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Neville Goddard (28 de febrero de 1969) CREED EN ÉL

Cuando le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de
Dios?", él respondió: "Creed en el que Él ha enviado." Eso es todo lo que tienes
que hacer. La salvación es tuya cuando tú crees en él. No hay aristocracia de
privilegio, y creer que Jesús existe no significa nada. La pregunta es: ¿Puedes
creer en su historia? Él nos dice que fue enviado, y todo el que es enviado es
Jesús, el que envía. (NT: Jesús es tanto el enviado como el que envía) Aquellos que
son llamados del mundo de la muerte no se prestan voluntarios ni eligen la tarea.
Son elegidos, llamados, incorporados en el cuerpo del Señor resucitado y enviados
como el que envía, y pueden decir: "Quien me ve a mí, ve al que me envió." Después
de ser incorporado en su ser, el individuo es enviado no para contar que él tiene
una familia numerosa, una casa preciosa, o un montón de dinero, sino para contar
que él ha cumplido las Escrituras. Cuando Jesús entró en la sinagoga comenzó a
enseñar, y los que le oían se preguntaban cómo es que él tenía este tipo de
conocimiento, ya que sabían que él sólo era el hijo del carpintero. Sabían que el
nombre de su madre era María, y el de sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas,
así como el de sus hermanas. Aquí vemos una familia numerosa, y un hombre con poco
o nulo conocimiento enseñando a los estudiosos de la época. Él les dice que ha sido
enviado no para construir una casa o decirle a los demás cómo hacerlo, sino para
cumplir las Escrituras. Entonces, comenzando con Moisés y la ley y todos los
profetas y los salmos, él les interpretaba todas las cosas de las Escrituras
concernientes a él. Sin darse cuenta de que las Escrituras eran todas sobre él, un
hombre normal de una familia numerosa cuyo oficio era el de carpintero fue llamado,
incorporado en el Hombre resucitado, y enviado, sabiendo que él era uno con el que
lo envió. Yo no puedo divorciarme del ser que me incorporó en su cuerpo. Él me
envió para decirte que si crees en mis experiencias, entonces tú, también, harás
las obras que yo hago. Si no crees en ellas, no las harás, porque no hay otro
camino para la salvación. A menos que estas experiencias místicas se desplieguen en
ti, tú nunca dejarás este mundo de muerte para vivir en el mundo de vida. En Adán
todos mueren. En Jesús todos son vivificados. Él me dio vida, en Él, y me envió
para contarte mis experiencias pues la necesidad era grande y decirte que si me
crees, tú las experimentarás y serás salvado, ya que son tu partida de este mundo
de muerte y tu entrada en el mundo de vida. Yo te digo: a pesar del hecho de que
tengo un padre y una madre, hermanos, y una hermana terrenales, yo ya no soy de
este mundo. Yo soy de arriba y tú eres de abajo. Si me crees, tú, también, nacerás
de arriba. Entonces ya no serás de abajo, sino un ser totalmente diferente,
viviendo en un mundo totalmente diferente. Ahora, en el capítulo 16 de Hechos,
leemos la historia de una muchacha esclava que tenía el espíritu de adivinación y
estaba ganando grandes sumas de dinero para sus
amos, adivinando. Y cuando Pablo vino con sus asociados, ella dijo: "Estos hombres
están proclamando el camino de la salvación", y les siguió durante muchos días.
Esta historia es seguida por el encarcelamiento de Pablo y un gran terremoto que
despertó al carcelero, que temblando de miedo dijo: "¿Qué tengo que hacer para
ser salvo?" Y se le dijo que creyera en el Señor Jesús. ¿Creer en un hombre? No. El
Señor Jesús es solamente un patrón de salvación que ahora está incrustado de
percebes. Yo fui llamado, incorporado en el cuerpo del amor, y enviado al mundo
para quitar los percebes contando el camino de salvación que he experimentado. Tú
puedes pensar que los pocos cientos o miles de personas a quienes se lo he contado
no significan nada contra las tres mil millones de personas que hay en el mundo
(NT: Más de 7.000 millones en la actualidad); pero yo sé que un remanente ha sido
preparado, y ellos creen. Eso es todo lo que se necesita. Habiendo escuchado, su
creencia causa que suceda en ellos; y la historia de la salvación se difunde una
vez más, hasta que aquellos sin visión se organicen y hagan de ello un negocio.
