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Nacido en Lituariia y nacionalizado francés, w


Emmanuel Levinas estudió en Estrashurgo, ~
Friburgo y la Sorbona. En 1930 publicó La teoría co
de la intuición en la fenomenología de Husserl y ~
puslt~l'iut·mente De la existencia al existente, Des-
t·ubrimldo la existencia con Husserl y Heidegger,
oI
'l'otalidad e infinito, Difícil libertad y Cuatro lec-
turas talmúdicas.
Sin •~mhargu, es en Humanismo del otro hombre,
o
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J-
dundt~ st• pt~r·filan más claramente sus nuevas pre-
ut•upat·iurws. La coexistencia pacífica, la indepen-
dt~nda de las eolunias y la simultánea descolo"-
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nizaciún de las culturas, y finalmente, el "mayo w
fr·ancés" de 1968 configuran un panorama o
histórico-filosMieo que se distancia de Hitler·y la
posguena. También pareciera que la totalización o.
hegeliana -el sistema- comienza a desmem- ~
brarse. En esta perspectiva, más allá del huma- (í)
nismo clásico o de la desesperanza existencial,
comienza a perfilarse un nuevo humanismo: el
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humanismo del otro hombre. Humanismo que se
rreocupa más del hambre y la miseria de los otros ~
que de resguardar la propiedad, la libertad y la :::::>
dignidad de la misma subjetividad. I

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ISBN 968-23-1850-5
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del otro hombre
)J((J veantiuno
si~lo si~ lo
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editores 11 editores
traducción de.
DANIEL ENRIQUE GUILLOT HUMANISMO
DEL
OTRO HOMBRE
por
EMMANUEL LEVINAS

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siglo
veintiuno
editores
))((] •.
ÍNDICE

siglo xxi éditores, s.a. de c.v.


CERRO DEL AGUA 248. ROMERO DE TERREROS. 04310, MtXICO. D F.

S i g 1O X X i e d ¡:.t O r e S , S . a.
TUCUMÁN 1621. 7° N, C1 OSOAAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 3
siglo xxi de españa editores, s.a. PREFACIO 7
MENÉNDEZ PIDAL 3 BIS. 28036, MADRID. ESPAÑA
' 17
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
l. Significación y receptividad, 17; Il. Significación,
totalidad y gesto cultural, 26; 111. El antiplatonis-
mo de la filosofía contemporánea de la significa-
ción, 34; IV. La significación "económica'', 3 9; V.
El sentido único, 42; VI. El sentido y la obra, 47;
VIL Sentido y ética, 54; VIII. Ante la cultura, 68;
edición al cuidado de ricardo ehrenberg
IX. La huella, 7 2
portada de gennán montalvo
HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 84
primera edición en español, 1974
©siglo xxi de españa editores. s.a .. SIN IDENTIDAD 112
sexta reimpresión en español, 2009 l. Las ciencias humanas, 112; 11. Heidegger, 117;
~")siglo xxi editores, s.a. de c.v.
III. Subjetividad y vulnerabilidad, 120; IV. El ex-
ishn 978-968-23-1850-4 trañamiento en el ser, 127; V. La juventud, 133
primera edición en francés, 1972
({.?fata morgana, montpellier
titulo original: hwnanisme de l'ctutre homme

los ensayos incluidos en este volumen fueron publicados


originalmente: el primero por la revue de métaphysique et
de mora/e. 1964; el segundo por la revue internationale de
philosophie, 1968; y el tercero por 1'éphémere. 1970

derechOs reservactos conforme a la ley


impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico
' .

impre::.o en acción litográfica


carretera a chalco mza. 53 lote 6
san n1ateo tezoquipan
chalco, edo. de méxico
marzo de 2009

[VII}
AL PADRE HERMAN LEO VAN BREDA O.F.M.
FUNDADOR-DIRECTOR
DE LOS ARCHIVOS HUSSERL DE LOVAINA
EN LA EVOCACióN DEL MAESTRO,
AL CUAL CONSAGRA UNA OBRA ADMIRABLE,
HOMENAJE DE UNA FIDELIDAD AFECTUOSA
Y DE UNA AMISTAD DEFERENTE
PRóLOGO DEL TRADUCTOR

Emmanuel Levinas enseña en París. Aun.que


lituano por nacimiento, es francés por adop-
ción desde la primera. juventud. Su formación
in'telectual, su lengua y su pensamiento, lo
encuadran, sin dificultad, en el "clímax" pa-
risiense. Poco podrá encontrarse en sus obras
de· aquella infancia. "subdesarrollada". O,
tal vez no .. • Emmanuel Levinas es judío~
Esta "excentricidad" aparece periódicamen-
te en su obra filosófica. Hay quienes piensan
(J. Derrida) que constituye su último funda-
mento y que, desde la exterioridad que su . .
pone esta tradición religiosa y· cultural, en-
frenta :las~ grandes líneas del . pensamiento
filosófico occidental. Sin embargo, hay en la
obra de Levinas un denotado esfuerzo por
fundar las críticas y las objeciones a partir
de textos de los, más insignes representantes
del pensar nacido de los griegos (Platón,
Descartes, Husserl). La distancia entre la
subjetividad y el mundo, fundamento de toda
posibilidad crítica y desalienación primera,
habría ·nacido con la filosofía griega.
1'"al vez exista alguna relación entre las
circunstancias que acabamos de señalar y el
hecho de que las esferas donde es más acen-
tuada la influencia de Levinas, sean prec1-

[3J
4 PROLÓGO DEL TRADUCTOR
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 5
samente las cristianas y más marcadamente al existente (1947), El tiempo y el Otro
las católicas. En la Universidad Católica de ( 194 7), Descubriendo la existencia con H us-
Lovaina su pensamiento, casi nos atrevería- serl y Heidegger (1949), un buen número de
mos a decir, es más estudiado que en París. artículos y de conferencias y finalmente la
En América Latina ha sucedido otro tanto obra que ensambla todo este vasto pensamien-
y sus tesis fundamentales han sido audaz- to filosófico: Totalidad e infinito ( 1961 ) .
mente asimiladas a lo que podríamos llamar En 1967 publicó una reedición ampliada d~
"una filosofía cristiana de la liberación" 1 • Descubriendo la existencia con Husserl y Hez-
Ésta es la razón de su actualidad la tinoame~ degger. El libro es una mirada retrospectiva
r1cana. que permite atisbar, en los últimos artículos,
Levinas ingresó en la Universidad de Es- derroteros de nuevas búsquedas.
trasburgo en 1923 ( 17 años) y allí, por in- Con la publicación del Hutnanismo del
termedio de Jean Hering, se introdujo en la otro hombre ( 1972) estos derroteros quedan
fenomenología por entonces desconocida en firmemente delineados. La coexistencia pací-
Francia. Luego estudió un par de semestres fica, la independencia de las colonias y la si-
con Husserl en Friburgo, aunque se trataba tnultánea decolonización de las culturas, y
de un Husserl ya cuestionado por el pensa- finalmente, el "mayo francés" de 1968 con-
miento de Heidegger. En 1930 publicó La figuran un panorama histórico-filosófico que
teoría de la intuición en la fenomenología de se distancia de Hitler y la posguerra. Tam-
Husserl y tradujo al francés las M editacio- bién pareciera que la totalización hegeliana
nes cartesianas del maestro. Las M editacio- -el sistema- comienza a desmembrarse. En
nes~ publicadas antes que en alemán, mar- este horizonte, más allá del humanismo clási-
caron la entrada del pensamiento fenomeno- co o de la desesperanza existencial, comienza
lógico al público francés. En pocos años, a perfilarse un nuevo humanismo: el huma-
esta corriente filosófica llegaría a ser predo- nismo del otro hombre. Humanismo que se
minante. preocupa más del hambre y la miseria de los
Luego, París, La Sorbona, Gabriel Marcel. otros que de resguardar la propiedad, la li-
Durante la ocupación alemana, largos años bertad y la dignidad de la misma subjeti-
en el campo de concentración y el despuntar vidad.2
de su filosofía personal en De la existencia DANIEL ENRIQUE GUILLOT
Mendoza, 1973
l. Cf. Enrique Dussel, Para una ética de la liberación
latinoamericana, 2 tomos, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973. :.!. Expreso mi agradecimiento a la profesora María V.
Gómez de Erice por la colaboración prestada en esta tra~
ducción.
PREFACIO
1 should e'en die with pity to see anotherthus.

SHAKESPEARE, King Lear IV, 7.

El prefacio, siempre escrito después del libro,


no es siempre una repetición en términos
aproximativos del enunciado riguroso que jus-
tifica un libro. Puede expresar el primer -y
el urgente- comentario, el primer "es decir,
-que es también el primer desdecir- de
proposiciones en las que, actual y ensambla-
da, se absorbe y se expone, en lo Die ho J la
inensamblable proximidad del uno-para-el-
otro, significante como Decir. ,
Los tres textos de este pequeño volumen
buscan esta significación. Marcan las etapas
de una "consideración inactual", a la que la
palabra humanismo no asusta aún o no asus-
ta más.
Lo inactual puede, sin duda, disimular lo
caduco; y nada está preservado de la pe-
rención, ni ·aun lo perentorio. Pero lo inac-
tual, donde se colocan -o hacia lo cual tien-
den- los estudios de la presente recopilación,
no se confunde con cualquier falta de aten-
ción con respecto a las opiniones dominantes
de nuestro tiempo, defendidas con tanto bri-

[7]
8 PREFACIO PREFACIO 9
llo y maestría. Lo inactual significa, aquí, lo superlativo del ser-en-acto. Hegel admiraba la
otro que lo actual, más bien que su ignoran- esencia del concepto en el yo pienso de la
cía y su negación; lo otro que aquello que se apercepción trascendental de Kane. La apli-
ha convenido en llamar, en la alta tradición cación del yo pienso a lo diverso del dato que
de Occidente, ser-en-acto (no itnporta cuál se denomina synthesis speciosa de la imagi-
sea la fidelidad o infidelidad de esta fórmula nación, en la segunda edición de la Crítica, no
al espíritu de la noción aristotélica que pre- transcurre aún en el alma, porque es esta
tende traducir) ; lo otro que el ser-en-acto, aplicación la que sólo deja aparecer psiquis-
pero también que su cohorte de virtualidades roo y psicología:!. No es porque la unidad de
· que son potencias; lo otro que el ser, que el la apercepción trascendental --o el entendi-
esse del ser, que la gesta del ser, lo otro que miento- sea espontánea en el sentido psi-
plenamente ser -¡plenamente hasta desbor- cológico por lo que es acción ( Handlung) a..
dar!- que el término .en acto anuncia; lo Porque es la actualidad de la presencia es
otro que el ser en sí -lo intempestivo que in- que puede hacerse espontaneidad de la in1a-
terrumpe. la síntesis de presentes que consti- ginación, tener poder sobre la forma temporal
tuye el tiempo memorable. del dato, decirse acto. Por el ejercicio intem-
¿Ser-en-acto sin nada que aún apunte o ya poral de esta actualidad se plantea el yo, e)
ensombrezca -· sin rincones de sombra - yo bruscamente libre del hutnanismo clásico.
identidad de lo idéntico y de lo no-idéntico- I-Ierencia de la filosofía trascendental, segui-
presencia sin devenir o conversión del .devenir rá siendo en Fichte actividad que constituye
en presencia.- sincronía donde el orden de soberanamente al no-Yo.
los términos ensamblados es indiferente -.-esta La Reducción trascendental de Husserl
actualidad del concepto no es acaso la famo- arranca el Yo-puro a lo psicológico, lo se-
sa actividad atribuida a la conciencia? La ac- para de la Naturaleza, pero le deja la vida.
tualidad de la presencia total excluye o absor-
be toda alteración; la exclusión lógica se l. Hegel, Wissenschaft der Logik, 11, p. 221, edición
Georg Lasson: "El reconocimiento de la unidad que cons·
hace, concretamente, re-presentación: lo que tituye la esencia del concepto como unidad originariamen-
el presente retoma del pasado por la reminis- te sintética de la apercepción, como unidad del yo pienso
cencia y anticipación de lo por-venir por la o la conciencia de sí, pertenece a las visiones más profun·
das y más bastas de la Crítica de la razón pura.''
imaginación. Reunión que culmina en con- 2. Crítica de la razón pura, B, 151, p. 130 de 1a tra-
ciencia de sí o en subjetividad. "La unidad ducción francesa de Tremesaygues y Pacaud.
originaria de la a percepción" sólo expresa el 3. ¿Dónde se colocaría la acción en la forma lógica
de la unidad?
10 PREFACIO PREFACIO 11

La intencionalidad en la que el Yo vive guar- el hombre del humanismo ponía su digni-


dará, de hecho, la estructura del acto. Sin dad- no es más que una modalidad de una
embargo, con la fenomenología husserliana, "unidad lógica" de la "apercepción trascen-
por primera vez, lo subjetivo -trascendental dental" -modo privilegiado de la actualidad
y extramundano- se muestra pasividad irre- que no podría ser sino su propio fin- ¿es ne-
ductible en la noción de la síntesis pasiva. cesario asombrarse que al otro día de la escru-
Lo impresiona! y lo sensible -provenientes pulosa formulación de la Reducción por Hus-
de una tradición empirista- se colocan en el serl, el Yo desaparezca detrás -o en- el
corazón de lo Absoluto. La preocupación de ser en acto que habría tenido por n1isi6n cons-
síntesis, aunque sea pasiva, refleja aún las exi- tituir? Más que nunca, la inteligibilidad últi~
gencias de la unidad de la apercepción y la ma es la actualidad del ser en acto, la coexis-
actualidad de la presencia; los sutiles análisis tencia de los términos en un tema, la relación,
de lo ante-predicativo imitan aún, bajo la de- la coherencia del uno y el otro, a pesar de
nominación de pasivos, los modelos de las sín- su diferencia, el acuerdo de lo diferente en el
tesis de la proposición predicativa. Pero la presente. El sistema. El uno significa el otro
subjetividad trascendental no es más una sim- y es significado por él, cada uno es signo del
ple articulación lógica de los métodos cientí- otro, renunciando a lo que Jean-Franco~s
ficos, a pesar del neokantismo contemporáneo Lyotard llama su figura para morir en el otro.
y su influencia en Alemania. La subjetividad otro. El "sujeto pensante" que busca esta or-
trascendental, unicidad viviente, tiene su pro- denación inteligible se interpreta, a partir de
pio secreto; los actos intencionales tienen sus aquí, a pesar del trabajo de su búsqueda y el
horizontes que, olvidados e inactuales, no ca- genio de suinvención,como un rodeo que toma
determinan por ello menos el sentido del ser, prestado el sisten1a del ser para ordenarse,
sino que sólo descubren sus significaciones rodeo que describen sus términos o sus estruc-
ante la reflexión vuelta hacia la noesis. Nin- turas· para estibarse, para reunirse en . un
guna mirada que apunte hacia el correlato ob- gran presente y, también,para estallar de ver-
jetivo de los actos, en el que estas significa- dad en todos sus puntos, para aparecer. El su-
ciones sin e~bargo significan en el "noema jeto deja ser al ser.
pleno", podría encontrarlas allí, porque es in- Por el papel que le incumbe, pertenece, de
ca paz de distinguir, en la "presencia total" hecho, a la gesta del ser, y a este título, el su-
del tema objetivos, el "noen1a pleno" rnismo. jeto se manifiesta a su vez: a sí mismo y a
Y no obstante, si el sujeto libre -en el que las ciencias humanas. Pero no hay ninguna
12 PREFACIO PREFACIO
13
vida significante fuera de la verdad a la que . . " opuesta a la experiencia de
va ''experiencia
sirve y en la que se muestra. El resto de lo la presencia objetiva, de una experiencia del
humano sigue siéndole extraño. "t'"
u que se produce después, o aun antes, de
En las investigaciones de este libro, se com- la experiencia del ser de una "experiencia
prenden de un modo diferente inteligibilidad ética" además de la percepción. S e trata más
y relación. En ellas vive aún el recuerdo del bien del cuestionamiento de la EXPERIENCIA
parricidio ante el cual se encontró acorrala- com~,fuente de sentido~ del límite de la aper-
do Platón. Sin esta violencia, la relación y la cepcion trascendental, del fin de la sincronía
diferencia sólo serían contradicción y adver- y de sus términos reversibles; se trata de la
sidad. Pero lo serían en un mundo de la pre- no-prioridad del Mismo v, a través de todas
sencia total o de la simultaneidad. ¿La inteli- sus limitaciones, del fin de la actualidad co-
gibilidad no se reman ta, más acá de la pre- mo si lo int~m.pestivo viniera a desarregla'r las
sencia, a la proximidad del otro? Allí la al- concordancias de la re-presentación. Como
teridad que obliga infinitamente quiebra el si una extraña debilidad sacudiera con esca-
tiempo de un entretiempo infranqueable: ''el lofríos y estremeciera la presencia o el ser en
uno" es para el otro de un ser que se des- acto. Pasividad más pasiva que la pasividad
prende, sin hacerse el contemporáneo de "el unida al acto, la cual aspira aún al acto de
otro", sin poder colocarse a su lado en una todas sus potencias. Inversión de la síntesis
síntesis que se expone como tema; el-uno- en. paciencia y del discurso en voz de "sutil si-
para-el-otro en tanto que el uno-guardián-de- lencio" haciendo señas a los Otros- al próji-
su-hermano, en tanto que el-uno-responsable- mo, es decir, a lo inenglobable. Debilidad sin
del-otro. Entre el uno que soy yo y el otro cobardía como el ardor de una compasión.
del cual respondo, se abre una diferencia sin Descarga del ser que se desprende. Las lágri-
fondo, que es también la no-in-diferencia de mas son, tal vez, eso•. Desfallecimiento del ser
la responsabilidad, significancia de la signifi- cayendo en humanidad, que no ha sido juz-
cación, irreductible a cualquier sistema. No• gada digna de retener la atención de los filó-
in-diferencia que es la proximidad misma del sofos. Pero la violencia que no sería el sollozo
prójimo, por la cual sólo se perfila un fondo reprimido o que lo habría ahogado para siem-
de comunidad entre el uno y el otro, la uni-
dad del género humano, debida a la frater-
4. "'Por ~avor, perdona el crimen de tus hermanos y
nidad de los hombres. su. pecado. Cierto que te hicieron daño ... ' y José JI oró
No se trata, en la proximidad, de una nue- mientras Je hablaban". Génesis L, 17.
14 PREFACIO
PREFACIO 15
pre, no es ni siquiera de la raza de Caín; es persona -preguntarse o inquietarse por su
hija de Hittler o su hija adoptiva. salud. Obligación a la inmortalidad a pesar de
La puesta en duda de la prioridad del la certeza de que todos los hombres son morta-
Acto y de su privilegio de inteligibilidad y de les. Exigencia de inmortalidad. Consistiría ya
significancia, el desgarrón en la unidad de la en mi relación privilegiada conmigo mismo y
"apercepción trascendental" significan un or- que me excluye de todo género, mostrando
den -o un desorden- más allá del ser, an- que la humanidad no es un género como la
terior al lugar, anterior a la cultura. Se reco- animalidad. Exclusión del género humano que
noce la ética. En ese contacto anterior al sa- se repite por la muerte de otros, siendo cada
ber -en esa obsesión por el otro hombre- nueva muerte un nuevo "primer escándalo".
se puede, de hecho, distinguir la motivación Esas profundas notas de Vladimir Jankéle-
de muchas de nuestras tareas cotidianas y de vitch en su inquietante libro sobre la Muerte
nuestras altas obras científicas y políticas, remiten sin embargo también -más allá de
pero mi hurnanidad no está embarcada en la los motivos ciertos de la excepción humana :
historia de esta cultura que aparece ~omo dignidad de la persona, empeño y preocupa-
proponiéndose a mi asunción y que .vuelve ción de ser en un ser consciente de su muer-
posible la libertad misma de esta asunción. El te- a la imposibilidad de anular la responsa-
otro hombre manda desde su rostro que no bilidad por el otro, a la imposibilidad más
está encerrado en la forma del aparecer, des- imposible que la de dejar la propia piel -al
nudo, despojado de su forma, desnudado de deber imprescriptible que sobrepasa las fuer-
su presencia misma que lo enmascararía tam- zas del ser. Deber que no ha demandado con-
bién como su propio retrato; piel arrugada, sentimiento, venido a mí traumáticamente,
huella de sí misma, presencia que, en todos sus desde más acá de todo presente rememorable,
instantes, es un retiro en el hueco de la muerte an-árquicamente, sin comenzar. Venido sin
con una eventualidad de no-retorno. La alte- dejar opción, venido como elección en la que
ridad del prójimo ·es ese hueco ~e ·_no-lugar mi humanidad contingente se hace identidad
en el que, rostro, se ausenta ya sin promesa y unicidad, por la imposibilidad de sustraerse
de retorno y resurrección. a la elección. Deber que se impone más allá
Espera del retorno en la angustia del no- de los límites del ser y de su aniquilamiento,
retomo posible, espera imposible de engañar, más allá de la muerte, como una puesta en
paciencia que obliga a la inmortalidad. Es déficit del ser y de sus recursos. Identidad
así como se dice "tú": hablar a la segunda sin nombre. Dice yo el cual no se identifica
16 PREFACIO

a nada que se presente, sino al propio sonido LA SIGNIFICACióN Y EL SENTID0 1


de su voz. El "hablo" está sobrentendido en
todo " h ago" y aun en e1".• pienso " y " ".
soy
Identidad injustificable, puro signo hecho a
otros; signo hecho de esta donación misma
del signo, siendo el mensajero mensaje, el sig- I. SIGNIFICACIÓN Y RECEPTIVIDAD
nificado signo sin figura, sin presencia, fuera
de lo adquirido, fuera de la civilización. Iden- Parecen distinguirse, por una parte, la reali-
tidad planteada bruscamente en el acusativo dad dada a la receptividad y, por otra, la rea-
del "heme aquí", con1o un sonido que sólo se- lidad dada a la significación que ésta puede
ría audible en su propio eco, lanzado al oído revestir. Es como si la experiencia ofreciera
sin con1placerse en la energía de su resonancia. en primer lugar contenidos -formas, solidez,
rugosidad, color, sonido, sabor, olor, calor;
París, 12 de marzo de 1972 pesadez, etc.- y, a continuación, todos estos
contenidos se animaran de metá-foras, reci-
bieran una sobrecarga que los llevara más
allá del dato.
Según que el más allá de la metáfora remi-
ta a otros contenidos, ausentes sólo del cam-
po limitado de la percepción, o según que el
más allá sea trascendente con respecto al or-
den mismo del contenido o del dato, esta me-
táfora puede ser considerada muestra de un

l. Las ideas expuestas en este estudio han sido obje-


to de conferencias pronunciadas en el ColJege Philosophique
en 1961, 1962, 1963, y en el mes de enero de 1963 en
la Faculté Universitaire Saint-Louis de Bruselas. En otro
contexto, la parte final de este texto ha sido objeto de una
comunicación presentada e1 12 de mayo de 1963 en el
programa de las jornadas de estudios de la Wijsgerig Ge-
zelschap de Lovaina y publicado bajo el título de: La tra-
ce de l,Autre en Tijdschrift voor Filosofie del mes de sep-
tiembre del mismo año.

