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¿Alguna vez has pensado por qué entrenas? ¿Cuál es tu verdadera y principal motivación y propósito?

Con esta imagen pretendo mostrar una simpática reflexión personal (ojo! no está basada en ninguna
encuesta oficial y tampoco está sustentada por ningún estudio científico que haya consultado…), porque
lo cierto es que a medida que transcurren las fases de la vida nuestros objetivos de entrenamiento
deberían ir cambiando -aunque algunas personas pretendan “perpetuarse” en la fase de los 18-30 años...-.
Debo aclarar también que los porcentajes presentados para cada franja de edad y la diversidad de
objetivos son evidentemente opinables y variables para cada persona según su realidad psico-social, pero
considero que pueden representar a un gran espectro de practicantes amateurs. En los extremos de estas
fases etarias podríamos encontrarnos desde el que “entrena para pasárselo bien” hasta llegar al que
“entrena para poder seguir vivo”.
La mayoría de nosotros hacemos ejercicio por un conjunto de razones, pero a veces centramos más el
foco en un determinado objetivo por alguna motivación o necesidad concreta (¡a veces por prescripción
facultativa!). Por ejemplo, cuando un joven adolescente se inscribe al centro de fitness antes del verano,
no lo hace pensando en que de ese modo podrá estar retrasando el proceso osteopénico del día de
mañana… lo hace por mejorar su “estética” corporal y aspirar a ser el macho alfa de su pandilla. Otras
veces, en fases de la vida más adelantadas, se descubren determinados efectos desconocidos, pero que
nos acercan a un estado de plenitud y bienestar olvidados: por ejemplo, mejorar la calidad del sueño,
reducir el estrés y la ansiedad, reducir la incidencia de dolencias osteo-articulares, mejorar la resistencia
a padecer infecciones del tracto respiratorio superior, etc. Curiosamente, muchos de los beneficios
derivados de la práctica regular de ejercicio se nos aparecen gratamente por el camino cuando en
realidad nuestra motivación inicial podía ser muy distinta!
Las personas maduramos y envejecemos, y en ese proceso debemos asumir nuestro actual estado e
imagen corporal para reconducir los objetivos de entrenamiento más relacionados con nuestro verdadero
“bienestar psico-físico”. En este sentido, la labor del especialista en ejercicio físico es primordial, pues
será el mejor profesional capaz de dirigir este proceso y hacer valorar a sus entrenados todo el potencial
que tiene esta “medicina”. Feel fit.

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