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Manifestando

El poder de Dios

En este mismo Momento


Un estudio sobre como sanar a los enfermos
Y echar fuera los demonios

Sangat S. Bains
Traducción española: Juan Luis Molina

1
Las escrituras a través de las cuales se a llevado a cabo este estudio en su lengua inglesa original han
sido retiradas de la King James Versión, y en su traducción al castellano se a utilizado para el mismo
efecto la Versión de Casiodoro de Reina (1.569) revisada por Cipriano de Varela. Cualquier explicación
adicional del autor dentro de una escritura en particular se encuentra siempre marcada por paréntesis ( ).

Las palabras griegas están diseñadas en itálico y traducidas en letras románicas habituales, como por
ejemplo PNEUMA, en espíritu. De vez en cuando, las palabras que se citan de una escritura particular se
encuentra enfáticamente señalada en reseña impresa para resaltar un énfasis personal del autor.

Segunda Edición
Revisada en Octubre 2004

Copyright © 2003 Sangat Singh Bains


M536, 2nd Floor
Guru Harikishan Nagar
Paschim Vihar, New Delhi – 110087

Sangatbatyam.net.in

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Agradecimientos

Primeramente le doy gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que me ha ofrecido la
salvación y me ha dado un corazón para que pudiese indagar y entender Su Camino; Él ha abierto mis
ojos para poder contemplar la maravillosa y majestuosa verdad que se encuentra en Su Palabra; en Él
habita toda Bondad; Él es la Luz y en Él no hay ninguna tiniebla. A Él sean dadas toda gloria y toda
alabanza por todas las edades.

Agradezco a todos aquellos maravillosos maestros que me han enseñado y pacientemente asistido
ayudándome a alcanzar un entendimiento de la Palabra de Dios para que yo pudiese después enseñar
también a otros.

Mis agradecimientos a los creyentes de India que han oído y recibido con mansedumbre la Palabra de
Dios que han oído de mí. Ellos la han recibido, no como palabra de hombres, sino según es en verdad,
como Palabra de Dios. Su fe y la aplicación de lo que yo les he enseñado me han mostrado que la
sanidad de los enfermos y el echar fuera los demonios es una obra sencilla y fácil tanto para los
creyentes recientes como para los más antiguos. Por eso me he propuesto, con mucho entusiasmo y
ánimo, enseñar estas mismas verdades sobre sanidad y echar fuera los demonios a los Cristianos que se
encuentran a través de todo el mundo.

Quiero agradecer al reverendo Vince Finnegan por haberme invitado a ir a Albany, Nueva York en 1996
para que pudiese enseñar esta materia. Allí testifiqué que este tremendo poder y autoridad delegados por
Dios pueden ser ejercitados consistentemente y producir resultados efectivos, no solamente en India sino
también en los Estados Unidos.

Agradezco a Michael Fitgerald de Williamsburg, Virginia, quien ha hecho un verdadero esfuerzo para
dar a conocer estas verdades sobre “Cómo Sanar Enfermos y Echar Fuera los Demonios” en los Estados
Unidos. Estoy en perfecta unidad con Michael para expandir los deseos de nuestro Dios, el cual, “quiere
que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad.” También quiero
agradecerle haber editado su obra “Cartas desde la India” y “Poniendo los Ojos Solamente en Dios.”

Agradezco al Reverendo Ken Petty de Oracle, Arizona cuyo corazón es como el mío y quien, lo que
procura, es lo mismo que yo procuro. Él tiene sus ojos siempre fijos en Dios y trabaja junto de Dios y de
Su Hijo y de Su gente. Ken se empeña y se esfuerza en perfeccionar a los santos, para la obra del
ministerio y para la edificación del Cuerpo de Cristo. Él, con mucho amor y respeto, me ha abierto
muchas puertas para que pudiese predicar y enseñar esta materia en los Estados Unidos.

También quiero agradecer a las mujeres que me han ayudado en los aspectos materiales que hicieron
disponible este estudio de forma impresa:

Nancy Schempp de New Jersey por la obra inicial editada del libro y por darme ánimos para realizarla.
A Kathy Brophy de Los Ángeles, esposa del Reverendo Mike Brophy, por todo su diligente esfuerzo
diseñando y editando el libro y providenciando muchas de las valiosas sugestiones contenidas en el
mismo, sin estas diligencias y sugestiones, este libro no podría haber sido publicado.

Finalmente, agradezco a mi esposa, Beautrice, sin la asistencia de la cual, soporte, igualdad de corazón y
ánimo, yo no podría haber estado donde espiritualmente me encuentro para contribuir con esta
revelación de la Palabra de Dios para el Cuerpo de Cristo.

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Índice

Agradecimientos 3

I. Prefacio

II. Introducción

III. Nuestra Posición en Cristo Jesús

IV. Principios en la Manifestación del Espíritu Santo

V. Cómo Sanar a los Enfermos:


A. Principios de Sanidad de Enfermos
1. Tú hablas o proclamas a todos aquellos que necesitan sanidad.
2. Aquel que recibe la sanidad debe tener un gran deseo y creencia para recibir la
sanidad, por eso se dirige y se acerca al sanador para ser sanado. ¡OBSERVA
SIEMPRE A SU CREENCIA!
3. Dios te ha dado a ti esta habilidad y autoridad para sanar por tanto no necesitas
orar a Dios para que Él sane al que se encuentra enfermo. ¡ERES TÚ EL QUE
HACE LA SANIDAD!
4. Debemos creer que podemos sanar y echar fuera los demonios.
5. La operación de la manifestación de fe trayendo en evidencia los milagros.
B. Conclusión sobre Cómo Sanar a los Enfermos.

VI. Cómo Echar Fuera los Demonios


A. Tú eres mayor que los demonios y estos tienen miedo de ti.
B. Nosotros somos el Templo de Dios y los demonios tiemblan delante de nosotros.
C. La palabra griega “echar fuera” es EKBALLO.

VII. Un estudio sacado de los Cuatro Evangelios y del Libro de Hechos donde se encuentran los
Registros Relatados de los Espíritus Diabólicos y Echar Fuera los Demonios.
A. El Estudio en los Cuatro Evangelios.
B. El Estudio en el Libro de Hechos.

VIII. Conclusión de Cómo Echar Fuera los Demonios.

Apéndice 1º: Registros sobre Sanidades en los Cuatro Evangelios y en el Libro de Hechos

Apéndice 2º: La Persona que Desee Liberarse se Acerca al Sanador.

Apéndice 3º: Otros Registros sobre Sanidad.


A. El Antiguo Testamento
B. El Libro de Santiago

Apéndice 4º: Cartas desde la India.

Apéndice 5º : Poniendo los Ojos Solamente en Dios.

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I Prefacio

Muy a menudo, lo que las personas simplemente persiguen y hacen es aquello que les ha sido
enseñado y lo que han visto hacer, a otros, en muchas áreas de sus vidas. Yo también, durante
mucho tiempo, seguí aquello que me había sido enseñado y lo que había visto hacer a otros en lo
que dice respecto a sanar enfermos y echar fuera los demonios. Poseía algún entendimiento y tenía
algún éxito sanando a los enfermos, pero carecía de una base consistente. En cuanto a la
manifestación de echar fuera los demonios, pura y simplemente, lo consideraba fuera de mi
alcance.

Entonces, en la década de los Noventa, comencé a darme cuenta de que la manera por la que
muchos Cristianos, incluyéndome a mí, practicaban la sanidad de los enfermos y el echar fuera los
demonios era muy diferente de la que nuestro Señor Jesucristo y sus discípulos tenían cuando
practicaban este poder, como se nos muestra en los Cuatro Evangelios y en el Libro de Hechos.
Por eso comencé a leer sistemáticamente los registros particulares de sanidad y echar fuera a los
demonios que se encuentran en los Cuatro Evangelios y en el Libro de Hechos.

Me fui dando cuenta gradualmente que la manifestación de dones de sanidades es algo que
debemos comenzar nosotros a realizar cuando queremos impartir sanidad sobre todos aquellos que
deseen y se nos acerquen para ser sanados. Entonces comencé a practicar y a enseñar estas mismas
verdades de la Palabra de Dios a los líderes Cristianos y a los creyentes en India. Y algo
verdaderamente sorprendente comenzó a suceder. Muchos de los líderes y de los creyentes
comenzaron también a sanar y a echar fuera demonios de una manera consistente. Estamos
capacitados para liberar de la esclavitud física y espiritual tanto a los que son salvos como a los
que no son salvos.

En 1996, el Reverendo Vince Finnegan, que me había expresado el enorme deseo que tenía de
saber más sobre esta materia de sanidad, me convidó para que enseñase acerca de esto en Albany,
New York. Y posteriormente, el Reverendo Steven Michaels nos invitó a ambos, al Reverendo
Finnegan y a mí, para que enseñásemos sobre la sanidad en Florida. Durante estas dos visitas, que
duraron cerca de tres semanas, las verdades de la Palabra de Dios sobre sanidad se hicieron
claramente evidentes a todos nosotros y sanamos efectivamente a los enfermos y echamos fuera
los demonios. Fue verdaderamente delicioso para mí darme cuenta de que, no solamente en la
India, sino también en los Estados Unidos, se ejercitaba la misma autoridad y poder con sencillez
consistencia y facilidad produciendo los mismos resultados.

Después de mi regreso a la India, continué a enseñar a la gente de Dios a “Poner los Ojos
Solamente en Dios” y a impartir el conocimiento de lo que Dios había cumplido por nosotros en
Cristo Jesús. Como resultado, aquello que había aprendido y entendido con respecto al tema de las
sanidades llegó a ser todavía más claro en mi mente.

También me comencé a dar cuenta de la importancia que tenía que los hermanos y hermanas
alrededor del mundo supiesen cómo llegar a manifestar “El Poder y la Autoridad ofrecidos por
Dios” y que hiciesen las mismas obras de Jesucristo.

La Palabra de Dios es muy simple y precisa en sí misma. El Señor Jesucristo profería muy a
menudo la expresión, “Escrito está.” El modelo que Dios tiene para nosotros se encuentra en Su
Palabra escrita. Ha sido con este fundamento de entendimiento espiritual que me he decidido a
colocar las verdades que he aprendido en un formato simple y claro para que también otros lo
puedan utilizar y puedan obtener a través de él un crecimiento.

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Mi oración a Dios tiene por objetivo que Él abra los corazones de todos aquellos que estén
hambrientos y sedientos de la verdad; para que puedas contemplar la simplicidad, la exactitud y la
integridad de Su Palabra en lo que dice respecto a andar como nuestro Señor anduvo. Ojalá que
este libro te asista e inspire a vivir aquello que el Señor profirió en Juan 14:12 y llegues a ser un
vital y activo miembro llevando a cabo el ministerio de la reconciliación y extendiendo la Palabra
de Dios sobre el Mundo.

Juan 14:12
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre.

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Como Sanar a los Enfermos y Echar Fuera los Demonios

II. Introducción

Nuestro Padre Dios nos ha llamado a hacer parte del Cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios, en esta
presente Administración de la Gracia, por lo cual, le estamos profundamente agradecidos.

Todo lo que poseemos se debe a la obra finalizada por nuestro Señor Jesucristo. Nosotros podemos
aprender y conocer las bendiciones y realidades que esa obra nos ha traído consigo leyendo las
siete Epístolas dirigidas a la Iglesia con respecto al Misterio.

Doy por supuesto que te encuentras familiarizado con el conocimiento del Misterio y con el
conocimiento de que cada miembro en el Cuerpo de Cristo puede manifestar la totalidad de las
nueve manifestaciones del espíritu santo.

Este estudio se destina a todos los que saben que les ha sido hecho disponible ministrar sanidad y
echar fuera los espíritus diabólicos para libertar a las personas. Para los que deseen manifestar este
poder en sus vidas, pero que no saben exactamente cómo manifestar este poder y autoridad
otorgados por Dios.

Desearía darte a conocer en este estudio la sencillez de cómo sanar a los enfermos y de cómo echar
fuera los espíritus diabólicos, para que puedas comenzar a ejercitar el poder y la autoridad que
Dios te ha ofrecido tan simple y fácilmente como hablas en lenguas.

La sección de introducción te dirá brevemente quién eres tú en Cristo para ayudarte a tener la
confianza suficiente en tu posición espiritual en Cristo. También se muestran los fundamentos
básicos de “las manifestaciones del espíritu santo” porque es de suma importancia que entendamos
los principios envueltos cuando manifestamos el espíritu santo.

La primera sección, que lleva por título, “Cómo Sanar a los Enfermos,” te dará las llaves y todos
los registros que se encuentran en los capítulos ocho y nueve del Evangelio de Mateos acerca de
las sanidades físicas. Esta sección te ayudará a adquirir un exacto conocimiento acerca de este
tema y para que ministres sanidad a todos aquellos que necesiten y tengan el deseo de ser liberados
físicamente en sus vidas.

La segunda sección tratará sobre “Echar Fuera los Espíritus Diabólicos,” y te dará las llaves acerca
de echar fuera los demonios mostrándote escrituras que dicen respecto a espíritus diabólicos en los
Cuatro Evangelios y en el Libro de Hechos. Leyendo estas escrituras y sus acontecimientos podrás
saber exactamente lo que Dios dice sobre cómo operar con los espíritus diabólicos. Eso te ayudará
cuando emprendas la acción de echarlos fuera, si tienes el deseo de hacerlo, de las personas que
necesiten y deseen ser liberados.

Después, el Apéndice 1º contiene todos los registros de sanidad física que se encuentran en los
Cuatro Evangelios y en Libro de Hechos. El 2º Apéndice contiene los registros en los Cuatro
Evangelios de las personas que desearon y se acercaron a recibir la sanidad. Y en el Apéndice 3º se
encuentran algunos registros acerca de sanidad en el Antiguo Testamento y en la Epístola de
Santiago.

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III. Nuestra Posición en Cristo Jesús

Todos nosotros sabemos que podemos manifestar la totalidad de las nueve manifestaciones del
espíritu santo; sin embargo, cuando llegamos a tener que ministrar sanidad y a echar fuera los
demonios, no sabemos exactamente como hacerlo, y eso es lo que precisamente nos impide libertar
a muchos de los que desearían ser libertos.

Sabemos que podemos hacer las mismas obras que hizo Jesucristo, y también sabemos que todos
tenemos a Cristo dentro de nosotros, pues así nos lo ha hecho saber nuestro Padre Dios a través de
Su Palabra. Algunas de las promesas y verdades que se refieren a lo que nosotros somos y a lo que
tenemos en Cristo se encuentran en las Epístolas a la Iglesia y las mostraremos en este estudio.
Estas escrituras te ayudarán a llegar a estar muy seguro y confiado y serán tu soporte cuando
comiences a libertar a las personas.

Romanos 8: 9 y 10
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, si es que el espíritu de Dios
mora en vosotros. Y si alguno no tiene el espíritu de Cristo, no es de él.
10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas
el espíritu vive a causa de la justicia.

El espíritu de Dios que habita en nosotros hoy en día es el espíritu de Cristo y no el mismo espíritu
que habitaba con Elías o el que residía sobre Moisés. Eso es por lo que en el versículo 10 de esta
escritura se nos dice que este espíritu de Dios que ahora se encuentra disponible en esta era es
“Cristo en ti.”

Colosenses 1: 27
A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los
gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Nosotros tenemos a Cristo dentro; Tenemos el tremendo poder y la autoridad para ejercitarlo en
este mundo.

Romanos 8: 15 y 16
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción (filiación), por el cual clamamos ¡Abba Padre!
16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Nosotros no hemos recibido el espíritu de esclavitud. Esta palabra “esclavitud” es DULIA en


griego que significa “servilismo.” No, nosotros no hemos recibido el espíritu de Dios que estaba
disponible en el Antiguo Testamento y que era el “espíritu de un siervo” para servir, y que si no se
mantenía fiel podía ser perdido. Al contrario, nosotros hemos recibido el espíritu de Dios de esta
Nueva Era, es decir, “el espíritu de filiación,” puesto que la palabra “adopción” debería haber sido
traducida por “filiación”. Por eso el versículo 16 de la escritura nos dice que nosotros somos hijos
de Dios, y de hecho lo somos, somos los hijos de Dios debido al “espíritu de filiación” que nos ha
sido otorgado a través del nuevo nacimiento y mediante el cual hemos pasado a ser “los hijos de
Dios” para siempre.

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Efesios 1:2
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Dios no es solamente nuestro Dios sino que también es nuestro Padre, y Su gracia y paz son para
nosotros en todo momento.

Efesios 1: 19
Y cual la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder (del tremendo poder) de su fuerza.

Nosotros poseemos la supereminente grandeza de Su poder.

Efesios 2:6
Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
(en) Cristo Jesús.

De la manera como Cristo se encuentra sentado a la diestra de Dios, así lo estamos nosotros
igualmente en él. Así que tenemos su misma autoridad para poder ejercerla ahora en este mundo.

Efesios 1: 20-23
La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales,
21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra,
no solo en este siglo, sino también en el venidero;
22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia,
23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Cristo está verdaderamente por encima de todas las cosas que aquí se mencionan, y la iglesia posee
toda su plenitud.

Filipenses 2: 13
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad.

Dios opera en nosotros.

Filipenses 4: 13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Podemos hacer todas las cosas a través de la habilidad de Cristo que nos ha sido depositada en
nosotros, y todavía hay muchas otras promesas y verdades maravillosas dentro de las Epístolas
dirigidas a la Iglesia que podemos juntar a esta.

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IV. Principios de la Manifestación del Espíritu Santo (el don que nos ha sido
otorgado)

¿A qué se debe que no hallamos sido consistentes cuando operamos las manifestaciones que dicen
respecto a las sanidades y al echar fuera los espíritus diabólicos?

Algunas de las razones que producen esta falta de resultados consistentes cuando ministramos
sanidad son:

1º No hemos entendido que todas las manifestaciones, incluyendo los dones de sanidades, se
realizan dentro de los mismos principios que usamos cuando hablamos en lenguas; es decir,
somos nosotros los que hablamos y somos también nosotros los que operamos la sanidad, en
vez de ser Dios a hablar o a operar la sanidad.

2º No hemos reconocido claramente que, cuando operamos los dones de sanidades, aquel que
necesita ser sanado debe tener un ardiente deseo y creencia para ser sanado.

3º No hemos entendido que los recién renacidos deben comenzar inmediatamente a hablar en
lenguas y a evidenciar en sus vidas las demás manifestaciones.

Algunas de las razones de la falta de resultados consistentes cuando queremos echar fuera los
espíritus diabólicos son:

1º No nos hemos dado cuenta que los espíritus diabólicos se encuentran verdaderamente a
nuestros pies y que, por tanto, tienen obligatoriamente que obedecernos.

2º No nos hemos percatado de que los demonios tienen verdadero pavor de nosotros; ellos
saben el tremendo poder y la gloriosa autoridad que poseemos, y además, también saben que
tenemos la presencia de Dios y de sus ángeles de nuestro lado.

3º Los puntos 1º 2º y 3º mencionados anteriormente para el caso de las sanidades también se


aplican aquí.

Ahora te daré las instrucciones necesarias respecto a este asunto de los principios de la
manifestación del espíritu santo para que, si lo deseas, puedas inmediatamente comenzar a
liberar las personas que lo necesiten.

Lo primero que debes tener en cuenta es que la manifestación de los dones de sanidades es
exactamente igual que la manifestación de hablar en lenguas. Haz el favor de mantener este
concepto o verdad bien presente en tu corazón.

Es decir, la manifestación de dones de sanidades es “Tu operación de la habilidad dada por Dios
por medio de la cual...tu puedes (cuando lo desees) hacer sanidades.” La manifestación de hablar
en lenguas es “Tu operación de la habilidad dada por Dios por medio de la cual...tu puedes
(cuando lo desees) hablar en lenguas.”

Veamos algunas llaves dentro de las escrituras que nos dan la llave y nos muestran que eres tu
quien comienza a ministrar sanidad y a liberar a las personas.

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Hechos 2:4
Y fueron todos llenos del espíritu santo, y (ellos) comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Fueron Ellos quienes comenzaron a hablar y, en ese mismo instante, el espíritu les dio, aquello
que declaraban, en una lengua desconocida. La clave reside en que comiences tu a sanar, y si te
decides a hacerlo, si realmente comienzas a sanar, el espíritu entonces imparte la sanidad en ese
mismo instante.

Romanos 12:6
De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la fe;

Todas las manifestaciones del espíritu santo se operan a través de la fe que tu tienes. Si no
posees esa fe, no podrás hablar en lenguas, ni interpretar lenguas, profetizar, etc; puesto que no es
posible realizar ninguna de las manifestaciones si pensamos en términos de sabiduría de los cinco
sentidos. Así que solamente las podrás evidenciar si crees y actúas literalmente de acuerdo a lo que
dice la Palabra de Dios y descartas el conocimiento que proviene de los cinco sentidos. Al mismo
tiempo debemos tener en cuenta que evidenciarás todas las manifestaciones más eficazmente a
medida que te muestres más seguro y confiado, lo que implica aquella expresión: conforme a la
medida de la fe.

