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Un desafío de la sociedad del conocimiento: Valores

Espirituales

II. EL LUGAR DE LOS VALORES EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

“Jóvenes: Durante toda vuestra vida debéis


afirmar y reafirmar los valores que os forjan y
forjan al mundo; los valores que favorecen la
vida, que reflejan la dignidad y vocación de la
persona humana, que construyen un mundo de
paz y justicia”
Papa Juan Pablo II

2.1 Los valores


VALOR es un término que proviene del latín valor, valere (que significa fuerza, salud,
estar sano, ser fuerte). Adela Cortina (1996) afirma que los valores constituyen
componentes esenciales en el mundo de los seres humanos. Es imposible imaginar
una vida humana sin valores, especialmente sin valores morales, pues no existe
ningún ser humano que pueda sentirse más allá del bien y del mal moral, sino que
todas las personas somos inevitablemente morales. Son también importantes los
valores: estéticos, religiosos, los intelectuales, y los de utilidad, pero son los valores
morales los que adecuan estos valores a las exigencias de una vida digna, a las
exigencias de nuestro ser persona. Además, los valores se expresan a través de las
actitudes.
“Los valores son expresados por actitudes y hábitos que asumimos en el proceso de
socialización y han pasado a ser parte de nuestra personalidad. Los valores se
forman en el proceso de intercomunicación (con amigos, compañeros de colegio) en
el seno familiar y en la vida escolar, por lo tanto se puede afirmar que el espíritu
humano se desarrolla en base a ellos”. (Hidalgo, 2003,19)

Los valores. Son principios morales, que condicionan el comportamiento humano, en


su realización personal. “Los valores requieren, por consiguiente, tanto la práctica de
los principios fundamentales de la vida social, como el ejercicio personal de las
virtudes y, por ende, las actitudes morales correspondientes a los valores mismos”
(DSI, 197).
Los valores, son aptitudes que permite al hombre a desarrollarse para darle sentido
a su vida, y son esenciales para el hombre. Por tanto, los valores no son pues el
resultado de una comprensión y, mucho menos de una información pasiva, es algo
más complejo, pues se trata de la relación entre la realidad objetiva y los
componentes de la personalidad, lo que se expresa a través de conductas y
comportamientos.

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Los valores son razones y afectos de la propia vida humana que se vive en la
experiencia diaria. Karol Wojtyla (1982) en su libro “Max Scheler y la ética cristiana”,
afirma que los valores constituyen los datos originarios de aquellas experiencias
emotivas que puedan constatarse y determinarse por vía experimental. Pues los
valores no pueden separarse de la experiencia vivida, de las diversas experiencias
del hombre. Los valores se identifican con cualquier objeto material o espiritual que
al satisfacer una necesidad humana, son interiorizados y aprehendidos a través de
su propia experiencia vital, esto da un sentido personal a las significaciones del
mundo exterior en este caso la realidad en que está inserto.
Por eso los valores se forman en el proceso de socialización bajo la influencia de
diversos factores que pueden ser familiares, ya sea escuela, o el medio social, etc.
En la medida en que los seres humanos se socializan y la personalidad se regula de
modo consciente, se va estructurando y se va formando una jerarquía de valores
que se va haciendo estable, en cada persona humana a lo largo de su vida, aunque
puede variar en las distintas etapas de desarrollo y situaciones concretas. Por eso,
los valores son determinadas maneras de apreciar ciertas cosas importantes en la
vida por parte de los individuos que pertenecen a un determinado grupo social o
cultural.

Gonzalo Morales (2005) afirma, que un valor es algo importante que nos atraen
emocional e intelectualmente, comprometiendo total y profundamente las energías
vitales de una persona o un grupo en la consecución de un bien espiritual o
material, generando actitudes positivas permanentes, porque da sentido a la vida,
satisface las necesidades fundamentales y realiza las aspiraciones de un ser
humano.
Según los términos de la antropología filosófica el valor es todo aquello que permite
dar un significado y una dignidad a la existencia humana, todo lo que colabora a que
la persona sea, cada vez, más plenamente persona, en el sentido adecuado de la
palabra. “Por ello, el valor no es sólo el bien-en-sí sino el bien-para-mí. El hombre es
el centro, el lugar y el fin de los valores” (Valverde, 2000,185). Con valores la
persona puede desarrollar su propia naturaleza. Por eso el valor es algo estimable.
Está claro que hay realidades que siempre los valores son objetivos para la persona,
siempre conducen a un desarrollo del ser personal: la actitud de servicio, el respeto
a los demás, el culto a Dios, etc. Filósofos griegos como Sócrates, Platón y

