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Estánfor: Ya se me acabó el chafé con leque.

Ella le sirve más.


Serafina: Todos los artistas son unos depravados. Por favor hijo no te vuelvas como
ellos.
Entra Juana. Se cruza de brazos indignada, observándolos fijamente con
indignación.

Juana: Tragué, tragué, sígale empacando, es lo único que usted sabe hacer. Nanita,
déjanos solos ¿sí?

Serafina: (obedece) Esta bien, pero ni creas que volveras a maltratarlo. Es de mala
educación pegarle a tus alumnos.

Juana: (con voz dulce) Serafina: te he dicho que me dejes a solas con el.
Sale serafina.

Juana: Pues bien… (calla) ¡Pare de tragar, que voy a hablar!

Estánfor: no como con las orejas.

Juana: Pero me pone nerviosa


Entra Serafina

Serafina: (desconcertada) La sala está cerrada. Y parece ser que adentro hay alguien ya
que se escuchan ruidos.

Juana: (desesperada) ¿Que no entendiste que quiero hablar a solas con el?
Serafina: Mira hijita: o lo dices delante de mi o tendré que escucharlo detrás de la puerta
¿No confías en mi o que te pasa?

Juana: (duda) Bueno ya que, lo diré. ¡Estoy enamorada!


Serafina: ¿Ese que viene todos los días?
Juana: Sí, ese.
Serafina: ¿Y ya se te declaró?
Juana: No, aun no ha llegado el momento, por una razón u otra siempre hay algo que
nos interrumpe.
Serafina: Ja! Yo le veo en la cara que está más enamorado de la escuela que de ti, y que
se me hace que te está utilizando para llegar a ser director.
Juana: ¿Tu crees? En ese caso, que me importa: yo soy la que salgo ganando, no la
escuela. Me gusta para esposo.
Serafina: Ay hijita no seas tonta, pues ¡cásate!
Juana: (empieza a llorar) No puedo.
Serafina: ¿por qué?
Juana: Estoy casada
Serafina: (desconcertada) ¿Cómo? ¿Desde cuándo?
Juana: Desde hace un año.
Serafina: ¿con quién?
Juana: ¡Con ese!
Estánfor asiente. Serafina se sienta a oir, totalmente sorprendida.
Serafina: ¡Cómo va a ser posible!
Juana: Nos casó mi papá. Nos sorprendió (Llora mas fuerte) ¡Me sorprendió con esta
basura!
Estánfor: ¿Con quién quería que la sorprendieran? ¿Con el príncipe de Gales?
Serafina: ¿Pero qué estaban haciendo?
Juana: ¿Tú que crees, tonta? Te digo que nos casó.
Serafina: ¿pero esta criatura? ¿Y tú?
Juana: Este… desgraciado. Me puso boba, como ati. ¡Cuídate, nana! Pobrecito, tan
mono, tan flaquito y tontito para hablar, hacía poemas tan bonitos y luego me los
recitaba al oido, sin que se le trabara la lengua ni una vez. Un día, en vacaciones, fui a
visitarlo y este degenerado no se qué pensó. Me senté en la esquina de su cama… ¡Y me
cayó encima! Después ya no supe más de mí.
Estánfor: Me tropecé y me caí.
Juana: Sí, ¿verdad? ¿Y después, qué?
Serafina: Te cayó encima… Y entonces llegó tu papá.
Juana: No. Llegó más tarde. (llora a gritos). ¡Había un muchacho espiándonos por la
ventana! Y mi papá lo vio y abrió a ver qué pasaba. ¡Qué vergüenza, nanita, qué
vergüenza! Cerró otra vez y le dio de patadas al que espiaba, además lo expulsó a
golpes para que no fuera a decir nada. Yo me vestí en seguida, pero no me atrevía a
salir. Entonces, papá cerró la puerta con candado y nos dejó toda la tarde encerrados.
Regresó con un juez… ¡ Y nos casó!
Serafina: ¡Y los casó!
Juana: Nos casó. (se suena) Y usted, si algo le queda de caballero, va a acceder a lo que
le pida. Va usted a venir conmigo y aceptará los cargos de que lo acuse: maltrato y
abandono de hogar. Vamos a divorciarnos. Tengo dinero: cien pesos. Y pronto tendré
más. Con eso pagaré al abogado. Mi padre no debe enterarse de nada, hasta después.
¿Qué me dice?

El, abre y cierra la boca. Se hace el que estudia evadiendo el tema.

Serafina: ¿Y que harás cuando tu padre se entere?


