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A escala global, nos encontramos en una revolución caracterizada por distintas transformaciones
propiciadas por tecnologías de la información. Para el sociólogo Manuel Castells, a partir de finales
del siglo XX se abrió un intervalo en el que se ha transformado nuestra cultura material, gracias a la
organización de nuestras actividades en torno a dichas tecnologías (Castells, 1997:56). Esto se
evidencia cada vez más en distintas acciones diarias. Desde mantener una conversación con alguien
(cualquiera sea el interés y la finalidad), hasta realizar una transacción bancaria, pasando por la
organización de un evento y el trabajo en red.
Nuestra principal hipótesis se encuentra en consonancia con la visión de Castells, quien propone
que las transformaciones ocasionadas por las tecnologías no provienen desde otro lugar más que
del entramado social (Castells, 1997:57). En este sentido, y a los fines de este trabajo, nos interesan
aquellos cambios que implican la utilización de TICs (tecnologías de la información en
comunicación) en el diseño de nuevas modalidades pedagógicas. Particularmente, nuestro interés
tiene como eje central una experiencia realizada en el seminario de Integración y Producción, de la
carrera de Comunicación Social, en la Universidad Nacional de Rosario.
Este seminario es una de las pocas cátedras de la carrera de Comunicación Social que hacen uso
intensivo de las TICs en la educación y que han logrado introducir profundos cambios en el
dispositivo áulico. Desde sus inicios (allá por el 2006), su foco fue la participación, el desarrollo y la
innovación aplicada en red. Para este año, se diseñó una arquitectura en la que Facebook sea la
plataforma convergente de distintas interacciones entre los alumnos, provenientes de otros sitios.
Nuestro trabajo de reflexión sobre la experiencia comprenderá ciertos análisis sobre las distintas
dimensiones de la red del seminario. Exploraremos su arquitectura, la dimensión participación, y el
componente comunicativo.
Muchas veces el discurso pedagógico ingenuo que aparenta centrarse en el alumno, no hace más
que encerrar una insalvable contradicción entre el decir y el hacer. No son muchos los profesores
que apelan realmente a querer cambiar el actual dispositivo áulico, cuya piedra basal (la “clase
magistral”) ha perdurado durante siglos. Muchos menos son los docentes que reconocen una
brecha tecnológica y cognitiva respecto de sus alumnos, quienes son considerados “nativos
digitales”:
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Y esta brecha se evidencia cada vez más en el actual sistema educativo (en casi todos sus niveles),
entre quienes hoy día son estudiantes (preferentemente entre 6 y 20 años) , cuyo lenguaje nativo es
el de la televisión interactiva, las computadoras, los videojuegos e Internet; y profesores
“inmigrantes digitales”, quienes adoptaron las TICs en el aula. Para ellos, “lo digital” es una especie
de segunda lengua (Piscitelli, 2009:46). Además, este fenómeno es producto de lo que el filósofo
canadiense, Marshall McLuhan, denominó “la Galaxia Gutenberg”, en donde el libro y la lectura
constituían (y aún lo siguen logrando) un privilegiado acceso al conocimiento.
De todas formas, existen numerosos autores (Stephen Downes, George Siemens, Brian Lamb, Juan
Freire, Dolors Reig, Tiscar Lara, Alejandro Piscitelli, Cristóbal Cobo Romaní y Diego Leal, entre otros)
que plantean -con diferentes matices- una pedagogía digital 2.0, centrada en la participación,
donde el aprendizaje se de forma distribuida. Muy lejos del modelo actual institucional, donde
prima la memoria, el apunte y la repetición (Piscitelli, Adaime, Binder, 2010:11). Y en esta línea se
encuentra la pretensión del seminario de Integración y Producción: una experiencia de aprendizaje
“a medida”, centrada en el alumno, capaz de romper con el modelo de broadcasting educacional
fuertemente emisionista. Se trata de aprovechar las fortalezas de las tecnologías y potenciar así las
habilidades de los alumnos, lograr un aprendizaje colectivo, a través de las conversaciones e
intercambios producidos en la red.
El movimiento emerge como “una respuesta radical y en parte utópica a los poderes y usos
establecidos, que trata de promover la libertad y participación activa de las personas implicadas”
(Freire, 2008). Detrás de esta idea, está implícita la utilización de las herramientas de la web 2.0
para gestionar el aprendizaje, dada su facilidad de adaptación, su personalización a distintas
necesidades, la sindicación de contenidos y su coste cero. Es clave entender que no se trata de una
visión tecnócrata del aprendizaje; por el contrario, el eje está situado en las personas, sus redes, y
la gestión de éstas para lograr el aprendizaje.
