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5.

La morbilidad de la sexualidad femenina


La violencia y la morbilidad asociada con la sexualidad constituyen los problemas de salud
pública más importantes que presentan los jóvenes.
En la última encuesta nacional de demografía y salud se registró un promedio de 100 mujeres
por cada 98 machos. De las mujeres en edad reproductiva entre 15 y 50 anos 20% son
menores de edad.
En esta investigación se sigue registrando una fuerte caída de la natalidad han pasado de 7
hijos por mujer hace 25 años a tan solo 2,6. La tasa de procreación de las mujeres de la zona
rural es de 3,8 y de la zona urbana de 2,3 la edad media del primer parto e s de 22,1 años y
la fecundidad en las adolescentes sea incrementado en 2% en los 5 años.
Las mujeres con unión estable planifican de la siguiente manera:
37% esterilización, 16% DIU, 15% píldora y 32% otros métodos. Las adolescentes con vida
sexual activa son las que menos planifican, en el grupo de 15 a 19 años que no están unidas
los métodos preferidos son: el condón 28,3%, el retiro 20,3%, la píldora 10,7% y la inyección
5%.
Por medio de esta encuesta se detectó que menos de la mitad 48% de los embarazos fueron
deseados, el 23% de los casos se notificaron como no deseados y l 29% como deseados pero
más tarde.
De acuerdo con la encuesta nacional de demografía y salud del año 2000 de las mujeres
encuestadas 98,5% respondieron que habían oído algo sobre una enfermedad llamada sida.
Se concluye al respecto que el desconocimiento de la prevención del VIH/SIDA es alto, en
especial en las zonas rurales (26.6%). entre las mujeres con conocimiento sobre VIH/SIDA,
solo el 36% mencionaron una forma d prevención, mientras que el 47% conocen 2 o más
formas de evitar el contagio. Una proporción de 94.4% reconoce que la enfermedad se puede
transmitir de madre a hija.
Según los resultados de este estudio, la mujer sigue siendo objeto de maltrato intrafamiliar.
55% de las entrevistadas se consideraron victimas d maltrato por parte de su compañero con
diferentes modos d expresión, como acusación de infidelidad 30.4%. Impedimento del
contacto con amigos 34.6%, insistencia en saber dónde estaban 52.1% en total 53.2% de las
mujeres dijeron que habían sufrido moretones y dolores por maltrato físico y 2.1% que había
perdido algún órgano o la función total de un miembro.
En la mayoría de los casos el agresor es conocido de la familia o allegado a esta a diferencia
del resultado de la encuesta de demografía y salud, la forma más común de abuso sexual es
el incesto, en que está comprometido el padre o l padrastro con la hija cuando el agresor fue
algún familiar, el mayor porcentaje, 37% correspondió a tíos, primos y a otros familiares,
29% al padrastro 28% al padre y 6% al conjugue.
En relación con el maltrato a menores las mujeres son las que más les pegan. Oscilan entre
62% y 51% con respecto a los padres en el castigo los adolescentes (entre 15 a 19 años). Son
quienes más castigaron alas hijos con palmadas, pero los adultos son quienes usan más el
golpe fuerte, como medio de castigo.
N los últimos ano los datos los datos estadísticos sobre sexualidad son los siguientes entre
los 15 a 19 años un tercera parte de los abortos ocurren en mujeres menores de 20 años;
78,4% de estos abortos corresponden a embarazos no deseados, además, 5,9 % de los
abandonos escolares se producen por motivos relacionados a la maternidad. Todos los datos
estadísticos previamente enumerados explican el efecto social y personal que tiene la
sexualidad en los adolescentes.
5.1. Problemas ginecológicos más frecuentes
Trastornos menstruales; se ha estimado que más del 50% de las adolescentes experimentan
alguna disfunción menstrual. La irregularidad menstrual debido a ciclos anovulatorios puede
persistir hasta en un 10 a 20% después de 5 años.
Los trastornos menstruales más frecuentes son la amenorrea, la algomenorrea, el sangrado
uterino disfuncional, la dismenorrea y el flujo genital anormal.
La amenorrea, o ausencia de sangrado uterino se clasifican como primaria cuando alas 14
años no hay signos de desarrollo puberal ni menarquia. Es secundario cuando hay ausencia
de menstruación después de 6 meses de la menarquia o de la última menstruación.
Sin embargo es conveniente las diversas causas de amenorrea se consideran 4 niveles de
afección que pueden explicar a la presencia de amenorrea es tos niveles son: el útero, los
ovarios, la hipófisis y el hipotálamo. Cuando se presenta un caso de amenorrea es necesario
hacer una valoración del estadio puberal de tanner.
En todos los casos se recomienda efectuar un examen pélvico, si no se puede hacer
especuloscopia ni tacto vaginal (como en los adolescentes vírgenes), la valoración del cuello,
útero, y los anexos debe hacerse mediante tacto rectal el embarazo debe descartarse en todo
caso de amenorrea, independiente mente de la historia sexual de la joven ya que estos datos
no siempre son confiables.
Además, en estos casos debe realizarse un estudio clínico secuencial en dos pasos
Paso 1. Determinación de SH y T4 libre prolactina y estimulo progestágeno. En efecto, la
amenorrea puede ser causada por hipotiroidismo y por adenomas hipofisarios productores de
prolactina.
Estas dos entidades se pueden presentarse sin otros síntomas o signos, por eso se hace
necesario cuantificar dichas hormonas si estas son normales, se practican u estimulo uterino
con progestágenos. La medicación más usada para este estimulo progestágeno es el acetato
de medroxiprogesterona. Se da en una dosis de 10 mg por 5 días De 2 a 7 días de suministrado
el progestágeno como se debe presentar sangrado uterino. Cualquier cantidad de sangre se
considera una prueba positiva que, en presencia de hormonas tiroideas, permite emitir un
diagnóstico de anovulación.
En presencia de este diagnóstico la paciente puede iniciar tratamiento con progestágeno
cíclicos acetato de medroxiprogesterona en dosis de 10 mg diarios por 12 días, con 14 días
de descanso. Otra alternativa terapéutica es el uso de anticonceptivos combinados de
estrógenos y progestágenos.