1ª Corintios 14:5
Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que
profetizaseis; porque mayor el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las
interprete para que la iglesia reciba edificación.

Mateos 10:8
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de
gracia recibisteis, dad de gracia.

Estos dos versículos te muestran que eres tu quien hablas en lenguas y que eres tu quien sanas
la enfermedad, limpias a los leprosos , levantas a los muertos y además, eres tu quien echa fuera
los espíritus diabólicos. Si no actúas conforme a la autoridad que te ha sido impartida y no
manifiestas este poder, nunca podrás ver en evidencia estos resultados.

Estas escrituras mencionadas anteriormente nos muestran cómo podemos manifestar el poder que
Dios nos ha otorgado en nuestras vidas. La totalidad de las manifestaciones del espíritu santo son
realizadas a través de nuestra creencia, es decir, actuando conforme a las instrucciones que Dios
nos ha dado. Dios ha dicho que desearía que todos vosotros hablaseis en lenguas. Así que, ¿Qué
debemos nosotros hacer? Nosotros simplemente hablamos en lenguas. La Palabra de Dios
manda a todos aquellos que poseen Su autoridad que sanen los enfermos, etc. Así qué ¿qué
debemos hacer nosotros? Nosotros simplemente sanamos los enfermos. ¡Es tan sencillo!

Antes de que hablásemos en lenguas, algunos de nosotros, razonando, nos preguntábamos, “¿Qué
es lo que vamos a decir?” Nosotros no poseíamos ningún término de ninguna lengua desconocida
en nuestras mentes. Sin embargo, pusimos nuestra fe en Dios y por eso comenzamos a hablar, y

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fue ciertamente el espíritu el que nos dio la declaración de lo que hablábamos en una lengua
desconocida.

Todas las manifestaciones del espíritu santo las traes en evidencia en tu vida en la medida
proporcional de la fe que tu tienes (la seguridad de que tu puedes hacer aquello que Dios te ha
dicho)

¿Cómo profetizas? Tu simplemente evidencias la profecía (hablas). ¿Cómo interpretas? Tu


simplemente evidencias la interpretación (hablas) inmediatamente después de hablar en lenguas
en una reunión de creyentes. Nadie sabe lo que va a decir antes de comenzar a hablar, ni cuando
hablamos en lenguas, ni interpretando las lenguas, ni profetizando, sino que, en ese mismo
instante, el espíritu le da al que comienza a hablar su declaración respectiva. Así sucede también
con los dones de sanidades y con todas las demás manifestaciones del espíritu santo.

Dios ya nos ha dicho,

1ª Corintios 12 7-10
Pero a cada uno le es dada la manifestación del espíritu para provecho.
8 Porque a éste (provecho) es dada por el espíritu palabra de sabiduría; a otro (provecho),
palabra de ciencia según el mismo espíritu;
9 a otro (provecho), fe por el mismo espíritu; y a otro (provecho) dones de sanidades por el
mismo espíritu.
10 A otro (provecho), el hacer milagros; a otro (provecho) profecía; a otro (provecho),
discernimiento de espíritus; a otro (provecho), diversos géneros de lenguas; y a otro
(provecho), interpretación de lenguas.

Todas las nueve manifestaciones del espíritu santo que se encuentran entre los versículos ocho a
diez le son dadas a cada creyente en el cuerpo de Cristo para provecho; por tanto, podemos
evidenciarlas con fe (confianza en que podemos hacerlas) Tanto para hablar en lenguas,
como para la interpretación de las lenguas, y para profetizar, tienes que hablar con confianza y
denuedo aunque no sepas lo que vas a decir de antemano. El mismo principio se aplica también
cuando ministras sanidad; es decir, antes de ministrar sanidad, tu tampoco sabes lo que vas a hacer.
De acuerdo a la Palabra de Dios, así es como debería ser. La llave reside en la palabra comienza.
Así que tu comiences a ministrar sanidad, el espíritu imparte sanidad.

Este mismo principio se aplica siempre para evidenciar todas las manifestaciones.

Para llevar a cabo la sanidad, tu comienzas, con todo denuedo y confianza, sabiendo que tienes
todo el poder y autoridad para ejercitar la sanidad. Tu realizas la sanidad con el poder y la
autoridad que Dios te ha otorgado en Cristo.

Yo creo que ya has entendido bien estos principios de la manifestación del espíritu santo.
Por tanto, vamos a pasar ahora a la primera sección sobre cómo ministrar sanidad para que puedas
comprender lo que debes a hacer cuando empieces a liberar a las personas de la esclavitud de las
enfermedades.

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V. Cómo Sanar a los Enfermos

A. Principios de Cómo Sanar a los Enfermos


Los puntos siguientes deben ser tomados muy en cuenta con respecto a la sanidad.

1º Tu le dices o proclamas a los que necesitan sanidad que ellos pueden ser sanados
en ese mismo momento.

Este es el primer paso y es de suma importancia. Ya hemos visto que todas las manifestaciones del
espíritu santo se basan en las mismas llaves que se emplean necesariamente para poder hablar en
lenguas. Así que éste siguiente punto de proclamar inmediatamente que está disponible la sanidad
es, de hecho, lo primero que hacemos para proporcionar la liberación a todos los que precisen ser
sanados. Aquellos que necesiten ser sanados deben tener el ardiente deseo y creencia
necesaria para ser sanados. Una vez que las personas escuchan que la sanidad se encuentra
inmediatamente disponible, se incrementará su fe o creencia. La fe viene por oír la Palabra de
Dios.

Romanos 10: 17
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Esta peculiar Palabra de Dios, la Palabra de la promesa, la Palabra específica del espíritu de Dios
que tu hablas, penetra en el corazón de aquel que necesita ser sanado, y le proporciona la fe y la
confianza necesaria para poder ser sanado-a.

Por eso Jesucristo predicó las buenas nuevas de liberación antes de sanar a las personas.

Mateos 4:23
Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio
del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Enseñar y predicar las buenas nuevas precede a la sanidad.

Mateos 9:35
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando
el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

La declaración de las buenas nuevas y de lo que está disponible de parte de Dios precedía siempre
a la liberación de las enfermedades, porque Jesucristo solo podía sanar a las personas que tuviesen
la fe necesaria para ser sanadas. En otras palabras. Jesucristo no podía sanar y libertar a las
personas que no creyeran que podían ser sanados. Tu puedes pasarte el día entero ministrando
sanidad sobre alguien que no tenga fe, o que tenga poca fe, sin conseguir cualquier resultado.

Mateos 13:58
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.

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Marcos 6:5
Y no pudo hacer allí muchos milagros, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo
sobre ellos las manos.

Por supuesto que no deberíamos usar esta escritura como una excusa para no sanar a las personas.
No debemos preocuparnos con estas cosas; Hay muchas personas que desean creer y ser sanadas y
que todavía no han escuchado la Palabra que les trae la fe necesaria a sus corazones. Por tanto,
nosotros le decimos / proclamamos a las personas que la sanidad está asegurada y se
encuentra disponible en este mismo momento.

Tu tienes que comenzar a proclamar la información que dice respecto a la liberación de la


enfermedad y la dolencia. Y cuando la proclames, debes hacerlo con total confianza y denuedo
para que el que la escucha pueda llegar también a tener la confianza necesaria para poder recibir la
sanidad.

Cuéntales tu testimonio y el testimonio que has oído de otros acerca de la liberación que se ha
producido en vuestras vidas. Háblales con toda confianza y denuedo de los testimonios de
liberación que se encuentran en la Palabra de dios. Si estamos inseguros a la hora de esperar
resultados en los que necesitan ser liberados, estos también van a sentirse inseguros. Dios es el que
garantiza los resultados. Nosotros simplemente decimos lo que Él dice y no debemos preocuparnos
ni pensar que Dios no traerá en evidencia aquello que nos promete, pues, desde que el mundo es
mundo, Él jamás ha faltado en ninguna de Sus promesas.

Hechos 8:5
Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

Felipe tuvo que declararles primeramente lo que estaba disponible en Cristo Jesús.

Las personas tendrán que decidir si quieren o no recibir la sanidad después de haber oído que la
sanidad se encuentra disponible. Si deciden recibirla y vienen a ti para obtenerla, entonces tu les
impartes la sanidad. La Palabra de Dios declara que fue Felipe quien hizo los milagros.

Hechos 8:6 y 7
Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las
señales que hacía.
7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos salían estos dando grandes voces; y
muchos paralíticos y cojos eran sanados.

Hay que declarar que la sanidad se encuentra absolutamente disponible para todos aquellos que
necesitan ser sanados. Una vez que les proclames esta verdad, incrementarás la confianza necesaria
en su corazón para que pueda recibir su liberación sanitaria y cuando así suceda y se acerquen a ti
para obtenerla, tú los sanarás.

Por tanto, proclamar y hacer notorio las buenas nuevas respecto a la liberación de sanidad es el
primer y más importante paso que debemos dar.

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2º Quien recibe la sanidad debe desear ardientemente y creer para recibir su sanidad,
y debe acercarse al sanador para ser sanado. Tú no tienes que acercarte a la persona
y ministrarle sanidad solo porque seas consciente de su necesidad de ser sanado.-
¡OBSERVA DE ANTEMANO SU CREENCIA!

El segundo punto importante que precisas reconocer en la Palabra de Dios acerca de ministrar
sanidad es que aquel que necesita sanar debe desear ardientemente y creer para recibir la
sanidad. Las personas se acercarán a ti para que las sanes después de haber escuchado las buenas
nuevas respecto a la inmediata disponibilidad de sanidad. Entonces, cuando ellos se hayan
acercado a ti para ser sanados, tú debes procurar saber cuál es su grado de creencia.

Te podrás dar cuenta de su grado de creencia cuando escuches aquello que dicen. Es de esencial
importancia que hables con la persona que desee ser sanada. Escucha atentamente lo que te estén
diciendo y eso te revelará lo que están creyendo. La revelación de Dios vendrá solamente cuando
tu no puedas recibir la información necesaria a través de tus cinco sentidos. Dios espera que sepas,
por ti mismo, todo lo que puedes averiguar por tus cinco sentidos.

Cuando la persona que desee ser sanada deje ver su fe a través de las palabras que te hable, por
ejemplo, “Yo sé que voy a ser sanado,” “yo sé que tú puedes sanarme,” etc., entonces comienza a
sanarla y recibirá su sanidad. Si lo que te dice está mezclado con dudas o si no tiene la suficiente
confianza para recibir la sanidad, entonces debes trabajar y edificarle su creencia. Dios trabajará
contigo y te mostrará como podrá atingir el grado de creencia necesario para que puedas impartirle
la sanidad.

La Palabra de Dio nos muestra que cuando aquellos que necesitaban sanidad creían y deseaban ser
sanados (después que sabían lo que estaba disponible), ellos se acercaban siempre al sanador
para obtener su liberación. Además, otra cosa que observamos en la Palabra de Dios, es que el
sanador (con algunas excepciones que veremos más tarde) nunca se acercaba a la casa del enfermo
para sanarlo solamente porque escuchase o llegase a saber por otra vía que una persona enferma
habitaba en aquella casa.

Hay muchos registros en la Palabra de Dios donde se nos muestra que aquellos que necesitaban
sanidad deseaban ardientemente ser sanados, por eso se acercaban a quien estaba capacitado
para sanarlos y le rogaban que los sanasen, porque creían que podía hacerlo.

Estas son algunas escrituras que hacen referencia y enseñan estos principios.

Mateos | Marcos Lucas Hechos


8:2, 5 y 6, 16 1:40 4:38 y 39, 40 y 41 3:1-8
9:2, 18, 20 y 21, 5:23 5:12-14, 17-26 4:22
27 y 28, 32 6:54-56 6:17-19 5:15-16
12:22 7:24-35 7:3 9:38
14:35 y 36 8:22 8:41-44
15:22, 29 y 30 9:17-29 9:11, 38-43
17:14-21 10:47, 51 11:13-16
19:1 y 2 17:12-13
20:30-34 18:38
21:14

15
Por tanto, debemos considerar este como un punto importante a la hora de ministrar sanidad en las
personas. Sana a todos aquellos que respondan a la Palabra y deseen, esperen, crean y se
acerquen para ser sanados.
Te habrás dado cuenta a medida que estudias los versículos previamente señalados de que Jesús
casi nunca se acercaba a la casa de alguien que precisase ser sanado solo porque supiese que en
aquella casa habitaba un enfermo. Los pocos casos donde nos encontramos que Jesús fue a sanar a
alguien sin que le pidiesen se debió a que él supo por revelación que tenían la suficiente creencia
para ser sanados. (Juan 5:2-15; 9:1-7)

La verdad de Dios nos muestra en Su Palabra que aquellos que recibieron sanidad siempre
obedecían a este modelo.
Vamos a ver ahora algunos ejemplos de personas que necesitaban sanidad. Estas personas, como
veremos, deseaban, creían, y se acercaban al sanador, y recibían su sanidad. Te mostraré
algunas escrituras del Evangelio de Mateos capítulo ocho y nueve para que te aclaren este punto.

Mateos 8:1 y 2
Cuando descendió Jesús del monte le seguía mucha gente.
2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes
limpiarme.

Este leproso debió tener un ardiente deseo de ser sanado. Debía tener una enorme esperanza de
que, si se acercase a Jesús, él podría ciertamente sanarlo. Por ser un leproso, muchos de la multitud
que rodeaban a Jesús debieron haberle dicho que se marchara de allí y no se acercase a ellos. Pero
eso no fue lo suficiente para pararlo. De alguna manera se introdujo entre la multitud (y dice
“grandes multitudes”) y se acercó a Jesús. Talvez te des cuenta de la dificultad que se experimenta
al introducirse cualquiera entre una multitud para llegar hasta una cierta persona. Dios dice que
eran “grandes multitudes.”

Tu debes ministrar sanidad a la persona que se te acerque con un gran deseo y esperanza de que va
a ser sanada. En semejante caso puedes estar absolutamente cierto de que lo sanarás. Ahora bien,
¿Cómo llegamos a obtener personas que tenga ese gran deseo y esperanza de ser sanados para que
se acerquen a ti para que tú los sanes? La respuesta se encuentra en el primer punto que hemos
expuesto anteriormente; es decir, Tú les hablas / proclamas / predicas a las personas que la sanidad
se encuentra completamente disponible ahora mismo.

Mateos 8:5
Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión rogándole,

Este centurión, que era un Gentil, debe haber oído a través de alguien que Jesús podía sanar a los
enfermos. Tenía un ardiente deseo de ver sanado a su siervo y debe de haber creído que Jesús
podía sanarlo. Por eso debió haber averiguado donde se encontraba Jesús en aquel día y lo buscó
hasta encontrarlo. Lo que implica la enorme fe que poseía. Jesús le dijo simplemente, “Vé, y como
creíste, te sea hecho.” El siervo de este centurión fue sanado en ese mismo instante. Jesús siempre
procuraba ver el grado de creencia que poseía la persona que se le acercaba con el deseo de ser
sanada.

16
Mateos 8:16
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a
los demonios, y sanó a todos los enfermos;

Estas personas que necesitaban ser sanadas fueron traídas a la presencia de Jesús por sus amigos o
familiares, los cuales deseaban y creían que Jesús podía sanarlos. Jesús debió haber oído acerca de
muchos otros enfermos que residían en aquella ciudad, pero no fue a sus casas. Todos los que
alcanzaron sanidad fueron los que se acercaron o fueron traídos a la presencia de Jesús..

Mateos 9:2
Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos,
dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados.

Estas personas debieron haber oído las buenas nuevas de liberación o, entonces, alguien debe
haberles dado un testimonio de su propia liberación. Tanto si oyeron como si vieron el mensaje,
eso les llevó a creer que aquel que sufría de parálisis podía ser sanado. Estaban tan ansiosos de que
se produjera la sanidad que, en vez de invitar a Jesús para que fuese a casa del paralítico, ellos
cogieron a este hombre y, poniéndolo en una cama, se lo llevaron a Jesús. Andar mientras se
transporta un enfermo en una cama no es nada fácil.

No sabemos exactamente como llegó esta gente al lugar donde Jesús se encontraba, pero sabemos
que no tenían una furgoneta para transportar al enfermo. Lo que sí debían tener era un enorme
deseo y creencia de que este hombre sería sanado, porque dice que, “Jesús, viendo su fe...” Jesús
siempre procuraba el grado de creencia de la persona que deseaba ser sanada. Nosotros debemos
también seguir las instrucciones que la Palabra de Dios nos señala. Cuando seguimos las
instrucciones que Dios nos muestra alcanzamos con éxito siempre los objetivos.

Una vez que sabemos que la personas tienen fe para ser sanadas, les proporcionamos la sanidad.
Les dirás que se pongan en pie y ellos se pondrán de pie. Les dirás que extiendan sus mano y
extenderán su mano.

Mateos 9:18
Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi
hija acaba de morir; mas ven, y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

Muchos de los líderes de la sinagoga, Fariseos, Saduceos y sacerdotes estaban en clara oposición
contra Jesús. Sin embargo, este gobernador tuvo el denuedo de venir a la presencia de Jesús.
Deseaba ardientemente la sanidad física de su hija y por eso dejo su trabajo de lado. Éste hombre
debió de perder su puesto de trabajo por acercarse a Jesús. Poseía un gran deseo de ver sanada a su
hija y por eso procuró diligentemente a Jesús y le pidió para que se acercara a su casa, para que
pusiese sus manos sobre su hija, porque creía que, si Jesús así lo hiciese, su hija sería levantada de
los muertos.

Este hombre principal se acercó a Jesús en aquellas circunstancias. Jesús entendió lo que le
estaba sucediendo y se dio cuenta del gran deseo y fe que tenía, por eso se fue con él a su casa.
Puede que hubiese habido más casos de muerte en aquella ciudad y en aquel momento, pero Jesús
no fue a ninguna otra casa en donde se diese una tal circunstancia. Jesús fue a casa del hombre
principal porque éste se acercó primero a él y le rogó que así lo hiciese. Jesús sabía que la persona
en cuestión tenía un ardiente deseo y esperanza para que la sanidad se efectuase. La persona que

17
sana debe procurar saber siempre cuál es el grado de deseo de la persona que desea recibir
liberación y entonces trabajar con la fe de la persona conforme sea la necesidad del caso. Si tiene
fe para ser sanada, entonces, inmediatamente debes sanarlo. Si un hombre no tiene la fe suficiente
como para ser sanado, entonces procura trabajar y edificarle su fe. Una vez que la fe necesaria se
sobrepone y está seguro de que va a ser sanado, entonces minístrale la sanidad.

Mateos 9:20 y 21
Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por
detrás y tocó el borde de su manto;
21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.
Aquí, una vez más, podemos observar que aquellos que reciben sanidad, todos aquellos conque
Dios se toma el tiempo suficiente para mostrarnos en Su Palabra, son aquellos que habían oído
acerca de la liberación que estaba disponible, los que respondieron con un gran deseo y
expectación de ser sanados, y una vez que tenían ese ardiente deseo de ser sanados, en vez de
quedarse en casa esperando al sanador para que los sanase, ellos se acercaron para recibir la
sanidad

Mateos 9:27-30
Pasando Jesús de allí le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten piedad de
nosotros, Hijo de David!
28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer
esto? Ellos dijeron: Sí Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos...
Estos ciegos se propusieron seguir a Jesús. Acercarse a Jesús no debe haber sido una tarea fácil
para estas dos personas. Pero como poseían ese enorme deseo y expectación de ser sanados,
consiguieron llegar hasta donde él había ido. Jesús supo que poseían ese enorme deseo de ser
sanados y debió haber entendido la expectación que tenían de ser sanados.

Él les preguntó, “¿Creéis que puedo hacer esto?” Examinó si creían, o no, para poder
recibir. Eso es lo que debe hacer el sanador. Después de saber que aquellos ciegos creían, les tocó
sus ojos y les dijo, “Conforme a vuestra fe os sea hecho.”

Primeramente debes hablarle a las personas acerca de la liberación, entonces, cuando ellos
respondan, se acercarán a ti para obtener la sanidad que tu impartes. Observa la fe que tengan, y si
tienen la fe necesaria para recibir sanidad, entonces, no esperes más, sánalos. Si su fe no ha
alcanzado un determinado grado, entonces debes trabajar con ellos para edificarla
convenientemente. A medida que comience a trabajar con ellos irás incrementándole la fe
necesaria, Dios te mostrará cómo hacerlo si es necesario, lo que tú les digas y lo que hagas podrá
edificarles su fe de manera que puedas darles la sanidad.

