Está en la página 1de 68
Bryan S. Turner EI cuerpo la sociedad SOCIOLOGIA ae Fondo de Cultura Economica PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA Fildsofos y socidlogos han debatido, largamente el problema de la accién social y la voluntad individual en el contexto de la historia y la estructura social. De hecho, puede decirse que el problema de la libertad humana, Ja voluntad individual y la determinacién social constituye una de las cuestiones centrales de la civilizacién occidental. La historia de la teologia cristiana ha girado en torno de este problema de la voluntad de Dios en relacién a la accion humana, Si bien el problema sociolégico de la accién y la estruc- tura ha sido un tema del pensamiento social contempordneo, el caracter del agente humano ha sido en realidad bastante menos- preciado por la filosofia y la teoria social de nuestro tiempo. Por supuesto, los antropélogos han investigado y analizado las carac- teristicas de la corporificacién humana‘en el mundo, pero carecemos de una investigacién sociolégica de los rasgos sociales de los cuerpos y de la encarnacién humanos en la sociedad capitalista industrial contemporanea. Hay también una tradicién importante de feno- menologia y psicologia social de la corporificacién y los ademanes humanos, Ademés, el problema de nuestro ser en el mundo ha sido explicado dentro del existencialismo y de manera especffica desarro- llado en Ia inspiracién de Heidegger, pero nos hace falta una pers- pectiva caracteristicamente sociolégica del cuerpo. Esta ausencia de una teorfa social del cuerpo es, en un nivel, un tanto cuanto peculiar, puesto que en la tradicién cristiana occidental el cuerpo ha sido una metéfora persistente de las rela- ciones sociales. Fue el cuerpo humano quien proveyé un lenguaje metaférico a la teologia cristiana, la cual concebia a la Iglesia como el cuerpo de Cristo y consideraba a la comunidad religio- sa como una fraternidad vinculada por la fe y la sangre. Mas tarde, estas metdforas somiticas se desarrollaron para conceptualizar a la politica en la idea del cuerpo politico, y a lo largo de este periodo las nociones médicas de salud y enfermedad suministraron el marco esencial para las teorias de la estabilidad individual y la armonia social. Por ejemplo, en el siglo xvi, los médicos, quie- nes vieron en la enfermedad del. cuerpo individual el simbolo y la metdfora del caos y el colapso politicos, tenfan la idea de que la obesidad era el defecto fundamental de la estructura politica, El cuerpo del rey constituia asimismo un tema dentro de la concep- tualizacién de la autoridad politica, de tal manera que el regicidio 9 Tena Tvek CU Cty 10 PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA i PREFACIO A’LA EDIGION ESPANOLA Tp teed debfa tratarse con una cientifica y violenta forma de tortura. En la tradicién occidental, por consiguiente, la relacién entre los va- lores y la corporificacién fisica, entre la espiritualidad y la cor- porificacién, y entre la vida de la cognicién y la vida de la sen- sacién ha sido un motivo central -de la teoria politica y cl desarrollo teolégico. Aun ‘cuando el-cristianismo suele presentarse como una tradicién espiritual y metafisica, es interesante considerar la cen- tralidad’de las metdforas corporales en el corazén de la teorizacién abstracta cristiana-del alma. El cuerpo de Cristo, la sangre de la salvacién, el agua del bautismo, el pan de la Comunién, el cuerpo quebrado del Salvador: -estos han sido los simbolos constantes del pensamiento’ y la experiencia’ cristianos, que obran en oposicién a la iradicién’ sacerdotal de la abstr i La ausencia del.cuerpo en Ia teorfa social és, desde luego, jus- tamente considerada, tan s6lo una ausencial parcial. Por ejemplo, podemos argiir que la nocién del homo-duplex es una cuestiéa recurrente en el ‘psicoandlisis y la sociologia, En la teoria social * freudiana, las instituciones de la civilizacién son levantadas en contra de las poderosas energias del ello. Para Freud, Jos rituales y tabites de la civilizacién eran un mal necesario, pues el orden social y la: raz6n se asentaban en una cierta subordinacién y’su- blimacién del afecto y la émocién desnuda. ‘Los origenes de la civilizacién estaban localizados en el com- plejo de Edipo, en donde el rechazo de Ja vinculacién ‘sexual entre parientes provey6 el fundamento. eséncial de la estabilidad politica, a costa del contentamiento y la satisfaccién’ individua- ies. En. el freudismo, el deseo estA situado en una posicién total- mente opuesta ‘a: Jas estructuras reguladorag de la sociedad civi- -lizada, Estos modelos dicotémicos de necesidad versus orden fuc- ron también significativos en la obra de Durkheim, quien, de modo semejante, concebia la’ estabilidad de la sociedad moderna | como un orden basado’en el consenso' normativo en contra del | destructor capricho del deseo individual. El crecimiento de las expectativas en la sociedad modcrna puso en obra una ‘condicién de anomia que negaba Ja posibilidad de la regularidad y la soli- daridad social. En la sociologia de Weber, esté presente también este tema de la contradiccién- entre, por un lado, el habito y el sentimiento, y:por el otro, la Iégica de hierro de la razén y Ja ra- cionalidad. ‘El andlisis del ascetismo que hace Weber puede ser visto como una teoria de la racionalizacién del cuerpo, en donde la disciplina mondstica se usa para sofocar la incesante demanda de impulso sexual. En:la- teoria critica, podemos observar que el desartoilo de la moderna sociedad racional se’ encuentra. también ‘basa Ja negacién de las energias libidinosas, de mancra_que la ilustracién. se func a én la contenci6n del cuerpo 'y la sub nacién: de Ja emocién irracional. Estos temas de la racionalizacién “versus ef déseo formaron parte del proceso global de 1a -civiliza- cién,.en donde, segtin Elias, el desarrollo del tenedor es simbélico de la subordinacién del poder militar y las caracteristicas: bélicas. Ea regulacién del acto de. escupir es, por tanto, significativa; como wna medida del individualismo y del manejo higiénico. racionai del espacio’ social. fo A pesar de que en Ios tiempos modernos ha: tenido lugar el acontecimiento de Ja sociobiologia, este estudio se apoya en el argu- mento de que las teorias conductista y positivista del cuerpo son por completo irrelevantes para una apreciacién sociolégica de los rasgos centrales de la corporificacién social. No obstante que el cuerpo se encuentra primordialmente ausente del niicleo de la teo- ria.social, un examen .cuidadoso. del pensamiento clasico. muestra que la idea de la corporificacién social ‘era fundamental en las evaluaciones radicales vi criticas de la sociedad. El epicureismo constituyé una exposicién primitiva de una critica materialista de la vida social y de Ja teoria politica a partir de la:posicién de un hhedonismo ético que conceptualizaba al mundo como un conflicto entre jos Atomos reales y un vacio‘caético. Para_Epicuro, todo conocimiento se fundaba en las sensaciones, las cuales son. impre- fies bechas..sobre..l._al el hombre por las imdgenes que se filtran_a través de.él, yprovienen de la estructura atémica basica ‘de ja realidad. Eran, de acuerdo con Epicuro, estas repetidas sen- saciones las que daban pie a la posibilidad de la concepcién moral y el juicio ético, Las sensaciones no pueden ser nunca falsas, si bien pueden no:ser claras, y fue sobre esta base que Epicuro de- sarrolié una epistemologia materialista de la sensacién y la creen- cia, El epicureismo desarrollé también una teoria social-en la cual ‘Tos intercambios que tienen lugar a la mesa suministraban Ja ur- dimbre de las relaciones politicas y sociales fundamentales. En este sentido, es la confraternidad asentada en la primitiva prdc- tica de comer la‘ que provee el nexo esencial de las colectividades sociales m4s grandes. El proceso més fundamental es la digestién, y-es el intercambio que surge de la practica digestiva lo que pro- porciona los cimientos materiales de formas sociales: inds abstracta: Es importante que recordemos que la sociologia significa Jite- ralmente Ja sabiduria de la coparticipacién, y de’ ahi que la socio- jogia se ocupe de manera fundamental del andlisis de la recipro- Toe eS ee ere ee Re ie PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA cidad, el intercambio y la-comunicacién, en donde el medio del intercambio es tanto simbélico como material. El epicureismo es- tuvo sumergido por siglos, pero podemos sostene: | desarrollo del materialismo~en—el~siglo” x1x—proporcioné un_paralelo.a_las de Epicuro sobre el alimento, el-materialismo_y-la_camara- deria. Fue Feuerbach quien subrayé la importancia de la activi- dad practica sensual en el examen de la esencia humana. Para Feuerbach, los seres humanos se apropian la naturaleza al comer- la y, en consecuencia, el hombre es lo que come, Esta nocién de la accién sensual y practica encarnada fue acogida finalmente por. Marx, cuyo concepto. de la praxis engloba-la-nocién. del. tra- bajo sobre la naturaleza como la actividad humana. basica. Puesto. | que nuestros cuerpos son parte de la naturaleza, el trabajo debe comprender el trabajo sobre nuestros cuerpos, los que son trans- formados de.modo constante por las practicas culturales_y polit cas, Del marxismo derivamos la posicién de que cualquier andlisis del agente debe fundarse en la teorfa de la corporificacién huma- na como ¢l rasgo fundamental para toda nocién materialista de la accién y la practica. El interés moderno en el cuerpo como un problema de la teoria social, debe mucho al pensamiento social francés contem- pordneo. Este estudio particular del cuerpo y la sociedad es un intento de utilizar las teorias de Foucault para desarrollar una posicién més precisa y detallada con respecto al problema del ‘cuerpo en Ja modernidad. Foucault ha sostenido que la biopoli- tica ha Ilegado a ser la cuestién principal de la politica de Estado 'y de las luchas populares contemporéneas, ya que la expansién del saber y del poder nos ha forzado, por vez primera, a asumir ‘la cuestién precisa de-la vida misma como el asunto central de la lucha politica global y del andlisis, Qué es una persona? Esta ~cuestién sdlo puede ser resuelta a través de un examen.mas fun- damental de lo que es tener un cuerpo, desde el momento en que la ingenieria biolégica contempordnea ha transformado el tradi- cional. problema filoséfico de la persona versus el cuerpo en el problema critico de la guerra y la politica de Estado. En la socie- dad contempordnea, estos acontecimientos técnicos y cientificos han modificado los problemas morales del aborto, el suicidio y el infanticidio, pues el cambio técnico