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UN PUENTE SÓLIDO
Amigas y amigos:
La firma de este Tratado de Libre Comercio entre China y Costa Rica
tiene lugar en medio de un clima árido para el comercio internacional. En
todas partes del mundo, voces enfurecidas han dirigido su artillería en
contra de los acuerdos comerciales, y en contra de la integración económica
en general. En medio de la frustración de una crisis como hace muchos años
no sufríamos, algunos se han dedicado a dispararle a las nubes y al viento.
Yo creo que el libre comercio es beneficioso para el mundo. Pero sobre todo,
creo que es inevitable. O nos sumamos a él voluntariamente, con reglas
claras y sacando el mayor provecho. O nos sumaremos a él a la fuerza, en
desorden y siendo los grandes perdedores del proceso. Este Gobierno le
está apostado a la primera opción.
Es por eso que, desde mayo del año 2006, anunciamos nuestra
intención de someter a discusión legislativa el TLC con Estados Unidos,
Centroamérica y República Dominicana. Es por eso que firmamos y
logramos la aprobación del TLC con Panamá. Es por eso que hemos
negociado un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y un TLC con
Singapur. Es por eso que hemos negociado la expansión de nuestros
instrumentos comerciales con Chile y México. Y es por eso que hoy
firmamos un tratado de libre comercio con la potencia emergente más
poderosa de la Tierra, con la que hace apenas tres años no teníamos
siquiera relaciones diplomáticas.
Nuestra política comercial ha sido ambiciosa y visionaria. Pero,
además, ha sido coherente. Esto fue lo que le prometimos a los
costarricenses en la campaña política. Éste fue el compromiso que
adquirimos. No nos hemos desviado del mandato que el pueblo nos dio en
las urnas, aún sabiendo que eso implicaría un proceso de discusión nacional
que Costa Rica había pospuesto durante años, si no décadas. El producto de
ese esfuerzo es un país que finalmente sabe para dónde va en términos
comerciales.
Yo espero sinceramente que nuestros diputados y diputadas, actuales
y electos, sepan comprender que no tiene sentido seguir gritándole al
viento. Hay batallas cruciales que deben ser libradas desde los estrados de
la política, batallas que nuestra población merece y necesita. Pero la batalla
contra el libre comercio no es una de ellas. En lugar de desperdiciar
nuestros esfuerzos, mejor hiciéramos en enfocar nuestra artillería en la
dirección correcta: en reducir la deserción escolar, en mejorar la salud de
nuestros habitantes, en fortalecer nuestras instituciones democráticas, en
modernizar nuestro sistema fiscal, en educar a nuestros hijos en el
aprendizaje de idiomas y tecnologías, en aumentar nuestra competitividad,
en promover la pequeña y mediana empresa, en combatir la inseguridad. Es
decir que es hora de aplicar uno de los más antiguos consejos de la política:
“hay que saber elegir las batallas”.
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Amigas y amigos:
Durante siglos, China y Costa Rica fueron dos amigos separados por
un océano, dos socios que se veían desde la distancia, incapaces de
alcanzar sus costas. A partir de la aprobación de este tratado, el 99.6% de
las exportaciones costarricenses entrarán libres al país más populoso de la
Tierra. Hace 20 años, nuestras exportaciones a China no alcanzaban el
millón de dólares. Hoy, representan casi 770 millones de dólares. Con este
crecimiento, ¡qué grandes son nuestras esperanzas para el día de mañana!
Rama a rama, hemos construido un puente sólido hacia esa tierra
milenaria. Hacia la tierra del jade y las perlas, del fénix y los dragones, de
los augustos y los emperadores, y a partir de hoy la tierra de las naranjas,
los chips y las flores de Costa Rica.
Muchas gracias.