Mateos 9:32 y 33
Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado.
33 Y echando fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se
ha visto cosa semejante en Israel.

18
Los mismos principios se aplican en este relato también. Ellos trajeron a Jesús al hombre poseído
por un demonio. Yo estoy seguro de que debía haber más personas poseídas por demonios en
muchos hogares dentro de aquella misma ciudad. Jesús no se dirigió a ninguno de esos hogares
para sanarlos, sino que sanó a quien había sido traído a su presencia, tal vez por sus amigos o
algunos de sus parientes. Aquellos que lo trajeron a su presencia deben haber tenido un gran deseo
de que este hombre fuese libertado y además, una gran expectación de que Jesús lo sanaría.
Juan 9 es uno de los pocos registros donde Dios nos muestra un caso excepcional, donde la sanidad
fue impartida sobre alguien que no se acercó al sanador ni le pidió que lo liberase.

Juan 9:1, 6,7 y 11


Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del
ciego,
7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es Enviado). Fue entonces, y
se lavó, y regresó viendo.
11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me
dijo: Vé al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.

Jesús encontró a este hombre ciego, se dirigió a él, y le pidió que emprendiese una acción
determinada. Aquí, en estos versículos, no se nos dice que “el hombre creyera;” sin embargo,
podemos observar que tampoco cuestionase nada de lo que Jesús hizo con sus ojos ni nada de la
acción que Jesús le pidió que emprendiese. Este hombre ciego aceptó todo lo que Jesús le había
hecho y dicho. El debió creer en todo lo que Jesús le pidió que hiciese.

Ahora bien, aquí tenemos una excepción dentro de los muchos registros que existen en la Palabra
acerca de sanidad, porque, por norma general, todos aquellos que necesitaban ser liberados se
acercaban a Jesús para ser sanados.

¿Cómo pudo saber Jesús que este hombre iría a creer y hacer exactamente lo que le pidiese? Debe
haberlo sabido porque Dios se lo reveló, Dios le informó de que este hombre poseía la fe necesaria
para recibir la sanidad. Podemos ver que este hombre ciego no argumentó con Jesús acerca de lo
que hizo con sus ojos ni cuestionó el por qué tenía que ir hasta el estanque de Siloé para que los
lavase. Él simplemente actuó exactamente como Jesús le pidió que actuase.

Hechos 14:7-10
Y allí predicaban el evangelio.
8 Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento,
que jamás había andado.
9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser
sanado,
10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies, y él saltó, y anduvo.
Este es otro de los casos excepcionales donde observamos que una persona necesitada de sanidad,
en vez de acercarse al sanador, es el sanador quien comienza la sanidad de la persona. En este
registro se nos dice que Pablo predicaba el evangelio en aquel lugar, y yo creo que una de las cosas
que enseñaba era la sanidad que estaba disponible. Este hombre paralítico debió haber escuchado a
Pablo, pues tenía fe para ser sanado. Las personas no pueden creer por algo hasta que no se les
enseñe que lo tienen disponible.

19
El hombre paralítico no se acercó a Pablo ni le dijo nada acerca de su deseo de ser sanado, pero
Dios le mostró a Pablo que este hombre tenía fe para ser sanado. Cuando recibas revelación
para ir a la casa de alguien para sanar o recibas revelación acerca de una persona en particular en
una reunión y que tenga fe para ser sanada, entonces debes comenzar a sanarla.
Cuando una persona posee la fe suficiente, tanto da si lo sabes por revelación o porque se te ha
acercado con el deseo y la expectación de ser sanada, en ambos casos, tu simplemente le pedirás
que tome la acción apropiada. En Hechos capítulo 14, Pablo le dijo al hombre paralítico ,
“Levántate derecho sobre tus pies,” El que había sido paralítico no argumentó nada ni le dijo ,
“¿Será que puedo hacerlo?” Sino que simplemente siguió fielmente las instrucciones y recibió su
completa sanidad.

No tienes por qué ir a la casa de las personas a ministrar sanidad simplemente porque hayas oído a
tu vecino decir que allí se encuentra una persona enferma. Sí, puedes ir y hablarle acerca de la
sanidad que se encuentra disponible. Relátale los testimonios que has oído acerca de sanidades
efectuadas; pero ten en cuenta siempre las instrucciones que Dios nos ha dado, aquel que necesita
sanidad se debe acercar a ti para ser sanado.

Los modelos que se encuentran en la Palabra de Dios nos dicen que no debemos acercarnos a la
casa de una persona enferma basados simplemente en la información que alguien nos haya dado, a
menos, por supuesto, que Dios nos diga que vallamos. Generalmente, lo sanarás después de él
haber respondido a la Palabra de liberación que tú le hayas referido y se acerque a ti para ser
sanado. Si alguno responde a las buenas nuevas que tu le hayas dado y te llama por teléfono
pidiéndote que lo sanes, debes averiguar si tiene, o no, la fe suficiente para recibir sanidad a
medida que hablas con esa persona. Si ves que la posee, entonces sánalo.

El modelo en la Palabra de dios para ministrar sanidad nos muestra que debemos proclamar con
denuedo y confiadamente que la liberación de sanitaria se encuentra disponible en este mismo
instante. ¿Por qué debemos proclamarlo con denuedo? Porque la promesa no proviene de ti mismo,
sino del Dios Todopoderoso. Cuando las personas responden con deseo y expectación para ser
sanados, se acercarán a ti para ser liberados. Cuando alguien se te acerca para ser sanado,
escucha bien lo que tiene para decirte y observa el deseo y la fe que tenga para ser sanado. Las
palabras que pronuncie y las acciones que tome te revelarán el deseo y la fe que posea. Cuando
veas que la persona que se te acerca tiene el deseo y la fe necesaria junto con la expectación de ser
sanada, entonces, a esa tal persona, Minístrale tú la sanidad.

20
3º Dios ya te ha dado a ti esta habilidad y autoridad para sanar; por tanto, tú no
precisas de orar a Dios para que sea Él quien sane al que se encuentra enfermo.
¡ERES TÚ EL QUE SANA A LOS ENFERMOS!
Este es el tercer punto a tener muy en cuenta. Esta es una de las razones por la cual las personas no
están a ser sanadas y por lo que no estás viendo resultado alguno en las personas que se te acercan
con el propósito de recibir su sanidad completa. ¿Qué es lo que escuchamos generalmente o
decimos cuando alguien se encuentra enfermo y desea ser sanado? “Por favor, ora por mí, para que
pueda ser sanado,” o entonces “Vamos a orar para que sane.”

Estas expresiones han dominado completamente nuestro vocabulario con respecto a la sanidad.
Siempre oramos y le pedimos a Dios que sane a los enfermos.

En esta administración de la Gracia de Dios que comenzó en el día de Pentecostés, eres tú quien
sana al enfermo con la enorme autoridad que Dios ya te ha conferido. Si consigues entender esto y
comienzas a hacer exactamente lo que Dios ya te ha dicho que tienes poder para hacer,
inmediatamente elevarás el porcentaje de tu suceso a la hora de impartir sanidad de una manera
significativa.

Por tanto, después de que hayas completado el primer paso de proclamar denodada y
confiadamente la Palabra de liberación a la gente y adhieras al segundo paso de ministrar a las
personas que respondan a dicha Palabra y se acerquen a ti con el deseo y la fe necesarias para ser
sanadas, entonces no te pongas a orar a Dios para que haga algo que te ha dicho que debes ser tú
quien lo haga.

No se supone que ores a Dios para sanar a las personas enfermas, porque eso es lo que la
Palabra de Dios nos declara.

Mateos 10:1
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad (exousia) sobre los espíritus
inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Estos versículos nos declaran que los discípulos recibieron la autoridad necesaria para echar fuera
los demonios y para sanar todo tipo de enfermedades y de dolencias. Una vez que alguien recibe
tal autoridad, no necesita orar a Dios ni pedirle que sane o eche fuera los espíritus diabólicos de
quien precise. Eran los discípulos los que sanaban todo tipo de enfermedad y echaban
fuera los demonios.

Una vez que tu jefe te da la autorización necesaria de firmar los cheques para efectuar los pagos de
su empresa, tú no vas a pedirle que los asigne él cada vez que te aparezca una cuenta para pagar,
¿Por qué? Pues porque él ya te ha dado su autorización para que lo hagas tú.

Veamos lo que Jesús ordenó en el versículo ocho

Mateos 10:8
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia
recibisteis, dad de gracia.

21
Los doce discípulos recibieron autorización para sanar a los enfermos. A ellos no se les mandó
que orasen por los enfermos o que le pidiesen a Dios que los sanase. Sino que fueron
mandados para que, ellos mismos, sanasen a los enfermos y para que echasen fuera los espíritus
diabólicos.

Marcos 16:17 y 18
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán
nuevas lenguas;
18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Jesús dijo que serían ellos, los que creyesen, quienes echarían fuera los demonios. No dice
que orarían a Dios y que, entonces, sería Dios quien sanaría o echase fuera lo demonios en vez de
ellos.

También se nos dice que serían ellos los que hablarían nuevas lenguas, no que orarían a Dios y
entonces Dios hablaría con nuevas lenguas a través de ellos.

Jesucristo recibió el espíritu de Dios para que él propio sanase a las personas y echase fuera los
demonios.

Mateos 8:5-7
Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole,
6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
7 Y Jesús le dijo, Yo iré y le sanaré.

Dios ya le había dado la autoridad necesaria, por eso dijo, “ yo iré y le sanaré.”

Mateos 8:2 y 3
Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; se limpio. Y al instante su lepra
desapareció.

Jesús no tuvo que orarle a Dios para que sanase al leproso. Jesús sanó al leproso diciendo ,
“Quiero, sé limpio.”

Hemos incluido un estudio suplementar, Apéndice 1º, donde se encuentra una lista de todos los
registros acerca de sanidad de los Cuatro Evangelios y del Libro de Hechos. Puedes leer estos
registros y observar por ti mismo todos los puntos que acabamos de mencionar.

Mateos 9:6-8
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar
pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.
7 Entonces él se levantó y se fue a su casa.
8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad (exousia,
autoridad) a los hombres.

22
Las multitudes se dieron cuenta de que Jesús había sanado a este hombre paralítico y se
maravillaron de lo que Jesús había hecho, no de lo que Dios había hecho. Yo creo que las
personas no se hubiesen maravillado tanto si hubiese sido Dios el que lo hubiera sanado, puesto
que todos sabían, como nosotros también sabemos, que sanar a alguien es algo muy fácil para
Dios. Este versículo nos muestra que las personas se maravillaron y glorificaron a Dios debido a
la autoridad que le había conferido a los hombres, y fue un hombre que realizó la
sanidad con la autoridad que le había sido otorgada por Dios.

Jesús no oró a Dios para que sanase a las personas, sino que ejercitó la autoridad que Dios le había
conferido para librarlas de sus males. Él sabía perfectamente que aquel que necesitaba ser sanado
debía poseer la creencia necesaria para recibir la sanidad. Jesús poseía autoridad para sanar, y el
hombre paralítico tuvo que creer cuando Jesús le dijo “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.”

En la Administración de la Gracia, en la cual vivimos, nosotros tenemos a Cristo en nosotros, y


ahora somos nosotros lo que ocupamos su lugar, es decir, actuamos en su lugar y por su cuenta. La
traducción de 2ª Corintios 5:20, de acuerdo a la Revised Versión Bible, declara:

2ª Corintios 5:20
Así que somos embajadores por cuenta de Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos por cuenta de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Nosotros, los que formamos el Cuerpo de Cristo, ocupamos aquí y ahora el lugar que le
correspondía cuando estaba aquí sobre la tierra. A nosotros se nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, es decir, a la diestra de Dios, con la autoridad que representa la mano
derecha de Dios.

Efesios 2:6
Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús.

¿Por qué las personas no alcanzan la sanidad en muchas de las ocasiones que oras a Dios para que
las sane? Aunque hayas recibido revelación y sepas exactamente la causa que les aflige, ¿Por qué
no obtienen la sanidad? Por las escrituras sabemos que la razón por la cual no reciben nada es
porque tu le estás pidiendo a Dios que los sane en vez de ejercitar tú la autoridad que Dios te ha
conferido para sanarlos. Así que, una vez que sabes la verdad que contiene la Palabra de Dios,
¿Qué es lo que debes hacer’ Sanarlos tú.

Otras veces, sin embargo, habrás notado que, algunas personas, si que recibieron sanidad cuando
oraste a Dios para que los sanase. Esto sucedió así porque aquellos que se acercaron a ti para
recibir sanidad poseían la fe suficiente para ser sanados. No les importaba nada aquello que tu
hicieses o dijeses, porque lo que ellos creían es que, si se acercasen a ti, ellos serían sanados. Se
aferraron a la sanidad que provenía de ti exactamente igual que hizo aquella mujer que sufrió de
flujo de sangre durante doce años. Ella creyó en su corazón que si tocase tan solamente el manto
de Jesús sería sanada. Marcos 5:30 dice así:

Marcos 5:30
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la
multitud, dijo, ¿Quién ha tocado mis vestidos?

23
La correcta manera de sanar en esta Administración es que seas tú quien sane a los enfermos con
la tremenda autoridad que has recibido de parte de Dios.

Una vez que sabemos que ya no tenemos que orar a Dios por sanidad, nosotros
simplemente sanamos a los enfermos y echamos fuera los demonios.

4º Debemos creer que podemos sanar a los enfermos y echar fuera los demonios.

Ahora sabemos que cuando sanamos a los enfermos o echamos fuera los espíritus diabólicos, no
tenemos que orar a Dios para que lo haga por nosotros. El cuarto paso que debemos tener en
cuenta es que debemos creer que nosotros podemos de hecho sanar a los enfermos y echar
fuera los demonios.

Cuando pronuncias las palabras para impartir sanidad o echar fuera los demonios, debes creer
aquello que dices que va a suceder. Tu posees la autoridad y la habilidad necesarias para impartir
sanidad de la misma manera que también tienes la autoridad y la habilidad de hablar en lenguas,
interpretar, profetizar, etc.

Refiriéndonos a hablar en lenguas, ¿Tienes alguna duda de que puedas hacerlo siempre y cuando
lo desees? La manifestación de dones de sanidades es tan real como la manifestación de hablar en
lenguas. Tú posees la autoridad y la habilidad de traerla en evidencia.

Cuando surja una oportunidad de poder sanar a alguien, es decir, cuando aparezca una persona que
tenga el deseo y la expectación de ser sanado y se te acerque, entonces tú debes comenzar a
ministrarle sanidad. Cuando te dirijas a la enfermedad, dolor de cabeza, corazón, hígado, o
cualquier miembro que sientas o tengas la inspiración de hablarle, dilo con la confianza y el
denuedo necesario para que, lo que tú ordenes en ese instante, ocurra con toda seguridad.

Ahora bien, puede que ser que tengas este tipo de preguntas antes de comenzar a sanar, “¿Qué
debo tener que hacer?”

La respuesta simplemente es, simplemente, comienza a sanar al enfermo.


“Pero es que yo no se exactamente lo que tengo que hacer cuando una persona que desee ser
sanada se me acerque” De nuevo la respuesta es, simplemente, comienza a sanar al
enfermo.
Antes de que hablases en lenguas por primera vez, o mismo después de haber experimentado
hablar en lenguas, ¿Sabías tú lo que irías a hablar antes de comenzar a hacerlo? ¿Y con respecto a
la interpretación de lenguas en una reunión de creyentes o antes de que hicieses profecía? ¿Sabías
lo que ibas a decir interpretando o profetizando? Estoy seguro que la respuesta es ¡No!

Lo mismo sucede con la sanidad. Tu no sabes lo que se supone que hagas antes de comenzar a
sanar. Exactamente igual que hablar en lenguas o profetizar, cuando tu comiences, el espíritu te
dará el contenido.

24
No existen modelos acerca de lo que se supone que hagas. El caso es que tu tomes la decisión de
comenzar a ministrar la sanidad.
Por favor, lee los registros que dicen respecto a ministrar sanidad y que se encuentran en los
Cuatro Evangelios y en Libro de Hechos del Apéndice 1º.

Cuando tu te decidas a sanar y comiences a ministrar sanidad, hablarás, harás preguntas, de una
manera inspirada, o, entonces, obtendrás información a través de revelación acerca de lo se supone
que digas o hagas al impartir la sanidad a quien precise, desee y espere ser sanado.

Hechos 3:6-8
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo
de Nazaret, levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y
tobillos;
8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y
alabando a Dios.

Lo que tengo (el don de sanar completamente), te doy. Tú también tienes la autoridad en el
nombre de Jesucristo. Tu puedes decir al hombre cojo, “Levántate y anda.” Eso es lo que hará con
que el hombre crea para recibir su sanidad.

Tu tienes el poder de donar sanidad exactamente del mismo modo que también tienes el
poder de hablar en lenguas. En ambos casos, tu no sabes de antemano lo que irás a realizar o
a decir. Cuando tu te decidas y comiences a manifestar, el espíritu te dará tanto el contenido de lo
que hables como la sanidad de quien precise ser sanado. Si hay algo que precises saber, y que no
puedas averiguar por tus cinco sentidos, el espíritu te dará la información que necesites para que
puedas impartir la sanidad con éxito.

La Palabra de Dios dice que, a cada uno de nosotros, se nos han dado las manifestaciones del
espíritu para provecho, así que ¿Qué vamos a hacer? Cuando se dan las condiciones necesarias, es
decir, cuando la persona que necesite sanidad se te acerque, desee y espere que la sanes, entonces
Tu pura y simplemente debes comenzar a sanarla y creer que puedes
hacerlo.
Si tu no principias la sanidad, nunca podrás evidenciar el poder y la autoridad que se te han
otorgado para sanar. De la misma manera que, si tú no comienzas a hablar en lenguas, nunca
podrás saber que tienes el poder y la autoridad necesarias para hablar en lenguas. No te pongas a
pensar demasiado acerca de lo que sea supuesto hacer cuando comiences a sanar. En vez de pensar
tanto, simplemente comienza a ministrar sanidad; confía que Dios obra en ti durante todo el
tiempo en que estés impartiendo la sanidad sobre aquel que desea ser liberado. ¡Eres tú quien
decide y comienza la sanidad!
5º La operación de la manifestación de fe para que sucedan los milagros de sanidad.
Me gustaría tratar este tema de una manera sencilla para que puedas comenzar a efectuar sanidades
y a echar fuera demonios. Esta información debe simplificar y no complicar tu entendimiento.

25
La simplicidad de las sanidades te alentará a que comiences a sanar los enfermos que se te
acerquen para recibir sanidad.

La información que ahora impartimos es ofrecida desde un punto de vista teórico. Haz el favor
de tener en cuenta la sencillez de sanar, hablar en lenguas, interpretación de lenguas, etc. A
medida que vayas manifestando más y más el don del espíritu santo, llegarás a estar más seguro y
tu confianza y tu fe irán aumentando.

Marcos 16:18
Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Marcos 11:23
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y
no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

A medida que ministres sanidad sobre las personas, te irán surgiendo naturalmente diferentes
situaciones.
Una de las circunstancias más comunes se da cuando la persona que se te acerca tiene alguna
fe, pero no la suficiente, en ese caso el sanador precisa tener fe para impartir la sanidad. Ya
hemos hablado acerca de cómo puedes edificar tu fe para impartir sanidad.

En otras situaciones, la persona que precisa de un milagro de sanidad y tiene la fe suficiente se


acerca a ti para que le ministres. En ese caso, esa tal persona recibirá la sanidad debido a su fe y
no se precisa que tu tengas fe para que la reciba. Hemos visto este mismo caso cuando la mujer
que sufría del flujo de sangre se acercó a Jesús y recibió la sanidad por la enorme fe que tenía
simplemente por tocar su manto.

Algunas veces, podemos encontrarnos en un punto de creencia muy bajo. Entonces si una
persona se te acerca con fe para ser sanada, pero tiene solamente alguna fe, y el sanador no
tiene su propia fe necesaria para impartir la sanidad, entonces el creyente debe creer para operar la
manifestación de fe.

Repetimos, cuando tu no poseas un alto grado de creencia o fe, entonces debes operar la
manifestación de fe, tanto para impartir sanidad como para que se pueda dar el milagro de sanidad.

Esta es una explicación resumida de la manifestación de fe:

La Manifestación de Fe
Es tu operación de la habilidad dada por Dios por medio de la cual tu puedes tener fe (la
absoluta confianza proveniente del espíritu santo en ti) para hacer suceder lo imposible, a tu
mandato, bien de acuerdo con la Palabra escrita o bien de acuerdo a lo que Dios te ha
revelado por palabra de conocimiento, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritu.
También inspira fe en otros.

