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César Alberto Saldaña
UNAMFFyL, Licenciatura en FilosofíaSUA.
Licenciatura en Comunicación FESAcatlán
cesar7alberto@comunidad.unam.mx
Resumen
Más que un carácter descriptivo o explicativo, el texto busca seguir una ruta de
exploración, de experimentación conceptual. En primer lugar se propone dar cuenta de
los movimientos de Independencia y Revolución Mexicana como dos construcciones
históricas enmarcadas en la Aufklärung, el pensamiento de las Luces, y de manera
general en el proyecto de la Modernidad. En segundo lugar acepta la hipótesis
generalizada de que el proyecto Moderno está en un hiato –ya sea suspendido como
propone Habermas, cancelado, olvidado, destruido o a la espera de una nueva
reforma. En este contexto se pregunta si una tercera liberación es posible. La primera
(1810) habría consistido en una liberación geopolítica de un centro, la metrópoli
peninsular; la segunda (1920) en una liberación socioeconómica del centro oligárquico
que acumuló poder durante 100 años.
I.Planteamiento
El dilema para una sociedad es quedarse con algo como está, si es relativamente
conveniente, o cambiarlo si es posible mejorar; de esta manera, plantear la posibilidad
y pertinencia de una tercera liberación, en alusión al año 2010, implica una pregunta:
Independencia y Revolución ya no es la misma, de esa Modernidad ilustrada y su
esperanza en el continuo progreso sólo quedan fantasmas, discursos, edificios y
elementos con la mira puesta en una nueva liberación.
diferencia posteriores a la Modernidad –con su crítica, remodelación, o deconstrucción
de la misma. Jacques Derrida es sin duda uno de los más agudos lectores del discurso
moderno y la metafísica que le sostiene; él rastrea, en esto coincide con Heidegger, un
modernos.
representación y la presencia, entendidas como categorías metafísicas. ¿Cuál sería el
señalada por Castoriadis (1986).
menor –nada más y nada menos que dos hijas pródigas de la Aufklärung. Esto sólo
Castoriadis, no constituida de una vez por algún fundamento último como una
constitución. Reforma continua en contraste con una reforma definitiva; sólo alguien
como Hitler esperaría que su sistema sea definitivo y que dure mil años, y en su caso
no llegó a la veintena.
rindieron frutos hay que llevarlos a toda la sociedad en algo que sea más que una
nueva rotación de élites; esto sería sin duda una tarea infinita como propuso Kant, uno
de los mejores hijos de las Luces.
De esta manera el razonamiento de la ponencia consiste, en primer lugar, en
tomar como premisa la relación de los movimientos de Independencia y Revolución
mexicanas con la Aufklärung, Ilustración y Modernidad en general –lo cual se resume
en afirmar que sin Ilustración la guerra de Independencia tal vez no se habría librado
jamás, al menos no en los términos (occidentales e ilustrados) que conocemos–; a
coinciden los más decididos defensores de la Ilustración (para sus más férreos
detractores no sólo es perfectible, sino incluso destructible u olvidable).
El siguiente aspecto consiste en identificar algún criterio, o criterios, a partir del
cual desarrollar dicha intervención a la Ilustración (sin perder de vista que se trata de
una versión mexicana, latinoamericana, de la misma). Para ello es necesario identificar
el referente sobre el cual se realizará dicha intervención estratégica; sin afirmar que es
premisa: la Ilustración como construcción enmarcada en la metafísica de la presencia
(sin esta segunda no habría la primera), si esto es así, la Ilustración deberá tener sus
juegos dicotómicos y supuestos metafísicos, como muestra Derrida con respecto a las
construcciones conceptuales emanadas de la metafísica de la presencia.
Dichos juegos y supuestos serían la materia de una tercera liberación si se
acepta que Independencia y Revolución son resultados sintéticos de una metafísica
de la presencia. La deconstrucción de dichos elementos constituye, tentativamente, el
imaginario social que mira al 2010 como una fecha, cuando menos, significativa.
