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"Estudios de Romanos"

Pastor Alex Donnelly

LA NECESIDAD DEL HOMBRE JUDIO

TEXTO Romanos 2:17 - 3:8

Habiendo tratado el caso del hombre pagano (Rom 1:18-31), y luego el caso del hombre moral
(Rom 2:1-16), Pablo ahora trata el caso del hombre judío. ¿Será que los judíos, por ser el
pueblo escogido de Dios, no necesitan el evangelio de la justicia de Dios? Pablo da respuesta
a esta pregunta en Rom 2:17 - 3:8.

1. LA JACTANCIA DEL JUDIO (Rom 2:17-20)

Pablo era judío, y sabía muy bien del orgullo de los judíos. Él menciona varias cosas de las
cuales ellos se jactaban:

[1] De Tener el Nombre de "Judío" (v.17a)

[2] De Tener la Ley (v.17b)

[3] De Conocer a Dios (v.17c)

[4] De Conocer la Voluntad de Dios (v.18a)

[5] De Aprobar lo Mejor (v.18b)

[6] De Ser Guía de los Ciegos (v.19a)

[7] De Dar Luz a los que Estaban en Tinieblas (v.19b)

[8] De Ser Maestro de los Ignorantes (v.20a)

[9] De Tener todo Conocimiento y Verdad (v.20b)

Es interesante notar que Pablo no niega la validez de estas cosas (ver Rom 3:3 y 9:4,5). El
problema para los judíos era que en vez de llevarles a la humildad y al agradecimiento (por la
manera en que la gracia de Dios se había manifestado en ellos), todos estos beneficios les
llevaron al orgullo y a la vanagloria.

2. EL PECADO DE LOS JUDIOS (Rom 2:21-24)

Los judíos se jactaban de tener la ley de Dios; esa ley era la revelación especial de Dios para el
mundo. Por lo tanto, los judíos tenían razón de sentirse contentos de tener la ley. ¡Era un gran
privilegio!

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Sin embargo, tal como Pablo acusa al hombre pagano y al hombre moral de haber rechazado la
revelación de Dios que estaba a su alcance (en la creación, y en sus corazones y conciencia,
respectivamente), él ahora acusa a los judíos de haber rechazado la revelación de Dios contenida
en la ley de Moisés.

Aunque los judíos se sentían orgullosos de tener la ley de Moisés, Pablo demuestra que por su
desobediencia, ellos en realidad rechazaban la revelación de Dios. Pablo resume la
desobediencia de los judíos en tres pecados principales (v.21-24).

[1] El pecado de robar (v.21). Pablo aquí está haciendo, quizá, una referencia a la
práctica de los judíos de cobrar intereses excesivos cuando prestaban dinero.

[2] El pecado de adulterio (v.22a), sea física o mentalmente.

[3] El pecado de sacrilegio1 (v.22c). Esta quizá sea una referencia a la costumbre que
los judíos tenían de adquirir ídolos u otros tesoros robados de templos paganos, por
los romanos. Otros afirman que estas palabras refieren a la manera en que los judíos
‘robaban’ la honra que Dios merecía (por ejemplo, permitiendo negocios en el
templo; Mat 21:13, etc).

Pablo resume el pecado de los judíos en v.23, y cita Is 52:5 2; ver también Mal 1:11,12. Aquí
está la tragedia de los judíos, y a la vez lo que demuestra su necesidad del evangelio - ellos, que
se gloriaban en Dios, realmente lo estaban blasfemando (algo que llevaba la pena de muerte, en
la ley de Moisés).

La conclusión a la cual Pablo nos lleva es que los judíos están en la misma necesidad de
cualquier otra persona de la salvación de Dios.

3. EL VALOR DE LA CIRCUNCISIÓN (Rom 2:25-29)

Al afirmar que los judíos, por su desobediencia, anulaban las ventajas de tener la ley, Pablo se
exponía a las críticas y objeciones de los judíos. La primera objeción tiene que ver con la
circuncisión. El judío podía responder a Pablo en la siguiente manera: “Pero, ¿acaso no
somos circuncidados? La circuncisión es la evidencia de que somos el pueblo de Dios. La
marca en nuestros cuerpos es la garantía de nuestra salvación” 3.

Pablo trata el asunto de la circuncisión en forma radical (v.25-27), y concluye con una nueva
definición de quién es un verdadero judío (v.28, 29). Notemos los siguientes pasos en el
argumento de Pablo:

1
La palabra “sacrilegio” es “ierosulia”. Esta es una palabra compuesta: “ieron” (= “templo”) y “sulao”
(=”robar”; ver 2 Cor 11:8); significa “alguien que despoja templos”.
2
Pablo cita la LXX de Is 52:5. El TM no menciona “los gentiles”.
3
Muchos judíos creían que si eran circuncidados ellos automáticamente gozaban de los beneficios del
Pacto entre Dios y Abraham. Podemos notar las siguientes citas de algunos rabinos judíos (estas citas
fueron tomadas del comentario de Charles Hodge sobre Romanos):

- “Nuestros rabinos han dicho que ningún hombre circuncidado verá el infierno” (Rabino Menachem)
- “La circuncisión salva del infierno” (Jalkut Rubeni)
- “Dios juró a Abraham que nadie que sea circuncidado sería enviado al infierno” (Merdasch Tillim)
- “Abraham está sentado a las puertas del infierno, y no permite que ningún israelita circuncidado
entre allí” (Akedath Jizehak)

