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Es para mí de una gran satisfacción estar de nuevo aquí, en ésta nuestra Academia, de la
cual y en razón al destino que ahora ocupo, me hallo muy distanciado, aunque, todo hay
que decirlo, sólo por la lejanía física, pues he seguido y sigo puntualmente su devenir
gracias a las informaciones que tanto nuestro Presidente como nuestro Secretario y algunos
Académicos me hacen llegar:
Conozco, por tanto, la modificación de los Estatutos que nos rigen y de los que espero
sirvan para dar el empujón definitivo a la Institución, dejando atrás la fase inicial con que
le dimos comienzo y obtenga a no tardar la personalidad jurídica autónoma que le
corresponde y que la lleve a ocupar un trascendente papel en la sociedad extremeña.
Hoy vengo a hablarles de un gran, en todos los sentidos, país, el Brasil, del cual poco se
conoce si hacemos excepción de su enorme tamaño, de la Amazonía o de ciudades de tanta
belleza como Río o tan modernas como Brasilia. Para mí, que tampoco sabía mucho más,
mi residencia allí constituye un permanente descubrimiento. Aún, casi un año después de
mi llegada y tras conocer buena parte del territorio y la estructura socioeconómica del país,
sus potencialidades de todo orden siguen sorprendiéndome a diario.
Brasil tiene fronteras con casi todos los países sudamericanos, a excepción de Chile y
Ecuador, y cuenta con una costa al Atlántico de casi 7.500 kilómetros, lo que da idea de su
enormidad, pues ocupa una extensión superior a los 8’5 millones de km2, casi 17 veces el
territorio español, siendo por tanto el quinto país más grande del mundo, detrás de Rusia,
Canadá, China y Estados Unidos.
La climatología, como no podría ser por menos en tal superficie territorial, es variada
aunque siempre dentro del carácter subtropical que le proporciona su ubicación entre el
Ecuador, al norte, y el Trópico de Capricornio, al sur (figura 1). De este modo se establecen
dos únicamente estaciones a lo largo del año, la lluviosa o verano, que se extiende entre los
meses de octubre y marzo, y la seca o invierno, que corresponde al resto del año, pudiendo
decirse que no hay otoño y primavera en el sentido en que aquí conocemos.
La temperatura media es de 22ºC, excepto en el sur, donde sólo llega a los 18ºC, siendo las
áreas situadas más al norte y nordeste las que alcanzan mayores temperaturas. Así, el
comportamiento general evidencia un incremento de sur, en cuyas montañas llega a nevar
en ocasiones, hacia el norte.
La población alcanza los 182 millones de personas, un 70 % de las cuales no alcanzan los
30 años de edad. Está conformada por un cúmulo de tipos raciales que, además, se
entremezclan con plena libertad y da lugar al carácter alegre y optimista que es seña de
identidad del pueblo brasileño, aún cuando gran parte de ellos viven en la miseria más
absoluta. Más o menos, la mitad de la población es blanca de origen, un 10 % son negros y
menos del 2 % indios, quedando el resto conformado por mulatos y mestizos. El 75 % de
todos ellos vive en el medio urbano y alcanzan una esperanza de vida de 71 años.
Si a la selva se añaden otras áreas arboladas, el conjunto supone más del 56 % del territorio
nacional, de forma que pueden distinguirse la selva tropical del norte, el bosque de
araucaria del sur, el caducifolio y semicaducifolio del sudeste y el bosque atlántico, situado
en la franja costera. Otras formaciones naturalmente constituidas por árboles de menor
porte y mucho matorral ocurren el área centro-oeste, mientras que la flora del noreste queda
reducida a un denso matorral.
Así, pueden distinguirse sistemas ecológicos o, como dicen ellos, “biomas”: la “Amazonía”
(norte), la “Caatinga” (nordeste), el “Cerrado” (centro y centro oeste), la “Mata Atlántica”,
el “Pantanal” (centro oeste) y la “Pampa o Campos Sulinos ” (sur), como puede apreciarse
en la figura 2 mientras en el cuadro nº 1 se detalla una estimación más detallada de la
composición forestal de cada uno de ellos.
Por otra parte y en lo que se refiere al uso del suelo (cuadro nº 2), al día de hoy un 30 % del
territorio se destina a actividades agrícolas, forestales y ganaderas (figura 3), porcentaje del
cual el 9 % es dedicado a cultivos, el 0’7 a bosque plantado y un 20’2 % a pastizales,
comportando un total de 254’6 millones de Ha. Estas cifras representan un importante
cambio a las de hace un decenio, pues en este periodo ha habido una sustitución progresiva
de las áreas pastables para destinarlas a labores agrícolas, que han experimentado un
incremento del 83’5 %, mientras que aquellas se han retraído en un 3 %, llevando a la
ganadería extensiva hacia el interior del país, donde esta actividad ha aumentado en más de
un 80 %, concentrándose la intensiva en áreas del centro y sur del país.
Cuadro nº 2. Uso del suelo en Brasil
Uso 1990 (106 KM2) 2000 (106 KM2) 2005 (106 KM2)
Forestal 5’20 4’93 4’77
Agrario, urbano, 3’15 3’42 3’57
infraestructura
Ríos, lagos, 0’15 0’15 0’15
pantanos
Total 8’51 8’51 8’51
1996 2006
De este modo, la fuerte inversión en tecnología e investigación desplegada, junto con una
climatología propicia, la existencia de amplias áreas cultivables y la alentada capacidad
emprendedora, ha afianzado la posición de Brasil como uno de los mayores productores y
proveedores de alimentos y fibras del mundo.
