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TEMA # 7

¿CÓMO TRATAMOS CON LA INIQUIDAD?


¿ES MÁS QUE PERDÓN DE PECADOS?
¿QUÉ PRODUCE LA JUSTICIA DIVINA SOBRE LA INIQUIDAD?

Introducción

Como ha sido el propósito de este tema, el estudio escritural de la


iniquidad, ha demostrado que la iniquidad no es un simple pecado
(fruto, acto, obra) por el que se pueda pedir perdón y se acabó el
problema. La iniquidad es la simiente de maldad, es el ADN espiritual
que tuerce toda nuestra vida; es el cuerpo de pecado y maldad
arraigado en nuestro espíritu. La iniquidad ha corrompido, torcido,
inclinado al mal y la rebeldía, nos ha alejado e incapacitado de hacer la
voluntad de Dios; prácticamente nos ha hecho vivir cuesta abajo, no
importando nuestra educación, cultura o condición social. Ésta ha
corrompido la estructura de nuestro comportamiento y de nuestros
pensamientos y, además, se ha metido en los huesos, en los tuétanos y
en las entrañas:

 “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de
diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de
sus altares.” (Jeremías 17:1).

 “El que sembrare iniquidad, iniquidad segará” (Proverbios 22:8).

 “Las iniquidades prevalecen contra mí; mas nuestras rebeliones tú las


perdonarás.” (Salmo 65:3).

 “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro


Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír.” (Isaías 59:2).

 “Por vuestras iniquidades, dice Jehová, y por las iniquidades de vuestros


padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes, y
sobre los collados me afrentaron; por tanto, yo les mediré su obra antigua
en su seno.” (Isaías 65:7).

 “Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de


Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras
transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina.” (Ezequiel
18:30).

 “El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras


iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”
(Miqueas 7:19).

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 “… tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos
de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia.” (Romanos 6:13).

 “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para
iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a
la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros
para servir a la justicia.” (Romanos 6:19).

 “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus


pecados y de sus iniquidades.” (Hebreos 8:12).

Desarraigar la iniquidad de nuestra vida de creyentes va a llevar tiempo


y dedicación, estando todos comprometidos a entrar en el PROCESO
DE JUSTIFICACIÓN Y SANTIFICACIÓN, por lo que necesitamos pasar
todos los hijos de Dios, hasta que lleguemos al Cielo o hasta que vuelva
Jesús por Su Iglesia. Si participamos en este proceso, será la mejor
inversión de nuestra vida. “Así que, hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada
cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el
que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida
de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12:1-3).

Si todos pedimos a Dios Su justo juicio sobre la iniquidad en nuestras


vidas , Su Justicia (que no es otra cosa que la vida y la sangre pura y
santa de JESUS en nosotros), producirá sus frutos, y así las promesas
y las bendiciones de Dios se manifestarán mostrándonos que la VIDA
NUEVA en Cristo, es una vida santa, obediente, abundante, con frutos
del Espíritu Santo y el carácter de hijos de Dios, demostrándonos que
la justicia atraerá, a nuestras vidas, todas las promesas y bendiciones
de Dios, nuestro Creador, Salvador y Libertador.

Para tener una clara comprensión, fe y manejo a las respuestas de las


preguntas: ¿Cómo tratar a la luz del Evangelio, con la iniquidad? ¿El
remover la iniquidad es más que el perdón de pecados? ¿Qué relación
tiene la justificación de la iniquidad, con el nuevo nacimiento? ¿Qué
produce la Justicia de Dios, sobre la iniquidad? ¿Puede la iniquidad ser
desarraigada de la vida del creyente?, debemos agradecer a Dios,
porque Su Palabra nos habla de los RESULTADOS DE LA
JUSTIFICACIÓN:

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 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe
a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la
esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los
impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo,
pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su
amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por
él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por
quien hemos recibido ahora la reconciliación.

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el


pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero
donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la
muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la
manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de
venir.

Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión


de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los
muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre,
Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que
pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para
condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para
justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia.

Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos


los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos
los hombres la justificación de vida. Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos
justos. Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas
cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como
el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la
justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.”
(Romanos 5:1-21).

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 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos
también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los
que justificó, a éstos también glorificó.

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra


nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las
cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más
aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8:28-34).

La verdad es que hay tanta bendición en entender este proceso, que


compartiremos claramente el significado, valor, contenido y alcances de
palabras como: JUSTICIA, JUSTIFICACIÓN, FE, SANTIFICACIÓN.


JUSTICIA: Es un atributo de la naturaleza de Dios, que habla de
rectitud, pureza, gloria, lealtad, integridad, santo, lo recto, lo
opuesto a lo torcido, perverso o inicuo.


JUSTIFICACIÓN: Es un proceso legal, basado en términos jurídicos,
y administrado en beneficio de la persona acusada, por un juez
Justo.

Como consecuencia de la CAÍDA del hombre, éste está corrompido (está


bajo la influencia de la iniquidad, la mala simiente, el ADN espiritual
fusionado al espíritu), y carece de justificación: “por cuanto todos
pecaron, están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “Pero
sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley,
para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el JUICIO DE
DIOS; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
JUSTIFICADO delante de él; porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado.” (Romanos 3:19-20).

Mediante el acto de la justificación, el hombre pecador es declarado


JUSTO (recto, inocente, puro, alineado a la voluntad de Dios) por la FE
en Jesucristo, por medio de la IMPUTADA JUSTICIA de Cristo en la vida
del hombre. “Al que no conoció pecado (no estaba en Él la simiente de
maldad, la iniquidad), por nosotros lo hizo PECADO (le atribuyó a Jesús

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toda la iniquidad y puso sobre Él todos los pecados del mundo), para
que nosotros fuésemos HECHOS JUSTICIA de Dios en él (Su carácter, Su

naturaleza, Sus atributos divinos vinieron a nosotros, por medio de


Cristo, para que la rectitud, la pureza, la gracia de Dios en Cristo, el
cual está obrando en nosotros).” (2da Corintios 5:21).

En el proceso de Justificación y Santificación, que se inicia con el


perdón de pecados, nuevo nacimiento y Salvación, el hombre adquiere
este atributo (ser justo, puro, recto, obediente y probo) en su
CARÁCTER y su CONDUCTA.

(1ra Juan 1:7-9): “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo


para PERDONAR nuestros pecados y LIMPIARNOS (justificarnos,
enderezarnos) de toda maldad (iniquidad). Si andamos en luz (vida,
rectitud, justicia) como él está en luz (santidad, justicia, rectitud),
tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo (vida, luz,
justicia, santidad, poder) nos limpia (nos justifica, nos endereza) de
todo pecado (semilla de maldad, iniquidad). Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad (la luz, la
justicia) no está en nosotros (somos pecadores por naturaleza, no
porque pequemos o no)”.

La Justificación implica: absolver, enderezar, rectificar, limpiar o hacer


derecho o justa una CAUSA, UNA COSA, UNA CONDUCTA O ACCIÓN.
Es el acto JUDICIAL (donde hay pruebas, hay hechos, hay un juicio,
hay un veredicto o sentencia de Dios), mediante el cual y en base a la
MERITORIA obra de Cristo (Justicia de Dios), se JUSTIFICA al pecador
arrepentido, quién recibe la JUSTIFICACIÓN por FE, se ve librado de la
PENA (condena) y de la influencia de la iniquidad, y se considera
justificado (enderezado, puro). “Sabed, pues, esto, varones hermanos:
que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo
aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es
justificado todo aquel que cree.” (Hechos 13:38-39).

 “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,


testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la
fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto,
en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este
tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es
de la fe de Jesús.

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¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la
de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el
hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios
solamente

Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente,


también de los gentiles. Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los
de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego
por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la
ley.” (Romanos 3:21-31).

 “¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse,
pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a
Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el
salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en
aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también
David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye
justicia sin obras, diciendo:
‘Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,
Y cuyos pecados son cubiertos.
Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.’”
(Romanos 4:1-8).

 “Y no solamente con respecto a él (Abraham) se escribió que le fue


contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser
contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a
Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones,
y resucitado para nuestra justificación.” (Romanos 4:23-25).

 “Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más


abundará en gloria el ministerio de justificación.” (2da Corintios 3:9).

 “El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente
abominación a Jehová.” (Proverbios 17:15).

 “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su


conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades
de ellos.” (Isaías 53:11).

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Ante la gran pregunta de: ¿Qué produce la justicia divina sobre la
iniquidad?, el Apóstol Pablo expresó una verdad que el día de hoy es
necesario vivirla y aplicarla: “Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío
primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de
Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá.” (Romanos 1:16-17).

La palabra concluye: “Mas el justo (el que ha sido justificado y seguirá


un proceso de santificación), por la fe vivirá”.


La palabra FE, en la Biblia figura con un sentido ACTIVO, y un
sentido PASIVO.


La primera acepción es la lealtad hacia una persona o fidelidad a
una persona.


La segunda acepción, implica confianza en la palabra de alguien
o en la seguridad dada por otro.

En ambos sentidos, “tener fe”, “ser discípulo”, “ser creyente”, es


CONFIAR en la persona de Jesús, la verdad de Su enseñanza, y la
obra redentora que realizó en el Calvario, y también puede referirse
la fe al Cuerpo de Doctrinas que conforman la totalidad del mensaje
cristiano.

