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El camino espiritual y la vida en el mundo

En algunas culturas de oriente tienen la costumbre de llorar cuando un nuevo ser


viene al mundo. Desde nuestra perspectiva occidental esto nos podría parecer algo
absurdo o sin sentido. Incluso desde la óptica de las enseñanzas espirituales
occidentales no tendría sentido, pues una nueva vida se manifiesta en nuestro
plano, y es una nueva oportunidad de una individualidad de aprender y
evolucionar.

Sin embargo, algo de verdad puede tener esta costumbre, pues paralelo a la
experiencia va de la mano el sufrimiento, ellos lloran porque ese ser va a sufrir en
la vida. El simple hecho de vivir genera sufrimiento, más aun para el que desea
evolucionar y sigue el camino espiritual que no encuentra más que espinas en su
recorrido.

La vida infantil, la adolescencia, la edad madura o la tercera edad, cada una de


ellas contiene sus problemas característicos, además de los propios que a cada
individuo corresponde.

En parte, este sufrimiento está originado por una ley conocida por causación o
karma, la ley de causa y efecto. Esta ley, conocida por todos los ocultistas, consiste
en que todos nuestros actos generan a su vez unas consecuencias, que nos llevan a
realizar otros actos, y así sucesivamente. La mayoría de los seres humanos no
somos consientes de lo que nuestros actos cotidianos generan en un futuro, a
veces lo generan en un futuro próximo, otras en una vida posterior. Pero aun
cuando algo nos sucede y nos parece injusto, y le clamamos al cielo ,… ¿qué he
hecho yo para merecer esto?…, …, ni recordamos que hicimos, o que dejamos de
hacer, para llegar a ese punto.

Volviendo al ejemplo de las culturas orientales, la vida es, en gran medida,


sinónimo de sufrimiento, a no ser que queramos vivir de una manera irresponsable,
obviando nuestros compromisos y alejándonos de todo aquello que pueda
parecernos difícil o comprometido, ese es el llamado camino fácil. Sin embargo, ese
tipo de vida es un engaño profundo para los que eluden su responsabilidad y la
asunción de las consecuencias de sus actos, sólo les queda recoger los frutos de su
actitud todos a la vez, de golpe, atragantándose muchos en ese proceso, siendo
fatídico en muchos casos.

Por otro lado, hay personas que desean sufrir por que piensan que así expiarán sus
“pecados” a cualquier precio. En realidad muchas de esas personas trabajan con
una falsa modestia, y con esa actitud también eluden sus auténticas
responsabilidades, siendo este comportamiento una suerte de escape, huyen de
sus vidas.

Deberíamos intentar en cada acto cotidiano poner toda la conciencia posible para
que se realice de la manera más correcta, aun a sabiendas de que nos
equivocaremos y tendremos que sufrir las consecuencias de ese error, que hemos
malinterpretado la palabra pecado,, que sólo es sinónimo de error. Que intentando
conocernos a nosotros mismos y las leyes naturales y espirituales del mundo que
nos circunda, iremos enmendándonos poco a poco, y que el sufrimiento padecido
no es sino fruto del paso por la vida física, trasmutando dicho dolor en sabiduría,
haciendo florecer las rosas, la felicidad de la vida plena, el auténtico estado de Paz
interior llegará.

Los problemas son despertadores, el sufrimiento nos activará para estar alertas en
la vida. No es un camino fácil, desde luego que no, pero como dice el evangelio
“...busquemos
“... a cada día su afán…”,
…”, el universo nos pondrá las oportunidades
de evolución y estemos atentos a ellas, aprovechémoslas y así adelantaremos en
nuestro desarrollo interior y ayudaremos a nuestros hermanos en su camino.

Zeraus Tador

Educando en la nueva era

Los grandes iniciados de la humanidad han hablado acerca de la importancia de la


educación en todas sus formas, como un elemento clave en la evolución espiritual
de los seres.

Algunas agrupaciones y hermandades esotéricas del pasado comenzaban su


instrucción culturizando a sus postulantes, enseñándoles a leer, escribir, para pasar
luego a las matemáticas, la historia, etc. como requisito básico antes de continuar
con la instrucción esotérica propiamente dicha. Incluso, bastantes de estos nunca
llegaban a dicha instrucción y se quedaban en los conocimientos más elementales.
Muchas de las cosas que conocemos hoy de manera normal como la geometría, la
música, la aritmética, etc. estaban restringidas a los iniciados, el conocimiento era
privilegio de unos pocos, y de ellos se seleccionaba a quienes podían acceder al
conocimiento oculto.

