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Carlos Lastres Sancho-200729586 Redes Locales

Ensayo sobre “Historia del Tiempo Stephen Hawking”

En los finales de la década de los 80, el brillante Stephen Hawking escribió un libro donde se
expone una visión panorámica de lo que se había descubierto en física hasta esa fecha. El libro se
titula “Historia del Tiempo”. El libro presenta datos interesantes y numerosos estudios que para la
fecha fueron extraordinarios. No obstante, en la actualidad los datos son más comprensibles e
inclusive debatibles. El contenido del libro varía desde los inicios de la astronomía, la teoría de la
relatividad de Einstein pasando por las observaciones de la física cuántica y por supuesto las
múltiples especulaciones de la naturaleza del espacio y tiempo.

Es interesante el inicio del texto porque expone un tema crucial que inunda la esencia de todo el
argumento del libro. Se menciona que un científico (posiblemente el filósofo y matemático
Bertrand Russel) daba una conferencia sobre astronomía y describía como era el movimiento
giratorio de la Tierra. Como se sabe hoy en día, explicaba que la Tierra gira alrededor del Sol y éste
último giraba alrededor del centro de una colección de estrellas. Concluyendo la charla, una
señora se levanto de su asiento y refutó lo descrito en la charla mencionando que la Tierra en
realidad era plataforma plana apoyada sobre una cantidad infinita de caparazones de tortugas
gigantes. Pero, ¿Cuál es el verdadero sentido de mencionar esto? Muy acertadamente el autor
mencionar que aunque la respuesta de la señora resulte absurda ¿Cuáles otras fuentes tenemos
nosotros para decir que conocemos mucho mejor la Tierra? ¿Qué nos asegura que el universo es
tal y como lo describimos? Y aún más importante ¿Cuál es la naturaleza del Tiempo y espacio? La
señora tuvo razón en debatir la charla hasta cierto punto. A pesar de todos los estudios todavía
hay muchas respuestas que no pueden darse por completo y esa es parte del sentido del libro.

El griego Aristóteles fue uno de los primeros en tener buenos argumentos con respecto al tema.
Dice que si la tierra hubiera sido un disco plano, su sombra habría sido alargada y elíptica luego de
analizar un eclipse. Por otra parte, los griegos en sus viajes por el mundo sabían que la estrella
Polar se veía más baja en el cielo en localidades hacia al sur que en regiones hacia el norte.
Inclusive, Aristóteles estimó la distancia alrededor de la Tierra. Según él eran unos 400.000
estadios. No sé conoce la longitud de un espacio de esa época pero se dice que es
aproximadamente unos 200 metros lo que nos daría 80000000 metros, estimación que se
aproxima al doble de la aceptada hoy en día. A diferencia del pensamiento contemporáneo,
Aristóteles pensaba que la Tierra era estática y que los demás cuerpos celestes giraban en órbitas
alrededor de ella. Más adelante, Ptolomeo en el siglo II d.C amplía esta idea construyendo un
modelo cosmológico completo donde la Tierra era el centro y ocho esferas lo rodeaban. Estos
pensamientos eran bastantes avanzados y atinados para la época. Hay que admirar las
deducciones y pensamientos de estos sujetos.

No es hasta 1514 que se propone un modelo más simple (Nótese la diferencia de años que sigue
dando méritos a los anteriores pensadores) por un cura polaco y astrónomo, Nicolás Copérnico.
Propone que el Sol estaba estacionario en el centro y que la Tierra y los demás planetas se movían
en órbitas circulares a su alrededor. Este hallazgo fue un gran aporte para la astronomía pero cabe
recalcar que eran épocas difíciles y con problemas sociales que afectaban proporcionalmente las
investigaciones y divulgaciones de resultados.

