10 | PONTEVEDRA | CIUDAD
diariodepontevedra|domingo, 18 de abril de 2010
Luciano Varela, un especia
▶ El magistrado instruye la causa contra Garzón «muy concentrado», según sus amigos, pese a la
tormenta desatada en España que ha desembocado en una protesta insólita contra el Supremo
▶ En Pontevedra se le recuerda como un juez progresista, recto y exigente. Su persistencia era
tal que durante un juicio, abrasado a preguntas, un funcionario de prisiones cayó desmayado
manuel jabois
☝ mjabois@diariodepontevedra.es
PONTEVEDRA. En el año 2000 un
libro convulsionó la escena de po-
líticos y periodistas de la capital;
lo que Suárez llamaba la ‘cloaca
madrileña’: el círculo estrecho de
confianza de los poderosos. Ese
libro lo firmaba Pilar Urbano y el
título parecía extraído de la facto-
ría Marvel: Garzón, el hombre que
veía amanecer. En él se repasaba
la carrera del juez más famoso de
la historia de España, aquel que
se enfrentó a los narcotraficantes
gallegos, terroristas pagados por
el Gobierno y a Augusto Pinochet,
a quien encimó en el cuarto de un
hospital de Londres.
Sobresalían dos escenas tremen-
das. La primera provocó el estupor
de la clase periodística, que se pre-
guntó hasta dónde había llevado
Pilar Urbano el Nuevo Periodismo
de Tom Wolfe cuando relató que
Garzón «sentado en el borde de la
cama, un pie descalzo y el otro aún
con calcetín» miraba a su esposa.
La segunda dictaminó su leyenda
de juez más cercano al superhéroe
de ribetes cinematográficos con el
que frecuentemente se le retrata.
Cuando recibió al polvoriento Or-
tega Lara después de su cautiverio,
le dijo, según le contó él mismo
a Urbano, una frase lapidaria y
fulminante que haría palidecer al
mismísimo Horatio: «Bienvenido
al mundo de los vivos».
Ese hombre sobre el que lleva
girando la actualidad española
desde mediados de los ochenta,
tótem de la justicia universal y fu-
rioso defensor de los derechos hu-
manos, está hoy en un rincón del
ring asediado por su propio instru-
mento, la justicia, y en las manos
de Luciano Varela Castro,un pon-
tevedrés de 61 años concienzudo,
puntilloso hasta la extenuación y
estudioso obsesivo del Derecho que
ha visto indicios de un presunto
delito de prevaricación en la causa
sobre los crímenes del franquismo
que investigaba Garzón tras la que-
rella del sindicato Manos Limpias
(dirigido por Miguel Betrand, un
ex dirigente de la ultraderechista
Fuerza Nueva), que acusó al juez
de haber dictado resoluciones in-
justas a sabiendas de que lo son.
Hace dos semanas, ajeno a es-
cándalos y tertulias, Luciano Va-
rela paseaba por la margen del río
Lérez con su esposa, la concejala
socialista Margarita Castejón. Los
dos son caminantes impenitentes.
Suelen bajar de su casa en A Caeira
hasta la Illa das Esculturas a buen
paso. Se casaron el 15 de julio de
1972 en Oviedo; Varela fue fiscal
en Mieres y juez en Pola de Lena.
Margarita Castejón es muy cono-
cida en la ciudad por su militancia
socialista y por ser la responsable
desde 2003 del área de Asuntos So-
ciais. Es la menor de trece herma-
nos. Ambos tienen cuatro hijos:
una arquitecta, un biólogo, un
juez -al que preparó, junto a otras
cuarenta personas más, el propio
Varela-, y un fiscal.
Son los ‘calixtos’, conocidos así
porque en la familia Varela siem-
pre hubo uno con ese nombre (el
hijo biólogo del juez tiene actual-
mente ese honor). Los padres de
Luciano Varela vivían en el barrio
de O Burgo, se casaron y acabaron
montando un bar en el puente de
A Barca. Luciano, hijo único, na-
ció en Fonte do Corvo y se despla-
zó luego con sus padres a Castrelo,
Cambados. Hizo el Bachillerato en
Pontevedra y el dinero de su fami-
lia sólo le dio para matricularse en
Magisterio en la ciudad, al no po-
der desplazarse a Santiago. Vista la
cabeza del chaval, la familia hizo
un sacrificio y lo mandó a la capital
gallega a hacer la carrera que cam-
biaría el rumbo de su vida, como
explica el escritor Arturo Ruibal en
un perfil sobre Varela publicado en
Diario de Pontevedra.
Para entonces ya no estaba con
él su padre, que murió cuando el
chico tenía catorce años. Encontró
entonces en la figura de su tío Ma-
nuel Varela, abogado natural de Vi-
lalonga, una persona en la que ver
a un padre y a un abuelo («el padre
de Luciano tenía catorce herma-
nos, y si él era de los más jóvenes,
Manuel era de los mayores, lo que
explica la doble función de éste»,
cuenta Ruibal). Fue el tío quien
le metió el Derecho en la cabeza
y también quien le apoyó econó-
micamente entonces para asumir
los gastos de la carrera. Fue una
jugada estupenda, porque Luciano
Varela se destapó como un alum-
no extraordinario y un estudioso
voraz de ánimo indesmayable,
como los elegidos que encuentran
la pasión exacta de su vida.
el juez progresista. Varela,
cuentan quienes lo conocen bien,
es un hombre familiar de actividad
social escasa. No se le ve en actos,
presentaciones, inauguraciones
o fiestas. A lo más que llega en la
noche de Pontevedra es a salir a ce-
nar con parejas de amigos suyos
de toda la vida, como Eloy Artime,
decano del Colegio de Abogados
de Pontevedra, o Antonio Moure,
director jurídico de Constructora
San José y uno de los hombres más
cercanos a Jacinto Rey, propietario
de la empresa. Es un juez de ideas
progresistas cuyo mayor acto de fe,
La famosa cocina
de José Rivas Fontán
La instrucción de Luciano Varela
en la causa que afecta a Baltasar
Garzón ha provocado un revuelo
sin precedentes en la democracia
española contra uno de los poderes
esenciales del Estado: el Tribunal Su-
premo. Mucho menor fue el primer
escándalo al que se enfrentó Varela,
entonces juez en Pontevedra.
