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«G racias, Yumiko-san»

«De nada, señora», hace una inclinación nuestra gobernanta cer-


rando el botiquín, después pide permiso para marcharse, dejándome sola
con mi marido.
«¿Cómo ha ido el viaje?»
«¿Me estás preguntando por el viaje?» Hiro me mira perplejo «¿Se pue-
de saber qué diablos ha sucedido aquí?» se pasa una mano por el cabello,
nervioso.
«Solo he perdido los papeles» digo con indiferencia.
«Claro» se acerca «¡Mira cómo te has herido!» señala mi mano vendada.
«No es nada» insisto.
Hiro coge la silla y se posiciona delante de mí, al lado del escritorio.
«Al entrar en casa he visto a Eriko marcharse. ¿Habéis peleado?»
«Ya…» bajo la mirada sintiendo florecer de nuevo el dolor que había
intentado sofocar poco antes.
«¿Por qué no la invitas a pasar algo de tiempo aquí con nosotros? La
próxima semana tengo que marcharme de nuevo. Tengo que ir a Hokkai-
do, podréis estar tranquilas» dice comprensivo.
«¿De verdad quieres que la invite a venir aquí?» río «Efectivamente
estás envejeciendo»
«Se trata de ser más maduro, no de envejecimiento» sonríe.
«Bien, entonces debo informarte también de otra cosa» subo la mirada
hacia él «Nuestra hija ha perdido la cabeza por Miyuki»
Hiro permanece clavado en mi mirada sin decir nada.
«Cuando vuelva de la escuela, estoy segura de que te lo dirá» hago una
pausa «Por favor, sé comprensivo»
«Ritsuko, no me interesa con quien se ve Rei. Basta con que sea una
buena persona…» dice cruzándose de brazos «Es obvio que hubiera pre-
ferido al hijo de Osaki para ella, pero nunca la obligaré a casarse contra su
voluntad con quien es más cómodo para mí»
«Es un respiro escucharte decir eso» se me escapa un suspiro de alivio.
«¿No me digas que, después de todo lo que nuestros padres nos hicie-
ron pasar, has pensado que yo también haría lo mismo?» revira los ojos.

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«Bueno, parecías tan contento cuando Rei aceptó comprometerse con
Kyosuke…»
«Creía que le gustaba. Después de todo, es un apuesto joven» se calló por
un momento «Pero, por lo que parece, son otros los gustos de nuestra hija»
«No lo sé, podría pasársele…aún es una adolescente» digo con ligereza
«Claro que…enamorarse precisamente de la hija de Eriko» me mira pen-
sativo «¿No es una broma, verdad?»

***

El sol se había teñido de rojo. Además de ser el final de un nuevo día,


era también el final del instituto.
«Encontraré la manera, tienes que confiar en mí» repetí.
«Sabes que no se trata de eso» me acarició la mejilla Eriko. Nos habíam-
os apartado del grupo inmediatamente después de la entrega de los diplo-
mas, pronto tendríamos que regresar con nuestras respectivas familias.
Las cosas se habían complicado de verdad en ese último período: mi pa-
dre me había prometido como esposa al hijo de los Asakawa, una adine-
rada familia a la cabeza de una importantísima empresa de electrónica, y
eso había tirado por los suelos mis expectativas y las de Eriko.
«Mis padres me mandarán a Kamakura con mis tíos. No iré a la uni-
versidad» Eriko se mordió el labio inferior «No tengo excusas para que-
darme. Sacaré adelante al pastelería de la familia y quizás un día…podré
cumplir mi deseo de volver aquí y abrir una mía»
«Yo ganaré tiempo. Iré a la universidad y me hará cargo de la dirección
de la empresa de mi padre. Estoy segura de poder reflotarla de la crisis sin
ayuda de extraños»
«Ritsuko…adoro tu tenacidad» me dijo con ternura «Cuando te miro
a los ojos…me parece que todo es posible»
«¡Lo será! No dejes de creerlo, te lo ruego» la apreté en mis brazos antes
de besarla.
Aquella tarde, tras la fiesta por los diplomas, hicimos el amor como
nunca lo habíamos hecho antes. Ambas queríamos creer en los sueños, en

