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Amor, trabajo y conocimiento son la fuente de nuestra vida.


También deberían gobernarla.
Wilhelm Reich
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Lo que sigue es la recopilación de una serie de mensajes enviados en el año 2001 a la lista
GranTantra de Yahoo Groups, sobre las teorías de W. Reich y algunas interpretaciones de
las mismas. Aunque en un principio pensé en añadir algunos comentarios para señalar los
paralelismos entre su pensamiento y el Tantra, creo que si lo hago se pierden la sutileza de
las mismas, se establece una relación más burda, y puede que incluso impida que algunos de
vosotros puedan realizar las relaciones que os sugiera, sin que nadie tenga que hacerlo por
vosotros. Espero que os resulten interesantes.

Todo esto tiene un aroma profundo a Tantra y a Vedanta... :-))) Tener que releerlo para
enviarlo y contestar a un miembro del foro, me ha permitido tomar conciencia de ello. Tal
vez por eso cuando descubrí la Vedanta Advaita (Vedanta no dualista) me sentí seducido
por ella. También está en Reich de algún modo. Gracias por hacer que volviese a él. Nunca
se sabe donde está el maestro...

Luismi

Tantra. La sexualidad sagrada


http://tantra.fiestras.com/
Sobre Wilhelm Reich

«Es el ingenio más revolucionario de nuestro tiempo. En efecto, en la


psicología social contemporánea pocos nombres han sido tan ensalzados y
vituperados como el de Reich, el gran investigador alemán cuyo pensamiento,
formado en el psicoanálisis y más tarde enriquecido con el marxismo, ha
revolucionado no sólo las bases de la psicología, sino incluso aspectos
importantes de otras disciplinas como la antropología, la medicina, la biología
o la filosofía.»

Luigi di Marchi

Gran parte de los datos de su trabajo de los últimos años, se encuentra en una cámara de
seguridad en Suiza, con la indicación del propio Reich de que no se abra la misma hasta
50 años después de su muerte (consideraba que la sociedad de su época no estaba
capacitada para entender su obra), es decir, en el año 2007. Mientras esta información
no sea accesible, no podrá hacerse un juicio objetivo sobre sus últimas investigaciones
que por supuesto, para nada incluyen OVNIS, como alguien indicaba, y que no es más
que una burda manipulación.

Reich es el origen de mi interés por el Tantra, y mi caminar actual por dicho sendero.
Sus teorías sobre el orgón (mi nick en algunos foros) tienen mucho en común con la
concepción energética tántrica del hombre. El orgón como forma de la energía que el
tantra denomina kundalini, la división del cuerpo en siete secciones como un
paralelismo de los chakras, las técnicas de control de la respiración (similar a algunos
pranayamas) como las terapias bioenergéticas, para hacer que los bloqueos físicos y
psíquicos desaparezcan, su concepción energética de la sexualidad y la importancia de
una vida sexual natural para la expansión de la personalidad, son paralelismos de base
científica que causan asombro por la capacidad y la intuición de algunas personas hace
miles años que nos han transmitido esta corriente de pensamiento.

Algunos datos sobre el descubrimiento del orgón, de carácter muy elemental, para
despertar la curiosidad y que pueden ampliar aquellos que lo deseen, en la biografía
citada al final sobre la obra de Reich.

En el cuerpo humano hay pequeñas corrientes eléctricas que pueden medirse con
aparatos adecuados, y que sirven entre otras cosas para provocar el movimiento de
nuestros músculos, como es bien conocido por cualquier biólogo aficionado. Reich
descubrió que en las zonas erógenas ese potencial eléctrico sólo aumenta si se produce
en las mismas una sensación agradable.

También se produce un fenómeno similar con inspiraciones profundas o poniendo en


tensión los músculos abdominales. Ahora bien, el aumento sólo se produce si el
individuo no está bajo la presencia de angustia, malestar, dolor, presión mecánica o
depresión psíquica, que determina la caída de la carga eléctrica. Sólo el placer es capaz
de aumentar dicha carga.
En esa última circunstancia se produce un flujo energético del centro hacia la periferia.
Así apareció la sexualidad en base experimental como el núcleo de la vitalidad, la
esencia misma de la vida, mientras la angustia se convertía en análoga a la muerte, pero
no idéntica a ella.

Esa expansión se expresa en el óvulo fecundado mediante una carga que crea una
vibración, ondulación y contracción visibles. Sólo existe un medio para aliviar esa
presión interna (aparte de la explosión), la división de la célula del óvulo en dos
menores y así sucesivamente. La división del óvulo fecundado corresponde pues a un
proceso de relajamiento, de distensión...

La división celular sigue el mismo ciclo de cuatro tiempos de la formula del orgasmo:
tensión-carga-descarga-distensión. Este proceso es el proceso biológico más importante
y significativo. La formula del orgasmo merece pues ser definida como la "formula de
la vida". Y Reich se dio cuenta en 1935 que en el orgasmo podía radicar el secreto de la
vida.

Esto convenció a Reich de que la energía del orgasmo era la misma que actuaba en
todas las funciones vitales, y que sus experimentos sobre biones confirmaban que dicha
energía estaba presente no sólo en la materia viva, sino en la materia orgánica (o sea,
sustancias que habían sido materia viva). Esta energía la toman de la propia atmósfera y
directamente del sol, y tenían capacidad para destruir bacterias y células cancerosas (su
opuesto energético, a cuya reproducción anómala, todavía la ciencia oficial no ha
conseguida dar explicación), y esa energía estaba contenida en unas minúsculas
vesículas azuladas. Esa energía fue bautizada con el nombre de orgón.

Quienes le atacaron y trataron de cuestionar sus descubrimientos con la apelación a su


supuesta locura, nunca se molestaron en controlar sus experimentos o en leer sus obras.
Así la F.D.A. (Food and Drug Administration) de EE.UU. le enjuició y encarcelo en un
proceso vergonzoso por su utilización de acumuladores de orgón para curar el cáncer,
sin poder demostrar que dichos instrumentos causaran algún tipo de problema a sus
pacientes. Murió en la cárcel, oficialmente por un infarto, pero hay serias dudas sobre la
verdadera causa.

Su cuestionamiento de las doctrinas fascistas, definidas más como un aspecto


psicológico que político le granjeo la enemistad de fascistas y marxistas:

«Mi experiencia médica con individuos de todos los estratos sociales, de todas las
razas, de todas las nacionalidades, me ha demostrado que el "fascismo” es solo la
expresión políticamente organizada de la estructura caracterial media, una estructura
que no tiene nada que ver con la raza, la nación o partido, sino que es general e
internacional.»

Su concepción energética la trasladó de los organismos vivos más sencillos a las reglas
que rigen la vida de los planetas y las galaxias, su forma espiral es la misma en que se
expanden las minúsculas vesículas azuladas del orgón. No es acaso lo mismo que

"Lo que está aquí, está en todas partes. Lo que no está aquí, no está en ninguna parte"
Vishvasara Tantra
Los experimentos llevaron a Reich a la conclusión de que si la materia viva nacía de una
condensación de energía orgónica y que incluso la materia no viva surgía de una
confluencia de dos corrientes energéticas en un "remolino" orgónico en el que la energía
cinética perdida se transformaba en materia, toda la materia viva y no viva podía ser
considerada como el resultado de una transformación más o menos definitiva de la
energía orgónica libre. Está podía pues ser definida como la energía que precede a la
materia y la genera. Al mismo tiempo, la energía atómica, proveniente de la
disgregación del átomo -que a su vez es el elemento fundamental del universo según la
física clásica- podía ser considerada como la energía que nace de la destrucción de la
materia, la energía residual de la materia.

Creo que cualquier persona cercana al Tantra suscribiría sin dudar el lema de la escuela
reichiana que encabeza este documento.
Animismo, misticismo y mecanicismo.

La naturaleza era concebida por la mentalidad animista primitiva como “animada”, pero
dicha animación estaba modelada de acuerdo con las experiencias sensoriales objetivas
del hombre. “Los espíritus tenían forma terrestre, mientras que la luna y las estrellas se
comportaban como seres reales y vivos... La mente animista no cambiaba el mundo ni
en su interior ni en su exterior. Lo único que hacía, a diferencia de la concepción
naturalista-científica del mundo, era atribuir funciones objetivas a los objetos a los
que no pertenecían. Es decir transfería su propia realidad a una realidad externa: en
definitiva proyectaba.”

De esta forma, para Reich, la mentalidad primitiva estaba muy cerca de la verdad
cuando establecía una ecuación entre la fecundidad de la tierra y la fecundidad del
cuerpo femenino, o cuando consideraba la nube productora de lluvia como una criatura
capaz de percepción.. La energía que está en el origen de la formación de la nueva vida
en el seno femenino y en la tierra es de hecho esencialmente la misma, y la nube en
efecto es, al igual que un organismo vivo, un sistema energético más fuerte que el
sistema que lo rodea.

“El primitivo pues, animaba a la naturaleza de acuerdo con las propias sensaciones
y funciones: la animaba, pero no la mixtificaba, como iban a hacer sus biznietos siglos
más tarde”.

“El proceso de animación del mundo circundante es análogo en los místicos y en


los primitivos que piensas animísticamente. Ambos animan la naturaleza proyectando
en ella las propias sensaciones corporales. La diferencia entre animismo y misticismo
radica en que el primero proyecta sensaciones naturales y no deformadas, mientras que
el segundo proyecta sensaciones innaturales y pervertidas.”

El misticismo no puede ser considerado como una concepción realista, ya que en el, no
solo el mundo externo, sino incluso el mundo interior del individuo esta deformado.

Reich ilustra la mentalidad del científico mecanicista con el común denominador del
perfeccionismo. Con esta palabra designa la actitud de intolerancia hacia las
incertidumbres, las sensaciones cambiantes, los resultados variables. Aplicado a la
naturaleza este criterio lleva a desviaciones y a fracasos, ya que la naturaleza es inexacta
y no actúa mecánicamente, sino funcionalmente. Los procesos naturales están de hecho
caracterizados por la regularidad de las funciones y por la irregularidad y diversificación
de las estructuras. “En un bosque que se desarrolla naturalmente actúa sin duda alguna
un principio unitario de crecimiento: y sin embargo, no hay en él ni dos árboles, ni en
los millares de árboles hay dos hojas, que sean fotográficamente iguales.”