Juana: Le pediré perdón de rodillas y permiso para casarme otra vez. ¿Qué dice usted?
Deje de hacerse el tonto. ¿Acepta?
Estánfor: No.
Juana: ¿no?
Estánfor: Primero que nada daré mi versión de los hechos: El tropezón fue mío, auque
bien puede ser que alguien haya metido el pie.
Juana: Desgraciado.
Estánfor: O quizás haya tropezado solo, pero en lo demás tuve mucha colaboración.
Juana: Canalla y vil. Nunca ha sido un caballero. Nunca.
Estánfor: Depués del matrimonio fui repudiado y humillado. Me bajaron injustamente
mis calificaciones, se burlaron de mí en las clases…
Juana: ¿Pues qué esperaba? ¿Privilegios? ¡Esta escuela es una institución respetable!
Estánfor: … de tal modo que no han permitido la correcta maduración de mi carácter.
Debo salir de aquí e ir hacia ambientes más adecuados.
Juana: Por mí, madure, púdrase y lárguese, pero antes vamos a divorciarnos.

Estanfor escribe a toda prisa.


Juana: ¿Qué tanto escribe?
Estánfor: Me serdo tanos, me rardo tenos, pe tardo ranos demoro más hablando sin
papel. (lee:) Mi familia es muy pobre y no cree en los estudios. Mi padre está situado
entre la tiranía y la brutalidad. Estoy aquí gracias a la beca del municipio. No tengo
dinero ni para pasar las vacaciones en mi casa. Necesito un diploma sobresaliente,
magna cum laude, de estudios terminados. Así, recibo beca estatal y voy a estudiar a
México. Deme el diploma y me divorcio.
Juana: Eso no está en mis manos. Primero tiene que terminar la preparatoria para
obtener el diploma.
Estánfor: Pues hasta entonces me vidorciaré.
Juana: Está loco. Y es malo. Vil. Quiere hacerme esperar dos años. Me da asco. ¿De
dónde voy a sacar un diploma falso? Mi padre es la moral en persona, Nunca me lo
daría.
Estánfor: Falsiíquelo. El mirfa por tonmones. Firma montones. Ponga el mío entre
dotos. Mirfará sin carse duenta, sin darse cuenta.
Juana: Pues sépalo: Nunca engañaré a mi padre de esa manera.
Estánfor se encoge de hombros y sigue escribiendo. Arranca la hoja y se la da a
Juana. Sale.
Juana: lee: Lanza una exclamación y le grita:
¡Vil, desgraciado! ¡Esto es una extorsión! ¿Ves, nanita? Date cuenta de la clase de
persona que es.
Rompe a llorar y tira el papel al piso.
Serafina: (lee:) “Duermo en el salón de Ciencias Naturales. Y no sólo deseo el diploma:
también quiero ejercer mis derechos de esposo. No puede haber divorcio sin
matrimonio. La espero. Vaya y después hablaremos”. (encantada)
Juana: ¡Primero muerta! ¡Nunca iré!¡Nunca!
Serafina: ¡Es un artista!
Abraza a Juana.

TELÓN
SEGUNDO ACTO

CUADRO I

EL SALON DE CIENCIAS NATURALES


Escritório, pupitres, um esqueleto. Esquemas zoológicos y botânicos, y el catre de
Estanfor, sin arreglar.

Entra Juana:. Sobresalto de Estánfor, que pretende estar leyendo un libro. Juana rompe a
llorar. Se calma, se suena.

Juana: ¿Qué, no piensa preguntarme nada?


