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¿No es suficiente?
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Proyectos: CIPCYT, primera (1990-94) y segunda fase (1995-98); Diseño del Sist de
Educ. Tec. y Formación Profesional, MED-AECI, primera (1993-96) y segunda fase
(1999-2001); Prog. de Capacitación Laboral, CAPLAB (1997-2008); Prog. PASA (1997-
2007); Prog PASE (1996-2000); Prog. FORTE-PE (1998-2003); MECEP-BID (1996-
2006); APROLAB I (2004-2007); APROLAB II (2006-2011).
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Proyecto Diseño del Sist de Educ. Tec. Y Form Prof, MED-AECI, Oferta de Educación
Técnica en el Perú, Lima, 1994; Demanda de Educación Técnica en el Perú, Lima
1995.
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En la primera etapa se denominó Centro Nacional de Capacitación e Investigación
Pedagógica en Ciencias y Tecnología el cual se gestó como un órgano dependiente del
Ministerio de Educación, para la segunda etapa cambia de nombre a Capacitación e
Investigación Pedagógica y Tecnológica en Ciencias Aplicadas a la Educación, pero
mantuvo las mismas siglas: CIPCYT.
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Gracias a este proyecto adquiere una renovada relevancia la discusión en la
agenda gubernamental y nacional, de temas claves para la formación
profesional, que aún se mantienen. Así, aportó notablemente a redoblar
esfuerzos por buscar que la oferta educativa corresponda a la demanda del
sector productivo y del mercado laboral. Parte importante de su legado sigue
siendo referente fundamental para la formación profesional.
Ese proyecto, al igual que todos los otros diez, buscó mejorar la calidad de la
formación profesional en el país, tratando de responder a las exigencias del
mundo del trabajo y la demanda de la economía nacional. El problema es que
ninguno pudo satisfacer tales expectativas más allá del corto plazo.
4
Resolución ViceMinisterial N° 0085-2003-ED
5
Proyecto Diseño del Sistema de Educación Técnica y Formación Profesional, “Propuesta del
Proyecto” 1995, Pág. 7
6
Ministerio de Educación-Agencia Española de Cooperación Internacional, Mapa de la Oferta de
Educación Técnica y Formación Profesional del Perú, 1997.
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acuerdo con la demanda, precisando la cantidad de alumnos (por grupos
educativos) que existirían por familias profesionales7 (y que tendrían empleo),
buscando así responder a los requerimientos futuros del sector productivo y
potenciar el capital humano que forma parte del bono demográfico que
debemos cuidar. Valdría la pena desempolvarla, releerla, evaluar la pertinencia
de su actualización y aplicarlo si se considera útil aún.
También en este caso, quedaron sin poder desarrollarse, más allá del lapso del
proyecto, varias propuestas importantes como el modelo de “centro de
formación profesional”, los sistemas de información laboral y búsqueda de
empleo, el modelo de gestión de los centros, la realización de proyectos
productivos que mejoren la formación de los alumnos y permitan el sustento
económico del centro de formación, los mecanismos de formación permanente
del profesorado (en lo pedagógico y en lo tecnológico), la elaboración de
materiales de apoyo a la labor docente, así como la investigación tecnológica y
pedagógica.
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Siguiendo a CINTEROR-OIT, entendemos por familia profesional al conjunto de
ocupaciones que comparten una formación básica similar y que poseen elementos
afines que se manifiestan en el mundo del trabajo.
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A pesar de todo, esta segunda fase logró un avance fundamental respecto a lo
planteado en su primera etapa, sentando un invalorable aporte al dar los
primeros pasos para el desarrollo del nuevo modelo en el país, con el inicio de
la aplicación experimental de la formación por competencias. Un somero
balance sirvió para que muchos otros proyectos retomaran y continuaran esta
aplicación experimental.
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Mejoramiento de la Calidad de la Educación Peruana: MECEP, proyecto financiado
por el BID.
9
Ministerio de Educación, Diagnóstico de le Educación Técnica, 2002, Pág.32
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Programa de Apoyo al Ajuste Social Estructural: Desarrollo e Inserción Laboral de
jóvenes en el Perú, que fuera financiado por la Unión Europea.