II.Las Luces
Aufklärung en su versión alemana, y señalar su relación con la Independencia y la
Revolución. A manera de caracterización general, dicho proyecto civilizatorio busca
“liberar a los hombres del miedo y construirlos en señores” (Horkheimer y Adorno,
2006, p. 59); históricamente, el némesis de la Ilustración es la naturaleza como fuente
de miedo e incertidumbre, de igual modo toda construcción cultural emanada de ella,
como la magia y el misticismo.
Es por ello que Horkheimer y Adorno identifican al desencantamiento del mundo
como una de las principales operaciones que ejerce la Ilustración, lo cual llega
posiblemente a su máxima formulación en Descartes, quien propone hacer del hombre
amo y señor de la naturaleza. Así comienza –de acuerdo con Adorno desde el mismo
Homero– el recorrido de la razón calculadora, cuyo última escala fue tal vez la
burocracia estudiada por Weber.
El programa Ilustrado lucha contra todo aquello que se oponga y sea distinto a la
libertad humana, más específicamente la libertad del Sujeto, el Espíritu, que por cierto,
sólo puede ser europeo, como recuerda Hegel. Lo distinto es encarnado por la
naturaleza, el bárbaro o el pensamiento supersticioso, “todo lo que podría ser distinto,
es igualado” (Horkheimer y Adorno, 2006, p. 67), de modo que la identidad como
principio metafísico es el camino elegido por la Ilustración.
Con la Modernidad comienzan a depurarse las identidades; en el siglo XVI, al
igual que en nuestros días, Europa necesita producir para procurarse la
autodeterminación anhelada, pero es geográficamente pequeña, carente de muchas
materias primas que requiere, debe por tanto resignarse a las limitantes que le impone
segundo. Se expande, conquista, se disemina por el mundo.
Los hijos del espíritu europeo, conocidos como 'criollos' en América Latina,
fueron educados bajo los principios de sus padres. Mientras que en el Viejo Continente
liberalismo, en el Nuevo Mundo los americanos hijos de europeos “descubrieron” que
su libertad como sujetos estaba en puntos suspensivos bajo un esquema en el que la
criollos y peninsulares en el caso de México; como buenos ilustrados, los insurgentes
americanos buscaron suprimir dicha diferencia que amenazaba la libertad del Sujeto.
Si los criollos no serían considerados como iguales, a través de mecanismos
representativos como la Constitución de Cádiz, tendrían que realizar un corte violento
justo ahí dónde terminara una identidad y comenzase otra (identidad mexicana).
centralismofederalismo, liberalconservador representan momentos en que se buscó
una síntesis de la diversidad para integrar un proyecto de Nación, al parecer nunca se
se consiguió tal síntesis que diera a cada cual lo que le corresponde. Un siglo después
libertad, algo inaceptable ante cualquier mirada ilustrada. La identidad esperada no se
había consumado.
Encabezado siempre por ilustrados (pensar en un Flores Magón o un Madero),
comenzó un nuevo proceso de síntesis, pues la Ilustración es siempre dialéctica, como
esperarían Horkheimer y Adorno. La síntesis debía integrar, de una vez por todas, lo
indígena, encarnado por el zapatismo.
Desde una lectura institucional, dicha síntesis revolucionaria sería la Constitución
de 1917, la Carta Magna que juega el papel de principio y unidad en una democracia
moderna, y “la Ilustración reconoce en principio como ser y acontecer sólo aquello que
puede reducirse a la unidad; su ideal es el sistema, del cual derivan todas y cada una
de las cosas” (Horkheimer y Adorno, 2006, p. 62). Actualmente se piensa que la
síntesis histórica resultante de ambos procesos, sin embargo, tal vez no fue una falla
posterior, sino un defecto original desde que la Ilustración se fundó en la reducción a la
unidad; todo un problema técnico para América Latina, donde no haba 'el' espíritu
hegeliano, sino donde 'los' espíritus hablan, como da cuenta el realismo mágico.