(17]
18 LA , SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 19
LA SIONIFIC:ACJ{)N Y EL SENTIDO

defecto de la percepción o rnuestra de su ex- de una conciencia que recoge da tos, sigue
celencia. siendo la fu en te de toda significación, ya sean
Esta opacidad rectangular y s61 ida sólo Jle- estos datos ideas, relaciones o cualidades sen-
gará a ser libro si conduce mi pensar hacia sibles. .
otros datos, todavía o ya ausentes -hacia el Las significaciones traídas por el lenguaje
autor que escribe, los lectores que leen los deben justificarse en una reflexión sobre la
es:antes que sostienen, cte. Todos estos' tér- conciencia que las apunta. Toda metáfora
minos se anuncian sin darse en la opacidad que el lenguaje hace posible debe reducirse a
rectar:guiar y sólida que se impone a mi vista los datos que el lenguaje, según se sospecha,
Y. a mis manos. Esos contenidos ausentes con- deja atrás abusivamente. El sentido figurado
fieren una significación al dato. Pero este debe justificarse por el sentidp literal provisto
recu::ir a la ausencia atestiguaría que la per- a la intuición.
c~pcion ha fracasado en su misión de percep- En el ]ardin d'Épicure, Anatole France re-
Cion, la que consiste e-? volver presente, en duce a su significación elemental la proposi-
representar. La percepción, a causa de su fini- ción: "El espíritu sopla donde quiere." "De-
tud,. habría faltado a su vocación y habría sinfla" lo inflado de las metiforas que, a
suphdo esta falta significando lo que no pue- nuestras espaldas, impondrían su juego en
de, representar. El acto de significar sería esta proposición. Va del falso prestigio del
mas p~bre que el acto de percibir. En rigor lenguaje hacia los átomos de la experiencia.
1~ r~~hd~? poseer~a desde el principio una Más concretamente, son los átomos de De-
si_gi~U!Icacion. Reahdad e inteligibilidad coin- mócrito y Epicuro. Anatole France busca vol-
Cidirian. La identidad de las cosas conllevaría ver del estallido producido por su aglomera-
la identidad de su significación. Para Dios ción a la triste lluvia de átomos que atraviesa
capaz de una percepción ilimitada no habrí~ los espacios y golpea los sentidos.
significación distinta de la realid~d percibi- Lo que este empirismo comporta de sim-
da, comprender equivaldría a percibir. plista puede ser fácihnente sobrepasado sin
El_ ~telectualismo -ya sea. racionalista 0 que se pierda lo esencial de la concepción in-
emp1r1st::_, idealista o realista-. se pliega a esta. tuitivista o intelectualista de la significación.
concepc1on. ~~~a. Pla~ór:, para Hume y aun Husserl que, por otra parte, marca el fin de
par~ l~s. po~:t1v1stas log1cos conte1nporáneos, esta noción de significación, continúa -y está
la signiÍicacion se reduce a contenidos dados aquí una de las ambigüedades (tal vez fecun-
a la conciencia. La intuición, en la lealtad da) de su filosofía- el intelectualismo: da
20 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTID0 21
cuenta de las significaciones por una vuelta dato, sino todavía futuro o ya pasado. La sig-
al dato. La intuición categorial -noción por nificación no consolaría a una percepción de-
la cual rompe con el empirismo sensualista- cepcionada, sino que haría posible sólo la per-
prolonga, en realidad, el intuitivismo de la cepción. La receptividad pura como un puro
significación. Las relaciones y las esencias son, sensible sin significación, sólo sería un mito
a su vez, datos. La intuición sigue siendo la o una abstracción. Contenidos sonoros "des-
fuente de toda inteligibilidad. El sentido es provistos de sentido'', como las vocales, tienen
dado en la misma lealtad que caracteriza un "nacimiento latente" en las significaciones
la relación entre noesis y noema. La filosofía -aquí ya está la enseñanza filosófica del cé-
trascendental de Husserl, ¿no es una especie lebre soneto de Rimbaud. Ningún dato esta-
de positivismo que remonta, para toda signifi- ría desde el comienzo provisto de identidad y
cación, a su inventario trascendental? Los da- podría entrar en el pensar por el efecto de
tos hiléticos y los "préstamos de sentido" son un simple choque contra la pared de una re-
minuciosamente inventariados, como si se tra- ceptividad. Darse a la conciencia, titilar para
tara de una carpeta de valores. Aun lo que ella, exigiría que el dato, pr~viamente, se co-
sigue estando irrealizado es dado, de algu- locara en un horizonte iluminado; semejante
na manera, en falso, en una intención "signi- a una palabra que a partir de un contexto al
tiva" abierta, y se certifica como "efecto im- cual se refiere recibe el don de ser entendida.
pago" en el noema de la noesis. Toda ausen- La significación sería la iluminación misma de
cia tiene por terminu.s a quo y por terminus este horizonte. Pero este horizonte no resulta
ad que.m el dato. La expresión de las signifi- de la adición de datos ausentes, porque cada
caciones sólo sirve para fijar o comunicar las dato tendría ya necesidad de un horizonte
significaciones justificadas en la intuición. La para definirse y darse. Es esta noción de ho-
expresión no desempeña ningún papel ni en rizonte o de mundo, concebida sobre el modelo
la constitución ni en la comprehensión de es- de un contexto y, por último, sobre el mode-
tas significaciones. lo de un lenguaje y de una cultura -con
todo lo de aventura y de "ya hecho" históri-
Pero la metáfora -la vuelta a la ausen- cos que comportan- que es por lo tanto el
cia- puede ser considerada como una exce- lugar donde la significación se sitúa.
lencia que proviene de un orden muy diferen- Como consecuencia, las palabras no ten-
te de la receptividad pura. La ausencia hacia drían significaciones aislables, como figuran
la cual conduce la metá-fora, no sería otro en el diccionario v reductibles a contenidos y
J
22 LA SHlNIFICAC:ii'>N Y EL SENTIDO
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 23
esta pretendida contingencia de la posición,
datos de cualquier índole. No estarían fijas
en caso de creerse la teoría que vamos
en un sentido literal. No habría, por otra par-
te, sentido literal. Las palabras no remitirían a exponer.
a los contenidos designados, sino que en pri- Se equivocaría uno al suponer como
mer lugar, lateralmente, a otras palabras. A primordiales las significaciones que.la costum-
pesar de la desconfianza que muestra Platón bre aplica a las palabras que sirve~ para
con respecto al lenguaje escrito (y aun, en la expresar nuestras experiencia.s ~?mediatas y
7~ carta, con respecto a todo lenguaje), ense- sensibles. Las "correspondencias de Baude-
ña en el Cratilo que hasta los nombres dados laire atestiguan que los datos sensibles desbor-
a los dioses -los nombres propios aplicados, dan, por sus significaciones, el el~mento en el
convencionalmente, como signos, a seres in- que se los supone encarnados. ~Ikel, Duf~en:
dividuales- remiten, a través de su etimolo- ne en su bello libro sobre la N otzon d a przorz,
gía, a otras palabras que no son nombres pro- ha' podido mostrar que la experie~cia de 1~
pios. Además, el lenguaje se refiere a la posi- primavera y de la infanci~, por eJe,mplo; SI-
ción del que escucha y del que habla, es decir,
,
J
gue siendo auténtica y autoctona, n1as alla de
a la contingencia de su historia. Tomar, en las estaciones y de las edades humanas. ~~~n­
forma de inventario, todos los contextos del do otro filósofo contemporáneo habla de filo-
lenguaje y las posiciones en que pueden en- sofías crepusculares" o "matinales", la signifi-
contrarse los interlocutores, es una empresa cación de los adjetivos empleados no. se ~e­
insensata. Cada significación verbal está si- monta necesariamente a nuestras expenencms
tuada en la confluencia de innumerables ríos meteorológicas. Es bastante más probable que
semánticos. nuestras experiencias de la mañana y de la
noche se hundan en la significación que re-
Exactamente como el lenguaje, la experien- vista para nosotros el ser en su con j u? to .Y
cia ya no aparece conforn1ada con elementos que el júbilo de las m~ñ.anas co~o el misteno
aislados, alojados, en cierto modo, en un espa- del crepúsculo ya partiCipen. en el; ¡De ~~ne­
cio euclidiano donde podrían exponerse, cada ra que filosofía matinal ~e dice mas aute.nti~~­
uno por su cuenta, directamente visibles. Inente que frescura matinal! P~ro las sign!~I­
significando a partir de sí. Significan a partir c.aciones no están limitadas a ninguna regwn
del "Inundo" y de la posición del que 1nira. especial de objetos, no son el ~rivilegio de
Volveremos sobre el papel esencial que le ningún contenido. Surgen precisa~e~te en
tocaría, en el lenguaje y en la expenencia, a la referencia de unos a otros -digamoslo
24 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 25
anticipando ahora- en la reunión del ser fuera de todo lenguaje. Todo permanece en
íntegro en torno al que habla o percibe y un lenguaje o en un mundo, la estructura del
que, por otra parte, forma parte del ser reuni- mundo es semejante al orden del lenguaje con
do. En un estudio de las comparaciones posibilidades que ningún diccionario puede
homéricas, Snell (que citamos de Karl Lo- establecer. En el esto en tanto que aquello, ni
witz) hace notar que cuando, en la /liada, la el esto ni el aquello se dan de golpe, fuera del
resistencia al ataque de una falange enen1iga discurso. En el ejemplo del cual hemos parti-
se compara con la resistencia de una roca a las do, esta opacidad rectangular y sólida no
olas que la asedian, no se trata necesariamen- toma ulteriormente el sentido de libro, sino
te de extender a la roca, por antropomorfismo, que es ya significante en sus elementos preten-
un comportamiento humano, sino de interpre- didamente sensibles. Se contrapone a la luz,
tar petromórficamente la resistencia humana. al día, remite al sol que se ha elevado o a la
La resistencia no es ni el privilegio del hom- látnpara que se ha prendido; a mis ojos tan1-
bre ni el de la roca, como la radiación no bién; como la solidez remite a mi mano; no
caracteriza más auténticamente una jornada sólo como a los órganos que la aprehenden
de mayo que un rostro de mujer. La significa- en un sujeto y que por ello se oponen, en cier-
ción precede a los datos y los aclara. to sentido, al objeto aprehendido, sino tanl-
Es allí donde reside la gran justificación y bién como a seres que están al lado de esta
la gran fuerza de las etimologías heideggeria- opacidad, en el seno de un mundo común y
nas que, a partir del sentido, empobrecido remite a esta opacidad, y a esta solidez, y a
y llano, del término que designa, en aparien- estos ojos, y a esta mano, y a mí mismo como
cia, un contenido de la experiencia exterior cuerpo. En ningún momento habría habido
o psicológica, conducen hacia una situación allí nacimiento primero de la significación a
de conjunto en la que se recoge para aclararse partir de un ser sin significación y fuera de
una totalidad de experiencias. El dato se pre- una posición histórica en la que se habla el
senta desde un comienzo en tanto que esto o lenguaje. Y es esto sin duda lo que se ha que-
aquello, es decir, en tanto que significación. rido decir cuanclo se nos ha enseñado que el
La experiencia es una lectura, la comprehen- lenguaje es la morada del ser.
sión del sentido, una exégesis, una hermenéu- De ahí, en un movimiento radicahnente
tica y no una intuición. Esto en tanto que opuesto al que había entretenido a Anatole
aquello -la significación no es una modifi- France, esta idea de la prioridad del "sentido
cación aportada a un contenido existente figurado", el cual no resultaría de la presen-
26 LA SIONIFICAC!ÚN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 27
cia pura y simple de un objeto colocado ante liana que se constituye objetivamente. La sig-
el pensar. Los objetos llegarían a ser signifi- nificación -en tanto que totalidad ilumina-
cantes a partir del lenguaje y no el lenguaje dora y necesaria a la percepción misma- es
a partir de los objetos dados al pensar, objetos un ordenamiento libre y creador: el ojo que
que designarían las palabras que funcionan ve está esencialmente en un cuerpo que es
como sim pies signos. también mano y órgano de fonación, activi-
dad creadora por el gesto y el lenguaje. La
"posición del que mira" no introduce una rela-
tividad en el orden, pretendidamente, absolu-
II. SIGNIFICACIÓN, TOTALIDAD to de la totalidad proyectándose sobre una re-
Y GESTO CULTURAL tina absoluta. De suyo:~ la mirada sería relativa
a una posición. La visión por esencia estaría
La esencia del lenguaje a la cual los filósofos acoplada al cuerpo, se apoyaría en el ojo.
otorgan ya un papel principal-y que señala- Por esencia, y no de hecho solamente. El ojo
ría la noción misma de cultura- consiste en no sería el instrumento más o menos perfec-
hacer brillar, más allá del dato, al ser en su cionado por el cual, en la especie humana,
conjunto. El dato tomaría una significación a empíricamente, tendría éxito la empresa ideal
partir de esta totalidad. de la visión que capta, sin sombras ni defor-
Pero la totalidad que ilumina no sería el maciones, el reflejo del ser. Y el hecho que la
total de una adición obtenida por un Dios totalidad desborda el dato sensible y el hecho
fijado en su eternidad. La totalización de la que la visión está encarnada pertenecen a la
totalidad no sería semejante a una operación esencia de la visión. Su función original y últi-
matemática. Sería una conjunción o un or- ma no consistiría en reflejar al ser como en un
denamiento creador e imprevisible, muy seme- espejo. La receptividad de la visión no debería
jante, por su novedad y por lo que debe a ser interpretada cmno una aptitud de recibir
la historia, a la intuición bergsoniana. Es impresiones. Una filosofía -como la de Mer-
por esta referencia de la totalidad iluminado- leau-Ponty que guía el presente análisis- ha
ra al gesto creador de la subjetividad que se sabido asombrarse de la maravilla de una vi-
puede caracterizar la originalidad de la nue- sión ligada esencialn1ente a un ojo. En ella,
va noción de la significación irreductible a la el cuerpo será pensado como inseparable de
integración de contenidos intuitivamente da- la actividad creadora, y la trascendencia co-
dos, irreductible también a la totalidad hege- mo inseparable del movimiento corporal.
28 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 29
Precisemos estas nociones que son funda- periencia. Y este acercamiento es tanto más le-
mentales. El conjunto del ser debe producir- gítimo cuanto que Kant ha distinguido riguro-
se para iluminar el dato. Debe producirse samente las síntesis del entendimiento y la
antes que un ser se refleje en el pensamiento intuición, como si, en el dominio que nos in-
como objeto. Porque nada puede reflejarse teresa aquí, se negara a identificar la inteli-
en un pensamiento antes que un reflector se gencia que se puede tener de una significa-
encienda y un telón se levante del lado del ción con la visión de cualquier dato, sea de
ser. La función del que debe estar presente rango superior o sublitne. Pero las operacio-
para "recibir el reflejo" está supeditada a nes trascendentales del entendimiento no co-
esta iluminación. Pero esta iluminación es un rresponden al nacimiento de las significaciones
proceso de reunión del ser. ¿Quién realizará en los horizontes concretos de la percepción.
la reunión? Sucede que el sujeto que está pre- Es sobre estos horizontes que Merleau-Ponty
sente frente al ser para "recibir el reflejo", ha llamado la atención.
está también del lado del ser para realizar La reunión del ser, que ilumina los objetos
la reunión. Esta ubicuidad es la encarnación y los vuelve significantes, no es un amontona-
misma, la maravilla del cuerpo hmnano. miento cualquiera de objetos. Equivale a la
producción de esos seres no naturales de un
Admiremos el retorno del esquema gnoseo- tipo nuevo que son los objetos culturales
lógico: he aquí que la obra del conocimiento -cuadros, poemas, melodías- pero tarnbién
comienza del lado del objeto o de detrás del al efecto de todo gesto lingüístico o manual
objeto, en los bastidores del ser. El ser debe de la actividad más trivial, creador a través de
primero iluminarse, tomar una significación la evocación de creaciones culturales antiguas.
al referirse a esta reunión, para que el suje- Estos "objetos" culturales reúnen en totali-
to pueda recibirlo. Pero es el sujeto encarna- dades la dispersión de los seres o su amonto-
do el que, reuniendo al ser, va a levantar el namiento. Brillan y alumbran; expresan o
telón. El espectador es actor. La visión no se iluminan una época, como tenemos por otra
reduce a la recepción del espectáculo; simul- parte costumbre de decir. Reunir en un con-
táneamente, opera en el seno del espectáculo junto, es decir expresar, es decir aún volver a
que recibe. la significación posible -he aquí la función
Operaciones que por un lado, en efecto, del "objeto- obra o gesto cultural". Y así ve-
evocan las síntesis del entendimiento que hace mos que se instaura una nueva función de la
posible, para la filosofía trascendental, la ex- expresión con relación a la que se le atribuía
30 LA SIONIFICACIÚN Y EL SENTIDO
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 31

hasta ahora y que consi'itÍa o bien en servir de por el cual la significación se produce en el
medio de comunicación, o bien en transfor- ser es un lenguaje hablado por espíritus en-
mar el mundo en función de nuestras nece- carnados. La encamación del pensar no es
sidades. La novedad de esta función se sostie- un accidente que le sucedería entorpeciéndole
ne también en el plano ontológico original la tarea, al desviar de su lealtad el movimien-
en el que se sitúa. Como medio de comunica- to recto por el cual el pensar apunta al ob-
ción o como señal de nuestros proyectos prácti- jeto. El cuerpo es el hecho que el pensar se
cos, la expresión derivaría, íntegramente, de sumer.ge en el mundo que piensa y, en conse-
un pensar anterior a ella; la expresión iría del cuencia, expresa este mundo al mismo tiempo
interior hacia el exterior. En su nueva fun- que lo piensa. El gesto corporal no es una des-
ción, tomada a nivel del "objeto" cultural, la carga nerviosa, sino la celebración del mundo,
expresión ya no es guiada por un pensar pre- poesía. El cuerpo es un sensible sentido -allí
vio. El sujeto se aventura por la palabra efec- está, según Merleau-Ponty, su gran maravi-
tiva o por el gesto manual en el espesor de la lla. En tanto que sentido, está todavía de este
lengua y del mundo cultural pre-existentes lado, del lado del sujeto; pero en tanto que
(que le es familiar, pero no por conocimiento· sensible está ya de aquel lado, del lado de los
-que le es extraño, pero no por ignorancia ) , objetos; pensar que deja de ser paralítico es
. .
mov1m1ento que deja de ser ciego y conlienza
'
lengua a la cual pertenecen ya esta palabra y
este gesto, en tanto que encarnados, y que sa- a ser creador de objetos culturales. Une la
ben cambiar de lugar y re-acomodar y revelar subjetividad del percibir ( intencionalidad
solamente de este modo a la "conciencia" del apuntando al objeto) con la objetividad del
pensamiento, que la aventura del gesto cultu- expresar (operación en el mundo percibido
ral siempre había ya desbordado. La acción que crea seres culturales -lenguaje, poema,
cultural no expresa un pensar previo, sino al cuadro, sinfonía, danza- alumbrando hori-
ser, al cual, encamada, ya pertenece. La sig- zontes). La creación cultural no se agrega a
nificación no puede inventariarse en la inte- la receptividad, sino que es, desde un comien-
rioridad de un pensar. El pensar mismo se in- zo, su otra cara. No somos sujeto del mundo
serta en la Cultura a través del gesto verbal y parte del mundo desde dos puntos de vista
del cuerpo que lo precede y lo supera. La Cul- di~erentes, sino que, en la expresión, somos
tura objetiva a la cual, por la creación verbal, SUJeto y parte a la vez. Percibir es a la vez
agrega algo nuevo, lo ilumina y lo guía. r:cibir y expresar por una especie de prolep~
Es evidente, por lo tanto, que el lenguaje s1a. Sabemos por el gesto imitar lo visible y
32 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 33
coincidir kinestésicamente con el gesto visto: dad cultural que descubre al ser; el obrero de
en la percepción, nuestro cuerpo es también este descubrimiento, el sujeto, investido por el
el "delegado" del Ser. ser como su servidor y guardián -volvemos
Es evidente que, en toda esta concepción, a encontrar los esquemas del último Heideg-
la expresión define la cultura, que la cultura ger, pero también la idea fija de todo el
es arte y que el arte o la celebración del ser pensamiento contemporáneo: la superación
constituye la esencia original de la encarna- de la estructura sujeto-objeto. Pero, tal vez,
ción. El lenguaje como expresión es, ante en la fuente de todas estas filosofías, se en-
todo, el lenguaje creador de la poesía. El arte cuentra la visión hegeliana de una subjetivi-
no es pues un feliz extravío del hombre que dad que se comprende cmno un tnomento
se pone a hacer lo bello. La cultura y la crea- ineluctable del devenir por el cual el ser sale
ción artística forman parte del orden ontoló- de su oscuridad, visión de un sujeto suscitada
gico mismo. Son ontológicas por excelencia: por la lógica del ser.
hacen posible la comprensión del ser. No es El simbolismo de la significación adherido
pues por azar que la exaltación de la cultura y al lenguaje -y a la cultura, asimilada al len-
de las culturas, la exaltación del aspecto artís- guaje- no podía pues, de ningún modo, pa-
tico de la cultura, dirige la vida espiritual con- sar por una intuición desfalleciente, por el re-
temporánea; que, más allá de la labor especia- curso último de una experiencia separada de
lizada de la investigación científica, los museos la plenitud del ser y que, por lo mismo, será
y los teatros, como en otro tiempo los templos, reducida a los signos. El símbolo no es la
hacen posible la comunión con el ser y que la abreviatura de una presencia real que le pre-
poesía pase por plegaria. La expresión artísti,.. existiría, ofrecería n1ás de lo que ninguna re-
ca reuniría al ser en significación y aportaría ceptividad en el mundo podría recibir ja-
así la luz original que el saber científico to- . más. El significado superaría al dato no por-
maría prestada. La expresión artística sería que sobrepasara nuestras maneras de captar-
así un acontecimiento esencial que se produ- lo -si estuviéramos privados de intuición
ciría en el ser a través de los artistas y de los intelectual-, sino porque el significado es de
filósofos. No es pues asombroso que el pensa- otro orden que el dato, aun cuando fuera li-
miento de Merleau-Ponty haya, parecido evo- brado a una intuición divina. Recibir datos no
lucionar hacia el de Heidegger. El lugar sería la n1anera original de remitirse al ser.
excepcional que ocupa la significación cultn-
ral entre lo objetivo y lo subjetivo, la acti,·i-
34 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 35
Ill. EL ANTIPLATONISMO DE LA FILOSOFÍA fieles, pero sensibles, que conducen hacia ella.
, . ,
CONTEMPORANEA DE LA SIGNIFICACION Es necesario atravesar la historia o revivir la
duración o partir de la percepción concreta y
La totalidad del ser, en la que el ser resplan- del lenguaje instalado en ella, para llegar a lo
dececomo significación, no es una entidad fi- inteligible. Todo lo pintoresco de la historia,
jada eternamente, sino que requiere el orde- todas las culturas, ya no son obstáculos que
namiento y la reunión, el acto cultural del nos separan de lo esencial y de lo Inteligible,
hombre. El ser en su conjunto -la significa- sino vías que nos hacen acceder allí. ¡ Más
ción- brilla en las obras de los poetas y de aún! Son los únicos caminos, los únicos posi-
los artistas. Pero brilla de diversas maneras bles, irremplazables e implicados, por lo tan-
en los diversos artistas de la misma cultura y to, en lo inteligible mismo.
se expresa diversamente en las culturas diver- A la luz de la filosofía conte1nporánea -y
sas. Esta diversidad de expresión no traiciona, por contraste- comprendemos mejor lo que
para Merleau-Ponty, al ser, sino que hace quiere decir la separación del mundo inteligi-
centellear la inagotable riqueza de su aconte- ble en Platón, más allá del sentido mítico que
cimiento. Cada obra cultural lo recorre hasta se da al realismo de las Ideas: al mundo de
el fin dejándolo intacto. Y en Heidegger, el las significaciones precede, para Platón, el
ser se revela a partir de lo abscóndito y del lenguaje y la cultura que lo expresan; es indi-
misterio de lo no-dicho que los poetas y los ferente al sistema de signos que se pueden in-
fi]osófos traen hasta la palabra, sin decir ja- ventar para hacer presente ese mundo al pen-
más todo. Todas las expresiones que el ser sar. Domina, por lo tanto, las culturas histó-
recibió y recibe en la historia serían verdade- ricas. Existiría, para Platón, una cultura
ras, porque la verdad sería inseparable de su privilegiada que se le aproxima y que es capaz
expresión histórica y, sin su expresión, el pen- de comprender el carácter provisional y como
sar no piensa nada. Sea de origen hegeliana, infantil de las culturas históricas; existiría
bergsoniana o fenomenológica, la filosofía una cultura que consistiría en despreciar las
contemporánea de la significación se opone culturas puramente históricas y en colonizar
así a Platón en un punto fundamental: lo in- en cierta forma el mundo, en cmnenza r por
teligible no es concebible fuera del devenir el país donde surge esta cultura revoluciona-
que lo sugiere. No existe significación en sí ria -esta filosofía que supera las culturas;
que un pensar hubiera podido alcanzar sal- existiría una cultura que consistiría en reha-
tando por sobre los reflejos, deformantes o cer el mundo en función del orden atemporal