Incluso las órbitas aparentemente iguales del sol y los planetas, sólo lo son si no se tiene
en cuenta su variación a través de millones de años. El origen del sistema planetario es
incierto, al igual que lo es su futuro. Es un dato bien conocido. Por lo tanto, incluso el
sistema planetario, este mecanismo “perfecto” del astrofísico, es “imperfecto”. Y es esa
libertad intrínseca de la naturaleza la que suscita la angustia de los mecanicistas cuando
se encuentran con ella. Lo que les aterroriza, es el movimiento: lo cual es plenamente
comprensible dada la rigidez de su estructura caracterial y corporal.
Las investigaciones sobre los factores comunes de los varios fenómenos han sido
siempre también investigaciones históricas y genéticas. La observación puramente
clasificatoria -como la de la biología descriptiva- no puede al contrario, llevar a ningún
descubrimiento genético.

Esta realidad arbitrariamente fragmentada del mecanicista es luego empujado a


restituir la unidad hipotetizando una finalidad, un fin ordenador: “De esta forma el
misticismo se insinúa en las ciencias naturales”, en las mismas ciencias naturales
mecanicistas de las que había sido expulsado de un modo tan clamoroso durante el siglo
pasado.

No en vano el mecanicista aplica a la realidad natural la misma visión “separadora” que


el político reaccionario aplica a la realidad social, subrayando las diferencias étnicas
(nacionalismo) en el campo internacional, las diferencias de riqueza o de clase en el
campo de la propiedad, las diferencias “de sangre” en las relaciones interfamiliares, las
diferencias de prestigio en el campo profesional, las diferencias de rango en el campo
jerárquico. La actitud del funcionalista es opuesta. Subraya siempre el origen biológico
común de todos los hombres, la comunión entre hombre animal y naturaleza, los
intereses y las exigencias de vida que tienen en común.

Esto explica que el científico mecanicista no pueda dejar de ser conservador o


reaccionario, sean cuales sean las etiquetas ideológicas que adopte, mientras que el
funcionalista es instintivamente progresista, libertario, internacionalista.

“El pensamiento mecanicista está claramente modelado según la estructura de la


sociedad patriarcal, la misma que ha generado la concepción autoritaria de la
divinidad, cuando ve en el cerebro el dueño, y en los órganos los obedientes
servidores.”

Es lógico que detrás del cerebro se presuma el valor de “Dios”, o bien el de la “razón”,
o bien el de la “finalidad.”

Misticismo y mecanicismo se integran mutuamente formando un cuadro de la vida


claramente disociado, con un cuerpo formado por sustancias químicas por una parte, y
un espíritu por la otra. Esta concepción tiene funestas consecuencias en su visión de la
realidad y sigue teniéndolas para el conocimiento científico, pues el bloqueo emocional
del que surge dicha visión genera también profundos impulsos destructores.

Substancialmente, la función intelectual y la función de raciocinio no se oponen ni


contraponen al flujo bioenergético. Las biografías de los grandes exploradores, filósofos
y profetas ofrecen innumerables pruebas del hecho de que las intuiciones originales de
aquellas personalidades, surgieron de la percepción de su propia función vital como
fenómeno cósmico, de momentos de profunda “adhesión” con la armonía natural.

En definitiva -continúa Reich- con el autoconocimiento y con la aspiración al


perfeccionamiento del saber, es la misma energía cósmica la que pasa a ser consciente
de sí misma. En este gradual auto conocerse el llamado “destino del hombre” escapa de
la esfera del misticismo y de la metafísica y pasa a ser una realidad de dimensiones
cósmicas.
Reich lanza la hipótesis de que las primeras ideas acerca de un supremo “Espíritu del
mundo”, es decir, la religiosidad, hayan surgido de la capacidad humana de observar la
naturaleza y de reflexionar sobre ella descubriendo la existencia de una lógica
coherente y objetiva. Es incluso probable que en el pasado más remoto, el animal
humano se haya maravillado de su propia capacidad de captar concatenaciones lógicas
de hechos que, por así decirlo, le transcendían. Esto podría haber sido el surgir de la
conciencia.

A juzgar por los estudios relacionados con las teorías del conocimiento, nada puede
igualar la estupefacción del hombre frente a su propia capacidad de sentir, razonar,
percibirse, reflexionar sobre sí mismo y sobre la naturaleza que le circunda.

“Pensando en su propio ser y en sus propias funciones, el hombre se puso


involuntariamente contra sí mismo: no de una forma destructiva, sino de una forma que
podría fácilmente haber sido el punto de partida de su coraza.”

Así el hombre empezó a separarse y a desviarse de la naturaleza. La ruptura, la


alienación mística del hombre de su propio núcleo, el surgir de un orden mecánico de
vida en lugar de la autorregulación bioenergética.

La experiencia de la pérdida de conciencia intrínseca a la convulsión orgástica, la nueva


comprensión pacificadora de la Vida, garantizada precisamente por la concepción
vitalista reichiana no puede restituir al hombre la unidad que había sido rota por la toma
de conciencia original, fragmentaria y confusa, de una identidad propia, diversa del
mundo circunstante. Esta “distinción” cesa con Reich de ser diferenciación, separación.
La orgonomía

La orgonomía es la ciencia de la energía fundada por Wilhelm Reich entre los años 20
y los 50 de este siglo. Hunde sus raíces en el psicoanálisis y en el marxismo, paga con
honestidad su deuda con ambos, termina por superarlos en profundidad y alcance,
otorgando a cada uno de ellos su contribución en este movimiento, que nos lleva a
conocer, conocernos y transformar el mundo en dirección al reconocimiento y
aceptación de la vida, tanto en nosotros como en el resto de la naturaleza.

«Nosotros no nos reflejamos en la naturaleza en términos dialécticos. El


proceso mismo de la naturaleza es dialéctico. Lejos de ser conceptualizaciones, la
diferenciación de la unidad y la relación antitética de la realidad se puede ver, valorar,
fotografiar. Por medio de su aparato vegetativo, cada organismo vivo es una parte de
toda la naturaleza viviente, el resultado del fraccionamiento general de la única vida
vegetativa en millones de especies vitales: al mismo tiempo cada organismo vivo es
diferente tanto del resto del mundo vegetativo como de todos los otros organismos
vivos, tanto por lo que respecta al acto de comer, como al acto sexual o incluso en el
papel pasivo del objeto comido» (W. Reich en el Método de pensamiento y de
investigación materialístico dialéctico).

Javier Torró, filósofo, nos ayuda a desentrañar y comprender lo esencial de esta mirada
tan distinta sobre la vida, en su excelente artículo “El método del funcionalismo
orgonómico”, publicado en los números 13 y 14 (1990) de Energía, Carácter y
Sociedad, la revista de la Escuela Española de Terapia Reichiana. Lo que sigue es un
extracto del artículo, con algunos comentarios.

El paradigma reichiano comienza a dibujarse en el campo de la psicología profunda


(Reich fue discípulo de Freud), pero rápidamente se extiende al de la biología,
psicología social, medicina, etc. Debemos hablar, por tanto, de un paradigma
interdisciplinario que afectaría, tanto a las ciencias de la naturaleza como a las humanas,
en cualquiera de las distintas parcelaciones de éstas. Y cuyos modelos interpretativos de
la realidad son divergentes de los ofrecidos por la actual ciencia normal (mecanicista),
que de seguir prosperando dicho paradigma, la convulsión en el mundo científico sería
mayor que la producida por la teoría evolucionista, la teoría de la relatividad o la teoría
cuántica, puesto que éstas afectan a áreas más limitadas de la ciencia, es decir, no tienen
un ámbito interdisciplinar, mientras que el paradigma reichiano se extiende por doquier.
Esta convulsión sólo sería comparable a la vivida por la ciencia durante el
Renacimiento, con lo que se conoce como la revolución copernicana.

No obstante, «el funcionalismo orgonómico no representa un tipo diferente o nuevo de


la filosofía natural, sino un tipo diferente y nuevo de herramienta de la investigación
natural» (Reich). Es una nueva forma de acceder a la naturaleza y al mundo que nos
rodea. Todo método es un camino, un puente que se construye entre el sujeto y el objeto
que se desea investigar. Reich pretende no captar la realidad en conceptos fosilizados y
rígidos que encorsetan al objeto investigado, sino liberar a dicho objeto para que se
exprese mediante su método.

Es decir, pretende desarrollar una ciencia realmente emancipadora que contribuya a


liberar no sólo al hombre del dominio de su propia coraza caracterial, sino a la
Naturaleza de las tendencias destructivas que la afectan. El orgonomista Bernd Senf lo
expresa así: «De lo que realmente trata en su investigación es de una ciencia en favor
de la vida y de la obtención, o recuperación, de una percepción correcta de lo vivo;
esto significa movimiento vegetativo y vivacidad en el sentir y en el pensar».

Fuera de los desarrollos de la ciencia actual, dominada por intereses ideológicos y


económicos que perpetúan en beneficio propio los prejuicios y preconceptos que
moldean una visión de las cosas, la ciencia reichiana aparece como una ciencia radical,
que pretende llevar las cosas a sus últimas consecuencias, a sus raíces, sin tapujos ni
complejos.

El funcionalismo orgonómico se opone al mecanicismo, al misticismo y al vitalismo.


Para Reich, materia y energía no son dos cosas contrapuestas, en la que una somete
a la otra o actúa de espaldas a ésta, sino que son las dos caras de la misma moneda,
idénticas y antitéticas a la vez en una misma unidad.