Entonces, se volverá a llenar de percebes una vez más y se convertirá en una
tradición, carente del espíritu. En 1929 yo no me presté voluntario, pero fui
llamado. Me encontré ante la presencia del Amor Infinito, que me incorporó en su
cuerpo. Fui enviado como amor el cuerpo del Señor resucitado de regreso a una
vestimenta física que es frágil, para contarles a aquellos que son igualmente
frágiles que Dios es su propia maravillosa imaginación humana. Muchos, conociendo
mi trasfondo biológico, mi familia numerosa con sus limitaciones, rechazan mis
palabras. Unos pocos, sin embargo, las han aceptado, y a ese remanente les
sucederá. Así que, ¿qué debes hacer para poner en práctica las obras de Dios? Creer
en el que Él ha enviado. Yo te digo, Él me ha enviado a mí. Tú puedes creerme o no,
ése es tu privilegio. Pero yo te digo: la experiencia me cambió tanto que he
caminado por fe en esta visión a través del fango de la duda, incluso cuando venía
de mi círculo íntimo. Uno primero es llamado, incorporado en el cuerpo del amor, y
luego enviado. Esto continúa eternamente hasta que todos sean redimidos, pues
ninguno será perdido. Así como por Adán todos mueren, así también por Cristo todos
son vivificados. Este Cristo es un patrón del propósito eterno de Dios, pues sólo
hay una manera de escapar de este mundo. El patrón comienza por tu nacimiento como
espíritu. Esto es seguido por el descubrimiento de la paternidad de Dios. Luego tu
cuerpo espiritual será rasgado de arriba a abajo a medida que tú asciendes a los
Cielos. Y después el símbolo del Espíritu Santo descenderá sobre ti para sofocarte
con amor, completando el patrón. Jesucristo no es un hombre, sino un patrón, que yo
he venido a renovar. Creer que Jesucristo existió no es una creencia en él, ¡ya que
él es el camino a la salvación! Ahora, una vez que el barco vuelve a tener
incrustaciones de percebes, uno es llamado y enviado para quitarlos contando de
nuevo la historia como algo que le sucedió a él. Cuando yo se lo conté a mi
familia, ellos no podían creerme y me cuestionaron, diciendo: "¿Neville, quieres
decir que tú no crees en Jesucristo?" Y yo respondí: "¡Creo en él mucho más de lo
que vosotros lo hacéis!" "¿No crees que él existió?'' ''Sí, pero no como hombre."
Creer en Jesucristo es creer en el patrón de salvación que él es. Si crees en un
hombre, crees en Neville, y Neville no significa nada. Si Neville fue llamado e
incorporado en el patrón espiritual de salvación, él es enviado llevando el patrón
que erupciona dentro de él. Este patrón ha erupcionado en mí y he contado mi
historia como fui enviado a hacer. Se dice que Jesús comenzó su ministerio cuando
tenía unos treinta años de edad. Eso no quiere decir treinta años físicos, porque
él no estaba hablando como hombre biológico. Treinta años después él fue
incorporado en el cuerpo del amor, fue calificado por la erupción para contar lo
que le había sucedido. Contó sus visiones y señaló su cumplimiento en las
Escrituras, y algunos creyeron mientras que otros tan condicionados a creer en un
Cristo físico no podían comprender. La división del templo de Dios se cuenta en su
forma simbólica en el capítulo 14 de Zacarías, como: "El monte de los Olivos se
partirá en dos, de este a oeste, mientras una mitad se mueve hacia el norte y la
otra mitad se mueve hacia el sur, haciendo un valle muy grande." Se cuenta como una
metáfora, pero tú eres su realidad. Las Escrituras son todas sobre ti, y esa
división eres tú mismo. Tomado de manera secular, David vivió hace incontables
años; pero en el espíritu, él te llamará padre. Cuando yo comparto mis visiones y
su confirmación en las Escrituras, algunos me creen, pero la mayoría piensan que
estoy compartiendo una fantasía; aun así camino con fe a través del fango de la