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Entonces, el desafío implica innovar (quizás de forma disruptiva) en educación, entender el vínculo
entre la tecnología y el aprendizaje y no aplicar recetas tecnológicas mágicas, esperando resultados
de tal magnitud. Se trata de tener en cuenta las implicancias cognitivas y sensoriales que trae
consigo la introducción de la tecnología en cualquier ambiente:
Consciente (en gran parte) de todo ello, la intención de la cátedra se sustenta en el trabajo
colaborativo, en el diálogo constante entre alumnos, en una transformación de los roles docentes
(como facilitadores o coordinadores), en la inclusión de un colectivo de no-alumnos (antiguos
“ayudantes”), y en promover la participación (virtual y/o presencial). En definitiva, en la
apropiación de habilidades de distintos órdenes, a partir de las transformaciones tecnológicas
existentes en la sociedad, a través de prácticas organizadas de manera reticular.
Por eso, fue necesaria una real transformación del aula. Los primeros cambios tecnológicos se
evidenciaron en las “plenarias” con la emergencia de no-humanos (a decir de Latour, 2001):
proyectores de video, netbooks, notebooks, dispositivos móviles, etc. Y en los “laboratorios” se
enseñaron habilidades vinculadas al aprovechamiento de operaciones en Facebook (como el
etiquetado y la configuración de la privacidad), el manejo avanzado de lectores RSS y la sindicación
entre distintas aplicaciones, edición de audio y video, el uso de marcadores sociales, herramientas
de microblogging, etc. Estas competencias tenían como fundamento la adquisición, por parte de los
alumnos, de competencias en trabajo colaborativo para aplicarlo a la “red Digicom” (del seminario).
De lo que se trataba era del “diseño de una experiencia de aprendizaje dirigida al colectivo de la
cursada que contemple la participación (presencial o en línea) y que se conciba a sí misma como
emergente de esa participación” (Rossi, 2010).
Sin dudas que la red fue pensada como un sistema abierto, distinto de las plataformas cerradas de
e-learning. El objetivo de su diseño era integrar herramientas, originalmente dispersas y
distribuidas. En su origen, esas herramientas rebasaban el contexto del seminario. Aunque sus usos
se encontraban afectados por el ámbito de la materia, de ningún modo se agotaban en esa
instancia.
La idea para la red del seminario durante el 2010 era “mudarse” a Facebook, un lugar en que la
mayoría de los alumnos/usuarios ya se encontraba. Es decir, la clave estaba en hacer el movimiento
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inverso a otras experiencias: abrir una red o un “curso virtual” específicamente a los fines de la
materia. Entonces, se tornaba necesario hacer un análisis de la arquitectura de Facebook, “de sus
usos más o menos estandarizados y los usos posibles” (Rossi, 2010). A partir de ahí, pensarla como
plataforma convergente de otras redes, utilizando la sindicación de contenido para dirigir y hacer
visibles las conversaciones (ver Gráfico 1).
Gráfico 1
Se creó entonces el usuario “Digicom Siyp” en Facebook (no una página, ni un grupo) al que todos
los alumnos lo debían agregar como “amigo”, estableciendo así un vínculo de primer grado. Este
usuario recibía actividad de otras redes como Delicious, Twitter, blogs, Youtube, entre otros,
sumado a lo que cada alumno publicaba en el propio muro de Digicom Siyp. Todo se hacía visible al
resto. Pero además, a cada usuario se le enseñó las potencialidades de Friendfeed y Netvibes, dos
servicios gratuitos de personalización de la información, en donde se pueden ingresar flujos de RSS
de todo tipo: desde blogs, podcasts, pasando por las redes sociales, etc. De esa manera podían
publicar contenido (y ver publicaciones del colectivo) en el usuario de Digicom, en Facebook,
disponiendo de un gran “ecosistema mediático”, en donde poder intercambiar (en sentido amplio)
con todos los integrantes del seminario (ver Gráfico 2).
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Gráfico 2
En cuanto a Delicious, (un sitio para guardar páginas, etiquetarlas y compartirlas en la red) cada
“marcador” guardado por los usuarios del seminario bajo la etiqueta “digicom” iba a parar al muro
en Facebook, con una especificación de quién guardaba e se sitio. Algo similar pasaba en Twitter:
existía #siyp, un hashtag en donde lo que se publicaba bajo esa etiqueta era sindicado al usuario de
Facebook. Por otro lado, en el hashtag #digicom, todos los jueves de plenarias se realizaban
“coberturas” de lo que iba pasando en esas clases, aunque también se usaba para otros fines.
Las interacciones podían darse sólo en Facebook -espacio común y convergente- y/o simplemente
en cada una de las redes aledañas, sin pasar por la “plataforma madre”. Pero, aquí es necesario
establecer la salvedad de que ciertos sucesos (por ejemplo, informaciones de la cátedra) tenían
lugar exclusivamente en Facebook. De todos modos, y en cualquier caso, la consigna era estar
atento a la info-arquitectura toda, y elegir la mejor forma de administrar toda la información (via
Netvibes y/o Friendfeed) para no perderse nada.
