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Titulo: Poemas.

Autor: Leandro Morales

I.

Y será como recordar de la vida el olvido


Una niña a la que le doblaba la edad y se dejaba coger por el trasero
Y le dolía y le gustaba que me gustara su dolor
Lo único que valdría la pena extrañar
Si extrañar y recordar nos está permitido en la muerte
Son los momentos de languidez y distracción
En que fuimos nada y éramos sin embargo el centro de un cine
De maravillas y horrores del que pudimos salvarnos, pero estábamos cansados
Tan cansados…

Sí, cuando ya no esté


Echaré de menos el cine, sin este mundo
Los thrillers de terroristas con aviones secuestrados que estallan al atardecer de un
domingo por el cielo de una ciudad de mormones
Pero sobre todo las de ladrones geniales
Películas en las que robar y matar es un arte y lo malo es bueno y lo bello es bello al final

Echaré de menos este pitillo de hierba olorosa y alucinante


Que fumábamos después de singar

Un mattress en el piso de sábanas y colchas deshechas


Abrazados a un vaso de whisky
Delante una tele con niños CNNenses elevando las escudillas de un arroz
Que no alcanzaba para los niños de los otros canales

Comiendo del mismo huevo y bebiendo del mismo café


Eramos como dos hermanitas polacas lejos de Cracovia

Y era entonces y siempre como somos a veces…

II.

Gracias por haberme elegido a mí entre hombres por miles


Que pagarían por estar contigo
Gracias por no cobrarme por ese toto que vale una Venecia
Y que hiede precisamente a las aguas podridas de esa ciudad de amores aburridos
Gracias por ser tan puta y tan buena conmigo
Gracias por permitirme a mí, tu trapo de rey
El honor de meterte la lengua en el culo…
III.

El místico que se esposa con su cristo al hierro de una cama


El policía que se acuesta con criminales
El amo que acaricia a su esclavo
El psiquiatra que al séptimo día se acuesta con un loco
El maestro que se tira a una niña de doce sin cumplir
El pastor que se lo teme a sus ovejas
La trabajadora social blanca que se acuesta con negros
La vida en sí misma con sus imágenes y su materia
Así me siento y te presiento
Mi criminal, mi esclavo, mi loco, mi niña, mi oveja, mi negro
Mi divino esposo

IV.

Ni en las veras ni en los lejos, ni en los antes ni en los después


Ya nunca serás la de mi pregunta
Ya nunca seré el de tu respuesta

La ciudad arde como un libro


Y en cada paso de cuesta coinciden desesperación y sabiduría

Qué fue de la pizca de aquel viento que en los dobleces del otoño
Aclaraba entre las ramas y las hojas el cielo de una nube

En ocasiones nos contábamos historias de vivir un día


Al lado de un zoológico y un jardín de animales con agua
De compartir turnándonos la misma silla de ruedas
Del brazo y de la mano ante las inocentes ringlas de jaulas

Si tuviera que concebir los apéndices de mis miedos


Ese espejismo en el que el amor y la muerte equivocan sus gestos

Las paredes son almas que en sus confines parecen


Tener el claror de que una vez sus puertas fueron ventanas

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