duda mientras cuento mi historia. Mi trayectoria es conocida. No tengo educación,
ni riqueza ni posición social, sin embargo yo sé que fui elegido para ser llamado e
incorporado en el cuerpo del amor y luego enviado. El Amor podría haber llamado a
un gigante financiero o intelectual, o a alguien guapo y maravilloso, a juzgar por
los estándares humanos; sin embargo, él me llamó a mí en el espíritu. Yo no fui
iniciado en la carne, pero fui tomado en el espíritu; porque Dios es espíritu, y
los que le adoran lo hacen en espíritu y en verdad. Fue una incorporación
espiritual en el cuerpo del amor, sin embargo, parecía ser sólidamente real. Como
Espíritu, yo regresé a la prenda que había dejado sobre la cama. Fue ese cuerpo
espiritual el que desplegó su plan de salvación. Ahora yo sé que ésta es la única
manera en que el hombre puede abandonar este mundo de muerte, y su salida comienza
cuando simplemente cree la historia. No creas en Neville como hombre, porque él es
frágil y está sujeto a todas las debilidades de la carne. Más bien, cree en lo que
yo he experimentado. He clarificado las Escrituras para ti y te he mostrado dónde
fueron predichas mis experiencias. He repetido esto una y otra vez con la esperanza
de que los que escuchen mis palabras las creerán, porque he atado el Evangelio a su
realidad. El libro de los Hechos, que una vez fue parte del libro de Lucas, fue
separado por un propósito. La historia de Jesús, el hombre patrón, no se encuentra
en el libro de los Hechos. Por el contrario, la historia de los apóstoles está
recogida ahí; pues los apóstoles son enviados para contar exactamente cómo sucedió
en ellos. Yo no conozco, sin embargo, ninguna parte de las Escrituras donde se
cuente la historia de manera tan gráfica como yo te la he contado a ti. En el
Antiguo Testamento, se hace la pregunta: "¿Puede un hombre dar a luz? ¿Por qué
entonces veo a todos los hombres con las manos sobre sus caderas como mujer de
parto? ¿Por qué se han puesto pálidos todos los rostros?" (Jeremías 30:6) "Un niño
nos
es nacido; un hijo nos es dado." (Isaías 9:6) ¿Cuando una mujer forma un niño
dentro de sí misma, no es ese niño parte de su cuerpo? ¿Y cuando ella está dando a
luz, no saca fuera de sí misma una parte de su cuerpo? Las mujeres primitivas no
iban a un hospital. Mientras trabajaban en el campo, estas mujeres se detenían por
un momento y sacaban fuera de sí mismas lo que habían formado dentro de sí mismas.
Esto es exactamente lo que yo hice. Me saqué de mí mismo. Cinco meses más tarde
cumplí el Salmo 89. Cuando David se presentó delante de mí, supe que yo era su
padre, ya que no hubo incertidumbre en cuanto a esta relación. Te estoy contando lo
que yo he experimentado. Las Escrituras predijeron estas visiones, que deben tener
lugar antes de que puedas partir de este mundo. ¿Qué debes hacer para provocarlas?
Creer en la historia que he sido enviado a contar; ya que si lo haces, y pones tu
esperanza por completo en tener estas experiencias, tu salvación está asegurada.
Finalmente todos creerán. El rechazo retrasa el nacimiento, sin embargo, ya que
viene sólo después de la aceptación de la historia contada por el que ha sido
enviado. Yo no elegí ser enviado. Cuando me quedé dormido esa noche, yo habría sido
la última persona que yo hubiera elegido como digna de ser llamada a la presencia
del Señor resucitado. Las bienaventuranzas nos dicen que sólo los puros de corazón
verán a Dios, y yo ciertamente no me sentía que fuera puro de corazón. Mi esposa y
yo nos habíamos separado, y mi hijo pequeño iba y venía entre nosotros. Con los
conflictos que se producen con todas estas pequeñas cosas tontas, yo nunca me
hubiera juzgado digno de ser puro de corazón. Pero Dios no ve lo que el hombre ve.
