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 Argumentos para la posición a favor, por Eddson Navarrete

Arroz biofortificado con hierro En las Filipinas, 192 hermanas religiosas consumieron
diariamente por 9 meses uno de dos tipos de arroz: Arroz biofortificado con 3.21 mg/kg de hierro
o arroz convencional con 0.57 mg/kg de hierro (Haas et al., 2005). Durante este período, el arroz
biofortifcado contribuyó 1.79 mg/d de hierro a la dieta de las mujeres, solamente el 10% de su
requerimiento. La dieta tenía bajos niveles de hierro (10.16 mg/d en el grupo biofortificado) y
apenas cumplía el 44% de los requerimientos de hierro de las mujeres. Después de 9 meses, no
hubo una diferencia en la hemoglobina de las mujeres (126 y 127 g/L en el grupo que consumió
arroz biofortificado y convencional, respectivamente).

En aquellas mujeres no-anémicas al comienzo del estudio, el arroz biofortificado mejoró su hierro
total (aumentó 18 μmol/kg en el grupo biofortificado y disminuyó 9 μmol/kg en el grupo que
consumió arroz convencional) y su ferritina sérica (+4 μg/L biofortificado versus -5 μg/L en el
grupo convencional) en comparación con las mujeres que consumieron el arroz convencional. En
resumen, el arroz biofortificado con hierro aumentó en 20% el hierro almacenado (ferritina) de
las mujeres no anémicas.

La ingesta dietética actual de americanos y europeos es de alrededor de 5g por día de fructanos.


Los estudios en humanos muestran que el consumo debería incrementarse a 20g diarios para
alcanzar o promover beneficios para la salud sin ningún efecto secundario para el tracto digestivo.
El consumo de dichos compuestos se traduce en aumento de la producción de ácidos grasos de
cadena corta, de oligofructosacáridos que modifican la calidad de la microflora intestinal
disminuyendo el crecimiento de bacterias patógenas y colaborando a restablecer la flora normal
luego de una terapia de antibióticos. Además se asocia a una reducción del riesgo de cáncer de
colon y a una mejoría del perfil lipídico. Los mismos investigadores, lograron aumentar la
cantidad de flavonoides contenidos en el tomate involucrados en aspectos del crecimiento de las
plantas como resistencia a patógenos, producción de pigmentos y protección de la luz UV. Debido
a sus conocidas propiedades antioxidantes, los flavonoides son beneficiosos para la salud humana,
otorgando protección contra enfermedades cardiovasculares y cáncer.

En Sudáfrica, 180 niños entre 5 y 10 años consumieron 1 porción (~125 g) de camote de pulpa
blanca (con 0 equivalentes de actividad de retinol, EAR) o camote de pulpa anaranjada (con 1031
EAR) durante 53 días escolares (van Jaarsveld et al., 2005). Antes y después de este período, a
los niños se les administró un dosis de 7.0 μmol 3,4 dihidroretinilo de retinol (DR) y se recolectó
una muestra de sangre después de 5 horas para establecer su estado nutricional, según la prueba
modificada de respuesta relativa a una dosis de retinol (MRDR, por su sigla en inglés).
Específicamente, se midió la concentración de DR y retinol en el suero. De línea de base a final,
la relación DR: retinol sérico se redujo en 0.004 mol/mol en el grupo que consumió el camote
anaranjado y aumentó 0.004 mol/mol en el grupo que consumió el camote blanco. Una reducción
en la relación DR: retinol indica una mejoría en el almacenamiento de vitamina A en el hígado.
En resumen, el camote biofortificado con betacaroteno aumentó en 10% la vitamina A
almacenada en los niños escolares. Además, se demostró la efectividad del camote con más beta-
caroteno en mejorar el estado nutricional de niños a través de un programa agrícola-nutricional
para promover su cultivo y consumo en una zona rural de Mozambique (Low et al., 2007). En
este estudio, se promovió la siembra familiar y el consumo por pre-escolares de camote
anaranjado; en un grupo de comparación no se implementó ninguna actividad. En total
participaron 741 niños entre 4 y 38 meses de edad en la línea de base. Después de 2 ciclos
agronómicos, el 90% de familias en la zona de intervención cultivaban camote anaranjado
aumentando el área de producción de 33 a 359 m2 .

La composición bioquímica de los alimentos puede modificarse ampliamente. Las plantas son
particularmente convenientes para la producción de proteínas, dada su naturaleza eucariota, que
a menudo dirige apropiadamente las modificaciones post transcripcionales de proteínas
recombinantes que retienen la actividad biológica. El conocimiento del metabolismo de las
plantas y su crecimiento autotrófico las convierte en una vía económicamente competitiva para la
optimización de la composición nutricional, para la obtención de productos que remplacen o
complementen otras estrategias como la fortificación y suplementación de alimentos en el futuro.
Por ejemplo, la producción de un tipo de papa transgénica que expresa la b-caseína, proteína de
la leche materna, y con su extracción se podría obtener el potencial beneficio de elaboración de
productos en fórmulas lácteas infantiles, remplazando las de proteínas de origen bovino, y así
previniendo enfermedades gástricas o intestinales comunes en los niños

Impacto dietético potencial

El impacto nutricional potencial de los cultivos biofortificados dependerá de varios factores:

• Qué tan deficiente es la dieta en el nutriente que se está aumentando en el cultivo, a través de la
biofortificación. Si no hay deficiencia del nutriente en la dieta, no se esperaría tener un impacto
al suplir más de ese nutriente a través de cultivos biofortificados.

• En la población objetivo, cuánto consumen del cultivo que se está biofortificando. Si hay poca
costumbre de comer un cultivo en particular, serán pocos los que se beneficiarán de consumir una
variedad biofortificada de ese cultivo.

• Cuánto nutriente se logra adicionar a los cultivos a través de la biofortificación. Cuanto más se
logre aumentar el nutriente, más podrá ser su impacto en la dieta.

• Cuánto nutriente se pierde durante su almacenamiento y procesamiento. Si las pérdidas son


mínimas, habrá más posibilidades de tener un impacto dietético.

Validación: Los artículos presentados son válidos debido a que provienen de revistas científicas
y de fuentes confiables y la mayoría son actuales, es por ellos que son válidos para este debate, a
que son acerca de la historia de cómo han ido surgiendo métodos para insertar vacunas en
alimentos transgénicos.

Validación:

FUENTES:

Dangour, A., Lock, K., Hayter, A., Aikenhead, A., Allen, E., Uauy, R. (2010). Nutritional
composition & health benefits of organic foods - using systematic reviews to question the
available evidence, Indian J Med Res 131, 478-480.

David, S. (2004). British Medical Association Genetically modified foods and health: a second
interim statement. Recuperado de: http://www.argenbio.org/adc/uploads/pdf/bma.pdf.
Gutiérrez, R., et al. (2013). Evaluación de aflatoxina M1 en leche orgánica producida en Tecpatán,
Chiapas, México, Rev. Salud Anim. 35 (1), 33-37.

Hansen, B., Alroe, H. & Kristensen, E. (2001). Approaches to assess the environmental impact
of organic farming with particular regard to Denmark. Agric Ecosyst Environ. 83(1–2). 11–26.

Mendoza C, Viteri FE, Lonnerdal B, Young KA, Raboy V, Brown KH. Effect of genetically
modified, low-phytic acid maize on absortion of iron from tortillas. Am J Clin Nutr 1998;
68:1123-7.

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