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la esperanza…Pero en nuestro corazón sabíamos muy bien que no éram-
os lo suficientemente maduras para enfrentarnos a nuestras familias y to-
mar las riendas de nuestras vidas.
Prometí a Eriko que la iría a buscar en cuanto se hubiera mudado a
Kamakura, pero al final las semanas se transformaron en meses y, cuando
finalmente conseguí sustraerme de mis deberes para ir a su encuentro,
quien me acogió fue una muchacha herida y necesitada de garantías.
«Habías dicho que vendrías a buscarme rápidamente, y en lugar de
eso…han pasado tres meses, Ritsuko, ¿te das cuenta? Incluso tus llamadas
son siempre más esporádicas» se cerró mejor el chaquetón invernal. El
jardín público cerca a la casa de sus tíos ya estaba desierto a aquella hora
de la tarde.
«He hecho lo que podía… son tantas las cosas que poner en orden» in-
tenté justificarme «Estudio a un ritmo frenético y voy a la empresa de mi
padre. Por las noches estoy tan cansada que, a veces, ni siquiera termino
de cenar, pero siempre pienso en ti, continuamente»
«Lo sé. Fui a buscarte. Me encontré a tu padre» bajó la cabeza asumien-
do una extraña expresión.
«¿Mi padre? No me dijo nada…»
«Me lo esperaba» rió débilmente «Comprendió todo, Ritsuko» volvió a
poner su mirada en mí: sus ojos estaban hinchados por las lágrimas.
«¿Qué quieres decir?» me alarmé.
«Me contó que desde que perdiste a tu madre habías cambiado y que se
has vuelto una rebelde»
«¡Eso no es verdad! ¡No hago más que trabajar!»
«Cierto, eso lo ha reconocido, pero dijo que no querías darte cuenta
que sin inversores la empresa caería y más de doscientas personas per-
derían su trabajo»
«Apenas he comenzado la universidad, aún no tengo experiencia en el
campo, pero me estoy empeñando tanto…¿Es posible que no lo compren-
da? Él quiere el camino más cómodo y rápido» me alteré. Eriko se quedó
en silencio mirándome con expresión triste «¿Qué más hay?» le apreté
una mano entre las mías, preocupada.

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«También me dijo que si de verdad te quiero…debo dejarte marchar»
Nunca podré olvidar aquel momento: el rostro de Eriko regado por las
lágrimas, el viendo gélido desordenándonos los cabellos, el sentimiento
de vacío que me había subyugado.
«¿Te estás…rindiendo?»
***
No hay nada mejor, cuando se está mal, que naufragar aún más en la de-
sesperación. Dejarse vencer por la desilusión del pasado y…hacerse daño.
Me muerdo los labios. La tentación de coger la agenda y llamar a uno
de tanto amantes del pasado es fuerte.
«¿Por qué no? ¿Quién podría ser…? Veamos…» comienzo la búsqueda.
Solo para huir de ti. Solo para borrar recuerdos imborrables…
Mi dedo se detiene. Tardo unos segundos antes de unir el nombre al
rostro del hombre en cuestión, entonces la puerta de mi habitación se
abre, sorprendiéndome.
«He llamado» se justifica Rei mirándome a los ojos «¿No me has escuchado?
«No, no he oído» suspiro ruidosamente «Dime» dejo el móvil en la
mesa y me acomodo mejor en el sillón del escritorio.
«¿Puedo?» señala la silla a mi frente.
«Sí…siéntate»
Rei se sienta. Tiene una expresión preocupada.
«¿Qué te has hecho en la mano?»
«Un mal movimiento» zanjo el tema «¿Entonces?»
«Bueno, yo…he hablado con papá» hace una pausa «Quería darte las
gracias, ya sé lo habías preparado de antemano»
«No me lo agradezcas. Tu padre, como has podido constatar, es mucho
más comprensivo que yo»
Rei no responde, sigue mirándome de aquel extraño modo.
«Perdóname, tesoro, si has acabado, tengo que cosas que hacer» vuelvo
a coger el móvil, impaciente.
«¿Cosas urgentes?» pregunta Rei plegando los ojos.
«De cierta manera» intento analizarla. Sé que está a punto de pedirme
o decirme algo que me irritará.