 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no


se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de
modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus
ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para
no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que
fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe
es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
(Hebreos 11:1-6).

 “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra


común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que

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contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los
santos.” (Judas 3).

En el Antiguo Testamento, la palabra literalmente figura 3 veces:

 “Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el


homicida; mas un solo testigo no hará fe contra una persona para que
muera.” (Números 35:30).

 “¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has


acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio
desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?” (Isaías 57:11).

 “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo
por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4).

Y la palabra CREER, cuarenta y tres veces.

Los siervos de Dios enseñaban la FE por medio de su EJEMPLO,


siervos(as) que entregaron sus vidas al Señor en inalterable
confianza y obediencia. La Fe, en el Antiguo Testamento no se
reduce a un mero asentimiento (o aceptación), a un juego de
doctrinas, a una aceptación exterior de los principios establecidos
por la ley, sino a una absoluta y total confianza en la fidelidad de
Dios (en lo que hace y dice) y una amante obediencia a Su voluntad.

En el Nuevo Testamento, FE y CREER se repiten alrededor de 450


veces. El Nuevo Testamento afirma que ya vino el Mesías prometido
y que el Mesías fue Jesús de Nazareth. El creer en Él, significaba
hacerse cristiano, discípulo, abrazar el Camino, y era de capital
importancia en la experiencia del individuo (lealtad al César ó a
Cristo). Jesús se ofreció como el objeto de la fe y dejó claramente
sentado que era necesario creer en él para contar con la vida eterna.

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 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el
gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se
sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no
se canse hasta desmayar.” (Hebreos 12:1-3).

 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo


unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna.” (Juan 3:16).

 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me


envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida.” (Juan 5:24).

 “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al


Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
(Juan 6:40).

 “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.” (Juan
6:47).

 “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le


resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:54).

 “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras


de vida eterna.” (Juan 6:68).

 “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará


de mi mano.” (Juan 10:28).

 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y


a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3).

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 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23).

 “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida
está en su Hijo.” (1ra Juan 5:11).

 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado


entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el
verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna.” (1ra Juan 5:20).

Los primeros cristianos se denominaron entre ellos creyentes


(Hechos 2:44), y lograron persuadir a otros para que creyeran en
Jesús (Hechos 6:7; Hechos 28:34). En las Epístolas de Pablo se
establece el contraste entre la fe y las obras como medio de
salvación: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento
del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia
de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios
por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.
Porque no hay diferencia” (Romanos 3.20-22).

7.1. La Justificación por la fe y sus consecuencias.

En la Carta a los Romanos, Capítulo 1 al 8, el Apóstol Pablo, después


de presentarse a sí mismo y exponer el tema de la Carta – Las buenas
nuevas de que la Justicia de Dios se obtiene por fe –, él procede a
establecer el hecho de que todos los hombres son pecadores y están o
viven bajo la influencia de la iniquidad, y necesitan ser JUSTIFICADOS.
Muestra que, tanto los judíos como los gentiles, estamos bajo el poder
del pecado y, por tanto, somos incapaces de guardar y obedecer la ley;
consecuentemente aparecemos condenados ante Dios, alejados,
torcidos y necesitamos un MEDIO de SALVACIÓN, diferente al basado
en la obediencia personal de procurar guardar la ley.

Pablo, en esta Carta, muestra cómo Jesucristo hizo todo por el hombre
pecador, lo que el pecador no podía hacer por sí mismo, es: OBRAR una
justicia personal, vivir alineado a la voluntad santa y perfecta de Dios,
la CUAL NOS ES DADA (atribuida o imputada) como pecadores que
somos en el MOMENTO en el que CREEMOS en Jesucristo (Juan 1:12-
13).

Teniendo como base la Justicia de Cristo (vida santa, abundante y en


obediencia a Dios) que obtiene por la FE, el pecador es JUSTIFICADO

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(absuelto, perdonado, enderezado, declarado en buena relación con
Dios). El Apóstol Pablo explica cómo, siendo justificado por la fe, el
hombre, en lugar de vivir en pecado (bajo la influencia de la iniquidad),
vive una vida de frutos lógicos de obediencia a Dios. Señalando
únicamente que aquellos que no están bajo la ley sino bajo la Gracia (la
fe) pueden encontrar razones o motivos de amar y servir a Dios
verdaderamente (como justos). Pablo, también llama la atención sobre
la función de la ley, mostrando que la misma revela y condena el
pecado, pero que lo mismo que la ley, no puede justificar (enderezar,
absolver), tampoco la ley puede santificar al creyente (no tiene poder
para apartarnos para una vida que agrade a Dios). El pecado
permanece en el cristiano tanto tiempo como él permanece en este
mundo (durante toda su vida terrenal). Pablo considera que, aunque el
creyente, no obstante estar rodeado de pecado y sufrimiento, vive, por
el poder de la Gracia (la fe en la vida de Jesús), y es ayudado por el
Espíritu Santo, habiendo sido predestinado para la Gloria de Dios (para
que Dios sea honrado por nuestras vidas) y el creyente está perfecta y
eternamente unido a Cristo, y nada en la creación entera (ni la
iniquidad, ni el diablo, ni el mundo, ni ángeles, ni uno mismo), puede
separarle del Amor de Dios (Amor, propósito, voluntad, cuidado,
provisión, destino).