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Ya con una nueva perspectiva de las cosas, dos astrónomos e increíbles pensadores, Johannes
Kepler y el italiano Galileo Galilei empezaron a apoyar públicamente la teoría copernicana. Pero no
fue hasta 1609 cuando Galileo comenzó a observar en el cielo nocturno con su telescopio
(inventado por él) que Júpiter encontró que éste era acompañado por varios pequeños satélites
que giraban alrededor. Este hallazgo debió haber sido una de las cosas más emocionantes para el
italiano. Si hoy en día resulta interesante descubrir la mínima cosa sobre el universo, uno puede
imaginar la magnitud del descubrimiento en esas épocas donde la mayoría de sucesos eran
desconocidos. No obstantes, un explicación coherente a este descubrimiento no fue dada hasta
1687 por Issac Newton. Newton presentó una teoría de cómo se mueven los cuerpos celestes en
el espacio y tiempo y además, hizo lo que muchos lo lograron, desarrolló las complicadas fórmulas
matemáticas para analizar dichos movimientos.

Ya para este momento, la astronomía había tenido numerosas teorías pero nunca tan acertadas
como las de Newton y es así, como nace poco a poco la nueva era de la astronomía. Newton
postuló un conjunto de leyes que hoy en día se siguen utilizando. La primera ley (ley de
gravitación) menciona que cada cuerpo en el universo es atraído por cualquier otra con una fuerza
que era un tanto mayor entre más masivos fueron los cuerpos y entre más cerca estuvieran uno
del otro. Pero esta ley de la gravedad tiene un problema. Si la seguimos al pie de la letra, las
estrellas se atraerían unas con otras de forma tal, que no parece posible que pudieran permanecer
en reposo con lo que se deduce que llegaría un momento en donde todas se aglutinen. Newton
responde a esta pregunta en una de sus cartas hacia el filólogo Richard Bentley donde
argumentaba que esto era cierto sólo si hubiera un número finito de estrellas distribuidas en una
región finita del espacio. Por el contrario, si hubiera un número infinito de estrellas distribuidas
más o menos de manera uniforme sobre un espacio infinito eso no sucedería, ya que no existe un
centro donde aglutinarse. Esta respuesta empieza a concebir el hecho de un universo infinito y
cambiante. Existe además otra objeción sobre lo estático del universo atribuido por el alemán
Heinrich Olbers quién escribió dicho modelo en 1823. Pero no sólo fue él, muchos
contemporáneos ya había considerado este problema pero fue Olbers que el mejor lo explicó.
Ahora bien, el contraargumento que brinda Olbers radica en que la luz de las estrellas lejanas
estaría oscura por la absorción debida a la materia que se interpone. Sin embargo, si eso
sucediera, la materia intermedia se calentaría con el tiempo, hasta que brillará de forma tan
luminosa como las otras estrellas. Esto nos llevaría a que todo el cielo nocturno debería ser tan
brillante como la superficie misma del Sol, pero es evidente que no es así, lo que no lleva a que las
estrellas no han estado iluminando desde siempre, sino desde un momento pasado finito. Aquí
empieza otro gran problema porque se empieza a discutir sobre un “inicio” del universo o un
momento finito donde inicia todo.

Según muchas cosmologías (estudio a gran escala del universo) primitivas y algunas tradiciones
religiosas el universo comenzó en algún pasado finito y no muy distante. Este argumento se
respalda en la sensación de que era necesario tener una causa primera. San Agustín propone un
argumento distinto diciendo que el hombre y el universo no podían haber existido desde hace
mucho tiempo. Según él, aceptaba una fecha de unos 5000 años antes de Cristo para dicha

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creación. Este tema sobre el “inicio” del universo intrínsecamente propone un creador. Y es que le
mismo autor embarca una búsqueda a una pregunta que formula Einstein sobre si Dios tuvo
alguna posibilidad de elegir al crear el universo (partiendo de que Dios existe). A través de la
lectura y con los comentarios de Hawkings se observa que él mismo intenta comprender el
pensamiento de Dios a pesar de que sea totalmente inesperada la conclusión de su esfuerzo como
menciona. Esta discusión ha generado una problemática en los campos científico, filósofo y
teólogo.

