PALINDROMOS Y RETROGRADOS
Antonio Alatorre
Después de tener durante unas semanas en sala
de espera el mimero de marzo de Paréntesis, pot
fin me pusea leerlo a comienzos de mayo. Lo he
devorado enterito. Bs mejor atin que los anterio-
res, el més descaradamente literario, a tal punto
que bien podria ser sefialado con indice de fuego
como muestra de total escapismo; nula acencién
alos graves problemas de nuestro tiempo y nues-
tro entomno; irresponsabilidad; gusto por lo rato,
por lo exquisito. (“Cosa rara”, en portugués, se
dice “coisa exguisita”,) Todo el nximero me ha gus-
tado. Se ajusta rigurosamente al ideal horaciano
de mezclar lo dulce y lo utile. He aprendido mu-
chisimo. Sin ir més lejos, yo no sabia acerca de
Lafeadio Hearn ni la décima parte de lo que me
hace saber Aurelio Asiain. (Naturalmente, algui-
nos dirén que conocer a ese “raro” no es de ni
‘guna ucilidad.)
Lo que mas me ha llamado la atencién es el
lugar especial que se daa los palfndromos. Son una
de tantas rarezas, pero es como si se viera en ellos
cl patadigina mismo de “lo raro”, a expresién més
radical del “arte por el arte”. Lo que sobresale en la
portada es este anuncio: “Palindromos de Pablo
Helguera” (en ver de, por ejemplo, “Niimero espe-
cial dedicado a los Raros"); al comienzo, en ver de
“Contenido” 0 “Indice del presente nximero”, Io
quese lee es“ la moda, démala” (buen paliadromo
y sabio consejo); yal final, en las fichas bio-il
grificas de “los autores’,! se dice de Juan Filloy
“Hay quien dispura la afirmacidn dle que es el au-
tor con més palindromos de la historia’; y de Darfo
Lancini: “reconocido como el gran maestro de
palindromos en Hispanoamérica, autor del libro
tra Darto” (precioso titulo).
Yo, la verdad, a Filloy y a Lancini no los conocta
ni de nombre, lo cual se debe simplemente a mis