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Lucas Stiglich
En estos días existe un gran debate en torno al proyecto presentado por Martha Hildebrandt sobre
el cobro de pensiones a los egresados de colegio particulares que estudien en universidades
nacionales. Hasta ahora el debate había girado en torno a si era justo o no el cobro, basándose en
interpretaciones de la Constitución del 93 y la Constitución del 79 y en
consideraciones éticas superficiales sobre el asunto. Así, por ejemplo, Augusto Álvarez Rodrich se
manifestó, en base a lo segundo, a favor de la idea sobre el principio de que "la universidad pública
no debe ser gratuita para los que sí están en condiciones de pagar por ella, y debe ayudar más a
los que de verdad lo requieren.". Por otro lado, basándose en la idea de la educación como
derecho, Roberto Bustamante criticó en un post el proyecto, asegurando que la educación de por
sí ya no es gratuita, puesto que todos pagamos impuestos, y que el cobro sería unimpuesto a las
sobreganancias.
Sin embargo, hoy he leído un interesantísimo post del economista Stanislao Maldonado en el que
introduce nuevas consideraciones al debate. Partiendo de la distinción entre libertad positiva y
libertad negativa que hace Isaiah Berlin, sugiere que la educación como derecho también tendría
una dimensión positiva y una negativa. La dimensión negativa se refiere a la ausencia de
restricciones y la dimensión positiva a la capacidad de autodeterminación y control del individuo.
Pone un ejemplo para ilustrar la idea:
Por ejemplo, si alguien quiere estudiar en la universidad pero encuentra que
existen disposiciones normativas que impiden que las personas de su origen
étnico y/o condición socio-económica puedan hacerlo (ejm: el apartheid en
Sudáfrica), entonces estaríamos ante una clara violación de la dimensión
negativa del derecho. Pero si dichas restricciones no existiesen, y observásemos
que sistemáticamente las personas de este origen étnico y/o condición socio-
económica no logran acceder a la universidad, entonces estaríamos hablando
de la violación de la dimensión positiva del derecho a la educación.
Además, aplicando el principio de diferencia de John Rawls, critica la idea de que el derecho tenga
que ser igual para todos y afirma que "al velar por el cumplimiento del derecho de la educación
debemos poner especial énfasis en la situación de los menos aventajados a la hora de juzgar
nuestro marco normativo e institucional al respecto".
Así, llega a una conclusión: el aseguramiento por parte del Estado de la dimensión negativa del
derecho asegura de por sí la dimensión positiva de un grupo aventajado, pero esto es
insuficiente para el resto de la población. Sobre esto plantea que el Estado debería garantizar la
dimensión positiva a toda la población, lo que actualmente no se da en la práctica.
Para entender mejor la idea, haré un ejemplo: con la educación gratuita y universal, se garantiza
legalmente que todos tengan, en teoría, el derecho a seguir una carrera. En ese contexto, Pepito,
que viene de una familia relativamente adinerada termina el colegio, postula e ingresa a una
universidad nacional y estudia en la misma sin pagar un sol de pensiones, al mismo tiempo que sus
padres le subvencionan la vivienda y el alimento durante lo que dure su carrera. Así Pepito puede
Entonces, por lo mismo que sabemos que los más pobres destinan un mayor porcentaje de su
gasto a alimentos, podemos inferir que la magnitud del impacto negativo sobre el bienestar del
individuo de cambiar trabajo por estudios guarda una relación inversa con su nivel de ingresos.
Así, alguien de una familia adinerada estará más dispuesto a trabajar menos para estudiar más que
alguien de clase media, y este a su vez estará más dispuesto que alguien de clase baja, quien
probablemente estará indispuesto a sacrificar horas de trabajo por horas de estudio, debido a que
el impacto que tendría sobre su bienestar atentaría contra su vida (para los más pobres:
trabajar=comer, por lo tanto la disyuntiva sería entre comer y estudiar).
Sería interesante que en futuros proyectos de ley se tome en cuenta la necesidad de diferenciar
entre los estudiantes no sólo en cuanto al pago que se deba hacer a la universidad, sino además
la posibilidad de subsidiar el costo de oportunidad de algunos estudiantes más pobres (con
algunos me refiero a las restricciones que se deberían hacer por rendimiento académico), para
garantizar que así se cumpla efectivamente lo que dice la constitución: el Estado garantiza el
derecho a educarsegratuitamente a los alumnos que mantengan un rendimiento
satisfactorio y no cuenten con los recursos económicos necesarios para cubrir los costos de
educación.