1
36 LA SIGNIFICACiéN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 37
de las Ideas, como esta República platónica un emparentamiento que une la inteligencia
que barre las alusiones en los aluviones de la y lo inteligible sobre el único plano del mun-
historia, como esta República de la que los do que forma esta "historicidad fundamen-
poetas de la JJ.IJlflatC; son exp~lsados. El len- tal" de la que habla 1vlerleau-Ponty. El amor
guaje. de estos poetas no f~.m~I~na,. de hecho, a la verdad que colocaba, en Platón, el pen-
para conducir hacia las sign!ÍI~~cwnes eter- sar puro frente a la significación, se revela así
nas que preexisten a su e~preswn. _Este ~en: confusamente incestuoso, a causa de esta con-
guaje no es puro relato de estas Ideas CX1TAT/ senguineidad de la inteligencia y de lo inteli-
ódryr¡atc:; Civeu JJ.t¡Ji¡aewc:: (Rep. 394 b). Busca gible, enredados en la red del lenguaje, que
imitar los discursos directos de las innume- nace en la expresión de la que el pensar se-
rables ·culturas y de las innumerables mani- ría inseparable. El antiplatonismo de la filo-
festaciones en las cuales cada una se desarro- sofía contemporánea consiste-en la subordina-
lla. Estos poetas se dejan así arrastrar en el ción del intelecto a la expresión: el cara a
desvenir de las particularidades, rarezas y cara: alma-idea, se interpreta, por ello, como
extravagancia, cuyos pensamientos expresa- una abstracción-límite de un colindamiento
dos no serían separables para los poetas de la en un mundo común; el intelecto que apunta
JJ.IJli¡atc:: (como para n1uchos nwdernos) y de a lo inteligible reposaría él mismo sobre el
los cuales no se puede hacer un simple relato. ser que este apuntar pretende sólo aclarar.
La pérdida o el olvido o la abolición de es- Ningún movimiento filosófico ha hecho resal-
tas particularidades -de estos idiotismos- tar mejor que la fenomenología contemporá-
haría perder a la humanidad inapreciables nea la función trascendental de todo el espe-
tesoros de significaciones, irrecuperables sin sor concreto de nuestra existencia corporal,
retomar todas estas formas culturales, es de- técnica, social y política, pero, por ello
cir, sin su imitación. mismo, la interferencia en "la historicidad
Para la filosofía contemporánea, la signifi- fundamental'' -en esta nueva forma de lo
cación no es sólo correlativa del pensamiento mixto- de la relación trascendental y de las
y el pensamiento no es sólo correlativo de un conexiones físicas, técnicas y culturales que
lenguaje que haría de la significación una constituyen al mundo.
&7TA:í1 ótiryr¡atc;. A esta estructura intelectualis- Ya hemos hecho alusión antes al parentes-
ta de la correlación entre inteligencia e inte- co entre Bergson y la fenomenología. El anti-
ligible, que mantiene la separación de planos, platonismo de Bergson no reside solamente en
se superponen una vecindad y un lado a lado, su revalorización general del devenir; se lo
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 39
38 LA SIONIFICACIÓN Y EL SENTIDO

vue.lve a encontrar, muy parecido al antipla- poráneos piden, en cambio, a Dios mis-
tonismo fenomenológico, en la concepción mo, si quiere ser físico, pasar por el laborato-
bergsonia?a de la comprensión. Cuando Berg· rio, por las pesas y medidas, por la percepción
son se niega a separar la elección que el sensible y hasta por la serie infinita de aspec-
ser libre debería hacer de todo el pasado de tos en que el objeto percibido se revela.
este ser, cuando se niega a admitir que el La etnografía más reciente, más audaz e
problema que exige una decisión se pueda influyente, mantiene en un mismo plano las
formular en términos abstractos e intelectua- múltiples culturas. La obra política de la des-
les sobre los cuales cualquier ser razonable colonización se encuentra así incorporada a
pueda pronunciarse, sitúa lo inteligible en una ontología -a un pensar del ser, interpre-
la prolongación de toda la existencia concreta tado a partir de la significación cultural, múl-
del individuo. La significación de la decisión tiple y multívoca. Y esta multivocidad dd
a tomar puede ser sólo inteligible para aquel sentido del ser -esta desorientación esen-
que haya vivido todo el pasado que conduce cial- es, tal vez, la expresión moderna del
a esta decisión. La significación no puede ser ateísmo.
comprendida directamente en una fulgura-
ción que ilumina y disipa la noche en la que
surge y a la que pone fin. Allí es necesario IV. LA SIGNIFICACIÓN "ECONÓMICA"
todo el espesor de la historia.
Para los fenomenólogos, como para los
A la multiplicidad de significaciones que le
bergsonianos, la significación no se separa del
acceso que conduce a ella. El acceso forma acontecen a la realidad a partir de la cultura
y de las culturas, se opone la significación
parte de la significación misma. Jamás se ti-
ran abajo los andamiajes. No se tira jamás fija, privilegiada, que el mundo adquiere en
l~ escalera. Mientras que el aln1a platónica,
función de las necesidades del hombre. Las
liberada de las condiciones concretas de su necesidades elevan las cosas simplen1ente da-
existencia corporal e histórica, puede alcan- das al rango de valores. Admirablemente rec-
zar las alturas del Empíreo para contemplar tas e impacientes en sus objetivos, las necesi-
las Ideas, mientras que el esclavo, con tal dades sólo se ofrecen las n1últiples posibilida-
que "entienda el griego" que le permite en- des de la significación para escoger entre ellas
trar en relación con el amo, llega a las la única vía de la satisfacción. El hombre con-
mismas verdades que el amo, los contem- fiere un sentido único al ser, no celebrándolo,
40 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 41
sino trabajándolo. En la cultura técnica y su fidelidad a la unidad de sentido que la
científica, sería sobrepasado el equívoco del multiplicidad misma de las significaciones
ser, como el equívoco de la significación. Por culturales supondría.
lo tanto, convendría, en la búsqueda de la Mostrar el carácter n1etafórico de esta
verdad, en lugar de complacerse en el juego identificación entre realidad y Wirklichkeit
de las significaciones culturales, sustraer la habría sido sin embargo el gran mérito de
palabra a la metáfora creando una termino- Bergson y la fenomenología. La designación
logía científica o algorítmica, insertar lo real, técnica del universo es una modalidad de la
resplandeciente de mil luces para la percep- cultura: reducción de lo Real al "Objeto en
ción, en la perspectiva de las necesidades general", interpretación del ser, como si estu-
humanas y de la acción que lo Real ejerce o viera destinado al Laboratorio y a la Fábrica.
sufre. Se trataría de devolver la percepción a Visión científica y técnica que en tanto que no
la ciencia, justificada por la transformación está suscitada por la lealtad y univocidad
posible del mundo, el hombre a los cornple- originales de la necesidad, se impone a estas
jos del psicoanálisis, la sociedad a sus estruc- necesidades, las modifica, las nivela y las
turas económicas. En todo habría que desen- crea. Porque ninguna necesidad hmnana· exis-
terrar el sentido, bajo la significación, bajo la te, en realidad, en el estado unívoco de la ne-
metáfora, bajo la sublimación, bajo la litera- cesidad animal. Toda necesidad humana es,
tura. Habría significaciones "serias", reales, desde un comienzo, interpretada cultural-
dichas en términos científicos, orientadas por mente. Sólo la necesidad abordada al nivel
las necesidades, y de una manera general por de la humanidad subdesarrollada puede de-
la economía. Sólo la economía estaría verda- jar esta falsa in1presión de univocidad. Por
deramente orientada y sería significante. Ella, otra parte, no es cierto que la significación
sola, tendría el secreto de un sentido propio científica y técnica del mundo pueda "di-
anterior al figurado. La significación cultural, solver" la multiplicidad de las significaciones
despegada de este sentido económico -técni- culturales. No se puede dudar de ello, cuando
co y científico- sólo tendría el valor de un se constata las amenazas que los particularis-
síntoma, el precio de un adorno según las ne- mos nacionales hacen pesar sobre la uni-
cesidades del juego, significación abusiva y dad de la nueva sociedad internacional co-
tramposa, exterior a la verdad. No es posible locada bajo el signo del desarrollo científico
ninguna duda sobre la aspiración, profunda- e industrial moderno y del reagrupamiento
mente racionalista, de este materialismo, sobre de la humanidad alrededor de los imperativos
'
42 LA S ION IFICACION Y EL SENTIDO
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 43
unívocos del materialismo, los particularismos tica de la significación no podría extraerla a
nacionales, como si esos particularismos res- partir de sí ni privarse de ella.
pondieran a necesidades. Y esto les quita, Se nos dice, ciertamente, que las significa-
ciertamente, el carácter de simples superes- ciones culturales no traicioHan al ser por su
tructuras. En fin, los actos en pos de la reali- pluralismo, sino que por el contrario se elevan
zación de una sociedad, son las formas en las gracias a él a la medida y a la esencia del ser,
que se manifiesta esta búsqueda del sentido es decir a su modo de ser. El ser no es al
único del ser a a partir de las necesidades. ' en esfera parmenídea, idéntica a
coagularse
Son llevados por un espíritu de sacrificio y de sí misma, ni en creatura acabada y estática.
altruismo, que no procede de sus necesidades La totalidad del ser a partir de las culturas no
(a menos de jugar con la palabra "necesi- sería, en modo alguno, panóran1ica. N o ha-
dad"). Las necesidades que pretendidamen- bría totalidad en el ser, sino totalidades. N a da
te, orientan al ser, reciben su sentido a partir las englobaría. Se sustraería a todo juicio que
de una intención que ya no procede de tales se pretendiera último. Se dice: el ser es histó-
necesidades. Ésta fue la gran enseñanza de la ricamente, necesita de los hombres y de su
República de Platón: el Estado que se funda devenir cultural para reunirse. Se dice: la
sobre las necesidades de los hombres no pue- unidad del ser, a toda hora, consistiría simple-
de subsistir, ni aun surgir, sin los filósofos que mente en el hecho de que los hombres se
han dominado sus necesidades y que contem- comprenden, en la penetrabilidad de las cul-
plan las Ideas y el Bien. turas, los unos a Jos otros; pero esta penetra-
bilidad no podría realizarse por la mediación
de una lengua común que tradujera, inde-
pendientemente de las culturas, las articula-
V. EL SENTIDO ÚNICO ciones propias e ideales de las significaciones
y que volviera, en suma, inútiles esas lenguas
La imposibilidad de asentar sobre el materia- particulares. En toda esta concepción, la pene-
lisino la significación unívoca del ser -pero tración se efectuaría, según la expresión de
cuya búsqueda es el gran honor del materia- Merleau-Ponty, lateralmente. Es posible para
lismo- no compromete, sin embargo, este un francés, en efecto, aprender chino y pasar
ideal de unidad que constituye la fuerza de la así de una cultura a otra, sin la mediación
Verdad y la esperanza de un entendimiento de un esperanto que falsearía las dos lenguas
entre los hombres. La noción cultural y esté- mediatizadas. Lo que queda fuera de consi-
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 45
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
44 que de suyo significa -con otros? Estas sig-
deración, sin embargo, en _esta e:r,entualidad, nificaciones originales conducirían las reunio·
es que es necesaria una orze,ntaczon que co~­ nes del ser; no se trataría de conjuntos -cua-
duzca precisamente al francesa aprender c~I­ lesquiera- que constituyeran, ya fuera del
no en lugar de declararlo bár~aro (es decir' diálogo, significaciones. ¿Las significacione~
desprovisto de las verdaderas virtudes del len- no requieren un sentido único al cual pedi-
guaje)' que lo conduzca a pref~rir la p_alabra rían prestada su significancia misma?
a la guerra. Se razona como SJ la equivalen- El mundo, desde que se lo distancia de la:
cia de las culturas, el descubrimiento ~e su humildes tareas cotidianas, y el lenguaje, des·
abundancia y el reconocimiento de s~s nq~;­ de que se lo distancia de la conversación tri·
zas no fueran los efectos de una onentaciOn vial, han perdido la univocidad que nos auto.
y de un sentido sin equívoco, en el que la ~u­ rizaría a exigirles los criterios de la sensatez
manidad se sostiene. Se razona como SI la El absurdo consiste no en el no-sentido, sine
multiplicidad de las culturas introdujera, en en el aislamiento de las innumerables signifi·
todos los tiempos, sus raíces en la era. ~e la caciones, en la ausencia de un sentido que la5
descolonización, como si la incompr:ensiOn, la oriente. Lo que falta es el sentido de los sen-
guerra y la conquista no provinieran ;o? tidos, la Roma a la que conducen todos los
toda naturalidad de la vecindad de las. multi- caminos, la sinfonía en la que todos los senti-
ples expresiones del ser -de las reuniOnes ~ dos llegan a ser cantantes, el cantar de los
ordenamientos numerosos que toma en la~ CI- cantares. El absurdo lleva a la multiplicidad
vilizaciones diversas. Se razona como SI la en la pura indiferencia. Las significacione~
coexistencia pacífica no supusiera que e~ el culturales puestas como lo último, son la eclo-
ser se perfila una orientación que le conhere sión de una unidad. No se trata simplemente
un sentido único. ¿No hace f~lta? _ent~nces, de fijar las condiciones en las cuales los hechm
distinguir' por una parte, las signihcaciOne~, de nuestra experiencia o los signos de nuestrc
en su pluralisrno cultural, y por otra, el sent~­ lenguaje nos suscitan el sentimiento de com-
do, orientación y unidad del ser, aco?teci- prensión o aparecen como procediendo de una
miento primordial en el que vienen a ubtca_rse intuición razonable o traduciendo un orden
todos los otros pasos del ~en~a.r y ~oda la vJda estructurado. Se trata, más allá de los proble-
histórica del ser? ¿Las significaciOnes cultu- mas lógicos y psicológicos, de la significación
rales surgen en la dispersión del ~ato cm~ o verdadera.
conjuntos cualquiera? ¿No adq~ueren sig- Esta pérdida de la unidad ha sido proda-
nificación en un diálogo niantenido con lo
46 LA SIUNII<'ICACIÚN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 47
macla -y consagrada al revés- por la céle- tos. Los desmentidos que la historia infligía a
bre paradoja de la muerte de Dios, que ha esta economía no negaban la providencia so-
llegado a ser trivial. Y así, la crisis del sentido brenatural, así como las desviaciones de los
es experimentada por los contemporáneos astros no refutaban la astronomía ptolemaica.
como una crisis del monoteísmo. Un dios in- La confirmaban aun al precio de algunos
tervenía en la historia humana en calidad de nuevos "epiciclos" teológicos.
fuerza, soberana ciertamente, invisible al ojo Esta religión que la persona exigía para sí,
sin ser demostrable por la razón, sobrenatu- más que sentirs€ requerida por ella, y este
ral, entonces, o trascendente; sin embargo su dios internado en el circuito de la economía
intervención se ubicaba en un sistema de re- -religión y dios que no agotan por otra
ciprocidades y de intercambios. Sistema que parte el mensaje de las Escrituras- han
se construía a partir de un hombre preocupa- perdido su influencia sobre los hombres. Y, a
do de sí. El dios que trascendía al mundo se- partir de aquí, se perdió el sentido de un
guía unido al mundo por la unidad de una mundo perfecto y muy simplemente ordenado
economía. Sus efectos acababan en medio de a este dios. No creemos que el sensato pueda
los efectos de todas las otras fuerzas, y allí se prescindir de Dios, ni tampoco que la idea
1nezclaban en el milagro. Dios de milagros, del ser o del ser del ente puedan sustituirlo,
aun en una época en la que ya no se esperan para conducir las significaciones hacia la u ni·
milagros, fuerza en el mundo, mágica a pesar dad de sentido sin la cual no hay sentido.
de toda su moralidad, la moralidad invirtién- Pero no es a partir de una idea todavía
dose en magia, adquiriendo virtudes mágicas, económica de Dios que se podría describir
dios a quien uno se presenta como pedigüeño. el sentido; es el análisis del sentido el que
La posición de su trascendencia -a pesar debe manifestar la noción de Dios que el sen-
de la inmanencia de su revelación-, de su tido oculta. El sentido es imposible a partir
trascendencia nueva con relación a la infran- de un Yo que existe, como dice Heidegger,
queable trascendencia del dios aristotélico de tal manera "que le va en su existencia esta
-la posición de esta trascendencia de lo so- . . misma
existencia . ".
brenatural-, no ha sido jamás establecida.
Las intervenciones del dios sobrenatural po-
dían, en cierta medida, negociarse y aun des-
viarse, como los efectos de otras voluntades
y otras fuerzas que presiden los acontecimien-
48 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
49
VI. EL SENTIDO Y LA OBRA
ser se aligera de su alteridad. La filosofía se
La reflexión sobre la si~ificación cultural produce como una forma, en la cual se mani-
lleva a un pluralismo al q{ie falta un sentido fiesta el rechazo al compro miso en el Otro la
único. La economía y la técnica parecen por e~pera es preferida a la acción, la indifer~n­
un momento perfilarlo. Pero si las significa- Cia f:ente a. los otros, la alergia universal de
ciones culturales se dejan interpretar como la J?nmera Infancia de los filósofos. El itine-
superestructuras de la economía, la economía, rano de la filosofía sigue siendo el de Ulises
a su vez, toma prestadas sus formas a la cul- cuya aventura en el mundo sólo ha sido un re-
tura. La ambivalencia de significaciones ates- torno_ a su isla natal -una complacencia en
tigua una desorientación. Notemos primero el Mismo, un desconocimiento del Otro.
que esta ambigüedad parece responder a cier- ¿Pero es necesario renunciar al saber y a
to espíritu filosófico que se complace en un las ~ignificaciones para volver a encontrar el
éter no polarizado. El sentido, en tanto que sentido? ¿Es necesaria una orientación ciega
orientación, no indica acaso un impulso, un para que las significaciones culturales tomen
fuera de sí hacia el otro que sí, mientras que un sentido único y para que el ser vuelva a
la filosofía insiste en reabsorber todo Otro en encontrar. unidad
., . de sentido? e·Pero acaso
el Mismo y en neutralizar la alteridad. Des- ~na. on~ntacwn Ciega no representa el orden
confianza frente a todo gesto desconsiderado, mstitutivo~ ~~tes que el humano, en el que la
lucidez de ancianidad que absorbe las impru- persona traiCiona su vocación de persona al
dencias de la juventud, la Acción desde un absorberse en la ley que la sitúa y orienta?
principio recuperada en el saber que la guía ¿No es, entonces, posible concebir en el ser
-tal es quizá la definición mis1na de filosofía. una ?rie~tación -un sentido- que reuniría
Aun si la vida precede a la filosofía, aun la un~vocidad y la libertad? He aquí al n1enos
si la filosofía contemporánea, que se quiere el objeto del análisis que emprendemos.
anti-intelectualistas, insiste sobre esta anterio- Pr~n:ero es necesario fijar con precisión las
ridad de la existencia con relación a la esen- condiciones de tal orientación. Sólo puede ser
cia, de la vida con relación a la inteligencia, pl~nt~ada como un movimiento que va de lo
aun si, en Heidegger, la "gratitud" hacia el Identtco hacia un Otro que es absolutamente
ser y la "obediencia" sustituyen a la contem- otro. Comienza en un idéntico, en un Mis-
plación, la filosofía conte1nporánea se compla- mo, en un Yo -no es un "sentido de la histo-
ce en la multiplicidad de las significaciones ~ia" _q~e domina al Yo, porque la orientación
culturales; y en el juego infinito del arte, el Irresistible de la historia vuelve insensato el
50 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 51

hecho 1nismo del Inovinliento, estando el identidad bordeada de nada no satisface su


Otro ya inscripto en el Misn1o, el fin en el seriedad. La Obra no es una pura adquisi-
comienzo. Una orientación que va libremente ción de méritos, ni un puro nihilismo. Porque,
del Mis1no al Otro es Obra. como el que se dedica a hacer méritos, el
Pero es necesario, entonces, no pensar la agente nihilista,.Ae toma inrnediatamente co-
Obra como una aparente agitación de un mo término y como fin, bajo la aparente gra-
fondo
,
que,
. a destiempo, sigue, siendo idéntico
,
tuidad de su acción. La Obra es una relación
a SI m1smo, como una enérg1a que, a traves con el Otro, alcanzado pero no tocado. Se per-
de todas sus manifestaciones, sigue siendo fila fuera de la "delectación morosa" del
igual a sí misma. Además es necesario pensar fracaso y de las consolaciones por las cuales
la Obra no como semejante a la técnica que, Nietzsche definía al cristianismo.
por la famosa negatividad, transforma un Pero una partida sin retorno, que no va sin
mundo extraño en un n1undo cuya alteridad embargo hacia el vacío, perdería igualmente
se convierte en mi idea. Ambas concepciones su orientación absoluta, si buscara una re-
continúan afirmando el ser como idéntico a sí compensa en la inmediatez de su triunfo, si
mismo y reducen su acontecimiento funda- impacientemente esperara el triunfo de su
mental al pensar que es -y ésta es la in- causa. El "sentido único" se invertiría en re-
deleble lección del idealismo-·- pensamiento ciprocidad. Al confrontar el comienzo y el
de sí, pensamiento del pensamiento. La acti- fin, el Agente enjugaría la obra en cálculos
tud, inicialmente actitud hacia el otro, llega de déficit y cornpensaciones, en operaciones
a ser, según la terminología de Eric W eil, to- contables. La obra se subordinaría al pensar.
talidad o categoría. Luego, la Obra pensada En tanto que orientación absoluta hacia el
radicalmente es un movimiento del Aiismo Otro -en tanto que sentido- la obra sólo es
hacia el Otro que no retorna jamas al Mis- posible en la paciencia, la que, llevada hasta
mo. La Obra pensada a fondo exige una ge- sus últimas consecuencias, significa, para el
nerosidad radical del movimiento que va en Agente: renunciar a ser el contemporáneo de
el Mismo hacia el Otro. Exige, por lo tanto la conclusión, actuar sin entrar en la Tierra
ingratitud del Otro. La gratitud sería precisa~ Prometida.
mente el retorno del movimiento a su origen. El Porvenir por el cual tal acción actúa,
Pero, por otra parte, la Obra debe dife- debe, de entrada, considerarse como indife-
renciarse de un juego que fuera puro gasto. rente a mi muerte. La Obra, distinta a la vez
No es emprendida como pura pérdida. Su de juegos y de cá1culos, es el ser-para-más-
52 LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 53
allá-de-mi-muerte. La paciencia no consiste, aunque, en cierta medida, la idea de Dios de-
para el Agente, en engañar su generosidad al berá mostrar su huella al acabar nuestro
ofrecerse el tiempo de una inmortalidad per- análisis. Por otra parte, obra sin remunera-
sonal. Renunciar a ser contemporáneo del ción, cuyo resultado no es descontado en el
triunfo de su obra es entrever este triunfo en tiempo del Agente y sólo es asegurado por la
un tiempo sin mí) aspirar a este mundo sin paciencia, obra que se ejerce en la domina-
mí, aspirar a un tiempo más allá del horizon- ción completa y en la superación de mi tiem-
te de mi tiempo: escatología sin esperanza po, la liturgia no se alinea como culto junto a
para sí o liberación frente a rr:i ti:mp~. las "obras" y a la ética. Es la ética misma.
Ser para un tiempo que sena sin mi, para La relación que pareciera que se acaba de
un tiempo después de mi tiempo, más allá del construir no está simplemente construida. La
famoso "ser-para la muerte" -no se trata gratuidad total de la Acción -gratuidad dis-
de un pensar trivial que extrapola mi propia tinta del juego- eleva nuestra época aunque
duración, sino el pasaje al tiempo del Otro. los individuos puedan no estar a la altura de
·Es necesario llamar eternidad a lo que hace su grandeza -lo que subraya el carácter li-
~osible tal pasaje? Pero al menos la P,os~bili­ bre de la orientación. Nuestra época no se
dad del sacrificio, que va hasta las ultimas define por el triunfo de la técnica por la téc-
consecuencias de este pasaje, descubre el ca- nica, como no se define por el arte por el
rácter no inofensivo de esa extrapolación: ser arte, como no se define por el nihilismo. Es
para la muerte con el fin de ser para quien acción para un mundo que viene, superación
está después de mí. de su época -superación de sí que requiere
La obra en tanto que orientación absoluta la epifanía del Otro y ésta es la esencia de la
del Mismo' hacia el Otro, es como una JU- . tesis que sostenemos en estas páginas. En la
ventud radical del impulso generoso.
, . Se . po- prisión de Bourassol, y en e1 fuerte de Pour-
dría fijar su concepto con un termn~o ~nego talet, Léon Blum terminaba un libro en el
que, en su significación primera, Indica el mes de diciembre de 1941. Allí escribe: "Tra-
ejercicio de un oficio no sólo totalmente gra- bajamos en el presente, no para el presente.
tuito, sino que requiere también de par:e de Cuántas veces en las reuniones populares he
aquel que lo ejerce un gasto de f_ondos .sin re- repetido y comentado las palabras de Nietz-
tribución: liturgia. Es necesano aleJar de ·sche: que el porvenir y las cosas más lejanas
ella, por el momento, toda significaciór: to- sean la regla de todos los días presentes."
n1ada de una religión positiva cualquiera, Qué importa la filosofía por la cual Léon
54 LA SHlNIFICAC:!ÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 55