Para Reich, el pensamiento está en relación con la estructura del carácter de cada
individuo: «pensamos y sentimos de acuerdo a nuestro metabolismo energético». El
funcionalismo orgonómico representa una técnica mental del hombre en tanto que ser
viviente desprovisto de su coraza, y que ha mantenido el contacto con la naturaleza en sí
mismo y fuera de sí mismo. La materia viva es funcionalmente idéntica y diferente a la
inerte. Es idéntica puesto que ambas están gobernadas por los mismos procesos de
tensión - carga - descarga - relajación. Se diferencian en la ordenación rítmica de las
funciones parciales.

Entre soma y psique se establece una única unidad funcional, y no una reducción o una
contraposición; son dos ramas de una única unidad funcional que comienza a
desarrollarse a partir de la primera célula germinal.

El método reichiano es un método funcionalista aunque también dialéctico, al menos en


algún momento de su desarrollo.

Es funcionalista puesto que cada elemento de la realidad que se está estudiando cobra
sentido en relación con las interrelaciones que se establezcan con el todo. Por lo tanto
realiza una función, es decir, dicho elemento contribuye a que funcione el conjunto del
que forma parte. En lugar de causa, el funcionalismo postula principios funcionales
comunes en un orden siempre más profundo y más comprensible. Epistemológicamente
el principio funcional común es posterior a las ramas en que se divide. Aquí es,
precisamente, donde aparece el movimiento dialéctico del método reichiano. Pero para
la orgonomía dialéctica es la propia realidad, los procesos por los que se interrelacionan
las distintas funciones.

¿Cómo es el procedimiento para encontrar y describir los principios funcionales


comunes? Vamos a tomar un ejemplo al referirnos a las dos ramas del neurovegetativo:
el simpático y el parasimpático.
Excitación biofísica
Expansión biofísica Contracción biofísica
Placer Angustia
Potasio Calcio
Lecitina Colesterina
Acetilcolina Adrenalina
Parasimpático Simpático

Se verá que las funciones emparejadas son placer / angustia, potasio / calcio, lecitina /
colesterina, acetilcolina / adrenalina y parasimpático / simpático.

Los primeros de cada par son comunes en el proceso de Expansión Biofísica, los
segundos se alinean con la Contracción Biofísica, pero tanto la expansión como la
contracción se funden en otro principio funcional común (PFC): la Excitación Biofísica.

De manera que el procedimiento es:

1. Se descubre una función. Entonces hay que preguntarse: ¿dónde está el


equivalente funcional de la función recién descubierta?
2. Una vez descubierto el equivalente funcional, tenemos un par de funciones
emparejadas. Ambas forman una unidad funcional y simultáneamente no son
una y la misma cosa, sino son diferentes y antitéticos. (Simultaneidad de
identidad y antítesis)
3. ¿Con referencia a qué se establece esta simultaneidad de identidad y antítesis
entre estas dos funciones emparejadas? Con referencia a un Principio Funcional
Común. Éste se sitúa en un nivel más profundo, lo que en Reich significa más
simple y, por lo tanto, también más global. Por ejemplo: el psiquismo humano y
su par nervioso, el neocortex, son un desarrollo bastante reciente y acotado en la
historia de la vida, pero el equilibrio entre agua y electrólitos como soporte de la
vida es mucho más antiguo e imprescindible para todo organismo vivo. De
manera que éste último será -respecto del primero- un Principio Funcional
Común más simple, más profundo y más global. Esto significa que, respecto al
orden de las funciones, éstas deben evaluarse según la proximidad o – relajación
(función del orgasmo). Cuanto más cerca están, más comprensibles son, y por
tanto, mayor amplitud del campo funcional. Cuanto más lejos se encuentren,
más restringidas son y más pequeño es su campo funcional.

En la ciencia mecanicista los campos funcionales están separados por fronteras rígidas
que no permiten la integración, de tal forma que lo que se sabe sobre un campo ocurre a
espaldas de lo que se sabe en otro. De esta manera, con el aumento del saber, el mundo
deviene cada vez más complicado, confuso e impreciso, en lugar de aparecer más claro
y más simple. El funcionalismo orgonómico establece la conexión funcional de los
procesos en distintos campos funcionales y, por lo tanto, la disolución de las fronteras
entre las ciencias.
El mismo Reich nos habla del siguiente ejemplo: «El placer y la angustia son dos
funciones emparejadas en el campo funcional de la psicología, mientras que la lecitina
y la colesterina lo son en el campo funcional de la bioquímica. En la naturaleza no hay
fronteras dentro del principio funcional común del primer o último orden. Las fronteras
fueron introducidas en la naturaleza por la especialización de las disciplinas científicas
mecanicistas. El funcionalismo orgonómico retira otra vez estas fronteras. De este
modo, acerca la investigación natural a la naturaleza, no sólo en cuanto a contenidos,
sino también en cuánto a la técnica del pensamiento.»

El funcionamiento natural tiene, para Reich, una naturaleza bioenergética, lo cual


significa que son los movimientos de la energía los que explican la variedad y
multiplicidad de las formas, y no a la inversa.

El pensamiento reichiano es empirista, tiene un proceder histórico y generativo. Es un


pensamiento radical que busca la autenticidad frente a la realidad light y el mundo de
las apariencias.

Es un pensamiento que busca la simplicidad por medio de las analogías, frente a un


pensamiento que se complejiza con la búsqueda de las diferencias. En la orgonomía se
le da mucha importancia al movimiento y a la expresión, se parte de la idea de que las
funciones naturales objetivas son fundamentalmente racionales y, por tanto, que
tenemos acceso por medio de nuestra razón a la racionalidad del mundo.

El investigador o la persona que busca el saber, se refleja en el proceso de investigación,


de manera que se requiere un compromiso total para llevarlo a cabo: no sólo en el plano
intelectual, sino también en el emocional y visceral. Es, también, un pensamiento que
maneja una concepción de la verdad como desvelamiento o aletheia (Heidegger). Y esto
significa que, durante esta búsqueda, se desvelarán (en el sentido de quitarse los velos y
mostrarse su presencia, o en el sentido griego de salir a la luz evitando el ocultamiento)
las cosas en su propio ser, tal como son. Por ello, no existe una verdad absoluta, aunque
sí existen funciones básicas en la Naturaleza que son comunes a toda verdad.

Para Reich la unidad domina el todo. Esto significa que la verdad de una cosa no se
encuentra en la cosa aislada, fija como algo constante, sino en la estructura funcional, en
la conexión con el todo. En un organismo aislado, la diferenciación de esta unidad no
toca a la unidad del todo, sino que funciona como un todo unitario, indivisible, sin la
idea metafísica de que el organismo sea algo que quiere conservar a los individuos y a
la especie.

«La carencia de la concepción químico-mecanicista de la vida consiste en el hecho de


que se intenta llegar de lo particular a lo general, uniendo detalles en vez de buscar la
función del todo en cada singularidad. Desde el punto de vista de nuestro método de
base no hay diferencia entre la corriente plasmática de una ameba, que se puede ver, y
la corriente vegetativa que se experimenta en ciertos estados de excitación. No se puede
explicar la función de un árbol definiendo la composición química de la celulosa.»
(Reich)

En esa unidad que domina el todo persisten funciones naturales objetivas, o lo que es lo
mismo, las funciones naturales integran el todo. Tomando contacto con nuestro
cuerpo y con nuestras emociones, es como mejor podemos tomar contacto con esa
lógica funcional objetiva de la naturaleza que también opera de forma inevitable en
el hombre. (Hegel decía: «Todo lo real es racional.»)

Por eso, para Reich «la estructura biológica del observador no puede ser excluida de la
investigación científica y de la valoración crítica del resultado de la investigación».
Esto es así puesto que el acorazamiento y la rigidez de la estructura del investigador, se
traslada a su propia estructura de pensamiento y, por tanto, se proyecta al interior del
objeto de estudio. Se produce algo así como una resonancia entre el objeto de la
investigación y el organismo del investigador.

Por esta razón puede decirse que la orgonomía es un saber iniciático en el sentido de
que, para profundizar en el conocimiento de la Naturaleza, es necesario también
profundizar en el conocimiento de uno mismo, tal como Sócrates proponía su famoso:
conócete a ti mismo.»

Para el funcionalismo reichiano, la forma es un movimiento fijado. Y el movimiento es


la categoría fundamental que domina el cosmos, pero que en el caso de la naturaleza
viva se presenta como motilidad plasmática espontánea: es generada desde el interior de
ese organismo y pulsa contrayéndose y expandiéndose.

Sin perderse en la maraña de información que produce la ciencia mecanicista, el


funcionalismo orgonómico busca las analogías, el ritmo de base común, las funciones
básicas. Y en el proceso de investigación, por medio de los principios funcionales
comunes, tiende a la simplicidad y a la globalidad.

De hecho, a medida que nos acercamos a las raíces comunes de las variables y
contradictorias manifestaciones de la Naturaleza, las cosas aparecen más y más simples,
y las analogías entre las funciones básicas que encontramos nos devienen evidentes. Por
ejemplo: la analogía entre la sensación vegetativa de mi cuerpo y la corriente plasmática
de la ameba, entre el tejido animal y el tejido social (ambos aíslan o secuestran cuerpos
extraños), entre los climas externos y los climas internos (las emociones), entre el
desarrollo secundario de plantas y animales en el desierto y las manifestaciones del
hombre muy acorazado, que muestra la misma espinosidad que los vivientes del
desierto.
Energía y medicina
Energía significa fuerza en acción. Y si se habla de la energía biológica, ésta es la
fuerza en acción capaz de producir emociones como la ira o la tristeza y eventos
fisiológicos como el movimiento muscular o la secreción glandular. La realidad de un
ser vivo viene toda junta, integrada, y no es su culpa que la ciencia oficial la desintegre
o la estudie en innumerables disciplinas: biología, medicina, psicología, sociología, etc.
¿Qué consecuencias tienen estos hechos para explicar el fundamento de esta medicina y
su visión de los fenómenos vitales ?