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a. Pablo reconoce la validez de la circuncisión, siempre en cuando la persona esté obedeciendo la
Ley (v.25a).

b. Si el judío no obedece la Ley, entonces su circuncisión externa no le sirve para nada; él viene a
ser equivalente a un hombre no circuncidado (v.25b).

c. Por otro lado, si el hombre gentil (“el incircunciso”) obedece la Ley, entonces Dios lo tomará
como si estuviese circuncidado (v.26).

d. El hombre que Dios acepta no es el hombre circuncidado externamente, sino el hombre que
obedece Su Ley. Por lo tanto, el hombre gentil que guarda la Ley será aceptado por Dios
antes que el judío que no guarda la Ley. Como Pablo dice, el hombre incircunciso
“condenará” al circuncidado (v.27).

e. Por lo tanto, el verdadero “judío” es aquel que lo es INTERIORMENTE. La única


‘circuncisión’ que realmente vale ante los ojos de Dios es la ‘circuncisión’ interna, del corazón
(v.28,29).

Antes de avanzar valdría la pena notar dos o tres puntos teológicos del texto.

i. Pablo reconoce que la circuncisión tiene validez si es que el judío cumple la Ley (v.25).
Pablo no niega absolutamente la validez de la circuncisión, porque fue algo dado por
Dios a los judíos que realmente creían en Él (ver Rom 4:11). Por eso Pablo hizo que
Timoteo sea circuncidado (ver Hch 16:3).

Sin embargo, a la luz de esto, ¿cómo entendemos Gál 6:15? En Gálatas, Pablo está
hablando de la circuncisión como un rito. Como un mero rito externo, la circuncisión
no tiene valor alguno ante los ojos de Dios. Pero aquí en Romanos lo que Pablo está
diciendo es que para el judío que tiene una fe genuina en Dios, la circuncisión sí tiene
valor (por ser una señal ordenada por Dios).

ii. En v.27 Pablo habla de un gentil que “guarda perfectamente4 la ley”. ¿Es posible
esto? ¿Puede una persona guardar toda la ley y de esta manera llegar a ser aceptada
por Dios? Pablo niega esto en Rom 3:20. Para entender esta aparente contradicción
de Pablo, ver las notas anteriores sobre Rom 2:13.

4. CIERTAS OBJECIONES DE LOS JUDIOS (Rom 3:1-8)

Lo que Pablo dice aquí sería chocante para los judíos; aun para los judíos creyentes. Por lo
tanto, antes de concluir su argumento, Pablo se detiene para contestar ciertas objeciones que
seguramente surgirían en la mente de los judíos.

OBJECION 1: “¿Hay ventaja alguno, entonces, en ser judío?” (v.1, 2)

Pablo responde que sí, y afirma que los judíos tienen muchas ventajas (especialmente la de haber
recibido la revelación especial de Dios, v.2). En Rom 9:4, 5 Pablo menciona otras ventajas.

4
El verbo que Pablo usa aquí es “telein”, que significa “cumplir”, “guardar” (note el pensamiento paralelo
en v.26, donde el verbo es “fulassein”). La palabra “perfectamente” no está en el griego original; el texto
de la RV es una interpretación estricta de la implicancia del verbo “telein”.

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OBJECION 2: “¿Será que la infidelidad de los judíos hace que Dios sea infiel?” (v.3, 4)

Parece que la “incredulidad” de los judíos (v.3) tiene que ver con su falta de creer en la Palabra
de Dios, que Él les había revelado (v.2). Esta falta de fe se manifestó en falta de fidelidad al
pacto entre Dios y ellos; es decir, en su desobediencia a Dios

La pregunta que Pablo enfrenta es si la infidelidad de los judíos podría resultar en que Dios
también sea infiel al pacto, y por ende rechace a los judíos para siempre. Pablo responde que
no; Dios no puede ser infiel (ver 2 Tim 2:13). Posteriormente, Pablo va a tratar el tema de la
elección de los judíos, y de lo que ha pasado con el Pacto entre Dios e Israel (Rom 9-11).

OBJECION 3: “¿Tiene Dios el derecho de juzgarnos, si es que la injusticia de los hombres


hace resaltar nuestra necesidad de la justicia de Dios?” (v.5-8)

La enseñanza de Pablo, desde Rom 1:18 hasta este punto, es que el pecado del hombre hace
necesario la manifestación de la justicia de Dios. Es más, en Rom 3:3, 4 Pablo ha dicho
(implícitamente) que la infidelidad del hombre es en contraste con, y resalta, la fidelidad de Dios.
En conclusión, algunos incrédulos podrían argumentar (¡y seguramente lo estaban haciendo!)
que si esto es cierto, entonces Dios no tiene por qué juzgar a los hombres; porque a Dios le
conviene que el hombre sea pecador. El pecado del hombre parece servir para resaltar la
fidelidad de Dios, como también para que el hombre se de cuenta de su necesidad de la salvación
de Dios.

Lo que Pablo dice aquí es que no debemos alcanzar conclusiones aparentemente lógicas, pero
que terminan contradiciendo la palabra de Dios.

El problema es que el ser humano constantemente está rechazando la revelación de Dios. Esta
es la actitud fundamental del hombre pecador que trae sobre él la ira de Dios (Rom 1:18). Las
objeciones que Pablo menciona aquí no son más que otras expresiones de esta actitud
básicamente hostil a la revelación de Dios.

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