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Aristóteles identificaron la sabiduría, la verdad, la justicia y el amor como valores


necesarios para vivir honestamente como personas y para el buen funcionamiento
de la sociedad. Por eso, Aristóteles en su ética lo defina como “lo que todos
apetecen”. Otros han llegado a decir que “la finalidad última del obrar del hombre es
la realización de los valores supremos y la posesión en Dios del goce de todos los
bienes por felicidad”. (Teofilo, 2000, 376)

Los valores son inseparables de la ética. Esto es natural, porque todo lo relacionado
con el hombre implica una dimensión ética. Por eso, educar en valores es una
educación en libertad y para la libertad; esta es la base de la ética. Así pues, no es
suficiente conocer los valores, sino que hay que integrarlos en la propia vida. El
hombre posee un conocimiento operativo que le permite establecer la diferencia
objetiva entre el bien y el mal y también de la posibilidad que el hombre tiene de
realizar actos buenos o malos. Por eso, “los valores son propiedades objetivas del
ser, lo que justifica que el ser sea lugar de no ser. Desde el punto de vista subjetivo
son indicadores por la conducta humana; maneras de ordenarse bien y tener sentido
dicha conducta”. (Guardini, 2000, 23).

Los valores son pautas que guía nuestra conducta. Sólo el hombre es capaz de
trascender del estímulo al sentido, en definitiva darle un valor a los hechos, es capaz
de estimar más o menos, calificar de bueno, malo, adecuado o incorrecto un hecho
fáctico y concreto. Las personas nos preguntamos constantemente acerca del
significado de nosotros mismos, de lo que hacemos y del mundo que nos rodea.
Esto es un indicador de que las personas tenemos necesidad de encontrar un
sentido, de obrar con propósito claro, de saber a dónde nos encaminamos y por qué
razón.

Características de los valores


Hidalgo Matos, M. (2003). Plantea algunas características de los valores:
1. Los valores son ideales inmanentes al ser humano.
2. Son verdades permanentes.
3. Son apropiables y transferibles.
4. Son fines en sí mismos y medios, a la vez.
5. Son atractivos por sí, se les busca, son anhelados.
6. Presentan una jerarquía que es diferente para cada persona y/o grupo social.
7. Son subordinables, es decir pueden subordinarse unos a otros.

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Las características de los valores según, Adela Cortina (2006).


a. Los valores son cualidades que nos permiten acondicionar el mundo, hacerlo
habitable. Los valores como la libertad, la justicia, la belleza valen porque nos
permiten construir un mundo más humano en que podamos vivir plenamente
como personas.
b. Los valores son cualidades reales a las que le damos cuerpo. Un valor no es una
cosa, tampoco es una persona, sino que está en la cosa (un hermoso paisaje),
en las personas (una persona solidaria), en una sociedad (una sociedad
respetuosa), en un sistema (un sistema económico justo), en las acciones (una
acción buena). Etc.
c. Los valores son siempre positivos o negativos. Al percibir un valor, podemos
captar si éste es positivo o negativo, si nos atrae o nos repele. La justicia, la
igualdad de oportunidades, la salud son ejemplos de valores positivos, mientras
que la desigualdad, la injusticia, la enfermedad constituirían valores negativos.
d. Los valores poseen dinamismo. Dinamizan y humanizan nuestra acción, nos
sentimos motivados a alcanzar los valores positivos y a erradicar los valores
negativos. Como toda nuestra vida se encuentra impregnada de valores:
positivos o negativos, pocas cosas pueden ser neutrales.

2.2 Tipos de valores

1. Valores Morales. Perfeccionan al hombre en sí mismo, en su esencia como


persona. Por ejemplo: justicia, templanza, fortaleza y prudencia.

2. Valores Sociales. Perfeccionan al hombre en su relación con los demás. Por


ejemplo: amabilidad, honestidad, servicio, solidaridad, patriotismo.

3. Valores Intelectuales. Perfeccionan al hombre en su aspecto, razón, intelecto,


memoria. Ejemplo: ciencia, conocimiento, sabiduría, etc.

4. Valores Vitales. Perfeccionan al hombre en su aspecto fisiológico. Por ejemplo:


agilidad, fuerza, salud, deporte, placer, ejercicio.

