Humilde santo hoy por todos aclamado que llevaste una vida de obediencia no cesaste jams en dar audiencia a quien ms la hubo necesitado. Al reo, al hambriento, al postrado tus manos socorrieron con amor porque t comprendiste su dolor y actuando a costa de tu sacrificio hiciste del auxilio un oficio convirtindote en el santo protector. Tu santidad, Martn, pas de nuestro suelo y son muchos tus milagros y testimonios de que corriste a un tro de demonios llamados hambre, enfermedad y desconsuelo. Tuviste para los animales un gran celo quedando sometidos a tu mandato y es as que perro, pericote y gato de ser tradicionales enemigos tu voz los convirti en amigos y los hizo comer del mismo plato.