~lum jus~ifica esta fuerza extraña de trabajar, ansiedad del Yo para sí, egoísmo, forma origi-
sm trabaJar para el pres('nte. La fuerza de su nal de la identificación, asimilación del mun-
confianza no se puede cmn parar con la fuerza do, en vista de la coincidencia consigo, en
de su filosofía. ¡ 1941 ! -agujero en la histo- vista de la felicidad.
ria- año en que todos los dioses visibles nos En el Cantique des Colonnes, Valéry habla
habían abandonado, en que Dios verdade- del "deseo sin defecto". Se refiere, sin duda,
ramente ha muerto o ha vuelto a su irreve- a Platón que, en su análisis de los placeres
lación. Un hombre en prisión continúa cre- puros, descubría una aspiración no condicio-
yendo en un porvenir irrevelado e invita a nada por ninguna carencia previa. Retoma-
trabajar en el presente por las cosas más mos este término deseo. A un sujeto inclinado
lejanas, de las que el presente es un desmen- hacia sí mismo que según la fórmula estoica
~ido irrecusable. Hay una vulgaridad y una ba- se caracteriza por la opp.~ o la tendencia
Jeza en una acción que sólo se concibe para a persistir en su ser, o para quien, según la
lo inmediato, es decir, al fin de cuentas, para fórmula heideggeriana, "le va en su existen-
nuestra vida. Y hay una nobleza muy grande cia esta existencia misma"; a un sujeto que se
en la energía liberada de la opresión del pre- define también por la preocupación de sí y
sente. Actuar para cosas lejanas, en el mo- que en la felicidad realiza su para sí mismo,
mento en que triunfaba el hitlerismo, en las oponemos el Deseo del Otro que procede de.
horas sordas de esta noche sin horas -inde- un ser ya satisfecho y, en este sentido, inde-
pendientemente de toda evaluación de "fuer- pendiente y que no desea para sí. Necesidad
zas presentes"- es, sin duda, la cima de la de aquel que no tiene ya necesidades, se reco-
nobleza. noce en la necesidad de un Otro que es
Otro, que no es mi enemigo (como en Hobbes
o en Hegel), ni mi "complemento", como es
VII. SENTIDO Y ÉTICA . aún en la República de Platón, la que debe
su constitución a que algo faltaría para la
El sentido como orientación litúrgica de la subsistencia de cada individuo. El Deseo de
Obra no procede de la necesidad. La necesi- Otro -la socialidad- nace en un ser al que
dad se abre sobre un mundo que es para mí no le falta nada o, más exactamente, nace
-retorna a sí. Aun sublime, como necesidad más allá de todo lo que puede faltarle o sa-
de salvación, es todavía nostalgia, mal de re- tifacerle. En el Deseo, el Y o se dirige hacia
torno. La necesidad es el retorno mismo, la el Otro, comprometiendo la soberana identi-
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 57
56 . . ,
guaje, ciertamente con razon, en su estructura
ficación del Y o consigo mismo, en la que su
necesidad sólo es la nostalgia que la conciencia hermenéutica y en el empeño cultural del ser
de la necesidad anticipa. El movimiento hacia encamado que se expresa. ¿No se ha olvidado
el Otro en lugar de completarme o contentar- acaso una tercera dimensiÓn : la dirección
' . .,
me, me pone en una s1tuac10n que, por un hacia el Otro que no es solamente el colabo-
lado debiera dejarme indiferente y no concer- rador y el vecino de nuestra obra cultural de
ni~e: ¿Qué he ido a buscar en este lío? ¿~e expresión o el cliente de nuestra producción
dónde me viene ese choque cuando paso In- artística, sino el interlocutor: aquel a quien
diferente ante la mirada del Otro? La rela- la expresión expresa, para quien la celebra-
ción con el Otro me cuestiona, me vacía ?e ción celebra, aquel que es, a la vez, término
mí mismo y no cesa de vaciarme al desc~bnr­ de una orientación y significación primera?
me recursos siempre nuevos. No me sabia tan Dicho de otra manera, la expresión, antes de
rico, pero no tengo el derecho de g~ardarme ser celebración del ser, es una relación con
nada. ¿El Deseo de Otro es un apetlt? o una aquel ~ quien ex~reso la expresión y cuya
generosidad? Lo Deseable no llena mi Deseo, presencia es requenda para que mi gesto cul-
sino que lo ahonda, nutriéndome, de alguna tural de expresión se produzca. El otro que
manera, de nuevas hambres. El Deseo se :e- me da la cara no está incluido en la totalidad
vela con1o bondad. Hay en Crimen y c~s~z,go del ser expresado. Reaparece desde el fondo
de Dostoievskv una escena donde, refinen- de toda reunión del ser, como aquel a quien
se a Sonia Marmeladova que mira a. Ras- expreso lo que expreso. I\1e vuelvo a encontrar
kolnikov en su desesperación, Dostmev~ky así frente al Otro. Otro que no es ni una sig-
habla de "insaciable compasión". No dice nificación cultural, ni un simple dato. Pri-
"inagotable compasión". Como. si la compa- mordialmente es sentido porque se lo presta
sión que va de Sonia a Raskoln~kov fuera un a la expresión misma, porque sólo por él un
hambre nutrida por la presencia de Rasko!- fenómeno como el de la significación se in-
nikov más allá de toda saturación, presencia troduce, por su propia cuenta, en el ser.
que acrecentara esta hambre al infinito. El análisis del Deseo, que perfila un sentido
El Deseo del Otro que vivimos en la más en el ser y que nos importaba en primer lugar
trivial experiencia social es el ~?vimient? fun- d!stinguir de la necesidad, alcanzará mayor
damental la pura transportacmn, la onenta- ngor con el ánalisis de la alteridad hacia la
ción absoluta el sentido. La filosofía contem- cual el Deseo se dirige.
poránea insi;te, en todo su análisis del len- La manifestación del Otro se produce, en
58 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 59
efecto, de pronto, del mismo modo que toda otro modo (para mostrar esta entrada siem-
significación. El Otro está presente en un pre novedosa en la inmanencia y la historici-
conjunto cultural y se ilumina por este con- dad esencial del fenómeno) : la epifanía del
junto, como un texto por su contexto. Lama- rostro es una visitación. Mientras que el fenó-
nifestación del conjunto asegura su presencia. meno es ya, de cualquier modo, imagen, es de-
Se ilunlina por la luz del mundo. La com- cir, manifestación cautiva de su forma plástica
prensión del Otro es, así una hermenéutica, y muda, la epifanía del rostro es viviente. Su
una exégesis. El Otro se da en lo concreto de vida consiste, precisamente, en deshacer la
la totalidad a la que es inmanente y que, de forma en la que todo ente que se inserta en
acuerdo a los notables análisis de Merleau- la inmanencia -o se expone como tema-
Ponty, que hemos utilizado extensamente en queda disin1ulado.
las primeras secciones de este trabajo, nuestra El Otro que se manifiesta en el rostro, per-
iniciativa cultural ·-el gesto corporal, lingüís- fora, de alguna manera, a su propia esencia
tico o artístico- expresa y descubre. plástica, semejante a alguien que abriera la
Sin embargo, la epifanía del Otro implica ventana en la que su figura ya se vislumbra-
una significancia propia, independiente de ba. Su presencia consiste en desvestirse de la
esta significación recibida del mundo. El Otro forma que, sin embargo, ya lo manifestaba. Su
no nos sale al paso sólo a partir del contexto, manifestación desborda la parálisis inevitable
sino que, sin esta mediación, significa por sí de la manifestación. Es esto lo que describi-
mismo. La significación cultural que se revela mos por la fórmula: el rostro habla. La mani-
-y que revela-- horizontalmente, en cierto festación del rostro es el primer discurso. Ha-
modo, que se revela a partir de un mun- blar es, ante todo, esta manera de venir des-
do histórico al que pertenece -que revela, de atrás de su apariencia, desde detrás de su
según la expresión fenomenológica, los hori- forma, una apertura en la apertura.
zontes de este mundo-; esta significación La visitación del rostro no es pues el descu-
mundana se encuentra subvertida y transfor- brir de un mundo. En lo concreto del mundo,
mada por otra presencia, abstracta (o, más el rostro es abstracto o desnudo. Está desnu-
exactamente, absoluta), presencia no integra- dado de su propia imagen. Por la desnudez
da al mundo. Esta presencia consiste en venir del rostro, la desnudez en sí es sólo posible en
hacia nosotros, en presentarse. Lo que se pue- el mundo.
de enunciar así: el fenómeno que es la apari- La desnudez del rostro es un despojamien-
ción del Otro, es también rostro; o dicho de to sin ornamentos culturales -una absolu-
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 61
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
60 gue siendo posibilidad de apariencia, mien-
ción-, un desapego de la forma en el seno de tras que el mundo que se enfrenta al pensar
la producción de la forma. El rostro entra en nada puede contra el pensar libre capaz de
nuestro mundo a partir de una esfera absol~­ negarse interiormente, de refugirse en sí, de
tamente extraña, lo que equivale a decir, seguir siendo, precisamente, pensar libre fren-
a partir de un ab-soluto que es,__yor. otra par- te a lo verdadero, capaz de volver a sí, de re-
te el nombre mismo del extranamiento fun- flexionar sobre sí y pretenderse origen de lo
d~mental. La significancia d~l rostro, e~ s~ que recibe, de dominar por la memoria lo
abstracción, es, en el sentido hteral del termi- que le precede; mientras que en tanto que
no, extraordinaria, exterior a todo or~en, ex- pensar libre sigue siendo el Mismo -el rostro
terior a todo mundo. ¿Cómo es pos~ble tal se me impone sin que pueda hacerme el sor-
producción? ¿Cómo es que la venida del do a su llamada, ni olvidarlo, quiero decir,
Otro, la visitación del rostro, el absoluto, no se sin que pueda dejar de ser responsable de su
convierten -de alguna manera- en revela- miseria. La conciencia pierde su primacía.
ción sea simbolismo o sugestión? ¿Cómo es La presencia del rostro significa así una or-
que 'el rostro no puede ser simplemente repre- den irrecusable -un mandato- que detiene
sentación verdadera en la que el Otro renun- la disponibilidad de la conciencia. La con-
. a su alteridad? Para responder a estas ciencia es cuestionada por el rostro. El cues-
cia · ·r tionamiento no conduce a una toma de con-
untas finalmente, estudiaremos la s¡gnl I-
Preg '
canda excepcional de 1~ ~uell~ y .dl"
e ~rden" ciencia de este cuestionamiento. Lo "absolu-
personal donde tal signiflcancm es posible_. tamente otro" no se refleja en la conciencia.
Insistamos por el momento, en el sentido Se resiste de tal forma, que ni su resistencia
implicado p~r la abstracción o la desnudez se convierte en contenido de conciencia. La
del rostro que atraviesa el ?;den del mu~do, visitación consiste en trastornar el egoísmo del
igual modo la turbaciOn de la concien- Yo mismo que sostiene esta conversión. El ros-
y de ' " ., " D
cia que responde a esta abstra~ciOn : es- tro desarma la intencionalidad que lo señala.
o. ado de su forma, el rostro esta atendo en Se trata del cuestionamiento de la concien-·
;u Jdesnudez. Es miseria .. La desnudez del ros- cia y no de la conciencia del cuestionamiento.
tro es indigencia y ya súplica en la .lealt~d El Y o pierde su soberana coincidencia ron-
que me señala. Pero esta súplica es exige~cia. sigo, su identificación en la que la conciencia
La humildad se une a la grandeza. Y'·asl:, se vuelve triunfalmente a sí para reposar en sí
anuncia la dimensión ética de la VISlt~;lO~· misma. Ante la exigencia del Otro, el Yo se
Mientras que la verdadera representacwn Sl-
62 LA SIUN IFICACI{JN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 63
expulsa de este reposo, deja de ser la concien~ ca este movimiento ético en la conciencia, que
cia gloriosa de este exilio. Toda complacencia desajusta la buena conciencia de la coinciden-
destruye la lealtad del movinúento ético. cia del Mismo consigo mismo, implica un
Pero el cuestionamiento de esta libertad acercamiento inadecuado a la intencionalidad.
para sí, salvaje e ingenua, segura de su refu~ Esto es el Deseo: arder de un fuego distinto a
gio en sí misma, no se reduce a un movimien- la necesidad que la saturación apaga, pensar
to negativo. El cuestionamiento de sí es pre~ más allá de lo que se piensa. A causa de este
cisamente la recepción de lo absolutamente acrecentamiento inasimilable, a causa de este
otro. La epifanía de lo absolutamente otro es más allá, hernos llamado a la relación que une
rostro en el que Otro me interpela y me sig- el Yo y el Otro idea de lo Infinito.
nifica un orden, por su desnudez, por su indi- La idea de lo Infinito es Deseo. Consiste,
gencia. Es su sola presencia la que es intima- paradojalmente, en pensar más que lo pensa-
ción a responder. El Yo no toma sólo concien- do conservándolo, así, en su desmesura, con
cia de esta necesidad de responder, como si relación al pensamiento; en entrar en rela-
se tratara de una obligación o de un deber ción con lo inasible, al mismo tiempo que se
particular acerca del cual debiera decidir. En garantiza su posición de inasible. Lo Infinito
su posición misma es, de un lado al otro, res- no es un correlativo de la idea de lo Infinito,
ponsabilidad o diaconía, como en el capítulo como si esta idea fuera una intencionalidad
53 de Isaías. que se realiza en su "objeto". La maravilla de
Ser Yo significa, por lo tanto, no poder lo infinito en lo finito de un pensar es una
sustraerse a la responsabilidad, como si todo subversión de la intencionalidad, una subver-
el edificio de la creación reposara sobre mis sión de este apetito de luz que es la intencio-
espaldas. Pero la responsabilidad que vacía nalidad: contrariamente a la saturación en la
al Y o de su imperialismo y de su egoísmo que se apacigua la intencionalidad, lo Infini-
-aunque se trate de egoísmo por la salva~ to desarma su Idea. El Y o, en relación con
ción- no lo transforma en un momento del lo Infinito, es una imposibilidad de detener
orden universal, sino que lo confirma en su su marcha hacia adelante, imposibilidad de
unicidad. La unicidad del Y o es el hecho de desertar de su puesto según la expresión de
que nadie puede responder en mi lugar. Platón en el Fedón: es, literalmente, no tener
Descubrir en mí esa orientación es identifi- tiempo para retornar, no podernurtarse a la
car el Yo y la moralidad. El Yo ante Otro es responsabilidad, no tener un escondrijo de
infinitamente responsable. El Otro que provo- interioridad donde se vuelva a sí, marchar
64 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
65
hacia adelante sin miramientos para sí. Acre-
de lo irreflexo a la reflexión?" -preguntaba
centamiento de exigencia frente a sí_:. mien-
Merleau-Ponty en Royaumont en abril de
tras más doy la cara a mis responsabil~~ades,
1957, en relación con los problemas que plan-
soy más responsable. Poder _hecho_ de Impo-
tea la teoría husserliana de la Reducción fe-
tencias" -he aquí el cuestionamiento de la
nomenológica. Tal vez nuestro análisis del
conciencia y su entrada en una trama de re-
sentido responde a esa pregunta fundamental
laciones que contrasta con el descubrimiento.
que. 1\ferleau-Ponty se negaba a resolver por
Así en la relación con el rostro -en la re-
lación' ética- se perfila la lealtad de un_a
la Simple apelación a la finitud del sujeto, in-
capaz de reflexión total. "Volverse hacia la
relación o el sentido. La conciencia de los ÍI-
verdad con toda el alma" -la recomenda-
lósofos es esencialmente reflexiva. O, al me-
ción platónica no se limita a una pedagogía
nos la conciencia es captada por los filósofos
. del_ bue~ sentido, que predique el esfuerzo y
en 'su instante de retorno que es Interpreta-
la Sincendad. ¿No señala la reticencia última,
do como su mismo nacimiento. Ya, en sus
la más solapada de todas, de un alma que,
movimientos espontáneos y p~e-reflexiv_os,
ante el Bien, se obstinaría en reflexionar so-
bizquea, por ellos, hacia su ?r.i~en y mide
bre Sí, deteniendo, con ello, ·el movimiento
el camino recorrido. Allí residina su ese~~
hacia el Otro? La fuerza de esta "resistencia
cia inicial: crítica, dominio de sí, anáh-
de lo irreflexo a la reflexión", ¿no es la Vo-
sis y descomposición de toda significación
luntad misma, anterior y posterior, alfa y
que desborda al sí. Ahora b~en? la re~pon­ omega, a toda Representación? Y la volun-
sabilidad no es ciertamente ni Ciega, ni a~­
tad ¿no es fundamentalmente humildad en lu-
nésica, sino que a través de todos los ~ovi­
gar de voluntad de poder? Humildad que no
mientos del pensar en el . que se despheg~,
se confunde con una equívoca negación de Sí
que, en la'
es llevada por una urgencia extrema o, mas .
, orgullosa de su virtud
y que estana
exactamente, coincide con ella. Lo que ?-ca-
reflexión, se reconoce inmediatamente. Hu-
bamos de describir como una "falta de tiem-
mildad, por el contrario, de aquel que "no
po para retornar", ~o es. la ,~atalidad de una tiene tiempo" de retornar a sí y que no em-
conciencia torpe o mfehz, desbordada p~r
prende nada para "negarse" a sí mismo. Hu-
los acontecimientos" o que "se des:mpe~a
mildad que consiste en la abnegación misma
mal", sino el rigor ahsolu~o de ~na actitud ~In
del movimiento rectilíneo de la Obra que va
reflexión, una rectitud pnmordial, un _sentz~o a lo infinito del Otro.
en el ser. "¿De dónde viene esta resistencia
Afirmar tal orientación y tal sentido, poner
66 LA SIONIFI<!ACJÚN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 67

una conciencia sin reflexión por abajo y por drían ninguna significación. Estas cosas subli-
arriba de todas las reflexiones, sorprender, en mes no pueden pasar sin fuentes psicológicas,
suma, en el fondo del Yo, una sinceridad sociales o verbales -salvo la sublimación
sin equívoco y una hunlildad de servidor que misma.
ningún método trascendental podría corrom- Pero esta conciencia ''sin n;flexión" no es
per, o absorber, es asegurar las condiciones la conciencia espontánea, simplemente pre-
necesarias al "más allá del dato" que apunta reflexiva e ingenua -no es conciencia precrí-
en toda significación -a la metá-fora que la tica. Descubrir la orientación y el sentido úni-
anima-, maravilla del lenguaje cuyo análi- co, en la relación moral, es precisamente
sis filosófico denunciará, sin tregua, el "origen poner al Yo como ya cuestiona?o por e1 O~r?
verbal", sin destruir la intención evidente que al que desea y, en consecuencia, como cnti-
la penetra. Cualquiera que sea su historia cado en la rectitud misma de su movimien-
psicológica, social o filológica, el más allá que to. Esto es así porque el cuestionamiento de la
produce la metáfora tiene un sentido que tras- conciencia no es, inicialmente, una conciencia
ciende esta historia; el poder de ilusionismo del cuestionamiento. Aquél condiciona a ésta.
que posee el lenguaje debe ser reconocido, la ¿Cómo el pensar espontáneo retornaría, si el
lucidez no suspende el más allá de estas ilu- Otro, lo Exterior, no lo cuestionara? <~Y có-
siones. El papel de la reflexión es, ciertamen- mo, en una preocupación de Crítica total
te, volver las significaciones a sus fuentes sub- confiada a la reflexión, surgiría la nueva
jetivas, subconscientes, sociales o verbales, es ingenuidad de la reflexión que provoca la in-
decir, montar su inventario trascendental. genuidad primera? Entonces, el Yo desgasta
Pero el método, aunque legítimo para destruir su ingenuidad dogmática ante el Otro que le
tnuchos prestigios, ya presupone un resultado exige más de lo que espontáneamente puede.
esencial: en la significación, se prohibe de an- Pero el "término" de ese movimiento a la
temano toda proyección trascendente. Antes vez crítico y espontáneo -y que no es, propia-
de comenzar la búsqueda, todo Otro ya es mente hablando, un término, porque no es un
convertido por ésta en i\1úmo~ mientras que fin, sino el principio que solicita una Obra
la Reflexión, en su obra de saneamiento, usa- sin recompensa, una liturgia-, no se llama
rá estas nociones -aunque sólo se trate de un más ser. Y es aquí, tal vez, donde s~ puede
más allá con relación al cual se sitúa la inma- percibir cómo una meditación filosófica .se ve
nencia-, nociones que sin la sinceridad y la necesitada a recurrir a nociones como Infini-
rectitud de la "conciencia sin retorno" no ten- to o Dios.
68 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO

VID. ANTE LA CULTURA


LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 69
En lo sucesivo la universalidad sólo podrá ser
Diremos, para concluir, que antes que en la lateral, ~egún !a expresión de Merleau-Ponty.
Cultura y la Estética, la significación se sitúa Esta uniVersalidad consistiría en poder pene-
en la Ética, presupuesto de toda Cultura y de trar una cultura a partir de otra, como se
toda significación. La moral no pertenece a aprende una lengua a partir de la lengua ma-
la Cultura: permite juzgarla, descubre la di- terna. Será necesario renunciar a la idea de
mensión de la altura. La altura ordena el ser. una gramática universal y de una lengua
La altura introduce un sentido en el ser. algorítmica, construida sobre el esqueleto de
Ya es vivida a través de la experiencia del esta gramática. No es posible ningún con-
cuerpo humano. Conduce las sociedades hu- tacto directo o privilegiado con el mundo
manas a erigir altares. No es porque los hom- de las Ideas. Tal concepción de la univer-
bres, por sus cuerpos, tengan una experiencia salidad traduce, en suma, lo oposición radi-
de lo vertical por lo que lo humano se coloca cal, ta~ característica de nuestra época, a la
bajo el signo de la altura: es porque el ser se expansión de la cultura por colonización.
ordena a la altura en que el cuerpo humano Cultivar y colonizar se separarían fundamen-
está colocado en un espacio en el que se dis- talmente. Estaríamos en las antípodas de lo
tinguen lo alto y lo bajo y se descubre el cielo que nos enseñaba Léon Brunschvicg (y el
que para el príncipe Andrés, de Tolstoi -sin Platón hostil a los poetas de la J1LJ1f¡atc; ) :
que ninguna palabra del texto evoque los co- los progresos de la conciencia occidental
lores- es pura altura. ya no consisten en depurar el pensar de
Es de extrema importancia insi'stir sobre la los aluviones de las culturas y los particu)a-
anterioridad del sentido con relación a los :ism?s. del lenguaje, que lejos de significar lo
signos culturales. Unir toda significación a la 1ntehg1ble perpetuarían lo infantil. No es que
cultura, no distinguir entre significación y ex- Léon Brunschvicg haya podido enseñarnos
presión cultural, entre la significación y el arte otra cosa que la generosidad; pero para él
que prolonga la expresión cultural, es recono- esta generosidad y la dignidad del mundo oc-
cer que todas las personalidades culturales cidental llevaban a liberar la verdad de sus
efectúan en igual calidad el Espíritu. En lo prestipuestos culturales para ir, con Platón
sucesivo ninguna significación se podrá des- hacia las significaciones mismas, separadas asf
prender de estas innumerables culturas, para d_el devenir. El peligro de tal concepción es
permitir emitir un juicio sobre estas culturas. c1er~o. La emancipación de los espíritus puede
serv1r de pretexto para la explotación y la
70 LA SI<JNIFICACJÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 71
violencia. Era necesario que la filosofía de- un nuevo modo al platonismo. Es también per-
nunciara el equívoco, mostrara las significa- mitir el juicio de las civilizaciones desde la
ciones que apuntan al horizonte de las cul- ética. La significación -lo inteligible- con-
turas y la excelencia mis1na de la cultura occi- siste, para el ser, en n1ostrarse en su simpli-
dental, como cultural e históricamente condi- cidad no-histórica, en su desnudez absoluta-
cionada. Era necesario que la filosofía se jun- mente incalificable e irreductible, en existir
tara así con la etnología contemporánea. ¡He "antes" de la historia y "antes" de la cultu-
aquí el platonismo vencido! Pero está vencido ra. El platonismo -como afirmación de lo
en nombre de la generosidad misma del pen- humano independiente de la cultura y de la
sar occidental que, percibiendo al hombre historia- se vuelve a encontrar en Husserl, en
abstracto en los hombres, ha proclamado el la tenacidad con que plantea la reducción fe-
valor absoluto de la persona y ha englobado, nomenológica y la constitución (al menos de
en el respeto que le profesa, hasta las culturas derecho) del mundo cultural en la conciencia
en las que estas personas están y en las que se trascendental e intuitiva. No hay obligación
expresan. El platonisn1o es vencido gracias a de seguirle en la vía que toma para unirse
los n1ismos medios que ha provisto el pensar a este platonismo y creemos haber encontrado
universal salido de Platón, esta criticada civi- la rectitud de la significación por otro méto-
lización occidental que ha sabido comprender do. Que la manifestación inteligible se produ-
a las culturas particulares, las cuales no se ce en la rectitud de la moralidad y de la Obra,
han comprendido jamás a sí mismas. mide los límites de la comprensión histórica
Pero la danza de innumerables culturas del mundo y señala el retorno a la sabiduría
equivalentes, en la se justifica cada una en griega, aunque mediatizada por todo el des-
su propio contexto, crea un mundo, cierta- arrollo de la filosofía contemporánea.
mente, des-occidentalizado, pero también un Ni las cosas, ni el mundo perció!do, ni el
mundo desorientado. Percibir en la significa- mundo científico permiten volver a encontrar
ción una situación que precede a la cultura, las normas del absoluto. Como obras cultura-
percibir el lenguaje a partir de la revelación les, están bañadas por la historia. Pero las
del Otro -que es al mismo tiempo el naci- normas de la moral no están embarcadas en
miento de la moral-- en la mirada del hom- la historia y la cultura. Tampoco son islotes
bre que apunta a un hombre precisamente co- que emergen de ellas ya que hacen posible
mo hombre abstracto, despojado de toda cul- toda significación, también la cultural, y per-
tura, en la desnudez de su rostro, es volver de miten juzgar las Culturas.
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 73
72 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
es similar al dato sensible bruto de los empiris-
IX. LA HUELLA
tas. No es, tampoco, un corte instantáneo del
Pero la noción de sentido desarrollada a par- tiempo en el que el tiempo "cruzaría" a la
tir de la epifanía del rostro, que nos ha per- eternidad. El instante pertenece al án1bito del
mitido afirmarlo "antes de la historia", plan- mundo: es un corte que no sangra. Mientras
tea un problema, para el cual quisiéramos, que la abstracción del rostro es visitación y ve-
para terminar, esbozar una respuesta. nida que desarregla ]a inmanencia sin fijarse
· El "n1ás allá" de donde viene el rostro y en los horizontes del mundo. Su abstracción
e . d
que fija la conciencia en su rectltu no es a su no se obtiene a partir de un proceso lógico que
vez una idea comprendida y descubierta? parte de la sustancia de los seres, de lo indi-
Si la extraordinaria experiencia de la En- vidual a lo general. Va, por el contrario, ha-
trada y de la Visitación conserva su significado cia estos seres, pero no se une a ellos, se apar-
es porque el más allá no es una simple tel~ ta de ellos, se ab-suelve. Su maravilla se sos-
de fondo a partir de la cual el rostro nos soh- tiene en el de otra parte del cual viene y a
cita no es un "otro mundo" detrás del mun- donde ya se retira. Pero esta venida de otra
do. 'El más allá es precisamente el m.ás allá parte, no es un rentitir simbólico a este otra
del "mundo", es decir más allá de todo descu- parte, como se remite a un término. El rostro
brimiento, como el Uno de la prilnera hipóte- se presenta en su desnudez: no es una forma
sis del Parménides, que trasciende todo cono- que oculta -y que así indica a su modo-
cimiento ya sea simbólico o significado. "Ni un fondo; ni un fenómeno que esconde -y
semejante, ni desemejante, ni idéntico, ni ~o­ que así traiciona- una cosa en sí. En este
idéntico" dice Platón de lo Uno al exclu1rlo caso el rostro se confundiría con una másca-
precisamente de toda revelación, aun indirec- ra, la que precisamente presupone un rostro.
ta. El símbolo remitiría aún lo simbolizado Si significar equivaliera a indicar, el rostro
al mundo en donde aparece. ¿_Cuál puede sería insignificante. Sartre dirá de una mane-
ser entonces, esta relación con una ausencia ra notable, pero dejando el análisis muy pron-
radicalmente sustraída al descubrimiento y a to, que el Otro es un puro agujero en el mun-
la disimulación y cuál es esta ausencia que do. Procede de lo absolutamente Ausente.
hace posible la visitación, pero que no se re- Pero su relación con lo absolutamente A usen-
duce a lo abscóndito, porque comporta una te del cual procede, no indica, no revela este
significancia, significancia a pesar de la cual Ausente y sin embargo lo Ausente tiene una
el Otro no se convierte en lÑiismo? significación en el rostro. Pero esta significan-
El rostro es abstracto. Esta abstracción no
74 I.A SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 75
cia no es para lo Ausente un modo de darse un orden inmanente, pero en la que, al con-
en vacío en la presencia del rostro -lo que to- trario, la tras-cendencia se niega a la inma-
davía nos llevaría a un modo de descubrimien- nencia precisamente en tanto que tras-cen-
to. La relación que va del rostro a lo Ausente dencia siempre concluida de lo trascedente.
está fuera de toda revelación, y de toda di- La relación entre significado y significación
sitnulación -una tercera vía excluida por' es, en la huella, no correlación, sino la irrec-
esas contradictorias. ¿Cómo es posible esta titud misma. La relación pretendidamente
tercera vía? ¿Es que acaso no buscamos aún mediata e indirecta de signo a significado
el dónde del cual procede el rostro, como es- pertenece al orden de la correlación y, por lo
fera, como lugar, como mundo? ¿Hemos tanto, es aún rectitud y descubrimiento que
sido fieles a la prohibición de buscar el más neutraliza la tras-cendencia. La significancia
allá. como mundo detrás de nuestro mundo? de la huella nos pone en relación "lateral",
En 'este caso el orden del ser se encontraría inconvertible en rectitud (lo que es inconce-
supuesto, orden que no comporta otro estatu- bible en el orden del descubrimiento y del
to que aquel de lo revelado y de lo disimula- ser) y que responde a un pasado irreversible.
do. En el ser, una trascendencia revelada se Ninguna memoria podría seguir este pasado
invierte en inmanencia, lo extraordinario se en la huella. Es un pasado inrnemorial y es,
inserta en un orden, el Otro se absorbe en el tal vez, esto ta1nbién, la eternidad cuya signi-
Mismo. ¿En presencia del Otro no responde- ficancia rechaza obstinada1nente hacia el pa-
nios a un "orden" cuya significancia sigue sado. La eternidad es la irreversibilidad mis-
siendo subversión irreversible, pasado absolu- ma del tiempo, fuente y refugio del pasado.
tarnente caduco? Tal significancia es la signi- Pero si la significancia de la huella no se
ficancia de la huella. El n1ás allá de donde transforma imnediatamente en la rectitud que
viene el rostro significa como huella. El ros- marco el signo -el cual revela e introduce lo
tro está en la huella de lo Ausente absoluta- Ausente significado en la inmanencia- es
mente caduco, absolutan1ente pasado, retira- porque la huella significa n1ás allá del ser. El
do en lo que Paul Valéry llama "profundo "orden" personal al cual nos obliga el rostro
tiempo ido, ido nunca bastante~' y que ningu- está más allá del ser. 1\fás allá del ser, es una
na introspección podrá descubrir en Sí. El ros- Tercera Persona que no se define por el Sí
tro es precisamente la única apertura en la 1vlisino, por la ipseidad. Es posibilidad de esta
que la significancia de lo tras-cendente no tercera dirección de irrectitud radical que es-
anula la trascendencia para hacerla entrar en capa al juego bi-polar de la imnanencia y de
76
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACION Y EL SENTIDO 77
la trascendencia, propia del ser, en el que la por otra vía, al situar esta significancia a par-
inn1anencia gana, de repente, contra la tras- tir de la fenomenología que interrumpe.
cendencia. El perfil que, por la ~uella, }o~~ La huella no es un signo como cualquier
el pasado irreversible, es el perfil del ~l · otro. Pero desempeña también el papel de sig-
El rnás allá del cual viene el rostro esta en no. Puede ser to.mada cmno signo. El detecti-
tercera persona. El pronombre. "El" ex~resa ve examina como signo revelador todo lo que
su inexpresable irreversibilidad, es decir .Y~ marca, sobre los lugares del crimen, la obra
escapada a toda revelació?- como a toda diSI- voluntaria o involuntaria del criminal; el ca-
mulación -y en este sentido- absoluta~en­ zador marcha sobre la huella de la presa, la
te inenglobable o absoluta, trascendencia en que refleja la actividad y la marcha de la
un pasado ab-soluto .. ~a eleid~d de 1~ t~:cera bestia que quiere alcanzar; el historiador des-
persona es la condicwn de la Irreversibilidad. cubre, a partir de los vestigios que había de-
Esta tercera persona que, en el rostro, ya jado su existencia, las civilizaciones antiguas
se ha retirado de toda revelación y de ~oda corno horizontes de nuestro mundo. Todo se
disimulación -que ha pasado-, esta elezdad ordena en un orden, en un mundo, en el que
no es "menos que el ser" con relación al mun- cada cosa revela la otra o se revela en fun-
do en el que penetra el rostro; es toda la e_n~r­ ción de ella. Pero así tomada por un signo, la
midad, toda la desmensura, todo el Infinito huella tiene aún esto de excepcional con rela-
del absolutamente Otro, que escapa a la ~nto­ ción a los otros signos: significa fuera de toda
logía. La suprema presencia del rostro es Ins~­ intención de hacer signo y fuera de todo pro-
parable de esta suprema e irreversible _a~se~?Ia yecto del cual sería la proyección. Cuando, en
que funda la eminencia misma de la VISI~acwn. las transacciones, se "paga con cheque" para
Si la significancia de la hue~la consiste en que el pago deje una huella, la huella se ins-
significar, sin hacer aparecer, s~ ,establece una cribe en el orden mismo del mundo. La huella
relación con la eleidad -relacwn que, ~erso­ auténtica, por el contrario, desarregla el or-
nal y ética, y obligación, no descubre- si, por den del mundo; viene en "sobrein1presión".
lo tanto, la huella no pertenece a la fenomeno- Su significancia original se esboza en la marca
logía, a la comprensión del aparecer ~ del que deja el que quiso borrar sus huellas con
disimularse) se podría, al menos, aproximar la preocupación de realizar un crimen per-
fecto, por ejemplo. El que dejó huellas al
'> Indicamos la notable obra de Roger Laporte (~a borrar sus huellas, no quiso hacer ni decir
V eiÍte' Gallimard, 1963) que también recurre a la nociOn
nada con las huellas que deja. Desarregló el
de El. '
LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 79
78 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO

orden de un modo irreparable. Porque pasó gravidez del ser mismo, fuera de sus actos y
absolutamente. Ser en tanto que dejar una de su lenguaje, pesando no por su presencia
huella es pasar, partir, abs@lverse. que lo ordena en el mundo, sino por su irre-
Pero todo signo, en este sentido, es huella. versibilidad n1isma, por su ab-solución? La
Además de lo que el signo significa, es el pa- huella sería la indelebilidad n1isma del ser,
sado de aquel que ha dejado el signo. La sig- su on1nipotencia frente a toda negatividad,
nificancia de la huella dobla la significancia su inmensidad incapaz de encerrarse en sí
del signo emitido en vista de la comunicación. y, en cierto modo, demasiado grande para la
El signo se mantiene en esta huella. Esta sig- discreción, para la interioridad, para un Sí.
nificancia residiría, para una carta, por ejem- Y en efecto, hemos insistido en decir que la
plo, en la escritura y en el estilo de esta carta, huella no pone en relación con lo que sería
en todo eso que hace que en la emisión misma n1enos que el ser, sino que obliga frente a
del mensaje que captamos a partir del len- lo Infinito, frente al absolutamente Otro.
guaje de esta carta y de su sinceridad, alguien Pero esta superioridad de lo superlativo, esta
pase pura y simplemente. Esta huella puede altura, esta constante elevación a la potencia,
nuevamente ser tomada por un signo. Un gra- esta exageración o esta grandeza infinita -y,
fólogo, un conocedor de estilos, o un psicoana- digamos la palabra, esta divinidad- no se
lista podrá interpretar la significancia singu- deducen del ser del ente, ni de su revelación
lar de la huella para buscar allí las intencio- -aunque fuera contemporánea de una abs-
nes ocultas e inconscientes, pero reales, de condidad-, ni de la "duración concreta". Son
aquel que ha emitido el mensaje. Pero enton- significantes a partir de un pasado que, en la
ces, lo que en la grafía y el estilo de la carta huella, no es indicado, ni señalado, pero en el
sigue siendo específicamente huella, no signi- que desarregla todavía el orden, que no coin-
fica ninguna de estas intenciones, ninguna de cide ni con la revelación, ni con la disimula-
estas cualidades, ni revela ni oculta nada. En ción. La huella es la inserción del espacio en
la huella ha pasado un pasado absolutamente el tiempo, el punto en el que el mundo se in-
concluido. En la huella se oculta su irreversi- clina hacia un pasado y un tiempo. Este tiem-
ble revolución. El descubrimiento que restitu- po es la retirada al Otro, y, por lo tanto, de
ye el mundo y conduce al mundo y que es lo alguna manera, degradación de la duración.
propio de un signo o de una significación, es que está entera en el recuerdo. La superiori~
abolido en esta huella. dad no reside en una presencia en el mundo,
Pero entonces, ¿la huella no sería acaso la sino en una trascendencia irreversible. No es
80 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 81
una modulación del ser del ente. En tanto que za. en las cosas, las cuales, por sí mismas, no
El y tercera persona, está, en cierto modo, deJan huella, sino que producen efectos, es
fuera de la distinción del ser y del ente. Sólo decir, siguen estando en el mundo. Una pie-
un ser que trasciende el mundo -un ser ab- d.ra ha rayado a otra. La rayadura puede,
soluto- puede dejar una huella. La huella es Ciertamente, ser tomada por una hue11a · en
la presencia del que, hablando propiamente, realidad, sin el hombre que ha tenido la ~ie­
no ha estado jamás aquí, del que siempre es dra, la rayadura sólo es un efecto. Hay tam-
pasado. Plotino ha concebido la procesión a bién poco de huella cuando se dice: el fuego
partir de lo Uno como no comprometiendo del bosque es la huella del rayo. La causa y el
ni la inmutabilidad, ni la separación ab-solu- efecto, aun separados por el tiempo, pertene-
ta de lo Uno. Es esta situación en primer lu- cen a un mismo mundo. Todo en las cosas es
gar puramente dialéctica y casi-verbal ( y que expuesto, aun lo que tiene de desconocido:
se repite a propósito de la Inteligencia y del las huellas que las marcan forman parte de
Alma que habitan junto a su principio en su esta plenitud de presencia, su historia es sin
parte superior y que sólo se inclina por sus pasado. La huella como huella no conduce
partes inferiores -lo que es también parte de solamente hacia el pasado, sino que es el paso
la iconografía) la que la significancia excep- mismo hacia un pasado más lejano que todo
cional de la huella perfila en el mundo. pasado y que todo porvenir, los cuales se or-
"Cuando se trata de principio anterior a los denan aún en mi tiempo -hacia el pasado
seres, lo Uno, éste sigue estando en sí mismo; del Otro donde se perfila la eternidad-, pa-
pero si bien sigue estando, no se trata de algo sado absoluto que reúne todos los tiempos.
diferente de aquel que produce los seres en - Lo absoluto de la presencia del Otro que
conformidad con él, se basta a sí mismo para ha justificado la interpretación de su epifanía
engendrarlos. . . aquí, la huella de lo Uno en la rectitud excepcional del tuteo, no es la
hace nacer la esencia y el ser sólo es la hue- simple presencia en la que, a fin de cuentas
lla de lo Uno" (Enneadas, v, 5). están también presentes las cosas. Su presen~
Lo que en cada huella de un pasaje empí- cia pertenece también al presente de mi vida.
rico conserva la significancia específica de la Todo lo que constituye mi vida con su pasado
huella, más allá del signo que puede llegar a y su porvenir se reúne en el presente en el
ser, es posible sólo por su situación en la hue- cual las cosas me llegan. Pero en la huella del
lla de esta trascendencia. Esta posición en la Otro resplandece el rostro: lo que se presenta
huella que hemos llamado ileidad no comien- allí está en vías de absolverse de mi vida y
82 LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO LA SIGNIFICACIÓN Y EL SENTIDO 83

me visita como ya absoluto. Alguien ya ha mía y del mundo, que el ser tiene un sentido.
pasado. Su huella no significa su pasado, co- Sentido que no es una finalidad.
rno no significa su trabajo, o su gozo en el Porque no hay fin, ni término. El Deseo del
mundo, es el desarreglo mismo imprinliéndo- absolutamente Otro no vendrá, como una ne-
se (se estaría tentado de decir gravándose) cesidad, a apagarse en felicidad.
de irrecusable gravidez.
La eleidad de este El) no es el eso de la
cosa que está a nuestra disposición y ante el
.
cual Buber v Gabriel Marcel han tenido ra-
zón de preferir el Tú para describir el encuen-
tro humano. El rnovimiento del encuentro no ,
se agrega al rostro inmóvil. Está en este rostro
mismo. El rostro es, por sí mismo, visitación y
trascendencia. Pero el rostro totalmente abier-
to puede, a la vez, ser en sí mismo, porque
está en la huella de la eleidad. La eleidad es
el origen de la alteridad del ser en la cual el
en sí de la objetividad participa traicionán-
dolo.
El Dios que ha pasado no es modelo del
cual el rostro sería la in1agen. Ser a la imagen
de Dios, no significa ser el icono de Dios,
sino encontrarse en su huella. El Dios reve-
lado de nuestra espiritualidad judea-cristiana
conserva todo lo infinito de su ausencia que
está en el "orden" personal mismo. Sólo se
muestra por su huel)a, como en el capítulo 33
del Éxodo. Ir hacia él no es seguir esta hue-
lla que no es un signo. Es ir hacia los Otros
que se encuentran en la huella de la eleidad.
Es por esta eleidad, situada más allá de los
cálculos y de las reciprocidades de la econo-
HUMANISMO Y AN-ARQUíA* HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 85