Todos los asuntos de si el universo tiene un principio en el tiempo y de si está limitado en el


espacio fueron analizados de manera compleja por el filósofo Immanuel Kant en 1781. Él llamo a
estas situaciones antinomia o contradicciones de la razón pura. Le parecía que habían argumentos
igual de convincentes para creer la idea de que el universo tenía un principio y la idea de que
siempre ha existido.

Años después, Edwin Hubble, padre de la cosmología observacional y uno de los más importantes
astrónomos del siglo XX sugiere que hubo un tiempo atrás llamado big bang en que el universo era
infinitivamente diminuto y denso. Se puede decir con esta teoría que el tiempo se origina en el big
bang, ya que todos los tiempos anteriores simplemente no estarían definidos o como el autor
menciona es señalar que este principio del tiempo es radicalmente diferente de aquellos
anteriormente considerados. Un punto importante aquí es el hecho de conocer que el universo
está en constante expansión. Si el universo se expande, es posible que existan razones físicas que
establezcan un inicio el cual muchos atribuyen a Dios pero, no tendría sentido decir entonces, que
el universo fue creado antes del big bang ya que la expansión del universo si contempla los límites
sobre ese inicio.

Continuando con el universo, los científicos describen el universo a través de dos teorías parciales:
la teoría de la relatividad general y la teoría de la mecánica cuántica. La primera describe la fuerza
de la gravedad y la estructura a gran escala del universo. La segunda, por el contrario, observa los
fenómenos a escalas diminutas. Parte del objetivo del libro (además de los anteriormente
mencionados) es buscar una nueva teoría que unifique las dos anteriores.

Ahora buen, la Relatividad de la que habla el autor indica que si la luz viajara con velocidad infinita,
en la Tierra se observarían los eclipses a intervalos regulares, exactamente en el mismo momento
en que se producen. Como la luz recorre al instante cualquier distancia, esta situación no
cambiaría si Júpiter se acercara o alejara de la tierra. Pero, nn 1887, Albert Michelson (el primer
norteamericano en recibir el premio Nobel de física) y Morley llevaron a cabo un experimento muy
complejo y cuidadoso. Suponiendo que, la tierra gira alrededor del sol a una velocidad de casi 40
kilómetros por segundo, el laboratorio donde se situaban se movía a una velocidad relativamente
elevada respecto al éter. Evidentemente, nadie sabía en qué dirección ni con qué velocidad, ya
que el éter, de la misma manera, se podría estar moviendo con respecto al sol. Repitiendo el
experimento en distintas épocas del año, cuando la tierra ocupa diferentes posiciones a lo largo de
su órbita, podríamos esperar descubrir este factor desconocido. Por lo tanto, Michelson y Morley
idearon un experimento para comparar la velocidad de la luz medida en la dirección del

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movimiento de la tierra a través del éter o bien cuando nos movemos hacia el objetivo contra la
velocidad de la luz perpendicularmente a dicho movimiento. Para su sorpresa, comprobaron que
la velocidad en ambas direcciones era la misma. Entre 1887 y 1905 diversos sucesos verificaban la
teoría del éter. El físico Hendrik Lorentz, en sus estudios intenta explicar el resultado del
experimento de Michelson y Morley en función de objetos que se contraían y relojes que se
ralentizaban al moverse respecto al éter (utilizó piscinas y comparó relojes en diferentes
profundidades).