ha elevado a un nuevo nivel el problema de a quién pertencce el tejido del cual estan hechos los seres humanos. Detrds de estos desarrollos en el pensamiento social francés yacen el enigma y la cuestién de Nietesche, Es paraddjico. que fuerz PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA 13 Nietzsche legue de pronto a convertirse ‘en el punto central del pensamiento social francés; habiéndole sido negado tin lugar ‘pro- minente en la teoria alemana. La filosofia_radical de Nietzsche puso en cuestién la prioridad de la conciencia y la individualidad subjetiva, pues Nietzsche afirmaba que la conciencia era pardsita de_ a_voluntad de “poder. La ética ¥. e] saber se convierten en meras racionalizaciones de procesos més fundamentales en la vida misma. Debido a que Nietzsche contemplé al resentimiento como una fuerza fundamental de la civilizacién, concibié el intelectua- lismo ‘como la negacién de los procesos afirmadores de Ia vida y: por tanto, el pensamiento llega a ser secundario a la vida ge- nuina. El resentimiento, en ética, se convierte en el principal medio institucionalizado para la negacién del afecto, el poder y el pro“ ceso afirmador de la vida. La, a _opesicién de Ni re Apolo y Dionisos suministra una perspectiva convi del papel de la religién y la moralidad en relacién a los procesos fundamentales la vida. Esta oposicién fue finalmente desarrollada por Freud Fcontraste entre el super-ego y el. ello, en Weber entre la razén y la costumbre, y en Adorno entre la: razén técnica y las vitales, ‘ = Estas indicaciones de una sociologia del ‘cuerpo suscitan la pregunta primordial de semejante proyecto, a- saber, gqué es el cuerpo? Podemos expresar mejor la naturaleza de la'corporificacién a partir de una serie de paradojas. Experimentamos ‘nuestro 'cuer po como limite y como medio que constrifie y restringe nuestros movimientos y deseos. Esté entorno, no obstante, és ‘mi. eritornd sobre “el cual tengo lina soberania espontdnea y total, “si bier no es-necesariamente él caso de que yo posea mi ‘cuerpo. Aun cuando ciertas categorias de personas vio son “duefias' de’ sus ‘cuer- pos, existe un argumento fénomenblégico al efecto de que ‘tenemos el control espontaneo, inmediato 'y soberano del -cuerpo. Esta pa‘ radoja puede expresarse diciendo ‘que yo tengo’ un cuerpo, pero” también soy un. cuerpo: Esto es, mi cuerpo es una presencia inme- diata Vivida, mas que un simple entorno ‘extrafio y objetivo. Et fallecimiento de mi cuerpo’es el mio, y la terminacién de ‘mi presencia es co-terminal con’ Ja-historia de ‘mi cuerpo’ totalmente Yinico y particular. Fsta paradoja puede: asimismo: expresarse “en Ja nocién de que, no obstante que tengo un cuerpo, también pro- | duzco un cuerpo.’ Nuestra’ corporificacién: requiere ‘constantes * y continuas practicas de trabajo corporal, por medio del cual man tengo y presento de forma constante a mi cuerpo en un’ marco: social-en donde mi prestigio, persona y status giran todos de ma= 14 PREFACIO A LA EDIGION ESPANOLA nera:-fundamental alrededor de mi presencia corporificada .en el espacio social significative. En el lenguaje del socidlogo norteame- ricano. Goffman, debo emprender la creacién de un rostro y la repa- racién corporal con el fin de evitar las peligrosas consecuencias de Ja turbacién. y el mal .comportamiento. Mi rostro, tanto fisica como metaféricamente, es fundamental para mi presencia social y mi prestigio: individual. La estigmatizacién de mi persona obra a su vez en el.nivel de la degradacién corporal. Esta nocién de la cor- porificacién vivida puede ser ilustrada a partir de un examen de la afeccién [disease] -y la enfermedad [sickness], Segan el modelo médico, una afeccién.es un mal funcionamiento orgdnico; no vo- luntario; del erganismo humano, que constituye el objeto de es~ tudio de expertos técnicos competentes llamados. médicos, en donde este mal funcionamiento no alcanza un minimo de aceptabilidad social. En este sentido, una afeccién es un evento sobre el cual no poseo ningtin control y que me ataca desde el exterior como una invasién extrafia y alienante. Sin embargo, Jos. seres humanos qua: seres humanos siempre ejercen una practica cognoscible sen- sorial sobre su ambiente, y una afeccién puede -convertirse en la propiedad personal de un actor sensorial, de tal manera que ella llega a-formar parte’ del proceso vital de una personalidad dada. La gota constituye un ejemplo util de este proceso, ya que,.si bien aquélla- consiste en un ataque al pie, podemos asimismo hablar de una persona como. gotosa, por Io cual queremos significar que esa persona, toma posesién de esta afeccién, transformindola en una: enfermedad significativa. Los seres humanos, en este sentido, no son simples recipientes de procesos corporales,-sino que acttian en el nivel de la fisiologia y la: biologia. Tenemos afecciones, pero también las producimos, desde el momento en que una aleccién se vuelve-una practica social. Este debate en torno a la afeccién y la enfermedad pone de manifiesto, de modo importante, el cabal dilema de la frontera entre la persona, la sociedad y la naturaleza. Aunque Jos socidlogos se encuentran familiarizados en la ac- tualidad-con la nocién de que la naturaleza no es una entidad fija y dada, sino un fendmeno que a su vez es-el efecto de las practicas culturales, histéricas y sociales, “los primers ‘no han seguido, en medida relevante, la idea de que el- cuerpo, en tanto parte de la naturaleza,; esté asimismo sujeto, en consecuencia, a estos procesos histbricos. ¢Esté mi cuerpo en la naturaleza o en Ja-cultura? gCémo podriamos determinar los Mmites entre estas entidades? En una perspectiva marxista, podemos sostener que el proceso del desarrollo social: implica una, trayectoria-en la cual las fronteras de fa -na- PREFACIO A LA EDICGION ESPANOLA 15 turaleza son forzadas.a retroceder bajo el impulso del cambio so- cial y tecnolégico. Como consecuencia de este proceso, .el. propio cuerpo llega a ser tansformado. por los procesos sociales de la industrializacién, el capitalismo y la ciencia; esto es, por la racio- nalizaci6n. El cuerpo constituye un blanco de la’rationalizacién moderna, pues se convierte en el objeto del poder y del saber. El- cuerpo, puede dejar de ser un entorno espontneo y natural bajo las fuer- zas de las ciencias del.cuerpo.y de. la industrializacién del: entorno del cuerpo. Podemos conceptualizar a la cultura moderna como un proceso de individualizacién y de manejo racional. Estos pro- cesos son bien ilustrados por la historia de la dieta. La dieta sig- nifica, en la medicina griega, un modo de. vida y es un compo- nente del régimen médico, donde el régimen mismo significa ‘una forma_de gobierno. El cuerpo, por medio de la medicina y la dicta, se convierte en el blanco de estos procesos politicos, por los cuales nuestros cuerpos son regulados y administrados en aras del orden social. Asif como Ja dieta lleg6 a ser desarrollada, cada vez en mayor grado, por la teoria cientifica; el cuerpo mismo se con- virtié en el foco de Jas prdcticas cientificas, El desarrollo de la dieta moderna con las nuevas teorlas de las calorias y la termo- dindmica, puede ser tomado como una ilustracién de este macro- proceso, por el cual el ascetismo del monasterio se transforma en las disciplinas de la vida diaria, Dentro de un anilisis m4s gene- ral de la cultura, podemos observar. el desarrollo de una forma de carcter sistemdtico y racional como otra dimensién de. este proceso. A pesar de que en la teorfa feminista el corsé es consi- derado. como Ja imposicién de normas masculinas sobre la vida femenina, podemos también -sefialar que el cuerpo suelto es el cuerpo inmoral. El corsé era. parte de un tejido moral que imponia la virtud por conducto del acordonamiento de la-corporificacién de la persona. Estas _consideraciones ‘conducen, asimismo, a una indagacién acerca de la relacién entre la arquitectura y el cuerpo. Como ha hecho notar Foucault, el siglo xx fue un periodo de un desarrollo institucional significativo, bajo la directriz general del’ panopticis- mo, en el cual Jos cuerpos aprisionados se volverian cuerpos déci- les, eficaces y provechosos. La arquitectiira dé Ja prisién dio lugar a un nuevo régimen de disciplina y control: por medio del cual los cuerpos desviades y desocupados serian transformados, a tra- vés de Ja educacién moral, en ciudadanos «tiles. Estas modifica- ciones. arquitecténicas acogieran -tanto a las: instituciones penales 16 PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA y educacionales como a las organizaciones médicas en este perio- do, y la difusién de los principios benthamitas puede verse a lo largo y ancho de la entera Commonwealth y de la sociedad im- perial de la cultura europea. Siguiendo a Foucault, podemos distinguir entre la poblacién de cuerpos y el cuerpo de los individuos, de tal manera que una sociologia del cuerpo seria, ala vez, una demografia social y un anilisis de la corporificacién individual. Ademés, podemos distin- guir entre los problemas de la exterioridad del cuerpo y los de su interior: Al combinar estas distinciones podemos traducir el pro- blema hobbesiano del orden a un marco diferente. La sociologia del cuerpo consistirfa en un estudio del problema de la reproduc- cién de las poblaciones a través del tiempo y de la regulacién de las poblaciones en el espacio, Setfa también un andlisis del pro- blema’ de la restriccién del interior del cuerpo y de la represen- tacién del cuerpo exterior. Adentro de cada una de estas células, podriamos lecalizar a un pensador social central que hubiese dado expresin a estas cuestiones en una forma definitiva y autorizada, Por ejemplo, Malthus fue’ el tedrico clésico del problema de la reproduccién’ de los cuerpos a través del tienipo, asumiendo una posicién’ pesimista con respetto al problema de la regulacién de la actividad reproductiva dentro de los confines de la naturaleza y la tecnologia. En contraste, el problema de la’ regulacién de los cuerpos ene] espacio constituyé un problema importante en’ las teorfas de Rousseau y de Lévi-Strauss, quienes observaron que el mal social surgia de los cuerpos amontonados en los espacios urba- nos congestionados, De forma. similar, él problema de la restric- cién dé los cuerpos interiores fue él tema al que se consagraron, en particular, Weber y-Freud, quienes contemplaron la estabilidad de las relaciones sociales en términos de la disciplina y de la regula- cién de la sexualidad por medio de una variedad de practicas reli- giosas y cientificas, Finalmente, la representacién de la superficie del cuerpo pasé a ser el interés particular’ de los interaccionistas simbélicos, en especial de