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El documento resume los Comentarios de Julio César sobre la guerra civil. César escribió la obra para narrar cómo se vio forzado a recurrir a las armas contra sus adversarios políticos, quienes lo despojaron de poder. La obra solo cubre los eventos de los años 49-48 debido a la muerte prematura de César. Narra cómo César avanzó sobre sus oponentes mientras ganaba apoyo de legiones y ciudades. Derrotó a los ejércitos pompeyanos en Hispania y otras regiones antes de
El documento resume los Comentarios de Julio César sobre la guerra civil. César escribió la obra para narrar cómo se vio forzado a recurrir a las armas contra sus adversarios políticos, quienes lo despojaron de poder. La obra solo cubre los eventos de los años 49-48 debido a la muerte prematura de César. Narra cómo César avanzó sobre sus oponentes mientras ganaba apoyo de legiones y ciudades. Derrotó a los ejércitos pompeyanos en Hispania y otras regiones antes de
El documento resume los Comentarios de Julio César sobre la guerra civil. César escribió la obra para narrar cómo se vio forzado a recurrir a las armas contra sus adversarios políticos, quienes lo despojaron de poder. La obra solo cubre los eventos de los años 49-48 debido a la muerte prematura de César. Narra cómo César avanzó sobre sus oponentes mientras ganaba apoyo de legiones y ciudades. Derrotó a los ejércitos pompeyanos en Hispania y otras regiones antes de
En los ltimos meses de su vida, Julio Csar se propuso narrar, como
anteriormente haba hecho con la conquista de las Galias, la guerra civil. Su propsito era demostrar cmo se haba visto forzado por sus adversarios a recurrir a las armas, ya que, al desposeerle de todo poder, dejaban su dignidad y su vida expuestas a la venganza de los privados. La obra deba comprender tambin las guerras de Egipto, Asia, frica y Espaa, o sea, narrar el triunfo ntegro de Csar. Mas su muerte prematura dej la obra interrumpida, y el escrito comprende slo los sucesos de dos aos, el 49 y el 48, seguramente distribuidos en dos libros; la actual distribucin en tres es posterior. Es probable tambin que Csar quisiese unir esta obra con los Comentarios sobre la guerra de las Galias, que concluan en el ao 52, llenando el vaco despus de haber escrito la historia de los sucesos recientes, para l mucho ms importantes. Sin ningn tipo de prembulo, Csar empieza los Comentarios sobre la guerra civil relatando la reunin del Senado que, el primero de enero del ao 49, acord dar a Csar la orden de licenciar a su ejrcito. Las negociaciones sucesivas demostraron la mala fe de sus adversarios. Csar, despus de exhortar a los soldados a que defendieran el honor del general que les habla conducido a pacificar las Galias y la Germania, avanza sobre Rmini, dispuesto todava a llegar a un acuerdo. Pero Pompeyo slo procura ganar tiempo, y Csar prosigue sus operaciones, mientras sus fuerzas, integradas en un principio por una sola legin, se ven engrosadas por la llegada de otras legiones y por la rendicin de fuerzas enemigas que tenan la misin de detener su avance. Su benignidad para con los vencidos le atrae las simpatas de todos, soldados y paisanos: una tras otra las ciudades van pasndose sucesivamente a su bando, mientras l se dirige hacia Brindisi, donde Pompeyo ha concentrado el grueso de su ejrcito con la intencin de pasar a Grecia. Csar no logra impedrselo, y la falta de naves le impide seguirle. Pero, por el momento, lo ms importante para l es asegurarse el Occidente; y, despus de mandar tropas a Cerdea, Sicilia y frica y de una breve estancia en Roma, parte hacia la Galia, donde deja un lugarteniente para sitiar a Marsella, y se dirige apresuradamente hacia Espaa, a enfrentarse con los generales de Pompeyo y sus siete legiones. No es cosa fcil batir a tan gran ejrcito: Csar lo vence despus de varios contratiempos, cercndolo junto a Ilerda (Lrida) al norte del Ebro (Libro I). Ms tarde capitula tambin el ltimo ejrcito pompeyano, compuesto de dos legiones. Marsella, despus de heroica resistencia, se rinde. En todas partes, Csar se aduea, con su clemencia, del corazn de los vencidos. Finalmente puede regresar a Roma, donde asume el ttulo de dictador para el nuevo ao. Dueo y seor de Occidente, puede ahora pensar en Pompeyo, no sin antes tener que lamentar la derrota y la muerte en frica de su legado Curin frente a pompeyanos y nmidas (Libro II). Infatigable, en diciembre se halla ya en Brindisi y a primeros de enero, a pesar de que sus tropas se hallan cansadas y diezmadas por las marchas sin precedentes y las batallas, y a pesar de tener una flota insuficiente, con siete legiones pasa el mar y toma por sorpresa Orico y Apolonia, pero no Dirraquin, donde Pompeyo le aguarda prevenido. Aqu, los ejrcitos se enfrentan desde lejos: el enemigo, dueo del mar, rehuye el combate. Y cuando en marzo Marco Antonio logra transportar otras cinco legiones y los nuevos intentos de inducir a Pompeyo a la lucha fracasan con gran derramamiento de sangre, Csar se dirige hacia Oriente. Pompeyo le sigue y, por fin, acepta el combate, arrastrado por la vanidad de los nobles que le rodean: Csar refiere con sutil irona cmo stos, en lugar de pensar en el modo de vencer, discutan sobre lo que habra que hacer despus de la victoria. La cual fue, por el contrario, de Csar: cerca de Farsalia, en Tesalia, el ejrcito de Pompeyo fue aniquilado.