Es el conocimiento garantizado dentro de ti de que, a tu mandato, sucederá

26
La Palabra la denomina como la manifestación de fe. En griego, la palabra que se traduce fe es
pistis. Es un nombre, por eso, “Es el conocimiento garantizado que tú tienes interiormente de que, a
tu mandato, lo que tu deseas sucederá.”

¿Cómo puedes operar esta manifestación? Creyendo simplemente que, aquello que te resultaría
difícil que sucediese inicialmente, tienes ahora la absoluta seguridad de que sucederá.

Si no posees “tu propia fe” para que resulte efectiva la sanidad a quien ministres, entonces debes
evidenciar esta manifestación de fe del espíritu de Dios que te dará la energía suficiente y
“creerás”. Debes comenzar a creer para obtener “esta fe proveniente del espíritu” que tú tienes en
ti. Así que comiences a creer, el espíritu producirá esta fe dentro de ti. El espíritu opera en ti por la
misma vía que tu operas las manifestaciones de profecía, interpretación de lenguas, etc. Tú no
sabes lo que irás a decir de antemano, pero, así que comiences a hablar, el espíritu te dará el
contenido de lo que hables.

Una vez que alcanzas esta “fe” espiritual, es decir, la manifestación de fe, tu impartirás la sanidad
hablando audiblemente.

¿Cuál es la diferencia entre la manifestación de milagros y la manifestación de fe?

La Operación de Milagros
Es tu operación de la habilidad o capacidad dada por Dios por medio de la cuál tu puedes,
a través de tu creencia, o por la manifestación de fe, traer en evidencia milagros de acuerdo a
lo que Dios te ha revelado en su palabra escrita o a través de palabra de ciencia, palabra de
sabiduría, y discernimiento de espíritus.

Una manera fácil de entender cómo se opera la manifestación de fe en combinación con la


operación de milagros es la siguiente:

A través de la manifestación de fe - la cual supone el previo conocimiento garantizado de


que tú puedes realizar lo imposible, y a través de la manifestación de milagros, tu dices u
ordenas que suceda lo imposible.

La confesión o mandato de que suceda lo imposible, junto con la manifestación de fe, o mismo
solo con tu propia fe (si es que tienes la suficiente, un alto grado de fe, etc.) es la operación de
milagros.

Esta es otra definición de la manifestación de dones de sanidades que te doy para tu información.

Dones de Sanidades
Es tu operación de la habilidad o capacidad dada por Dios por medio de la cual a través de
tu fe, o de la manifestación de fe, tu impartes sanidad a aquellos que tienen fe para recibir
sanidad. Debes recibir revelación para edificar la fe de aquellos que tengan falta de fe, pero
que posean un fuerte deseo de liberación, a tal grado que puedan recibir sanidad. Si tu fe no
posee el grado necesario, debes creer para operar la manifestación de fe para impartir sanidad
o un milagro de sanidad.

Quiero que te des cuenta de algunas cosas. Antes que nada, los ejemplos en la Biblia son sanidades
instantáneas. Eso quiere decir que son milagros de sanidad. Por lo menos son operadas dos

27
manifestaciones: la operación de milagros y los dones de sanidades. Estos resultados inmediatos
pueden ser producidos tanto por tu elevado grado de creencia como por la manifestación de fe. No
importa por cual de las dos vías sea. Lo verdaderamente importante es ofrecer la sanidad a la
persona que se te acerca con deseo y expectación, con fe, de ser liberada.

Habrá muchas veces, dentro de nuestras propias experiencias, en las cuales no veamos una sanidad
instantánea. Pero lo que sí veremos es el don de sanidades impartido removiendo la causa de la
enfermedad, etc. para que, posteriormente, el cuerpo inicie su curso natural de restablecimiento.
Muchas personas, sin embargo, pensarán entonces que no han sido sanadas porque no ha sido
instantáneo. Pero eso no es verdad. Les ha sido impartido el don de sanidad. Desde ese momento,
esas personas necesitan mantenerse confesando y creyendo que han sido sanadas, y los resultados
serán seguramente evidenciados. No permitas que la duda se instale y se pierda la sanidad.
Encoraja a las personas a que se mantengan enfocando lo que la Palabra de Dios les dice, es decir,
que han sido sanados en Cristo y a través del don de sanidades que tú les has impartido, y a su
tiempo (corto o largo) ellos comprobarán los resultados deseados.

Tú, como sanador que eres, debes continuar a crecer en tu fe para operar milagros que impartan
sanidad instantánea a las personas que se te acerquen con el deseo y la fe necesarias para ser
liberados. La Palabra de Dios dice respecto a quien eres tú en Cristo Jesús y a la autoridad que
detienes estando sentado a la diestra de Dios, esa Palabra providenciará la fe necesaria a tu
corazón. La fe viene por el oír y oír por la Palabra de Dios. Existen muchos textos en los cuales
Romanos 10:17 se refiere a nosotros como siendo la Palabra de Cristo o las palabras que
conciernen a Cristo. Eso es lo que ha hecho por nosotros siendo Cristo, el ungido de Dios. Las
siete Epístolas dirigidas a la Iglesia nos dan ciertamente las buenas nuevas de lo que poseemos
debido a lo que Cristo a cumplido por nosotros. Al introducir estos pensamientos y realidades en
nuestras mentes y corazones se incrementará con toda seguridad nuestra fe para que operemos los
milagros junto con los dones de sanidades que traigan la liberación a la gente.

Como hemos dicho al principio de esta sección, Desearía que mantengas la simplicidad dentro de
este asunto así como nuestro Señor Jesucristo fue muy simple dando las instrucciones respecto a
sanidad y echar fuera los demonios.

Mateos 10:1, 7 y 8
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para
que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia
recibisteis, dad de gracia.

Jesús les dio la autoridad de sanar a los enfermos y echar fuera los demonios, y simplemente les
dijo “Sanad enfermos.”
Por tanto, de lo que se trata es de que cuando tu hables para impartir sanidad, creas que lo
que digas sucederá. Además, cree que, cuando ministras sanidad a las personas, esas
personas con toda seguridad recobrarán su sanidad. Cuando haya una persona que necesite
sanidad y espere ser sanada, cree simplemente que será sanada al ministrarla. Cuando hables,
habla con la confianza y fe de que, lo que dices, con toda seguridad sucederá.

En el momento de impartir sanidad, dilo con fe. No tengas dudas de que lo que tu digas sucederá,
cuando hables, cree en tu corazón que, con toda certeza, sucederá.

28
B. Conclusión de Cómo Sanar Enfermos

¿Qué debes hacer?

Predica las buenas nuevas de liberación confiada y denodadamente a todos los que necesiten ser
librados con sanidad. Si esas personas responden positivamente a las buenas nuevas de liberación,
desearán y esperarán ser liberadas, y se te acercarán para recibir su sanidad. Entonces observarás
su grado de creencia escuchando lo que te estén diciendo y viendo lo que hacen. Si su grado de
creencia es bajo, entonces trabaja con ellos para edificársela. Dios operará en ti a medida que
hables y operes con la gente. Una vez que su fe obtenga el grado necesario, Tu debes sanarla.

No te preocupes pensando que vas a fracasar o que no tienes la habilidad suficiente para sanar.
Ponte simplemente en una posición en la cual impartes la sanidad proclamando la promesa de que
está disponible para cualquiera en ese mismo momento. No te preocupes si, al hacer esa
declaración, se te acerca mucha gente para que tú las sanes.

Avisa las buenas nuevas de liberación, y cuando aquellos que necesiten sanidad se te acerquen,
comienza a sanarlos. A medida que continúes así, ciertamente ganarás experiencia y conocimiento,
y llegarás a estar más confiado ministrando sanidades.

No te pares con los fracasos. Puede que fracases algunas veces, pero sigue sanando, y enséñale a
los demás a que hagan lo mismo.

Enseña a los creyentes principiantes a sanar los enfermos y echar fuera los demonios desde el
mismo momento que son renacidos, así como les instruyes a que hablen en lenguas. ¿Por qué
se debe encorajar e instruir a los nuevos creyentes a que comiencen a operar estas manifestaciones
desde el momento en que renacen? Porque ministrar sanidades es tan sencillo como hablar en
lenguas, y los nuevos creyentes te sorprenderán. ¿Por qué? Porque no tendrán dificultades en sanar
enfermos y en echar fuera los espíritus diabólicos desde ese mismo momento si así se les explica.

El resultado de todo esto será que Dios obtendrá la gloria que demanda, y muchos más querrán ser
salvos y vendrán al conocimiento de la verdad. Y por añadidura, también ellos proclamarán Su
Palabra y ganarán a otras personas para Dios.

29
VI Cómo Echar Fuera los Demonios
Hay algunas veces que las personas están enfermas, ciegas, cojas, paralíticas, mentalmente
incapaces, libidinosas, alcohólicas, temerosas, depresivas, etc., debido a la posesión de espíritus
diabólicos y no por físicas razones.

Dios ha hecho disponible todo tipo de liberación para la humanidad. Ha pagado el altísimo precio
que costaba esta liberación a través del sacrificio de Su Hijo, Jesucristo, cuando su cuerpo fue
quebrado para nuestra sanidad y liberación. Isaías 53:1-12; 1ª Pedro 2:21-24

La Sabiduría que Dice Respecto a Tu Posición Superior


Las siguientes verdades te ayudarán a encarar a los demonios y que los demonios te teman.

A. Tú eres mayor que todos los demonios y ellos tienen miedo de ti.
Una de las cosas más importantes que debes saber para tu liberación y para la de otros acerca de la
posesión de espíritus diabólicos es que tú eres mucho más grande que todos los demonios. Ellos
tienen miedo de ti porque saben que tú eres un hijo de Dios que está sentado a la diestra del Padre
en Cristo Jesús. A ti se te ha otorgado el mismo nombre y la misma autoridad que le fue otorgada a
Jesucristo cuando le fue dado sentarse a la diestra de Dios. Le fue dado un nombre que se
encuentra por encima de todo nombre, que denota su autoridad sobre todas las cosas del universo,
incluyendo que los demonios le sean sujetos y se mantengan humillados en su presencia. Esta es la
misma autoridad que se te ha otorgado a ti y ellos reconocen absolutamente la grandiosa autoridad
que tu posees. Ellos se encuentran aterrorizados y temblorosos ante tu presencia. Y además, la
hueste de ángeles va contigo donde quiera que tú vallas.

Filipenses 2:9-11
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Efesios 1:20-23
La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales.
21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra,
no solo en este siglo, sino también en el venidero.
22 Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia.
23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Hebreos 1:13 y 14
Pues ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies?
14 ¿No son todos espíritus ministradores enviados para servicio a favor de los que serán
herederos de la salvación?

30
Nosotros somos Personas Muy Importantes y los poderosos ángeles de Dios están destinados a
servirnos, así como a proteger nuestras vidas.

Lucas 10:17-19
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre.
18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer como un rayo.
19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará.

Los demonios se nos sujetan porque poseemos la plenitud de Cristo. Nos ha sido otorgada la
autoridad de hollar serpientes y escorpiones, así como toda la fuerza del enemigo y nada podrá
dañarnos.

Salmos 91:10 y 11
No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.
Pues a sus ángeles mandará (Jehová) acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.

Jehová le ha dado la responsabilidad a sus ángeles de guardarnos en todos nuestros caminos; por
tanto, jamás debemos temer absolutamente nada.

Efesios 2.6
Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús.

Nosotros estamos muy por encima de todos los demonios porque estamos sentados a la diestra de
Dios en Cristo y poseemos toda la autoridad y poder que confieren su nombre, la plenitud de
Cristo dentro de nosotros.

B. Nosotros somos el Templo de Dios y los demonios tiemblan en


nuestra presencia.
Efesios 2:21 y 22
En quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu.

Santiago 2:19
Tú crees que Dios es uno; bien haces,. También los demonios creen, y tiemblan.

Este punto es muy importante - los demonios se encuentran debajo de tu poder y tiemblan cuando
los miras cara a cara. El mundo de hoy en día, con sus películas y representaciones, a causado que
las personas, y mismo la gente de Dios, tenga miedo de los demonios. Se nos ha mostrado
fraudulentamente a estos diablos como siendo tan poderosos que, hasta los propios sacerdotes,
pueden ser destruidos y las personas asesinadas por ellos sin ninguna misericordia. ¡Pero eso no
es verdad! La verdad nos muestra que los diablos tienen miedo de nosotros y tiemblan con tu
presencia porque saben que Dios ya te ha sentado a Su diestra en Cristo, muy por encima de todo
el poder y la autoridad que posean, y además, también saben que tú eres la mismísima morada del
Dios Todopoderoso. Esa es la verdad.

31
Eso es por lo que tú puedes hacer las mismas obras que Jesucristo, una de las cuales es echar fuera
los espíritus diabólicos.

Mateos 4:24
Y se difundió su fama (de Jesús) por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias,
los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y
paralíticos; y los sanó.

Marcos 1:39
Y predicaba (Jesús) en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

Esto no era algo inusual en su ministerio, lo ejercitaba con bastante frecuencia.

Mateos 10:1
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad (Exousia) sobre los espíritus
inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Nosotros tenemos la autoridad y el poder de la mano derecha de Dios. Todos los espíritus
inmundos se nos sujetan y podemos echarlos fuera.

C. La palabra “echar fuera” en griego es ekballo.


La palabra ekballo está compuesta por dos palabras griegas, ek, “fuera” y ballo, “lanzar” o
“expulsar”; por eso, ekballo se podría traducir tanto “lanzarlos o expulsarlos para fuera” como,
“echarlos fuera.”

En Mateos 10:1, que hemos visto anteriormente, las palabras “echarlos fuera” son esta sola
palabra griega, ekballo. Jesucristo le dio a sus discípulos la autoridad de enfrentar a los espíritus
inmundos y de “lanzarlos fuera.” Podríamos usar la misma palabra dando a entender la manera
como un portero de un equipo de fútbol “lanza fuera” de su área la pelota, él no la manda fuera con
una simple patadita. La manda tan lejos como pueda para alejar el peligro de su área. Nosotros
ocupamos el lugar de Cristo Jesús hoy en día aquí en la tierra, así que no nos ponemos a pedirle a
los diablos , “Por favor, si no os importa , ¿podríais amablemente salir fuera de esta persona?”
¡NO! Tú lanzas a los espíritus inmundos fuera. A ti se te ha dado la autoridad para
Expulsarlos afuera.
Espero que llegues al punto y que entiendas la exactitud de la Palabra de Dios y la voluntad que
Dios tiene para ti. La actitud que mantienes enfrente de estos espíritus inmundos es muy
importante. Tú estás muy por encima de ellos y ellos tienen que humillarse a tus pies. No hay
contestación posible entre tú y los diablos cuando tú les ordenas que se marchen. No son nada en
tu presencia, por tanto, ¡lánzalos afuera!

32
VII. Un Estudio de los Registros en Los Cuatro Evangelios y en el Libro
de Hechos donde se Relatan a los Espíritus Inmundos y cómo Echarlos
fuera.
Voy a mostrarte todos los relatos que aparecen en los Cuatro Evangelios y en el Libro de Hechos
donde se relatan espíritus inmundos y cómo se echan fuera para que puedas saber las llaves que se
encuentran envueltas, en qué circunstancias debes echar fuera los demonios y cómo lanzarlos
fuera.

A medida que estudiemos estos registros me gustaría que distinguieses las siguientes categorías:

1º De la misma manera que cuando sanamos a los enfermos, después de haber dado a
conocer la Palabra de Dios respecto a la liberación sanitaria disponible, todos aquellos que
precisen de ser libertados de la posesión de espíritus diabólicos, deben responder con el
deseo y la expectación necesarias para ser libertados. Ellos deben acercarse al sanador y
obtener la expulsión de los demonios. Los mismos cinco puntos que hemos tratado en los
Principios Envueltos en Sanar a los Enfermos (paginas 13 a 26) se aplican aquí también. La
persona que se encuentra poseída, o sus familiares, precisan creer para que se de la
liberación. La persona que ministra necesita creer en su autoridad sobre el espíritu(s)
diabólico(s) para que sea expulsado de la persona. Ambas partes, es decir, tanto los que
desean la sanidad como el que echa fuera los demonios deben tener la suficiente fe para que
se realice.

2º La segunda categoría se nos presenta cuando un espíritu(s) diabólico(s) quiera molestarte


dando voces, gritando o diciendo cosas, con la intención de impedirte hacer lo que desearías
hacer en una reunión de creyentes o en tu rutina diaria. En ese caso, tú simplemente le
ordenas al espíritu(s) diabólico(s) que se marche fuera de la persona. Cuando el espíritu(s)
diabólico(s) te esté molestando, entonces no precisas que la persona afectada, o sus
familiares, crean por él. Hecha fuera al espíritu(s) y enséñale a la persona liberada a cómo
mantener fuera el demonio(s).

Para que podamos estudiar esto, Te diré a cuál de las dos categorías anteriores pertenece cada uno
de los registros que veremos sobre liberación en los Cuatro Evangelios y en el Libro de Hechos.
Donde no se presenten ninguna de estas categorías en el registro que se estudie, no haré ninguna
mención acerca de las mismas.

A. Registros en los Cuatro Evangelios


Vamos a comenzar estudiando cada uno de los registros que dicen respecto a los espíritus
diabólicos y a la posesión de espíritus diabólicos en el Evangelio de Mateos.

1º Mateos 4:24
Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los
afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos;
y los sanó.

Aquí tenemos la 1ª categoría. Todos los que necesitaban liberación, incluyendo aquellos que
estaban poseídos por demonios, después de haber escuchado las buenas nuevas de liberación,
fueron traídos a la presencia de Jesús por los parientes o amigos que respondieron positivamente

33
a las buenas nuevas. Los familiares y /o los amigos, tuvieron el deseo y la expectación de que,
aquel que ellos amaban, sería sanado, por eso le trajeron a Jesús. En este registro podemos ver
que el sanador, Jesús, creía y ejercitaba el poder y la autoridad que Dios le había otorgado y los
sanó.

2º Mateos 8:16
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la Palabra echó fuera a
los demonios, y sanó a todos los enfermos.

Aquí también se encuentra presente la 1ª categoría. Todos aquellos que necesitaban ser liberados
fueron traídos por personas que respondieron positivamente a la Palabra de liberación que Jesús
les predicaba. Esas personas deseaban y estaban plenamente convencidas de que Jesús los sanaría.
Y Jesús, entonces, echó fuera a los espíritus con su palabra, no haciendo cosas extrañas. Jesús no
oró a Dios para que echase fuera los demonios en vez de él. La Palabra de Dios nos muestra muy
claramente la verdad. Los demonios deben ser expulsados del hombre al cual poseen a través de
las palabras que nosotros hablemos. Nosotros debemos hablarle directamente al diablo(s) y
este, o estos, tienen obligatoriamente que obedecernos. Esta es la regla que Dios estableció cuando
nos sentó en Cristo a Su mano derecha en los lugares celestiales. Nosotros poseemos la misma
autoridad de Cristo; tenemos su nombre, la autoridad que se encuentra patente en la mano
derecha del Padre, y Él desea que ejercitemos esa autoridad en todo momento.

3º Mateos 8:28-34
Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra delos Gadarenos, vinieron a su encuentro dos
endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía
pasar por aquel camino.

Estos hombres estaban poseídos o controlados por demonios y se encontraban en un lugar bastante
extraño, en los sepulcros, ellos no eran simplemente feroces, sino feroces en gran manera, de tal
forma que ningún hombre se atrevía ni podía pasar por allí. Aquellos que no tuviesen la autoridad
proveniente de Dios con ellos ciertamente que no se atreverían a pasar por donde estaban, pero
nosotros tenemos la autoridad necesaria sobre ellos y ellos se encuentran debajo de nuestros pies.
Por tanto, ¡no tengas temor de ellos!

29 Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá
para atormentarnos antes de tiempo?

Ellos saben quién eres tú, un hijo de Dios. Ellos saben perfectamente que tú puedes atormentarlos
antes de tiempo

30 Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos.


31 Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de
cerdos.

¡Observa! Los demonios le rogaban a Jesús debido a la autoridad que poseía sobre ellos.. Sabían
que Jesús no les permitiría que permaneciesen dentro de estos hombres. Habían sido
supuestamente espíritus feroces en gran manera pero no cuestionaron la autoridad que Jesús
detenía sobre ellos. Sabían que tenían que salir fuera y obedecieron humillándose a sus pies.

34
32 Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato
de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas.

Jesús simplemente les dijo, “¡ID!” Pronunció solamente una palabra, “¡ID!” y ellos salieron de
aquellos hombres. Tú posees la misma autoridad sobre los espíritus diabólicos. Tú solamente
tienes que decirles con fe, “¡ID!” y ellos tienen obligatoriamente que obedecerte. Esta es la regla
impuesta en el campo espiritual del universo porque te encuentras sentado a la mano derecha de
Dios en Cristo Jesús.