Cooley y Goffmann. La nocién de Cooley del “yo éspejo” parece comprender, de un ‘modo vivido y dramd- tico, el problema fisico del prestigio social moderno. Correspon- diente.a estas cuatro células, podemos situar una serie de cate- gorias de enfermedad y afeccién que, en cierto respecto, atrapan ¥ exprésan de manera importante los dilemas de la regulacién | Social de la corporificacién. La afeccién es siempre’ un simbolo | de desorden, ¥y las categorias médicas del suftimiento y ¢l mal fun- | cionamiento no son nunca descripciones neutrales y cientificas de PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA la perturbacién. Al contrario, ellas encarnan y expresan las centhiles cuestiones morales, politicas y sociales de la era. La enfermedad es siempre una metéfora de la perturbacién social y esta tltima es siem- pre una metéfora de la enfermedad personal. Aunque la medicina moderna clama que es neutral y cientifica, ésta incorpora e ins- titucionaliza, no obstante, la nocién de la vida buena. El desarrollo de la medicina preventiva en la sociedad contemporfnea es sobre todo importante en este respecto, pues la medicina preventiva se apoya en alguna nocién moral de la vida buena del individuo. Ayunar,-ingerir dietas a base de fibras, regular la vida moral propia: estos son los procesos que garantizan la longevidad y la salud, pero garantizan asimismo la longevidad y la estabilidad del cuerpo politico. éPor qué ha surgido el-cuerpo como el_problema. central de la teoria social contempordnea? Hay un buen ntimero de explica- ciones dé este surgimiento, Primero, el desarrollo de la teoria fe- minista ha sometido a un examen critico la nocién de que biologia es igual a destino, La diferenciacién fisiolégica de cuerpos mascu- linos y femeninos no corresponde més a ninguna divisién social y moral importante. El cuerpo sexuado se ha vuelto socialmente arcaico, debido. a que los valores sociales y morales ya no estan localizados en la diferencia sexual, si bien se encuentran atin cla- tamente ubicados en la diferencia de género. La erupcién’ del fe- minismo ha reorientado el pensamiento social hacia el problema del cuerpo, ei problema de Jos cuerpos diferentes y el problema de la sexualidad, En segundo lugar, existe un mercado de consu- midores masivo que toma al cuerpo como su objetivo. La public dad moderna y el consumo contempordneo se hallan mucho. mds organizados en derredor del cuerpo: su reproduccién, su represen tacién y sus procesos. El cuérpo es transformado en mercancia y pasa a ser cl medio primordial para la manufactura y distribu- cién de bienes. El mantenimiento del cuerpo y la sobrevivencia del cuerpo se han convertido en temas elementales de la produc- cién y distribucién contempordneas. En tercer lugar, existen modi- ficaciones en la medicina moderna que elevan a una significacién ‘ peculiar la cuestin de la corporificacién, Tiene lugar el desarrollo de la medicina alternativa que ha hecho cada vez mis problema- tico al cuerpo con respecto a la definicién del dolor, el envejeci- miento y la supervivencia. La medicina técnica ya'no se consagra © da respuesta a las cuestiones suscitadas por las poblaciones que envejecen y por las afecciones especificas del siglo xx. En cuarto ( lugar, existe una secularizacién de la sociedad, en 1a cual el rechazo 2 } 18 PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA y la restriccién del deseo ya no constituye un tema central dentro de una cultura predominantemente religiosa enjaezada a la sobre- vivencia de la familia y la propiedad. La secularizacién del cuerpo vuelve en todo mas eficaz-y fluida la mercantilizacién y el comer- cialismo, Por ltimo, esté Ja crisis total de la modernidad, 1a que ha vuelto central al cuerpo, La politica contemporanea ha cam- biado de roja a verde: esto es, la politica ha pasado de un debate acerca de la representacién de la clase obrera a un debate en torno a la supervivencia misma. La ecologia y la defensa del am- biente pueden ser vistos, en este respecto, como parte de un dis- curso sobre el cuerpo en relacién a la sociedad y la-naturaleza. La cuestién fundamental de la civilizacin moderna es: ¢sobrevivi- remos, y bajo qué condiciones? El hecho de nuestra corporifica- cién es, por lo tanto, fundamental para el conjunto del proceso politico: En estos debates concernientes ala posicién del cuerpo con ‘res- pecto a la naturaleza, la sociedad y la politica, la pregunta final es: gqué es un cuerpo? En Ja tcorfa social francesa ‘contemporé- nea, siguiendo Ja obra de Nietzsche, el cuerpo se convierte en un campo. de fuerzas que son tanto activas como reactivas. El cuerpo forma parte del proceso total de la voluntad de poder'y la yolun- iad de saber. El cuerpo no es un hecho biolégico dado de nuestra presericia en el mundo, sino una visién, un objetivo, un punto de Hegada y salida para las fuerzas que conforman la vida. El cuerpo se encuentra siempre presente como entorno, como el espacio bio- légico de la accién y Jas circunstancias fisiolégicas del deseo, Los problemas filoséficos y sociales del cuerpo se ilustran de manera brillante en la pintura de Picasso Les Demoiselles d’ Avignon. En esta pintura, Picasso pinta cinco cuerpos que podemos asumir como cuerpos femeninos, si bien su feminidad es enteramente geo- métrica. El cuadro esta dividido en dos, pues en el lado derecho hay mdscaras africanas en oposicién a las representaciones griegas de rostros femeninos. El que podamos reconocer a estos como cuerpos es en si mismo un misterio, ya que la pintura sélo pre- senta formas y geometrfa que, a través de la practica significativa, nosotros convertimos en cuerpos reconocibles y sensuales. Los cuer- pos represeritan personas sensuales, aunque su representacién es puramente cientifica, geométrica y precisa. Expresan la pasién al sublimarla en formas fisicas, circundada por la geografia del es- pacio y la geometria de los cuerpos. Estos espacios geométricos exponen y ¢liminan los cuerpos de un modo ingenioso, En el pri- mer plario del cuadro percibimos (o céeemos percibir) ciertas. fru- PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA 19 tas que sugieren los placeres sensuales, a pesar det hecho de que estas “frutas” son. sélo. representaciones geométricas de ciertas for- mas en el espacio. El hecho de que podames. ver esta. pintura parece asimismo depender de una cierta figura, la cual abre la Cortina sobre estas formas exponiéndolas a la vista como. presen- cias encarnadas que se hallan, sin embargo, subordinadas. a. la mera geometria. La sociologia tiene tres tarcas. Estas son el andlisis de la cor- porificacién social, la que podemos contemplar en términos de encarnacién, apoderamiento y. ensimismamiento, Nuestra corpo- rificacién es subjetiva y poderosa, y la corporificacién social ten- dr que ser conceptualizada en términos de un conjunto de dimen- siones criticas, En segundo lugar, la sociologia se interesa en el problema del intercambio y la reciprocidad dentro de’ los hdbitos de la vida cotidiana. Estos habitos son inmediatos, -practicos, em- piricos, infinitos, progresives, densos y presentes. La -reciprocidad es el rango total ‘de los intercambios. progresivos. de. bienes simbd- licos y no simbélicos por medio de los cuales: nuestra existencia corporificada se sustenta por medio de las relaciones sociales..Mi corporificacién me: impele a la reciprocidad para satisfacer mis necesidades, pero Ja reciprocidad también depende de mis. necesi- dades, las que me impulsan al intercambio y el contacto, La con- fraternidad o “socius” depende de este progresivo: intercambio constante ¢ inmediato. La reciprocidad es el sitio.y el medio de mii corporificacién, la que necesita ‘hallar -expresién- mediante: las divisiones sociales del trabajo y depende de estos ordenamientos sociales, Mi corporificacién, por consiguiente, es altamente indivi- dualizada, pero también, de forma simultanea, por completo 80> cial. En tercer puesto, por encima de. este ae de la: fecipro- cidad, la sociologia se consagra a las instituciones dominantes del orden macro-social. En correspondencia con mis necesidades, esta ¢] dominio econémico de la produccién y la concepcién: Gorres- pondiendo a mi habilitacién, est4 el mundo de ‘la politica, el cual es represivo asi como. habilitador. En correspondencia con mi en- simismamiento, est4.el mundo de la cultura y la ideologfa,.el. cual institucionaliza el pensamiento y la comunicacién por conducto de un sistema de signos-y simbolos. La sociologia intenta-entender las complejas y dificiles relaciones que existen entre el mundo macro-social ‘de’ las instituciones que ‘son reguladoras ye) mun- do cotidiano de Ja. corporificacién, social a través: de. intercambios reeiprocos, La sociologia,del cuerpo no es, en consecuencia; tan sélo un nueyo campo de andlisis a. una. digresién interesante. dentro 20 PREFACIO A: LAA: EDICION ESPANOLA del mundo -de la teoria social, En: contraste, es una parte esencial y necesaria ‘de toda investigacién social, pues la. sociologia ‘busca comprender la confraternidad que surge: de los intercambios pro- gresivos y-constantes entre los agentes encarnades que se esfuerzan por satisfacer sus necesidades y-sus deseos dentro del denso mundo cotidiano de‘-la camaraderia; el cual ‘constituye. los habitos de la persona dentro del més vasto dominio de las instituciones. La sociologia, por tanto; deberia- preocuparse por la actividad prictica sensual de los agentes, ‘pues: para desarrollar una socio- logia de ia-accién social requerimos una: nueva teoria de.la ex periencia -vivida en. el mundo practico y sensual de lo: cotidiano. El arte de Picasso, en muchos respectos, ilustra este interés en la actividad ;practica ‘sensoria de los agentes sociales corporificados dentro. de: la: reciprocidad. del. mundo de todos los dias, bajo el restrictive paraguas de las instituciones. En Les Demoiselles d’Avignon, que Picasso inicié en 1907, en- contramos: muchos de los temas que son cehtrales a este estudio en la sociologia del. cuerpo, En primer lugar, nuestra corporifica- cién fisica es una fuente de placer y sensualidad que es capturada en esta pintara de la forma femehina. Buena parte de la vida social se-encuentra organizada ‘alrededor de una lucha, no solo entre la diseiplina y el deseo, sino entre los cuerpos masculino y femenino: El-arte ha asumido caracteristicamente que el obser- vador es niasculino, mientras que el objeto de arte es femenino. La pintura‘apela a nuestros placeres sensuales, pero: éstos estan de algtin: modo -‘negados por la austera geomeiria de los cuerpos. y jos siniestros réstros de las mascaras africanas en el lado derecho del cuadro.:En:segundo