Absuelto
Una denuncia anónima en los
años ochenta alertó de un posible
cohecho por parte del alcalde de
Pontevedra, José Rivas Fontán,
hasta la fecha el regidor que más
años ocupó el sillón del Consistorio.
Varela se lanzó a investigar la
denuncia y abrió diligencias contra el
alcalde, al que sentó en el banquillo
por los indicios de haber aceptado
una cocina gratis en su nueva casa
de Verducido. La acusación y el juicio
llenaron páginas de periódicos. Fue
condenado Rivas, defendido con
vehemencia por Manuel Fraga, y
absuelto finalmente por el Supremo.
en este sentido, fue fundar junto a
otros colegas en 1984 Jueces para la
Democracia, una asociación aho-
ra «preocupada» por la utilización
del proceso penal de Varela «para
conseguir sentar en el banquillo al
único juez de este país que (...) ha
tratado de articular una respuesta
procesal penal adecuada» sobre los
Luciano Varela
Entrevistado en 2007
Es insólito que se
organice una protesta
contra el Tribunal Supremo»
(en referencia a la rebaja de
la condena de De Juana)
Que el uso de la
lengua gallega sea tan
infrecuente en la
Administración de Justicia
es lamentable»
crímenes del franquismo.
Al magistrado que hoy se le ca-
ricaturiza como defensor de las
esencias del Caudillo y juez cóm-
plice de las torturas de la dictadu-
ra, como llegó a clamar el ex fiscal
franquista Carlos Jiménez Villa-
rejo, lo entrevistó hace dos años
Diario de Pontevedra en el despa-
cho de la Audiencia Provincial,
que abandonaba para ocupar su
nueva oficina en el Supremo. No
puede decirse que el titular haya
perdido vigencia: «Es insólito que
se organice una protesta contra el
Tribunal Supremo». El magistrado
pontevedrés se refería entonces a
la rebaja de la condena del terroris-
ta Iñaki de Juana Chaos de 12 años
a tres que decidió el Alto Tribunal
y la manifestación convocada en
contra por parte de la Asociación
de Víctimas del Terrorismo.
En esa entrevista del periodista
Miguel Álvarez, Luciano Varela re-
afirmó su compromiso con el uso
de la lengua gallega en la Admi-
nistración de Justicia: «Es lamen-
table que el uso de esta lengua sea
tan infrecuente; es un exotismo»,
y llega a postular la existencia de
una obligación «por lo menos éti-
ca» de conocer las lenguas coofi-
ciales del Estado: «No existe una
obligación jurídica, y lo que se
cuestiona es si sería constitucional
hacer que jurídicamente sea exi- estos momentos». «Era muy exi-
gible». El apoyo que siempre dio gente con la prensa. En Pontevedra
Varela a un uso mayor del gallego tuvo siempre fama de ser un juez
llevó a cierta derecha a calificar- recto y exigente», dice un perio-
lo de «juez nacionalista». En esa dista que lo trató durante su etapa
entrevista se recuerda la sospecha en la Audiencia. «Él en los juicios
de un veto político del PP que de- siempre preguntaba, marcaba
nunció Jueces para la Democracia mucho a las partes. Hay quien
para que no alcanzase el Supremo. parece que no está, pero él estaba
No se cita ya la competencia entre siempre encima». Su persistencia
Varela y el conservador Manuel Al- era tal que llegaba a aterrorizar el
menar para presidir la Audiencia personal. Durante un juicio se des-
Provincial de Pontevedra en el año mayó, abrasado a preguntas, un
2001. Era el tercer intento de Va- funcionario de prisiones.
rela por acceder al cargo, tras frus- Esa puntillosidad suya era tal
trarse en 1990 y 1997. El Consejo que un día quiso obligar a la Poli-
General del Poder Judicial eligió a cía a decir el piso desde el que rea-
Almenar, que acumulaba quince lizaban una investigación, algo
años menos que Varela en la ca- que comprometía al propietario
rrera judicial. Pese a las críticas al de ese inmueble, y esto le provocó
nombramiento de Jueces para la una queja ante el Consejo General
Democracia, Varela dijo: «Ni me del Poder Judicial. «Es una persona
sumo a lo dicho por la asociación con unos prontos muy marcados;
ni lo rechazo. No voy a hablar». tiene un pronto que lo escaralla
Una y otra vez sus aspiraciones vivo», cuenta un abogado. «Es
a cargos superiores fueron derri- una mala hostia terrible. Pero
badas en último momento por la de manera aleatoria, ¿eh? Le dan
oposición del PP y eso hizo que Va- venadas y listo, y con cosas infan-
rela confesase a sus íntimos: «Yo tiles. Yo una vez lo vi montando
soy un especialista en perder por un cristo por un asunto de tráfico
poco». delante de la Audiencia provincial,
Este periódico se puso en con- y otras veces cagarse en todo con el
tacto con Luciano Varela para antiguo presidente de la Audien-
entrevistarlo hace tres semanas cia, Casas Estévez, con el que tuvo
y rechazó el ofrecimiento «por las cada trifulca de cojones. Es un tipo
circunstancias que concurren en con un carácter personal difícil,