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«¿Podemos hablar un poco más?» coge algo de la chaqueta y lo deja
deslizar por la mesa.
«¿Una foto?» la giro curiosa, intentando comprender qué está traman-
do mi hija «Pero esta…» las palabras se me atoran en la garganta.
«La encontré hace mucho tiempo en uno de tus viejos libros del insti-
tuto» dice con expresión circunspecta.
«Creía que los había tirado todos» dejo caer sobre la mesa la foto en la
que aparecemos Eriko y yo en uniforme escolar.
«Salvo este…»
Sé que el libro al que se refiere es el de Kakinomoto no Hitomaro, pero
no quiero darle más juego: ¿por qué mi hija tenía que entrometerse en
cosas que no le incumbían?
«Rei, ve al grano, por favor» comienzo a ponerme nerviosa.
«Podría ser bonito hacerle una copa para Eriko-san»
«¿Con qué finalidad?»
«Sería la excusa para que hagáis las paces»
Comienzo a sofocarme. No puedo decirle a mi hija lo que había pasa-
do hoy en esta habitación.
«Eriko y yo no hemos peleado» cruzo las piernas fingiendo indiferencia.
«Mamá…por favor» me reprende con la mirada «Sé lo que estás sintiendo»
«¿Tú, lo sabes?» suelto una carcajada «Pequeña, por favor. A tu edad
uno cree que lo sabe todo, pero no es así. Te darás cuenta» la hiero volun-
tariamente.
«Quizás es de verdad a esta edad cuando se saben las cosas y después…
se olvidan» me deja estática.
«Muy bien. Entonces, dime…ya que ya te sientes una mujer, ¿piensas
que un ramo de flores y una fotografía podría resolver mis problemas con
Eriko?» suelto repentinamente, sorprendiéndome a mí misma.
«Bueno, si no es así, al menos podría ser un comienzo» replica ella «De
todos modos siempre es mejor afrontar el problema antes que lanzarse a
los brazos del primer nombre que aparece en la agenda del teléfono, ¿no
crees?»
Silencio. He cometido un gran error al infravalorarla.

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«Tienes suerte de que tenga la mano en estas condiciones, porque de
otro modo, ¡nadie te habría librado de una buena bofetada!»
«¿Cómo el de la otra tarde?» me lanza una sonrisita «¿Golpearme es
un nuevo comienzo? Ya que no te gusta hablar conmigo porque te suelto
a la cara la verdad, ¿crees que es mejor encontrar un modo práctico para
cerrarme la boca?»
«¿Pero se puede saber qué te pasa?» me levanto de un salto «¿Ya ha
surtido efecto la compañía de aquella muchacha?»
«Aquella muchacha se llama Miyuki y es mi novia»
«¿Novia? ¿Cómo puedes ser tan obtusa? Aún sois adolescentes, ¿de
verdad crees que podrás seguir adelante con ella?»
«No es un capricho» se levanta también, enfrentándoseme «¡Tampoco
lo tuyo lo era!» me golpea a traición.
«¡Ya basta!» me vuelvo a sentar mirando hacia otro lado «No tengo
ganas de hablar de eso ahora»
«¿Por qué quieres seguir destruyéndote?» añade «¡También Eriko te
ama, lo sabes!»
«¡Rei!» exploto dejándola estupefacta «Hay mucha cosas que son un
lastre a nuestras espaldas y paras las que nunca encontraremos una solu-
ción y además…¿no piensas en tu padre? No te entiendo»
«Te hablo de esta manera exactamente porque antes he hablado con
papá. Él me ha contado lo que ha pasado esta tarde» me mira con repro-
che «Ya no soy una niña»
«Tampoco eres una mujer si es lo que pretendes» respiro «Mantente al
margen, Rei..Vive tu historia y no te preocupes del resto»
«Es lo que haré, mamá. No quiero lamentarme y créeme…quisiera
tanto que tú tampoco te lamentaras. Por favor, no vuelvas a caer en el abi-
smo» me replica. Sus ojos se han vuelto profundos y sabedores: mi hija ya
es una adulta. Tengo que aceptarlo.
***
Después de esa vez, nunca más volví a Kamakura y Eriko no me llamó ni
me buscó más…Algunos meses después, una amiga en común me dijo que
se había ido a visitarla y me contó las novedades: Eriko se había prometi-