5. Valores terminales. Son los valores más abstractos y de innegable universalidad


(amistad, aprecio, armonía interior, autoestima, Belleza, estabilidad, igualdad, la
paz mundial, la salvación, libertad, prosperidad, realización, sabiduría, familia,
felicidad, amor, plenitud vital, amor).

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6. Valores políticos. La ideología, el individuo, la colectividad, la política, la realidad


nacional. Etc.

7. Valores éticos. La conciencia, la ley, la libertad, la responsabilidad, el derecho, el


deber, el bien. Etc.
8. Valores estéticos. El arte, la belleza, la verdad, la armonía, la unidad, el orden.
Etc.
9. Valores Religiosos. Lo sagrado, lo sobrenatural, la divinidad, la santidad, la
religiosidad, la mística. Etc.
10. Valores cristianos. son los valores humanos a la luz del Evangelio.
11. Valores espirituales. son los valores de la persona que va en relación con el
orden interno, la vida interior.

2.3 La escala de valores


Aunque todos los valores son importantes, es preciso tener una justa jerarquía
basada en la misma naturaleza del ser humano donde lo espiritual es superior a lo
corpóreo. Aquellos valores que contribuyen de una manera más directa a la
realización de la persona, de las criaturas o de las sociedades, son los valores de
mayor importancia, mientras que aquellos valores que sólo contribuyen de una
manera limitada a dicha realización se consideraran de menor nivel. Los valores
religiosos ocupan el primer lugar por el fin que persiguen.
La escala jerárquica de valores según Scheler (1941) tomado por Giovani Reale y
Dario Antiseri. (2002, 506). Cada valor hace presente en su percepción que es igual,
inferior o superior a otros valores. Max Scheler ordena de menor a mayor en cinco
grupos:

1. Los valores sensibles (alegría-plena, placer-dolor)

2. Los valores de la civilización (útil-perjudicial)

3. Las valores vitales: (noble-vulgar, sano-enfermo)

4. Los valores espirituales

a) Estéticos: bello - feo

b) ético-Jurídicos: justo - injusto

c) Intelectuales: verdadero - falso

5. Los valores religiosos: santo – profano.

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2.4 Los valores espirituales

Las virtudes que constituyen el más bello adorno


de un joven cristiano son: la modestia,
la humildad, la obediencia y la caridad.
(Don Bosco)

Juan Pablo II (Karol Wojtyla) en sus documentos eclesiales: Christifideles Laici


(1897) y Novo Millennio Ineunte (2000). Trata de explicar sobre los valores
espirituales. Pues afirma que los valores espirituales constituyen la naturaleza de la
verdad más allá de la realidad social. Estos valores están en relación directa con el
orden interno, que no pueden ser enseñados por medio de instrumentos, sino con la
vida misma. Todas las personas son seres espirituales, por tanto expresan su
individualidad a través de experiencias. La experiencia y el desarrollo espiritual se
manifiesta mediante la reflexión y conexión consigo mismo y con los demás. La
dimensión más importante de una persona es su vida interior. La ausencia de la
dimensión espiritual es un factor de la desviación de la conducta de los hombres.
Los valores espirituales son aquellos valores que perfeccionan al hombre en cuanto
a su ser espiritual, haciéndolo más íntimamente humano en sí mismo. Estos valores
son vitales para el hombre en su formación cristiana como un ser religioso por
naturaleza. Perfeccionan al hombre en sus actos y en sus acciones, lo hace más
humano. Lleva al hombre hacía una tendencia a creer en Dios, como un ser
trascendente del cual provienen todas las cosas.
El hombre ha sido creado por Dios a imagen y semejanza, dotado de un alma
espiritual e inmortal. La persona humana es la única criatura en la tierra que tiene
capacidad de inteligencia. Además está dotado de libertad y el dominio de sus actos.
El hombre participa de la sabiduría y la bondad del creador que confiere el dominio
de sí mismo. El progreso espiritual tiende a la unión más intima con Dios. Todos los
hombres son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección.
“El hombre lleva en su corazón la ley escrita por Dios, a la que su propia dignidad le
obliga a obedecer y según el cual será juzgado. La conciencia es como un núcleo
recóndito, como un sagrario dentro del hombre, donde tiene sus citas a solas con
Dios, cuya voz resuena en el interior. Y gracias a la conciencia, aquella ley que se
cumple en el amor de Dios y del prójimo se le da a conocer de modo maravilloso”.
(GS, 16)