lítica y técnica concluyen en la negación de los


Ich liebe den, dessen Seele uebervolJ ist
so dass er sich selber vergisst, und alle
' proyectos que las conducen- enseña la ~n­
Dinge in ihm sind: so werden alle Dinge consistencia del hombre, juguete de sus obras.
sein Untergang. Los muertos sin sepultura en las guerras y en
Nietzsche, Zaratustra, Prólogo 4. los campos de exterminio acreditan la idea
de una muerte sin mañana y vuelven tragi-
cótnica la preocupación por sí e ilusorias las
pretensiones del animal rationale, de poseer
1 un lugar privilegiado en el cosmos y capaci-
dad de dominar y de integrar la totalidad del
La crisis del hmnanismo en nuestra época tie- ser en una conciencia de sí.
ne, sin duda, su origen en la experiencia de la Pero la propia conciencia de sí se desinte-
ineficacia humana que acusan la abundan- gra. El psicoanálisis atestigua la inestabilidad
cia de nuestros medios de actuar y la exten- y el carácter falaz de la coincidencia de sí en
sión de nuestras ainbiciones. En el mundo el cogito, que debería sin embargo detener los
donde las cosas están en su lugar, donde los engaños del genio maligno y restituir al uni-
ojos, la mano y el pie saben encontrarlas, don- verso, que se ha vuelto sospechoso en todas
de la ciencia prolonga la topografía de la partes, su seguridad de antes. La coincidencia
percepción y de la praxis, aunque transfigure consigo en la conciencia donde está el ser des-
su espacio; en los lugares donde se alojan las de Descartes, se muestra al Otro (e, inmedia-
ciudades y los campos que los humanos habi- tamente, al sujeto mismo), como conducida
tan al mismo tiempo que se ordenan, según o trabajada por pulsiones, por influencias y
diversos conjuntos, entre los entes, en toda un lenguaje que componen una máscara lla-
esta realidad "al derecho", el contrasentido mada persona, la persona o persona alguna,
de vastas empresas frustradas -en las quepo- en rigor, un personaje dotado de consistencia
puramente empírica. A partir de aquí, el mun-
*Los textos citados por el autor están traducidos direc- do fundado sobre el cogito se muestra huma-
tamente del francés y las referencias corresponden a las
versiones en esa lengua. N os ha parecido más conveniente
no, demasiado hun1ano -al punto de hacer
este procedimiento ya que permite salvar la homogeneidad buscar la verdad en el ser, en una objetividad
del texto y aclarar algunas particulares interpretaciones del de algún modo superlativa, pura de toda
autor. [T.] ""d
1 eo1ogta
, " , sin
. h uell as h umanas.
Uno puede preguntarse por qué el espíri-
[84]
86 HIJMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 87
tu de inconsecuencia, el anti-humanismo, pue- pre-original; como si la subjetividad no fuera
de aún reservar al hombre el descubrüniento ]a libertad de adhesión a un término que se le
del saber verdadero: ¿el saber, al fin de cuen- presenta, sino una pasividad más pasiva que la
tas, no pasa por la conciencia de sí? Las cien- de una receptividad. Ésta es todavía la inicia-
cias humanas, para las cuales nada es más du- tiva del acogimiento, capaz de asumir lo que
doso que un Y o que se escucha y que se palpa se le opone. Atraviesa, por lo tanto, el presen-
2
(mientras que su ser se desenvolvería fuera te del lagos o lo restituye a la memoria • Di-
de él) , para las cuales nada es más horrible cho de otra manera, la refutación del relati-
que el hormigueo de las significaciones cultu- vismo subjetivista, bajo su forma tradicional,
rales, abordado interiormente por una subje- no toma en cuenta la crisis que supera y se
tividad (cuando que su expresión forrnal las cree en posesión del logos mismo que, sin etn-
simplifica y las explica) 1 ¿no recurren acaso a bargo -por su instante de síncope ontoló-
la mediación del hombre de ciencia? gico, intermedio de ninguna parte,-··, ya ha-
Pero estas viejas objeciones, que no igno- bía perdido. Al superar el relativismo de lo
ran ciertamente ni la sociología, ni el psico• humano, efectúa una recuperación. La ver-
análisis del conocimiento, no tienen la última dad obtenida como por rebote, en el estallido
palabra. Es que la "refutación" formalista de las verdades y por el desgaste de esta re a-
que pretende triunfar sobre el relativismo lidad "al derecho", es como el revés de lo Ver-
subjetivista (¡discutir lo subjetivo es afirmar dadero. Luego, todo sucede como si, en meta-
el valor de lo subjetivo que discute!), no es- física el reverso valiera el derecho. Es sin
capa a la discusión escéptica que renace de duda ' éste el sentido de la objeción que Hus-
sus cenizas como si se tratara de un discurso serl hace a Descartes, cuando le reprocha ha-
sin última palabra; como si el logos que, de ber identificado el "yo soy" del cogito con la
suyo, es comienzo, origen, clpxi] -correla- existencia de un alma que pertenece al mun-
tivo del vacío sin pasado de la libertad- fue- do -es decir, haber situado el absoluto des-
ra, aquí, constantemente sumergido por lo cubierto en la destrucción del mundo, entre
las cosas del mundo, como si ellas nunca se
l. Cf. Serres, Analyse symbolique et méthode structurale, hubieran hundido en el "ninguna parte", co-
una de las más esclarecedoras exposiciones del sentido que mo si su suspensión hubiera sido contingente,
reviste la mutación actual de la filosofía ( Revue Philoso-
phique de la France et de l'étranger, ·octubre-diciembre
1967). Este notable estudio está fechado en 1961 -lo que 2. Lo que justificaría la posición de Sartre para quien
subraya aún la seguridad del análisis. todo compromiso y todo no-compromiso suponen libertad.
88 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 89
como si el ser que sale del coma en el cogito tema. l\.1ás allá de la "objetividad" posible-
fuera aún el mismo que cayó en él. Descono- mente "ideológica", se manifestaría un orden,
cimiento de la modalidad, como diría Jeanne en el que la subjetividad no sería más que el
Delhomme -de lo que Heidegger llamará rodeo que, en virtud de un orden, toma presta-
historia del ser. Hace posible, a partir del co- do la n1anifestación o la inteligibilidad o la
gito, el retorno de Dios y del mundo, deduci- verdad de este orden. No sería el hombre, por
dos según las normas tradicionales, mientras no importa qué vocación propia, el que inven-
que Kant y Husserl buscarán en la deducción taría, buscaría o poseería la verdad. Es la ver-
trascendental del objeto y en la broxil de la dad la que suscita y sostiene al hombre (sin
reducción fenomenológica, un nuevo modo de sostenerse en él), vía por la que entran las
fundamento. Hay allí como una conciencia estructuras de tipo formal o lógico-matemáti-
de que, en adelante, el fundamento del ser co para ordenarse y ubicarse según su arqui-
-la metafísica- se invierte, no se hace en el tectura ideal, rechazando los andan1iajes hu-
ser, sino que se piensa por segundas intencio- manos, que permitían la edificación. Aunque
nes en el fondo de los pensamientos que se la existencia del hombre -el ser ahí- consis-
fijan sanamente en el ser. El fin de la meta- tía en existir en vista de esta existencia misma,
física cuvo tema es concomitante con el del es a la custodia o a la iluminación o a la ocul-
fin del humanismo, ¿no es una manera de tación o al olvido del ser -que no es sien-
enunciar este "retorno"? En efecto, en nues- do- que esta ek-sistencia se consagra, susci-
tros días, la metafísica no se acaba de aca~ar tando y situando lo humano todos estos movi-
y el fin de la metafísica es nuestra me~afístca mientos y virajes. 3 La subjetividad aparecerá
inconfesada, ya que no se parece a ninguna
confesión. 3. Las fórmulas en las que se inscribe esta subordinación
Sin embargo, la inconsecuencia itnplicada del sujeto a las estructuras o al ser anónimo se han per-
filado en el pensamiento occidental mucho antes de la cri-
en denunciar lo absoluto de lo humano en sis actual del humanismo. Para Hegel, el sujeto sólo es la
nombre de las evidencias que aportan las cien- distancia entre el sujeto y el predicado en la proposición
cias humanas -en las que el hombre no sólo especulativa " ... Cuando el primer sujeto (el sujeto del
es objeto, sino también sujeto- puede pasar sistema) entra en las determinaciones mismas y es su alma,
el segundo sujeto, es decir el yo que sabe, encuentra aún
por aparente. Bastaría mostrar el papel pu- en el predicado al primer sujeto con el que quiere terminar
ramente operatorio y provisional del hmnbre y por sobre el que quiere retornar a sí mismo, y en lugar
en el desenvolvimiento y la manifestación de de poder ser el elemento operante en el movimiento del pre-
un conjunto de términos que forman un sis- dicado, el que decide por el raciocinio la conveniencia de
90 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 91
en vista de su propia desaparición, como conviene el nombre -que es el anonimato
momento necesario en la manifestación de mismo- de materia. 4
la estructura del Ser, de la Idea. Momen- ¿Para volver a encontrar al hon1bre en esta
to en el sentido, casi temporal, de momentá- materia y un nombre en este anonimato -un
neo, transitorio, pasajero, aun cuando toda ser en este paisaje lunar- no se está obligado
una historia y toda una civilización se esbozan a hacer valer los "trascendentales": algo o
en este pasar. Este pasar no constituye, sin lo U no? Contra la universalidad de las estruc-
ernbargo, una nueva dirnensión. Estudiado turas y la impersonal esencia del ser -contra
por la etnografía estructuralista como una la relatividad recíproca de los puntos en un
realidad hecha, a su vez, de estructuras, per- sistema- será necesario un punto que cuente
tenece a un orden objetivo del cual esta et- por él mismo y en el "delirio báquico en el que
nografía no es más que una ubicación, y al ningún miembro escapa a la ebriedad", será
cual no es excepción. necesario una célula sobria, en sí. Del surgi-
Como ubicación de estructuras inteligibles, miento del ente en la matriz de algo o sobre
la subjetividad no tendría ninguna finalidad el modelo de lo U no en el seno del ser -es
interna. Asistiríamos a la ruina del mito del decir en el seno de eso que se ha llamado el ser
hombre como fin en sí, al dejar aparecer un del ente- dependería la esencia del hombre.
orden, ni humano ni inhumano, que se orde- Pero se ve también el peligro de tal exigencia:
na, ciertamente, a través del hombre y las ci- el retorno a la filosofía de la sustancia, del so-
vilizaciones que habría producido, pero orde- porte, la reificación del hombre, cuando se
nándose, al fin de cuentas, por la fuerza trata de devolverle la dignidad más alta.
propiamente racional del sistema dialéctico ¿Cómo lo uno y lo único se levantan en la
o lógico-formal. Orden no-humano al cual
4. En este punto la filosofía husserliana se encuentra en
oposición radical con toda la filosofía que, en buena parte,
le debe su nacimiento. En este punto permanece funda-
mentalmente humanista. La subjetividad, irreductible a las
tal o cual predicado al primer sujeto, más bien tiene que ver
condiciones trascendentales, puramente lógicas, de la escue-
con el Sí del contenido, si no quiere ser para sí, sino solidario
la de Marburgo, t::m parecida a lo psíquico humano, aún
con el contenido mismo". Cf. Phénoménologie de /'Esprit,
después de la É1roxT¡ fenomenológica, es lo Absoluto. Con-
pp. 53-54 de la traducción de Jean Hyppolite. Este texto
tra los poderes de los sistemas, se afirma la implicación
está comentado con penetración y claridad en el bello ar-
intencional: temas, horizontes, memoria, sedimentación de
tículo de J.F. Marquet al que remitimos. Cf. Systeme et su-
la historia que espera su reactivación en una subjetividad
jet chez He gel et Schelling, en Revue de M étaphysique et
viviente. El sujeto no es un momento en un orden no-hu-
de M oral e, 1968, n 9 2.
mano o ideal. Muy por el contrario, objetividad, estructura,
92 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO y AN-ARQUÍA
93
esencia? Buscar de nuevo esta matriz del ente que animal. se funda en la Naturaleza; en tan-
en el placer o el presente, en el instante mara- to que ratzonale, palidece en la luz adonde
villoso que merece permanecer o, más exacta- lleva a ma~ife,star las Ideas, los conceptos
mente, en el tiempo que reposa en su hora, vueltos hacia SI, los encadenarnientos lógicos
en la felicidad; oponer a la universalidad de y matemáticos, las estructuras.
la razón que no es un ente, los recursos de la
afectividad escondidos en el cuerpo y en el co-
razón del hombre, es todavía apegarse a II
la idea de reposo que sugiere como soporte la
sustancia. De ahí la recaída y la disolución
del ente, arrancado al anonimato del ser, en La ineficacia de la acción humana enseña la
la Naturaleza 5 • El animal rationale, en tanto precariedad del concepto: hombre. Pero
a?ordar la acción humana en sus forn1as de-
sentido pensado -todo lo que puede ser captado en la nvadas es pensa:~a a. nivel del trabajo y del
actitud que apunta o "intuiciona" al objeto- es siempre
abstracto. La mirada de la reflexión sobre la subjetividad es mand~t,o. La accwn distinta de una simple re-
única aun cuando enfoque aquello a lo que ''el pensamien- percusion de la energía a lo largo de una ca-
to quería llegar". El pensar vuelto hacia el objeto piensa d.ena cau~al~ es el hecho de comenzar, es de-
de este objeto, puede decirse, infinitamente menos de lo
CI~ de exzs~zr como origen y a partir de un
que no piensa de él. Es lícito interrogar a Husserl sobre el
::entido del ser de la subjetividad. Pero en este caso ya se ha ong:en hac1a el futuro. Ésta se realiza enton-
supuesto que la pregunta sobre el "sentido del ser" es lo ces en el carácter iniciador -incoativo- li-
último y que esta interrogación es la búsqueda de lo último. bre de la conciencia. La conciencia es un
Ir hasta lo concreto de la subjetividad histórica, a la inten-
ción, es, tal vez, una interrogación de tipo totalmente di- n:odo de ser tal que el comienzo es su esen-
ferente, más allá de lo tematizable y de lo último y esto, cza . .com~n.zar -ignorar o suspender el espe-
cualesquiera que sean las vías que la fenomenología husser- sor Indefinido del pasado- es la maravilla
liana ha seguido de hecho.
5. Está aquí la mayor dificultad de Pour l'homme de
del presente. Todo contenido de la conciencia
Mickel Dufrenne ( Éditions du Seuil, 1968); donde el talen- ha sido .recibid8, ha estado presente y, en con-
to rivaliza con el valor y el hombre es restituido a su esen- secuencia, es presente o representado, memo-
cia natural, a su régimen en el ser; mientras que de rable. La conciencia es la imposibilidad mis-
la crítica al humanismo resulta tal vez muy clarament(:
"la imposibilidad" de hablar del hombre en tanto que in- ma de un pasado que no habría jamás sido
dividuo de un género. "Yo" y "Otro" del cual soy respon- pres~nte,. y esta~í,a ve?ado a la memoria y a
sable, somos precisamente diferentes por esta responsabili- la h1stona. Accw~ hbertad, comienzo, pre-
dad unilateral. Soporto a todo y al Otro, pero de una mane-
ra diferente a una sustancia en reposo bajo los accidentes.
sente, representacwn -memoria e historia-
94 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 95

articulan de diversos modos esta modalidad ce aparecer su inconsistencia? ¿No se puede


ontológica que es la conciencia. Nada puede encontrar este sentido sin ser rechazado de
entrar fraudulentamente, de contrabando en esta manera hacia el "ser del ente", hacia el
cierto modo, en un yo consciente sin exponerse sistema, hacia la materia?
a la confesión, sin igualarse en la confesión, Se trataría de un nuevo concepto de lapa-
sin hacerse verdad. A partir de aquí toda ra- sividad, de una pasividad más radical que la
cionalidad remite al descubrüniento del ori- del efecto en una serie causal, más acá de la
gen, del principio. La razón es una arqueolo- conciencia y el saber, pero también más acá
gía, y la palabra compuesta arqueología, una de la inercia de las cosas que reposa en sí mis-
redundancia. La inteligibilidad del sujeto nüs- ma, como sustancias que oponen su naturale-
mo no puede consistir más que en esta ascen- za, causa material, a toda actividad; se trata-
sión al origen, movimiento que, en conformi- ría de una pasividad referida al revés del ser,
dad con la Wissenschaftslehre, es el ser mis- anterior al plano ontológico en el que el ser
mo del Yo, el "plantearse" del sí mismo. La se plantea como naturaleza, referida a la an-
reflexividad del Yo no t::s más que el hecho terioridad todavía sin exterioridad de la crea-
de ser el origen del origen. ción, a la anterioridad meta-física. Como si
Pero ya en el aplazamiento al infinito del más allá del ambitus de una melodía, un re-
Sollen, que mana del sujeto puesto como Yo, gistro más agudo o más grave resonara y se
origen de sí o libertad, se anuncia el fracaso entremezclara en los acordes escuchados, pero
incluido en el acto humano y se eleva el anti- con una sonoridad que ninguna voz puede
humanismo que reducirá el hombre a un me- cantar y que ningún instrumento puede pro-
dio, necesario al ser para que él pueda refle- ducir.6 Anterioridad pre-original que se po-
xionarse y mostrarse en su verdad, es decir, en dría, de hecho, llamar religiosa, si el término
el encadenamiento sistemático de los concep- no hiciera correr el riesgo de una teología im-
tos. A partir de aquí, está permitido pregun- paciente por recuperar el "espiritualismo":
tarse: ¿el hmnanismo no podría tomar algún presente, representación y principios, que ex-
sentido si se piensa hasta sus últimas conse- cluyen precismnente el "más acá".
cuencias el desmentido que el ser inflige a la Hacer renacer al hombre de la inani-
libertad? e: No se puede encontrar un sentido dad del hombre-principio, de la inanidad de]
(sentido "al revés" de hecho, pero el único
auténtico aquí) a la libertad, a partir de la 6. ¿Nietzsche no es este soplo excepcional para hacer
pasividad misma de lo humano, donde pare- resonar este "más allá" ?
96 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 97

Principio, del cuestionamiento de la libertad ofrecen a una libertad en las alternativas de


entendida como origen y presente, buscar la adopción o rechazo. La no-libertad absoluta
subjetividad en la pasividad radical, ¿no es no había podido mostrarse absoluta1nente.
entregarse a la fatalidad o a la deternúnación Pero el Yo puede ser cuestionado por el Otro
que son la abolición misma del sujeto? Es ver- de una manera excepcional. No a la manera
dad, si es que la alternativa libre/no libre es de un obstáculo al que siempre puede medir,
última y si la subjetividad consiste en detener- ni como la muerte que él mismo puede dar-
se en lo último o en lo original. Pero es pre- se ;8. el Yo puede ser acusado, a pesar de su
cisamente esto sobre lo que cae la interroga- inocencia, por la violencia, pero también, a
ción. Sin duda, en su aislamiento, en la separa- pesar deé la separación en la que lo dejan el
ción aparentemente absoluta que es el psiquis- exclusivismo y la insularidad de lo psíquico,
mo y en la libertad soberana de la representa- por el Otro que, como tal sin embargo, lo
ción, el Yo no conoce nada más acá de su "obsesiona" y que, próximo o lejano, le impu-
libertad o que está fuera de la necesidad que ta una responsabilidad, irrecusable como un
entorpece esa libertad, pero se presenta a ella. traumatismo, responsabilidad que no ha ele-
Está obligado, como en Fichte, a ser su pro- gido, pero a la cual no puede sustraerse, ce-
pio origen. Está ausente de su nacimiento y rrándose en sí mismo. Reducido al silencio,
de su muerte, sin padre y sin asesino, obligado da una respuesta más acá del lagos, como si
a dárselos -a deducirlos-, a deducir el no- su voz dispusiera de un registro de graves o
yo a partir de su libertad, a riesgo de hundir- de agudos más allá de los graves y de los agu-
se en la locura. La ascensión a lo último o lo dos. Sujeto indeclinable, precisamente en tan-
original, al principio, ya está re~lizada p_or la to que rehén irremplazable por otros, ante-
libertad del Y o, que es el comienzo I?Ism?· rior a la anfibología del ser y del ente y a la
La tesis y la antítesis de la tercera antinonl~a condición de una naturaleza 9 •
kantiana implican la prioridad de la tesis, Se puede hablar del "más allá de lo último"
porque la situación no se limita a los ten:as: o de lo "pre-originario", sin que se haga, por
la tesis y la antítesis se presentan a la conCien- este más allá o este más acá, último u origi-
cia que las tematiza y se las representa en la
7
identidad de lo dicho, del lagos, ambas se 8. Durante el "último cuarto de segundo" es ella la que
viene a mí desmesurada, pero allí ya se acerca el Otro. Cf.
7. Cf. nuestro estudio Langage et Proximité en En décou- T otalité et 1 nfini, p. 211.
vrant l'existence avec Husserl et H ez"d egger (')'
- e d"IciOn,
., p a- 9. Cf. nuestro artículo La Substitution en Revue Philo-
sophique de Louvain, agosto de 1968.
rís, Vrin, 1967), P. 217.
98
HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 99
nario. El "más acá" o el "pre-originario" o el interioridad que no podría mantenerse en un
"pre-liminar" designan -por abuso del len- Dicho -es una responsabilidad, anterior a la
g_uaje desde luego- esta subjetividad ante- libertad. La indecibilidad de lo inefable se
nor al Yo, anterior a su libertad y a su no-li- describe por lo preoriginal de la responsa-
bertad. Sujeto pre-originario, fuera del ser bilidad por los otros, por una responsabilidad
e~ sí: La interi?ridad no se describe aquí e~ anterior a todo compromiso libre, antes de
terminas espaciales cualesquiera, como si se describirse por su incapacidad de aparecer en
tratara del volumen de una esfera envuelta y lo dicho. 10 El sujeto no resalta sobre el ser por
oculta al Otro, pero que, formada como con- una libertad que lo volvería dueño de las
ciencia, se refleja ría también en lo Dicho y cosas, sino por una susceptibilidad preorigina-
pertenecería así al espacio común a todos al ria11, más antigua que el origen, susceptibili-
orden sincrónico; aunque tuviera que for~ar dad provocada en el sujetd 2 sin que la provo-
parte de la región más secreta de esta esfe- cación se haya hecho jamás presente, o logos
ra. La interioridad es el hecho de que en el que se ofrece a la asunción o al rechazo y que
ser el comienzo es precedido, pero lo que pre- se coloca en el campo bi-polar de los valores.
cede ~? se presenta a la mirada libre que lo Por esta susceptibilidad, el sujeto es responsa-
a~um1na, no se hace presente ni representa- ble de su responsabilidad, incapaz de sustraer-
CIÓn; algo ha pasado ya "por sobre la cabe- se a ella sin guardar la huella de su deser-
za" del presente, no ha atravesado el cordón
de la conciencia y no se deja recuperar; algo
1O. Responsabilidad: el "pre-original" es Decir. Pero
que p:ece~e al comienzo y al principio, que responsabilidad: Decir imprudente y arriesgado, comunica-
es an-arqmcamente a pesar del ser, invierte o ción de sí que toda información presupone. Ser más acá, el
precede al ser. ¿Se trata por otra parte de más acá del ser: es Decir, siempre descubrirse, exponerse,
poner la mejilla que es la expiación de la violencia experi-
algo? El algo sigue estando en el ser, asumi-
mentada por la falta del otro y donde el presente de esta
?le y e~terior. Se trata aquí de una pasividad violencia ya se refiere, de este modo, a lo pre-original. Pero
Inasumible, que no se nombra o que sólo se este Decir de la responsabilidad lleva en su extravagancia
nmnbra por abuso del lenguaje, pro-nombre -en su trascendencia- la posibilidad y la necesidad del
peso, del pensar, de la justicia ( Cf. el final de nuestro ar-
de la s~bjetividad. El derecho del ser implica tículo sobre La substitution en Revue Philosophique de Lou-
u~ reves que no se puede dar vuelta. Pero esta vain, 1968, n 9 3).
formul~ no resulta de no importa qué com- 11. Más acá de la pasividad, todavía relativa, de la ma-
teria y de la inercia de las cosas.
placencia por lo inefable y lo incomunica- 12. Provocada en el sujeto -o susceptibilidad que perfi-
ble. Lo inefable o lo incomunicable de la la la subjetividad misma del sujeto.
100 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 101
ciónu·.. Es responsabilidad antes de ser inten- ninguno de sus términos que constituyen la
cionalidad. unidad de un orden. Pero para que lo deter-
minado pueda ser otro con relación a aquello
que lo determina, es necesario que sea libre:
es necesario que guarde el recurso del presen-
te en el que lo determinante lo ha determina-
lii
do y ha sido su contetnporáneo. Este poder de
reminiscencia es precisamente lo que habría
Pero ¿no poder sustraerse a la responsabili-
dad, no es servidumbre? ¿En qué -cosa esta escapado a la determinación, la parte -aun-
que sólo sea ínfima- de libertad, necesaria a
pasividad coloca al sujeto "más allá de lo li-
1~ condición de servidumbre. Una pasividad
bre y lo no-libre"? ¿En qué la susceptibilidad
de la responsabilidad pre-originaria, anterior absoluta, en la que el término determinante no
se ha presentado jamás a lo determinado, ni
a la confrontación con el logos, a su presen-
aun en el recuerdo, equivale al determinismo.
cia, anterior al comienzo que se presenta (o se
¿El determinismo está más allá de la libertad
presentifi~a), al acuerdo que se otorga o
y de la servidumbre? Sí. Pero la subjetividad
que se niega al logos, no es un encadena-
se encuentra más acá de la alternativa deter-
miento? ¿Por qué, expulsado en sí, acorralado
minismo-servidumbre. La cita de presentación
en la responsabilidad, devuelto a su unicidad
del determinante al determinado, a la que
irremplazable por esta indeclinable responsa-
bilidad, el sujeto se exalta en la indeclina- se querría hacer remontar el origen de la
r~sponsabili~ad, puede haber sido in1posible,
bilidad de lo U no?
~I el determinante es el Bien, que no es ob-
Para que la detenninación por el otro pue-
da llainarse servidumbre, sería necesario que Jeto de una elección, porque es tomado por
lo determinado permanezca otro con relación e! sujeto antes de haber tenido el sujeto el
a eso que lo determina. En efecto, el deter- tiempo -es decir la distancia- necesario a la
rninismo puro y simple no es servidumbre para elección. No hay avasallamiento más comple-
to q~~ este asimiento por el bien, que esta
elecc1on. Pero al carácter avasallante de la
13. Contra Fichte y contra Sartre -que piensan que
responsabilidad que desborda la elección -de
todo lo que está en el sujeto y hasta el sujeto mismo se
remonta a una posición debida al sujeto. Pero Sartre ha ha- la obediencia anterior a la presentación o la
blado del sujeto condenado a la libertad. Las páginas si- representación del n1andato que obliga a la
guientes descubren el sentido de esta condenación. responsabilidad- se anula por la bondad del
102 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 103
Bien que ordena. 14 El obediente vuelve a en- sibilidad de ir más acá del principio, a lo ab-
contrar, más acá del avasalla1niento, su inte- soluto del saber. Luego, ser donlÍnado por el
gridad. La responsabilidad indeclinable y sin Bien es precisamente excluirse de la posibili-
embargo jamás asumida con plena libertad es dad misma de elección, excluirse de la coexis-
bien. El asimiento por el bien, la pasividad tencia en el presente. La imposibilidad de
del "experimentar el bien" es una contracción elección no es aquí el efecto de la violencia
más profunda que la que exige el movimiento -fatalidad o determinismo- sino de la elec-
de los labios que imitan esta contracción, -~ ción irrecusable por el Bien que, para el ele-
cuando articulan el sí. La ética se presenta gido, está siempre cu1nplida de antemano.
aquí al discurso filosófico, rigurosamente on- Elección por el Bien que no es precisamente
tológico en su punto de partida, como una acción, sino la no-violencia misma. Elección,
inversión extrema de sus posibilidades. Es a es decir, investidura de lo no intercan1biable.
partir de una pasividad radical de la subje- Y por lo tanto pasividad más pasiva que toda
tividad que recuperamos la noción de "una pasividad: filial; pero sujeción pre-via, pre-
responsabilidad que desborda la libertad" lógica, sujeción en un sentido único que se
(cuando sólo la libertad debería poder justi- estaría equivocado si se interpretara a partir
ficar y limitar las responsabilidades), de una del diálogo. La pasividad, inconvertible en
obediencia anterior a la recepción de órde- presente, no es un siinple efecto de un Bien,
nes, desde esta situación anárquica de la res- restaurada en calidad de causa de este efec-
ponsabilidad, el análisis -por abuso del len- to: en esta pasividad el Bien es el que, para
guaje, sin duda- nombra al Bien. hablar con propiedad, no tiene ser y no es,
Ser dominado por el Bien no es escoger el sino por la bondad. La pasividad es el ser, del
Bien a partir de una neutralidad, frente a más allá del ser, del Bien, pasividad que el
la bi-polaridad axiológica. El concepto de tal lenguaje tiene razón en circunscribir -trai-
bi-polaridad se refiere ya a la libertad, a lo cionando como siempre- en la palabra: no-
absoluto del presente y equivaldría a la impo- ser; la pasividad es el lugar -o más exacta-
mente, el no-lugar- del Bien, su excepción
14. Anulación que consiste en "agravar" la servidumbre
al revelarme el rostro del Otro y al ordenarme en él, al a la regla del ser, siempre descubierta en el
mismo tiempo que me libera de mL No desarrollamos aquí logos, su excepción del presente 5 • Platón nos
este aspecto del problema de la subjetividad reservado a
otro estudio, pero al cual se hace alusión frecuente en nues-
tros artículos citados: Langage et Proximité y La Substi- 15. No es necesario pensar el bien como sentimiento
tution. que suaviza la violencia de la responsabilidad no justificada
104 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 105
ha recordado las largas pruebas del ojo que do" ~on el sujeto, no es ni escogido ni no-
quiere fijar el sol en su viaje. Pero el sol nun- escogido y en el que el sujeto es elegido guar-
ca se sustrae a la mirada. Lo invisible de la dando la huella de su elección. Valor que no
Biblia es la idea del Bien más allá del ser. Es-
tar obligado a la responsabilidad no tiene co-
mienzo. No en el sentido de una perpetuidad
l se ofrece jamás como tema, ni presente, ni
r~presentado y que, para no dejarse tema-
tizar, par~ ?~ comenzar, es más antiguo
cualquiera o de una perpetuidad que se pre- que . el p~mc1 p10 y es, en un pasado inme-
tendiera eternidad (y que es probablemente monal Sin presente, por la ainbigüedad
la extrapolación que da el "infinito erró- y la antigüedad de la huella, no-ausente.
neo"), sino en el sentido de una inconvertibi- Valor que se nombra por abuso del len-
lidad en presente asumible. N ación que no guaje. Valor que se llama Dios. Una tema-
es puramente negativa. Es la responsabilidad tiza~ión transf?rmaría la pasividad preorigi-
desbordando la libertad, es decir, la responsa- nana del elegido que sufre la elección en
., . '
opcion que el SUJeto efectúa y la subjetividad
bilidad por los otros. Es huella de un pasado
que se niega al presente y a la representación, -o la sujeción- en usurpación. Así la sub-
huella de un pasado inmemorial. jetividad del en-sí es como una obediencia a
Es por el Bien que la obligación de la res- una orden que se cumple antes de haberse
ponsabilidad irrescindible, irreversible, irrecu- escuchado, la anarquía misma. El sujeto co-
sable, responsabilidad que no se origina en una mo Yo se sostiene ya en la libertad, más allá
elección, no es la violencia que dificulta una d.el sí, más allá de la relación al pre-origina-
elección, sino que sitúa una "interioridad" no, al pre-lin1inar, más allá de la pura pasi-
que precede a la libertad y a la no-liber~ad, v!dad, Inás antigua que aquella que, obstacu-
fuera de la bipolaridad axiológica, obedien- lzzando. 1~ actividad de su inercia, la supone.
cia a un valor único sin anti-valor, al cual es La pasividad pura que precede a la libertad
imposible escapar/ 6 pero que, "emparenta- es responsabilidad. Pero responsabilidad que
no debe nada a mi libertad es mi responsabi-
lidad por la libertad de los otros. Allí, donde
por un acto libre y que pertenecería a la "experiencia de
la responsabilidad". Es, de suyo, pasividad -precisamente
yo hubiera podido seguir siendo espectador,
cuando es.
16. "¿Dónde ocultarme? ¡Huyamos en la noche infer-
nal! ¿Pero qué digo.? Mi padre tiene allí la urna fatal" es percibida en su posibilidad. -"No te dejaré ni te aban-
dice Racine en el Fedra, donde la responsabilidad de ]a donaré", dice en la Biblia el Eterno a Josué: el supremo
responsabilidad es una fatalidad. Pero la paternidad del Bien divorcio es aquí el supremo refugio.
106 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 107
soy responsable, es decir aún, hablante. Ya Naturaleza, ni en promesa de felicidad que
nada es teatro, el drama ya no es juego. envuelve con felicidad esta relación con el
Todo es grave. 17 Otro. La pasividad en la que el Bien es, no se
hace eros, nada suprime en esta pasividad la
huella del Otro en su virilidad para devolver
el Otro al Mismo. El lazo anárquico en-
IV
tre el sujeto y el Bien -lazo que no se puede
anudar como asunción de un principio que,
Pero nada se hace tendencia natural en esta de cualquier modo, se haría presente al suje-
pasividad de ser poseído por el Bien, en la que to en la elección; pero lazo anárquico que se
el Bien es, mientras que, hablando con propie- habría anudado sin que el sujeto ha ya sido
dad, no tiene que ser y es sólo por la bondad. voluntad, y que no es la constitución del "ins-
La relación con el Otro no se convierte en tinto divino" de la responsabilidad, de "una
naturaleza altruista y generosa", de una "bon-
dad natural". Lazo que liga a un afuera. Esta
17. La perspectiva de lo pre-original que abre la irrecu- exterioridad de la alianza se mantiene preci-
sable responsabilidad por los otros --o la pasividad del samente en el esfuerzo que exige la responsa-
bien- justifica, tal vez, que se pueda hablar de creación.
ex-nihilo: pasividad que excluye hasta la receptividad, por-
bilidad por los otros, tan extraña al eros co-
que en la creación lo que sería todavía asumir mínimamente mo al entusiasmo (posesión donde desaparece
el acto -como una materia que él~ume por sus potencias la diferencia entre posesor y poseído). Pero
la forma que la penetra- sólo surge cuando ya ha termina-
do el acto creador. Tesis que no tiene el poder, o la de~
le hace falta la tentación de la facilidad de
bilidad, de aproximarse a la afirmación dogmática de la romper, el atractivo erótico de la irresponsa-
creación. La noción de creación no es introdu'Cida aquí bilidad que, a través de una responsabilidad
como concepto ontológico en una ascensión a la causa pri-
limitada por la libertad de aquel "que no es
mera del ser a partir de un dato, ni tampoco como la as-
censión al origen del tiempo, a partir del presente -ca- el guardián de su hermano", presiente el Mal
mino que, a pesar de las antinomias kantianas, habría en- de la libertad absoluta del juego. De aquí
contrado milagrosamente un argumento que silenciaría la viene, en el seno de la sumisión al Bien, la se-
antítesis. La creación no es pensada aquí como afirmación
de una tesis, la cual en el tema, en el presente, supone ya la
ducción de la irresponsabilidad, la probabili-
libertad, es decir, el Yo que se pretende increado, cuestio- dad del egoísmo en el sujeto responsable de
nando la creación. La "creaturalidad" del sujeto no puede su responsabilidad, es decir el nacimiento mis-
convertirse en representación de la creación. Es "para el mo del Yo en la voluntad obediente. Esta ten-
Yo", que se pretende increado, su expulsión en sí en la
pasividad de una responsabilidad que desborda la libertad. tación de separarse del Bien, es la encarna-
108 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA 109

