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Viñeta clínica O.

O. tiene 52 años cuando es traído al servicio de Salud Mental por la policía


acompañado por un fiscal, ante la sospecha de haber arrojado a su pareja por
el balcón de un tercer piso, luego de una discusión. Entre el paciente y su
pareja habían mantenido su relación por 20 años.

En la entrevista que se realiza en la guardia, O. rápidamente asombra con su


gran cultura e inteligencia, sin embargo su afecto se encontraba algo exaltado.
Una vez lograda una mínima confianza necesaria con los profesionales durante
la entrevista, empieza a detallar lo que había sido su “calvario”.

Describe el suceso por el cual fue llevado por la policía de la siguiente manera:
O. se había encerrado en su departamento, atrincherándose de la policía. Su
prima fue quien realizo el llamado. Destruyó su casa y bajo persiana del balcón,
quedando su pareja en el mismo sin poder acceder a ingresar nuevamente.
Como se pudo corroborar posteriormente su pareja cayó al intentar
descolgarse del balcón, mientras pedía ayuda a los vecinos, asustado por el
episodio de agresividad que estaba atravesando el paciente.

Según dichos de su prima, O. vino a vivir a esta ciudad luego de jubilarse de su


cargo como director de escuela. El paciente no tiene antecedentes de
tratamientos psiquiátricos, si de diversos tratamientos psicológicos, siendo el
último realizado en esta ciudad y que había discontinuado en el año anterior.
Según refiere su prima, siempre tuvo O. ideas de persecución.

En las entrevistas aparecerán diversas interpretaciones delirantes, por ejemplo


refiere un episodio en que una vecina “interrumpe” con el carrito del bebe su
paso al salir de su edificio, O. dirá que en ese momento se dio cuenta que el
objetivo de esto era demorar su salida y así ser vigilado por una camioneta que
pasaba, también mencionara que uno de los vecinos sacaba la basura a una
hora inusual y en forma suspicaz se pregunta “¿por qué?, lo conecta con la
idea del “secuestro”, afirmaba también que la policía complotaba para
secuestrarlo, dice que se trataba de falsos policías (esta convicción se mantuvo
irreductible durante el tiempo que duraron las entrevistas). Asimismo establece
una conexión entre estos hechos y su historia familiar; él y su familia fueron
perseguidos durante la última dictadura militar.

Cualquier intento del analista, de situar al paciente en relación a algún grado


de responsabilidad que le haya competido en el hecho que motivó su
internación fracasará. El punto máximo al que el paciente pudo arribar como
conciencia de enfermedad es el haber cometido el error al haber dejado su
tratamiento psicológico. Su prima dirá que O. abandonó su tratamiento porque
sospechaba que su analista era parte de este complot, el paciente dirá que se
apartó del profesional para salvaguardarlo de la persecución de la que era
objeto.
En una de las entrevistas, O. refiere haber pensado en volver a contactarse con
su madre. Aparecerá la convicción de que su madre es la que debería estar
internada y no él.

De su último tratamiento dirá que él había caído en una profunda depresión


luego de su jubilación, ya que no podía realizar la actividad que más lo gratifica
en la vida que es enseñar. A través del análisis logró transformar su jubilación
en “una situación de oportunidades” de hacer cosas que siempre había querido
hacer. Dice el paciente que se siente cómodo con el estilo del profesional que
actualmente lo atiende, siente “que puede hablar”. Al mismo tiempo hará
constantes críticas al saber y actitud de los médicos psiquiatras, “nos atendían
como conejillos de indias, entran a la sala todos juntos, ni nos saludan (…) No
es como usted o como X.(su anterior analista) que estudiaron una carrera que
se interesa o tiene vocación por el estudio del alma o la psique”

De su padre dirá que era “un hombre muy macho” duro y autoritario, cuando se
enteró de su orientación sexual lo golpeó salvajemente y lo echo del hogar
familiar rompiendo todo vínculo con él. En posteriores sesiones siempre en
forma querellante, anuncia su intención de denunciar el avasallamiento a los
derechos humanos al que era sometido al estar internado en el internado. Las
intervenciones por parte del analista, apuntaban a que eso era parte del ámbito
jurídico y que estaba en su derecho y libertad hacer el descargo que
considerara más adecuado. Esto provocó un efecto de apaciguamiento,
disminuyó el vigor de su actitud querellante y acompaño esto con una
relativización de la importancia de sus reclamos. O. escribió diversas cartas
dirigidas a los jefes del servicio manifestando su disconformidad con las
condiciones de la internación. Al mismo tiempo, en las entrevistas, sus quejas
perdieron lugar y el principal tema que abordaba era su historia familiar y
personal.

A lo anterior se suma que el paciente empezó a organizar y llevar adelante una


actividad docente con los pacientes de sala.

Nunca abandonara la certeza que su pareja comploto para perjudicarlo, al


mismo tiempo al salir de la internación lo cuidara y atenderá, manifestando que
lo une un cariño profundo. Diferencia importante respecto de las primeras
entrevistas donde la agresividad y el enojo acompañaban cualquier referencia a
su pareja.

Luego de su externación, retomara tratamiento psicológico en forma privada.


El paciente a esa altura había acotado su vigor de la ideación persecutoria.

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