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do con el muchacho que trabajaba en la pastelería familiar como aprendiz.
Sabía que aquel día llegaría, pero…no me lo esperaba tan pronto.

«Ritsuko-san, ¿qué debemos hacer con el pedido pendiente?»


«¿El cliente ha pagado?»
«Aún no»
«Entonces dejadlo ahí»
«Pero tu ha padre ha dicho…»
«Murata- san, si tienes que preguntarme para después preguntarle
también a mi padre cuando no estás contento con mis respuestas, ¡enton-
ces pregúntale directamente a él!»
«No, claro. Perdóname» se inclinó repetidamente el hombre hasta que
lo deje a mis espaldas
«¡Hey, hey! ¡Qué carácter!» me agarró de un brazo Hiro, apareciendo
de quién sabe dónde.
«¿Y tú qué haces aquí?» guardé las distancias mirándolo de soslayo
«¿No deberías estar en el trabajo?»
«Tenía una cita con un cliente por la zona y me pareció bien venirte a
saludar» me sonrió jovial.
«Eres muy amable, pero ahora perdóname, tengo cosas que hacer»
«Ritsuko-san» me bloqueó de nuevo: sus ojos castaños dorado pa-
recían querer leerme el alma «Tenemos que hablar»
Tras haberme enterado del compromiso de Eriko, me hundí más en el
estudio y en el trabajo en la empresa. Comencé a salir con Hiro Asakawa,
bajo imposición de mi padre, pero al final ambos nos divertíamos con
esos encuentros: Hiro y yo teníamos más cosas en común de lo que po-
dríamos haber esperado.
«¿Quieres que nos casemos?» tropecé tirando la taza de café que me
habían dado. El camarero corrió rápidamente a limpiar la mesa «Oh, lo
siento» me recompuse pasándome una mano por la cara.
«No he dicho que quiera matarte» rió.
«Deja de bromear» me puse nerviosa «¡Tú no estabas de acuerdo tam-
poco con este matrimonio!»