Desde el s. XVI, se ha ido implantando poco a poco la idea de una sociedad culta y
con acceso a la formación desde la niñez, curiosamente coincidiendo con la
aparición de los manifiestos Rosacruces. El motivo es que si se pretendía
proporcionar el acceso a la ciencia oculta y la iniciación a todos, primero habría que
conseguir que toda sociedad accediera a una educación que permitiera
proporcionarles la libertad que concede el conocimiento como etapa previa y
preliminar.

Ya en el s. XIX, la educación empezó a expandirse por los países más adelantados


económica y socialmente, y a día de hoy en casi todas las naciones de occidente
existe un acceso a la educación más o menos aceptable, aunque aun queda mucho
por hacer sobre todo en las regiones del planeta más desfavorecidas.
Paralelamente, el conocimiento esotérico se ha expandido y se ha hecho accesible
de tal manera que en cualquier librería se puede encontrar un saber inaccesible a
los muchos hace apenas dos siglos.

Sin embargo, no sólo es importante la educación en sí y los contenidos de la


misma, sino el cómo se imparta, pues eso determinará que sea un elemento
liberador, una formación realmente humana y espiritual o un conjunto de
condicionamientos y datos que más bien entorpecerían la manifestación del libre
pensamiento, y aun de la conciencia.

De este hecho se dieron cuenta varias personas en contacto con la ciencia espiritual
y mostraron que existe una forma de enseñar en base al conocimiento del ser
humano en todas sus dimensiones. Es el caso de Rudolf Steiner,
Steiner, que desarrolló un
método educativo, la conocida como pedagogía Waldorf,
Waldorf la cual lleva casi un siglo
,
ofreciendo un programa educativo con unos resultados que aún sorprenden a los
pedagogos y que en los países donde se siguen algunas de las directrices de este
método sean los mejores en calidad educativa y con sociedades solidarias,
respetuosas y avanzadas en diferentes aspectos, sobre todo en lo social, fruto de
esa educación.

El sistema Waldorf no es el único ejemplo de educación integral y avanzada. Existió


a principios del s. XX una mujer que fue una auténtica adelantada a su tiempo. Nos
referimos a María Montessori, la cual revolucionó el concepto de educación
convirtiendo al niño en un ser partícipe, activo de su aprendizaje y no el simple
sujeto pasivo y meramente receptivo común en las escuelas, incluso hoy en día.
Sin duda ésta fue una mujer a través de la cual la sabiduría se manifestó, dejando
un legado importante para toda la humanidad. Personalidades del mundo espiritual
como Leadbeater o Annie Besant admiraban el método Montessori, ayudando a
publicar algunos de sus libros y considerando este sistema pedagógico clave en el
advenimiento de la nueva humanidad. Otros del mundo científico, como Edison o
Einstein, elogiaron también su propuesta educativa.

Muchas personas ven contradicciones entre ambas metodologías, sin embargo,


numerosas escuelas libres por todo el globo aplican diferentes aspectos de ambos
sistemas, sin que exista ningún tipo de conflicto por ello, con resultados
sorprendentes. Y es que no podemos pretender una nueva humanidad más justa,
cooperativa, humana, etc. con los viejos moldes, con modelos limitados y
limitadores. Por ello, debemos comprender que en estos nuevos tiempos que
nacen, las viejas fórmulas caducas ya no sirven, debemos usar aquellas que nos
dirijan a la comprensión de la verdad de una forma libre.

Regresando al comienzo de este escrito, un nuevo amanecer se presenta a la


humanidad, si en un pasado fue necesario educar a la sociedad, en estos tiempos
hay que dar un paso más allá en este sentido e intentar que cuando se eduque a
los niños y niñas de este tercer milenio intentemos que aprendan de manera activa
y, sobre todo, que de ellos brote el conocimiento, la comprensión, educando no
sólo en la forma, sino en el fondo de ellos mismos. Una educación más integral,
participativa y donde los niños y jóvenes aprendan a manifestar con libertad su
individualidad, a comprender a qué han venido al mundo, a cumplir su misión y
restablecer en este mundo los lazos y vínculos con lo superior, ya que el papel de
las hermandades y agrupaciones esotéricas ha cambiado, en el sentido de que cada
vez será más accesible la iniciación sin necesidad de intermediarios ni estructuras
físicas como sí lo era en el pasado.

Zeraus Tador

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