lugar, la pintura atrae la atencién hacia la ambigiiedad del cuerpo y cémo. esta ambigiiedad podria repre- sentasé en el espacio y el tiempo. En tercer lugar, la pintura es un campo “de: batalla de inconsistencias, ‘justo en la medida en que nuestra corporificacién humana es a su vez una fuente de resistencia“y un blanco de control. La pintura esté cargada. con un mensaje moral, pero el contenido de este:mensaje es oscuro y ambiguo, ;Hemos sido atrapados, ‘como espectadores, en’ una escena: de corrupcién? ¢Qué observaciones’ se nos invita a efec- tuar? Por wltimo, el hecho de que. ésta es una pintura llama la atencién hacia la nocién del cuerpo’ social como. una ‘invencién de la cultura yJa sociedad frente a la facticidad’ de la naturaleza: Las sociedatles humanas, por’ consiguiente; pueden. contemplarse como intentos institucionalizados de reconciliar el cardcter indi- vidual deldeseo, el-cual se halla centrado-en' nuestra corporifica- i” a PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA 21 “ cin, y los requerimientos de la reciprocidad cotidiana en términos del intercambio y la interaccién sociales. La paradoja de las ins- {ituciones sociales se ubica en la paradoja de nuestra encarna- cin fisiolégica. Los contornos de las instituciones sociales y del significado cultural estén ambiguamente trazados a lo largo de la superficie de muestros cuerpos. Te aes. Un alimento’ grande es ‘mas\ facil de digerir que uno muy pequefio. Que el estémago entre en accidn como un todo, es primera condicién previa de una buena digestién, Se debe conocer el tamaiio del propio estémago... ‘Todos los perjuicios provienen de la digestién, La asiduidad, lo he dicho antes ya, es el pecado actual en contra del Espiritu Santo, Nmetzscx Ecce Homo INTRODUCCION PARADOJAS DEL CUERPO Jos: seres humanos estén corporificados justo en la medida en que Cstéin dotados de entidad. Nuestra vida diaria se encuentra domi- nada por los detalles de nuestra existencia corpérea, implicéndo- nos en la labor constante de comer, lavar, acicalar, vestir y dor- mir, Fl descuido de este régimen o gobierno del ‘cuerpo propicia _ la decadencia prematura, la afeccién y el desorden. En una escala social mayor, como nos Jo recuerda una y otra’ vez Karl Marx, la sociedad no podria existir sin la reproduccién constante y regular de nuestros cuerpos y sin su distribucién en-los lugares sociales. Sin embargo, la sobreproduccién de cuerpos con respecto a la disponibilidad de tierra y de recursos alimenticios trae consigo una forma diferente de desorden: el hambre, la guerra y la peste. Con todo y que estas observaciones son de una obviedad ram- plona, pocos teéricos sociales toman en serio la corporeidad de las personas, Cualquier’ referencia a la. naturaleza corpérea de la existencia humana suscita en-la mente del socidlogo el espectro del darwinismo social, el reduccionismo biolégico 0 Ia sociobiclo- pla. Este estudio se funda en Ja premisa de que tales tradiciones tedricas son de hecho cil-de-sacs analiticos que en nada contribuyen al desarrollo de una genuina sociologia del ‘cuerpo. Aunque tal hostilidad- sociolégica al biologismo se encuentra. -perfectamente _ justificada, desemboca en una conceptualizacién algo etérea de “nuestro ser-en-el-mundo, La persona humana es-entonces eufemisti- eamente -calificada como un “actor: social” o un “agente social” _ euyo cardcter se define en términos de su posicién social, sus creen- clas y valores, En el presente estudio, deseo argumentar que toda, Sociologia comprensiva debe asentarse en un reconocimiento de la _ personificacién de los: actores sociales y de su multiplicidad como poblaciones: f : La teoria sociolégica 0, en términos mas. generales, el pensa- miento social se ha constituido en torno a un conjunto de debates _inagotables: -;cudl es la naturaleza del orden social?, ¢cémo es posible la sociedad?, zcémo se logran el control y la regulacién ‘ociales?-y ;cudl cs la naturaleza del individuo en relacién con la 25 26 PARADOJAS DEL CUERPO sociedad? Dentro de estos debates constitutivos, el cuerpo ha te- nido tan sélo una aparicién criptica (Polhemus, 1978). En el darwinismo social y en el funcionalismo de Talcott Parsons, el cuer- po se introduce en la. teoria social como “el organismo biolégico” ; en el marxismo, la presencia del cuerpo es significada por la “necesidad” y la “naturaleza”; en el interaccionismo simbélico, el cuerpo se manifiesta como el yo representacional: en el freudis- mo la encarnacién humana es presentada como un campo de energia en la forma de. deseo. Las ciencias sociales se hallan pleté- ricas de discursos sobre “impulsos”, “necesidades” e “instintos” que fluyen’ del ello. En este respecto, mucha de la sociologia es en esencia cartesiana en tanto, que acepta de manera implicita una rigida: dicotomia mente/cuerpo, en un periodo en el que la filo- sofia contempordnea ha abandonado.en buenas medida la distin- cién por juzgarla invalida. Un objetivo de este estudio ha sido reconsiderar una porcién enorme del pensamiento sociolégico tradicional, mediante la inclu- sién del cuerpo en los debates convencionales en torno al orden social; e] control social y la estratificacién de las sociedades. Habien- do discutido la peculiar ausencia del cuerpo en la teoria social, el niicleo teérico de mi razonamiento: queda expuesto en el capitu- ja 1v, en “El orden corporal’, De_forma breve, la tesis consiste en que el cl bbesiano del ‘orden puede reformu- larse en términos del problema del gobierno del cuerpo, Toda sociedad~ent ua reas: la “reproduccién de las po! acio- nesen ct tiempo, la regulacién de los cuerpos en elespacio, el refrenamlenté del cuerpo “interior” por via de-las- disciplinas;-y la representacién del cuerpo “exterior*~en: el-espacio-social evidenie que este esquema es en parte un intento de proporcionar una vyersién sistematica del pensamiento de Michel Foucault en The History of Sexuality (1981). A pesar de que el presente es- tudio del cuerpo tiene como antecedente importante el debate acerca de Foucault, mi propio argumento tiende a negar la origi- nalidad de la contribucién de Foucault a través de, por ejemplo. poner de relieve ciertas' continuidades entre la nocién de “racio- nalizacién” de Max Weber y Ja discusién de las “disciplinas” de Foucault (Turner, 1982a). Este capitulo es fundamentalmente una los. paralelismos ‘entre la idea de un_régimen o gobierno del cuerpo y el régimen de una sociedad determinada. Con ef propésito de ilustrar esta nocién, una variedad ‘de “des- érdenes”, sobre todo en los subordinados sociales, se toman como indicadores culturales del problema del control. En particular, los Sera PARADOJAS DEI. CUERPO © desérdenes de las mujeres —histeria, anorexia’ y agorafobia— son considerados como desérdenes de la sociedad. La fuerza de esta pretensién es que cualquier sociologia del cuerpo comprende una discusién del control social, y que cualquier discusién sobre este Yiltimo debe tomar en cuenta el control de los cuerpos de: las mu- jeres por los hombres en un sistema de patriarcado. En las sociedades premodernas, la regulacién del cuerpo se ha ligado de manera muy estrecha.con el control de la sexualidad femenina, en atencién a los intereses de la autoridad familiar y la distribucién de la propiedad en un sistema de primogenitura: En los dos capitulos sobre el patriarcado, los origenes del-mismo como institucién y como. ideologia se rastrean a través de una discusién de la diferencia entre naturaleza y cultura, m4s que nada’ en tér- minos de jas actitudes teolégicas cristianas frente a “Ja: carne”. El argumento-consiste en que el cardcter de la subordinacién feme- nina no puede separarse del surgimiento-histérido de la familia patriarcal, y en que la dependencia femenina no puede aislarse del gobierno de la familia, en la que los hombres mas jévenes, las mujeres y los nifies se encontraban bajo Ja autoridad de los pa- iarcas. Este examen se amplia con la discusién de la forma. cla- tr sica de: patriarcado en el siglo xvi, tal como ésta se expresé. en las perspectivas opuéstas de Robert Filmer y John Locke. El con- tenido: principal del capitulo v1 es que la nocién del poder. pa- triarcal no puede desvincularse de la existencia de la familia patriar- cal y. que el desarrollo de la’ sociedad capitalista, por medio de la destruccién del hogar tradicional, socava el tradicional pa- triarcado, En las sociedades contempordneas, necesitamos una nuc- va conceptualizacién de la posicién de las mujeres, y para entender este.abandono del patriarcado tradicional yo propongo el concepto de “patrismo” como una regulacién defensiva de las mujeres. En. “Las disciplinas”, del cuerpo (capitulo vm), el. argumento retorna a ciertos temas planteados por el trabajo- reciente de Foucauit, el cual se ocupa de manera fundamental del conocimien- to y Ja vigilancia de los cuerpos. El acercamiento de Foucault a las disciplinas que regulan los cuerpos puede ejemplificarse ala perfeccién con el anélisis del desenvolvimiento de las técnicas die- téticas de las sociedades occidentales. Esta historia de la dieta pretende mostrar que el manejo dietético surgié de una .teologia de la carne, se desarrollé por conducto de una medicina moralista y se establecié, por tiltimo, como la ciencia del cuerpo’ eficiente. La modificacién principales que la dieta se encontraba original. mente dirigida al control del desco, mientras que bajo las modernas 28 PARADOJAS DEL CUERPO formas: del“consumismo la dieta-existe para promoverlo y. pre: varlo;, Tal -conversién supuso un proceso de secularizacién del manejo corporal en el que la conduccién interna del deseo por | mediode la dieta se: transfirié a una representacién externa del cuerpo’a través de la gimnasia y los cosméticos cientificos. Estos cambios sociales de la naturaleza del cuerpo no pueden analizarse | al margen del contexto de transformaciones en la produccién y | distribucién de mercancias dentro de un sistema de consumo ma- ivo. Por consiguiente, la sociologia del cuerpo conduce a una discusién de-las nuevas formas del yo en el debate sobre: el nar- cisismo moderno y de las actuales formas de regulacién bajo el consumo masivo. Como consecuencia de estos. acontecimientos en el capitalismo contempordneo, a asociacién convencional de la acumulacién capitalista y las practicas ascéticas del cuerpo tiene cada ver menos pertinencia a medida que el ascetismo es reem- plazado por el hedonismo calculador! Hay. un centro comtin a estos capitulos finales que consiste en la‘ naturaleza de la enfermedad y la afeccién como una prueba de la relacién entre el cuerpo y Ja persona. En un cierto nivel, el argumento es tan sélo que no podemos