ción nüsma del sujeto18 o su presencia en el sumisión al Bien no sería ya anárquica y equi-
ser. Pero no es porque el Y o sea un alma en- valdría a la demostración de Dios, a la teolo-
camada, que la tentación turba la obediencia gía que trata a Dios como si perteneciera al
pre-via al Bien y promete al hombre la elec- ser o a la percepción; equivaldría al optimis-
ción soberana; es porque la obediencia sin ser- n1o que una teología puede enseñar, que la
vidumbre al Bien es obediencia a un otro religión debe esperar, pero sobre la que el fi-
que sigue siendo otro, que el sujeto es carnal, lósofo calla.
a bordo del eros, y se hace ser. Este silencio puede ser tomado por la diso-
La esencia del mal es su ambigüedad in- lución del hombre en el ser que lo seduce y al
salvable. El mal, seductor y fácil es, tal vez, que vuelve. El anti-humanismo moderno tie-
incapaz de romper la pasividad de la sujeción ne, sin duda, razón cuando no encuentra en
pre-liminar, pre-histórica, de aniquilar el el hombre, comprendido como individuo de
más acá, de repudiar lo que el sujeto jamás un género o de una región ontológica -indi-
ha contraído. El mal se muestra como pecado, viduo que persevera en el ser como todas las
es decir responsabilidad, a pesar suyo, de la sustancias-, un privilegio que lo constituya
no aceptación de las responsabilidades. Ni al como el fin de la realidad.
lado, ni frente al Bien, sino en el segundo lu- Pero el Yo, vuelto a un Sí, responsable a
gar, por debajo, más abajo que el Bien. El ser pesar de sí, abroga el egoísmo del conatus e
que persevera en el ser, el egoísmo o el Mal, introduce en el ser un sentido. No puede haber
perfila así la dimensión rnisma de la bajeza y más sentido en el ser que el que no se mide
el nacimiento de la jerarquía. Aquí comienza en el ser. La muerte vuelve insensata toda la
la bipolaridad axiológica. Pero el Mal se pre- preocupación que el Y o quisiera tomar por su
tende contemporáneo, igual, y hermano me- existencia y su destino. Una empresa sin sali-
llizo del Bien. Mentira irrefutable -mentira da y siempre ridícula: nada es más cómico
luciferina. Sin él ·que es el egoísmo mismo del que la preocupación por sí mismo de un ser
Y o puesto como su propio origen -increado-- condenado a la destrucción; tan absurda como
principio soberano, príncipe -sin la imposi- aquel que interroga, para actuar, a los astros,
bilidad de abatir este orgullo, la anárquica cuyo veredicto no tiene apelación. Nada es
más cómico o más trágico. Pertenece al mis-
18. La encarnación -fundamentalmente erótica- es mo hombre ser figura trágica y cómica.
también la imposibilidad de escapar a sí, es decir, de huir
Pero la responsabilidad pre-original por el
de sus responsabilidades. Por esto se muestra el carácter ilu~
sorio de la ruptura con la sumisión. otro no se mide en el ser, no está precedida
110 HUMANISMO Y AN-ARQUÍA HUMANISMO Y AN-ARQUÍA
111

de una decisión y la muerte no puede redu- que precisamente otros no pertenecen al mis-
cirla ·al absurdo. En el placer, que es el úni- mo género que el yo, porque soy responsable
co capaz de hacer olvidar la tragicomedia de ellos sin preocuparme de su responsabili-
del ser y que, tal vez, se defina por este olvido, dad con respecto a mí porque, aún de ella,
la muerte es recordada como un desmentido soy, al fin de cuentas y desde el comienzo, res-
.
mientras que perfecciona el sacrificio de la' ponsable - el yo, yo soy hombre que soporta
responsabilidad irrecusable. N a die es tan hi- el universo, "pleno de todas las cosas". Res-
pócrita para pretender que ha quitado a la ponsabilidad o decir anterior al ser y al ente,
muerte su dardo -ni aun los prometedores que no se dice en categorías ontológicas. El
de las religiones; pero podemos tener respon- antihumanismo moderno no tiene tal vez ra-
sabilidades por las cuales no podemos dejar zón para no encontrar en el hombre, perdido
de consentir a la muerte. Es a pesar mío que en la historia y en el orden, la huella de ese
el Otro me concierne. decir pre-histórico y an-árquico.
Si se tuviera el derecho de retener de un
sistema filosófico un rasgo, dejando de lado
los detalles de su arquitectura -aunque no
haya detalles en arquitectura, según Valéry, y
teniendo en cuenta que en filosofía el detalle
es el que le irrípide al conjunto ser una puerta
falsa- evocaríamos aquí el kantismo: encon-
trar un sentido a lo humano sin medirlo por
la ontología, sin saber y sin preguntarse "qué
ha'}' de ... ", fuera de la mortalidad y la in-
mortalidad, la revolución copernicana es tal
vez esto.
A partir de la responsabilidad siempre más
antigua que el conatus de la sustancia, más
antigua que el comienzo y el principio, a par-
tir de lo an-árquico, el yo vuelto a sí, respon-
sable del Otro- es decir rehén de todos- es
decir sustituto de todos por su no intercam-
biabilidad misma - rehén de todos los otros
SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 113
¿s¡ no respondo de mí, quién responderá pone para medir la certeza del saber, más se-
por mí? Pero si sólo respondo de mí, guro de los límites de sus axiomáticas que
¿aún soy yo?
de cualquier axioma. El estudio del hombre
(Talmud de Babtlonia: Tratado de Aboth entroncado en una civilización y en una eco-
6a)
nomía que ha llegado a ser planetaria, no pue-
de limitarse a una ton1a de conciencia: su
muerte, su renacimiento, su transformación,
se juegan, de aquí en adelante, lejos de él
mismo. De ahí la aversión por cierta predica-
I. LAS CIENCIAS HUMANAS ción en la que cayó --a pesar de su ciencia
y de sus audacias de antaño- el hmnanismo
Fin del humanismo, de la metafísica -muer- occidental al establecerse en la ambigüedad
te del hombre, muerte de Dios (o ¡ muerte a memorable de las bellas letras, de las' "bellas
Dios!)- ideas apocalípticas o slogans de la almas", sin contacto con Jo real de las violen-
alta sociedad intelectual. Como todas las ma- cias y la explotación. Todo respeto al "mis-
nifestaciones del gusto -y de los hastíos- terio humano" se denuncia, por tanto, como
parisienses, estas declaraciones se imponen ignorancia y opresión. "Decir noblemente lo
con la tiranía del último grito, pero se ponen humano del hombre, pensar la humanidad en
al alcance de todos y se degradan. el hombre, es llegar rápidamente a un discurso
Su verdad primera es de orden metodoló- insostenible y, ¿cómo negarlo?, más repugnan-
gico. Expresan cierto estado de investigacio- te que todas las groserías nihilistas", escribe
nes en las ciencias humanas. Una preocupa- en noviembre de 1967, Maurice Blanchot. 1
ción de rigor vuelve desconfiados a psicólogos, Tomar los principios de método por afir-
sociólogos, historiadores y lingüistas frente maciones sobre el fondo de las cosas (si el fin
a liD Yo que se escucha y se palpa, pero de la metafísica permite aún hablar del fondo
sigue estando sin defensa contra las ilusiones de las cosas) es, ciertamente, cosa de espíri-
de su clase y los fantasmas de su neurosis la~ tus simples y apresurados.
tente. Un formalismo se impone para domesti-
car la proliferación salvaje de los hechos hu- l. La Nouvelle Revue Franraise, núm. 179, pp. 820-821.
manos que, abordados en su cotenido, nublan Y, de una manera profética, seis meses antes de mayo de
la vista del teórico; un formulismo que se im- 1968, Blanchot ve la sustitución del humanismo literario
por el humanismo del grito y del "grito escrito", las "ins-
[112] cripciones de las ·parede~.'',
114 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 115

Tanto es así, que el progreso mismo de las ¿Dónde encontrar por otra parte, en el ser
ciencias humanas de nuestro tiempo procede sin salida, una no man's land para el repliegue
de una mutación de la luz del mundo, de la ca-· de la subjetividad trascendental? Si recorda-
ducidad de ciertas significaciones. La nostal- mos las razones venerables que impusieron la
gia del formalismo lógico y de las estructuras "conciencia trascendental" a la filosofía de-
matemáticas en la comprensión del hombre, seosa de comprender el conocimiento, podría-
desborda las precauciones y malabarismos me- mos, de hecho, obstinamos en pensar el ser
todológicos, al mismo tiempo que supera la en función de la subjetividad y en un "no-lu-
imitación positivista de los arquetipos del gar", donde se asentara la soberanía legisla-
número y de la n1edida, triunfantes en la físi- dora de la conciencia trascendental. Pero las
ca. Consiste en preferir, hasta en el orden hu- contradicciones que desgarran al mundo razo-
mano, las identidades matemáticas, identifi- nable, el que se pretende salido de la legisla-
cables exteriormente, en la coincidencia de sí ción trascendental, ¿no destruyen la identidad
consigo donde, hace cien años, se quería an- de lo subjetivo? Que una acción puede ser
clar la nave del saber exacto. Desde ahora en obstaculizada por la técnica destinada a vol-
adelante el sujeto se elimina del orden de las verla eficaz y fácil; que una ciencia, nacida
razones. Como si su congruencia misma con- para abarcar el mundo, lo lance a la desinte-
sigo fuera imposible; como si la interioridad. gración; que una política y una administra-
del sujeto no se cerrara desde el interior. El ción, guiadas por el ideal humanista, manten-
psiquismo y sus libertades (donde se desplie- gan la explotación del hombre por el hombre
ga sin embargo el pensar explorador del sabio· y la guerra -éstas son singulares inversiones
mismo), no serían más que un rodeo prestado de proyectos razonables, que descalifican la
por las estructuras para encadenarse en siste- causalidad humana y, por eso mismo, la sub-
ma y para mostrarse a la luz. No es más el jetividad trascendental comprendida como es-
hombre, por vocación propia, el que buscaría pontaneidad y acto. Todo transcurre como si
o poseería la verdad; es la verdad la que sus- el Y o, identidad por excelencia, al cual se
cita y sostiene al hombre ( ¡ sin sostenerse en remontaría toda identidad identificable, fra-
él!). La interioridad del yo idéntico a sí mis- casara consigo, no llegara a coincidir consigo
In o se disuelve en la totalidad sin repliegues mismo.
ni secretos. Todo lo humano es exterior. Esto Desde hace tiempo, de hecho, los hombres
puede pasar por una formulación muy consis- eran sensibles a esta alienación. Pero desde
tente del materialismo. el siglo XIX se encontraba, con Hegel, un senti-
116 SIN IDENTIDAD
SIN IDENTIDAD 117
H. HEIDEGGER
do a esta alienación, reconocida como provi-
sional y como debiendo aportar un aumento
de conciencia y de claridad a la conclusión de Existe una convergencia significativa, en el
las cosas. Se explicaban estos desvíos de la vo- pensamiento contemporáneo, entre este enjui-
luntad, sobre todo con Marx, por la aliena- ciamiento de la subjetividad por las ciencias
ción social ; ¡ al exaltar las esperanzas socialis- humanas y el pensar filosófico, el más influyen-
tas se volvía, paradojalmente, plausible el te de este siglo, que se siente ya pos-filo~ófi­
idealismo trascendental! La angustia de hoy C?2· Heidegger relaciona la noción de subjeti-
es más profunda. Proviene de la experiencia vidad trascendente con cierta orientación de
de revoluciones que se hunden en la burocra- la filosofía europea, con la metafísica. Estima
cia y en la represión y en la experiencia de que esta metafísica se termina. Identidad irre-
violencias totalitarias que se hacen pasar por ductible, Yo, psiquismo, conciencia, sujeto, la
revoluciones. Porque, en ellas, se aliena la de- posibilidad de encerrarse en sí y de separarse
salienación misma. La recurrencia a sí_, la del ser, de ir, entonces, al ser a partir de este
idea de un Yo que se identifica al volver a en- repliegue en sí éque es en el pensamiento mo-
contrarse, n1uestra el fracaso, o al menos de- derno, la certeza de sí, cuyo modelo fija el
nuncia la empresa revolucionaria que, a pesar cogito cartesiano) -todo esto sería aún me-
de realizarse con extrema conciencia, engaña tafísica; ,como la concepción según la cual
a la intención vigilante que la desea, en la el acto cultural, político o técnico proyectaría
acción que se escapa de la mano fuerte en la abscondidad del Ser los rayos de su luz
-mano de hierro- que la guía. Los reen- interior, fuente de sentido, y recubriría al ser
cuentros de sí, de suyo fracasan. La interiori- opaco de capas de sentido, en el curso de la
dad no sería rigurosamente interior. Y n es historia que sería el movimiento de la Razón
otro. ¿La identidad misma no es un fracaso? misma, al transfigurar el Ser por el Arte, la
El sentido consistiría en buscar, en un mundo
que no lleve las huellas humanas y que no fal- 2. Cf. en esta materia el bello libro de Mikel Dufrenne
P?,ur l'H omme ( Éditions du Seuil, París, 1968) . Cf. tam~
see, la identidad de las significaciones. En un bte~ Revue lnternationale de Philosophie, núm. 85-86 y es-
mundo puro de toda ideología. pecialmente el artículo de Louis Marin. Es necesario notar
si.n e~bargo, q~e Heidegger mismo pone la logística, la so~
c10logta Y la psicología entre las manifestaciones del nihilis-
mo Y de la voluntad de poder que pertenecen a la metafísica
desfalleciente. Cf. Zur Seinsfrage en Wegmarken, p. 220:
cf. más adelante nota 4.
118 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 119
Ciencia, el Estado y la Industria. Para Hei- la paz que es el lenguaje original; maravillar-
degger el proceso mismo del ser -la esencia se de este silencio y de esta paz. Simplicidad y
3
del ser- • es la eclosión de un determinado maravilla que son también la resistencia y la
sentido, de una detern1inada luz de una de- atención extrema del poeta y del artista: es
. '
terminada paz que nada piden al sujeto, nada en el sentido propio del término, guardar el
expresan que sea interior de un alma. El pro- silencio. El poema o la obra de arte guar-
ceso del ser -o la esencia del ser- es, desde dan el silencio, dejan de ser la esencia del ser,
el principio, manifestación, es decir, plenitud como el pastor guarda sus rebaños. eomo una
en el sitio, en el mundo, en la hospitalidad. patria o un suelo requieren a sus autóctonos,
Pero así, la manifestación requiere al hombre, el ser requiere al hombre. El extrañamiento
porque a él se confía como secreto y como ta- del hombre en el mundo, su condición de apá-
rea. Confidente, pero también vocero, heral- trida, atestiguarían los últimos asaltos de la
d?, mensajero del ser, el hombre no expresa metafísica y del humanismo que sostiene. Por
nmguna conciencia. Manteniéndose en la esta denuncia del "mundo interior" Heide-
apertura del ser -cuya esencia es patencia- gger radicaliza el anti-psicologismo husserlia-
el hombre dice el ser. ¡En la apertura, pero Ó04. Con el siglo xx, el fin de la subjetividad
también en el olvido! En "el olvido del ser"
4. En la obra de Husserl el anti-psicologismo se dirigía
el hombre se encierra cmno mónada; se hace' sobre todo contra la "naturalización" de la conciencia, pero
alma, conciencia, vida psíquica. De esta ce- preservaba la interioridad soberana del sujeto en el idealis-
rradura -en la que el ser se interpreta aún y mo trascendental. La subjetivididad trascendental fundaba
todo saber. La intencionalidad por la cual la conciencia sig-
se comprende y se muestra, como a espaldas nificaba apertura se constituía como contenido al nivel del
del alma que sólo enuncia al ente- habría tiempo inmanente. Noesis, noemas y objetos intencionales
expresado la historia la feneciente meta.física se constituían, al fin de cuentas, en el interior de la con-
ciencia segura de sí misma; ¡qué importa si la fenomeno-
europea. Pero se acaba. La "conciencia" no es logía sola - y a destiempo- está en condiciones de reac-
tnás un mundo. El mundo interior es cuestio- tivar y de explicar la obra, al primer embate, clandestino, de
nado por Heidegger y las ciencias humanas. la conciencia constituyente! La conciencia explica el univer-
so, defendida de antemano contra toda fractura traumática,
Pensar -después del fin de la metafísica- es
secura adversus deos. El anti-psicologismo heideggeriano
responder al lenguaje silencioso de la indirec- cuestiona este origen de todo sentido en Mí. No al su-
ta, responder desde el fondo de un escuchar a bordinar el ser a las estructuras lógicas (que, para Heide-
gger, no son lenguaje), ni a una textura matemática (que
no es para él un texto). ¡ Y esto es nuevo, este anti-psicolo-
3. Este término se emplea en este estudio como el nom- gismo que no es logicista! Pero para Heidegger, el sujeto no
bre abstracto del verbo ser. tiene nada interior que expresar. Es pensado íntegro a partir
120 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 121