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«Sí, es verdad, pero…mi padre me ha prometido cosas si acepto casar-
me contigo» me ofreció una sonrisita, la misma que ahora veo aparecer en
el rostro de mi hija.
«Es decir, ¿quieres venderte por…favores?»
«Digamos que quiero venderme para conquistar la libertad»
«Eso es un contrasentido» tomé entre las manos la nueva taza de café
que me habían traído.
«¡Oh, venga! ¡Si no soy yo, será otro que no te guste, Ritsuko-san! Y a
mí me ocurrirá lo mismo» Hiro se estiró sobre la mesa y con un gesto de
la mano se llevó hacia atrás un mechón de cabello: con aquel corte parecía
un modelo de revista.
«No he dicho que no me gustes. Eres simpático» dije sincera.
«Gracias» rió «Tú eres bellísima y…huraña» me guiñó un ojo.
«Sin embargo, te faltan las buenas maneras» le repliqué.
«Ritsuko-san, bromas aparte. Eres una mujer fascinante e inteligente.
Sabes muy bien que hasta que no tengamos al menos treinta años estare-
mos a las órdenes de nuestros padres, ¿no?»
«Sigue»
«Si nos casamos…podremos ambos conseguir nuestra libertad» se
puso serio «Mi padre quiere tener acciones de vuestra empresa. Tu pa-
dre quiere nuestro dinero. Formalicemos todo con el matrimonio, si nos
enamoramos, bien, de lo contrario…seremos grandes amigos. ¿Qué me
dices?» guiñó.
En aquel tiempo, Hiro y yo apenas teníamos veinte años. Ambos íbam-
os a la facultad de economía en la Universidad de Tokyo. Llegar a los
treinta años nos parecía una meta muy lejana…
«Quiero ser sincera, Asakawa-san. Ya estoy enamorada de alguien» revelé.
«De acuerdo. Me conformo» dijo sencillamente «Entonces seremos
solo amigos»
Giré entre las manos la taza de café, pensando en nuestra posición, en
lo que querían nuestros padres, en nuestros deseos…
«Ser hijos únicos…no es tan fácil, ¿verdad?»
«Y que lo digas»

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La campanita sonó a mi entrada. Me acerco al mostrador, el estableci-
miento está repleto como de costumbre.
«Buenos días, Ritsuko-san» me saluda amablemente Sakura.
«Buenos días, querida, ¿podrías ponerme un café?» le devuelvo la son-
risa y mientras se aleja veo a Eriko acercarse: no tiene en absoluto buena
cara.
«¡Qué cara más dura tienes para presentarte aquí! dice despreciativa en
voz baja.
«Relájate, no estoy aquí por ti» le sonrío «¿Dónde está tu hija?»
«¿Qué quieres de ella?» replica.
«No es asunto tuyo» cojo el café que Sakura me acaba de traer «Hum,
está caliente…huele su aroma»
«Si no me lo dices, olvídate de que vaya a buscarla»
«Como si pudieras impedirme que la vea» le lanzo una mirada atrave-
sada «Tengo que preguntarle cosas que tienen que ver con Rei»
Eriko parece relajarse, después se da cuenta de mi mano vendada.
«¿Qué te ha pasado?»
«He golpeado accidentalmente la lamparita de la habitación» digo
apartando la mirada «Entonces…¿puedes llamar a Miyuki?»
Con reluctancia, Eriko va a llamar a su hija, que poco después entra en
el establecimiento.
«Ritsuko-san, ¿querías hablar conmigo?» pregunta con una nota de
ansiedad en su voz.
«Sí, tesoro. Ven, acompáñame» le señalo una mesa apartada al fondo
del negocio.
Eriko continúa mirándonos de soslayo mientras Miyuki y yo nos sen-
tamos una frente a la otra. Quizás debería haber encontrado otra solución
para hablarle, pera está era la más sencilla y rápida.
«¿Rei está bien?» pregunta preocupada.
«Sí. Relájate» le digo reteniendo un suspiro «Ayer recibí una llamada
inesperada» busco sus ojos «¿Puede imaginarte de quién?»
Miyuki se pone rígida: ha comprendido muy bien.