Dios ve el corazón. Él ve el motivo detrás del acto, no la imagen externa. ¿Fue el
pensamiento dado a luz en el amor, o en el odio? ¿Era su motivo infligir dolor, o
expresar amor? Dios ve el corazón, y cuando Él lo juzga puro, esa persona es
llamada. En 1929 yo fui llamado, y durante treinta años sólo enseñé la Ley. La
Promesa estaba ahí en las Escrituras, pero yo no lo supe hasta que erupcionaron en
mí treinta años más tarde. A partir de ese momento yo no pude hacer otra cosa más
que pensar en ello, hablar de ello, y compartir mis experiencias de ello; porque
eso es lo que fui enviado a hacer. Mi genealogía es conocida. Mi familia biológica
mi padre, mi madre, mis hermanos y mi hermana, así como mi escasa formación son
conocidas; sin embargo, está todo recogido en las Escrituras. Cuando compartí mis
experiencias con mi familia, ¡ellos las rechazaron por completo! Mi padre terrenal
fue el único que más se acercó a comprender. Un día un ministro estaba en la casa,
y cuando él no pudo responder a mis preguntas, o arrojar alguna luz sobre mis
visiones, mi padre dijo: "Hijo, tú debes ser un apóstol." Mi madre lo sintió en sus
entrañas cuando yo estaba viniendo a este mundo; pero ella no tuvo ninguna
confirmación, ya que yo me convertí en bailarín y ella siempre había creído que yo
sería un ministro en la iglesia anglicana. Pero yo te digo: éste es el único camino
para la salvación. No creas en Neville. Él no es el camino. Yo podría salir contigo
cada noche y disfrutar plenamente mientras nos tomamos unas copas. Ningún alimento
es desagradable para mí, ya que me gusta todo. Me han dicho que no discrimino lo
suficiente, debido a que no puedo encontrar nada que condenar. No obstante, admito
todas mis debilidades de la carne humana; sin embargo, a
pesar de eso fui llamado y enviado. En ese momento yo no conocía el propósito de
Dios; pero después de que su mensaje erupcionara dentro de mí, supe que había sido
enviado para refrescar el ambiente, y limpiarlo después de siglos de incomprensión
del misterio cristiano. El cristianismo cumple la promesa del judaísmo. Cumpliendo
el patrón llamado Jesús, somos reunidos uno a uno en ese único hombre resucitado,
para ser ese único ser en Cristo. No me importa qué nombre lleves en la tierra,
serás enviado como Jesús. Interpretarás su papel y compartirás tus experiencias con
todos los que escuchen. No elaboras; sino que les dices que a menos que crean, no
les sucederá a ellos y permanecerán en el mundo de la muerte. No es suficiente
creer solamente que Cristo existió. Eso es como decirle a un amigo: "Creo que
existes." ¡Qué insulto! La cuestión es: ¿Confías en Cristo? ¿Crees en él? Ahora yo
un hombre te cuento la historia de la salvación como la he experimentado. ¿Crees
en mi historia? Si lo haces, tú crees en mí; luego olvida todo lo que has oído
acerca mí como hombre. Una amiga mía recientemente le contó a una conocida suya la
historia de mis experiencias, y luego más tarde le mencionó que yo me había
divorciado y vuelto a casar. En el momento que la señora escuchó que yo estaba
divorciado, cerró su mente y no pudo aceptar la historia de que yo había sido
llamado, incorporado en el cuerpo de Dios, y enviado para contarlo. Ella juzgó al
hombre externo y no pudo creer en aquel a quien Dios había enviado. Ella podría
cruzar la calle, sin embargo, y creer que si sólo comiera maíz sería salvada, sólo
porque la persona que se lo dijera no estuviera divorciada. Yo te digo: tú puedes
comer maíz de ahora en adelante, pero aún así permanecerás en este mundo de muerte
hasta que creas la historia de la salvación tal y como yo la he experimentado. No
me importa lo que hayas hecho o estés haciendo; si tú crees mi historia y pones tu
esperanza por completo en la gracia que está viniendo a ti, Aquél que ve tu
creencia te llamará y erupcionará dentro de ti. Dios ve tu corazón. Él ve que tú
eres capaz de creer la increíble historia de Cristo y cumplirla. Pídele al médico
que te sacó del vientre de tu madre que te explique cómo los huesos crecieron allí,
o cómo se cubrieron de carne; y aunque pueda darte razones de por qué aparecieron
él no puede decirte cómo se hace; como se nos dice en los libros de Eclesiastés y
Proverbios: "¿Quién sabe cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta?"