En primer lugar, que los organismos vivos están sólidamente integrados: no hay un
reino de los fenómenos biológicos y otro de los fenómenos psíquicos, no hay una
terraza mental y una cloaca digestiva. Lo que ocurra con las emociones también
acontecerá en el intestino, los bronquios o los músculos, y viceversa.

La mente es, también, una función biológica. Por otra parte es inconcebible un
organismo donde sus distintos aparatos celebran asambleas para ponerse de acuerdo: se
supone que existe un aceitado entendimiento entre las articulaciones y el cerebro, entre
las glándulas endocrinas y los músculos, entre el corazón y los riñones, etc. Y sin
embargo existe la difundida superstición de que el cuerpo es una especie de sofisticado
mecano cuyas partes coexisten casi por casualidad bajo la misma piel, esa frontera
indiscutible.

Otras ideas-fuerza de esta concepción (nacimiento):

Todo cambia, se modifica.

Pero los cambios son de acuerdo a la propia naturaleza, de manera que estas
modificaciones se dan dentro de la posibilidad de desarrollo de un ser u órgano: es
difícil que un hígado se transforme en un aviso publicitario (pero sí que algunos avisos
afectan hígados sensibles).

La vida es un fenómeno rítmico (los tántricos descubrieron esta “modernidad”) cuyas


funciones oscilan dentro de cierto rango: ritmo cardíaco, estaciones, mareas,
menstruaciones, predominio horario del funcionamiento de los órganos, etc.

Los fenómenos cósmicos, planetarios o biológicos son el resultado de la relación


oscilante y dialéctica entre dos energías básicas: Ha y Tha. Para decirlo de una manera
poética (o sea: hermosa, fosforescente, concreta y alumbradora) el Ha es el lado
luminoso de la ladera y el Tha su costado oscuro. Esto significa que nada es del todo
una cosa porque está sometido al fenómeno del cambio. Podrá ser más Ha que Tha o
viceversa, pero nunca sólo una de ambas fuerzas. Por ejemplo: nadie está del todo sano
o del todo enfermo. En términos de física moderna podría decirse que Ha es la energía y
Tha la materia.

El estado energético de un sistema viviente como el humano está en función de su


armonía interna y de su correlación con el mar de energía / materia en el cual se
encuentra inserto: los otros seres humanos (sociedad), los otros seres vivientes animales
y vegetales, así como también la materia y los eventos físico-químicos que permiten
este experimento llamado vida (la naturaleza). El Cosmos entero es un mar de energía y
materia que danza a su compás.

De manera que las bases de este sistema pueden encontrarse en algunas medicinas
tradicionales, como la china o la hindú (ayurveda) y en los aportes de Reich. Pero
también en la ciencia occidental, que aporta el conocimiento de la estructura y función
de los órganos, así como de los eventos que ocurren cuando estos enferman: la medicina
interna de occidente es también un brillante aporte al conocimiento humano. Y de los
aportes teóricos y prácticos de la homeopatía y las escuelas naturistas, en buena medida
coincidentes con los de la acupuntura.

Pero: ¿quién tiene razón en este maremagnum de escuelas y pensamientos? Y lo que es


más importante: ¿cómo ubicarse en este problema desde la perspectiva de quien necesita
de la medicina?

El sentido común (¿qué será eso?) indica que debe haber algo de cierto en cada una de
las posturas. Y que si distintas prácticas han resultado eficientes en distintos momentos
o circunstancias, es posible que todas compartan aciertos y equivocaciones.

En lo que va de este siglo a punto de terminar, la concepción de la realidad que puede


inferirse a partir de la física ha experimentado cambios trascendentes, especialmente a
partir de la teoría de la relatividad y de la física cuántica.

Pues bien: la biología y la medicina académicas no han acusado recibo del impacto. La
medicina actual se sigue correspondiendo con la llamada física clásica o newtoniana y
con el pensamiento cartesiano que le es tan afín. Y esa es la razón por la cual sigue
considerando al ser humano como una criatura escindida en cuerpo y alma, y al cuerpo
como un mecano cuyos órganos están misteriosamente ensamblados pero no
íntimamente articulados y mucho menos animados por la energía básica de la vida.

Claro que pretender valorar lo mejor de cada escuela no invalida la necesidad de


disponer de una sólida teoría básica que funcione de soporte para formular una nueva
medicina. Y aquí sí es necesario jugarse a fondo y en serio: tal basamento debe buscarse
en una interpretación energética del funcionamiento de los seres vivos. Esta gigantesca
tarea está apenas en sus comienzos, pese a la tradición que le obsequia sus fundamentos.

Entonces parecerá elemental pero hay que decirlo: el objetivo de un tratamiento debe
ser aumentar la vitalidad de una persona (su lado luminoso) ayudándolo a des-
enfermarse (su lado oscuro) y dejando que logre emerger hasta donde sea posible el
proyecto original de su vida. Es que acercarse a una situación de autorregulación
energética es un concepto muy cercano al de lograr un importante nivel de libertad.

El objetivo de conseguir que la energía fluya con la menor cantidad posible de


obstáculos es un sabio ideal que no debería ser desechado. Implica preguntarse qué
cantidad y calidad de energía recibe o incorpora uno cotidianamente (desde los
alimentos, el aire y los afectos hasta los mensajes de los medios, etc.), cómo la
transforma y la distribuye (metabolismo, eje neuro-endocrino, circulación) y finalmente
cómo la expresa o descarga, (movimientos, gestos , palabras, actos de amor o de odio,
deposiciones, creación o repetición, construcción o destrucción).
En cuanto al tratamiento, es importante saber que el primer protagonista es el propio
paciente (es literalmente así, sin demagogia), el segundo es el médico y también hay
muchos otros en parte conocidos y en parte ignorados.

Si uno piensa que su rol en este argumento consiste en ir al consultorio a exponer


pasivamente su cuerpo, es mejor que desista de esta expedición. En cierto sentido, éste
es un viaje de aventuras al interior del ser, a la intimidad del funcionamiento, a las
sensaciones y emociones primarias. Algún día podrá hacerse simultáneamente con un
enfoque psicoterapéutico asociado a la misma mirada, ya que el objetivo es integrar
órganos, funciones, emociones, historia personal.

Pero el desafío para el paciente permanece: si se logra trascender la enfermedad o


aminorarla, entonces habrá que encontrar algo hermoso y útil en lo que poner la energía
ganada al desierto.
Coraza, peste emocional, ideología
Estaba feliz, nadando en un mar.

Había tirado un cable para que mamá me alimentara a través de esa cosa esponjosa
que llaman placenta. Tuve que fabricarla porque sino conseguir oxígeno y alimentos
hubiera sido muy difícil: este mar es muy chiquito y no me hubiera bastado.

Si imaginamos el campo energético del ser humano que conocemos como si fuera una
esfera, podemos imaginar tres estratos. El más profundo -el núcleo- expresa los valores
de origen, los primarios y los que cabe suponer en un organismo sano con toda su
potencialidad a desplegar. Son el amor, el trabajo y el conocimiento: constituyen la
base de la existencia y deberían gobernarla. Pero lamentablemente, no es esto lo que
ocurre. En la historia de cada humano existe una secuencia inevitable y cronológica: el
primer campo energético es la relación madre-hijo, desde la concepción hasta los
primeros días después del parto. Progresivamente el recién nacido va integrándose con
el segundo campo energético, que incluye al padre y a los otros miembros del grupo.
Cuando concluye esta etapa, el niño va ingresando al tercer y último campo, la
sociedad, especialmente a partir del sexto año de vida, donde suele comenzar su
escolarización. Esto es a grandes rasgos, porque el esquema puede sufrir
modificaciones.

El ser humano promedio recibe variadas agresiones relacionadas con la imposibilidad


no genética de desplegar sus cualidades existenciales. La represión de las tendencias
naturales es de rigor en la civilización humana que conocemos, en el modelo de
desarrollo humano vigente. Ni el espíritu de aventura y conocimiento son
verdaderamente fomentados -como no sea para su formación relacionada con el
mercado laboral-, ni el trabajo es visto como autorrealización y aporte solidario a la
sociedad. Y mucho menos se desarrolla el amor en la sexualidad natural, que es
frustrada desde sus comienzos, inhibida por moralismos absurdos y compulsivos.

Si se agrega a esta lista la escasa calidad de los nutrientes y las cualidades del
medioambiente: alimentos, medios de comunicación, educación, etc., se comprenderá
que el niño en desarrollo carece de modelos vivos con la posibilidad real de nutrirlo.
Esto provoca congestiones y bloqueos en la circulación de la energía, lo cual
concretamente deviene en enfermedad, más severa cuanto peor y más precoz es la
exposición del pequeño a los factores enfermantes.

Entonces se va desarrollando una funcionalidad energética desviada con el objeto de


lograr una defensa adecuada contra la agresión externa. Pero también una defensa
contra los impulsos primarios que ya no pueden vivirse plenamente, una manera de
disminuir el sufrimiento apelando al recurso de sentir menos. La energía derivada en
estos menesteres suele provocar rigideces de todo tipo (psico-biológicas), entre ellas la
contractura crónica de variados grupos musculares. El hecho de que Reich haya notado
esta disposición en gran cantidad de pacientes que obedecían al patrón descrito, le hizo
imaginar seres acorazados, debido a lo cual denominó coraza a esta forma defensiva.

Hoy sabemos que no sólo existe la coraza muscular, que es superficial, sino otra más
profunda: la coraza visceral y el acorazamiento psicológico contra las propias
emociones descarriadas. De manera que se ha ampliado el concepto de coraza.
Para fines sanitarios, es importante decir que la dificultad o imposibilidad de vivir de
acuerdo a los principios básicos de la vida -los del núcleo- han alentado el desarrollo de
un estrato secundario donde residen los anti-valores: hipocresía, perversión, sadismo,
masoquismo, envidia, espantosa mediocridad. El poder en lugar de la potencia, el dinero
reemplazando al amor, la fama y el éxito a codazos para disminuir la penosa sensación
de infelicidad y la angustia crónica.

