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Por otro lado, se ha venido observando que los jóvenes, en especial los menores
de edad, vienen desarrollando una serie de actividades que son catalogadas por la
ley Colombiana como delitos, los cuales atentan son sólo contra la moral, la ética, la
integridad física y las buenas costumbres de la sociedad, sino que también
ocasionan la desunión del núcleo principal de la sociedad que es la familia. La familia
es sin lugar a dudas el elemento más importante, y a su vez, ella juega un papel
esencial en el desarrollo de su personalidad, así como en su comportamiento. En el
entorno social, sin negar las alteraciones y los cambios que ha sufrido el orden
público, la familia es la institución que se tiene como el principal agente educador en
el proceso de socialización del menor; es en este principal grupo donde se inicia y se
refuerza ese proceso mediante el cual los seres humanos aprenden e incorporan los
valores, las normas y comportamientos necesarios para la vida en sociedad.
Una de las preguntas que se puede hacer es: ¿Será problema del Estado por no
ampliar los programas que beneficien a las familias en trabajo, educación y cultura o
es la misma sociedad la que deja permitir este tipo de problemas éticos que hasta
hoy ha sido imparable para el país, por la falta de conciencia de nosotros mismos?
No se debe dejar de lado que la importancia de hacer este tipo de campañas que
ayuden a adelantar estrategias para la disminución de la delincuencia ha sido un
poco viable en algunos lugares del país donde el gobierno ha realizado este tipo de
organizaciones y se han obtenido buenos resultados. Brindar una buena educación,
una buena cultura, valores que hagan de una persona un ciudadano con ética y
moral, logra crear una buena sociedad y ayuda a disminuir las prácticas delictivas de
niños, jóvenes y de las personas en general.
Para marcar una frontera entre lo bueno, la visión del niño, la niña y los
adolescentes debe ser puesta en las vulnerabilidades, carencias y riesgos; y desde
aquí, la exigencia de control, orden y supervisión, que corresponde con una presión
mundial y política de los pactos en torno a la protección de niños, niñas y
adolescentes. Por tanto, hablar de las actuaciones delictivas de los adolescentes, no
puede limitarse al hecho delictivo en sí mismo, se hace necesario trascender hacia
una mirada de largo aliento, que sustente preguntas en torno a quienes son esos y
esas adolescentes, y como han llegado a ser lo que son hoy día.