33 Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo
que había pasado con los endemoniados.
34 Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaran que se fuera
de sus contornos.

Este relato pertenece a la 2ª categoría. Estos hombres no fueron traídos a la presencia de Jesús por
otras personas con la finalidad de que los liberase habiendo oído la Palabra de liberación. Estos
hombres, que estaban siendo controlados por demonios, fueron al encuentro de Jesús y
comenzaron a dar voces y a hablar con él. Es necesario que te des cuenta que, de vez en cuando, en
la Palabra de Dios se nos muestra a los demonios hablando a través de la persona que poseen. Esto
no es nada extraño o inusual. A medida que avancemos en este estudio, te irás percatando de que,
en muchos registros concernientes a la posesión de espíritus inmundos, los demonios hablan a
través de la persona poseída. La Palabra de Dios nos dice que esto ocurría normalmente; por tanto,
también es algo que sucede normalmente en este tiempo presente.

Ahora bien, yo no sé la razón por la cual estos demonios dentro de estos hombres no huyeron de la
presencia de Jesús. Simplemente fueron a su encuentro y se pusieron a hablarle en voz alta. La
Palabra de Dios nos muestra que, en semejantes circunstancias, 2ª categoría, tú tienes que
ordenarle al diablo que se marche fuera del hombre.

4º Mateos 9:32-34
Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado.
33 Y echando fuera al demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se
ha visto cosa semejante en Israel.
34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

Aquí se muestra la 1ª categoría. Algunas personas trajeron a este hombre sordo que estaba
poseído por un demonio a Jesús. Talvez fuesen sus propios padres u otros miembros de la familia.
Ellos deben de haber tenido la fe suficiente y la certeza de que Jesús podría liberar a este hombre
que se encontraba poseído con este espíritu inmundo.
¿Qué fue lo que hizo Jesús? Echó fuera al demonio. Los fariseos dijeron que Jesús echaba fuera los
demonios a través del príncipe de los demonios, que era la forma habitual como ellos los echaban
fuera de la gente. Nosotros no tenemos porqué echar fuera los demonios de rango inferior
invocando a los que tengan un rango superior. Nosotros poseemos el espíritu de Dios, el cual es el
espíritu de Cristo, es decir, Cristo en nosotros. Nosotros expulsamos los demonios a través de la
autoridad y del poder que nos han sido otorgados en Cristo Jesús.

En este caso el demonio no habló a través de este hombre. En tal caso, cuando un demonio no diga
nada, para que comiences a sanar a la persona, Dios te revelará a través de uno o de una
combinación de los cinco sentidos, es decir, por ver, oler, oír, o sentir, y te hará saber que un

35
espíritu (s) se encuentra presente. Tú podrás simplemente saber de la presencia de un espíritu(s) o
mismo de la identidad que ese espíritu(s) tenga. Entonces tú debes decirle y ordenarle que salga de
la persona. Algunas veces puede que no sepas que hay un espíritu(s) inmundo(s). Cuando así
suceda, tú debes dirigirte directamente al problema, es decir, al dolor, a la depresión, etc. El
espíritu(s) que esté causando el problema tendrá que salir ciertamente de la persona y recibirá
liberación. Otra vez vemos que Jesús no tuvo que orar a Dios para que echase fuera del hombre
este espíritu.

5º Mateos 10:1
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para
que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Este relato no pertenece a ninguna de las dos categorías. Jesús les dio a sus discípulos la autoridad
sobre los espíritus inmundos para que los echasen fuera. A los espíritus diabólicos también se les
denominan espíritus inmundos. Nosotros nos encontramos sentados en los lugares celestiales en
Cristo Jesús, en una posición que se encuentra muy por encima de estos espíritus inmundos. Ellos
están sujetos a nuestras órdenes.

6º Mateos 10:7 y 8
Y yendo, predicad, diciendo, : El reino de los cielos se ha acercado.
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios, de gracia
recibisteis, dad de gracia.

Una vez que prediques las buenas nuevas y que las personas respondan positivamente- esperando
recibir liberación, y se acerquen a ti, entonces tú debes expulsar los demonios ordenándoles
que se vallan.

7º Mateos 12:22-29
Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego
y mudo veía y hablaba.
23 Y toda la gente estaba atónita y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?
24 Mas los fariseos, al oírlo, decían,: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú,
príncipe de los demonios.
25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo,
es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues,
permanecerá su reino?
27 Y si yo echo fuera los demonios por Belcebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por
tanto, ellos serán vuestros jueces.
28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a
vosotros el reino de Dios.
29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si
primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.

Aquí nos encontramos nuevamente con la 1ª categoría. Aquellas personas trajeron en presencia
de Jesús a un hombre que estaba poseído con un demonio. La liberación sucede siempre cuando
los acompañantes poseen el deseo y la expectación de que el sanador puede liberar a la persona
poseída. Cuando estos amigos o familiares tienen fe para obtener la liberación del amigo o persona

36
amada poseída, y tú tienes fe para echar fuera al demonio, entonces el espíritu inmundo tiene por
obligación que obedecerte y salir de aquel hombre. Ahora bien, si el hombre poseído se encuentra
en condiciones de creer por sí mismo, él propio debe tener la fe y el fuerte deseo de ser liberado. Si
él no posee ese suficiente deseo y la fe necesaria para recibir liberación, el espíritu(s) que sea
echado fuera volverá de nuevo a poseerlo. Una persona que no tenga la capacidad de creer por sí
misma precisa de otros que tengan el deseo y la fe suficiente para recibir su liberación.

En este registro, el demonio no se dirigió a Jesús hablando a través de la persona. Cuando tú


comienzas a sanar a alguien, algunas veces vas a percatarte de la presencia de un espíritu(s) o
mismo de la identidad de tal espíritu(s). Si posees esa información, entonces debes hablar
directamente al espíritu(s) y ordenarle que se marche. Si por el contrario, tú no conoces la
identidad del espíritu, tú puedes dar las órdenes directamente al problema que la persona
evidencie, por ejemplo: al miedo, la duda, alcoholismo, orgullo, envidia, artritis, etc., para que
salgan de la persona y, en ese caso, los espíritus causantes del problema(s) serán expulsados y la
persona recibirá liberación.

Algunas veces el espíritu inmundo puede hablar contigo. Puede decirte cosas tales como, “No voy
a salir,” o “llevo doce años dentro de este hombre,” etc. No prestes atención a lo que te diga. Tú
posees la autoridad y ellos están sujetos a tu mandato. El espíritu inmundo lo sabe perfectamente;
por tanto, tú les ordenas denodadamente y ellos tendrán que salir obligatoriamente.

Quiero que te des cuenta de lo siguiente. En la sección anterior sobre sanar a los enfermos, yo te he
dicho que tú no debes orar a Dios para que sane a la persona enferma, sino que eres tú el que
realiza la sanidad. El mismo principio se aplica también en el caso de echar fuera los demonios.
Dios ya te ha dado el poder y la autoridad para llevarlo a cabo. Eres tú quien echa fuera los
demonios a través del poder y de la autoridad que te han sido otorgados por el espíritu de Dios
que posees.

Jesús dijo, “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios...” Nosotros no expulsamos
a los demonios por el príncipe de los demonios, sino por el espíritu de Dios, esa es la fuente y la
proveniencia de la habilidad y de la autoridad que Dios nos ha otorgado.

8º Mateos 12:43-45
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no
lo halla.
44 Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada,
barrida y adornada.
45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados moran allí; y el
postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a
esta mala generación.

Haciendo una simple lectura de esta sección, puede parecernos como que, si echamos fuera de una
persona los demonios, el mismo espíritu que lo habitaba volverá con otros siete espíritus peores
que él, haciéndose su postrer estado peor que el primero. Si así fuese, entonces lo mejor que
podemos hacer es no echar a ningún demonio de las personas. Pero sabemos que no es esto lo que
nos dice la Palabra. Por eso necesitamos y debemos leer el contexto de esta sección de escritura.
Comencemos con el versículo 24 de este mismo capítulo.

37
Mateos 12:24
Mas los fariseo, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe
de los demonios.

Cuando un espíritu inmundo ha sido expulsado fuera por otro espíritu de rango superior, y no por
el poder y la autoridad del espíritu santo de Dios, puede suceder lo que se nos muestra en los
versículos 43-45. Esta verdad también se nos muestra claramente en Lucas 11:14-26 donde Jesús
fue acusado de echar fuera los espíritus diabólicos con el príncipe de los demonios.

Lucas 11:14 y 15
Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el
mudo habló; y la gente se maravilló.
Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios , echa fuera los
demonios.

¿Será posible que estas personas estuviesen diciendo que Jesús echaba fuera los demonios por
alguien llamado “Beelzebú” o, utilizaban ese nombre “Beelzebú” para dar a entender que los
echaba a través de un “espíritu inmundo de alto rango”, es decir, un “príncipe de los demonios?”

Esta palabra “Beelzebú” se utiliza aquí como una figura literaria denominada Metonimia, “en la
cual se toma y se emplea un nombre en lugar de otro, con el cual sostiene una cierta relación” (E.
W. Bullinger, Figuras Literarias usadas en la Biblia, Página: 538, Grand Rapids, MI, Baker Books
House, reprint 1968.) Esta metonimia en particular se denomina Metonimia del Sujeto, y sucede
cuando el sujeto es sustituido por algo que sea de su pertenencia. El nombre “Beelzebú” sustituye
a la palabra “príncipe” de los demonios o un espíritu inmundo “gobernante.”

Observe como en Mateos 9:34 los fariseos acusaban a Jesús de echar fuera los espíritus inmundos
con el “príncipe de los demonios,” y aquí no mencionan que Jesús los eche fuera por “Beelzebú.”
Esto nos hace ver claramente el punto anterior, que la gente utilizaba en aquellos tiempos el
nombre “Beelzebú” como una figura literaria refiriéndose, no a un espíritu inmundo llamado
Beelzebú, sino a un príncipe de los demonios, lo cual significaba simplemente un espíritu inmundo
que patentaba un alto rango.

Mateos 9.32-35
Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado.
33 Y echando fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se
ha visto cosa semejante en Israel.
34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Ahora entendemos bien cuales eran las acusaciones que le hacían a Jesús. Aquellas personas no
decían que Jesús echase fuera los demonios a través de un espíritu llamado “Beelzebú,” sino que le
acusaban de expulsarlos utilizando la autoridad conferida por un espíritu diabólico de alto rango al
que se le denominaba con la expresión “el príncipe de los demonios” o “el gobernador de los
espíritus diabólicos.”

Después de haber entendido bien este asunto, leamos ahora Lucas 11:14-26.

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Lucas 11: 14-26
Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el
mudo habló; y la gente se maravilló.
15 Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los
demonios.
16 Otros, para tentarle, le pedían señal del cielo.
17 Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí
mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.

El contexto nos muestra que Jesús les estaba respondiendo a las acusaciones que le hacían,
diciendo que él echaba fuera los demonios con el príncipe de los demonios. Jesús entonces les
explica cómo no es esa la vía por la cual los echa fuera y cuál es la que verdaderamente utiliza para
expulsarlos.

18 Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? Ya


que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios.
19 Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan?
Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
20 Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha
llegado a vosotros.

El contexto continua con Jesús respondiendo a sus acusaciones. Jesús les declara que él no expulsa
los demonios con el príncipe de los demonios sino con el “dedo” de Dios. La frase “dedo de Dios”
también es la figura literaria Metonimia del Sujeto. En esta frase, el nominativo “dedo” sustituye el
nominativo “espíritu.” Esta misma verdad la podemos observar también en Mateos 12:28 pero sin
el uso de la figura literaria: “Pero si yo por el espíritu de Dios echo fuera los demonios,
ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.”

21 Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee.
22 Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que
confiaba, y reparte el botín.

Esta verdad se aplica tanto al que echa fuera los demonios utilizando un demonio de rango
superior como al que los expulsa con el espíritu de Dios; el más fuerte prevalece siempre contra el
más débil.

23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge desparrama.


¿Podríamos decir que la respuesta de Jesús a sus acusaciones acaba en este versículo? No, todavía
continua, y ahora la Palabra de Dios nos muestra lo que le sucede al hombre cuyos demonios se
expulsan a través de otro demonio de rango superior. Jesús, sabiendo perfectamente cuál es la
naturaleza de los demonios, les muestra entonces lo que hacen posteriormente los demonios que
han sido expulsados de alguien a través de otro demonio de rango superior.

24 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y
no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí.

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Tenemos que recordar que, el contexto o sujeto que se está tratando es “la expulsión de un
demonio de una persona a través del príncipe de los demonios.” Jesús está mostrando a sus
acusadores lo que sucede con el espíritu inmundo que se echa fuera de una persona a través del
“príncipe de los demonios.” Este espíritu, dice Jesús, no hallará descanso en parte alguna y querrá
volverse a introducir en la persona en la cual moraba anteriormente.

25 Y cuando llega, la halla barrida y adornada.


26 Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados moran allí; y el postrer
estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.

El espíritu inmundo desea descansar, o morar, de nuevo en el hombre a quien previamente poseía.
¿Por qué diría Jesús que, siendo expulsado de esta manera, éste espíritu tomaría con él “otros siete
espíritus peores que él” para introducirse y morar en el hombre? ¿Podría éste espíritu inmundo
simplemente volverse a introducir en aquel hombre por sí mismo una vez que habitaba allí
anteriormente? Por lo menos aparentemente, el espíritu inmundo se encontraba perfectamente a
gusto estando solo dentro del hombre antes de ser expulso de aquel habitáculo por el “espíritu
inmundo de rango superior.” ¿Cuál sería el propósito de llevarse consigo “otros siete espíritus
peores que él?” ¿Por qué no se lleva simplemente “siete espíritus inmundos del mismo rango que
él, o, “siete espíritus de un rango inferior al suyo”? ¿Por qué tomaría este espíritu diabólico la
decisión de llevase consigo “otros siete espíritus peores que él para entrar y morar en aquel
hombre”? Debe haber alguna razón para que éste espíritu actúe de aquella manera.

En el versículo 17 de Lucas 11, Jesús declara que todo reino dividido contra sí mismo se queda
asolado y que una casa dividida contra sí misma cae. El versículo 18 declara que Satanás se
encuentra dividido contra sí mismo. Esta referencia nos hace ver lo que sucede realmente en el
reino de Satanás. Hay espíritus de rango superior que expulsan a los de menor rango. La división y
el antagonismo reina entre los demonios. El reino de Satanás se encuentra dividido contra sí
mismo. Por este motivo, un demonio de menor poder que sea expulsado tiene que tomar otros siete
espíritus peores que él mismo para protegerse y no ser echado fuera de nuevo por el espíritu
inmundo de rango superior.

En el versículo 26 Jesús describe este posterior estado, y dice que estar poseído con ocho espíritus
es mucho peor que el estado inicial de ser poseído por un solo demonio.

Esta sección de escritura nos muestra la naturaleza de los espíritus inmundos y cómo actúan. Las
personas que echan fuera los espíritus diabólicos con un “príncipe delos demonios,” y no a través
de la correcta manera de expulsarlos, es decir, a través de “el espíritu de Dios,” dejan a las
personas en peor estado. Eso no es lo que sucede con nosotros los hijos de Dios. Nosotros
utilizamos la autoridad que poseemos en Cristo para sanar a los enfermos y para echar fuera los
demonios. . Nosotros producimos una liberación genuina en las personas que tienen la fe y el
deseo de ser liberadas.

Tú debes echar fuera los demonios de la persona que desee liberación y tenga fe de que puede
ser sanada por ti. Tu no debes echar fuera los demonios de una persona que no tenga la fe
suficiente o que disfrute de la circunstancia de ser poseída, para su propia perdición. Expulsar a los
demonios no es algo que se haga por divertimiento. Cuando tú echas fuera de una persona un
espíritu diabólico, debes instruirla y enseñarle cómo mantener esos demonios de fuera. La
instrucción debe ser relativa al tipo de espíritu inmundo. Por ejemplo, si es un alcohólico, entonces
debes enseñarle a no volver a beber o a permanecer en la presencia de personas alcohólicas. Si es
una persona de sensualidad pervertida, entonces debes enseñarle apropiadamente. Si un espíritu

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inmundo posee a una persona debido a la adoración que manifiesta por un cierto ídolo (esto es
bastante común en India) entonces debes instruirle a adorar solamente al Dios verdadero y a sacar
todos los instrumentos de idolatría de su casa.

Si una persona que sea liberada no se arrepiente y no decide mudar su corazón, o si decide tener
miedo, entonces permitirá que vuelvan los diablos y estos regresarán. Eso es por lo que tú
solamente debes echar fuera los demonios de las personas que tomen la decisión y que realmente
deseen ser liberadas de la posesión de los espíritus diabólicos.

Los fariseos invocaban a un príncipe de los demonios para echar fuera los espíritus inmundos de
las personas. Este espíritu inmundo de rango superior expulsaba entonces al de menor rango sin
tener en consideración la fe que la persona poseída detuviera. (a esta práctica se denomina algunas
veces de “exorcismo.”) Cuando es así, no es una cuestión de fe sino del rango o posición jerárquica
del espíritu diabólico. Así que, una vez que no habita la fe en la persona de la que ha sido
removido el espíritu, ese mismo espíritu puede volver a ella. Como podemos leer en Mateos 12:43-
45, este demonio se asegurará de tomar consigo otros espíritus inmundos peores o de mayor rango
que él mismo, porque no quiere ser expulsado de nuevo por el espíritu de rango superior.

Así que ¿Qué vamos a hacer? Porque si vamos a expulsar los demonios de las personas que deseen
ardientemente ser liberadas, debemos tener fe y tomar la firme decisión de liberarlas. Tú no debes
expulsar los demonios de las personas que no tengan la fe suficiente para ser liberadas. Tampoco
debes expulsarlos de las personas que no deseen ser liberadas. No todas las personas poseídas
desean mudar de vida, sino que prefieren mantenerse así y disfrutan de ese estado. No debemos
expulsar los demonios de las personas que deseen permanecer en esa posición.

9º Mateos 15:22-28
Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor,
Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.
23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron,
diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.
24 Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor socórreme!
26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
27 Y ella dijo: Sí Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de las mesa de
sus amos.
28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: OH mujer, grande es tu fe; hágase contigo como
quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Este registro pertenece también a la 1ª categoría, aunque esta mujer cananita no trajese a su hija
consigo en presencia de Jesús, ella estaba plenamente convencida de que Jesús expulsaría al
demonio que estaba perturbando gravemente la vida de su hija. Jesús le dijo, “ ¡OH mujer! grande
es tu fe.”

Observando este registro podemos darnos cuenta de que, cuando una persona posee una fe tan
grande como esta mujer tenía, la persona poseída no tiene por qué ser traída en tu presencia para
que puedas expulsar al demonio(s). Jesús simplemente dijo, “... hágase contigo como quieres.” Él
podría haber dicho también, “Ya ha salido de ella el demonio,” y la niña también hubiera sido
librada del espíritu inmundo. La madre creyó y le fue otorgada la liberación a su hija. La fe es el

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único requisito necesario para recibir liberación; por tanto tú, lo único que precisas, es hablar la
Palabra de Dios que posibilita esa misma fe a los que la escuchan.

10º Mateo 17:14-21


Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo:
15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas
veces cae en el fuego, y muchas en el agua.
16 Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.
17 Respondiendo Jesús, dijo: ¡OH generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuando he de
estar con vosotros? ¿Hasta cuando os he de soportar? Traédmelo acá.
18 Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde
aquella hora.
19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos
echarlo fuera?
20 Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un
grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será
imposible.
21 Pero éste género no sale sino con oración (prosukee) y ayuno.

1ª Categoría. El padre del niño que estaba poseído con este demonio, trajo el niño a los discípulos
de Jesús para ser liberado. En este caso específico, la razón por la cual el espíritu diabólico no
pudo ser expulsado se debió a la incredulidad de los discípulos y no a la del padre.

A través de este relato podemos apreciar que, cuando el sanador no tiene le fe necesaria, no se
consigue expulsar al espíritu, aunque le pida o le ordene que salga. La persona que expulse a los
demonios debe hablar con convicción y creer que, aquello que él diga y ordene, ciertamente
sucederá. No hables con dudas en tu corazón sino con confianza y denuedo, así es como los
demonios tienen la obligación de obedecerte.

En el versículo 21 se encuentra escrito, “Pero éste género no sale sino con oración y ayuno.”
Muchos de los Textos Críticos Griegos omiten la totalidad de este versículo. The Revised Standard
Version, New International Version, Tishcendorf New Testament, New Jerusalem Bible y muchos
otros no le dan ninguna autoridad a este versículo.

