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Podemos afirmar que, las IES (Instituciones de Educación Superior), en general mantienen
ese papel protagónico y trascendental en el desarrollo de la sociedad, la cultura, el progreso
la ciencia, la tecnología y el conocimiento científico.
Ante esto, según Pedraja (2017), “el aparecimiento de la sociedad del conocimiento impone
exigencias crecientes para las naciones, las organizaciones y las personas”. Y considero que
es un criterio acertado, en tanto en cuanto, cada vez se torna más exigente la preparación
intelectual y la adquisición de conocimientos innovadores, tendientes a lograr un desempeño
eficiente y eficaz en la hoy denominada sociedad de la tecnología digital, por lo que, el
conocimiento en nuestros tiempos no se puede limitar únicamente al ámbito académico,
debemos admitir y alcanzar un cambio transcendental en el alcance del saber, y es aquí,
donde la universidad debe hacer frente a este nuevo tipo de desafíos formativos para
resignificar su función social, política y educativa.
Acorde a la revisión bibliográfica realizada, puedo manifestar que a partir del aparecimiento
de la sociedad del conocimiento, las universidades se enfrentan a la existencia de “dos
escenarios polares”, un escenario optimista o favorable y un escenario pesimista o negativo.
Por otra parte, el segundo escenario pesimista o negativo, determina que las universidades
en la sociedad del conocimiento, van a disputar su lugar protagónico con el aparecimiento de
nuevas instituciones denominadas “instituciones inteligentes”, éstas consideradas como
organizaciones de aprendizaje y de investigación en condiciones de competir en el área de
investigación y conocimiento.
Artículo Académico
Cuenca-Ecuador, julio 2019
Doctorante Carlos M. Egas S. Mg. Sc.
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Ante los dos escenarios expuestos, me permito categorizar que la universidad y las IES, a
pesar de haber incurrido en ciertas adaptaciones ante la globalización y su influencia, no han
planteado un nuevo rol, ni redefinido su papel ante la aparición de la sociedad del
conocimiento, concebida ésta, como un fenómeno complejo, que amalgama el desarrollo
tecnológico, tendencias económicas, consecuencias sociales y repercusiones culturales.
Sin embargo, para lograr esto, la universidad debe encaminarse hacia una nueva realidad,
con saberes contextualizados y direccionados a los requerimientos y necesidades actuales de
la sociedad, obviamente sin mercantilizar el saber y el conocimiento científico mediante
convenios nocivos para su desarrollo que le impidan mantener su espíritu crítico y de libertad
ante proyectos de investigación, contribuyendo así, al mantenimiento de un sistema social
democrático estable que garantice los derechos humanos y la consecución de niveles de
bienestar y calidad de vida.
Referencias: