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Área: Relaciones extraordinarias - Padres e hijos

Amor que inutiliza vs. amor que empodera

¿Es el objetivo de los padres evitar que sus hijos sufran? Sí y no. Sí porque la intención
es buena. Y no, porque el enfoque y método son incorrectos. Muchos padres tienen la
engañosa ilusión de que es posible impedir indefinidamente que sus seres queridos
salgan dañados de situaciones que deberían enfrentar por sí mismos. Creen que, al
aislarlos del peligro, habrán cumplido su objetivo: mantenerlos a salvo. ¿Es este el
resultado que deberían lograr?

Una manera muy común en que los padres justifican ante sus hijos su determinación
de decidir por ellos, qué es lo mejor, es contándoles sus propias estrategias e historia
personal sobre cómo fueron educados y vivieron en su tiempo. Para validarla como la
única efectiva, la contrastan con la terrible situación de inseguridad y violencia que
vivimos hoy. Antes que nada, reconozcamos que los riesgos a los que estamos
expuestos actualmente justifican su preocupación. Pero la manera de hacer frente a
esta nueva realidad sigue estando equivocada.

Pasa que la inmadurez en la juventud solemos percibirla como peligrosa porque da la


idea de que, quien la padece, no sabrá manejarse. Por eso mismo las “ingenuas
hipótesis” del adolescente sobre el mundo, poseen un irresistible magnetismo para los
padres que, al ser más experimentados, parecería que no pueden dejar de intervenir
con el objetivo de evitar que se cometan errores. En ese momento, se ha empezado a
construir una ilusoria burbuja de seguridad total que, cuando entre en contacto con la
aspereza del mundo, explotará.

Lo que enseñan este tipo de padres, al impedir que sus hijos enfrenten la realidad por
sí mismos, es a mantenerlos aislados, a salvo, cómodos e irónicamente, susceptibles a
esperar lo peor, ya que intuyen bien que no disponen la confianza suficiente en sus
propias capacidades para solucionar sus problemas. Las señales de tal incapacidad se
pueden ver mucho antes, cuando se irritan, problematizan y angustian fácilmente con
pequeños obstáculos. Esto sucede debido a que no se les ha entrenado para asumir
con tolerancia el fracaso que surge normalmente en los intentos de resolver su
realidad. La conducta que conocen es aquella acostumbrada en que los padres se
hacen cargo y si no sucede así, los culpan de no hacerlo.

Esto no pasaría si los padres propiciaran las condiciones para entrenarse en ser
autónomos. Tal cual lo hace una leopardo hembra cuando deja un cervatillo vivo para
permitirles a sus cachorros aprender a cazar y matar, aspecto clave para sobrevivir
independientemente, así también los padres exitosos ven cada problema como una
oportunidad para dejar que sus hijos puedan hacerse cargo y aprender en el proceso.

Diremos que las posibilidades de éxito surgirán de la pregunta que se hagan los padres
en el momento en sus hijos aparezcan con un problema: ¿lo resuelvo yo – otra vez - y
así me quito rápidamente esto de encima o, más bien, aunque me tome esfuerzo y
paciencia, oriento a que mi hija/o aprenda a hacerse cargo de su problema?
Christian Jordan – Psicólogo y Life coach
vidaspositivas.com

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