Así, este país se constituye actualmente como el tercero en las exportaciones mundiales de
productos agropecuarios, pasando de una facturación de 23’8 miles de millones de dólares
en 2001 a más de 49 en 2006. En el ránking mundial (cuadro nº 3) aparece dentro de los
cinco primeros puestos tanto en la producción como en la exportación de un importante
número de productos.
Sector agrario -- 3º
Frutas 3º 4º
Café 1º 1º
Leche 8º 28º
Cacao 5º 13º
Tabaco 2º 1º
Soja 2º 2º
Algodón 6º 4º
Maíz 3º 8º
Frijoles 1º --
Arroz 9º 10º
Caña de azúcar 1º --
Azúcar 1º 1º
Etanol 2º 1º
Carne bovina 1º 1º
Carne porcina 4º 9º
Carne de ave 3º 1º
Esta envidiable situación en el entorno mundial ha sido en gran medida conseguida por el
incremento de la productividad que ha propiciado la aplicación de mejores técnicas agrarias
y zootécnicas, así como sanitarias.
Por lo que se refiere a la fruta, cultivadas en casi todas las especies tropicales, subtropicales
y templadas aunque los cultivos más consolidados son la naranja, papaya, plátano, piña,
coco, sandía, melón, mango, uva, aguacate, caqui e higo, el área preferente se sitúa en la
franja atlántica. En total son destinadas al cultivo 3’4 millones de hectáreas, con una
producción estimada de más de 38 millones de toneladas, de las cuales el mercado interno
absorbe algo más de 21. De toda ella, destaca la producción de zumos, el 95 % de naranja.
Con relación a las producciones ganaderas, Brasil posee la segunda cabaña más importante
del mundo cuyo mercado, como se he visto anteriormente, lidera, alcanzando la carne
brasileña más de 140 mercados (figura 9) y generando más de 4.000 millones de dólares en
este mercado exterior. A pastos se destinan aproximadamente 200 millones de hectáreas,
aunque, como igualmente se he reseñado, hay una tendencia hacia los sistemas intensivos
de explotación ganadera, dejando áreas libres para la agricultura.
Destaca en primer lugar la bovina de carne (figura 10), con un censo superior a los 200
millones de cabezas, concentrado en cinco Estados (Mato Grosso y Mato Grosso del Sur,
Minas Gerais, Goiania
Fonte, MDIC/Secex/Decex, 2005 y Paraná), seguido de la producción suina (figura 11), con cerca de
32 millones de cabezas que se concentran en la región central y sur del país.
La producción láctea es, sin embargo, más modesta, en torno a 25.000 millones de litros,
aunque viene creciendo en torno a un 4’5 % anual en base a la mejora de la productividad y
a la cada día mayor especialización del sector, lo que ha permitido revertir la balanza
comercial, con el paso de la consideración de país importador a la de exportador neto, sobre
todo de leche en polvo y condensada e incluso de algún tipo de queso especiales, con lo que
ello tiene, además, de impulsor de la industria alimentaria.
Figura 10. Áreas de producción bovina
Figura 11. Áreas de producción porcina
La carne de ave es otro sector de importancia creciente en Brasil. En el caso del pollo, con
1.200 millones de aves y una cuota del mercado mundial del 40 %, su explotación se ubica
fundamentalmente en los Estados del sur, donde quedan establecidas granjas de alto nivel
tecnológico (figura 12). También es de interés creciente la explotación de pavos, así como
la que empieza a apuntarse para el avestruz.
En líneas generales, se señala que la producción bovina creció entre 1990 y 2007 a un
promedio del 6 % anual, es decir, que casi se ha duplicado en ese periodo. La porcina
porcentualmente aún más, alcanzando un incremento anual del 12 %, con un aumento de la
producción desde 1 millón de toneladas a las 2’8 actuales.
Gráfico 3. Evolución de los censos ganaderos
80%
Producciones tan elevadas precisan de un activo comercio exterior que ha ido acompañando
y soportando los incrementos experimentados en las diferentes producciones hasta colocar
a Brasil en el ya comentado importante puesto en el ránking mundial (gráfico 8).
160
140
120
100
80
60
40
20
0
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
Fonte: AgroStat Brasil, a partir de dados da SECEX/MDIC Elaboração: CGOE/ DPI/ SRI/ MAPA
RETOS PLANTEADOS
Gráfico 9
Evolución de la deforestación amazónica
Sin embargo el avance del cultivo de soja en esta área se ha convertido en una nueva e
importante amenaza a la conservación de la selva amazónica. Entre 1980 y 1995, el
aumento del área utilizada por el sector agropecuario en la región fue del orden de 7
millones de Ha. La disminución de los subvenciones gubernamentales a partir de la
década de los 90 no fue suficiente para contener la actividad, la cual había sido
favorecida por el bajo precio de la tierra, la continua demanda de los países
desarrollados y los proyectos de infraestructura que facilitan la circulación y salida de
las producciones.
Respecto a los incendios, cada año el fuego afecta a un área similar a diez veces el tamaño
de Costa Rica en la Amazonía brasileña. Los incendios aumentaron en un 32,9% del 2003
al 2004, representando el 74,1% del total de áreas quemadas en Brasil.
De los muchos impactos que el proceso deforestador provoca, cabe destacar la pérdida de
productividad (consecuencia directa de la erosión y compactación del suelo en las áreas
afectadas), los cambios en el régimen hidrológico y las mermas en la producción
hidroeléctrica y la pérdida de biodiversidad.