espirituales. Véase páginas 62 68,89. De
concentración necesaria para escuchar. De obtener conocimiento
en forma sobrenatural. De tener comunicación y comunión en
forma sobrenatural. De traducir, criticar, corregir, juzgar. De
obtener y dar sugerencias. De obtener y dar mensajes. De enfrentar
obstáculos en forma sobrenatural. De recibir y dar "significados" a
los hechos y a las imaginaciones. De dar significados sobrenaturales
a hechos naturales; y significados naturales a hechos
sobrenaturales. De ser guiado y controlado por espíritus inmundos.
Véase página 68.

Muchas de estas obras manifiestas de los espíritus inmundos en
posesión del creyente parecen ser la obra del hombre mismo, pero
de cuyas acciones es incapaz naturalmente; por ejemplo, puede no
tener poder “natural” de “traducir, criticar”, etc. Aunque los
espíritus en posesión pueden darle poder para hacerlo, creando así
una personalidad falsa33 ante los ojos de los demás, que piensan
que él poseía tal y tales “dones” (en forma natural), y que quedan
desilusionados cuando no los usa, sin saber que él es incapaz de
“manifestar” o usar esos supuestos “dones”, excepto a voluntad de
los espíritus que tienen el control de él. También cuando el
creyente engañado descubre que tales manifestaciones son el fruto
de la posesión y rehúsa ser más el esclavo de los espíritus
mentirosos de Satanás, tales “dones” dejan de existir. Es el
momento en el que el hombre desengañado es perseguido por los
espíritus del mal vengativos, mediante sus sugerencias a los demás
de que él ha “perdido su poder”, o de que “involucionó” en su vida
espiritual, cuando en verdad está siendo liberado de los efectos de
sus obras malignas y diabólicas.

LOS ESPÍRITUS INMUNDOS SUPLANTAN A DIOS

Los siguientes ejemplos muestran como los espíritus engañadores
pueden sustituirse a sí mismos y a sus obras en la vida del creyente,
mediante sus concepciones equivocadas de la verdad espiritual.

1. Substitución en el habla. Texto “No sois vosotros los que
habláis…” (Mt. 10:20)35. Los creyentes piensan que esto significa
substitución divina para su habla. Que Dios hablará a través de
ellos. El hombre dice, “No debo hablar, Dios lo va a hacer”, y
“rinde” su boca a Dios para que sea Su boca, produciendo la
pasividad de los labios y de los órganos vocales, que se abandonan
para el uso del poder sobrenatural que el piensa que es Dios.

Resultado: (a) el hombre mismo no habla; (b) Dios no habla, porque
Él no lo hace al hombre un autómata; (c) los espíritus inmundos
hablan, ya que la condición de pasividad se cumple para que lo
hagan. El resultado es la substitución de los espíritus inmundos que
tienen la posesión y el control del creyente, especialmente en la
forma de “mensajes”36 sobrenaturales que exigen cada vez más su
obediencia pasiva, y a su debido tiempo producen un estado
meduimnístico totalmente imprevisto por él.

2. Substitución en la memoria. Texto: “Os recordará todas las
cosas” (Juan 14:26). Los creyentes piensan que esto significa que
ellos no necesitan usar la memoria. Dios les traerá todas las cosas a
la mente. Resultado: (a) el hombre mismo no usa su memoria; y (b)
Dios no la usa porque el no lo hace aparte de la acción conjunta del
creyente; (c) los espíritus inmundos la usan, y substituyen sus obras
en lugar del uso voluntario por parte del creyente de su memoria.

3. Substitución de la consciencia. Texto: “Entonces tus oídos oirán á
tus espaldas palabra que diga: Este es el camino…” (Is. 30:21). Los
creyentes ven la guía sobrenatural con voz o texto dirigidos a ellos
como una forma más elevada de guía38 que a través de la
consciencia. El hombre piensa entonces que no necesita razonar o
pensar, sino simplemente “obedecer”. Él sigue a esta así llamada
“guía más elevada”, la cual substituye por su consciencia.
Resultado; (a) no usa su consciencia; (b) Dios no le habla a él para
su obediencia automática; (c) los espíritus inmundos aprovechan la
oportunidad, y las voces sobrenaturales se substituyen por la acción
de la consciencia. El resultado es la substitución por la guía de los
espíritus inmundos en su vida.