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Alegría, con sus Centros Experimentales de Formación Profesional (CEFOP),
donde cabe subrayar la importancia de recurrir a sus actividades formativo-
productivo para tentar su autosostenibilidad, y el proyecto de Capacitación
Laboral11 (CAPLAB) que continúa también al margen de la intervención estatal,
lo cual da que pensar... por lo menos no podemos dejar de preguntarnos si
acaso un requisito para la sobrevivencia sea la vinculación con instituciones
ajenas al Estado. Son pues experiencias que conviene evaluar.
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Proyecto más vinculado al Ministerio de Trabajo que al MINEDU, pero que merece
destacarse por la singularidad de su sostenibilidad.
12
Proyecto Diseño del Sist. de Educ. Téc. Y Form Prof. MED-AECI, Oferta de Educación
Técnica en el Perú, Lima, 1994, pp. 42,43.
13
Ver: Rodríguez, Javier, De profesional a taxista: el mercado laboral de técnicos y
profesionales en los 90, Lima ADEC-ATC, 1995. Haya de la Torre, Raúl. 1998: ¿Qué
estudiar? Profesiones técnicas en Lima, CEDAL; 2002: Profesiones técnicas y empleo,
Lima, Programa FORTE-PE; 2005: Estudio sobre la Situación de la Educación Técnica
en el Perú, CONCYTEC-OEI. MTPE, 2001: Diagnóstico de la Formación Profesional en el
Perú, Lima; 2002: Adecuación Ocupacional de los profesionales en las principales
ciudades, Boletín de Economía Laboral, oct 2002.
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“Nadie está mirando de manera prospectiva los requerimientos del aparato
productivo nacional(…)”, Oferta de Educación Técnica en el Perú, p.42.
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inadecuación laboral, citando los altos porcentajes de profesionales técnicos
subutilizados, por desempeñarse en ocupaciones distintas a sus calificaciones,
aspecto abundantemente desarrollado años después por los reportes y
diagnósticos del Ministerio de Trabajo, con cifras similares15.
En ese tema de la relación oferta-demanda, podemos ver uno de los casos más
saltantes que evidencia la dificultad de los proyectos para resolver los
problemas más cruciales de la formación profesional, a pesar de la atención
dada a ese tema por la mayoría de ellos y de la normatividad emitida desde el
Estado. Entonces, podemos reparar que no sólo fallan los proyectos, por no
tener una estrategia de transferencia eficaz para articularse exitosamente con
el Ministerio, para institucionalizar sus logros, sino también éste último, por
aparecer totalmente ineficaz para recoger y continuar las experiencias
exitosas. Se demuestra que tampoco basta con emitir una adecuada
normatividad, lo que ahonda la responsabilidad o deficiencia del MINEDU. A
saber: desde el 2004 se cuenta con una Ley (Nº 28340) que creó el Sistema
de Información de Educación para el Trabajo, que respondía a la vital
necesidad de obtener y procesar información sobre oferta y demanda
educativa universitaria y no universitaria, a través de una labor intersectorial.
La idea fue magnífica, pero no ha mostrado casi ningún resultado relevante en
sus seis años de existencia.
También podemos ver que desde hace dos años existe el “Sistema de
Seguimiento de Egresados de los IST Públicos” para los centros que aplican el
nuevo diseño curricular básico del 2008. Pero, a pesar del tiempo transcurrido,
tampoco muestra resultados significativos, a pesar de tratarse, como ya se ha
dicho, de un problema crucial. El avance hasta inicios del 2010 es muy pobre,
disponiendo con información sólo de cuarenta IST (de los más de 700
existentes en el país). Su cabal aplicación significará -algún día- un aporte
fundamental para lograr una mejor articulación entre oferta educativa y
demanda laboral en el ámbito de IST, deseo que nos propusimos alcanzar
desde el proyecto de 1993. Entre tanto, seguiremos quejándonos de la
inadecuada calificación de la mano de obra, de lo poco que hace el Sector
Educación para corregir el problema, a pesar de la urgencia por responder con
solvencia a una creciente competitividad que demanda una mejor preparación
de nuestro capital humano. ¿Seguir elaborando proyectos es acaso la
solución?.