Pero como esta presentación es inadecuada a los fines sociales -la hipocresía estándar
recita con la boca valores que en la vida real borra con el codo- existe un tercer estrato,
el más externo: la diplomática apariencia que tapa la voracidad con una sonrisa
deslumbrante y esconde las miserias del alma con un ropaje encantador.

La orgonomía postula que cuando la agresión es brutal y aparece durante la gestación, el


resultado será una persona psicótica (no en el sentido psiquiátrico habitualmente
utilizado), alguien cuya energía es mínima y mal distribuida, ya que se encuentra
totalmente bloqueada en los segmentos superiores: una persona que ha sido quebrada
de raíz. Sobre esta característica se desarrollan, no sólo la psicosis, sino el cáncer (es
una psicosis celular), el SIDA y otras graves enfermedades, como las degenerativas.
Son hiporgonóticos (baja energía) y disorgonóticos (desequilibrada distribución). Reich
y sus continuadores las denominaron biopatías primarias.

Si el momento de la crisis aparece durante el primer año de vida (amamantamiento),


entonces asistiremos a la formación de una estructura borderline, que esconde un núcleo
depresivo encubierto instalado por el estrés del miedo durante el período neonatal,
desde el décimo día de vida hasta los 9 meses de edad. Son sujetos con su carga
energética mal distribuida: disorgonóticos. Esto ocurre en neoplasias tratables, HIV
positivo, diabetes, obesidad, alergia, hipertensión, asma y artritis reumatoide, entre
otras. Constituyen las enfermedades somatopsicosomáticas o biopatías secundarias.

Luego tenemos las psiconeurosis como la gastritis, la úlcera, la angina de pecho, el


infarto de miocardio, la colitis, la cistitis, la hipertrofia prostática o el mioma uterino.
Son las enfermedades somatopsicológicas y corresponden a sujetos sin núcleo psicótico
en los cuales el estrés del miedo aconteció durante la vida post-natal, desde la
adquisición de la muscularidad intencional -en el noveno mes- hasta la pubertad. Suelen
presentar una carga energética excesiva aunque mal distribuida: hiperorgonóticos
disorgonóticos.

Luego, y en orden decreciente de gravedad, encontraremos a los neuróticos. Son


personas sin núcleo psicótico, con miedo vivenciado desde la pubertad en adelante, con
una carga energética adecuadamente distribuida, pero en exceso: son los
hiperorgonóticos. Esta estructura caracterial es típica de las somatizaciones neuróticas.

Y por último los sujetos realmente sanos: maduros, con carga, distribución y circulación
energética fisiológica. Son normo-orgonóticos y responden a lo que la orgonomía
denomina carácter genital.

El doctor Federico Navarro, arriesga una distribución estadística de estas estructuras


caracteriales en la sociedad:
• Sujetos con núcleo psicótico: 30% de los individuos.
• Sujetos borderline: 45% de los individuos.
• Sujetos psiconeuróticos: 20% de los individuos.
• Sujetos neuróticos: 4,9% de los individuos.
• Sujetos con carácter genital: el 0,1% restante.

No está mal si uno lee los diarios, mira o escucha los noticieros y sale a mirar y
escuchar a la calle de vez en cuando. No parecen datos alarmistas, sino apenas realistas.
No cabe duda que implican una grave patología colectiva, pero esto es lo más cercano a
la verdad, si es que alguna vez nos animamos a reconocerla.

Y no podemos echarle la culpa a Dios, ni al Diablo ni a desconocidos extraterrestres ni a


los genes por la responsabilidad de esta grave situación sanitaria, que no tiene
epidemiología conocida en la ciencia oficial. Es un largo proceso histórico en el que
«después que condiciones y cambios sociales transformaron las exigencias biológicas
originarias del hombre en la estructura de su carácter, ésta reproduce la estructura
social de la sociedad bajo la forma de ideologías». Esta cita de Reich, que pertenece al
prólogo de Psicología de Masas del Fascismo, ilustra sobre la función de las variadas
ideologías que ofrece el mercado: mantener a raya la vitalidad natural de su núcleo
mintiéndole acerca de su origen y destino, moralizarle la existencia con falsas
obligaciones y crearle una gran desconfianza acerca de sí mismo, de sus límites y
posibilidades.

Las ideologías son una fábrica de sometimiento a través de las sagradas instituciones. Y
ahora operan en todo el planeta gracias a la globalización. No es fácil salir de este
círculo opresivo, pero hay esperanzas si se llega a la conclusión de que esta grave
distorsión del desarrollo humano no reconoce causas genéticas, sino culturales: tiene
que ver con una modalidad de la construcción social, cultural, económica y política. Y
ésta que conocemos y padecemos, no es la única posible.

El aporte de la orgonomía reside en su capacidad para ver más profundamente la


génesis de semejante enfermedad. Si la superestructura política y jurídica de una
sociedad verdaderamente representa el carácter social medio de esa sociedad, entonces
constituye una pérdida de tiempo y energía considerable suponer que la culpa reside en
una mínima cantidad de autócratas y explotadores. Por supuesto que tal sector social
existe, pero destruirlo para reemplazarlo por otro que posee idéntica enfermedad en lo
profundo de su carácter medio -como ya se ha intentado con la consiguiente frustración-
no aportará nada realmente nuevo y oxigenante a la causa humana.

La organización de las fuerzas que operan contra el desarrollo natural de la vida,


produce un impacto sanitario cuya consecuencia puede denominarse peste emocional.
En la medida que esta peste se ha extendido a lo largo y ancho del planeta, afectando de
variada manera a todas las culturas, ha creado una dramática situación cuya expresión
más concreta es la del desierto emocional. Y aquí no hay una referencia exclusiva a los
aspectos psicológicos de tal actitud, ya que el método funcional que propone la
orgonomía alcanza al nivel físico del desastre: el desierto es una entidad física donde la
muerte predomina claramente sobre la vida, tal cual ocurre hoy en vastas extensiones
del planeta.
Lo que está ocurriendo con la selva del Amazonas, es una muestra muy clara de tal
proceder: si alguna corporación necesita destruir esta oxigenante concentración de
especies vegetales no duda un instante en hacerlo. Pero debe quedar claro que estos
verdaderos asesinos de la vida cuentan con el aval de la mayoría silenciosa, porque de
otra manera no podrían hacerlo. La suicida complicidad de la mayoría de la humanidad
más allá de su pertenencia de clase, funciona como indicador acerca de las gigantescas
proporciones de la plaga emocional y su desarrollo.
Programación humana, política y enfermedad
Aquí es imposible evitar el aporte de Wilhelm Reich para entender dónde y porqué
estamos parados en este lugar.

Hay un punto de contacto importante entre las escalas individual y social: es el estudio
de lo que Reich llamaba estructura caracterial media de una sociedad. O sea: la
determinación de cuál es el carácter predominante y qué peculiaridades tiene. Su
opinión acerca de que en una sociedad determinada no pueden aparecer fenómenos
superestructurales (gobiernos, clases dirigentes en general) que no estén fundamentados
en el carácter social medio, es de una lógica difícil de rebatir. Acerca de este tema es
muy impactante su recuerdo de que Hitler accedió al gobierno por vía electoral, lo cual
significa que la demagógica hipótesis de la conjura como explicación del ascenso del
fascismo es superficial y oculta profundidades tenebrosas.

Partiendo del análisis del fascismo y sus aspectos muy específicos, es posible
generalizar esos hallazgos y advertir que lo esencial del fascismo se halla presente,
también, en otras culturas políticas: en el social-comunismo (denominado fascismo rojo
por Reich luego de su gran desilusión con él) pero también en el neoliberalismo
contemporáneo. Esencialmente se trata de maquinarias succionadoras de energía
destinadas a la acumulación de poder económico, social y político en manos de un
reducido sector de la sociedad a través de la manipulación de las emociones básicas de
las masas humanas, lo cual cristaliza en ideologías contradictorias pero
complementarias que oscilan entre el misticismo y el mecanicismo.

Lo característico de esta gigantesca trampa oficialmente denominada civilización


moderna (aunque el modelo lleva ya cerca de cinco mil años) es la depredación de la
vida y su represión allí donde amague con presentarse, ya sea en el deseo de libertad, en
la sexualidad amorosa (no pornográfica) o en la construcción solidaria de la sociedad.

Pero esto sería imposible si el proyecto de domesticación en gran escala del animal
humano no hubiese resultado exitoso. En un contexto muy específico y con fines
nacionales independentistas, Ghandi demostró por medio de la resistencia pasiva y la
desobediencia civil que si la gente no se presta, el circo no funciona: su pueblo echó a
los ingleses de la India sin disparar un sólo tiro.

No importa ahora analizar por qué razones el pueblo hindú decidió seguirlo, sólo se
trata de remarcar el siguiente acontecimiento histórico: ningún sistema es capaz de
funcionar sin el asentimiento de la mayoría de sus integrantes, ya sea por medio de la
convicción-domesticación o por la utilización de la violencia legitimada. La violencia se
encuentra en la base de cualquier diseño social basado en la expropiación energética,
perpetuador de una injusticia básica y enemigo de la vida, pero es absolutamente
ineficaz cuando las mayorías deciden que no van a seguir prestándose al juego. Cuando
son capaces de decir NO o BASTA el juego del poder se acaba y los poderosos dejan de
serlo.
Si lo que anima la estructura caracterial humana es energía Orgón (positiva, vital) pero
que puede degenerar en energía Dor (negativa, letal) ¿por qué va a suceder algo
diferente en la sociedad? En todo caso se tratará de una complejización que dificulta su
comprensión, ya que resultan evidentes las dificultades metodológicas para pasar de un
campo energético individual a otro colectivo. Pero el típico bloqueo corazón-cabeza vía
ciencia e ideología oficial, de manera que se acepta con facilidad que la realidad viene
dividida en bloques que no tienen una relación íntima entre sí y por lo tanto se requieren
métodos o ciencias diferentes para comprender la PARTE. Así la vida se torna
incomprensible y absurda, se inventan trascendencias inexistentes y se pasa de largo lo
más elemental: la existencia es hermosa y merece vivirse todos los días. La vida carece
de sentido final :

La vida simplemente es.