nunca juzgar una enfer- medad como un estado de cosas que se halla disociado de la accién humana, la interpretacién cultural y la evolucién moral. En la expresién cotidiana, la nocién de “tener una enfermedad” sugiere un estado de cosas exterior sobre el cual la victima posee poco control, debido a que la enfermedad es “natural”: Empero, la nocién de “estar enférmo” insintia una condicién que es mds inme- diata y préxima. Gon esta nocién se comienza a explorar la di- mensién paradéjica de: la enfermedad como algo sobre lo cual Hevamos a: cabo una eleccién, pero que no podemos controlar en términos-de su direccién y sus consecuencias. Gon el fin de ‘elabo- rarun marco para este andlisis de la: paradoja, tomo en ‘cuenta muchos de los rasgos contradictorios de la anorexia nerviosa en una ‘sociedad donde la delgadez es una norma de valor estético. En el curso de un anlisis de la accién humana en los: “padeci- mientos’ de las mujeres”, es importanté considerar algunos aspectos de la contribucién de Ludwig Feuerbach al marxismo, puesto que fue Feuerbach el primero en hacer popular el aforismo “Ei hom- bre es lo. que come”. Estos capitulos exponen dicho debate acerca del ‘status de la: afeccién como desorden, a través de un examen de’ la distincién tradicional entre “afeccién” y “enfermedad” arguye que esta dicotomia presupone Ja validez de una distincién entre: “naturaleza’”’ (en donde la afeccién se localiza) y “cultura” PARADOJAS DEL CUERPO 29. (en ‘donde la enfermedad ocurre), Debido a que: la. dicotomia “naturaleza/cultura” es relativa y variable, se sostiene que no po- demos considerar la'afecci6n como-una neutral y técnica’ categoria amoral. Lo que en una sociedad se considerara como “pecado”, “crimen” o “afeccién’” depende de una diversidad de condiciones, tales como la divisién intelectual del trabajo y la separacién de las freas del conocimiento, producto de la especializacién profe- sional. La aparicién de la “afeccién”.como una categoria especial es el resultado de la dominancia profesional y la s El problema central de este libro es en esencia la pregunta “squé es el cuerpo?”, y esta pregunta no puede ser respondida sin un estudio de ontologia social. A manera de conclusién de dicho estudio de la corporeidad, bosquejo dos acercamientos afi- nes, aunque distintos, a la ontologia a partir de Marx y de Nietzs- che, En Marx, la naturaleza humana universal es definida en términos del hecho de que los hombres, en un sentido genérico, twabajan de forma colectiva la naturaleza para satisfacer’ suis nece- sidades, y en el proceso ellos mismos se transforman en agentes sensibles, practicos y conscientes, La naturaleza existe como una realidad independiente, pero el trabajo humano la modifica -y se la apropia una y otra vez, con el’ resultado de que la “naturaleza” se convierte, también, en un producto social; Marx evita una po- sicién relativista al sugerir que lo que es universal a la especie humana es la necesidad de satisfacer sus necesidades por medio de la apropiacién de Ja naturaleza, y que aquello que todos com- partimos es el potencial transformativo de la praxis, A pesar de que Nietzsche creia a su ‘vez que el conocimiento existe en interés de las necesidades practicas, lo que sabemos no existe indepen- dientemente del lenguaje; pensaba también que el lenguaje es nuestra primera y Ultima apropiacién de la realidad. Puesto que el conocimiento es variable en virtud de la variable gramAtica del lenguaje, lo que existe es asimismo dependiente del lenguaje. Nues- tro ser es producto de la clasificacién; posicién que se encuentra conectada con el inmaterialismo del obispo Berkeley. (existencia @s percepcién), y una doctrina que constituye la base del argu- mento de Foucault de que el cuerpo es producto del saber clasifi- catorio y del poder. Estas distintas ontologias dan por resultado dos explicaciones opuestas del cuerpo. En el marxismo, el cuierpo) @s tanto el vehiculo como el lugar del trabajo; existe, pero” es | transformado de modo constante por la accién humana. En Nieétzs- uestra existencia corpérea no precede a nuestros sistemas de conccimiento ‘clasificatorios y, por ‘consiguiente, el cuerpo es 30 PARADOJAS DEL CUERPO nada més y nada menos que un constructo social. La idea de que el cuerpo es un constructo tiene, de manera fundamental, profun- das implicaciones para el debate en torno al género y la sexuali- dad, pero no es de modo necesario una conclusién pesimi que aquello que ha sido ‘construido puede ser, a su vez, d truido.\ El germen de este libro tiene su origen en dos publicaciones sobre el manejo dietético (Turner, 1982a, 1982b) y en un articulo especulativo, acerca de la relacién entre medicina y religién (Tur- ner, 1980).-En el curso de Ia redaccién de este estudio, en los iltimos afios, ha aparecido. una diversidad de publicaciones sobre el cuerpo en parte tras la insistencia de Foucault en la significa- cién de la bio-politica del cuerpo. De esta reciente proliferacién de esiudios, los mas pertinentes son The Political Anatomy of the Body (Armstrong, 1983), Bodies of Knowledge (Hudson, 1982) y The Civilized Body (Freund, 1982). El momento editorial ac- tual se encuentra salpicado de libros acerca del cuerpo humano, Jo cual no constituye un movimiento tedrico, y por tanto todavia existe una firme justificacién para alegar que el cuerpo se halla ausente en la teorfa social, en especial en la teoria sociclégica. El objeto del presente estudio no es suministrar una explicacién decisiva o defi- nitiva del cuerpo, sing indicar Jo que una teoria general del cuerpo tendria que tomar.en cuenta y sefialar aquellas dreas de la socio- logia —la sociologia médica, el estudio del patriarcado, la natura- leza, de la ontologia social, la sociologia de la religién, el analisis de la cultura del consumidor y Ja naturaleza del control social— en donde la cuestién del cuerpo humano tiene una especial pro- minencia. EI estudio del cuerpo es de genuino interés sociolégico, y -es una desgracia que gran’ parte del campo se encuentre ya atestado de intrusiones triviales o irrelevantes: el: neodarwinismo, la socio- biologia, el biologismo.. En contraste, han existide importantes de- sarrollos en fenomenologia, antropologia y filosofia existencial, los cuales convergen en la nocién'de la corporeidad humana y pro- porcionan la base para’ una sociclogia del ser social. Las influen- cias tedricas de este estudio particular del cuerpo son numerosas, pero aquellos enfoques que sobre todo se interesan en el significado del cuerpo, desu construccién social y de su manifestacién, han sido los mas formativos: Oliver W. Sacks en Awakenings (1976), Norbert Elias en The. Civilizing Process (1978), Mikhail Bakhtin en Rabelais and his World. (1968), Susan Sontag en Illness as Metaphor (1978). y George Groddeck en The Meaning of Illness PARADOJAS DEL CUERPO 3L (1977). Si bien.en antropologia hay una tradicién importante de “investigacién acerca de los ritos del cuerpo, no me he beneficiado i gran medida de los materiales o enfoques antropolégicos, de- hido a que mi epicentro ha sido él cuerpo en la sociedad urbana, fecular y capitalista. La principal excepcién a esta exclusién de las perspectivas antropolégicas-1a ha constituido el ensayo semina- rial de Marcel Mauss sobre las “Técnicas del Cuerpo” que fue Primero publicado en 1935 en Journal de Psychologie Normale et Pathologique y recientemente editado en Sociology and Psychology (Mauss, 1979), Con todo, no podemos suscitar la cuestién del ilgnificado del cuerpo sin que, como sociélogos, intentemos situar @10s significados dentro del marco més amplio de la estructura social y el cambio histérico. En la busqueda de tal marco, me he visto forzado a reconsiderar la interpretacién que Parsons tie- ne del materialismo de Thomas Hobbes, la interpretaci6n de Marx del sensualismo de Ludwig Feuerbach, la apropiacién realizada por Feuerbach de la teoria de la nutricién sustentada por Jacob Moleschott, el impacto del fisiologismo de Nietzsche en [a filosofia de Foucault, y la importacién del romanticismo naturalista de Rousseau en el trabajo de Claude Lévi-Strauss, Richard Senett y el estructuralismo francés. La sociologia del cuerpo abre a la vez fascinantes digresiones y eaminos laterales que son tentadoramente extrafios. De estos labe- rintos, mencionaré la fascinacién del obispo Berkeley con el cuer- 0, a despecho de su. supuesto inmaterialismo, y su confianza en lay virtudes terapéuticas del “agua de brea”, la cual constituyd Probablemente la prueba final de su aforistica tesis “esse es per- cipi”. Incluso escribié poemas al respecto: {Dios te salve, jugo vulgar de la nunca marchita pifia! Barato como eres, tus virtudes son divinas. Por fortuna, esta digresién ya ha sido continuada de modo brillante.en The Unconscious Origin of Berkeley’s Philosophy (1953) de John Wisdom. Hay algunas digresiones deberfan ) Aeguirse, pero se encuentran fuera de mi competeneia: éstas son iy historias del desnudo, los cosméticos,Ja pornografia, la gimna- iia, Ia arquitectura y la moda. Por Jo menos ciertos aspectos de ios acontecimientos culturales estén siendo discutidos en las. revis- li Theory, Culiure & Society, Salmagundi y Telos. El cuerpo est& Ausente en la teoria, pero se encuentra en todas partes encarnado. Al intentar escribir acerca del cuerpo, es imposible-eludir- su ae 32 PARADOJAS DEL CUERPO caracier’ contradictorio y he pretendido expresar estos rasgos con- tradictorios por medio de una diversidad de paradojas, Tenemos cuerpos, pero somos también, en un sentido especifico, cuerpos; nuestra corporeidad es una condicién necesaria de nuestra identi- ficacién social, de-manera que seria absurdo decir “he legado y Re traido mi cuerpo conmigo”. A pesar de la soberanta que ejer- cemos sobre nuestros cuerpos, con frecuencia experimentamos la corporeidad como alieriacién, como cuando tenemos cAncer 0 gota. Nuestros cuerpos son wn medio que puede volverse andrquico, sin importar la experiencia subjetiva de nuestro gobierno del cuerpo. La importancia de la corporeidad para nuestro sentido del yo es amenazada por la enfermedad, pero también por la estigmatizacién social; nos vernos forzados a realizar trabajos faciales y reparacio- nes corporales. Nuestros cuerpos son un entorno natural, no obs- tante estar a su vez socialmente constituidos; la desaparicién de este eritorno es asimismo mi desaparicién. Ademés, no es tan sdlo una cuestion del cuerpo singular, sino de la multiplicidad de cuer- pos y su regulacién y reproduccién sociales, Los cuerpos, tanto en singular como en plural, son localizaciones, como Mary Douglas (1970) lo ha demosttado con claridad, de profundos