Es bueno establecer que, al haber estudiado el tema de la iniquidad y el


pecado, todos los hombres están bajo el poder del pecado; y,
consecuentemente, carecen de justicia propia, por lo tanto, nadie será
justificado por las obras de la ley, pues nadie la ha guardado (Romanos
1:18-3:20).

En el trato con la iniquidad, que nos introduce a la justificación y


santificación, es necesario el establecimiento de la justicia divina por
medio de la fe. Los pecadores son justificados por la justicia de Cristo,
que les es imputada (atribuida) al recibirla por la FE (Romanos 3:21-
5:21). El método evangélico de la justificación, es por la fe. El caso de
Abraham es citado como ejemplo y prueba del método evangélico de la
justificación por medio de la comparación entre Obra Salvadora de
Cristo y la obra condenatoria de Adán (Romanos 5:12-21).

El Apóstol Pablo, al referirse a la operación de la iniquidad y el pecado


en la vida del creyente, muestra la falta de fundamento en la objeción
(argumento, disculpa) de que el ser justificado por la fe, y no por
méritos personales, conduciría al hombre a seguir viviendo una vida de
pecado. Por el contrario, la Gracia (el favor de Dios, la justicia de Dios)
es la causa suprema de obediencia y sujeción a la voluntad de Dios,
cuyo resultado inevitable es una vida santa (Romanos 6:1-7:6).

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Los justificados por la fe no pueden continuar viviendo en pecado
porque, a través de su identificación con Cristo, son muertos al
pecado, ya no pueden estar bajo la influencia o dominio de la iniquidad;
en cambio, están llamados a rendirse a Dios como siervos obedientes
(Romanos 6:12-7:6).

También es fundamental recalcar que la función de la ley (los


mandamientos, preceptos, promesas), antes y después de la
justificación, es revelar y condenar el pecado (es mostrar lo imposible
que le es al hombre en su propia fuerza y naturaleza obedecer a Dios),
pero no produce ni puede producir santidad (llegar a ser santo por
propias obras – Romanos 7:7-25). Aún el Apóstol Pablo, antes de ser
convertido (salvo), la ley le hizo conocer el pecado y esto, a su vez, le
hizo reconocer que estaba espiritualmente muerto, pese a considerarse
fariseo, celoso de la ley e irreprensible (Romanos 7:7-13), y después de
su conversión, él mismo se deleitó en la ley de Dios, por la fe y la
Gracia, y le sirvió en su mente, pero siguió encontrando que aún el
pecado moraba en él y le forzaba (inclinaba) a hacer el mal que, como
creyente, odiaba (Romanos 7:14-25).

Los justificados por fe en Jesucristo, no obstante de vivir atormentados


y rodeados por diversas aflicciones, mientras permanezcan en este
mundo, están sin embargo, “seguros en Cristo, la simiente de Dios”, y

son ayudados por el Espíritu Santo, llegando a ser la Salvación cierta y


segura, por la que la obra del Espíritu Santo, en ellos es la prueba de
que están siendo justificados, santificados y predestinados para la
gloria eterna, de tal modo que en la vida presente y la venidera nada los
puede separar del Amor de Dios (Romanos 8:1-39).

Los creyentes, son posesión del Espíritu Santo, quien los regenera, los
santifica, y en el último día los resucitará (Romanos 8:5-11), siendo
ellos en su estado presente (por medio de la adopción), hijos de Dios, y
por tanto, coherederos con Cristo (Romanos 8:12-17).

Finalmente es, glorioso reconocer que, la justificación por fe, hace que
el pecador sea justificado en base a la justicia de Cristo que le es
imputada (contada, acreditada, atribuida, etc.), y la recibe por la fe.

El sacrificio de la muerte de Cristo, satisfizo todos los requerimientos de


la justicia de Dios, por tanto, Dios puede justificar justamente a todo
aquel que cree en Jesucristo. La justicia requiere que el pecado sea
castigado, y el pecado será castigado, bien en la persona del pecador
incrédulo, bien en la persona de Jesucristo, como el substituto del
incrédulo pecador (Romanos 3:25-26).

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