Hay un juego de construcción-deconstrucción-construcción que nosotros llamamos vida


y muerte. El Dor es necesario simplemente porque la vida y la muerte son dos
momentos de la existencia de todo lo que es, aunque esto es inaceptable para una
civilización que teme a la muerte por su negación de la vida. Pero el Dor puede jugar un
desafortunado papel cuando actúa antes de tiempo, cuando el organismo individual o
social se encuentra atascado y no produce hechos vitales, cuando predominan la
parálisis, el odio, la codicia, el miedo y la mediocridad. En estas condiciones la energía
no circula: se bloquea, se pudre, deviniendo en Dor o energía letal. Es como para pensar
que éste es un mecanismo protector de la vida, que se cuida a sí misma eliminando a sus
ejemplares menos luminosos. A medida que la proporción Orgón/Dor se desnivela
hacia el Dor, ese organismo entra en proceso de rápida extinción vía cáncer o alguna
otra biopatía severa.

La civilización humana está produciendo personas y estructuras sociales


mayoritariamente habitadas por Dor (SOCIOSIS = degeneración social), de las cuales el
fascismo explícito que hemos conocido en el siglo XX es una muestra bien acabada. No
disponemos por ahora de un método para estimarlo directamente, pero lo mismo ocurre
en el ámbito de los campos energéticos humanos individuales, donde todavía sólo
medimos la expresión eléctrica de la energía orgónica. En todo caso es legítimo que con
el actual equipo (tanto tecnológico como de conocimientos) utilicemos una serie de
indicadores que pueden sernos útiles para estimar la relación Orgón/Dor tanto en el
plano individual como social. Si, para empezar, nos limitáramos a verificar cuán
extendida se encuentra en la sociedad humana la posibilidad real de vivir de acuerdo a
las fuentes de nuestra vida: el amor, el trabajo y el conocimiento, podríamos definir
como grave la situación clínica del paciente Humanidad.

El diseño de los indicadores podría ser una tarea prioritaria en el campo social, al
tiempo que se prosigue la investigación para intentar medir las energías Orgón/Dor a
nivel colectivo. Pero no hay por qué abrigar dudas acerca de esta última posibilidad: las
existencias individuales y las formaciones sociales no sólo tienen un correlato
energético, SON ENERGÍA que ha devenido en materia o en la construcción de formas
de convivencia sumamente estructuradas. Que aún no hayamos encontrado la forma de
estimarlo con precisión no implica que no pueda hacerse, más bien tiene relación con
nuestro desconocimiento. Existen una serie de posibles indicadores: la contaminación
ambiental, la superpoblación, la taza de plusvalía, la participación en la resolución de
los problemas comunitarios, la posibilidad de aprender y desarrollarse en libertad, las
formas de vivir la sexualidad, la desnutrición, la vivienda, la transformación de los roles
estáticos en funciones dinámicas, etc.

En el plano internacional no puede negarse que las diferencias entre los países son
notables. Quedará para otra oportunidad profundizar acerca de la historia y la
legitimidad de la existencia de las naciones, pero aquí sólo puede decirse que desde
algunos pocos países sus clases dirigentes succionan energía a los demás, obligándolos
a un modelo de existencia que nadie les ha propuesto civilizadamente. Es una cuestión
de simple prepotencia basada en el poder militar, económico y político, pero preparada
por el acondicionamiento reflejo de las masas. Otro hecho que puede constatarse es el
siguiente: las sociedades del primer mundo no son exclusivas de los países del primer
mundo, así como las sociedades del tercer mundo no son exclusivas del tercer mundo.
En los primeros hay vastos sectores cuya creciente pobreza los hace pertenecer
funcionalmente a las sociedades que mayoritariamente habitan en los países
tercermundistas.

Y a la inversa: en las sociedades de los países ubicados en el tercer mundo hay bolsones
de riqueza monopólicamente ubicados en los sectores sociales dirigentes, de manera que
las cosas no son tan simples si se quiere ser riguroso. Estas consideraciones abren la
puerta para mirar el mundo más allá de las naciones, cuyos límites tienen más relación
con la lucha por el poder que con el natural nucleamiento originado por la cultura en
común. Por otra parte, la perversa utilización de la tecnología punta está transformando
a la especie humana en un conjunto de desocupados progresivamente carenciados y
apiñados a lo largo y lo ancho del planeta. A medida que los medios de comunicación
aumentan su poder decrece el de la simple gente, que sólo espera sentada en su casa las
noticias que le muestran las cadenas informativas.

Ellas eligen la porción de realidad que será exhibida, así como el estilo de presentación,
lo cual se transforma en un mensaje-masaje político e ideológico al cual es muy difícil
resistirse.

En el sistema de organización mundial que se está gestando las masas humanas tienen
cada vez menos importancia y lugar: están por ser corridos a la periferia de la realidad
para ser expulsados de la historia... y tal vez de la vida. Esta civilización marcó a fuego
en el carácter humano la necesidad del trabajo, tanto que la mayoría de los jubilados
sienten que su vida ha perdido el sentido. ¿Qué pasará a medida que la articulación de
ordenadores, máquinas y robots los desplace de las actividades productivas? Si a esto se
le suma el insensato crecimiento demográfico, las consecuencias son previsibles:
marchamos hacia un desastre de escala planetaria.

Pero éste no es un tema que interese demasiado a las élites mundiales, ellas siguen
desarrollando su carácter o sea: ganando dinero, arruinando el planeta, reteniendo el
poder y manipulando a las masas.

Existe una correlación específica entre cualquiera de estos modelos de construcción


social y el carácter social medio: ha sido gráficamente mostrada a través de una simple
estadística de los anillos de una muestra poblacional. La distribución energética allí
exhibida es requisito para el éxito del fascismo: mucha energía en la cabeza y poca en el
corazón. Dos bloqueos importantes que no dejan circular libremente a la energía (no
dejan vivir) ubicados en el diafragma (respiración cortada, insuficiente) y en el cuello
(dique que acumula energía por encima) dejando casi sin vida el abdomen y la pelvis
(placer sexual). Esta estructuración energética es típica de la infelicidad y el
sometimiento, pero puede encontrársela con variados matices en cualquier clase social,
porque lo único que realmente cambia es el rol, aunque la estructura caracterial sea
básicamente la misma.

Si se acepta la existencia de los anillos o segmentos de energía distribuidos entre la


cabeza y la pelvis, (que por otra parte los hindúes describen desde la antigüedad de
forma similar con el nombre de chakras) pueden verificarse en ellos bloqueos de todo
tipo, investigables desde la clínica somática y psicológica pero también verificables con
los sistemas de medición electrónica que utilizamos en electroacupuntura. Estos siete
anillos –cuyo valor se obtiene midiendo un punto de acupuntura ubicado en su
territorio- tienen valores estadísticos muy disímiles. Su denominación y ubicación
(todos están ubicados en la línea media ) es la siguiente:

• Anillo 1: OCULAR. Se mide en el entrecejo.


• Anillo 2: ORAL. Se mide debajo del labio inferior.
• Anillo 3: CERVICAL. Se mide a nivel de la laringe.
• Anillo 4: TORACICO. Se mide a la altura de las mamilas.
• Anillo 5: DIAFRAGMÁTICO. Se mide sobre el xifoides, donde termina el
esternón.
• Anillo 6: ABDOMINAL. Se mide en el punto medio entre el xifoides y el
ombligo.
• Anillo 7: PÉLVICO. Se mide a dos centímetros por debajo del ombligo.

Los tests electrónicos miden la intensidad de la corriente que circula por los puntos de
acupuntura investigados, lo cual nos permite inferir la cantidad de energía
correspondiente a cada uno de ellos. El valor se expresa en microamperes, en una escala
graduada entre 0 y 200.

Una medición tipo de los anillos de una muestra poblacional integrada por 1.884
individuos de clase media, de ambos sexos, variada edad (0-85 años) y patologías,
arroja estos valores promedio, expresados en microamperes.

Anillo 1 153
Anillo 2 158
Anillo 3 135
Anillo 4 124
Anillo 5 128
Anillo 6 109
Anillo 7 100

El gráfico es sumamente ilustrativo acerca de la idea principal que aquí se desarrolla al


igual que el siguiente, obtenido luego de medir 251 puntos de acupuntura distribuidos a
lo ancho y lo largo del cuerpo de 30 personas que cumplían los mismos requisitos que
en el caso de los anillos. Se ha recortado la información agrupando los promedios en
tres grandes zonas: Cabeza (incluye al cuello), Tronco (tórax y abdomen) y
Extremidades (superior e inferior).
CABEZA 127
TRONCO 97
EXTREMIDADES 79
Estos gráficos son sumamente ilustrativos para verificar el estilo energético-funcional
de los hombres que conocemos y de nosotros mismos, salvo contadas excepciones: ¡la
mayor parte de nuestra energía está concentrada en la cabeza!

Y no se crea que estas mediciones se han realizado exclusivamente en intelectuales: las


ocupaciones son variadas en esta muestra, y aunque aquí todo está para discutir (desde
el método de medición -que necesita perfeccionarse- hasta la cantidad de observaciones-
que requieren mayor extensión social) no puede negarse que tienden a confirmar
algunas reflexiones hechas anteriormente:

La fantasía acerca del aspecto de los extraterrestres, que muchas veces son presentados
con un gran apéndice cefálico y miembros diminutos... ¡es más bien una radiografía
energética del hombre actual! (aunque se requieran muchos siglos para que la anatomía
se asemeje a la fisiología).

Cefalización no implica necesariamente más intelecto y mucho menos racionalidad:


estas son cosas muy diferentes y presentadas de manera confusa ya que no se es más
inteligente simplemente por tener un exceso de actividad cerebral.