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«Perdóname si vengo a preguntarte una cosa así, pero…tu nombre sa-
lió. Querría saber por qué»
«Me equivoqué, lo siento» baja la cabeza Miyuki «Es solo que…perdí
la paciencia y le dije a Misato cómo estaban realmente las cosas»
«Déjame que comprenda mejor, por favor. ¿Fue Misato quien le dijo a
Rei lo nuestro?»
«No» sacude la cabeza Miyuki «En realidad…las cosas son más com-
plicadas y no sé…si…»
«Por favor, sé que te estoy poniendo en un compromiso, pero dentro
de una hora tengo una cita con Fujiwara. Tengo que enfrentarme a ella y
a mi hija»
Miyuki comienza a contarme su versión de los hechos y de nuevo me
sorprendo sobre cómo Rei había logrado esconder todo tan bien. Cuando
me marcho de la pastelería, Miyuki tiene una mirada apenada: lo siente
por mí y eso me hace vacilar. No puedo hacer nada, cuanto más me acerco
al sitio del encuentro, me siento la más adolescente de entre todas ellas.
«Gracias por haber venido» me hace una pequeña inclinación Misato,
vestida con un gracioso vestido de un único color.
«No hay problema. ¿Entramos?» intento mostrarme indiferente, sin
embargo aquella muchacha que tengo frente a mis ojos fue la única que
consiguió que mi corazón volviera a latir después de todo el mal que yo
misma me infringí tras la ruptura con Eriko. Misato hace un movimiento
con la cabeza y entra en primer lugar al salón de té donde nos veíamos
cuando salíamos juntas.
«Ritsuko-san, cuando dimos por cerrada nuestra historia, te dije que
me vi obligada a hacerlo a causa de otra chica» dice.
«Sí, lo recuerdo» la miro a los ojos.
«Te mentí. La verdad es muy diferente a la que te hice creer» se calló
un momento «Tu hija me amenazó» continúa revelándome con evidente
resentimiento toda la historia.
«¿Crees que Miyuki ha defendido a Rei porque está enamorada?»
«Sí, así es»
«¿Y tú aún estás enamorada de Miyuki?»

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Misato no responde.
«Esa muchachita tiene que tener algo irresistible…» se me escapa en
voz alta.
«No me malinterpretes. En el pasado estuve de verdad muy compro-
metida contigo» se apresura a decir.
«Déjalo estar. No sirve de nada que te justifiques» le sonrío «Estoy feliz
de que hayas pasado página, aunque…por desgracia las cosas no fueron
muy bien con la hija de Eriko»
«Probablemente ni ella era la persona adecuada para mí» me mira de
modo elocuente.
«Seguramente» rehúyo la mirada «Misato-san, lo que te dije era la ver-
dad» admito sin demasiados rodeos «No sé cómo Rei se enteró de lo nue-
stro, pero…mi marido, al descubrirme, se enfadó mucho conmigo»
«Me habrías dejado de todas maneras…¿no?»
«Sabes tú también que nuestra relación comenzó de manera equivoca-
da» digo «Demasiadas mentiras, demasiados subterfugios…demasiados
años de diferencia»
«Bien…» los ojos de Misato se humedecen y por un instante baja la mira-
da «Entonces, ¿Asakawa puso en pie toda aquella opereta para protegerte?»
«Sí, pienso que lo hizo para despertar mi consciencia»
Misato se queda de nuevo en silencio.
«Si tienes que sentir rencor hacia alguien, ese alguien soy yo» le digo
directa.
«No, no hay motivo» responde cruzándose de nuevo su mirada con la
mía «Nuestra historia tenía un tiempo límite y la de Miyuki…no podía
funcionar. Ahora está claro que ella siempre estuvo enamorada de tu hija»
«Lo siento…» digo sincera, percibiendo su dolor.
«No pasa nada. Era justo que supieras la verdad» dice poniéndose en
pie «Yo invito esta vez y…gracias, otra vez» hace una inclinación con la
cabeza y me deja sola con mi té humeante entre las manos.
Tras la ventana de la cafetería, el ocaso está cayendo sobre Tokyo. Otro
interminable día ha acabado.
Adiós Misato…

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Orange Cream - Flavoured
escrito por Scarlett Bell
con los dibujos de Aeryn Sun
***
Traducción: Natalia Trujillo Rodríguez
www.fanfiction.net/u/5685127/franchiulla
***

Todos derechos reservados al autor. Cada reproducción prohibida.


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