III.La diferencia y el imaginario
La Ilustración parece razonable a todas luces, a pesar de lo cual, algo sucedió
humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, se hunde en un
nuevo género de barbarie” (2006, p. 51). En pleno siglo XX la Ilustración mostró sus
consecuencias más cruentas; holocausto, bomba atómica, economía subdesarrollada,
sido lo pero que podía sucederle al hombre, después de Auschwitz morir ya no es lo
peor (Lyotard, 1998). La identidad triunfó; la horda de las juventudes hitlerianas “no es
la recaída en la antigua barbarie, sino en triunfo de la igualdad represiva, la evolución
de la igualdad ante el derecho hasta la negación del derecho mediante la igualdad”
(Horkheimer y Adorno, 2006, p.68).
A estas alturas también es evidente que la Ilustración mexicana, encarnada en
Independencia y Revolución, rindió sólo algunos de los frutos esperados. Horkheimer y
Adorno encuentran dos problemas en el nacimiento mismo de la Aufklärung: que su
domino, lo cual les lleva una conclusión paradójica, la Ilustración recae en mitología,
algo contra lo que pretendía luchar; y señalan que después de hacerse con el poder, la
Ilustración (o mejor dicho, sus dueños) desechó la exigencia clásica de pensar el
pensamiento, porque ello distrae del imperativo de regir la praxis. Así, al reificarse, al
caer en repetición, la Ilustración recae en mitología. El proceso es auxiliado por la
ciencia y técnica como ideología (Habermas, 1984); en el camino a la ciencia moderna
manera de una democracia que se vive como fórmula y no como concepto. La misma
Escuela de Frankfurt invita a re pensar la Ilustración, la cual se encuentra a sí misma
si “se atreve a abolir el falso absoluto, el principio del ciego dominio” (p. 94), el cual
tendría que ser identificado, una tarea filosófica.
El pensamiento representativo ha sido señalado en distintos ámbitos filosóficos
(Heidegger, 2008; Derrida 2008) como piedra de toque de la modernidad, una piedra
frente a sí de tal modo que pueda ser dominada” (Horkheimer y Adorno, 2006, p. 92).
mismo, aquello que es representado también se reduce a una identidad manejable,
así, la 'representación' de un electorado en una democracia representativa, es ponerlo
frente a sí, de modo que pueda ser dominado. De esta manera, la representación es
un serio candidato para ser ese principio ciego de dominio; es preciso adoptar una
estrategia conceptual para tratar con ello, hay más de una alternativa.
En la tarea de reflexionar la Ilustración, Juan José Sánchez identifica al menos
contrailustración neoconservadora; una superación posmoderna, no dialéctica, de la
modernidad; y una salida dialéctica, desde el interior mismo de la Ilustración, la cual
considera un 'peligro' a las alternativas no dialécticas, las cuales se teme que nieguen
lo que hay de virtuoso en la Ilustración, así como sus avances conseguidos, que son
innegables.
negación, si una alternativa conceptual no es dialéctica, no implica necesariamente
una negación, la superposición de un esquema 'nuevo' sobre otro 'viejo'. Con ello, la
propuesta de este escrito es nodialéctica, posmoderna si se quiere, una estrategia de
escritura basada en la alternativa que ofrece Derrida, la cual puede ser nombrada
como decosntrucción.