sentimientos y categorias de pureza y peligro. Las secreciones corporales no pueden ser ignoradas con facilidad y, a ese respecto, no pucden ser controladas cémodamente; ésta es una fuente de las persisten- tes metdforas referentes a'los cuerpos politico y humano. Al escribir este estudio del cuerpo, me he sentido cada vez menos ‘seguro de lo que es el cuerpo, Las paradojas ilustran la confusion. El cuerpo es un organismo material, pero también una metAfora; es el tronco ademas de Ia cabeza y los miembros, pero és asimismo la persona (como en “cualquiera” y “alguien”). El cuerpo puede ser a la vez un agregado de cuerpos, a menudo con personalidad legal, como en “corporacién” o en “el cuerpo mis- tico de Cristo”. Tales cuerpos compuestos pueden ser vistos como ficciones legales 0 como hechos sociales que existen con indepen- dencia de los cuerpos “reales” que los constituyen, Existen’ por igual cuerpos inmateriales que son posefdos por fantasmas, espi- ritus, demonios y Angeles, En algunas culturas, estos cuerpos inma- teriales pueden tener papeles sociales preponderantes y posiciones importantes sociales dentro del’ sistema de estratificacién, También hay personas con dos cuerpos, como los reyes medievales, quienes ocupaban a un mismo tiempo su cuerpo humano y su cuerpo so+ ‘berano. Y lo mismo hay cuerpos celestiales, la geometria de los cuerpos en el espacio, la armonia de las esferas y la luz’ corpus- , 4 PARADOJAS DEL CUERPO 33 cular. Dada esta elusiva cualidad del “cuerpo”, tal vez es apro- piado que el viejo inglés bodig, correspondiente al antiguo aleman botah, sea de origen desconocido. Como ontio, bodig se encuentra en todas partes y en ninguna. Ej cuerpo es nuestra experiencia mas inmediata y omnipresente de la realidad y de su solidez, pero puede ser asimismo subjetivamente elusiva. Como ha observado con dolor una victima de migrafia: Tengo la sensacién de que mi cuerpo... de que los cuerpos son inestables; que pueden desprenderse y perder partes de si mismos: un ojo, un miembro, amputacién; que algo vital ha desaparecido, pero desaparecido sin rastro, que ha desaparecido junto con el Tagar que alguna vez ocupé. La horrible sensacién es la de la nada en ninguna parte. (Sacks, 1981, p. 90.) El cuerpo es a un mismo tiempo la cosa més sélida, mds elusiva, ilusoria, concreta, metaférica, siempre presente y siempre distan- te: un sitio, un instrumento, un entomo, una singularidad y una roultiplicidad. El cuerpo es la caracterfstica mds préxima_e inmediata de mi yo social, un rasgo necesario de mi situacién social y de mi iden- tidad personal, y a la vez un aspecto de mi alienacién personal en el ambiente natural. Un rasgo distintivo de mi argumento es que nuestras actitudes frente al cuerpo son, al menos en parte, un reflejo del conjunto de la tradicién cristiana en Occidente. Mi cuerpo es carne: es el sitio del apetito corruptor, del deseo peca- minoso y la irracionalidad privada. Es la negacién del verdadero yo, pero asimismo un aleccionador asiento de finalidad e intencién morales. Su salud es también mi bienestar moral, puesto que la salvacién implica dos actividades, esto es, salvar el cuerpo y salvar el alma. No obstante encontrarnos familiarizados con la nocién de “la carne”, en la cultura occidental seria inusual aludir al cuerpo como una “vianda”. El cuerpo se halla envuelto por res- tricciones y tabties; es carne pero no para ser comida y es vianda pero no para cocinarse. La carne puede ser consumida de forma ritual en el cuerpo y la sangre del Sefior Jesucristo, cuya carne es la salvacién de la mia. La actividad procreadora de mis padres ¢s el modelo de su reencarnacién de la carne, pero una buena parte de esta imagineria se ha desvanecido en la sociedad capita- lista. Aquello que confesamos son las contradicciones de la mente, més que la naturaleza apetitiva y vegetativa de la carne. Ya que, segiin Montaigne, vivimos en un mundo de citas de citas, es difi- cil escapar a la paradoja de Dionisos y Apolo, Los criticos del 3 34 PARADOJAS DEL CUERPO consumo moderno, como Herbert Marcuse, con frecuencia suenan como el fantasma de los puritanos: los placeres que disfrutamos son siempre falsos, puesto que ellos representan el poder sobre el cuerpo. La paradoja final la constituye nuestra sexualidad: nuestros intentos de organizarla, controlarla y expresarla. Es extrafio, en consecuencia, que los sociélogos hayan ignorado por tanto tiempo el sexo, Existen textos dispersos —A Lover’s Discourse (1982) de Barthes, The Sadeian Woman (1979) de Carter, Love’s Body (1966) de Brown— pero no hay una sélida tradicién a la que pudiésemos lamar “la sociologia del sexo” y, como regla gene- ral, los principales socidlogos han ignorado asiduamente el pro- blema. Este vacio es tal vez una razén més para tomar con serie- dad a Foucault. La razén de este libro en particular es, en consecuencia, relativamente modesta; intenta describir la ausencia de una sociologia del cuerpo y sugicre una variedad de enfoques, en especial por via del andlisis de la enfermedad y el deseo, a través de los cuales el cuerpo podria convertirse en una parte cen- tral de la investigacién sociolégica, I. LA FORMA DEL DESEO El deseo es movimiento En si mismo no deseable T. $, Euor, “Burnt Norton”, Four Quartets NECESIDADES Y DESEOS A MENuDO sc piensa que los seres humanos tienen necesidades porque tienen cuerpos. Nuestras necesidades basicas. son entonces vistas por lo general como fisicas: la necesidad de comer, dormir y beber es una caracteristica elemental de las personas o de los sistemas orgdnicos. Asimismo, es comin en filosofia social recono- cer necesidades que no son de manera clara fisicas; por ejemplo, la necesidad de compafiia o del respeto propio. “Necesidad” im- plica “carencia”, pues la falla en satisfacer las necesidades desem- boca en el deterioro, el mal funcionamiento y el desagrado. La satisfaccién de una necesidad produce placer en la medida en que libera de la tensién de una carencia irresuelta. El resultado es que “necesidad” es un concepto explicativo dentro de una teorfa de la motivacién, la cual sostiene que el comportamiento es pro- ducto de la busqueda del placer y de la eclusién del dolor. En la filosofia griega, los cirenaicos y los epictireos dieron una gran importancia a la satisfaccién de los placeres como criterio de una buena vida. En el utilitarismo, la nocién del calculo hedonista se convirtié en el fundamento de la filosofia potitica de Bentham: Ja buena sociedad es aquella que maximiza la mayor felicidad para ¢] més grande ntimero. El problema consiste en que no todos Jos placeres parecen necesarios y en que muchos de ellos se manifies- tan destructivos y antisociales. La capacidad humana para los pla-~ ceres se muestra infinita, incluyendo\la autoflagelacién, 1a viola~ cién homosexual, la tortura, el despojo y el pillaje. La soluciér filoséfica ha sido distinguir entre los buenos y los malos placeres, entre necesidades reales y falsas. Por ejemplo, la conclusién del debate en torno al placer y la virtud en la filosofia griega fue que “deberfamos intentar vivir una vida frugal en la que los de- seos necesarios sean satisfechos, y donde los deseos naturales, aun- que no necesarios, tengan algtin lugar, al tiempo que los deseos vanos se hallen proscritos. Una vida asi seria naturalmente vir~ a 36 LA FORMA DEL DESEO tuosa” (Huby, 1969, p. 67). No obstante que una persona puede obtener placer sidico del dolor de otros, estas actividades que procuran placer no son apreciadas como conducentes a una buena sociedad basada en la camaraderia, y por tanto estos placeres son considerados vanos y no naturales. Existen al menos dos proble- mas con esta posicién, El primero es que yo soy una autoridad sobre mis propios placeres y, en consecuencia, los individuos no pueden ser persuadidos con facilidad de que sus placeres privados son de algin modo falsos. En segundo lugar, el argumento iguala el “deseo” con la “necesidad”. Con todo y que el andlisis del deseo tiene una luenga historia en filosofia (Potts, 1980), y a pesar de que el “deseo” se asocia a menudo con el “apetito”, es importante dejar claro que una teoria del deseo no es lo mismo que una teoriaxde la necesidad. Por ejemplo, el psicoandlisis de Freud fue primordialmente una teoria del deseo y no puede, traducirse a la antropologia marxista, Ja cual es en esencia una teoria de la necesidad. La diferencia es que la necesidad implica un objeto que la satisface, siendo este objeto externo.a ella; el deseo no puede ser finalmente satisfecho, puesto. que el deseo es su propio objeto. La visién del deseo pro- porciona la base. del pesimismo freudiano, debido a que el deseo no puede ser satisfecho dentro de la sociedad. El mito de Edipo indica esta imposibilidad para el deseo. La satisfaccién de las ne- cesidades puede: ser.el criterio de una buena sociedad, no asi la satisfaccién del-deseo. La conoupiscentia y la ira, por consiguiente, son .corrosives de esa amistad que los griegos vetan como el aglu- tinante de los grupos sociales-y como el fundamento. de la virtud individual. Sapipuria -¥ -AMISTAD La sociologia es literalmente el saber 0 conocimiento (Jogos) de la amistad (socius). La tarea de la sociologia es analizar los procesos que atan y desatan alos grupos sociales y comprender la ubica- «idn del individuo dentro de Ja red de regulaciones sociales que vinculan a éste con el mundo ‘social. Mientras que la sociologia es.um complemento més 0 menos reciente de las ciencias sociales, Ja nocién de que la amistad es Ja argamasa social ultima de las colectividades sociales a gran escala, como el Estado, es relativa- mente antigua. En el Banqueée, Platén dio expresién plena al ideal griego de la amistad, como aquella condicién social que supera LA FORMA DEL DESEO os deseos antisociales de posesién personal y encumbramiento com petitivo. La finalidad del individuo y del estado deberia ser” el cultivo de la virtud y la felicidad, en lugar de la satisfaccién de los deseos, los cuales son los resortes de la discordia y la envidia. El orden (Kosmos) dentro del individuo es necesario para el or- denamiento (kosmios) en el vasto mundo social, y ambos se hallan fntimamente conectados con la amistad. Fue Eros la fuerza capaz de salvar la brecha entre los dos elementos esenciales de la rea: lidad: la racionalidad encarnada en Apolo y la irracionalidad. en Dionisos (Jaeger, 1944). El interior del individuo refleja la: ana- tomia de la sociedad como una disputa entre los deseos, de los cuales la envidia tiene una prominencia especial, y la razén (Gould- ner, 1965). Los dos, Eros y la amistad, son requeridos para fusio- nar estos desgarradores y corrosivos