habría comenzado. Las ciencias humanas y que pasa todo presente y que, así, desborda la
Heidegger terminan en el triunfo de la inteli- medida de la libertad? Estamos ante una rela-
gibilidad matemática, que expulsa en la ideo- ción anterior al entendimiento de una voca-
logía al sujeto, la persona, su unicidad y su ción, que precede al entendimiento y al descu-
elección, o en el arraigamiento del hombre brimiento, que precede a la verdad. En el
en el ser cuyo mensajero y poeta sería. acercamiento del otro, en el que el otro se en-
cuentra desde un comienzo bajo mi responsa-
bilidad, "algo" ha desbordado mis decisiones
libremente tomadas, se ha escurrido en mí, a
m. SUBJETNIDAD Y VULNERABILIDAD
mis espalda-s, alineando así mi identidad. ¿Es
cierto que, en la deportación o en la deriva
Pero ya es tiempo de plantear algunas cuestio-
de la identidad que se perciben a través de la
nes. ¿La causalidad humana concuerda con
inversión de los proyectos humanos, el sujeto
el sentido de la subjetividad? El Acto -la in-
no significaba el esplendor de su juventud?
tervención en el Ser fundada sobre la repre-
¿Es cierto que la fórmula de Rimbaud: "soy
sentación del Ser, es decir, fundada sobre la
un otro", significaba solamente alteración,
conciencia en la que el Ser se presenta y, así,
alienación, traición de sí, extrañamiento a sí
siempre se reúnen presente y representado, mismo y avasallamiento de este extraño?
vuelve en la reminiscencia "a sus comienzos", ¿Es cierto que ya la experiencia más humilde,
y así, se entrega a la libertad, siempre corre-
de aquel que se pone en lugar de otro -es
lativa de una intencionalidad-, el Acto libre, decir, se acusa del mal o del dolor del otro--
al asumir lo que se impone a mí, permane- no está animado del sentido más eminente
ciendo voluntad, aun ante lo ineluctable, a según el cual "yo es un otro"?
mal tiempo buena cara, actividad que resurge Todo lo humano es exterior, dicen las cien-
bajo la pasividad de la impresión, el acto li- cias humanas. Todo es exterior o todo en mí
bre ¿responde a la vocación de la subjetivi- está abierto. ¿Es cierto que en esta exposición
dad? ¿ La subjetividad no está en condiciones a todos los vientos, la subjetividad se pierde
de referirse -sin representarlo- a un pasado entre las cosas o en la materia? ¿La subjeti-
del Ser y de la verdad del Ser. Nuestra propia interró- vidad no significa precisamente por su inca-
gación se sitúa allí: ¿La subjetividad no es sinceridad? pacidad de encerrarse en lo interior? La aper-
-puesta al descubierto de sí mismo- que no es una ope- tura puede, en efecto, entenderse en diversos
ración teórica, sino ofrenda de sí -antes de ponerse en la
"apertura de la verdad", antes de "develar el ser".
sentidos.
122 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 123
Primero puede significar la apertura de un desnudo más desnudo que el de la piel
todo objeto a todos los otros, en la unidad del que, forma y belleza, inspira a las artes plás-
universo regida por la tercera Analogía de ticas; desnudo de una piel ofrecida al contac-
la experiencia de la Crítica de la razón pura. to, a la caricia que siernpre, y aun en la vo-
Pero el término apertura puede designar luptuosidad equívocamente, es sufrimiento
también la intencionalidad de la conciencia por el sufrimiento del otro. Al descubierto,
-un éxtasis en el ser. Éxtasis de la ek-sisten- abierta como una ciudad declarada abierta
cia, según Heidegger, que anima la concien- ante la llegada del enemigo, la sensibilidad,
cia, que está llamada, por la apertura original más acá de toda voluntad, de todo acto, de
de la esencia (del Sein), a ocupar un lugar i toda declaración, de toda postura -es la vul-
en ese drama de la apertura. La ek-sistencia
sería también la visión o la especulación de li nerabilidad misma. é' Es? ¿Su ser no consiste
en desvestirse de ser, no en morir, sino en
este drama. El éxtasis de la intencionalidad se alterarse, en "otra cosa que ser"? Subjetivi-
encontraría así fundado en la verdad del ser, dad del sujeto, pasividad radical del hombre,
en la parusía. ¿El naturalismo no ha presen- el cual, por otra parte, se planta, se declara
tido ese modo de fundamento al plantear la ser y considera su sensibilidad como atributo.
conciencia como avatar de la Naturaleza? Pasividad más pasiva que toda pasividad, de-
Avatar y, consecuentemente -en su extra- sechada en la partícula prenominal se que no
ñamiento con relación al ser, en su excep- tiene nominativo. El Yo, de pie a cabeza, has-
ción-, epifenómeno. ta la médula de los huesos, es vulnerabilidad.
Pero la apertura puede tener un tercer sen- , .Interpretar 1"
N o se pod na a apert ura "d e
tido. No es ya la esencia del ser que se abre la sensibilidad como simple exposición a la
para mostrarse, ni la conciencia que se abre a afección de las causas. El otro por el cual su-
la presencia de la esencia abierta y confiada fro no es solamente el "excitante" de la psico-
a ella. La apertura es lo descarnado de la piel logía experimental -ni aun una causa que,
expuesta a la herida y al ultraje. La apertura por la intencionalidad del sufrimiento, sería
es la vulnerabilidad de una piel ofrecida, en el tematizada. La vulnerabilidad es más (o me-
ultraje y en la herida, más allá de todo lo nos) que la pasividad que recibe una forma
que puede mostrarse, más allá de todo lo que, o un impacto. Es la aptitud -que todo ser
de la esencia del ser, puede exponerse a la en su "orgullo natural" tendría vergüenza de
comprensión y a la celebración. En la sen- confesar- a "ser abatido", a "recibir bofeta-
sibilidad, "se pone al descubierto", se expone das". "Que tienda la mejilla a quien le hiere,
124 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 125

que se harte de oprobiosm, dice admi- mirse por él. Todo amor o todo odio del próji-
rablemente un texto profético. Sin hacer in- mo como actitud, refleja, supone esta vulnera-
tervenir una búsqueda deliberada del sufri- bilidad previa: misericordia 6 "conmoción de
miento o de la humillación (presentación de las entrañasm. Desde la sensibilidad, el sujeto
la otra mejilla), sugiere, en el primer pade- es para el otro: sustitución, responsabilidad,
cer, en el padecer en tanto que padecer, un expiación. Pero responsabilidad que no he
consentimiento insoportable y duro que anin1a asumido en ningún momento, en ningún pre-
la pasividad y que la anima extrañamente a sente. Nada es más pasivo que este enjuicia-
pesar de ella, mientras que la pasividad como miento anterior a mi libertad, que este enjui-
tal no tiene ni fuerza, ni intención, ni agrado, ciamiento pre-original, que esta franqueza.
ni desagrado. La impotencia o la humildad Pasividad de lo vulnerable, condición (o in-
del "sufrir", está más acá de la pasividad del condición) por la cual el ser se muestra
experimentar. La palabra "sinceridad" toma creatura.
aquí todo su sentido: descubrirse sin defensa La franqueza expone -hasta la herida. El
alguna, estar entregado. La sinceridad inte- Yo activo retorna a la pasividad de un sí, al
lectual, la veracidad, ya se refiere a la vulne- acusativo del se que no deriva de ningún no-
rabilidad, se funda en ella. minativo, a la acusación anterior a toda falta 8 •
En la vulnerabilidad se aloja una relación 5. Pensamos en el término bíblico ''Rakhamin" que se
con el otro que la causalidad no agota; rela- traduce por misericordia pero contiene referencias a la pa-
ción anterior a toda afección por el excitante. labra "Rekhem" -útero: se trata de una misericordia que
es como una emoción de entrañas maternas.
La identidad del sí no opone límites al expe- 7. Jeremías 31, 20.
rimentar, ni aun la resistencia última que la 8. La noción de subjetividad, que proponemos aquí, no
materia "en potencia" opone a la forma que, consiste ni en conjunción de estructuras, ni en red de re-
flejos. No remite a la interioridad de la conciencia trascen-
la inviste. La vulnerabilidad es la obsesión por dental precavida de antemano contra todo traumatismo y,
el otro o la aproximación del otro. Es para el desde el fondo de su misma receptividad, asumiendo el dato.
otro, desde detrás del otro del excitante. Apro- La subjetividad significa por una pasividad más pasiva que
toda pasividad, más pasiva que la materia, por su vulnerabi-
ximación que no se reduce ni a la representa- lidad, por su sensibilidad, por su desnudez más desnuda que
ción del otro, ni a la conciencia de la pro- la desnudez, por el desnudarse sincero de esta desnudez que
ximidad. Sufrir por el otro, es tenerlo al se convierte en decir, por el decir de la responsabilidad, por
cuidado, soportarlo, estar en su lugar, consu- la sustitución en la que la responsabilidad se dice hasta sus
últimas consecuencias, por el acusativo sin nominativo del sí,
por la exposición al traumatismo de la acusación gratuita,
5. Lamentaciones 3,30. por la expiación por Otro. Traumatismo que confunde la
126 SIN mENTIDAD SIN IDENTIDAD 127

Pero exposición nunc~ bastante pasiva: la momento del naufragio de todo ser, pero an-
exposición se expone; la sinceridad pone al tes del salvataje del yo en el ser, como si el
desnudo la sinceridad misma. Hay decir. Co- naufragio no hubiese tenido lugar; la unidad
mo si el decir tuviera un sentido anterior a la kantiana del "yo pienso" antes de su reducción
verdad que descubre; anterior al advenimien- a una forma lógica que Hegel devolverá al
to del saber y de la información que comunica, concepto; el Yo puro de Husserl, trascendien-
puro de todo dicho; decir que no dice pala- do en la inmanencia, más acá del mundo,
bra, que infinitamente -prevoluntariamen· pero también más acá del ser absoluto de la
te- consiente. Al descubierto en la franqueza conciencia reducida; el hbmbre nietzscheano
en la que la veracidad vendrá, mucho des- sacudiendo el ser del mundo en el pasaje al
pués, a fundarse y así, fuera de toda exhi- superhombre, "reduciendo" el ser no a golpes
bición temática, ésta es la subjetividad del de paréntesis, sino por la violencia de un ver-
sujeto inocente de conjuciones ontológicas, bo inaudito, deshaciendo por el no-decir de la
subjetividad del sujeto anterior a la esencia: danza o del reír (no se sabe por qué, trágicas
juventud. Pero juventud que no significa sim- y graves, al borde de la locura) los mundos
plemente lo inconcluso de un destino fríame.n- que teje el verbo aforístico que los demuele;
te empezado, posible, que llama a la esenc1a. retirándose del tiempo del envejecimiento (de
Juventud que el filósofo ama -el "antes de la síntesis pasiva) por el pensar del eterno
ser", lo "otra cosa que ser". ¿El pensamiento retorno. La reducción fenomenológica bus-
modal de J eanne Delhomme, no a punta a ~sta cando, más allá del ser, el Yo puro, no podría
modalidad difícil "sin continuidad cons1go, obtenerse por el efecto de una escritura en la
sin continuación de sí"? Instantes maravillo- que la tinta del mundo manche los dedos que
sos: el Uno sin el ser del Parménides de Pla- ponen entre paréntesis este mundo.
tón; el yo que se trasluce en el cogito en el Pero es necesario que la filosofía vuelva
de nuevo para traducir -aunque los trai-
conciencia siempre en vigilia, pero proyectada en resigna- cionara- lo puro y lo indecible.
ción a través de una noche en la que, bajo el efecto del
traumatismo, se efectúa el retorno del Yo al Sí. Noche
del inconsciente, ciertamente. Pero al volver a encontrar el
drama interhumano y lo inconsciente más allá de la vigilan-
cia del idealismo trascendental y de la psicología clásica, se IV. -
EL EXTRANAMIENTO EN EL SER
puede pensar que el drama interhumano de lo subjetivo es
más profundo que el drama erótico y que éste lleva a aquél.
Nos atreveremos finalmente a plantear algu-
El eros supone el rostro. nas cuestiones a propósito de Heidegger. ¿El
128 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 129

extrañamiento del hombre en el mundo, es el derecho a la cita que Holderlin y Trakl? La


efecto de un proceso comenzado con los pre- pregunta tiene un alcance más general: las
socráticos que dijeron la apertura del ser sin sagradas escrituras leídas y comentadas, en
impedir el olvido de esta apertura a través de Occidente, ¿han inclinado la escritura griega
Platón, Aristóteles y Descartes? El alma exi- de los filósofos o sólo están unidas a ellos tera-
lada en este mundo que Platón trasmite al tológicamente? ¿Filosofar es descifrar en un
pensamiento metafísico, atestigua el olvido del . palimpsesto una escritura oculta?
Ser. ¿Acaso la noción del sujeto refleja úni- Se lee en el Salmo 119 : "Un forastero soy
camente lo que Heidegger llama la historia del sobre la tierra, tus n1andamientos no n1e ocul-
ser y cuyo olvido metafísico esboza las épo- tes". ¿ El texto sería tardío, según la crítica
cas en la historia de la filosofía? ¿La crisis de histórica, y se remontaría ya al período hele-
la interioridad marca el fin de este extraña- nístico en el que el mito platónico del alma
miento de la ex-cepción o del exilio del su- exilada en el cuerpo habría podido seducir a
jeto y del hombre? ¿Es para el hombre apá- la espiritualidad de Oriente? Sin embargo el
trida el retorno a una patria sobre la tierra? Salmo prolonga textos reconocidos como an-
Nosotros los occidentales, desde California teriores al siglo de Sócrates y de Platón, en es-
a los Urales, nutridos de Biblia al menos tan- pecial el capítulo 25, versículo 23 del Leví-
to como de presocráticos, no somos extran- tico: "La tierra no puede venderse para siem-
jeros en el mundo, aunque de una manera pre, porque la tierra es mía, ya que vosotros
que no debe nada a la certeza del cogito, que, sois para mí como forasteros y huéspedes."
desde Descartes, expresaría el ser del ente. '}.
No se trata aquí del extrañamiento del alma
Extrañamiento en el mundo que el fin de la eterna exiliada entre las son1bras pasajeras ni
metafísica no llega a disipar. ¿Estamos ante de un destino que la edificación de una casa y
el no-sentido infiltrándose en un n1undo en la posesión de una tierra permitirá superar,
el que, hasta el momento, el hon1bre no era obteniendo por la construcción la hospitalidad
solamente pastor del ser, sino elegido por sí del sitio que la tierra envuelve. Porque como
mismo? ¿O el extraño fracaso o defección de en el Salmo 119, en que se apela a los man-
la identidad confirmaría la elección humana: damientos, esta diferencia entre yo y el mun-
la mía -para servir, pero del Otro para do es prolongada por obligaciones hacia los
sí mismo? Los versículos bíblicos no están aquí otros. Eco del decir permanente de la Biblia:
para probar, sino que testimonian una tradi- la condición -o la incondición-. de extran-
ción y una experiencia. ¿No tienen el mismo jeros y de esclavos en el país de Egipto, acer-
131
130 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD

ca el hombre al prójimo. Los hombres se trata de un sujeto que asume responsabilida-


buscan en su·incondición de extranjeros. Na- des o se evade de las responsabilidades, de un
die está en su casa. El recuerdo de esta servi- sujeto constituido, puesto en sí y para sí _co~~
dmnbre reúne a la humanidad. La diferencia una libre identidad. Se trata de la subjetivi-
que se abre entre el yo y el sí mismo, la dad del sujeto, no de su no-indiferencia con
no-coincidencia de lo idéntico, es una no-indi- respecto ai otro en la responsabilidad ilimita-
ferencia fundamental con respecto a los da -porque no se mide por compromisos-
hombres. y a la que me remiten asunción y rechazo _d_e
El horr1bre libre está consagrado al próji- responsabilidades. Se trata de la responsabili-
mo, nadie puede salvarse sin los otros. El do- dad por los otros hacia los que se desvía el
n1inio reservado del alma no se cierra desde movimiento de la recurrencia, en las "entra-
el interior. Pues el Eterno "cerró la puerta ñas conmovidas" de la subjetividad que des-
detrás de Noé", nos dice con admirable garra. ·
precisión un texto del Génesis. ¿Cómo se ce- Extranjero para sí, obsesionado por los
rraría en la hora en que la humanidad pe- otros, in-quieto, el Y o es rehén, rehén en la
rezca? ¿Hay horas en que el diluvio no ame- recurrencia misma de un yo que no cesa de
naza? He aquí la interioridad imposible que fallarse a sí mismo. Pero de este modo, siem-
desorienta y reorienta las ciencias humanas pre más próximo a los otros, más obligado,
de nuestros días: imposibilidad que no apren- agravando su fracaso ante sí mismo. Este pa-
den1os ni por la metafísica, ni por el fin de la sivo sólo se reabsorbe extendiéndose; ¡ gloria
Inetafísica. Distancia entre el yo y el sí mismo, de la no-esencia! Pasividad que ninguna vo-
recurrencia imposible, identidad imposible. luntad "sana" puede querer y, así, expulsa-
N a die puede quedarse en sí mismo: la huma- da, aparte. sin recoger el mérito de sus virtu-
nidad del hombre, la subjetividad, es una des y de sus talentos, inca paz de recogerse
responsabilidad por los otros, una vulnerabili- para acumularse y así incharse de ser. No-
dad extrema. La vuelta a sí mismo se con- esencia del hombre, posiblemente menor que
vierte en rodeo internlÍnable. Anterior a la nada. "Puede ser que 'el hombre pase~, como
conciencia y a la elección -antes que la crea- se acostumbra a decir -escribe Maurice
tura se reúna en presente y representación Blanchot--. Pasa, más aún, siempre ya ha
para hacerse esencia- el hombre se aproxi- pasado, en la medida en que siempre ha sido
Ina al hombre. Está fonnado de responsabi apto a su propia desaparición ... No hay pues
lidades. Por ellas, desgarra la esencia. No se que renegar del humanismo con la condición
132 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 133

de reconocerlo allí donde es menos mentiroso siempre hacia afuera, desarregla precisamen-
nunca en las zonas de la interioridad del po-' te esta interioridad; es necesario pensar el
der y de la ley, del orden, de la cultura y de hombre a partir de sí que se pone a pesar
la magnificencia heroica ... " suyo en el lugar de todos, sustituto de todos
Sin reposo en sí, sin cimientos en el mundo por su misma no-intercambiabilidad; es nece-
-en este extrañamiento de todo lugar- del sario pensar el hon1brc a partir de la condi-
otro lado del ser -más allá del ser- ¡hay ción o de la incondición de rehén -de rehén
aquí una interioridad muy particular! No de todos los otros que, precisamente otros, no
es construcción de filósofo, sino la irreal reali- pertenecen al mismo género que yo, porque
dad de hombres perseguidos en la historia co- soy responsable de ellos, sin respaldarme en
tidiana del mundo, cuya dignidad y sentido su responsabilidad frente a mí que les permi-
la metafísica no ha retenido jamás y sobre la tiría sustituirme, porque aun de sus responsa-
bilidades soy, al fin de cuentas, y primera-
cual los filósofos se tapan la cara.
Pero esta responsabilidad experimentada j mente, responsable. Es por esta responsabili-
más alJá de toda pasividad de la que nadie dad suplementaria por la que la subjetividad
me puede desligar eximiéndome de mi inca- no es el Yo, sino yo.
pacidad de encerrarme; esta responsabilidad
a la cual el Yo no puede hurtarse -yo a
quien el otro no puede sustituir- designa así
V. LA JUVENTUD
la unicidad de lo irremplazable. Unicidad sin
interioridad, yo sin reposo en sí, rehén de to-
dos, alejado de sí en cada movimiento de su ¿Estas palabras pertenecen a las "Considera-
vuelta a sí -hombre sin identidad. El hom- ciones intempestivas" a pesar de su punto de
partida en la situación intelectual de nuestro
bre comprendido como individuo de un géne-
tien1po? ¿No habrán chocado por un vocabu-
ro o como ente situado en una región ontoló-
lario caduco, idealista y humanista? La oca-
gica, que persevera en el ser como todas las
sión es buena para preguntarse, al termi-
sustancias, no tiene ningún privilegio que lo
nar, si las aspiraciones de la juventud en el
instaure como fin de la realidad. Pero es ne-
mundo de hoy, a pesar de las violencias y de
cesario también pensar el hombre a partir de
las irresponsabilidades en las que degeneran,
la responsabilidad más antigua que el conatus
se producen al margen de un pensamiento
de la sustancia o la identificación interior; a
partir de la responsabilidad que, apelando consagrado a la subjetividad definida a partir
134 SIN IDENTIDAD SIN IDENTIDAD 135
de la responsabilidad y contra la noción de ser, pero sin arbitrariedad, porque sale de la
ser 9 • sinceridad, es decir, de la responsabilidad mis-
La idea de una subjetividad, incapaz de en- ma por el otro. Es por esta responsabilidad
cerrarse -hasta la sustitución-, responsable ilimitada, no sentida como un estado de áni-
de todos los otros y, en consecuencia, la idea mo, sino significante en el sí mismo del sí, que
de la defensa del hombre, eRtendida como la se consume, subjetividad del sujeto, como
defensa del hombre que no soy yo, preside ·lo brasa recubierta de cenizas (pero que se
que, en nuestros días, se llama crítica del hu- aviva bruscamente en antorcha viviente) -es
manismo. Ésta rechaza la responsabilidad pe- por esta responsabilidad, herida que arde de
trificada en las "bellas letras" y donde el crueldades y de pesares experimentados por
Decir reducido a lo Dicho entra en conjun- los otros, que se caracteriza nuestra época tan-
ción con sus propias condiciones, forma es~ to como por esas mismas crueldades y esos
tructura con sus contextos y pierde su juven- pesares. Que el hombre no haya dejado de
10
tud de decir ; juventud que es ruptura del contar para el hombre, a pesar del matema-
contexto, palabra que corta, palabra nietz- .l tismo formal de las estructuras, la nueva lec-
scheana, palabra profética, sin estatuto en el j
tura de Marx y la técnica psicoanalítica, ¿ sig-
9. Es interesante notar cómo entre los "sentimientos" más nificaría que la vida es intrínsecamente estú-
imperativos en mayo de 1968 dominaba el rechazo a una pida y cerrada a la ciencia que engendra y
humanidad que, en lugar de definirse por su vulnerabilidad que la bestia humana, según la fórmula de
más pasiva que toda pasividad, por su deuda hacia el otro,
se definiese por su satisfacción, por sus bienes y sus recibos.
una sabiduría sospechosa, es invariable?
Más allá del capitalismo y de la explotación, se cuestiona- El sujeto que hemos sorprendido en el de-
ban sus condiciones: la persona comprendida como acumu- cir anterior a lo dicho fue calificado de joven.
lación de ser, por los méritos, los títulos, la competencia Este adjetivo indica la demasía del sentido
profesional -tumefacción ontológica que pesa sobre los otros
hasta aplastarlos, instituyendo una sociedad jerarquizada, sobre el ser que lo sostiene y que pretende
que se mantiene más allá de las necesidades de consumo rnedirlo y restringirlo. En el fulgor de algu-
y a la que ningún soplo religioso lograba volver igualita- nos instantes privilegiados de 1968 -pronto
ria. Detrás del capital en tener, pesaba ya un capital en ser.
1O. Imposibilidad de hablar que es tal vez la experien-
1 apagados por un lenguaje tan conformista y
cia más innegable de nuestra época. Sentimos el discurso tan charlatán como el que pretendía rempla-
como insoportable solemnidad, declamación y sermón, de zar- la juventud consistió en discutir un
manera que podemos hablar y escuchar sin repulsión el ! mundo desde largo tiempo denunciado. Pero
discurso algorítmico de la ciencia, el cotidiano: "Dame un
1 la denuncia se había convertido, desde hace
vaso de agua" -y ser tentados por el discurso violento
ya grito, destructor de lo dicho. '
.; tiempo, en literatura y cláusula de estilo. Al-
136 SIN IDENTIDAD

gunas voces o algunos gritos le devolvieron su


significación propia ·e irrecusable. La vaga no-
ción de la autenticidad -de la que se abu-
sa- tomó aquí un sentido preciso. La juven-
tud es autenticidad. Pero juventud definida
por la sinceridad que no es la brutalidad de
la confesión y la violencia del acto, sino a pro-
ximación a otro,· tomar a cargo al prójimo,
sinceridad que viene de la vulnerabilidad hu-
mana. Capaz de descubrir las responsabilida-
des bajo la espesa capa de las literaturas que
la evaden, la juventud -de la cual no puede
decirse más "si la juventud supiera" 11- dejó
de ser la edad de la transición y del pasaje
("es necesario pasar la juventud"), para ma-
nifestarse como la humanidad del hombre.

11. ¿ Posee los poderes que se le atribuía en otro tiem-


po, cuando se le negaba el saber? Porque a menos de renun-
ciar a la sociedad y, en la responsabilidad ilimitada por los
otros, aniquilar toda posibilidad de responder de hecho, no
se puede evitar ni el dicho, ni las letras, ni las bellas le-
tras, ni la comprensión del ser, ni la filosofía. No se pue-
de privarse de ello si se va a manifestar al pensamiento
-aunque sea deformándolo--- el más allá del ser mismo.
Manifestación al precio de una traición, pero necesaria a la
justicia que se resigna a la tradición, a la continuidad, a las
instituciones, a pesar de su infidelidad. No tener cura para
ello, es rozar el nihilismo.

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