Csar, Marco Antonio y Calpurnia en la magistral
pelcula de Joseph L. Mankiewicz (1953) La descripcin de la gran batalla, de extraordinario realismo, est entreverada de consideraciones y juicios sobre la tctica de Pompeyo, de inestimable valor bajo el punto de vista militar. Pero si Csar no ahorra sus crticas al general, tampoco escatima sus elogios a los soldados, cuyo intil sacrificio aparece ms conmovedor cuando refiere las maas con que los oficiales haban procurado hacer cmoda su vida de campaa. Y la crtica de Csar se agudiza al hablar de estos cobardes que haban provocado la guerra y rehuan los sufrimientos que acarreaba. Despus de la victoria, Csar se lanza en persecucin de Pompeyo, que se haba refugiado en Chipre y luego en Egipto, donde esperaba encontrar proteccin del rey Ptolomeo Aulete. Pero ste se halla en guerra con su hermana Cleopatra y prefiere granjearse el favor de Csar vencedor: con traidora perfidia, manda asesinar a Pompeyo. Pero Csar, a pesar de las escasas huestes con que haba llegado y de la hostilidad con que le recibi la poblacin, no duda en imponer a ambos soberanos el cese de las hostilidades y en obligarlos a que sometan a l toda controversia. La insubordinacin de los generales egipcios origina la llamada guerra alejandrina (Libro III). La continuacin de las operaciones fue narrada por continuadores de Csar. A Aulo Hircio, general de Csar, se le atribuye con cierta base la Guerra Alejandrina, que contiene, adems del fin de la guerra con Aulete (el rey fue muerto y sustituido en el trono por su hermano menor y por la clebre Cleopatra) la campaa asitica contra Farnaces, rey del Ponto, arrollado en Zela despus de slo cinco das de operaciones: de aqu envi Csar a Roma el clebre mensaje: "Veni, vidi, vici". El estilo y la informacin de Hircio son buenos. Estimable es tambin la Guerra Africana, sobre la guerra africana del ao 46, que termin con la victoria de Thapso: el autor, desconocido, pudo haber sido un oficial cesariano. La ltima victoria de Csar, habida en Munda el ao 45 contra los hijos de Pompeyo refugiados en Espaa, est narrada en De la Guerra Espaola, tambin annimo. La obrita, incompleta, est escrita en un estilo mediocre y confuso, y su informacin es muy deficiente. Asinio Polin deca acerca de los Comentarios de Csar que estaban escritos con poco amor a la verdad: probablemente el juicio se refera a los Comentarios sobre la guerra civil. Pero este aserto ha parecido infundado hasta a la crtica ms severa. En el mismo estilo adoptado para la narracin de la guerra de las Galias, Csar, que habla de s mismo en tercera persona, pone al lector ante los hechos, dejando que stos hablen por s mismos. Naturalmente, no deja escapar la ocasin, al exponer los motivos de la guerra, de poner de relieve la ilegalidad de los manejos de sus adversarios. Pero el examen de los precedentes histricos y el anlisis de las intenciones de Pompeyo son tan justos y libres de todo tono apologtico, que no podemos dejar de aceptarlos. En cuanto a los hechos, si bien las fuentes paralelas son abundantes, no se ha logrado descubrir que Csar los hubiera alterado de ninguna manera. En realidad, l no haba querido la guerra: este genio militar fue uno de los pocos conquistadores que empuaron las armas slo por necesidad. Lo demuestran, en esta misma obra, no tanto la narracin de los antecedentes inmediatos a la guerra como sus sentimientos para con los inocentes que se vean envueltos en el torbellino de las armas. Para sus soldados, rendidos por las fatigas de marchas increbles, diezmados por los combates, faltos de todo, Csar expresa a menudo, en breves anotaciones, su conmovida simpata. Pero sta se dirige tambin hacia sus vencidos adversarios, cuyo trgico valor reconoce. Nadie ms que Csar poda revelar con tanta simplicidad este aspecto de la grandeza cesrea: en este punto, ni la crtica ms maliciosa ha podido manchar el valor del testimonio de los Comentarios.