aspectos de la psique y .la sociedad. Podemos observar, entonces, que las raices de la filosofia occidental descansan en dos problemas afines: la lucha entre. el deseo y la razén, y la oposicién entre la ligadura de la amistad y las presiones desvinculadoras de la individuacién. Es mucho lo que separa-a-la-investigacién-filosdficade Platén Sobre la naturaleza dela amistad del-anilisis*sociolégico de" la unién social, pero, como-voy-a-mostrar;*también hay mucho’ de continuidad, De manera mds. importante, ~el-mundo en~el--que Platén existié ha sido transformado-por'dos-sucesos-que~son fun damentales para este estudio particular: el cristianismo y la reyo- lucién industrial. Tomando en cuenta la poderosa dimensién mi- Tenarista del cristianismo incipiente, la iglesia’ primitiva planted una aguda y decisiva oposicién entre el mundo y el espiritu. El cultivo del cuerpo no podia tener cabida en un movimiento reli- gioso que estaba inicialmente orientado de manera importante hacia las cosas del mundo venidero. El cristianismo primitivo pue- de haber heredado del esenismo gnéstico la idea de que la creacién era corrupta y merecedora de condenacién moral (Allegro, 1979). Luego de la destruccién de Jerusalén y de la ausencia del Retorno mesidnico, Ja Iglesia cristiana fue obligada a acomodarse a la exis- tencia del imperialismo romano, pero retuvo lo que Max Weber Namé el ascetismo intramundano, esto es, una fuerte hostilidad Niacia las cosas de este mundo. En cierta medida, el hincapié en la teologia de San Pablo sobre la perversidad del sexo fue refor- yado por la adopcidén de la filosofia aristotélica, la que era simi- Jarmente hostil a las mujeres. En la tradicién ascética cristiana la sexualidad Hegd''a ser vista €omo incompatible en grado sumo con la practica religiosa. En 38 LA FORMA DEL DESEO particular, el disfrute sexual es una singular amenaza para cual- quier intento de crear una respuesta religiosa sistematica al pe- cado. Este problema de subordinar la sexualidad a un estilo de vida racional constituye la base de gran parte de la visiin de Weber | de los origenes del intelectualismo religioso y la racionalizacién. El argumento consiste en que “la vigilancia ascética, el control | de si mismo, y la planeacién metédica de la vida estén seriamente amenazados por la peculiar irracionalidad del acto sexual, el cual | es en tiltima instancia y en esencia no susceptible de organizacién ‘racional” (Weber, 1966, p. 238). Una “solucién” a este dilema de la existencia humana fue la divisién de la comunidad religiosa en una élite que s¢ apart6é del mundo con el fin de abstenerse de la sexualidad, y la masa que permanecié abismada en el pro- fano mundo de la sociedad de todos los dias. La laicidad se repro- dujo dentro de las restricciones de la monogamia organizada, La élite se retiré al celibato y el monasticismo, reclutando a sus miem- bros por medio de vocaciones, mds que por reproduccién carnal. La sexualidad, aun dentro de las limitaciones impuestas a la vida familiar por las normas religiosas, era en consecuencia una acti- vidad laica, lo que permitié que los monjes y sacerdotes siguieran una vida de control racional sobre la carne. Como resultado de esta severidad ante Ia pecaminosidad sexual, el cuerpo humano fue transformado de oportunidad para el pecado en la verdadera causa de éste. El cuerpo se convirtié en la prisién del alma, la carne Jlegé a ser, en palabras del hermano Giles, el cerdo que se revuelca en su propia inmundicia y los sentidos fueron los siete enemigos del alma (Black, 1902). Para controlar el cuerpo, el movimiento ascético en el cristianismo se yolvié cada vez mds riguroso frente a los ritos de contencién: el ayuno, el celibato, el vegetarianismo y la negacién de las cosas terrenas. La. FORMA DEL DESEO. En correspondencia con cada modo de produccién econémico, es posible concebir una forma de deseo. En The Origin of the Fa- mily, Private Property and the State (s. £.), Engels sostuvo que, dentro de la perspectiva materialista de la historia, toda sociedad tiene que producir sus medios de existencia y reproducir a sus propios miembros. Asi, un orden de sexualidad corresponde a un orden de propiedad y produccién. La forma del deseo es un con- junto de relaciones sociales a través del cual el deseo sexual es LA FORMA DEL DESEO 39 producido, regulado y distribuido bajo un sistema de parentesco, patriarcado y familias. Estas relaciones del deseo determinan la Cligibilidad de las personas para roles procreativos y legitima las uniones sexuales para la produccién de personas, Por consiguiente, el modo de produccién del deseo posee dimensiones sociales, poli- ticas e ideolégicas; por ejemplo, la ideologia sexual interpela a las personas como objetos sexuales con relaciones apropiadas para el consumo de la sexualidad (Therborn, 1980). Puede argumentarse que el modo de produccién produce clases sociales como efecto de las relaciones de propiedad (Poulantzas, 1973). De manera similar, una forma de deseo especifica una clasificacién de los “grupos sexuales”, de los cuales el género es la principal dimen- sién que divide a la poblacién en “hombres” y “mujeres”. Sin embargo, la clasificacin sexual dominante también designa a los “muchachos” como subordinados que no son elegibles para las funciones reproductivas —pudiendo ser, desde luego, cbjetos apro- piados de deseo, En la terminologia moderna, podemos sugerir como punto de partida que cada modo de produccién tiene un sistema clasificatorio del deseo sexual: un discurso que designa adecuadamente a Ios seres sexuados y organiza sus relaciones. Es este discurso social el que especifica la sexualidad elegible, no los dictados de la fisiologia humana. Marx (1974, vol. I, pp. 85-862) arguyé que en el modo de produccién feudal fue el catolicismo lo que constituyé la ideologia dominante de las formaciones sociales feudales. Es posible volver fa expresar la visién de Marx alegando que en un modo de pro- duccién feudal tiene que haber una regulacién ideolégica de la sexualidad en correspondencia con el caracter econémico especi- fico de las sociedades feudales, y que fue el discurso sexual caté- lico el que suministré la forma dominante del deseo, Los agentes humanos viven su experiencia sensual y sexual por la via de Tas. categorias de un discurso del deseo que es dominante en socieda: des dadas, y este discurso del deseo es en esencia determinado por los _requerimientos_econémicos del modo de produccién. El dis- ourso posee una gramatica que determina quién le hace qué. cosa a quién, y es esta gramatica del sexo la que designa los obje- {o3 0 sujetos de las practicas sexuales, Es claro que esta traduccién de Marx es un intento de conjuntar el anilisis althusseriano de los modos de produccién (Althusser y Balibar, 1970) y el esbozo foucaultiano de las formaciones discursivas (Foucault, 1972). Este estudio del cuerpo se aleja de estas visiones en dos aspectos fun- damentales. El primero es que tanto Althusser como Foucault 40 LA FORMA DEL DESEO tienen muy poco que decir respecto a los pormenores de la resis- tencia, ya sea de los individuos o de las clases, a las formas de regulacién y vigilancia, a despecho de la referencia frecuente a la oposicién al discurso. En segundo lugar, el andlisis estructuralista del discurso 0 bien ignora la eficacia de las formaciones discursi- vas, o bien da por sentados sus efectos. Mostrar que un discurso es prevalente no es mostrar que éste es plenamente efectiyo (Aber- crombie, Hill y Turner, 1980). Toda sociedad tiene que reproducir su poblacién y regularla en el espacio social; en el nivel del individuo, la sexualidad debe ser refrenada y las personas tienen que ser representadas. Estos cua: tro problemas pueden tener una prominencia y rasgos diferentes en las distintas sociedades, dependiendo de la naturaleza del modo de produccién econémico. En las sociedades feudales, especialmen- te en cuanto a la clase dominante propictaria de la tierra, la re- produccién de la clase dominante dependia de manera importante de la regulacién y contencién de la sexualidad de los miembros subordinados de la familia. La conservacién de la tierra se basaba. en la estabilidad de la herencia a través dé herederos varones legi- timos; un discurso del deseo era necesario para garantizar estos objetivos econémicos, y tal discurso fue primordialmente patriar- cal y represivo. Estas caracteristicas del discurso fueron encerradas de modo preponderante en la moralidad catélica que buscaba reprimir el placer en interés de la reproduccién. Con esto no se sugiere que las actitudes medievales hacia las mujeres fueran’ todas de‘una pieza; la mujer era a la vez Eva’ (la causa de todo nuestro sufrimiento) y Marfa (la fuente del poder espiritual) (Bernardo. 1975), pero el rasgo principal de la posicién social de las mujeres en Ja sociedad feudal eran la dependencia y la subordinacién den- tro de la famiila. En el siglo xvu, “una mujer errante da de qué hablar” y esta declaracién se aplicaba lo mismo a las religiosas que a las mujeres nobles casadas (Nicholson, 1978). El lugar de la mujer se hallaba junto al hogar, con la progenie de su amo, Este discurso medieval promovié Ja sexualidad legitima y la separd del deseo. En este contexto, el confesionario adquirié una im- portancia especial (Hepworth y Turner, 1982); se trataba de un tito para la produccién de la verdad del. sexo (Foucault, 1981), pero para establecer la verdad de la sexualidad se tenia que com- prender el error del placer, Por consiguiente, mucho puede apren- derse acerca de los discursos sexuales feudales por medio del andlisis de la ensefianza de los penitenciales sobre el coito dentro y fuera del matrimonio. LA FORMA DEL DESEO aL Para la teologia cristiana medieval, cualquier acto de coito que no resultaba en la inseminacién de la mujer era un “pecado con- tra la naturaleza”, El acto sexual debia estar desprovisto de placer y, en consecuencia, si un hombre gozaba de su mujer el acto era juzgado como equivalente a fornicacién. Estos “pecados contra Ja naturaleza” inclufan no sélo la sodomfa, la bestialidad y la masturbacién, sino también el coitus interruptus. Eran no natura- les debido a que no daban por resultado la inseminacién y porque su motivacién primaria era el puro placer. Los mismos argumen- tos se aplicaban al concubinato y la sexualidad extramarital, sobre todo cuando éstos se llevaban a cabo con primitivas medidas. anti- conceptivas. Los manuales confesionales proscribian asimismo cier- tas posiciones sexuales que incrementaban el placer y disminuian Ja posibilidad de la concepcién. La condenacién del sexo extra- marital combiné una diversidad de nociones; se