Estánfor: Bueno… ¿Llorqué polla?
Juana: Lloro porque todo ha sido inútil
Estanfor: ¿Todo qué?
Juana: Mi sacrificio. No habrá diploma.
Estánfor: ¿Por qué no?
Juana: no sólo mi padre debe firmarlo, también el gobernador. Y debe estar
acompañado por una lista de calificaciones con la firma de todos los profesores.
Estánfor: Solo son 5 profesores.
Juana: Pero no puedo hacer que firmen todos sin darse cuenta ¿o sí? ¿No va a acceder a
divorciarse?
Estánfor: (se encoge de hombros) Voy a pasar aquí dos años más. Si me vidorcio… me
rebruepa su drape, y al diablo mi carrera y la beca del Estado.
Juana: ¡Y si no se divorcia, se va al diablo mi felicidad!
Estanfor: ¿Tanto le importa casarse con ése…?
Juana: ¿tanto? Con la promesa del divorcio consiguió usted abusar de mí tres veces.
Cómo me he prostituido.
Estánfor: Soy su marido, ¿no? ¿Cuál truspipución?
Juana: Puerco. Me da asco. Me repugna. Desgraciado. Y hace que yo misma me tenga
asco.
Estanfor se deprime. Un silencio
Estánfor: Pues… dopemos vidorciarnos cuando quiera.
Juana: ¿De veras? ¿Lo promete? ¿no va a echarse atrás? ( el asiente a cada pregunta,
con amargura) ¡Gracias, gracias!
Estánfor: Claro, ya que está aquí… podría sacrificarse un poquito, por última vez…
Juana: ¡Ah! ¡ya sabía!
Estánfor: (digno) No es necesario. Digo… podría. Si no quiere… No hace falta. Di mi
palabra.
Juana: A veces creo que no es tan malo…
Sacuden la puerta. Sobresalto de ambos.
Diógenes: ¡Esteban! ¡Abra usted!
Tocan la puerta.
Juana: se desmaya, con un leve gemido.
Estánfor: ¡Voy!
Arrastra a Juana debajo del escritorio, la dobla con trabajo mientras siguen
tocando la puerta. La acomoda difícilmente. Va a abrir. Ella se desdobla y queda a la
vista. La acomoda de nuevo. Siguen tocando. Va a abrir.
Juana:: ¿Dónde estoy?
Estánfor: Bedajo del escritorio y no se vuema. Va a entrar su drape.
Juana: (medio inconciente) ¿Estricorio? ¿Drape? ¿Qué son? ¿venenos?
Estánfor la calla “sh”, quiere decir algo. Tocan la puerta fuertemente. Va y
abre. Entra Diógenes desesperado.

Diógenes: un joven de su edad no debe estar encerrado a solas. No es bueno. ¿Por qué
tardaba tanto en abrir? Creí que estaba con alguien.
Estánfor: ¿Eso habría sido sano?
Diógenes: Un joven de su edad no debería encerrarse solo ni acompañado. Quiero
hablar con usted. Cierre la puerta.

Diógenes: Debo anunciarle que va usted a divorciarse. Prepárese. Iremos al abogado


mañana mismo. El honor que en un pasado rompió usted ha quedado… medianamente
limpio con un año de matrimonio.
Estánfor: (Atónito) ¡Tomento! ¡Momento! Supe por qué me saqué, quiero saber por qué
me vidorcio.
Diógenes: No le importa. Yo tengo aquí la patria potestad, según la carta con que me lo
enviaron sus padres y el municipio.
Estánfor: Pero al sac- al casarme me volví mayor de edad
Diógenes enfurece y comienza a gritar. Estánfor
cada vez más seguro de la situación.
Diógenes: Esteban…
Estánfor: Me llamo Estánfor.
Diógenes: Ese nombre no existe. Vea el diccionario
Estánfor: vea el acta de casamiento
Diógenes: No me interrumpa. Esteban: Hay un hombre excelente que quiere casarse con
mi hija. Me ha pedido su mano. Ella lo ignora aún y yo no quiero que lo sepa hasta verla
libre. La noticia va a hacerla muy feliz. Es una imbécil, pero eso no obsta para que yo
desee su dicha. Además el pretendiente sería muy digno sucesor mío en la dirección de
la escuela. Es justo que las instituciones fundadas por nosotros sobrevivan, y así cubran
de gloria nuestro camino.
Estánfor: Antes de que se gonpa más premunido- se ponga más presumido, debo
cedirle, bedo lecirle… lebo biderle (patea desesperado)
Diógenes: Eso no es buen español, deje de hacerse el tonto y explíqueme: ¿Qué es lo
que quiere decirme?
Estánfor hace una seña de “un momento” y se sienta a escribir en el cuaderno.
Diógenes se sienta en el escritorio y toca distraídamente el pelo de su hija y juega con
él. Se da cuenta.

Diógenes: ¡Qué es esto! ¡Se atreve usted! (se levanta indignado) Ahora veo por qué no
podía abrir. Sepa que está prohibido traer animales a este cuarto. Saque de aquí ese
perro y que no se repita.

Estánfor: (aterrado) Es manso y limpio. No le hace daño a nadie.


Diógenes: Fuera, he dicho
Estanfor: ks, ks, ks Ven, perrito… ks, ks, perrito… Le da miedo. Sálgase usted para que
pueda llevármelo.
Diógenes: ¿lo saca usted o lo saco yo?