Morbilidad sentida en el área sexual y reproductiva Población


femenina en condición de desplazamiento asentada en Soacha,
Cundinamarca.

Morbilidad sentida en el área sexual


La sexualidad fue percibida como las relaciones sexuales cuyo fin es “Quedar embarazada
para tener familia”. Así, la sexualidad fue considerada como un medio para la reproducción
y no como un evento en la vida de las parejas con otros fines como son el placer y que es
importante para la unión de las parejas. Previo a ser desplazadas, el grupo de mujeres expresó
que la primera causa de morbilidad percibida en las zonas de antigua residencia fueron las
violaciones por parte de algún miembro de la familia e inclusive de parte de los actores que
los desplazaron. Sin embargo, la percepción expresada en esta área durante el
DFV(desplazamiento forzado por la violencia), se refiere a la disminución del deseo sexual
y por tanto, de las relaciones sexuales con su pareja. La causalidad percibida para lo anterior
se relaciona directamente con la situación y las consecuencias del DFV. “Ha disminuido el
deseo sexual, ya no es lo mismo, el cuerpo ya no lo exige”, “No hay privacidad, duermo en
una pieza con mis hijos, mi madrina y mi esposo”. Esto es referido como negativo en la
relación y la estabilidad de la pareja.
La morbilidad sentida en el área sexual y reproductiva en ambos momentos, previo y durante
el DFV, reflejó las vivencias y las experiencias que configuraron la percepción de la
enfermedad en esta área de las mujeres de procedencia rural en Colombia. Así se reafirma
que, a pesar del abandono del medio campesino, los significados de “ser mujer” y su papel
como procreadora biológica, familiar y social no modificó la percepción de la salud y la
enfermedad en el área sexual y reproductiva. La perspectiva de género y el análisis desde una
de las variables de esta, la procedencia rural, nos acerca a la comprensión de que la primera
causa de morbilidad sentida en el área reproductiva previo a ser desplazadas fueran las
enfermedades que se suceden durante el embarazo, parto y puerperio. Pero también nos ayuda
a entender porque las otras entidades y los riesgos percibidos influyen directa y
negativamente sobre el proceso reproductivo. La percepción de la enfermedad es una
experiencia que se encuentra muy marcada por las relaciones de género como una
construcción asimétrica entre hombres y mujeres (Meertens, 2000). La perspectiva de género
en salud (Viveros, 1995) señala que las imágenes sociales de hombres y mujeres condicionan
las concepciones y prácticas que se tiene en torno al cuerpo, la sexualidad, la construcción
de la afectividad y la identidad, las formas de pensar y sentir en las distintas fases del ciclo
vital; y la organización de la cotidianidad. La salud de la mujer esta estrechamente
relacionada con la construcción social de lo femenino como un “ser para otros” y el cuerpo
de la mujer como “un cuerpo para otros”. Lo anterior tiene importantes implicaciones para
la autoestima, la valoración social y la capacidad de las mujeres en la toma de dediciones y
en las actitudes en pro de su propio beneficio del cuidado de su cuerpo, su salud y su
bienestar. Por todo esto, se plantea la existencia de dos percepciones diferentes del hombre
y la mujer sobre las propias experiencias de la enfermedad: mientras el hombre se reconoce
enfermo sólo en la medida en que se encuentra laboralmente incapacitado, la mujer, con gran
frecuencia, remite todas sus enfermedades a al experiencia de la maternidad, el parto y el
postparto. (Viveros, 1995) El DFV fue percibido como un evento devastador y como un
agente causal y productor de enfermedad; que ha sido capaz de penetrar en lo más íntimo de
la mujer: su sexualidad y su capacidad de procrear. La ruptura del tejido social y comunitario
que causó el DFV se ha reflejado y se percibe en la pérdida de la tranquilidad que le
proporcionaba ser parte y sentirse reconocida en su comunidad; en cuyo contexto se
desenvolvía la cotidianidad y en el cual se aceptaba e imponía el rol fundamental de ser madre
y esposa.

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