El hombre medio funciona con menos corazón que cabeza y con una clara disminución
relativa de los segmentos relacionados con las actividades expresivas. Los miembros
tienen que ver con la acción, el tórax con la identidad y las emociones comunicativas, la
pelvis con las excreciones y la sexualidad. Y casualmente son estos sectores los que
presentan un déficit más marcado.

Estas diferencias se hacen comprensibles si se observa la existencia de dos áreas de


bloqueo que no permiten un pasaje fluido de la energía a través de todos los anillos: los
niveles cervical y diafragmático. Lo cual origina una funcionalidad por bloques, con
escasa relación entre ellos y con repercusiones significativas en este proceso de
desintegración personal, más grave cuanto más importante es el bloqueo. Consecuencia
de todo esto es que se piensa por un lado, se siente por otro y se actúa de diversa
manera: ¡tres personas por el precio de una!. Se hace difícil así exigir integridad en los
seres humanos, como no sea a través de una moral compulsiva.

Si se trata de comprender el funcionamiento social partiendo de estas simples


constataciones no se arribará a conclusiones muy diferentes, a pesar de las acusaciones
de reduccionismo y simplificación. ¿O no funciona la sociedad de una manera muy
parecida o similar? ¿No predomina, acaso, una fuerte tendencia centralizante-cefálica
que carece de sentimientos y acciona en el sentido de mantenerse en la cúspide de la
pirámide social?. Tampoco hay que engañarse acerca de dos mitos ampliamente
difundidos y complementarios: uno es que los poderosos son felices y el otro que los de
abajo son buenos y siempre tienen razón.

Las cosas no son ni tan simples ni tan fáciles. El continuo juego de oscilaciones entre
las concepciones mecanicistas y místicas, que se retroalimentan y se necesitan
mutuamente explica también la facilidad con la que se puede ser, simultáneamente y sin
cuestionamientos, ferozmente materialista y mansamente creyente: si uno está dividido
no hay problemas en mantener cierta posición con el bloque superior, la opuesta con el
del medio y ninguna con el inferior. Por ejemplo: ¡se puede ser un torturador por la
mañana y un padre cariñoso con los hijos por la tarde, luego del horario de trabajo!
Esta visión de los fenómenos humanos permite ponerse a distancia de planteamientos
que implican la fácil demagogia o la fundamentación genética de las diferencias, así
como también la bien intencionada creencia de que se puede acceder a la felicidad
desandando el camino y dedicándose a contar florecitas en medio del campo. Existe, en
cambio, un largo proceso de transformación que parece haber empujado al hombre hasta
su actual modelo de funcionamiento y que se hace necesario comprender para encontrar
una salida a la situación actual, desdichada en el presente y altamente, peligrosa para el
porvenir.

Es paradójico y hasta cruel que los esclavos hayan cavado su propia fosa depositando en
las instituciones que los aprisionan una cantidad tan exorbitante de energía positiva y
que ésta, estancada y congestiva, haya devenido en Dor o energía negativa, tanto a nivel
individual como social.

Sin embargo existe la energía suficiente para revertir este proceso, pero por ahora esta
energía se encuentra bloqueada en las actuales creencias y en las instituciones que las
custodian con mano de hierro y sin temblores de pulso.
El siguiente texto está preparado sobre la base de algunas páginas del libro de Luigi di
Marchi "Wilhelm Reich, biografía de una idea".

En sus investigaciones Reich observó la existencia de algunas zonas del cuerpo que
presentan un comportamiento eléctrico totalmente diverso del resto de la superficie
corporal. Estas eran, como había supuesto, las zonas erógenas: labios, ano, pezones,
pene, escroto, mucosa de los órganos genitales, lóbulos de las orejas, lengua, palmas de
las manos, y, bastante extrañamente, también la frente.

En los individuos con vitalidad vegetativa, el potencial de la zona erógena no es


constante y puede presentar variaciones de 50 milivoltios o más. Esto se demuestra por
el hecho de que cuando dichas zonas son excitadas, el potencial en milivoltios aumenta
considerablemente. Subjetivamente, la excitación de las zonas erógenas es
experimentada como un hormigueo, o como una ola de calor agradable.

Los experimentos demuestran sistemáticamente que el potencial eléctrico de las zonas


erógenas no aumenta, si no se produce en ellas una sensación agradable. Así, por
ejemplo, puede haber erección del pezón y del pene sin que se produzca el respectivo
aumento de potencial bioeléctrico. Al revés, un aumento de dicho potencial, en cambio,
va siempre acompañado de un aumento de placer.

«Estos resultados experimentales - concluirá luego Reich - confirman la fórmula de


tensión y de carga. Demuestran que la congestión de un órgano no es suficiente por sí
misma para que se produzca una sensación vegetativa de placer. Para que esta
sensación de placer sea perceptible, además de la congestión mecánica del órgano, es
indispensable un aumento de la carga bioeléctrica. Posteriores experimentos
demostraron que esta es una característica de la sustancia viva. En las que no lo son,
no se presenta ningún tipo de reacción o bien se produce a través de saltos violentos,
ángulos, o bruscos del potencial.»

Reich también descubrió que el aumento de pontencial de las zonas erógenas aumenta
de forma proporcional a la "suavidad" del estímulo: cuanto más suave y dulce es el
estímulo, se produce de forma más rápida el aumento de potencial.

Un aspecto importante de sus descubrimientos es que en las personas con bloqueos


emocionales o vegetativamente rígidas, como por ejemplo los catatónicos, no muestran
ninguna reacción de este tipo frente a los estímulos, o lo hacen de una forma muy
reducida. En ellas el potencial bioeléctrico de las zonas sexuales no se diferencia en
mucho del resto del cuerpo. También descubrió que es un elemento negativo para el
aumento del potencial la frustración, la angustia y el hábito.

La importancia psicosociológica de estas observaciones sobre los efectos de la


frustración, de la angustia y de hábito es evidente y constituye una confirmación de las
tesis fundamentales de Reich sobre la pérdida de vitalidad del organismo en general y
de su función sexual en particular, debido todo ello a las condiciones frustrantes, de
angustia y de monotonía en que se desarrolla la vida amorosa de nuestra sociedad a
causa de las costumbres represivas y obligatoriamente monogámicas que la gobiernan.

Así fue como pudo verificar sus hipótesis sobre la relación entre la excitabilidad sexual
y movilidad energética del organismo. Reich pudo observar que si se invitaba a un
sujeto a inspirar profundamente o a poner en tensión los músculos abdominales como en
la defecación, el electrodo aplicado sobre la piel del abdomen, por encima del ombligo,
indicaba una caída más o menos brusca del potencial de la superficie, que volvía a subir
con el relajamiento de los músculos y la expiración. En cambió, las variaciones eran
casi nulas en los sujetos con bloqueo emocional o caracterizados por una fuerte rigidez
muscular.

Ahora podía relacionar estos fenómenos sociológicos con los fenómenos fisiológicos y
encontrar en éstos una prueba de su hipótesis energéticas: la existencia de un campo
energético continuo entre el centro y la periferia del organismo y, por otra parte, un
aliciente a su concepción del organismo como una vejiga membranosa, recorrida por
corrientes energéticas.

Sobre todo confirmó a Reich en la hipótesis vegetoterapéutica que el placer y la


angustia eran las dos emociones fundamentales de la substancia viva, en torno a las que
gravita el funcionamiento completo del organismo.. El placer era la única emoción
capaz de aumentar la carga bioeléctrica de la piel (atestiguando de esta forma la
presencia de un flujo energético del centro hacía la periferia) mientras que la angustia
determinan una caída de dicha carga.

Puesto que solo la sensación agradable iba acompañada de un aumento de la carga de


superficie, y puesto que dicho aumento llegaba a su punto culminante en la excitación
precedente al orgasmo, la sexualidad apareció en base experimental, tal como Reich
había sostenido siempre, el mismo núcleo de la vitalidad, la esencia misma de la vida.
A su vez la angustia, fundamentalmente antítesis funcional de la sexualidad, apareció
análoga a la muerte, aunque no idéntica a ella.

De la bioeléctricidad al orgón

A través de estos y posteriores experimentos y partiendo de la hipótesis inicial de que la


energía presente en el orgasmo era la misma que actuaba en la reproducción celular, en
toda forma de vida y en el mismo proceso de generación de la vida a través de la
disgregación biónica de la materia.. Dicha energía provenía además en forma de
radiaciones del sol y por ello estaba "en todas partes..." La energía que Reich había
descubierto estaba presente también en los organismos vivos, que evidentemente la
toman de la atmósfera y directamente del sol.

«Era la misma energía con la que mis biones destruían las bacterias y las células
cancerosas: la única diferencia estaba en el hecho de que, en este caso, la energía
estaba contenida en las minúsculas vesículas azuladas.»

La energía fue bautizada orgón. Este término indica la historia de su descubrimiento, y


en concreto al hecho que se había llegado a su descubrimiento a través de la fórmula del
orgasmo, y a su efecto biológico (cargar las sustancias orgánicas).

Toda la materia viva y no viva puede ser considerada como el resultado de una
transformación mas o menos definitiva de la energía orgónica libre. Ésta podía ser
definida como la energía que precede a la materia y la genera. Al mismo tiempo la
energía atómica, proveniente de la disgregación del átomo - que a su vez es el elemento
fundamental del universo según la física clásica - podía ser considerada como la energía
que nace la destrucción de la materia, la energía residual de la materia.

El acto copulativo, con su posición, con sus movimientos y también por su convulsión
orgástica, demostró ser un proceso de fusión de las corrientes energéticas de los dos
organismos, el masculino el femenino. Con esta fusión la corriente de cada organismo
puede finalmente evadirse del envoltorio en que está normalmente encerrada y puede
así expansionarse dentro del sistema más amplio de la “pareja de amor”. Esto explicaba
finalmente el sentido de “desindividualización”, de “pérdida del conocimiento”, de “ir
más allá de uno mismo”, de “comunicación cósmica”, que el arte, la filosofía y tantas
expresiones humanas siempre han captado más o menos vagamente en la experiencia
sexual intentando describirla directa o simbólicamente.

