Israel no es puro, étnicamente hablando, porque dentro del pueblo
había quenitas (Núm. 10:29–32) madianitas (Ex. 2:21) y una multitud no bien identificada que poseía ganado y ovejas (Ex. 12:38). La verdadera lucha, relatada en el libro de Josué, se dio contra reyes y ciudades más que contra poblaciones. Fue la lucha de diferentes grupos oprimidos que vivían al margen del sistema imperial tributario, contra la ciudad, entidad que encarnaba el sistema que se quería destruir. Es una lucha del campo contra la ciudad, el clan, el campo, la familia, la herencia están siendo expoliados por el palacio, el templo y el cuartel. Jehovah y Baal representan los polos religiosos de este conflicto; la fe a Jehovah supone adhesión al proyecto del campo libre, autónomo, justo, dueño de su producto mientras que la adhesión a Baal es idolatría, que tiene detrás de sí la justificación del proyecto del palacio, es decir la tributación continua que oprime a los campesinos. Las características culturales de este período son: (1) Inestabilidad política debido a la irrupción de nuevos pueblos en territorios caracterizados por la estructuración de la sociedad alrededor del modelo de ciudades y sistemas tributarios. Este modelo entra en crisis debido a levantamientos de sectores sociales marginados de la ciudad y que principalmente se concentraban en las labores agrícolas. Canaán se encuentra dividida por querellas internas entre los reyes de pequeñas ciudades y azotada por la explotación de los egipcios que, a su vez, entran en una crisis irreversible para el imperio. 29 (2) Auge del hierro, que es comercializado por vez primera por los hititas. El uso de este metal se va generalizando para la elaboración de armas que permitirá, a quienes las utilizan, imponerse sobre los otros pueblos. Una nueva época va a comenzar en la historia, la edad del hierro. Estaba el arca del pacto con ellos y se practicaba la circuncisión, asi como los rituales de las ceremonias y costumbres sociales que se entrelazaban con el espíritu religioso del pueblo. Era parte de su acerbo cultural el exterminio completo del enemigo, incluidos niños y mujeres, y se veía como un especie de mandato de Jehova, por lo mismo , justificado y necesario para la supervivencia del pueblo judío. Los otros pueblos por estar contra Dios no se les otorgaba ningún tipo de perdón.