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Responsabilidad criminal.

Hace unos días el gobernador de Nuevo León declaró a la prensa que la situación
actual de inseguridad era causada por los criminales. Es una afirmación que parece
obvia y contundente, pero que arrastra un sentido de consecuencias notables. Se trata
de un discurso curiosamente nacionalista, la misma política discursiva del Presidente
Felipe Calderón de los últimos dos años, si bien ya desde el principio de la guerra
había dejado en claro que era cuestión de tiempo puesto que “nosotros”, los civiles
que no nos dedicamos al narcotráfico, “somos más”. ¿En qué consiste esta línea
divisoria? Resulta en un “ellos”, fracción que recién se ha trivializado con el término
de “los malitos”, y un “nosotros”, mexicanos. Resulta una imagen extrañada, como si
se tratase de una fuerza invasora que ha venido repentina de no se sabe donde, pero
que, en definitiva, no son más que criminales, que no tienen voz y que no merecen
mas que la cárcel o la muerte, en palabras del Secretario de Gobernación, Francisco
Blake: La violencia la provocan los criminales, principalmente mediante el
enfrentamiento entre ellos mismos. Son los criminales los violentos y nadie más, los
únicos responsables de la violencia y a ellos son a quienes debemos someter
(15/01/2011). Es una retórica insidiosa, puesto con la misma se pretende hacer menos
macabra la cifra de alrededor de 40,000 muertos, al aclarar que la gran mayoría de
estos no son civiles. Lo que quiero señalar con esto es que al proceder con esta
versión de la realidad se está encubriendo el problema que generó en primer lugar la
fortaleza del crimen organizado: el hambre, el rencor generado por la desigualdad
social, desprendida de la propia perversión del sistema político mexicano. Después de
que el sistema provocó el malestar, se presenta como el salvador de la población; de la
misma manera procedieron algunos gobiernos totalitarios, el de Stalin, por ejemplo.
Como segunda consecuencia: ya que no son civiles, ciudadanos mexicanos, sino
solamente criminales, son un perfecto objeto de exterminio. La mejor prueba de que
este discurso ha calado hondo en una ciudadanía desesperada es la aprobación
clamorosa que recibieron las declaraciones del general Carlos Bibiano Villa Castillo a
la periodista Sanjuana Martínez: Yo desconfío de la Policía Federal porque ellos no
matan, nomás agarran. Y el Ejército y la Marina matan. - Hay leyes, general. Usted
decide quién debe morir o vivir... ¿no cree que eso lo decide Dios?-Pues sí, pero hay
que darle una ayudadita. –Si se le acerca uno de esos para hablar... –Allí mismo lo
mato. Yo me lo chingo. –¿Mata, luego averigua? –Así debe ser. Es un código de
honor. (La Jornada; 13/03/2011) Es difícil no pensar así ahora, a estas altura es
comprensible que la razón parezca una locura, pero el camino de la lógica militar
como vía principal para solucionar la inseguridad es difícilmente temporal, y ha
tenido en la entera historia de America Latina antecedentes muy claros de una
dirección hacia un estado de excepción con vistas a conservar el poder, es decir, la
suspensión de las garantías individuales para preservar, ante todo, la soberanía de los
grupos privilegiados desde un principio. Los signos son inequívocos, desde la petición
de Santiago Creel de instaurar el estado de excepción en ciudad Juárez, a la actual
propuesta de reforma a la Ley de Seguridad Nacional, donde se plantea el empleo de
manera permanente de las Fuerzas Armadas por parte del Presidente de la Republica
para intervenir en manifestaciones ciudadanas, y en general “para prevenir o hacer
frente a los obstáculos que le afecten”. Cuando digo este tipo de cosas en las
conversaciones cotidianas recibo de común el silencio o el juicio de profeta
catastrofista, que es absurdo, que aquí nunca pasaría lo que sucedió en Argentina o en
Chile, que esto sencillamente no puede durar mucho tiempo y que se tiene que
arreglar; ojalá tengan razón, pero más bien me parece que proceden -con lo que
llamaba Arendt refiriéndose a los judíos que se negaban a abandonar la Alemania de
las leyes de Nuremberg- con una sintomática incapacidad para afrontar la realidad.

Erick Vázquez
Mty, NL. 15 de mayo del 2011

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