El hombre que práctica valores espirituales es un hombre virtuoso, habituado al bien,


por tanto es un cristiano que vive según la enseñanza de Jesucristo. Sabe lo que es

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lo bueno y lo malo, por eso su obrar siempre está orientado hacía el bien. El
hombre, creado por Dios, con todas las capacidades, está llamado a vivir
santamente en su vida cotidiana, como buen cristiano. Además está llamado a
cultivar los valores humanos y espirituales, sobre todo los valores que ayudan al
hombre crecer en la fe, en el amor a Dios y también al prójimo, esto es posible
mediante la práctica de las virtudes teologales y cardinales que son esenciales para
el crecimiento y la formación de la vida espiritual. Con la práctica de virtudes, la fe
cristiana se fortalece para una vida más coherente y más humana.
Jesucristo, a través de su enseñanza siempre invita a practicar valores espirituales
como la fe, el amor, el perdón, la misericordia que ayudan a desarrollarse al hombre
plenamente. Pues para el desarrollo de los valores espirituales es importante la
práctica de las virtudes teologales y cardinales, que perfeccionan al hombre en su
vida interior. Estas virtudes ayudan al hombre a vivir más intensamente su vida
interior que es la base de su identidad cristiana. En la persona de Jesús,
encontramos muchas acciones, actos internos y externos, que tienen un valor moral;
como la oración, el amor a los enemigos, la bondad para con las demás personas, la
sinceridad, la pobreza, el sacrificio, etc. Jesús definió esos valores en su enseñanza
y en la experiencia con la gente que le acompañaba.
Karol Wojtyla (1982) en su libro Max Scheler y la ética cristiana. Afirma que los
valores son objeto de experiencia propio del hombre. Los valores constituyen los
datos originarios de aquellas experiencias emotivas que pueden constatarse y
determinarse por vía experimental, específicamente es objetiva, por eso los valores
no pueden separarse de la experiencia vivida. La personalidad del hombre se
encuentra estrechamente unida a la experiencia de los valores espirituales. Todos
los valores espirituales son, además valores personales, es decir, propios de la
persona. La persona es, por tanto de unidad peculiar de los valores espirituales. Por
forma de unidad no ha de entenderse necesariamente sólo el sujeto que
experimenta determinados valores, sino también el sujeto con quien éstos se
relacionan. De hecho, la forma más alta de unidad para los valores espirituales, es el
Dios personal.
Los valores constituyen componentes esenciales en la vida de los seres humanos,
es imposible imaginar la vida humana sin valores. El hombre sin valores carece de
sentimientos de la humanidad. Los valores humanizan la convivencia ya que somos
seres sociales por naturaleza. Una vida con valores se vuelve más rica en sí misma,

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porque la vida está hecha de la vida diaria, cada suspiro es vida. Pero hay valores
más profundos que ser humano necesita para interiorizar su vida, estos valores
generalmente están ligadas a un ser superior que es Dios.
Los valores espirituales son los objetivos que debe alcanzar un creyente, a los ojos
de Dios. La vivencia de los valores espirituales como un bueno cristiano, transciende
hacía la salvación y a la vida eterna.
Dios al crear todas las cosas, todo lo hizo bien. (Gen. 1,31). Cada una de las
criaturas de Dios, contiene en su propia naturaleza, una diversidad de bienes, es
decir valores. La persona humana con ayuda de su razón reconoce sus bienes, los
valora, los estructura y los eleva a la dimensión sobrenatural al reconocerlos como
dones de Dios. “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son
llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40).
Todos los hombres son llamados a la santidad: “Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto” (Rm 8, 28-30).

Los valores espirituales son:

2.4.1 Testimonio de Fe
“La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha
dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma”.
(C, 1814). Por la fe el hombre se entrega libremente a Dios, también se esfuerza por
conocer y hacer según la voluntad de Dios. San Pablo en su carta a los Romanos
(Rm 1, 17) afirma “el justo vivirá por la fe”.
El creyente en Cristo debe testimoniarla con firmeza la fe que ha profesado. Pues la
fe sin obras está muerta. Pues está “privado de la esperanza y de la caridad, la fe,
no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su cuerpo” (C.
1814).
El testimonio de la fe es requerido para la salvación. Las palabras de Jesús, son
claras para todos los creyentes que buscan la salvación mediante la fe. (Vea anexo
nº 5)