«El reflejo del orgasmo -escribía Reich en 1945- es independiente de la descarga


seminal...»
Teoría de la economía sexual

La teoría de la economía sexual puede desarrollarse de la manera siguiente:

La salud psíquica depende de la potencia orgástica, o sea, de la capacidad de entrega en


el acmé de excitación sexual durante el acto sexual natural. Su fundamento es la actitud
caracterológica no-neurótica de la capacidad de amar.

La enfermedad mental es un resultado de las perturbaciones de la capacidad natural de


amar y de relacionarse adecuada y satisfactoriamente con los demás.

En el caso de la impotencia orgástica, de la cual sufre una enorme mayoría de los seres
humanos, la energía biológica está bloqueada y se convierte así en fuente de las
manifestaciones más diversas de conducta irracional (bloqueo emocional, exclusión).

La cura de los trastornos psíquicos requiere en primer término el restablecimiento de la


capacidad natural de amar. Ello depende tanto de las condiciones sociales como de las
condiciones psíquicas.

Las perturbaciones psíquicas son el resultado del caos sexual originado por la naturaleza
de nuestra sociedad; caos que ha tenido como función el sometimiento de las personas a
las condiciones existentes. Sirve el propósito de obtener el anclaje psíquico de una
civilización mecanicista y autoritaria, haciendo perder a los individuos la confianza en
sí mismos.

Las energías vitales, en circunstancias naturales, se regulan espontáneamente, sin ayuda


compulsiva medicamentosa, la cual indica con seguridad la existencia de tendencias
antisociales. La conducta antisocial surge de pulsiones secundarias que deben su
existencia a la supresión de la sexualidad natural.

El individuo educado en una atmósfera de negación de la vida y del sexo contrae


angustia de placer (miedo a la excitación placentera), que se manifiesta fisiológicamente
en espasmos musculares crónicos.

Esa angustia de placer es el terreno sobre el cual el individuo recrea las ideologías
negadoras de la vida que son la base de las dictaduras. Es la base del miedo a una vida
libre e independiente.

Se convierte en una poderosa fuente de donde extraen su energía individuos o grupos de


individuos a fin de ejercer toda clase de actividad represiva.

Es una angustia biofisiológica y constituye el problema central de la investigación


psicosomática. La persona neurótica sólo puede experimentar esta angustia como algo
siniestro y atemorizante.

La estructura caracterológica del hombre actual se caracteriza por un acorazamiento


contra la naturaleza dentro de sí y contra la miseria social que lo rodea.

Este acorazamiento del carácter es la base de la soledad, del desamparo, del insaciable
deseo de autoridad, del miedo a la responsabilidad, de la angustia mística, de la miseria
sexual, de la rebelión guerrillera impotente así como de una resignación artificial y
patológica de droga y alcohol.

Los seres humanos han adoptado una actitud hostil a lo que está vivo dentro de sí
mismos, de lo cual se han alejado. Este enajenamiento no tiene un origen biológico y
económico, sino social y psicológico.

Desde hace mucho el deber y la obligación han sustituido al goce natural del trabajo y la
actividad. La estructura caracterológica corriente de los seres humanos se ha modificado
en dirección a la impotencia y el miedo a vivir en actitudes de irresponsabilidad y de
infantilismo. La catástrofe internacional que atravesamos es la última consecuencia de
esa enajenación respecto de la vida.

La formación del carácter en la pauta autoritaria tiene como punto central no el amor
parental, sino la familia autoritaria. Su instrumento principal es la supresión de la
sexualidad en el infante y en el adolescente.

Debido a la escisión de la estructura del carácter humano actual, se consideran


incompatibles la naturaleza y la cultura, el instinto y la moralidad, la sexualidad y la
realización. Esa unidad de la cultura y la naturaleza del trabajo y del amor, de la
moralidad y la sexualidad, que eternamente anhela la raza humana, continuará siendo un
sueño mientras el hombre no permita la satisfacción de la gratificación sexual natural de
parte de las existencias biológicas.

Hasta entonces la verdadera democracia y la libertad responsable seguirán siendo una


ilusión. Hasta entonces prevalecerá el aniquilamiento de la vida, sea en forma de una
educación compulsiva, sea en instituciones compulsivas, sea en sacrificios estériles e
inútiles de depresiones económicas inflacionarias con peticiones impulsivas de
producción o sacrificios, o mediante guerras.

En el campo de la psicoterapia, el principio fundamental de la técnica es la restauración


de la motilidad biopsíquica por medio de la disolución de las rigideces
(acorazamientos) del carácter y de la musculatura.

Esta técnica psicoterapéutica fue experimentalmente confirmada por el descubrimiento


de la naturaleza bioeléctrica de la sexualidad y la angustia. La sexualidad y la angustia
son las direcciones opuestas de la excitación en el organismo biológico: expansión
placentera y contracción angustiosa.

La fórmula del orgasmo que dirige la investigación económico-sexual, es la siguiente:


tensión mecánica - carga bioeléctrica - descarga bioeléctrica - relajación mecánica. Esta
demostró ser la fórmula del funcionamiento vital en general.

El hecho de que el hombre sea la única especie que no cumple la ley natural de la
sexualidad es la causa inmediata de una serie de desastres terribles. La negación social
externa de la vida conduce a la violencia, así como a perturbaciones psíquicas y
somáticas del funcionamiento vital.

El proceso sexual, o sea, el proceso biológico expansivo del placer, es el proceso vital
productivo per se.
La tergiversación social de la vida de amor natural y el empeño a negarla a los niños y
adolescentes representa un estado de cosas, característicamente humano que se extiende
más allá de los límites de cualquier Estado o grupo.

La represión sexual, la rigidez biológica, la manía moralizadora y el puritanismo no


están confinados a ciertas clases o grupos sociales. Existen por doquier. Aprobación y
desaprobación, según el caso, han sido justificadas por la misma ideología.

En realidad, esclarecer la función de lo viviente sólo amenaza una actitud y una clase de
orden social y moral: el régimen autoritario de cualquier clase, que, mediante una
moralidad compulsiva y una actitud también compulsiva frente al trabajo, intenta
destruir la decencia espontánea y la autorregulación natural de las fuerzas vitales.

El auténtico anhelo de democratizar la vida social, tan antiguo como el mundo, se basa
en la autodeterminación, en una socialidad y moralidad naturales, en la alegría en el
trabajo y la felicidad terrenal en el amor. Quienes sienten ese anhelo consideran toda
ilusión un peligro.

En el campo de la higiene mental, se trata de la tarea ímproba de reemplazar el caos


sexual, la prostitución, la literatura pornográfica y el gangsterismo sexual, por la
felicidad natural en el amor garantizada por la sociedad.

Eso no implica ninguna intención de destruir la familia o de minar la moral. De hecho,


la familia y la moral están minadas por la familia y la moralidad compulsivas.
Profesionalmente, debemos acometer la tarea de reparar el daño causado por el caos
sexual y familiar en forma de enfermedades mentales.

La función natural de la socialización del hombre es garantizar el trabajo y la


realización natural del amor. Esas dos actividades biológicas del hombre siempre han
dependido de la investigación y pensamientos científicos, no de administraciones
públicas ni de sistemas filosófico-económicos. El conocimiento, el trabajo y el amor
natural son las fuentes de la vida. Deberían también ser las fuerzas que la gobiernan, y
su responsabilidad total recae sobre todos los que producen mediante su trabajo.

El médico o el maestro sólo tienen una obligación: practicar su profesión firmemente,


sin transigir con los poderes que intentan suprimir la vida y considerar únicamente, el
bienestar de quienes están a su cuidado. No pueden representar ideologías que se hallen
en conflicto con la verdadera tarea del médico o maestro.

La hipocresía moralizadora es el enemigo más peligroso de la moralidad natural. La


hipocresía moralizadora no puede combatirse con otro tipo de moralidad compulsiva,
sino con el conocimiento de la ley natural de los procesos sexuales.

La conducta moral natural presupone la libertad de los procesos sexuales naturales.


Recíprocamente, la moralidad compulsiva y la sexualidad patológica corren parejas.

La línea de compulsión es la línea de menor resistencia. Es más fácil exigir disciplina y


reforzarla con la autoridad, que educar a los niños mediante una iniciación gozosa en el
trabajo creativo y la conducta sexual natural.
Es más fácil insistir en las manifestaciones de respeto y amor legalmente determinadas
que conquistar la amistad mediante una conducta auténtica y decente.

Es más fácil vender la propia independencia a cambio de una seguridad económica, que
llevar una existencia independiente responsable, y ser su propio dueño.

Es más fácil ordenar a los subordinados o pacientes lo que deben hacer, que guiarlos
respetando al mismo tiempo su individualidad. Es más fácil representar lo vulgar y lo
mediocre y más difícil representar la verdad.

Sea cual sea el resultado, para las generaciones venideras, de las luchas sangrientas de
nuestro mundo dislocado, la ciencia de la vida es más poderosa que todas las fuerzas
negativas y todas las tiranías.

Fueron Galileo y no Nerón, Pasteur y no Napoleón, quienes sentaron las bases de la


técnica moderna, combatieron las epidemias; quienes exploraron la mente; quienes, en
otras palabras, dieron un fundamento sólido a nuestra existencia. Los otros nunca
hicieron otra cosa que abusar de las realizaciones de los grandes hombres para destruir
la vida.

Si quiere profundizar en las ideas de Reich puede hacerlo a través de la siguiente


bibliografía básica, casi toda publicada en castellano por la editorial argentina
Paidos:

Análisis del carácter


El carácter genital y el carácter neurótico
La psicología de masas del fascismo
La revolución sexual
La función del orgasmo (el descubrimiento del Orgón)
Biopatia del cáncer

Sobre su obra, para tener una idea del conjunto, aunque muy difícil de encontrar, por
encontrarse agotado.

Wilhelm Reich. Biografía de una idea. Luigi di Marchi - Peninsula -1974

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