Si tenemos en cuenta esta omisión, debemos pararnos por un momento y considerar algunos
aspectos de éste versículo para que podamos obtener un entendimiento acerca de lo que Dios nos
está queriendo decir en este relato. ¿Le dijo Jesús al padre de éste niño poseído, “Por favor,
espérate unas horas hasta que haya ayunado y orado y vuelve después en el tiempo oportuno”? No,
en absoluto, Lo que vemos es que Jesús actuó inmediatamente, y cuando “reprendió al
demonio,” éste tuvo que obedecerle inmediatamente.

Además, ya nos hemos dado cuenta de que no existen tipos o clases particulares de demonios con
los cuales se necesite que ayunemos y oremos para expulsarlos de una persona. ¿Por qué? Porque
la Palabra de Dios nos muestra que estamos muy por encima de estos espíritus y de su poder y
autoridad.. El más grande en rango de los espíritus inmundos se encuentra muy por debajo de
nosotros y Dios ya nos ha ordenado que los echemos fuera a todos ellos. Si el versículo 21 se
encontrase verdaderamente en el texto, no se compenetraría con los muchos versículos que son
muy claros con respecto a echar fuera los demonios.

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La ausencia del versículo 21 en muchos de los más importantes Textos Críticos Griegos nos señala
que el versículo en cuestión es una interpolación o errada adición al manuscrito original.

Este es el último de los registros en el Libro de Mateo. Ahora vamos a adentrarnos en el Evangelio
de Marcos para adquirir un mayor entendimiento sobre las verdades que dicen respecto a echar
fuera los demonios para libertar a las personas.

11º Marcos 1:21-26


Y entrando en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba.
22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no
como los escribas.
23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces,
Un espíritu inmundo puede ponerse nervioso y dar voces algunas veces.

24 diciendo: ¡AH! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos?
Sé quien eres, el Santo de Dios.

Y además sabe perfectamente quien eres tú. Tiene miedo de ti.

25 Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!


Tú debes ordenarle que cierre el pico como hizo Jesús y ordenarle que se valla de la persona.

26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.

Los espíritus están siempre obligados a obedecerte de la misma manera que obedecieron a Jesús en
este relato.

Éste pertenece a la 2ª categoría; cuando un espíritu(s) te intenta molestar en el momento de hacer


cualquier cosa. En este relato, Jesús se encontraba enseñando en una sinagoga.

Cuando una persona poseída por espíritu(s) diabólico(s) se encuentra cerca de donde tú estás llega
a ponerse muy nervioso, tal como vemos aquí. Hay veces en que el espíritu(s) diabólico en la
persona no puede mirarte a los ojos directamente; vuelve su mirada hacia otra parte o le baja los
ojos de la persona para no verte. Puede haber ocasiones en las que obligue a dar voces a la persona.
En este relato el espíritu inmundo se puso a gritarle a Jesús a través del hombre que poseía. Esto
puede suceder muchas veces. El espíritu diabólico dentro de la persona comenzará a hablar
contigo. Tú entonces cree para ejercer la autoridad que posees de parte de Dios y no te sometas a la
autoridad inferior del demonio. Tú eres el único que detiene autoridad cuando estés en la presencia
de un espíritu(s) diabólico(s).

Este hombre no fue conducido por nadie a la presencia de Jesús - por amigo o por familiares que
deseasen y creyesen que iba a ser liberado. Sin embargo, cuando un demonio(s) intente disturbarte,
entonces tú debes simplemente echarlo fuera y liberar a la persona.

Jesús poseía esa autoridad, por eso les ordenaba a los espíritus inmundos que se callasen y que
saliesen de las personas. El espíritu(s) inmundo(s) tenía la obligación de obedecer a Jesús porque

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esa era las regala que Dios había establecido. La misma regla se aplica en nuestras vidas hoy en
día, todavía se encuentra vigente. Dios te ha dado a ti la autoridad para que expulses los demonios.

Los espíritus hablarán contigo, y tú les ordenarás a los espíritus y los expulsarás. No
debes orar a Dios ni pedirle a Él que los eche fuera en vez de ti. Tú te diriges al espíritu y le
ordenas que salga de la persona. Recuerda Marcos 11:23: “Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar...”

Tú posees una autoridad muy superior sobre todos los demonios, por eso debes hablarles y
ordenarles que salgan.

12º Marcos 1:32-34


Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían
enfermedades, y a los endemoniados;
33 y toda la ciudad se agolpó a la puerta.
34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos
demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.

Este caso pertenece a la 1ª categoría. Estas personas trajeron a la presencia de Jesús... Deseaban y
esperaban la liberación de sus entes queridos. Jesús no se dirigió a los domicilios individuales de
aquellos que estaban enfermos. Sino que, todos los que creían que Jesús podía sanarlos y liberarlos
se presentaron ante Jesús con todos aquellos que se encontraban enfermos y poseídos con
demonios. Tenían el deseo suficiente y la expectación necesaria de que Jesús los libertaría.

En el versículo 34 vemos que Jesús no permitió que los espíritus hablasen. Los espíritus diabólicos
pueden hablar a través de las personas que poseen. Un espíritu inmundo dentro de una mujer puede
hablar con una voz masculina o al contrario, pero no hay que darle ninguna importancia. Tú te
mantienes alerta. Jesús no le permitió a los espíritus que hablasen porque le conocían. Tú también
puedes mandarle a los espíritus que se callen. Algunas veces, la cara de la persona poseída puede
mudar y quedarse desfigurada – sus ojos pueden revirarse, el cabello levantarse, etc. ¡No tengas
miedo de lo que veas o sientas porque la realidad es que el espíritu tiene un tremendo pavor de tu
persona!

13º Marcos 1:39


Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

En este relato podemos observar lo que es más importante, la causa por la cual sucede la
liberación: Predicar la Palabra. Una vez que le predicas a la gente que Dios puede librarlos, se
produce la liberación.

La llave principal que trae liberación física a las personas es predicarles, proclamarles o
decirles que serán sanadas al 100% de inmediato. Escuchar acerca de las promesas de
liberación sanitaria que se encuentran en la Palabra de Dios inspira la fe necesaria
para recibir esta plenitud.

La siguiente llave es que aquellos que precisan de sanidad se acerquen a ti. Esas personas
deben responder con fe a la predica de sanidad. Por eso deben acercarse a ti, porque deben tener el
deseo y la expectación necesarias de que van a ser sanadas.

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La tercera llave es que eres tú quien realiza la sanidad y echas fuera los demonios. No
ores ni le pidas a Dios que los libere, sino sánalos tú y echa fuera tú a los demonios. Tú ministras
con fe, y, así que comienzas a ministrar, el espíritu de Dios que habita dentro de ti, te dará todo lo
necesario para llevar a buen término el propósito de librar a las personas.

La cuarta llave es que tú tienes que creer que puedes echar fuera los demonios para que
puedas expulsarlos.

Una vez que las personas son libradas de los demonios, tu debes instruirlas para que permanezcan
liberadas..

14º Marcos 3:8-12


De Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón,
oyendo cuan grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.
9 Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que
no le oprimiesen.
10 Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían
sobre él.
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo:
Tú eres el Hijo de Dios.
12 Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen. (Los demonios saben quien eres
y se rendirán en tu presencia.)

1ª categoría. Cuando la gente oyó acerca de las grandes señales que Jesús hacía, una gran multitud
vino a presentarse delante suya. ¿Cómo llegó esta multitud a saber las cosas que Jesús hacía?
Debe haber habido muchos testimonios sobre cómo Jesús había liberado sus vidas previamente. Es
muy probable que, muchos de ellos, habiendo oído hablar acerca de las grandes obras que Jesús
hacía, simplemente las hayan repetido a oídos de terceros. Cualquiera que fuese la razón, estas
palabras inspiraron a miles de personas a acercarse, tanto de cercanos como de lejanos lugares,
para recibir sanidad de parte de Jesús.

Jesús sanó a muchas personas. Jamás leemos en ninguno de los relatos que Jesús orase a Dios para
sanarlas; quien sanaba a las personas era él. Hoy en día, tú te encuentras en el lugar de Cristo aquí
sobre la tierra. Es Cristo en ti, el espíritu de Dios de esta administración, por tanto, tú tampoco
precisas orar a Dios para que haga las sanidades y eche fuera los demonios por ti. De la misma
manera que Jesucristo, así también eres tú el que tiene que ministrar a las personas que se te
acerquen para obtener la liberación de tu parte. Esas personas no se van a acercar a ti si tú
primeramente no les dices primero, con toda la confianza y el denuedo, que pueden ser
absolutamente sanadas en este mismo instante.

Atrévete a creer aquello que la Palabra dice que tú eres. Anda con el poder y la autoridad que Dios
te ha otorgado. Si lo haces así, los espíritus inmundos tendrán que rendirse en tu presencia.. Los
demonios dirán que tú eres un hijo de Dios. Eres tú quien los echas fuera. Quien les dice, “Sal
fuera de este hombre, espíritu inmundo, etc.” Y ellos tienen que llegar a un punto en que tendrán
que obedecerte. Los demonios pueden pedirte que los mande a tal y a tal sitio, o que no los mandes
a tal y a tal sitio. No prestes atención a lo que te digan. Ordénales simplemente y diles “Salid de
este hombre y no volváis a entrar en él.”

45
15º Marcos 3:14 y 15
Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar.
15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios.
Doce hombres fueron ordenados para estar con Jesús y para ser enviados a predicar. También les
fue dada autorización para sanar enfermedades y para echar fuera demonios.

También a ti se te ha dado la misma autoridad para sanar a los enfermos y echar fuera los
demonios. Tú estás sentado en los lugares celestiales en Cristo Jesús que se encuentra a la diestra
de Dios.

Una vez que se te ha autorizado a echar fuera los demonios, ¿Qué es lo que debes hacer? Actuar
con esta autorización y expulsar a los espíritus para liberar a las personas. Por supuesto, debes
tener siempre en cuenta que, aquellos que tienen necesidades, deben responder positivamente a tu
proclamación respecto a la sanidad que está disponible y acercarse a ti con la esperanza de que van
a ser sanadas. Una vez que cumplan este requisito, tú tienes que echar fuera los demonios.

No le pidas a Dios que eche fuera los demonios, pues Él ya te ha dado a ti la autoridad necesaria
para expulsarlos por ti mismo. ¿Entiendes bien este punto? Me gustaría repetirte este punto tan
importante hasta que lo tengas bien claro en tu corazón y puedas utilizar el vocabulario apropiado
cuando estés hablando sobre sanidad y echar fuera demonios. No digas, aunque tengas muchas
ganas de decirlo, “Por favor ora por su sanidad,” o “Por favor ora por mí, para que sane de tal y tal
cosa,” etc. La Palabra de Dios jamás emplea esas expresiones en los Cuatro Evangelios o en el
Libro de Hechos.

En la Palabra de Dios observamos que era Jesús quien sanaba, Pedro sanaba, Felipe echaba fuera
los demonios, etc. Por eso nosotros, de la misma manera, deberíamos emplear las correctas y
precisas expresiones cuando tengamos que sanar las enfermedades y echar fuera los demonios.

16º Marcos 5:1-20


Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.
2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre
con un espíritu inmundo,
3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.
4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido
hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.
5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e
hiriéndose con piedras.

Si vemos a este hombre bajo la perspectiva de los cinco sentidos, aparece como siendo un hombre
fortísimo y que vivía en un extraño lugar.

6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.


Los espíritus diabólicos saben perfectamente quien eres tú, y, si crees en la autoridad que detienes,
tendrán que tenerte mucho respeto. Si un espíritu piensa que tú no sabes, o que tú no crees en la
autoridad que posees, puede perfectamente intentar asustarte. Pero no respondas con miedo a estos

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intentos. De acuerdo a la autoridad que Dios te ha conferido a través de Cristo, ordénale al espíritu
inmundo que salga del hombre y tendrá que obedecerte obligatoriamente.

7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te
conjuro por Dios que no me atormentes.

Los demonios pueden decir cosa tales como esta de “te conjuro por Dios...” No prestes atención a
estas tonterías. Dile que se calle. Ordénale que se esté quieto.

8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

Nosotros le decimos que salga. No oramos a Dios pidiéndole que lo eche fuere por nosotros.
Además, observa que el espíritu puede hablar contigo después de haberle ordenado que se vaya.

9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos


muchos.

Jesús le preguntó por su nombre. Había una legión (muchos espíritus diabólicos) de diablos en este
hombre; sin embargo, Jesús no los fue echando fuera uno por uno después de preguntarle a cada
uno su nombre. Eso le haría perder un montón de tiempo. Jesús simplemente los echó fuera a todos
de una vez. Tampoco mantuvo una conversación demorada con ellos. Les ordenó que se callasen y
los expulsó de aquel hombre.

10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.

Los espíritus pueden rogarte y suplicarte algunas veces. En este caso en particular, el espíritu de
más alto rango le estaba rogando que no los expulsase de aquella región de donde tenían
autorización de permanecer. Quería permanecer en su región de influencia. Sin embargo, Jesús no
le dio ninguna atención a lo que el espíritu le decía; simplemente expulso a todos de una vez fuera
de aquel hombre. Jesús nunca les dijo específicamente el lugar al cual debían dirigirse, ni tampoco
los ató como dicen algunos Cristianos usando la frase “Atando los espíritus.” Permitamos que la
Palabra hable por sí misma acerca de este asunto de echar fuera los demonios. Debemos
expulsarlos conforme “está escrito” y no conforme a las experiencias de la gente o conforme a lo
que tú hayas visto hacer a grandes predicadores o evangelistas en reuniones de masas.

11 Estaba allí un gran ato de cerdos paciendo


12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en
ellos.
13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los
cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y
en el mar se ahogaron.
14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos.
Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido.
15 Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la
legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
16 Y les contaron los que lo habían visto, como le había acontecido al que tenía el demonio,
y lo de los cerdos.
17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.

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18 Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar
con él.
19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán
grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con
él; y todos se maravillaban.

2ª categoría. Este hombre no se acercó a Jesús para ser liberado después de haber oído las buenas
nuevas de liberación. Cuando el demonio vio llegar a Jesús de lejos, el hombre en donde el espíritu
inmundo estaba se apresuró y se arrodilló ante él. Yo no se porqué vinieron los demonios desde tan
lejos, pero cuando se da esta clase de circunstancia, tú debes echar fuera los demonios del hombre
que necesita ser liberado.

Como vemos en esta sección acerca de echar fuera demonios, te habrás dado cuenta de que, en
muchas ocasiones, los demonios hablan a través del hombre que poseen, sin embargo, un espíritu
mudo y ciego, o un espíritu causante de locura, etc. no habla por la persona que poseen. Por tanto,
también hay ocasiones en las cuales los demonios no hablan a través de la persona que poseen.

17º Marcos 6:7


Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos.

Jesús le dio a los doce la autoridad sobre los espíritus inmundos. A los demonios también se les
denomina espíritus inmundos.

18º Marcos 6:13


Y echaban fuera demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

Los doce apóstoles echaban fuera demonios. No le pedían a Dios en oración que los echase fuera
sino que eran ellos los que lo hacían directamente a través de la autoridad que Jesucristo les había
conferido.

19 Marcos 7:24-30
Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso
que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se
postró a sus pies.
26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al
demonio.
27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan
de los hijos y echarlo a los perrillos.
28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de
las migajas de los hijos.
29 Entonces le dijo: Por esta palabra, vé; el demonio ha salido de tu hija.
30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la
cama.

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Este registro pertenece a la 1ª categoría. El demonio no habló a través de la hija de esta mujer
puesto que su madre la había dejado en la casa. El demonio salió de la hija debido a la fe de su
madre.

Esta mujer griega, por tanto gentil, creyó que Jesús podría libertar a su hija. Se levantó y se dirigió
a Jesús aun sabiendo que no era cultural y socialmente aceptable para ningún gentil, y mucho
menos siendo mujer, acercarse de un judío. Esta mujer actuó contrariamente a lo que sería
aceptable en aquel tiempo y se aproximó de Jesús porque tenía un ardiente deseo y una creencia
intensiva de ver liberada a su hija. Y Jesús, aun sabiendo que había sido enviado solamente a las
ovejas perdidas de la casa Israel, libertó a la hija debido a la fe que esta madre poseía.

20º Marcos 9:14-29


Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y
escribas que disputaban con ellos.
15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
16 Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?
17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un
espíritu mudo,
18 el cual, donde quiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se
va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: ¡OH generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con
vosotros? Traédmelo.

Jesús sabía que la razón por la cual este espíritu no había salido se debía a la incredulidad. Tal vez
a una dupla incredulidad. Podía ser debido tanto a la incredulidad de sus discípulos como a la del
padre del niño, o, entonces, a una combinación de ambas. Este hombre respondió positivamente a
las buenas nuevas de liberación porque se acercó y trajo a su hijo para que los discípulos lo
liberasen.

20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho,


quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.

No te preocupes ni lo más mínimo si un espíritu actúa de esta manera. Permanece tranquilo y


remueve la causa.

21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
Es correcto hacer preguntas.

22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo,
ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.

El problema que este padre tenía era que no estaba convencido de que Jesús o sus discípulos
pudieran realmente sanar a su hijo. Aun sabiendo que se había acercado a los discípulos trayendo a
su hijo consigo para ser sanado, aun así, todavía existía la duda en su corazón. Nosotros, como
ministros que somos, debemos inspeccionar y averiguar si las personas que se nos acercan para ser
liberadas tienen verdaderamente la fe o creencia necesaria para ser sanadas. Si no poseen el
suficiente grado de creencia, entonces necesitan asistencia y que les sea edificada la fe para recibir
su sanidad. En ese caso, mantente hablándoles la Palabra de Dios y diciéndoles que la liberación se

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encuentra para ellos disponible en ese mismo instante. Mantente dándoles aliento. Dios trabajará
contigo, como ministro suyo que eres, para que esa persona, una vez que haya incrementado su fe
escuchándote, pueda recibir su sanidad.

23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.


Tú puedes realizar la sanidad en las personas que creen. Jesús le dijo simplemente al padre que “Si
tú puedes creer, al que cree todo le es posible.” Aquel que necesita ser librado debe estar
convencido en su mente y creer para recibir su liberación física.

24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.

Si la persona que necesita liberación no muda su mente y está poco convencida de ella y se
mantiene confesando o pensando que es difícil la realización de la sanidad, etc. , no será sanada.
Para inmediatamente la sesión de sanidad en ese mismo instante. Puede que sea una excelente
persona, pero hasta que no deje de confesar negativos no va a recibir la liberación. Enséñale a
decir, “¡Yo ya he sido sanado!”, “¡Gracias Dios porque YA he sido sanado!” aunque él no se sienta
completamente sanado, enséñale a confesarlo. Ayuda a los que tienen incredulidad o dudas y
enséñales a creer y a que se mantengan confesando lo que desean recibir.

25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo,


diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.

Cuando se dieron las circunstancias necesarias, Jesús reprendió al espíritu inmundo, diciéndole:
“Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.” El espíritu no se dirigió
hablando a Jesús en esta ocasión, Jesús supo por revelación que tipo de espíritu tenía este
muchacho. No era simplemente un espíritu mudo sino mudo y sordo también. Si el espíritu(s)
guarda silencio, tú, igual que Jesucristo, sabrás por revelación de la existencia del espíritu o
espíritus para que puedas sanar a la persona. Si no sabes la identidad del espíritu, no te preocupes,
simplemente ordénale: “Sal fuera de este hombre” y él / ellos saldrán de la persona que tiene la fe
y el deseo de ser sanada.

Una vez más, nos damos cuenta de que Jesús no tuvo que orar a Dios para expulsarlo. Por eso
es que tú tampoco tienes que orarle para echarlos fuera. Tú eres el que los expulsa, es decir, tú
eres el que los echa fuera. Dirígete a los espíritus hablándoles con autoridad y los demonios
tendrán que obedecerte.

26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como


muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.

Tampoco debes darle importancia si las personas caen y parecen estar muertas. Jesús se mantuvo
escuchando a Dios y actuó de la siguiente manera:

27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.


Mantente tranquilo y enderézalo.

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28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no
pudimos echarle fuera?

Esto es lo que verdaderamente queremos saber también nosotros. “¿Por qué no pudimos
echarlo fuera nosotros?” Los discípulos sabían y creían que los demonios tenían que
obedecerles cuando así se lo ordenaban, pero los demonios no salieron en esta circunstancia
en particular. Este era un caso excepcional para ellos.

29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

Este caso pertenece a la 1ª categoría. El niño fue traído por su padre a los discípulos para ser
sanado. La razón por la cual el espíritu no salía del muchacho era la incredulidad del padre.
Cuando ministramos a las personas, debemos recordar que, aquel que precisa ser sanado, debe
tener fe para recibir su sanidad. O, entonces, sus familiares y amigos deben tener fe en vez de la
persona, como en este caso del padre por su hijo. Precisamos de poner atención a este fundamento
de liberación. Si lo hacemos así, entonces obtendremos las respuestas necesarias y averiguaremos
la razón de por qué no se está a obtener la liberación si nosotros tenemos la fe necesaria para echar
fuera los demonios.