2.4.2 Santidad de vida


Es uno de los valores espirituales del hombre para su realización personal, la
santidad de vida. Papa Juan Pablo II en su documento Eclesial: Lumen Gentium,

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habla de la universal vocación a la santidad en la Iglesia. Descubrir a la Iglesia como


misterio, es decir, como pueblo congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, llevaba en su sentido fundamental de pertenecer a aquel que por
excelencia es el santo, el tres veces santo. “Confesar a la Iglesia como santa
significa mostrar su rostro de Esposa de Cristo, por la cual él se entregó,
precisamente para santificarla. Este don de santidad por así decir, objetivamente, se
da a cada bautizado”. (Novo Millennio Ineunte, 30). Para esta pedagogía de la
santidad es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la
oración.

Alex Rosal (1998) en su libro sobre Juan Pablo II recoge algunas frases y
comentarios sobre la santidad.

1. La santidad, más que una conquista, es un don que se concede: el amor de Dios
se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha dado.

2. La Iglesia, más que de reformadores, tiene necesidad de santos, porque los


santos son los auténticos y más fecundos reformadores.

3. Todo el que quiera comenzar un camino de perfección, a la humillación y al


sufrimiento, que asemejan al cristiano con el modelo divino que es el Crucificado.

4. Todos están llamados a amar a Dios con todo su corazón y con toda el alma, y a
amar al prójimo por amor a Dios. Nadie está excluido de esta llamada tan clara
de Jesús. Vosotros, por tanto, “sed pues, perfectos, como perfecto es vuestro
Padre celestial”. (Mt. 5, 58).

5. Un santo es, en su vida y en su muerte, traducción del Evangelio para su país y


su época. Cristo no vacila en invitar a sus discípulos al seguimiento, a la
perfección.

6. La santidad consiste, primeramente, en vivir con convicción a la realidad del


amor de Dios, a pesar de las dificultades de la historia y de la propia vida.

7. La santidad consiste, además, en la vida de ocultamiento y de humildad: saberse


sumergir en el trabajo cotidiano de los hombres, pero en silencio, sin ruidos de
crónica, sin ecos mundanos.

8. La santidad del hombre es obra de Dios. Nunca será suficiente manifestarle


gratitud por esta obra. Cuando veneramos las obras de Dios, veneramos y

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adoramos sobre todo a Él mismo, el Dios Santísimo. Y entre todas las obras de
Dios, la más grande es la santidad de una criatura: la santidad del hombre.

2.4.1 Caridad
La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a
nuestro prójimo como a nosotros mismo por amor a Dios. Por eso “la caridad guarda
los mandamientos de Dios y de Cristo”. (C, 1824)
La caridad tiene por frutos el gozo, la paz interior y la misericordia. Pues exige la
práctica del bien y la corrección fraterna entre hermanos y prójimos. “La práctica de
la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos
de Dios”. (C, 1828).
La caridad es muy importante, puesto que los valores de la verdad, de la justicia y de
la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente de interior de la caridad. Solamente la
caridad, “…puede animar y plasmar la actuación social para edificar la paz, en el
contexto de un mundo cada vez más complejo”. (DSI, 207).

2.5 La educación en valores hoy


La educación en valores, ciertamente, supone un gran cambio. “Una educación
centrada en los valores es una educación centrada en el hombre, pues el hombre
está, por su mismo ser, llamado a la realización de valores”. (Pascual, 2005, 21).
Ante la situación que vivimos se está sintiendo en el mundo la necesidad de
profundos cambios y la necesidad de educar en valores. (Ver anexo nº 7).
Entendemos que sólo se dará una educación para el cambio, cuando los valores
ayuden a ser personas conscientes de la realidad y los compromisos que asuman
estén según la moral. Se busca una educación orientada hacia la formación de la
persona humana y espiritual para una sociedad auténticamente humana y ser
conscientes de los medios que se emplea. Por eso es necesario pensar en nuevos
sistemas educativos en que los valores de la persona y de la comunidad sean
finalidades y objetivos realmente alcanzables mediante la aplicación de estrategias y
metodologías experienciales.
Pascual (2005). Afirma que una educación para el cambio no puede darse sin una
relación o contacto directo y vivencial con las realidades ambientales. Es necesario
que los educando tomen conciencia crítica de la realidad social para poder
transformarla más eficazmente. La educación en valores es el fundamento del

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equilibrio personal y social. La persona conoce los valores a través de su inteligencia


y los desarrolla a través de su voluntad. Hace valoraciones: juzga, ordena, jerarquiza
y clasifica para aplicarlos a su vida. Cuando los padres de familia y los educadores
viven y transmiten los valores dan testimonio de ellos naturalmente.

