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CATASTROS
Y JUICIOS
Pablo Camus
DE CATASTROS
Y JUICIOS
El viaje por los CATASTROS Y JUICIOS pretende ser el naufragio
del hombre en la mirada del poeta, un alma distendida que medita y que sueña
en la inmensidad, la mirada que conversa frente al espejo. Aquí, la atracción
hacia el poema radica, tal y como plantea Bachelard, en que el alma pueda
encontrar en un objeto el nido de la inmensidad. Esta búsqueda se aferra al
espejo y su reflejo, una conversación que inunda el espacio íntimo del poeta.
Es en esta conversación donde la mirada comienza a detonar la imaginación. En
cierto sentido, el espejo ilumina el camino, la puerta a la que el poeta quiere
llegar para iniciar su travesía, un viaje sin retorno después del sueño.
Pablo Camus
DE
CATASTROS
Y JUICIOS
Pablo Camus
“En el alma distendida que medita y que sueña, una inmensidad parece
esperar a las imágenes de la inmensidad. El espíritu ve y revé objetos.
El alma encuentra en un objeto el nido de su inmensidad”.
GASTON BACHELARD
GONZALO ROJAS
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Perfilamos la humedad,
la contención del pulso en una mano,
divagaciones que se cruzan
que evacúan una ancianidad temprana,
dibujos que se apresuran a narrar
el bullicio de la noche,
los ojos en la licencia
y una conversación en el tabique.
Expresamos el pulso,
señas de amor y golpes de invernaderos,
una filosofía que se figura
que autoconstruye locamente en las cabezas,
locamente en la hondura que perfila
charcos en la radiografía del alma,
y vuelve la burbuja,
el deseo interrogado entre los ojos,
en los pasadizos apresurados de letras
para emprender sepulturas
y perforar la corteza de la memoria.
Espejos y semblantes
y amanece un halcón moribundo,
anuncia la aparición de un ejército,
el semblante de tambor que se arma cuerpo a cuerpo en una estampa,
cuerpo a cuerpo un átomo de luz para una fotografía dulce.
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Pintarte la primera capa con hielo de luna, una transfusión de
charcos sobre las cabezas.
Y en la cadera, donde puedo expulsar la fuerza para entrar en el
espacio de la lluvia, un trueno para acelerar el jadeo en los tablones,
un bosquejo donde pensar y trabajar las erecciones a fuego de
cerebro, en la calvicie de un caballero estremecido por el rostro,
por un relámpago encaminado hacia el olvido.
Hueso de mi hueso,
es preciso absorberte el precipicio,
desbordar la flor sobre el sudor que se empasta en la orogenia de la piel,
mujer, para disfrazarte de amarillo
-22- es preciso encaramarte sobre el vientre,
y sobre tus pechos,
afilar fusiles para acribillar el precipicio,
las imágenes que anuncian mochilas de amor sobre la hierba,
una respiración que late ola, y ola para festinar
nuestra ficción de gemidos a la orilla de un abismo,
en el placer que se narra en las raíces de una acacia.
En lo germinal de tu reseña,
vitamina de mis plantaciones,
es inaplazable despuntar el miedo
y derribar acantilados sobre la escritura.
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Una mujer peina sus gritos de plata, el borde de unas telas que bajan
por la calvicie de su brazo, metales donde grabar unos lamentos,
miedo y fruslería en la estela de una máquina para adelgazar la
poesía, cuentos de urbanidad, detalles en prosa que empapelan el
témpano que se antoja, un ártico que desgracia su placer en la
contención del lápiz, esculpiendo el hijo de un árbol hecho lienzo.
Una mujer zarpa las glorias en el papel, traga vestigios del idioma y
se gusta punto, libertad pausada, una seda erguida en la punta de
sus pechos, cogida a su entrepierna rasca la fruslería de su carne,
la arma asma para cultivar embriones de letras y sacudirlas en la
pared de su cosecha, en el plano gris que se macera sobre la sábana,
un espacio de lucha, libertad de ritmo y una idea, ritmo y una idea,
miedo en la calcomanía, una esfinge, un eslabón dispuesto a la
tecnología de las manos, una máquina que se ensaña al domesticar
la cápsula de la imagen, un candelabro que va huyendo por el monte,
por la ciénaga, donde una mujer se peina nocturna tras los muros.
Miedo, fruslería para un escrito que se encumbra sobre las persianas,
una mamífera contenida, un instinto de equilibrio que resquebraja
la escalera, una mirada que se pierde noctámbula, inmóvil para una
ciudad que se agolpa en la clandestinidad, un cerebro que resiste el
acento furtivo de un poeta, la persiana boca arriba, un ansiolítico
de continuidad para una mujer que se viste crítica, estimulada al
lado oscuro de la belleza, al lado sublime de un tacto que se escribe
sin tiempo.
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DE CATASTROS Y JUICIOS
Indice
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Dibujo de Aldo Alcota para DE CATASTROS
Y JUICIOS
DE CATASTROS Y JUICIOS
©Texto: Pablo Camus.
©Diseño: Guillermo Roqués.
©Dibujos: Aldo Alcota.
©Maquetación: Guillermo Roqués.