Desde este momento el hombre no está influenciado por lo que
sienta o vea, o por lo que otros digan, y se cierra a sí mismo a todas
las preguntas, y no razona. Esta substitución de guía sobrenatural
en lugar de la acción de la consciencia39 explica el deterioro del
estándar moral de las personas con experiencias sobrenaturales,
porque realmente han reemplazado la dirección de los espíritus
inmundos por su conciencia. Son bastante inconscientes de que su
estándar moral está rebajado, pero sus conciencias se han
cauterizado al dejar deliberadamente de prestarle atención a su
voz, y por escuchar las voces de los espíritus seductores en asuntos
que deberían ser decididos por la conciencia con respecto a estar
acertado o equivocado, o a estar haciendo lo bueno o lo malo.

4. Substitución en la decisión40. Texto: “Dios es el que en vosotros
obra así el querer como el hacer…”. El creyente piensa que esto
significa que él no debe usar su propia voluntad, ya que Dios usará
su voluntad a través de él. Resultado: (a) el hombre no ejercita su
voluntad; (b) Dios tampoco, o sino él dejaría de ser un agente libre;
(c) los espíritus inmundos aprovechan la voluntad pasiva y o bien la
retienen en un estado paralizado de incapacidad para actuar, o sino
la hacen prepotente y fuerte. La aparente “substitución divina” de
la voluntad de Dios en lugar de la voluntad del hombre resulta ser
una substitución satánica, y así los emisarios de Satanás ganan una
ocupación en el mismo centro de la vida, que finalmente lo hace al
creyente víctima de la indecisión y de la debilidad en la acción de la
voluntad, o sino energiza la voluntad hasta una fuerza de dominio,
aún sobre los demás, que está cargada de resultados desastrosos.

LOS ESPÍRITUS INMUNDOS REEMPLAZAN AL YO

De la misma manera, los espíritus inmundos no sólo se empeñan en
substituir sus propias obras en la vida de un hombre en lugar de
Dios, sobre la base del concepto equivocado del creyente del
verdadero modo de actuar conjuntamente con Dios, sino que
también buscan substituir sus obras por todas las facultades
mentales del hombre, es decir la mente, la razón, la memoria, la
imaginación, el juicio. Esta es una falsificación del yo mediante la
substitución. La persona piensa todo el tiempo que es él mismo41.

Esta substitución de sí mismos por parte de los espíritus inmundos
sobre la base de la rendición pasiva para la no utilización de
cualquier parte de la vida interior o exterior del creyente, es la base
del engaño profundo y de la posesión entre los hijos de Dios más
“rendidos”; al principio el engaño y la posesión toman una forma
enteramente espiritual, tal como que el hombre tenga un sentido
exagerado de su importancia en la Iglesia, su “ministerio para el
mundo”, su encumbrada posición de influencia que surge de su
“comisión divina”, su altura de espiritualidad anormal, y su
“experiencia” definida y casi sin precedentes, que lo hace sentir
muy por encima de los otros hombres. Pero al tal le espera una
caída tremenda e inevitable. Asciende hacia su pináculo, empujado
por el enemigo, sin poder alguno para controlar el descenso
inevitable, que debe seguir cuando sea desengañado, siendo el
resultado una colisión que sacude las cosas que se pueden sacudir.
Luego él experimenta la oscuridad horrible y los efectos de la
posesión en sus verdaderos resultados. Los efectos de la posesión
demoníaca en su grado más total son oscuridad; nada excepto
oscuridad; oscuridad dentro, oscuridad fuera; oscuridad intensa;
oscuridad sobre el pasado; oscuridad que envuelve el futuro.
Oscuridad que rodea a Dios y a todos sus caminos.

Aquí muchos se hunden bajo el horror de que han cometido el
“pecado imperdonable”. Algunos, sin embargo, descubren que su
experiencia amarga se puede convertir en luz para la Iglesia en su
lucha contra el pecado y contra Satanás, y como aquellos que han
estado en el campo del enemigo y oyeron todos sus secretos, se
vuelven un terror para las fuerzas del mal en su surgimiento hacia
la libertad, con el resultado de que se los ataca con malignidad
intensificada a causa de su conocimiento del adversario.

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