Pero no fue, hasta el célebre año 1905, donde el artículo de un empleado entonces desconocido
de la oficina suiza de patentes, Albert Einstein, hizo notar que la idea misma de un éter resultaba
innecesaria, siempre y cuando uno estuviera dispuesto a abandonar la idea de un tiempo absoluto
(semanas después, el matemático Poincare propuso algo similar pero siempre sin aceptar la
interpretación de Einstein). El postulado fundamental de Albert Einstein (teoría de la relatividad)
radica que las leyes de la ciencia deben ser las mismas para todos los observadores que se mueven
libremente, sea cual sea su velocidad. Esto era cierto para las leyes de Newton, pero ahora
Einstein extendía la idea para incluir la teoría de Maxwell. En otras palabras, como la teoría de
Maxwell afirma que la velocidad de la luz tiene un valor dado, cualquier observador en
movimiento libre debe medir el mismo valor, sea cual sea la velocidad con que se acerque o se
aleje de la fuente. La idea fue sencilla de explicar, sin recurrir al éter ni a ningún otro sistema de
referencia, el significado de la velocidad de la luz en las ecuaciones de Maxwell, pero también
tenía algunas consecuencias notables y a menudo poco intuitivas tal es el caso de que todos los
observadores deban obtener la misma velocidad de la luz nos obliga a cambiar nuestro concepto
de tiempo.

La teoría de la relatividad puso fin a la idea de un tiempo absoluto. Cada observador debe tener su
propia medida del tiempo, indicada por un reloj que se moviera consigo, y que relojes idénticos
llevados por observadores diferentes no tendrían por qué coincidir realmente. En relatividad no
hay necesidad de introducir la idea de un éter cuya presencia de todos modos, no puede ser
detectada como demostró el experimento de Michelson-Morley. Se debe aceptar que el tiempo
no está completamente separado del espacio, ni es independiente de éste sino que se combina
con él para formar una entidad llamada “espacio-tiempo”. Estas ideas no resultan fáciles de
asimilar, ni siquiera por la comunidad de los físicos por lo que transcurrieron años hasta que la
relatividad fue universalmente aceptada. Esta aceptación constituye el mejor homenaje a la
imaginación de Einstein, a su capacidad para concebir estas ideas y a su confianza en la lógica que
le llevó a examinar implacablemente todas las consecuencias por extrañas que parecieran las
conclusiones hacia las que conducía.

En el espacio-tiempo de la relatividad cualquier suceso, es decir, cualquier cosa que ocurra en un


punto particular del espacio y en un instante particular del tiempo, puede ser especificado
mediante cuatro números o coordenadas. De nuevo la elección de coordenadas es arbitraria; se
puede utilizar cualquier conjunto bien definido de tres coordenadas espaciales y cualquier medida

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del tiempo. Pero en la relatividad no existe una diferencia real entre coordenadas espaciales y
temporales, de igual modo que tampoco existe entre dos coordenadas espaciales cualesquiera.

Hay algunas estrellas que no se mueven. Pero la Tierra está en constante movimiento girando
alrededor del sol y por eso las vemos desde diferentes ángulos pensando que tienen algún
movimiento. Hay estrellas más cercanas a la Tierra. Pero la estrella más importante para la Tierra,
el Sol, no es más que una estrella regular en comparación a las demás estrellas que están en el
universo. Comenzando el siglo XX, cuando empezaron a investigar de lleno las estrellas, se logró
identificar diferentes estrellas con propiedades muy similares a las del Sol lo que causo
controversia y sorpresa.

Siguiendo la lectura, se menciona la doctrina del determinismo que radica en la teoría de la


gravedad de Newton, y llevó al científico francés Marques de Laplace a argumentar, que el
universo era completamente determinista. Laplace sugirió que debía existir un conjunto de leyes
científicas que permitieran predecir todo lo que sucediera en el universo, con tal de que
conociéramos el estado completo del universo en un instante de tiempo. Para ejemplificar esto,
podemos utilizar un simple experimento que realiza el cosmólogo portugués Joao Magueijo. El
coloca un tubo de plástico con un groso capaz de contener un gato y un largo aproximado de un
metro. Por un extremo del tubo introduce un ratón y por el otro un gato. Al instante, se escucha
un crujido y un maullido. Es evidente lo que sucedió dentro del tubo de plástico aún cuando no
hayamos podido verlo. De la misma manera, si supiéramos las posiciones y velocidades del Sol y
de los planetas en un determinado momento, podríamos usar entonces las leyes de Newton para
calcular el estado del sistema solar en cualquier otro instante. El determinismo parece bastante
obvio en este caso, pero Laplace fue más lejos hasta suponer que había leyes similares
gobernando todos los fenómenos, hasta el punto de incluir el comportamiento humano.