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La participación en la red. Superando la mera presencia
En las redes sociales existen diferentes niveles de participación. Algunos (Piscitelli, Adaime, Binder,
2010) piensan la participación en Facebook como un estar presente, un pertenecer. Sin embargo,
para nosotros -y a los fines de estas prácticas pedagógicas novedosas en red- no basta "con ser
parte de". Se requiere de un involucramiento (al menos parcial) con la experiencia de aprendizaje.
Esto supone una doble interacción por parte de alumnos y del colectivo en general. Deben existir
intercambios tanto presenciales como virtuales. Y esto es así por varios motivos. Primero, porque
para lograr un cambio en la práctica pedagógica es necesario que la experiencia estimule en los
alumnos la producción de contenidos. Pero además, porque entra en juego el concepto de
"inteligencia colectiva", un concepto sin el cual no se pueden entender (sobre todo) aquellos
aprendizajes constituidos en ámbitos "no formales":
Por lo tanto, participar es hacer y comunicar, comentar, difundir y compartir. También es dar a
conocer, promocionar, unir e integrar ideas (Piscitelli, Adaime, Binder, 2010:64). Y esto se pudo ver
en la red de Digicom constantemente. Los alumnos se apropiaron del muro en Facebook para dar a
conocer sus proyectos, mediante la estrategia de "etiquetar" a sus compañeros. Así el contenido se
hacía visible, dada la arquitectura de Facebook. Al mismo tiempo, compartían con sus pares ciertas
competencias digitales, o simplemente preguntaban cómo hacerlo. Es decir, mostraban al resto las
habilidades que habían aprendido para llevar a cabo sus producciones. Pero además, comenzaban a
asociar contenidos existentes en la web (por ejemplo videos en Youtube, o noticias) con los
trabajos teóricos desarrollados durante la cursada. Esto, en muchos casos, terminaba reflejado en
los propios proyectos de cada grupo.
Vemos entonces como la participación en Facebook está ligada a lo que permite la arquitectura. A
saber, publicar un contenido (textual, audiovisual, e hipertextual) es siempre para otros, ya q ue lo
ven nuestros "amigos". Es decir, aquellos con los que tenemos un vínculo de primer grado dentro
de la red. Pero también se hace visible para los "amigos de nuestros amigos"; es decir, con quienes
mantenemos un vínculo de segundo grado. Para conocer más sobre la ponderación de las noticias
en Facebook resulta interesante consultar un trabajo de análisis realizado por Aníbal Rossi, profesor
del seminario de Integración y Producción:
Pero la participación no estaba acotada a Facebook. Más bien convergía allí. Participar suponía
"enredarse" en una serie de plataformas y reconocer las disposiciones, posibilidades y lógica de
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cada una de ellas. En Twitter, se trataba de publicar contenido y dirigirlo a la etiqueta #digicom, lo
que permitía ordenar la información referida al seminario. En Delicious, la consigna era guardar
sitios de interés y compartirlos con los compañeros mediante la etiqueta "digicom", para sindicarlo
hacia el usuario en Facebook. Esto establecía una especie de redundancia y terminaba garantizando
la visibilidad, ya que todos los alumnos no se seguían entre sí en Delicious.
Por lo tanto, toda la red estaba constituida de manera tal que termine posibilitando conversaciones
entre los alumnos, a través de sus publicaciones. Esos intercambios expresaban intereses, puntos
de vistas, intenciones de compartir, necesidades, etc.:
Cabe preguntarnos sobre la dimensión comunicacional de la red e intentar reflexionar sobre las
características que asume el componente comunicativo.
Nos interesan además, los "procesos de intercambio, producción y consumo simbólico que se
desarrollan en un entorno caracterizado por una gran cantidad de sujetos, medios y lenguajes
interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí" (Scolari, 2008:113), es decir, el
concepto de "hipermediación". Y más aún, podemos ver a la red de Digicom como un "ecosistema
mediático": como un entorno comunicativo propiciado por la tecnología, en donde existen
numerosas hibridaciones, y en donde la comunicación tiene un estrecho vínculo con el ámbito
social y cultural (Scolari, 2008). Como base conceptual de "medios" (¿y por qué no "digitales"?)
disponemos de la más que interesante definición que establece Henry Jenkins:
“Para definir los medios, recurramos a la historiadora Lisa Gitelman, que ofrece un
modelo de medios que funciona en dos niveles: en el primero, un medio es una
tecnología que posibilita la comunicación; en el segundo, un medio es un conjunto
de <<protocolos>> asociados o prácticas sociales y culturales que se han
desarrollado en torno a dicha tecnología. Los sistemas de distribución son única y
exclusivamente tecnologías; los medios son también sistemas culturales. Las
tecnologías de distribución vienen y van sin cesar, pero los medios persisten como
capas dentro de un estrato de información y entretenimiento cada vez más
complicado” (Jenkins, 2008:24).