Mete las manos bajo el escritorio. Juana gruñe y ladra. Lo muerde, El grita.
Diógenes: ¡Me ha mordido! Pero voy a sacarlo a patadas (Juana gruñe) Puede que esté
rabioso. Eso es, lo mataré como a un perro.

Patea a ciegas, por detrás del escritorio. Juana grita y sale a gatas.
¡Qué es esto! ¡Un grito! ¡Juana, tú aquí! Y me has mordido, ¡a tu propio padre!
Juana: Déjame explicarte…
Diógenes: ¡Fuera! ¡Una perra y no un perro! ¡La deshonra y el ridículo! ¡Sal ahora
mismo!
Juana: ¿Me dejarás hablar? ¡Vine a pedirle el divorcio, me lo ha dado!
Estanfor se sienta a escribir.
Diógenes: ¿Te lo ha dado?
Juana: Sí.
Diógenes ¿y no has hecho aquí nada… impuro para conseguirlo?
Juana: (avergonzada) ¿De bajo de un escritorio? ¿Cómo crees?
Diógenes: ¿Qué tendría de raro? Ha habido casos que en un estande de biblio… Pero no
importa. ¡Jura que no paso nada!
Juana: Te juro que sigo siendo igual de pura que ayer. ¡por mi felicidad, lo juro!
Diógenes: Bueno, levántate. ¿Y por qué te escondiste?
Juana: Me escondí por la forma tan fea que tienes de tocar puertas.
Diógenes: Mírame a los ojos.
Ella lo ve, llena de inocencia.
Diógenes: Dios te bendiga (le besa la frente) Bueno, Ernesto: pues el divorcio se
tramitará mañana a primera hora.
Estánfor: (se levanta y lee) Las circunstancias han cambiado. Si usted mismo demuestra
tanto interés, voy a decirle que: no pienso pasar dos años más en su pésima escuela. De
los cinco maestros que cubren las 54 asignaturas, no hay uno solo competente,
incluyéndolo a usted. La comida es asquerosa y las chinches también. Quiero largarme
de aquí. Desde que tuve que casarme con su hija, usted se ha dedicado a hacerme la vida
miserable…
Diógenes: Tomaré en cuenta sus observaciones para la próxima junta de consejo
escolar. Como maestro usted no tiene nada que decirme, su aprovechamiento no ha sido
precisamente el mejor de todos. Pero hoy casualmente revisé sus exámenes finales:
permítame felicitarlo, son excelentes (le da la mano) La cita con el abogado es a las
once: recuérdelo, Erasto.
Estánfor: (lee) Humillándome en clase y martirizándome a todas horas. No voy a
divorciarme si a cambio no recibo mi diploma, y quiero el mejor posible,
recomendación para una beca estatal.

Diógenes: (lo duda un poco) Un momento: ¿Es esto una extorsión?


Estánfor: (Asiente, feliz y Juana empieza a llorar) Si no hay certificado no hay divorcio.
No iré al abogado sino al pretendiente a contarle todo. Haré un escádalo (Ríe a
carcajadas) Y me presentaré públicamente como su yerno.

Diógenes lo contempla. Estánfor bailotea y ríe triunfalmente.


Diógenes: Pues séalo, bastardo. Atrévase y séalo. Cretino. ¡Yo, hacer un fraude por
usted! ¡Nunca! El historial intachable de mi escuela no va a mancharse por causa de esta
bruta y menos por la de usted. Haré lo que sea necesario, pero escucheme ¡Usted nunca
logrará extorsionarme!
Juana: Grita más, anda, que todo el pueble se entere. Ya lo hechaste todo a perder como
siempre. Había accedido a divorciarse. Pero yo aquí no tengo ni voz ni voto, no se para
que abro mi bocota. Quiero que me contestes solamente una cosa. ¿Prefieres conservar
limpio el historial de tu escuela o hacer feliz a tu hija?
Diógenes: Cuando ya seas anciana y te lleguen cartas a la escuala que yo fundé, y que
leas en los sobres que ya la calle no se llama los Topes, sino que dicen: calle de
Diógenes Feria 32… me darás la razón.
Pero haber, dejemos las cosas claras, ¿Está usted decidido a no presentarse con el
abogado mañana?
Estánfor: Lo estoy.
Diógenes: ¿sabe que puedo acusarlo por extorsión?
Estánfor: ¿Con qué pruebas?
Diógenes: Con éstas, de su puño y letra.
Va a saltar sobre él para quitarle el cuaderno. Estánfor arranca la hoja y se la
echa a la boca. Mastica.
Diógenes: La conducta es más elocuente que cualquier examen. ¡Está usted reprobado
en ética!¡Y en lógica!
Estánfor: ¿Y eso por qué?
Diógenes: Por su estúpida pretensión de llamarse Estánfor. (sale)
OSCURIDAD

CUADRO II

LA SALA

Entra Inesita a la sala, muy seria. Se sienta en el piano. Entra Serafina.