La mayor parte de los Textos Críticos Griegos omiten la expresión “y ayuno” del versículo 29. Ya
hemos estudiado un versículo similar en Mateos 17:21 donde vimos que muchos Textos Críticos
Griegos omiten el versículo en su totalidad.

Mateos 17:21
Pero este género no sale sino con oración y ayuno.

Sin embargo, en Marcos 9:29, la mayor parte de los Textos Críticos Griegos muestran “Y les dijo:
Este género con nada puede salir, sino con oración.” Y esto nos presenta una contradicción
aparente porque ya hemos visto que en Mateos 17:21 la instrucción que nos conduce a esperar para
ayunar y orar antes de que sea posible echar fuera un espíritu diabólico es una adicción al texto que
no estaba en el original. Sabemos que todos los demás registros que hablan acerca de expulsar los
demonios de personas no contienen periodos de demora. Sabemos que tenemos la autoridad de
Cristo Jesús de expulsar estos demonios cuando se lo ordenemos. Y, además, sabemos que los
demonios tienen que obedecernos inmediatamente porque es el orden de la autoridad que Dios ha
establecido para que se cumpla en este día y tiempo. Por tanto, ¿Le pidió Jesús al padre de este
muchacho poseído que se esperase hasta que orase y ayunase durante algún cierto periodo de
tiempo, y que después regresase para que fuese posible, entonces, sanar a su hijo? Está claro que
NO, Jesús tomó la acción necesaria inmediatamente y “reprendió al espíritu” y éste tuvo que
obedecerle y salir del muchacho.

Tal como sucede en Mateos 17:21, este versículo (Marcos 9:29) parece que no debía encontrarse
en los textos originales porque no se compagina con todos los demás textos que hablan de lo
mismo, no puede haber ningún tipo de demonio que requiera que nosotros oremos y ayunemos
para que los podamos expulsar de una persona. La Palabra de Dios nos muestra que nosotros
estamos muy por encima de cualquier espíritu inmundo. El poder y la autoridad que esos espíritus
poseen se encuentran debajo de nuestras órdenes, lo que significa que están sujetos a nosotros.
Mismo el espíritu diabólico de mayor rango se encuentra muy por debajo de nosotros y sumiso a
nuestras órdenes; por eso nos ha mandado que los expulsemos a todos. Tanto Mateos 17: 21 como
Marcos 9:29 no parecen, aparentemente, compaginados con ninguno de los muchos versículos que

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nos muestran claramente este tema de echar fuera los demonios. A no ser que, en Marcos 9:29, la
oración a la que se refiere necesaria según los Textos Críticos Griegos en este versículo, se destine
a averiguar la causa, en ese caso específico, de por qué no estaba saliendo el demonio, es decir,
preguntarle a Dios que, si ellos, los discípulos, estaban creyendo, cuál era entonces el motivo para
que no saliese. En todo caso, jamás se podría pensar que esa oración fuese necesaria para expulsar
al espíritu.

21 Marcos 16:15-17
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán
nuevas lenguas.

Tú debes predicar la Palabra de salvación y de liberación a las personas. Cuando esas personas
respondan con fe y se te acerquen para ser sanadas, eres tú quien tiene que echar fuera los
demonios en el nombre de Jesucristo.

Jesucristo no se encuentra ahora aquí sobre la tierra pero tú sí que estás. A ti se te ha otorgado y
conferido el poder de actuar respaldado por él y con toda su autoridad. Por eso nosotros sanamos a
la gente y echamos fuera los demonios en el nombre de Jesucristo. Esa expresión “en el nombre de
Jesucristo” no es una expresión mágica que tú pronuncies para conseguir obtener resultados
automáticamente. Ni tan siquiera tienes que repetir “En el nombre de Jesucristo” para poner de
manifiesto esta autoridad, puesto que tú ya la tienes inherente dentro de ti. La autoridad que
corresponde a la mano derecha de Dios (a la diestra de Dios) está dentro de ti gracias al Nuevo
Nacimiento. La cuestión no es que digas o dejes de decir “En el nombre de Jesucristo”
externamente, sino en que creas y vivas de acuerdo con aquello que has recibido a través de Cristo
Jesús.

Ahora, vamos a examinar los relatos que dicen respecto a echar fuera los demonios en el Evangelio
de Lucas.

22º Lucas 4:31-36


Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.
32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.
33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual
exclamó a gran voz,
34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para
destruirnos? Yo te conozco quien eres, el Santo de Dios.
35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en
medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.
36 Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta,
que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos y salen?

Este relato pertenece a la 2ª categoría porque la persona poseída no había sido traída en presencia
de Jesús ni él propio se le había acercado con el propósito de obtener liberación. El espíritu
inmundo intento crear un disturbio en la reunión dando voces. Jesús reprendió al espíritu y le dijo
que se callase y le ordenó que saliese del hombre. El espíritu obedeció inmediatamente y salió de
aquel hombre.

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Las personas que presenciaron este suceso se quedaron atónitas y dijeron, “¿Qué palabra es esta
que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos y salen?” Jesús poseía poder y
autoridad, por eso le ordenó al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre. Tú también posees la
misma autoridad y el mismo poder para darle órdenes a los espíritus inmundos y expulsarlos.

23º Lucas 4:40 y 41


Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y
él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el hijo de Dios.
Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

1ª categoría. Las personas traían a los enfermos y a las personas poseídas con demonios a Jesús.
Sabían que Jesús podía ayudarlos. O bien habían visto a Jesús sanar a otros o alguien pudo
habérselo referido. Todos aquellos que tenían, entre sus familiares o amigos, personas enfermas
hicieron un esfuerzo para traerlos en presencia de Jesús. Verdaderamente deseaban y esperaban
que Jesús los libertase.

Ya hemos visto como, muy a menudo, los diablos hablan a través de las personas que poseen.
Sabían quien era Jesús. También saben perfectamente quién eres tú – un hijo de Dios. Ellos saben
que tú tienes toda la autoridad y el poder de echarlos fuera. Saben perfectamente que tú eres
mucho mayor que ellos y por eso te tienen miedo. Sin embargo, si tú ignoras o no estas seguro de
tu autoridad, los espíritus inmundos intentarán por todos los medios de amedrentarte con lo que
dicen o hacen.

¡No les tengas miedo! ¡Tú eres mucho mayor que todos ellos juntos! Dios te ha dado a ti la
autoridad y el poder de expulsarlos. Los ángeles de Dios están contigo para asegurarse de que esos
demonios obedezcan tus órdenes. Si no atienden a tus órdenes, los ángeles se encargan de
obligarles a cumplirlas.

Hay un principio o regla espiritual envuelto en todo esto. Los demonios pueden ejercer la libertad
que disponen para robar, matar y destruir de acuerdo con la regla que Dios asentó después de la
caída de Adán. El gobierno y la autoridad para gobernar al mundo le fueron retiradas a Adán y
ofrecidas por éste al Diablo. Así que los espíritus inmundos tienen la autoridad que se les confirió.

Sin embargo, cuando Dios rescató a Jesucristo de la muerte y lo sentó a Su diestra, también nos
rescató a nosotros y nos sentó juntamente con Cristo Jesús, la regla que estaba establecida
anteriormente mudó ahora radicalmente. Nosotros somos ahora el Cuerpo de Cristo y los diablos
están sujetos a nosotros. Si esos diablos quiebran la regla actual y no nos obedecen, ellos
tienen que pagar el precio de su libertad, serán encadenados y no tendrán más libertad de
actuación. Ellos saben perfectamente que las consecuencias de su desobediencia son bien reales,
por eso te tienen miedo y tienen que obedecerte.

Podemos ver un ejemplo sobre este asunto en 1ª Pedro 3:18. Durante el tiempo de Noé, los
espíritus inmundos desobedientes que quebraron las reglas y las órdenes que Dios había
establecido, causando con ello el diluvio, fueron puestos en prisiones. Estos son los espíritus
diabólicos a los cuales Cristo, inmediatamente después de su resurrección, se les apareció y les
proclamó su triunfo sobre los demonios.

53
1ª Pedro 3:18-20
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,
20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en
los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho,
fueron salvadas por agua.

Por tanto, no te preocupes acerca de la obediencia de los demonios. La Palabra de Dios nos dice
que se encuentran a nuestros pies, lo que significa que: están debajo de tus pies. La Palabra de
Dios te instruye a echar fuera los demonios, lo que significa que tienes toda la autoridad para
expulsarlos, por tanto, simplemente, échalos fuera.

24º Lucas 6:17-19


Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una
gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que
había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
18 y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados.
19 Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.

1ª categoría. Una gran multitud de gente de los más variados lugares se acercó a escuchar a
Jesús y para ser sanados. ¿Por qué motivo se acercaría a Jesús, para oír y ser sanada, esta gran
multitud de gente? Porque estaban convencidos de que podría sanarlos. ¿Cómo podía saber tanta
gente que Jesús tenía el poder de hacerlo?

Tal vez, un día, Jesús decidiese hablar la Palabra de Dios y proclamar con denuedo y convicción
que, cualquiera, podía ser inmediatamente liberado. A lo mejor, al principio, solamente
respondieron unos cuantos a su mensaje, pero se tuvieron que acercar a Jesús con el deseo y la
expectación de ser liberados y él los sanó. Después, esa misma gente, de regreso a sus hogares
pueden haber testificado su liberación a otros. A medida que la gente fue escuchando y oyendo
acerca de estas maravillosas sanidades y liberaciones espirituales, también ellos fueron
incrementando la fe y el deseo necesarios para su propia liberación. Así fueron después a Jesús
para recibir su liberación, y la obtuvieron. Y a seguir, también estos contaron a sus familiares y
vecinos cómo se había producido su sanidad y liberación espiritual, hasta que, un día, llegó a ser
una gran multitud de gente con fe y expectación de ser liberada la que se acercó a Jesús, como
hemos leído en Lucas 6.

Este relato nos dice que las personas que estaban siendo atormentadas por espíritus inmundos
también fueron sanadas. No podemos saber si los demonios hablaron a través de aquellos que se
encontraban poseídos, pero, lo interesante aquí, es que notemos que, todos aquellos que se
acercaron con el deseo y la expectativa de ser liberados, todos fueron sanados. La totalidad de la
multitud poseía un elevado grado de fe. Estaban convencidos de que, simplemente tocando a Jesús,
serían completamente sanados. Cuando actuaron de esa manera, esas personas fueron
verdaderamente sanadas, porque Jesús tenía el poder para sanarlos.
Tú puedes hacer lo mismo, debes primeramente comenzar dando el primer paso: Proclamar las
buenas nuevas de liberación a las personas. Este es el primer paso. Cuando una persona
responda positivamente a la Palabra de la promesa que le has dado y se te acerque con fe y
esperando ser sanado por ti, entonces tú le forneces la sanidad y / o echas fuera los demonios.

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25º Lucas 7:21
En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a
muchos ciegos les dio la vista.

Jesús sanó a muchos de sus enfermedades, plagas y posesiones de espíritus inmundos. Estos eran
espíritus malos y Jesús libertó a las personas de todos ellos. Tampoco este relato nos muestra si
estos espíritus hablaron, o no, a través de las personas que controlaban.

26º Lucas 8:1 y 2


Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el
evangelio del reino de Dios, y los doce con él,
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María,
que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios.

María Magdalena fue liberada de las enfermedades que le causaban los demonios. No sabemos que
clase de enfermedades eran; sin embargo, cualquiera que fuesen, podemos observar que la causa
de algunas enfermedades la producen los espíritus inmundos. María Magdalena tenía siete
demonios y, éstos, eran los causantes de sus enfermedades. Algunos espíritus diabólicos producen
cierto tipo de enfermedades mientras que otros causan diferentes tipos.

Por tanto, la causa de las dolencias y enfermedades puede ser tanto natural como espiritual.

Existen personas que están poseídas con un único espíritu inmundo y existen personas poseídas
con varios espíritus inmundos como era el caso de María Magdalena, que tenía siete demonios.

27º Lucas 8.26-39


Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta de a Galilea.
27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde
hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.

Un cierto hombre con las descripciones mencionadas salió al encuentro de Jesús. Cuando te
depares con alguien así, puedes inmediatamente decir por tus sentidos que algo de anormal le
ocurre.

28 Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz:
¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

El hombre poseído fue al encuentro de Jesús. Los demonios le controlaban, lo trajeron a Jesús, le
hicieron postrarse delante de él y le hicieron hablar a voces. Cuando Jesús supo que este hombre
tenía demonios, ordenó a aquellos espíritus inmundos que saliesen de aquel hombre. Este hombre
no se acercó a Jesús de libre arbitrio pidiéndole que le librase.

29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo
que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas,
era impelido por el demonio a los desiertos.)

Este hombre se encontraba en un estado desesperado desde hacía muchos años y sin ningún tipo de
liberación. Jesús tomó la decisión de libertarlo aún sabiendo que no había sido traído a su

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presencia por familiares o amigos buscando ayuda. De hecho, fueron los demonios los que sacaron
a este hombre fuera de la ciudad y se encontraron con Jesús.

30 Y le preguntó diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios


habían entrado en él.

Jesús le pregunto al espíritu cual era su nombre. Los demonios están sujetos a nuestro mandato y
tienen que respondernos. Había muchos demonios dentro de este hombre.

31 Y le rogaban que no los mandase ir al abismo (abussos, también traducido por “cueva sin
fondo”)

Los demonios sabían que tenían que salir fuera de este hombre. No se estaban oponiendo a las
órdenes de Jesús, pero, sin embargo, le rogaron que no los enviase al abismo. ¿Estaban
infringiendo alguna regla espiritual estos demonios? ¿Por qué estaban con miedo de ser enviados a
ese tal sitio? Le imploraban a Jesús que no los mandase allí.

32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase
entrar en ellos; y les dio permiso.
33 Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos, y el hato se precipitó por un
despeñadero al lago, y se ahogó.

Aparentemente, Jesús no les mandó que saliesen y se fueran al abismo, sino que salieron fuera de
aquel hombre apresadamente, justo allí y en aquel instante.

34 Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y
yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.
35 Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien
habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio, y
tuvieron miedo.
36 Y los que lo habían visto, les contaron como había sido salvado el endemoniado.
37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se
marchase de ellos, pues tenían gran temor. Y Jesús, entrando en la barca, se volvió.

Las personas de esta región estaban llenas de miedo y le rogaron a Jesús que se marchase.

38 Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él;
pero Jesús le despidió, diciendo:
39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue,
publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

Después de expulsar a los demonios, Jesús instruyó a este hombre a que se volviese a su casa y que
diese testimonio de la gran liberación que había recibido de parte de Dios. También tú tienes que
instruir a todos aquellos que vengan a ser librados de posesión diabólica para que permanezcan
sanos. En este caso en particular, la mejor manera de que este hombre guardase y reforzase su
liberación era volverse a su casa en la ciudad y contar a toda la gente las grandes maravillas que
Dios había hecho en su vida, Algunas veces, por tanto, una buena manera de las personas reforzar
su sanidad es compartir acerca de ella y testificar como se dio en su vida con las personas que

56
conoce. Pueden testificar acerca de las grandes maravillas que Dios ha hecho por ellas, y aquellos
que le escuchan pueden recibir liberación de Dios en sus vidas también. Otras veces, sin embargo
puede ser necesario que les instruyas de otra manera diferente. Dios trabajará contigo y sabrás lo
que tienes que decirle a cada persona.

Este caso pertenece a la 2ª categoría. La persona en cuestión no fue traída a Jesús por sus
familiares o amigos para que recibiera liberación. Los espíritus diabólicos le trajeron a Jesús.
Como ya hemos visto en casos similares que pertenecen a esta 2ª categoría, Jesús expulsó a los
espíritus, Los espíritus inmundos en este caso en particular se dirigieron hablando a Jesús. Le
rogaron que no los mandase al abismo; Jesús simplemente los expulsó del hombre donde
habitaban.

28 Lucas 9:1 y 2, 6
Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios,
y para sanar enfermedades.
2 Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
6 Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas
partes.

Jesús le dio a sus discípulos el poder y la autoridad sobre todos los demonios y para sanar
enfermedades. Ellos entonces poseían autoridad sobre todos los demonios; A los doce
discípulos les fue concedido que los expulsasen. Después de otorgarles este poder y autoridad,
Jesús les instruyó a que predicasen el reino de Dios y a que sanasen toda enfermedad. Los
discípulos creyeron las instrucciones de Jesús y salieron a predicar por las ciudades el evangelio.
Las buenas nuevas, e hicieron sanidades en todas partes.

29º Lucas 9:37-42


Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro.
38 Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi
hijo, pues es el único que tengo;
39 y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le
hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él.
40 y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
41 Respondiendo Jesús, dijo: ¡OH generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de
estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.
42 Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió con violencia;
pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre.

Aquí tenemos otro relato perteneciente a la 1ª categoría. El padre del muchacho poseído le trajo a
los discípulos de Jesús. Estos no pudieron expulsar al espíritu. Entonces el padre se dirigió a Jesús
y le contó que los discípulos no habían sido capaces de echarlo fuera. El relato no nos dice cuál fue
la causa por la cual el niño no recibió su liberación. No sabemos si se debió a la incredulidad del
padre o a la de los discípulos. Jesús le pidió al padre que trajese a su hijo.

Así que el niño se presentó en frente de Jesús, este espíritu no habló a través suyo, pero sacudió y
derribó al niño con violencia. Jesús no se inmutó lo más mínimo viendo este anormal
comportamiento, sino que reprendió al espíritu inmundo y sanó completamente al muchacho.
Puede haber algunas veces en las que no entendamos la razón por la que el espíritu no sale y nos

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encontremos en la misma situación que los discípulos de Jesús, sin embargo, no debemos de dejar
echar fuera los demonios porque la última vez que lo hicimos no salió. También podemos pedirle a
alguien con más experiencia que nos ayude a ministrar a la persona.

Nunca pares de ejercer la autoridad que Dios te ha otorgado. Dios te la ha conferido para que la
utilices en este mundo y sanes a las personas, los salves y los traigas a que experimenten el
conocimiento de la luz gloriosa del evangelio de Dios.

30º Lucas 9:49 y 50


Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en
tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
50 Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
La voluntad de Dios es que todos aquellos que poseen esta autoridad la ejerzan constantemente.
Aparentemente Juan no conocía al hombre que echaba fuera los demonios. Debía ser un creyente
reciente que estaba simplemente ejerciendo la autoridad que Dios le había dado para expulsarlos.

Echar fuera los demonios es tan sencillo que hasta un creyente recién renacido puede
inmediatamente comenzar a hacerlo. Nosotros debemos encorajar a todos los creyentes, tanto a los
más nuevos como a los que llevan más tiempo, a sanar a los enfermos y a echar fuera los
demonios, de la misma manera que encorajamos a los creyentes a hablar en lenguas
inmediatamente después de ser salvos.

Algunos de los creyentes recién renacidos comenzarán inmediatamente a sanar a los enfermos y a
echar fuera demonios de la misma forma que otros comenzarán rápidamente a hablar en lenguas y
a profetizar. Sin embargo, Dios le ha dado a todos y a cada uno de los creyente la habilidad
espiritual para echar fuera los demonios y para sanar a los enfermos, algunas personas
desarrollarán la fe con respecto a esta habilidad y la manifestará excelentemente mientras que otros
serán excelentes en otras manifestaciones del espíritu santo. Será bueno para tu vida que estés
plenamente persuadido y que comiences a operar el poder y la autoridad espiritual que Dios te ha
conferido.

31º Lucas 10:1, 2, 9, 17-20


Después de estas cosas, designó también el Señor a otros setenta, a quienes envió de dos en
dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.
2 Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al
Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
9 y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de
Dios.
17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre.
18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará.
20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos.

Dios precisa de mucha gente para realizar la labor. Jesús envió a setenta discípulos para que fuesen
a diferentes ciudades. Estos discípulos predicaron el reino de Dios y sanaron a muchas personas.

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Estos setenta hombres descubrieron que los espíritus diabólicos estaban sujetos a sus órdenes. A
medida que sanaban y libertaban a la gente, tuvieron que dirigirse hablando a los demonios y los
demonios les obedecieron. Estos discípulos predicaron la Palabra y sanaron los enfermos y
echaron fuera los demonios, lo que ocasionó un gran disturbio en el reino del Diablo. Tan grande
fue este disturbio, que el mismo Satanás tuvo que inmediatamente descender para hacerse cargo de
la situación.

Jesús les dio el poder de hollar serpientes y escorpiones y sobre toda la fuerza del enemigo para
que nada pudiese por ningún medio dañarles. Lo mismo sucede con nosotros. Así debemos creerlo.

