Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
II ANTECEDENTES:
1) El Tribunal en lo Criminal Nº 4 del Departamento
Judicial Morón, condenó a Francisco Domingo Ávalos Gómez, a la pena de
18 años de prisión, accesorias legales y costas, por ser autor penalmente
responsable de cuatro abusos sexuales con acceso carnal agravados por ser
ministro de un culto en concurso ideal con dos hechos de promoción de la
corrupción de menor de edad calificados por intimidación, todos en concurso
real entre sí (arts. 12, 29 inc. 3º, 40, 41, 54, 55, 119 inc. 3º en función del
tercer párrafo del mismo dispositivo y 125 del CP).
2) Los hechos fijados en la sentencia y que han dado
base a la condena son los siguientes:
Ávalos, pastor de la Iglesia Evangélica “Jesús es el
Camino”, ejercía su ministerio en la localidad de Parque San Martín, Partido
de Merlo. Allá por el año 2000 introdujo en sus fieles la idea de un inminente
fin del mundo y que sólo se salvarían quienes engendraran hijos de él, por ser
“elegidas de Dios”, y que encarnarían en figuras bíblicas. Ávalos citaba a sus
“elegidas” diciéndoles que debían mantener relaciones sexuales con él, y
engendrar un hijo como una “obra” para el mundo, esa era su “misión en la
tierra”.
Las víctimas en la citada causa resultaron dos de las
menores “elegidas” por el Pastor para la salvación, Daniela Ruiz y Jésica
Beatriz Díaz, de 14 y 16 años de edad al momento de los hechos
respectivamente, quienes luego de mantener relaciones sexuales en varias
oportunidades con Ávalos, tuvieron cada una un hijo del Pastor, tal como lo
corroboran las pericias de análisis comparativo de ADN. Adviértase que
incluso Carmen Beatriz Zalazar, progenitora de Jésica Díaz, fue también una
de las “elegidas” habiendo engendrado un hijo de él.
Se desprende de las constancias colectadas que para
alcanzar la cópula con las menores, Ávalos construyó un contexto
intimidatorio. El procesado “Pastor” actuó sobre dos menores que
presentaban factores de vulnerabilidad (necesidad de contención), y con su
distorsionada interpretación de la Palabra Bíblica, proclamándose un
“elegido” de Dios, hizo creer que la ira de Dios caería sobre ellas si no se
sometían a la voluntad del Señor, proporcionando sus cuerpos para procrear
los hijos de su simiente como instrumentos divinos, por el que se asegurarían
su propia salvación y la de sus familias, claro está, todo ello frente a la
inminencia del fin del mundo que había anunciado a sus fieles.
En el caso la libre determinación de las menores estuvo
bloqueada por la hábil, persistente y constante “penetración psicológica” o
“hechizo” de Ávalos, apareciendo así las notas de la intimidación propia del
tipo legal, donde el consentimiento es por ello nulo.
Los jueces del Tribunal de Morón que juzgaron en
primera instancia al mencionado Avalos, explican con fundamento en
estudios especializados que los líderes religiosos que explotan sexualmente a
sus congregantes, siguen a menudo el mismo patrón de conducta: primero, el
líder establece con base en su autoridad religiosa vínculos con una persona
particularmente vulnerable; posteriormente, explota esa confianza personal,
basada en factores como la fe y la superstición, así como la relación de
subordinación a la autoridad. Juega un papel crucial para perpetrar la
explotación la complicidad de los allegados a los ministros.
El pastor sostiene una relación jerárquica de autoridad
sobre sus congregantes y frecuentemente tiene acceso a información privada
sobre vulnerabilidades personales de los mismos; dicha información es
obtenida en general a través de la consejería pastoral, en la confesión de los
pecados, o proporcionada por terceros que confían en el líder espiritual para
ayudar a un ser querido. La posesión de dicha información pone en un estado
especial de vulnerabilidad a las menores.
La práctica carnal en esas condiciones es razonablemente
eficiente para promover la corrupción de las menores, la naturaleza de esos
actos vinculados a la especial motivación del autor y la influencia
perturbadora sobre el propio sistema de creencia de las menores,
trascendieron la órbita sexual, instalándose en la esfera psíquica de las niñas,
comprometiendo la natural y normal disposición a una vida sexual sana, al
persistir las repercusiones emocionales vinculadas a los episodios abusivos
que padecieron. (el subrayado me pertenece).
En síntesis, durante todo el año 2000, y posiblemente
desde un tiempo antes, se fue urdiendo entre el imputado y la Sra. González,
que oficiaba como colaboradora suya, toda la historia del fin del mundo y de
su fecundación salvadora. Falsa profecía que no se reveló sino a un grupo
“elegido” de mujeres, probablemente por sus condiciones de mayor
vulnerabilidad, influenciándolas y sometiéndolas psicológicamente bajo todo
el poder del fanatismo religioso que también se les inculcaba, al punto que, al
menos las menores no estuvieron en posición de negarse a lo que en realidad
era, la satisfacción de los deseos sexuales del imputado, que se fue valiendo
de su grey como de un harem.
3) Dicha sentencia fue recurrida a Casación por el
Defensor del procesado Dr. Luis Sergio González, invocando entre otras
cosas arbitrariedad en la administración de las pruebas, y el presunto
consentimiento prestado en forma libre por las víctimas menores de edad.
4) Oído el Sr. Fiscal de Casación, y casi siete años
después de iniciada la causa, recién el 15 de marzo del año 2011, la Sala
Primera del Tribunal de Casación Penal dictó sentencia, casando
parcialmente la sentencia de grado, absolviendo libremente a Domingo
Francisco Ávalos Gómez respecto de los delitos de corrupción de menor
de edad calificado por intimidación, reduciendo la pena prácticamente a
la mitad, o sea a nueve (9) años y seis (6) meses de prisión, accesorias
legales y costas.