Germán Kraus (2004) afirma que el objetivo fundamental de la educación en general


y de la educación escolar en concreto es proporcionar a los ciudadanos y
estudiantes una formación plena que ayude a estructurar su identidad y a
desarrollar sus capacidades para participar en la construcción de la sociedad. En
este proceso el sistema educativo debería posibilitar que los alumnos, como futuros
ciudadanos, reflexionen, construyan y pongan en práctica los valores que faciliten la
convivencia en sociedades plurales y democráticas, tal como el respeto y la
tolerancia, la participación y el diálogo.
La educación de los valores en el seno de las instituciones escolares tiene una
trascendental importancia en la educación, aunque ha sido objeto de atención de
maestros y pensadores de todos los tiempos. En la actualidad, no se concibe un
proceso educativo centrado únicamente en la adquisición de conocimientos; el
creciente interés en todos los niveles de enseñanza por contribuir a la formación de
ciudadanos con valores, sino, también de comprometerse en el desarrollo y
transformación.

2.5.1 El profesor debe ser modelo de referencia de los valores


Aunque parezca una utopía, el profesor no puede ser una persona lejana, sino que
debe ser un modelo. El alumno, sobre todo el preadolescente, puede interiorizar los
valores del profesor no sólo por lo que éste dice, sino por su forma de ser y actuar
ante la sociedad que lo rodea y ante los problemas de la vida. Pero, ante estas
influencias el alumno puede hacer un juicio personal, con una gran capacidad de
comprensión y sin censuras. Por tanto, “El docente cumple un rol muy importante en
la formación de sus alumnos, ya que además de construir sus conocimientos,
deberá complementar los valores transmitidos por la familia, para ello se requiere
que posea ciertas características”. (Hidalgo, 2003, 46)

Menigno Hidalgo Matos (2003). Menciona algunas características de los profesores


como educadores de valores:

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1. Grandeza moral: sinceridad, comprensión, colaboración, responsabilidad en el


trabajo.
2. Sentido de la justicia, de lo equitativo, sin marginación social.
3. Tolerancia, respeto a otras ideas y actitudes.
4. Sensibilidad estética y espiritualidad.
5. Apertura a los demás.
6. Ayuda para adquirir el saber, la libertad y la capacidad social.
7. Valoración de la persona más allá del utilitarismo o de la eficacia.
8. Preocupación ecológica: cuidar todo el ambiente que nos rodea: escuela, zonas
abiertas, barrio, ciudad y naturaleza.
9. Flexibilidad, apertura a los cambios.
10. Visión de futuro.

2.5.2 Los valores en el aula


En guía de educación en valores, del Ministerio de Educación de Perú. (2007),
afirma que la enseñanza de los valores será realmente eficaz cuando se realice
mediante una experiencia vivida por maestros y estudiantes, en un ambiente
favorable dentro del aula, e idealmente también en el seno familiar y en el entorno
social, donde los estudiantes crecen y se educan.
Todo profesor participa de la tarea de educar. Si desea desarrollar valores en la
escuela, sólo podrá realizarse eficazmente con los tutores y profesores, gracias a un
cambio de su propia mentalidad didáctica. Educar es un asunto de todos y cada uno
de los miembros de un Centro Educativo. Cuando se trabaja con niños o
adolescentes no se puede ser únicamente transmisor de conocimientos científicos,
sino que esos conocimientos sirvan para que se produzca la asimilación de un
sistema de valores. Y que este sistema esté explicitado en la Programación
Curricular de Aula.
Martiniano Román (2004). Plantea los valores como objetivos en el Diseño Curricular
de Aula. El tema de los valores en la educación no es un tema circunstancial o
colateral, sino que está inscrito en lo medular de la acción educativa.
a. Los valores se desarrollan por algunos contenidos. Es evidente que algunos
contenidos desarrollan valores, sobre todo aquellos relacionados con las
Ciencias Sociales, Filosóficas, Éticas o Religiosas. Desde esta perspectiva está

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claro que las Matemáticas o la Física lo tienen más complicado para desarrollar
valores.
b. Los valores se desarrollan por unidades didácticas transversales. Para ello se
identifican algunas unidades de aprendizaje tales como la educación para la paz,
para la igualdad, el respeto a la naturaleza.

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