15
MTPE, 2001, op cit. y otros.
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El caso de APROLAB
APROLAB, Apoyo a la Formación para la Inserción Laboral en el Perú, el último
de nuestra lista, es un proyecto que despertó mucha expectativa, por su
magnífico diseño, tanto en su primera etapa (2004-2007) como en la segunda
(2006-2011), pero más en esta última, aún en curso, porque recogió múltiples
sugerencias de expertos en el tema y mejorando la estructura organizativa del
mismo. La pena es que no se aplicó todo lo diseñado.
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lecciones que podrían replicarse y ayudar así a formular mejores alternativas
de intervención, pues en eso debemos concentrar nuestros esfuerzos.
Balance final
Vemos que tenemos muchos años desarrollando proyectos, buena parte de
ellos con rasgos y objetivos muy parecidos y casi todos marcados con el mismo
sino: nacer, crecer, desarrollarse y morir. Todos se han limitado a tener un
mayor o menor nivel de impacto, beneficiando a un modesto grupo de centros
educativos (mejor equipamiento e infraestructura) y de personas (alumnos,
directivos y profesores), beneficios que no hacen más que demostrar que en
condiciones ideales, basadas en un adecuado apoyo económico, sí es posible
mejorar la calidad de la formación profesional, pero que, concluido el proyecto,
con el tiempo y la indiferencia ministerial, se van diluyendo hasta casi
desaparecer. Es grave comprobar que los problemas más críticos de todos los
proyectos residen en sus casi nulas posibilidades de sostenibilidad e
institucionalización, lo que lleva a poner en duda su utilidad y pertinencia.
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Como han sido los casos de los proyectos PASE, CAPLAB, FORTE-PE y APROLAB II.
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hubiere lugar al concluir el proyecto. A esto último también contribuye el
constante cambio de personal directivo en el sector Educación (desde los
propios ministros, pasando por los funcionarios con cargos de confianza, hasta
los directores de los centros educativos involucrados), lo que entorpece la
asimilación e identificación con las nuevas propuestas. Todo ello ha atentado
contra la continuidad de muchas de las experiencias exitosas desarrolladas.
Pero también es central entender que toda propuesta que viene preconcebida
de fuera y desde “arriba”, es decir que no es elaborada con la participación de
la propia población a la que se va a beneficiar, y que van a ser luego los
ejecutores y continuadores (incluyendo al personal del Ministerio), se siente
ajena y es difícil que logre la identificación necesaria para lograr la continuidad
de tales propuestas. Y tal es el caso de la mayoría de proyectos desarrollados.
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de la experiencia de los últimos veinte años, es inevitable decir que los
proyectos, tal como están concebidos hasta ahora, están lejos de ser el mejor
camino. También es difícil concebir diseños muy distintos a los ya aplicados,
pero sin duda esa realidad que nos interpela, debe obligarnos a buscar
enfoques alternativos, que nos abran mayores posibilidades de éxito.
Propuestas
En tal sentido, hay que decirlo con claridad: 1) es momento de dejar de
“producir” proyectos, con ese molde predominante desde los noventa, que a la
larga no serán sostenibles, 2) urge, previa sistematización, hacer un profundo
balance de lo hecho en los últimos veinte años, sacar las “lecciones
aprendidas” a que haya lugar, 3) gestar necesariamente los proyectos con
participación de los funcionarios del Ministerio y de los potenciales
beneficiarios, quienes deben ser sensibilizados, para lograr luego su
“empoderamiento” durante y después de concluido el proyecto, para
transferirles la responsabilidad de institucionalizar y prolongar en el tiempo los
logros alcanzados; así como garantizar que habrá el compromiso estatal de
brindar el apoyo de los recursos necesarios: presupuestal, normativo y en
personal, sin los cuales no es posible garantizar sostenibilidad alguna, y
finalmente, 4) concluir elaborando propuestas alternativas, que planteen
distintas formas de apoyo de la cooperación externa, que recojan todas las
lecciones aprendidas, indispensables para maximizar las posibilidades de
apoyar el mayor desarrollo de la formación profesional en el país.
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