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REFLEXIONES PEDAGÓGICAS DE LA EDUCACIÓN

Por: Anderson Garcia Restrepo

La educación puede definirse como la destreza que se tiene para desarrollar la capacidad
intelectual, moral y afectiva de cada uno de nosotros siempre y cuando esta se adapte a las
normas de nuestra cultura y también a las de convivencia que vienen implícitas en la sociedad.
Pero cabe preguntarnos ¿Ha concebido la historia la educación de la misma forma como la
percibimos nosotros hoy en día? Nuestras opiniones pueden dividirse pues aunque muchos de
los pensamientos pedagógicos de tiempo atrás aun pueden concebirse en la actualidad, las
condiciones a las que fue sometida la educación en otra época evoca algo de lo que quizás
muchos no estaremos de acuerdo. Es por eso que deseo mencionar como ha evolucionado la
educación y cómo ha influenciado al ser humano a través de diferentes etapas de la historia.

La educación tradicionalista oriental por ejemplo, muestra que muchas de sus ideologías han
logrado sobrevivir a lo largo de la historia y de hecho se han ido perfeccionando y mantenido
en generaciones actuales con el propósito de implementar todos esos conocimientos
tradicionalistas para fortalecer ciertas posturas filosóficas de nuestra era. Conocimientos como
‘El dominio sin violencia es el ejemplo de un jefe de Estado ideal’ de Lao-Tse son evidencia
que un régimen totalitario y déspota no es la mejor forma de gobierno para una civilización.
Estar bajo el yugo de un gobierno corrupto solo conlleva a la desgracia de sus habitantes pues
como también mencionaba Lao-Tse: “Decretar orden por violencia es crear desorden” y
definitivamente el mejor gobernante es aquel que gobierna menos y que conspira a favor de su
pueblo.

A pesar de que cada individuo esté sometido a una clase de gobierno es importante que ese
mismo individuo vaya en búsqueda de la verdad, porque si se enseña la verdad es porque sí se
sabe enseñar. Saber disimular esa verdad (Eroneia), nos ayudará a salir de ese mundo sensible,
de ignorancia en el que muchos de nosotros estamos y con el que tenemos que lidiar día a día
sin comprender lo que en realidad ocurre a nuestro alrededor. Nos ayudará a perder ese miedo
de enfrentar la realidad, que a pesar de las cosas malas que enfrentamos en el camino logramos
extraer las cosas buenas con las que aprenderemos a enseñar la verdad a los demás.

Inevitablemente el poder para muchos significa todo, como lo fue en la época greco-romana.
Donde se preocupaban más por triunfar en una disputa que en usar todo ese poder que poseían
para en un bien común. El conocimiento es poder, y como decía Quintiliano no tenemos
derechos sobre otros por tener cierta edad o cierto rango, lo que el pretendía era usar el
conocimiento para poder instruir a otros y para él eso era lo que hacía realmente poderosas a
las personas. Es triste ver como ese poder corrompe la voluntad humana, los valores, la ética,
la virtud humana. Muchos desean adquirir ese poder a través del conocimiento en busca de un
propósito egoísta, del beneficio personal pero no el de los demás. Ese fue el caso de la época
Medieval, una edad oscura, podríamos decir siniestra donde el conocimiento solo era
monopolizado por altos dirigentes de la iglesia cristiana. Para qué una educación catequista y
dogmática, una educación donde solo tienen acceso las personas con poder y los menos
favorecidos deben ser sometidos a una educación basada en simples teologías o incluso un
pueblo al que solo le precede un futuro sumido en el servilismo, condenado a la esclavitud. A
pesar de que los siglos pasaron la situación poco cambió y a lo que mi respecta va en contra de
los derechos que son inherentes en el ser humano por naturaleza, de vivir dignamente, de
aprender naturalmente. La enseñanza no debe adoctrinarse. Es imprescindible que el
conocimiento se trasmita libremente para hombres, mujeres y niños de toda clase. Que
cualquiera tenga acceso al conocimiento sin restricción alguno donde solo le detenga su propia
ambición. Que exista una bilateralidad entre maestro y alumno.

Martin Lutero en la época renacentista dio los primeros pasos para lograr que la educación no
estuviese dirigida por los altos mandos de la Iglesia Cristiana y quería más bien dejarla en
manos del Estado. Aunque su propósito no se centró en la educación para todo tipo de clases
sociales, si se empezó a vislumbrar algo de la libertad en la educación que disponemos en
nuestros días pues no está monopolizada por líderes religiosos o por terceros que decidan
quienes sí y quienes no puedan acceder al conocimiento. Conocimiento el cual he aprendido
debe ser libre y no condicionado por doctrinas impositivas. Todos no pensamos igual y por esa
razón no aprendemos de la misma forma. Si se enseña lo mismo a cada quién solo estaríamos
condenando al ser humano a la ignorancia y a esa libertad innata que posee de explorar, de
preguntar y de conocer.

Así pues la educación debe ser impartida a todos de una forma equitativa y justa, sin
discriminación. Es un tesoro que debe ser compartido. Enseñar con amabilidad y un poco de
flexibilidad ayudará a que ese receptor se sienta motivado a aprender. Esto pudimos
experimentarlo en la época de la Ilustración en donde se entiende que una sociedad culta que
piensa por si misma hará grandes cosas por esta. Para enseñar se debe tener pleno conocimiento
de cómo se trasladan esos pensamientos, todo ese contenido a la humanidad. No enseñar
simplemente por enseñar sino transmitir un conocimiento que valga la pena, que ayude a los
alumnos a tener una vida adulta significativa y llegar a un logro de objetivos.

Ya desde la era del positivismo y socialismo podemos evidenciar una tendencia mas fuerte
respecto a la igualdad en la educación pero sobre todo cómo la experiencia individual en el ser
humano era tan importante en su proceso de aprendizaje como lo es hoy. Si bien es importante
basarnos en nuestras propias experiencias para adquirir y usar todos aquellos conocimientos
que poseemos pero debemos tener presente ante todo que para cada una de las cosas hay un
orden, un orden que nos ayudará a mantener un equilibrio y lograr así un aprovechamiento
máximo del saber y contribuir no solo al progreso individual sino del otro, y claro está de la
sociedad en general como lo planteaba Marx. Sin embargo y según mi concepto llevar la
experimentación hasta otro nivel como en la Escuela Nueva quizás pueda resultar
contraproducente. Si bien el niño es un sujeto activo y se le da la plena libertad de que construya
su propia educación no puede dejarse de lado la orientación de un educador quien debe estar
presente de su proceso de aprendizaje con disciplina y orden en aras de lograr un resultado
significado y no que solo este presente como para ver cumplir un simple ‘proceso’. Pienso que
la educación no debe dejarse a la deriva del alumno ni tampoco a la arbitrariedad de un
educando. Debe primar un equilibrio para que la enseñanza y sobre todo el aprendizaje pueda
ser optimizado.
Finalmente y a modo personal, considero que cada individuo es responsable de la educación
que desea recibir durante su vida, que cada quién aprenda pues como le sea más provechoso,
eso si, siempre y cuando exista un equilibrio tanto en los medios que utilizo para acceder a ese
conocimiento y como los aplico para lograr unos objetivos específicos, cómo los uso para
construir una vida significativa que no solo me aporte a mi sino al otro, como Suchodolski
decía en su pedagogía existencialista: “Lo más importante es que cada hombre tenga garantías
y condiciones existenciales para construir su propia esencia”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. https://www.google.com.co/?gws_rd=ssl#q=educacion
2. GADOTTI, Moacir (1998): Historia de las ideas pedagógicas, México: Siglo XXI.

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