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Por otro lado, tal y como se desprende del análisis de la participación, los usuarios se convierten en
colaboradores con la producción de contenido, la publicación de enlaces y la jerarquización de la
información circulante en la red. Según Carlos Scolari:
“Nos encontramos frente a una ruptura de las categorías que fundaban el proceso
cultural y ante un desplazamiento desde el consumo a la producción
comunicacional. Al participar en el control de los contenidos, el usuario de los
medios interactivos termina por convertirse en parte de ese contenido” (Scolari,
2008:98).
Y esto fue posible gracias a la elección de Facebook como plataforma convergente. Aquí debemos
considerar las consecuencias cognitivas que vienen a imprimir ciertos usos de las tecnologías, que
ya han advertido numerosos autores, y cómo con las transformaciones se modifican también las
capacidades que tenemos como usuarios. En ese sentido, notamos un uso poco convencional de
Facebook, a partir de la apropiación de la plataforma para fines de aprendizaje y distribución del
conocimiento. Si bien con esto no queremos decir que cambió Facebook por completo, pero sí que
hubo una resignificación para los alumnos del seminario.
Ahora bien, aún queda avanzar en otra característica central del ecosistema mediático que estamos
explorando: la noción de "convergencia". Es un término fuertemente presente en la obra de
Jenkins, y tiene que ver con la existencia de diferentes plataformas mediáticas y con la circulación
de contenido entre ellas. A su vez, la convergencia tiene lugar en las interacciones (cada vez más
complejas) de viejos y nuevos medios (Jenkins, 2008).
Esto, por supuesto, permite nuevas formas de comunicación totalmente novedosas. El recorrido es
predominantemente hipertextual, lo cual hace de la trayectoria la forma en que se acceden a los
contenidos:
"Así, la creación de sentido no es para sí sino para otros; significa dar cuenta,
comunicar. La creación de conocimiento es el comentario de las actividades
cotidianas. En este sentido decimos que Facebook promueve la experiencia
colaborativa. Allí la reflexividad no es un proceso de reflexión independiente, porque
faltan el tiempo y el espacio para esa reflexión. Las palabras y las cosas, el
pensamiento y la práctica se funden. Entonces: pensar es hacer y también
comunicar" (Piscitelli, Adaime, & Binder, 2010:61).
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Algunas conclusiones preliminares. Reflexiones finales
En este trabajo hemos intentado dar cuenta de ciertas transformaciones sociales que se han
impulsado a través de la implementación de tecnologías de la información en comunicación en el
aula. Sin dudas que asistimos a la reconfiguración de los intercambios simbólicos posibilitada por
nuevas dinámicas cognitivas y culturales, fenómeno que dio lugar a novedosas formas de
comunicación.
Además, hemos considerado a la red de Digicom como un ecosistema mediático, quizás la metáfora
más adecuada para describir el entorno de comunicación emergente, ya que da cuenta de la
hibridación de lenguajes y la convergencia de medios. Y hemos avanzado también sobre la
existencia de “remedaciones” en la plataforma, lo que nos permitió pensar en una comunicación
“hipermediática”. Es decir, en un entorno comunicativo donde conviven elementos de audio, video
y texto no lineales. Por lo tanto, el espacio dio lugar a la convergencia, ya que incluía distintos
medios en una misma plataforma, y la comunicación fue de muchos a muchos, lo que a su vez dio
lugar a una efectiva descentralización de contenido.
Por último, si bien sentimos un enorme interés por todo aquello que produce el es tudio de las
hipermediaciones por fuera de la pantalla, no fue nuestro objetivo analizar en profundidad dichas
transformaciones. El aprendizaje en red como emergencia de nuevas formas de comunicación
quedará para un futuro trabajo de investigación, intentando alcanzar un mayor grado de desarrollo
teórico-metodológico.
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Bibliografía
a) Libros
Castells, M. (1997). La era de la información: economía, sociedad y cultura. Vol 1: La sociedad red.
Madrid: Alianza.
Latour, B. (2001). La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia.
Barcelona: Gedisa.
Pisani, F., & Piotet, D. (2009). La alquimia de las multitudes. Barcelona: Paidós.
Piscitelli, A., Adaime, I., & Binder, I. (2010). El Proyecto Facebook y la Posuniversidad. Madrid: Ariel.
Freire, J. (2008). “Educación abierta y digital: ¿hacia una identidad edupunk?”, en Blog de Juan
Freire. Recuperado el 8 de diciembre de 2010, disponible en:
http://nomada.blogs.com/jfreire/2008/07/educacin-abiert.html
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