Ahora te hablaré de otro nacimiento, que es mayor que el nacimiento físico de
mujer. Nadie ve este nacimiento, sin embargo, es real, pues es el nacimiento de
Dios. Él nace de este cuerpo de muerte y te lleva con él al cuerpo de vida. No es
necesario entender este nacimiento, sólo creer en él. Por lo tanto, ¿qué debes
hacer para poner en práctica las obras de Dios? Creer en el que Él ha enviado. ¿Y
qué debes hacer para ser salvo? Creer en el Señor Jesús, que es el patrón que has
escuchado [acerca] de mí. Luego sigue con tus asuntos y vive plenamente; disfruta
la vida y todo lo que tiene que ofrecer. Una señora, que me había escuchado hace
muchos años en Detroit y Minneapolis, me llamó recientemente. Aunque ella y su
esposo no tenían nada, ella creía en lo que yo decía e imaginaba tener mucho
dinero. Su esposo pasó muchos años en diferentes hospitales psiquiátricos, agotando
el poco dinero que tenían, y un día se quitó la vida.
Su único hermano era un hombre de negocios muy ahorrativo, que vivía frugalmente.
Él murió, y tres semanas más tarde su esposa murió también, dejándole todo a esta
señora. Ahora ella tiene el dinero para vivir lujosamente, tal y como había
imaginado. Esta señora asumió la riqueza sin saber de dónde vendría, y ahora la
tiene. La Ley no te fallará aquí ni en el mundo de Dios, ya que debes creer en
ambas historias. Yo te digo: una asunción, aunque sea falsa, si tú persistes en
ella comprobarás que termina haciéndose realidad en el mundo del César, como lo
hizo en su caso. Te cuento además una historia increíble: que tú despertarás en tu
cráneo y experimentarás un nacimiento espiritual como el descrito en las
Escrituras; pues es de ti de quien se habla en ellas. ¿Puedes creer ambas
historias? Si crees en una lo suficiente como para ponerla a prueba, y compruebas
que es cierta, trata de creer en la otra; porque a menos que creas ambas, no podrás
comprobarlas. Si crees en la que tiene que ver con el mundo del César, puedes tener
dinero en abundancia como esta señora hizo. Pero debes creer en la otra para vivir
donde no necesitas dinero, porque allí sabes que la tierra es tuya y todo en ella.
Cuando eres incorporado en el cuerpo de Dios, sabes que tú eres Dios y que todo es
tuyo. Entonces contarás tu historia, saldrás de este mundo y regresarás al Padre
¡que eres tú mismo! Pero mientras estás aquí, donde no sabes que el mundo es todo
tuyo, aplica la Ley de la Asunción. Asume el sentimiento del deseo cumplido y deja
que la Ley de Dios trabaje para ti. Aprende a creer la historia en este nivel a
través de la aplicación, y un día creerás la historia increíble en el nivel
superior. ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Creer en el
que Él ha enviado. Aunque nacido de carne y sangre, con cuatro hermanos y hermanas,
y carpintero de oficio, después del segundo nacimiento él ya no era el hombre que
uno conocía, sino un ser completamente diferente. Después de contarte lo que
sucedió en él, él te pide que lo creas. Si lo haces, crees en la manera en que eres
salvo. Si no lo haces, crees y permanecerás en el mundo de la muerte con sus muchos
golpes. Cientos de millones de personas se llaman a sí mismas cristianas y creen en
la existencia de Jesús; pero no creen en él, porque si lo hicieran creerían su
historia. Yo la he contado en mi libro "Resurrección". La historia es verdadera. He
venido para dar testimonio de ella. Dios me incorporó en su cuerpo y se envió a sí
mismo conmigo, de modo que el que me ve a mí, ve al que me envió. Tú nunca verás al
que me envió mirando al hombre externo. Sólo el hombre interno tiene la semejanza
de Dios, ¡y eso es quién yo soy! Ahora vamos a entrar en el silencio.

Traducido por Manu Anderson La conferencia original en inglés es BELIEVE IN HIM


(Neville Goddard 02-28-1969)

www.nevilleenespanol.blogspot.com

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