Serafina: Usted viene a recibir… clases especiales.


Inés: sí, señora.
Serafina: Con Juana:
Inés: Y con el maestro Feria.
Serafina: ¿Y está aprendiendo mucho?
Inés: Pues, ya sé tocar…
Serafina: Sabe tocar…
Inés: Varias piezas de piano, y escribo con muy pocas faltas de ortografía.
Serafina: Esas cosas útiles que enseñan en esta casa. Pues espérese a que vengan
Diógenes o Juana: porque están muy ocupados.
Inés: ¿Qué hacían?
Serafina:: (disimulada) Estaban en una clase especial…
Inés: Y usted… ¿Es tía de la maestra Juanita?
Serafina: ¿Yo?, Yo soy la arrimada, yo no soy nadie.
Inés: ah, vaya.

Empujando la puerta entra Librado. Se aterra al ver a Inés.


Librado: Vine a entregar las listas y ya me voy.
Serafina: Pase, pase, siéntese. Juana y Diógenes tal vez tarden, pero podemos platicar
nosotros.
Librado: Bueno, pero… No se vaya. Cuéntenos cosas.
Inés: Yo no veo ninguna lista.
Serafina: Yo si veo una, pero se hace la tonta.
Librado: Creo que mejor me voy. Luego vuelvo.

Entra Diógenes muy trastornado.

Diógenes: Tenemos que modificar el reglamento de la escuela. Cualquiera que lo


desobedezca será expulsado.
Librado: Yo vine… solamente…
Inés: Vino a traer las listas.
Diógenes: Claro, y usted también. ( a Serafina) ¿Qué hace aquí? ¿Contando chismes?
Serafina:: Esperando que me eches, para que te pongas en evidencia.
Diógenes: ¿Qué dices? Tome aquel ejemplar del Quijote y cópieme los diez primeros
capítulos. (A Inesita) Estoy un poco abrumado. Pero he aquí al gran amigo y dilecto
profesor, Librado, le suplico haga usted uso de sus dotes didácticos por una hora y trate
de que esta… criatura comprenda las reglas de ortografía. Yo debo atender asuntos
urgentes.

Sale a toda prisa. Inês se levanta muy satisfecha y se dirige a Librado. El


empieza a retroceder. Ella trata de acorrarlarlo.
Librado: Antes de que dé un paso más, debo informarla de lo que pienso. Yo soy
humano, debo conducirme con en base a la moral y la razón, como quien soy. Soy un
hombre de sensibilidad y espíritu. Tengo intereses intelectuales y económicos. Y ha
sucedido que ya encontré a la persona que en teoría resulta mi compañera ideal, a la que
he llegado a amar muchísimo.

Inés: ¿Y la otra noche conmigo, qué?


Librado: Logró usted arrastrarme a ciertos pequeños excesos intrascendentes. Pero eso
no cuenta. No es por esas minucias, que suceden a veces, por las que se define nuestra
naturaleza. Esas barbaridades no volverán a repetirse.
Inés: ¿No?
Librado: No.
Se detiene y hace amplio gesto para dar énfasis a la negativa. Así que Inées lo
pesca al fin, lo abraza, le mete mano, se le restriega. El está helado de horror.

Inés: Pues aunque tú no quieras, yo digo que sí y sí y sí, ay, papasote, tan sabroso y tan
rico…
Librado: ¡Señorita! Una joven decente no debe tratar de seducir a un caballero. No es de
buena educación.
Inés: ¿Quién necesita de buena educación, cuando se puede tener diversión? Ay,
cuchimino, qué es lo que no va a repetirse, anda, papi, defiéndete, pégame…
Librado: Ni sueñe que voy a ponerle una mano encima, yo no le pego a las damas.
Inés: Rorro, muñeco, príncipe, rey… mi rorrín...
Librado: Dése cuenta de lo que está haciendo, Esto es de muy baja moral. Recuerde que
soy su maestro.

Empezó a desabotonarle la camisa, sin cambiar de actitud.


Inés: Pues enséñame, anda, enséñame, qué esperas...

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