La representación se basa en un principio de identidad entre un paciente que es
representado (naturaleza, objeto de conocimiento) y la representación construida por
un agente representador (partido político, sujeto de conocimiento), con la certeza de
que no hay una pérdida de información en el intermedio, de que se conserva la unidad
garantizar lo puesto como tal” (Peretti, 1989, p. 25). Es en este sentido que las
construcciones representativas recaen en la metafísica de la presencia.
representativa moderna, sería una hipotética voluntad ciudadano aquello que es
representado en el sistema de organización política. Heidegger señala que la
metafísica “representa a lo ente desde la perspectiva de lo diferente de la diferencia,
sin tomar en consideración a la diferencia en cuanto diferencia” (2008, p. 151). Ha
identidad, he ahí lo que de metafísica de la presencia hay en la Ilustración. Ahora bien,
Derrida, la cual pretende desensamblar las jerarquías metafísicas de dominio. No se
que hay en ella, pues ya Horkheimer y Adorno habían identificado sus signos de
dominio.
consolida siempre el orden establecido, la jerarquía metafísica” (Derrida en Peretti,
1989, p. 129); su estrategia consiste en dos fases, una de inversión dicotómica y otra
Para aplicar la inversión es necesario encontrar el juego o juegos dicotómicos que en
cualquiera de los componentes como principio; en la práctica es fácil ver que el
ciudadano no es la auténtica fuente de poder, ni el partido representa la síntesis pura
de una voluntad ciudadana, algo muy claro en el caso mexicano.
Desde la creación de la democracia en la polis griega hasta nuestros días,
Cornelius Castoriadis (1986) identifica tres oposiciones conceptuales: a) el pueblo por
oposición a los representantes, “no olvidemos que la gran filosofía política clásica
oposición a los expertos, el saber técnico político pertenece a la comunidad política, es
tecnócrata de nuestros días; c) la comunidad por oposición al estado, “la idea de un
'estado', es decir, de una institución distinta y separada del cuerpo de los ciudadanos
habría sido incomprensible para un griego” (p. 120). De estos pares dicotómicos se
componente de la dicotomía en primer lugar, como fundamento del otro.
En un ejercicio de deconstrucción que deje indecidible la jerarquía de esas tres
dicotomías, un nuevo programa político integraría los siguientes conceptos, para los
partidista, sin la fe ciega en al representación; b) en lugar del tecnócrata especialista,
humildad de un sistema siempre insuficiente, rotativo.
tradicionalmente encubierto en la historia de la filosofía de acuerdo con Castoriadis; el
'cambio' no vendría necesariamente de una nueva reforma del espíritu (un cambio
hegeliano) , o de la acumulación de condicionas fácticas (cambio marxista; México
siempre parece tener las condiciones materiales para una nueva revuelta social, y sin
embargo no ha sucedido nada). “A penas reafirmada la división de lo que es sensible,
dicha división queda quebrantada. Surge un tercer término que escapa a la división y
cuestiona su fundamento” (Castoriadis, 1986, p. 155), tal es lo imaginario, el cual en
nuestro caso es provocado por el sencillo significante '2010'.
En Dialéctica de la Ilustración se nos recuerda cómo Kant unió la tesis de un
constante progreso hasta el infinito con la necesidad permanente de su insuficiencia y
limitación, “la respuesta que él ofreció es el veredicto de un oráculo” (Horkheimer y
Adorno, 2006, p. 79). A los nacidos después de la Aufklärung nos resta interpretar el
oráculo, a la manera de Edipo, a la manera de Sócrates.
***
Referencias bibliográficas
−Castoriadis, Cornelius. (1986). Los dominios del hombre. Las encrucijadas del
laberinto. Barcelona: Gedisa
−Derrida, Jacques. (2008). Márgenes de la filosofía. Madrid: Cátedra
−Habermas, Jürgen. (1984). Ciencia y técnica como ideología. Madrid: Tecnos
−Heidegger, Martin. (2008). Identidad y diferencia. Barcelona: Anthropos
−Horkheimer, Max y Adorno, Theodor. (2006). Dialéctica de la Ilustración. Madrid:
Trotta
−Lyotard, JeanFrançois. (1988). La diferencia. Barcelona: Gedisa
−Peretti, Cristina de. (1989). Jacques Derrida. Texto y deconstrucción. Barcelona:
Anthropos