Con este maravilloso poder y autoridad que tienes sobre el enemigo, los demonios están obligados
a obedecerte. Cuando tú ordenes a los demonios que se vayan y te obedezcan, no te debes
sorprender o regocijar. ¿Por qué? Pues porque se supone que los demonios tienen que
obedecerte. Eso no debería ser sorprendente, inusual o extraordinario, sino algo normal y común.
Precisamos mantener la perspectiva correcta como Jesús enseñó a los setenta, es decir, nosotros
estamos gratos de que nuestros nombres estén escritos en los cielos.

32º Lucas 11:14-26


Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el
mudo habló, y la gente se maravilló.

Jesús expulsaba los demonios porque creía que poseía la autoridad para hacer todo lo que la
Palabra de Dios le decía que podía hacer.

15 Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los
demonios.

Algunos de los que habían visto a Jesús echar fuera los demonios dijeron que lo hacía por medio
de Beelzebú el príncipe de los demonios. Esta debía ser la manera como los echaban fuera todos
aquellos que no poseían la autoridad proveniente de Dios. Esto todavía se practica en varios países
del mundo hoy en día – Expulsar los demonios invocando un diablo de rango superior para que
posea a la persona, y después, este diablo principal ordenará a los de rango inferior que salgan de
aquel hombre.

16 Otros, para tentarle, le pedían señal del cielo.


17 Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí
mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.

Jesús no expulsaba los demonios con el mismo método que esta gente utilizaba.

18 Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? Ya


que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios.
19 Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan?
Por tanto, ellos serán vuestros jueces.

Si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, les dijo Jesús, entonces ¿por quién los expulsan
vuestros hijos? ¿Cuál es el método que ellos utilizan?

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20 Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha
llegado a vosotros.

Jesús, igual que todos nosotros, echaba fuera los demonios por el dedo de Dios, el cual es el poder
y la autoridad que tenemos de parte de Dios.

21 Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee.
22 Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que
confiaba, y reparte el botín.
23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
24 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y
no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí.

Si un hombre que está poseído con demonios se dirige a otro que los echa fuera por el príncipe de
los demonios, estos espíritus de rango inferior tendrán que obedecer al de mayor graduación y salir
fuera. Sin embargo, poco tiempo después, el mismo espíritu que fue echado de aquel hombre
procurará volver a entrar en él, porque el demonio no fue echado afuera de acuerdo a la fe de quien
procura ser liberado.

25 Y cuando llega, la halla barrida y adornada.

La casa donde antes moraba se encuentra ahora decorada al gusto de aquel espíritu y quiere volver
a habitarla.

26 Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer
estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.

Aquellos que consiguen expulsar los demonios a través del príncipe de los demonios pueden
parecer sanados durante algún tiempo, sin embargo, posteriormente se encontrarán en un estado
más lamentable porque el mismo espíritu que lo poseía anteriormente regresará con siete espíritus
peores que él mismo. (Sección 8ª para más explicaciones, Pág. 37-41)

Tú expulsas a los demonios con el poder de Dios. Los espíritus salen porque hay alguien que tiene
la fe necesaria para que se realice esta liberación. Pueden ser tanto pariente(s) como amigo(s) de
aquel que precisa ser liberado como el propio poseído. Alguien tiene que tener esa fe.

Por otro lado, si los demonios no han sido expulsados por fe, como en el caso anterior, volverán a
poseer a la persona de nuevo. Cuando los espíritus no son echados afuera con fe, las personas no
tienen forma de prevenir el retorno de los demonios. La fe tiene que estar envuelta para que la
persona pueda tener la doctrina correcta y la fe necesaria para poder mantener de fuera a los
espíritus.

33º Lucas 13:10-13


Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo;
11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y
andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.
12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad.
13 Y puso las manos sobre ella, y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios.

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Podemos considerar este relato en la 1ª categoría, el espíritu que esta mujer tenía no estaba
molestando a Jesús ni a nadie en la reunión. En esta categoría, los demonios deben ser expulsados
tanto por la fe de aquel que efectúa la sanidad así como la de aquel que la recibe. En este caso
parece que la mujer debía tener fe para recibirla. No sabemos si alguno de sus familiares también
tenía fe de que sería sanada pero ella sí que nos parece que la tuviese porque Jesús pudo sanarla.

Jesús se encontraba enseñando en una de las sinagogas en el Sábado. Había una mujer que sufría
de una enfermedad que le hacía estar encorvada y no se podía enderezar debido a lo que le
producía tener aquel espíritu de enfermedad durante dieciocho años. Eso debe de haber sido algo
terrible para aquella mujer durante todos aquellos años. Sin embargo, no se presentó por sí misma
a Jesús pidiéndole su sanidad. Este no es un caso típico de liberación como los encontramos
corrientemente en la Palabra de Dios. Esta mujer no fue conducida a Jesús por familiares o amigos
ni se encontraba molestando o disturbando a las personas.

En aquel día en la sinagoga debían encontrarse otras personas que necesitasen igualmente de ser
liberadas; sin embargo, Jesús no los sanó. La escritura nos relata que Jesús se encontraba
enseñando cuando “la vio.” Tuvo que ser verdaderamente inspirado por Dios cuando reparó de
aquella manera en aquella mujer. Por eso la llamó después y le dijo, “Mujer, eres libre de tu
enfermedad.” Además, puso sus manos sobre ella, e inmediatamente se enderezó y comenzó a
glorificar a Dios.

La razón por la cual esta mujer recibió su liberación se debió a la fe que tenía para recibirla. Este
hecho le fue revelado a Jesús mientras estaba enseñando y tomó la acción debida para que la
liberación se produjera.

En este relato, Jesús ni tan siquiera tuvo que identificar al espíritu o hablarle directamente. ¿Por
qué no se dirigió al espíritu de enfermedad en esta ocasión? Porque la mujer tenía la fe necesaria
para ser sanada. Jesús podría haberle hablado al espíritu de enfermedad ordenándole que saliera de
allí y hubiera salido sin duda alguna, pero no tuvo ninguna necesidad de hacerlo. Todos los que se
encontraban presentes en la sinagoga, así como la propia mujer, no se dieron cuenta que Jesús
había echado fuera al espíritu de enfermedad porque él simplemente dijo, “Mujer, eres libre de tu
enfermedad.” De lo que sí se dio cuenta esta mujer es que había sino librada de su enfermedad
porque creyó. Por tanto, también tú puedes expulsar los demonios de alguien cuando haya terceros
observando, sin que se den cuenta de que tú estás echando fuera espíritus diabólicos.

Una vez que no existen registros acerca de expulsar demonios en el Evangelio de Juan, con este
relato acabamos nuestro estudio en los Cuatro Evangelios acerca de echar fuera los demonios.

61
B. Estudio del Libro de Hechos
Vamos por tanto a ir al Libro de Hechos para estudiar ahora este mismo tema.

34º Hechos 5: 15 y 16
Tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al
pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y
atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.

Este relato pertenece a la 1ª categoría. En el versículo 15 dice, “Sacaban a los enfermos...” En el


versículo 16 vemos que, “Traían enfermos.” La gente oyó la Palabra e incrementaron su fe para
recibir sanidad. El grado de fe que poseían era tan grande que podían ser completamente sanados
simplemente por ponerse a la sombra de Pedro. “Y todos eran sanados.”
El primer paso para sanar y librar de la posesión de demonios es predicar las buenas nuevas y
proclamar que la sanidad se encuentra inmediatamente disponible. A seguir, todos los que deseen
ser sanados y tengan fe para recibirla se acercarán y obtendrán sanidad y liberación. En tercer
lugar, el sanador tiene que tener fe para impartir la sanidad.

En esta sección de escritura nos encontramos con una situación diferente. Pedro no tuvo que
ministrar sanidad a individuos específicos ni tuvo que ordenar que salieran a los demonios.
Aquellos que deseaban ser sanados poseían una gran creencia y se acercaron a Pedro creyendo que
serían liberados al ponerse bajo su sombra. Recibieron sanidad de aquella manera.

35º Hechos 8:5-13


Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

Cuando se predica lo que está disponible en Cristo se aumenta la fe de aquellos que desean ser
liberados. El comienzo de los milagros, maravillas y señales se produce siempre que proclamamos
el inmediata y poderosa Palabra de Dios.

6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo
las señales que hacía.

Felipe estaba capacitado para hacer milagros para esta gente porque, en primer lugar, les predicó la
Palabra a través de la cual recibieron la fe necesaria para recibir liberación, así fueron sanados, A
medida que otras personas iban viendo los milagros, también iban siendo inspirados y aumentando
su fe.

7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y
muchos paralíticos y cojos eran sanados.

Cuando las personas tienen fe para recibir liberación, los espíritus inmundos dan voces y gritan
pero tienen que salir fuera de aquellos que poseen. Felipe realizaba los milagros (vers. 6) y
ordenaba a los espíritus inmundos que saliesen y se marchaban.

8 Así que había gran gozo en aquella ciudad.

62
Eso es lo que sucede cuando las personas son liberadas.

9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y
había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.

Simón era de aquellos que utilizaban demonios de alto rango engañando a la gente. Él tenía que
permitir que los diablos entrasen dentro de él para poder hacer esto.

10 A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este
es el gran poder de Dios.

Simón recibía la gloria de parte de aquellas personas que decían, “Este hombre es el gran poder
de Dios.” Él debía poseer un enorme poder porque, cuando la gente observaba lo que hacía,
exclamaban, “Este hombre es el gran poder de Dios en persona.” Manifestaba aquel poder para
que la gente creyera en él propio; sin embargo, su poder no procedía del Dios verdadero sino del
diablo. Siempre y cuando algún hombre, como hacía Simón, tiene influencia sobre las personas en
cualquier lugar, esa misma área será palco de muchas personas poseídas, enfermas, sufriendo de
pobreza y de muchos otros problemas. También la economía de la ciudad se verá afectada
negativamente.

11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.

La gente de Samaria ignoraba que hubiese un poder diferente hasta que Felipe llegó a la ciudad
con la Palabra que revela al verdadero Dios y que se encontraba disponible para todos.

12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre
de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

Los samaritanos presenciaron un poder mucho más grande que aquel predicado por Simón durante
tantos años. Aquello que Felipe predicaba hacía todo el sentido.

13 También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y
viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.

El poder de Dios es muy superior comparado con el poder del diablo. Este versículo dice que el
mismo Simón también creyó y estaba maravillado con el poder que Felipe manifestaba. Simón
pudo haber intentado invocar su magia contra Felipe pensando atacarlo con los demonios, porque
la gente estaba volviendo su atención sobre lo que decía Felipe y estaba dejando de lado lo que él
decía. Siendo así, entonces cuando Simón vio que los demonios no hacían el efecto deseado sobre
Felipe, debe haberse maravillado pensando cuál sería el poder que Felipe poseía. Y finalmente, el
propio Simón se debió de dar cuenta de cuál era la fuente del poder de Felipe, y sabiendo que la
procedencia era del Dios verdadero, entendió perfectamente que era muy superior a su propia
fuente. Simón, por fin, creyó en el Dios verdadero.

Este relato pertenece a la 1ª categoría. En primer lugar Felipe predicó la palabra a la gente de
Samaria. Cuando esa gente la oyó y creyó, recibieron liberación. Muchos samaritanos estaban
poseídos con espíritus inmundos debido a los sortilegios de Simón, que manifestaba el poder del
diablo. Simón engañaba a la gente haciéndoles pensar que él propio era el poder de Dios. Sus
enseñanzas eran malignas, instruyendo con ellas a la gente para que emprendiesen ciertos actos y

63
/o utilizasen ciertos objetos con los cuales el diablo podía poseerlos. También debe haber enviado
directamente algunos demonios a las personas que le escuchaban con el fin de poseerlos.

El poder de Dios que tú tienes sobreexcede a todo el poder del diablo. Los sortilegios, los fetiches
y todas las magias no pueden atacarte a ti. Todas ellas se verán frustradas porque se usan para
dañar a las personas que no tienen a Cristo dentro de ellas. Tú puedes poner en evidencia estos
sortilegios, fetiches y magias para que conozcan y sepan que existe un poder superior, y también
ellos, como Simón, puedan un día creerle al Dios verdadero.

36º Hechos 13:6-12


Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío,
llamado Barjesús,
7 que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a
Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.
8 Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la
fe al procónsul.
9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del espíritu santo, fijando en él los ojos,
10 dijo: ¡OH, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda
justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?
11 Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por
algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor,
buscaba a quien le condujese de la mano.
12 Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina
del Señor.

Elimas también era un mago, pero al contrario de Simón, éste era un hijo del diablo. Se dedicaba a
pervertir los caminos derechos de Jehová. Este relato no trata sobre echar fuera los espíritus
diabólicos; sin embargo, yo lo he incluido para mostrarte que, cuando un hijo del diablo se opone a
la predicación del evangelio e intenta impedir que crean la verdad aquellos que la desean, tú
puedes tomar una actitud contra esa persona. En ese caso, Dios verdaderamente ejercitará Su poder
en ti para que emprendas la acción necesaria enfrentando al hijo del diablo.

37º Hechos 16:16-18


Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía
espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.
17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del
Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.
18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al
espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma
hora.

2ª categoría. El espíritu que residía en una cierta muchacha irritaba a Pablo y le afectaba cuando
estaba ministrando la Palabra de Dios. Esta muchacha no fue conducida a la presencia de Pablo por
ninguno de sus familiares o amigos para que le expulsase su demonio.

Cuando esta muchacha comenzó a dar voces alrededor de Pablo, lo que salía de su boca parecía ser
bueno. El espíritu que tenía dentro de ella decía, “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo,
quienes os anuncian el camino de salvación.” Podíamos pensar que Pablo debía estar grato al

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espíritu si consideramos sus palabras. Sin embargo, el espíritu dentro de esta mujer lo hacía
repetidamente todos los días y dando voces, lo que irritaba en gran manera a Pablo, que decidió
finalmente expulsar de su lado al espíritu. Observe que Pablo se dirigió directamente al espíritu
diabólico. No se puso a identificarlo sino que le ordenó diciendo, “Te mando en el nombre de
Jesucristo que salgas de ella.” Podemos aprender con este relato que no es necesario nombrar al
espíritu inmundo para expulsarlo y que hablándole directamente al espíritu obtenemos el resultado
que pretendemos.

38º Hechos 19:8-12


Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y
persuadiendo acerca del reino de Dios.
9 Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la
multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela
de uno llamado Tiranno.
10 Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia,
judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.
11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo.
12 de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y
las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

Aquí tenemos la 1ª categoría. Las personas que precisaban sanidad y liberación se acercaron a
Pablo con tal grado de creencia que recibían su liberación solamente por tocar algunos paños o
delantales que retiraban de sus vestiduras. Pablo aquí tampoco precisó de dirigirse hablando a los
espíritus inmundos; éstos salían debido a la fe que las personas tenían. ¿Cómo obtuvieron un tal
grado de creencia? Porque Pablo les enseñaba diariamente la Palabra de Dios en la escuela de
Tiranno. La Palabra que les enseñó fue la revelación del Misterio de Dios, que nos dice lo que fue
hecho y se hizo disponible para nosotros en Cristo. A medida que leemos hoy en día las epístolas
de Pablo (de Romanos hasta Tesalonicenses) nos damos cuenta de todas las cosas que tenemos en
Cristo Jesús como hijos de Dios, entre las cuales se encuentran la autoridad y el poder que tenemos
de sanar a los enfermos y de echar fuera los espíritus inmundos. Nosotros podemos obtener los
mismos resultados que Pablo obtuvo ayudando a las personas si hablamos con denuedo y
confianza la Palabra y le enseñamos a la gente de Dios todas las maravillosas verdades que se
encuentran en las Siete Epístolas a la Iglesia.

39º Hechos 19:13-17


Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor
Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica
Pablo.

Estos judíos eran exorcistas ambulantes que invocaban espíritus diabólicos de rango superior para
poder expulsar a diablos de rango inferior de dentro de las personas. Estos hombres no tenían el
espíritu de Dios consigo; sin embargo, intentaron expulsar los espíritus inmundos usando el
nombre de Jesús a quien Pablo predicaba.

14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto.

Estos hombres eran hijos del jefe de los sacerdotes que deberían conocer los caminos derechos del
Señor, pero en vez de conocerlo, estaban utilizando el poder de los espíritus diabólicos para sanar a
los enfermos y echar fuera los demonios.

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15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quien es Pablo; pero
vosotros, ¿Quiénes sois?

Los espíritus inmundos saben perfectamente quien eres tú. Saben el poder y la autoridad que tú
tienes y ellos tienen por obligación que obedecerte. Están sujetos a ti. Pero aquellos que no tengan
el espíritu de Dios no tienen autoridad ninguna sobre ellos.

16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo
más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

Lo que sucedió fue que, los espíritus que moraban dentro de los siete hijos de Esceva, eran
realmente de un rango inferior al del espíritu que estaba en el hombre que esperaban “liberar.” Este
relato aparentemente nos muestra una brecha en el reino de los espíritus inmundos porque, así que
se sintió ultrajado el espíritu inmundo de rango superior, se puso a apalear a los siete hijos del jefe
de los sacerdotes.

17 Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos; y tuvieron
temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús.

Los demonios conocen perfectamente cuál es el poder, la autoridad, y la posición que ocupan en
este mundo. También saben a qué rango pertenecen en el mundo espiritual los diversos demonios.
Y al mismo tiempo, los diablos también conocen perfectamente tu poder y tu autoridad y saben
cuán grande eres debido a que estás sentado con Cristo a la diestra de Dios en los lugares
celestiales.

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VIII. Conclusión de Cómo Echar Fuera los Demonios.
Hemos visto dentro de estos registros que tratan con expulsar los demonios las siguientes
categorías:

1º Igual que en el caso de sanar a los enfermos, después de aprender de la Palabra de Dios
que la liberación se encuentra inmediatamente disponible, la gente que precise ser librada de
posesión espiritual debe responder con deseo y expectación para ser liberada. Deben
acercarse al sanador y conseguir expulsar los demonios. Todos los puntos enumerados del 1
al 5 que se anotaron en la sección sobre sanidad también se aplican aquí para echar fuera los
demonios.
(Ver Páginas 13-28.)

Cuando aquel que se encuentra poseído, o su familia, cree por la liberación, la persona que
ministra también debe creer en la autoridad que posee sobre los espíritus diabólicos y
ordenarles que salgan de la persona. Las dos partes, tanto el que desea ser sanado como aquel
que expulsa los demonios, deben creer necesariamente.

2. El segundo caso que puede darse es cuando los espíritus inmundos en una persona
intentan molestarte dando voces o diciendo cosas que interfieran o te prevengan de hacer lo
que desees en una reunión o en tu rutina diaria. En ese caso, tú debes ordenarle que salga
fuera de aquella persona. Siempre y cuando un espíritu inmundo te moleste, entonces no
precisas que se encuentren personas presentes que crean por la sanidad del poseído para
expulsarle. No obstante, es necesario que tú instruyas, a la persona que fue librada, acerca de
cómo mantener al espíritu fuera de su vida.

Los puntos siguientes también han sido vistos con estos registros. Para que puedas libertar a todos
aquellos que se encuentren poseídos por espíritus inmundos, debes tener absolutamente claros los
siguientes puntos en tu corazón.

1. La cosa más importante que tú debes hacer para traer liberación física es hablar, predicar y
proclamar a la gente que obtendrán el 100% de liberación, en ese mismo instante. La
promesa de la Palabra de Dios inspira la fe necesaria al oyente para recibirla

2 Todos aquellos que precisan liberación tienen que responder positivamente a la prédica de
liberación. Deben acercarse a ti con el deseo y la expectación necesarias para ser liberados.
Tú no debes ir a sus casas para expulsar los demonios basado simplemente en que alguien te
haya expuesto la situación.

3 Eres tú el que sana y eres tú el que expulsa a los demonios. No debes orarle a Dios
para que expulse los demonios o realice la sanidad. A ti se te ha dado ya la autoridad y el
poder necesarios para hacerlas por ti mismo. Así que tú sanas las enfermedades y
expulsas los demonios para librar a las personas. Utiliza con fe el poder y la autoridad
que Dios te ha conferido. A medida que comiences a ministrar, el espíritu de Dios dentro de
ti te proveerá de todo lo necesario para lleves a cabo con éxito la liberación de las personas.

Cuando liberes a las personas, instrúyelas con la Palabra de Dios acerca de quién es
Jesucristo y sobre todo lo que él cumplió por ellos para que se puedan mantener liberados.

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Espero que este estudio acerca de “Cómo Sanar a los Enfermos y Echar Fuera a los
Demonios” te haya mostrado, de manera sencilla, las claves básicas y los principios
envueltos al utilizar el poder y la autoridad que Dios te ha conferido para librar a las
personas que están dentro, y fuera, del Cuerpo de Cristo.

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