Debatiendo el determinismo se encuentra el principio de incertidumbre. El principio de la


incertidumbre tiene profundas implicaciones sobre el modo que tenemos de ver el mundo. Incluso
más de cincuenta años después, estas no han sido totalmente apreciadas por muchos filósofos, y
aún son objeto de mucha controversia. Del principio de incertidumbre surge la mecánica cuántica.
La cual dice que en esta teoría las partículas ya no poseen posiciones y velocidades definidas por
separado, pues éstas no podrían ser observadas.

Seguidamente, se no introduce al término agujero negro. El agujero negro tiene un origen muy
reciente. Un agujero negro es una región finita del espacio-tiempo provocada por una gran
concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que genera
un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, pueden
escapar de dicha región. Para entender el proceso de creación de un agujero negro, tenemos que
tener ciertos conocimientos acerca del ciclo vital de una estrella. Una estrella se forma cuando una
gran cantidad de gas, principalmente hidrogeno comienza a colapsar sobre si mismo debido a su
atracción gravitatoria. Conforme se contrae, sus átomos empiezan a colisionar entre sí, cada vez
con mayor frecuencia y a mayores velocidades y por tanto, calentando el gas. Con el tiempo, el gas

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estará tan caliente que cuando los átomos de hidrogeno choquen ya no saldrán rebotados, sino
que se fundirán formando helio.

Resulta una paradoja que cuanto más combustible posee una estrella al principio, más pronto se le
acaba. Esto se debe entre más masa tenga la estrella, más caliente tiene que estar para
contrarrestar la atracción gravitatoria, y, cuanto más caliente está, más rápidamente utiliza su
combustible.

El autor continua mencionando que los agujeros negros pueden expandirse pero nunca podrán
reducirse esto tendrá que implicar que un rayo de luz tiene que acercarse a otro y así poder
agrandar el agujero negro, y si dos agujeros negros chocan entre sí pueden formar un único
agujero negro, la suma del área de los dos horizontes de los dos agujeros es lo que resulta al final.
Pero si en algún momento el agujero negro recibe rayos negativos en si su masa se empezara a
reducir, el área del agujero negro o el horizonte de sucesos disminuye, pero la diminución es
compensada por la entropía de la radiación emitida.

Luego, ya se ha visto numerosas teorías y diferentes posiciones pero, ¿Qué podremos decir del
tiempo realmente? Realmente la respuesta sigue borrosa con el simple hecho, de que se tuvo que
abandonar la idea de que solo había un tiempo absoluto para que todos los observadores tuvieran
su medida de tiempo. El tiempo sigue siendo un factor subjetivo y confuso delimitado por nuestro
cerebro y su comprensión del mismo.

En notable, que nos hallamos en un universo desconcertante, infinito, lleno de preguntas y vacíos.
Por nuestra naturaleza intentamos buscar un principio de todo y un sentido a las cosas que nos
rodean. Por el momento, sólo se puede seguir afinando esas teorías o bien, atribuyendo todos
estos sucesos y fenómenos a emociones y entidades espirituales para calmar esa necesidad de
respuesta. No obstante, el panorama se muestra aceptable. Las investigaciones avanzan y los
nuevos pensadores cada vez son más atinados y revolucionarios. Un ejemplo es el portugués Joao
Magueijo que ha incursionado en lo últimos años con nuevas tendencias en la física teórica y que
presentan una nueva esperanza para todos aquellos amantes del universo y tiempo.

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