asocié con el placer, la anticoncepcién y las posiciones antinaturales, Ademés, ello implicaba que los maridos se convertirian de mala gana en los padres de hijos a quienes no habian engendrado. Habia el peligro, por tanto, de que la propiedad pasara.a la progenie que no era en realidad legitima. El orden de la sexualidad legitima no corresponderia al orden de las relaciones de propiedad. Es bastante facil, como consecuencia, descubrir en estos textos medievales un discurso del deseo que separaba el placer de la propiedad. El problema sociolégico es, no obstante, descubrir si estos discursos tenfan efectos reales sobre el comportamiento so- cial. Ya que era imposible formar una familia sin el capital sufi- ciente, existen razones de sentido comtin para creer que las parejas jévenes adoptarian el coitus interruptus para el placer, donde la procreacién se hallaba econémicamente excluida (Flandrin, 1975). El matrimonio fue entonces visto como un contrato econémico y politico entre familias para la conservacién de una clase terra- teniente; la cama matrimonial estaba desprovista de placer. De- bido a que las actividades procreativas se hallaban confinadas a estas uniones contractuales en el matrimonio, el deseo tenia que encontrar su sitio en otra parte. ASCETISMO, En Jos tiempos medievales el intento de crear un’ régitnen racional y sistematico de negacién estuvo en gran medida confinado a las 6rdenes religiosas que, por decirlo. asf, practicaron el ascetismo 42 LA FORMA DEL DESEO en nombre del hombre laico, Expresando esta diferenciacién en términos espaciales, la razén fue asignada al dominio interno del monasterio, mientras que el deseo corria sin freno en el mundo profano de la sociedad laica. En este respecto, podemos concebir el argumento principal en The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism (1965) de Weber como una explicacién de cémo Ja Reforma sacé la negacién ascética del deseo de la celda monds- tica para introducirla en la familia secular. El protestantismo, en- tonces, busc6é romper la distincién entre la élite y la masa mediante la transformacién de las prdcticas de la primera en rutinas coti- dianas de autocontrol. La abstinencia, el control de Jas pasiones, el ayuno y la regularidad fueron asi impuestos como normas ideales para la sociedad en su conjunto, puesto que la salvacién ya no podia alcanzarse en forma indirecta a través de los trabajos de Jos monjes. Por consiguiente, las disciplinas y regulaciones de la familia, la escuela y la fabrica tienen sus raices histéricas en la re~ distribucién de las practicas monacales dentro de la sociedad en general. La celda mondstica fue instalada en la prisién y en el taller, al tiempo que las prdcticas ascéticas se difundian cada vez més en el exterior (Foucault, 1979, p. 238). Por supuesto, el intento de imponer el monasticismo como una norma secular general de contencién condujo necesarianfente a resistencias, La historia de la cultura sexual inglesa puede verse como un péndulo oscilando entre las restricciones a la sexualidad y los relajamientos en la conducta moral. La revolucién puritana del siglo xvi fue seguida, con la Restauracién, por un nuevo libe- ralismo en la conducta sexual. El retorno a un estilo de vida sexual mas rigido a fines del siglo xvut y en el siglo xrx fue seguido por una nueva liberalizacién, la cual ha sido el tema dominante de la sociedad contempordnea (L. Stone, 1979). En alguna medida, es- tas restricciones a la sexualidad correspondian también a restric- ciones én la mesa. Desde un punto de vista ascético, tanto ef comer como la sexualidad son actividades groseras del cuerpo. En par- ticular, comer alimentos calientes y sazonados con especias estimula la pasion sexual. Para controlar la sexualidad, los protestantes pretendieron regular-el cuerpo por medio de un régimen alimen- tario. La revolucién puritana del siglo xvm, en consecuencia, fue acompafiada también por una serie de limitaciones en los alimen- tos, la cocina y el consumo. Las especias fueron prohibidas y las principales festividades, como la Navidad, dejaron de ser ocasio- nes para el regocijo secular; las fiestas a propésito de la Noche de Reyes también desaparecieron. Con el colapso de la era crom- LA FORMA DEL DESEO 43 welliana, la revuelta social “en contra del puritanismo se mani- fiesta en los excesos que tuvieron lugar en la corte. A menudo, los banquetes y entretenimientos de importancia tendian a reincidir en orgias disipadas, con los invitados de honor salpicados con crema y otras bebidas” (Pullar, 1970, p. 128). A pesar de que en el siglo xix el arte culinario se convirtié cada vez mas en el objeto de Ja ciencia doméstica, el comer en si mismo se hallaba todavia revestido con una cierta gazmofieria puritana, Al igual que el sexo, el comer para las mujeres del siglo xix era mas bien algo para ser sobrellevado que estimulado. La sociologia del puritanismo realizada por Max Weber es interpretada por lo general como un argumento acerca de los origenes ascéticos del capitalismo. En estos comentarios introduc- tories se ha sugerido que, examinado més de cerca, el anilisis de Weber del ascetismo cristiano es de hecho un anilisis de la ra- cionalizacién del deseo. Existieron muchas dimensiones en este proceso de control de los deseos. Ciertas instituciones fueron fo- mentadas para subordinar Jas pasiones internas a controles razo- nables: el monasticismo, el celibato, la monogamia, la castracién. Los deseos fueron regulados por las rutinas: el vegetarianismo, la dieta, el ejercicio, el ayuno. El lado pasional de Ja personalidad humana fue sujeto a indagaciones cientificas, y se desarrollaron tecnologias para prevenir diversas formas de ‘“masturbacién”, so- bre todo en nifios, La energia humana podia canalizarse sin peli- gro a través de las profesiones en el mundo; la conquista sexual se dirigié a los triunfos econédmicos en los negocios y el comercio. Las festividades, los festivales y los carnavales, los cuales histéri- camente eran ocasiones para la distensién orgidstica, fueron supri- midos en un principio por el puritanismo y luego prohibidos por Jas rutinas del capitalismo industrial. Los festivales piblicos y co- Jectivos fueron reemplazados poco a poco por pasatiempos més individualizados y privados. En la sociologia de la racionalizacién de Weber, existe el argumento de que la totalidad de la vida se hallé, cada vez ms, sometida al manejo cientifico, el control bu- yocratico, la disciplina y la regulacién. Fmpero, hay por lo menos dos problemas en el anélisis del capitalism que realiza Weber. El ascetismo proporcioné una nor- ma cultural conveniente para los capitalistas que tenian que negarse al consumo inmediato en aras de una mayor acumulacién. Los Vequerimientos de inversién para ganancias futuras cancelan el ¢ompleto disfrute de la riqueza presente, Para el trabajador es di- ferente. Debido a que se encuentra separado de los medios de sy 44 LA FORMA DEL DESEO produccién, se ve forzado a laborar para vivir ‘en condiciones de lo que Marx llamé la “‘insulsa compulsién” de su existencia. No obstante, el problema del capitalismo como sistema es que debe darse a su vez el consumo de mercancias, o de otro modo el-circuito de mercancias y capital liega a bloquearse y se estanca. Con el crecimiento de la produccién en masa, la racionalizacién de la distribucién en las tiendas de departamentos y el auge de postguerra, el capitalismo tuvo también que promover una ética de consumo, la que en muchos sentidos es incompatible con las normas tradicionales de la contencién y el ascetismo personal, La explicacién del capitalismo proporcionada por Weber finaliza. con el arribo del incipiente capitalismo competitivo, en el cual el deseo es atin rechazado en interés de la acumulacién. El capitalismo posterior, en contraste, se organiza mds en derredor de elecciones hedonistas calculadoras, la publicidad, la estimulacién de las ne- cesidades y el consumo de lujo. El capitalismo més reciente no tanto suprime el deseo como lo expresa, lo produce y dirige hacia una carencia cada vez mayor de satisfaccién. El segundo problema con la explicacién de Weber es que mien- tras el capitalismo primitivo transfiere el monasterio a la sociedad secular, al mismo tiempo bifurcé el mundo secular en una esfera privada de valores de uso y una esfera piblica de valores de cam- bio. El deseo fue relegado al mundo del ciudadano intimo y pri- vado, mientras que la esfera publica se hall6 mds y mds dominada por las normas del calculo racional y el saber, instrumental. Tal divisién correspondiéd en gran medida a la divisién entre hom- bres y mujeres, siendo estas wltimas los vehiculos de la emocién: la necesidad y la intimidad. Existe, por tanto, una divisién sociai de las emociones que corre a lo largo de la divisién social del trabajo, convirtiendo a las ‘mujeres en los custodios de lo intimo y lo privado (Heller, 1982). Esta divisién espacial, sin embargo, més tarde es desgarrada por la creciente inclusién de las mujeres en la produccién, la transformacién de la familia nuclear y la declinacién, con la desindustrializacién del reciente capitalismo, de las industrias intensivas en trabajo dominadas por los hombres. Drsto ¥ RAzON El legado del cristianismo y de Ja industrializacién es la promi- nencia de oposiciones bipolares en el pensamiento y la cultura entre el cuerpo y el alma, el cuerpo y la mente, la materia y ch LA FORMA DEL DESEO 45 espiritu, el deseo y la razén. Estas oposiciones clasificatorias cier- iamente no lo son sélo de la sociedad, sino de las formas basicas de pensamiento en la cultura y la filosofia occidentales. No es de sorprender que estas distinciones Hegaran a jugar un papel impor- tante en el pensamiento sociolégico mismo. El pensamiento social hha sido modelado alrededor de la nocién de que los seres humanos son, a un tiempo, parte de la naturaleza en la medida en que ticnen cuerpos y parte de la sociedad en la medida en que tienen mentes. Las teorias del contrato social, de Hobbes en adelante, resolvieron este dilema alegando que, en tanto que animal racio- nal, estaba en el interés del hombre formar contratos obligatorios «con el fin de tener seguridad dentro de la sociedad. Al formar contratos, los hombres renuncian a ciertos derechos naturales y se someten a la autoridad, ya se encuentre ésta en la persona del rey © en un gobierno, con tal de alcanzar alguna suspensién de las inseguridades de su condicién natural, La nocién de que la vida civilizada requiere de ciertas restricciones y limitaciones: elemen- tales se ha convertido subsecuentemente en un tema muy difundido del pensamiento sociolégico y psicoanalitico. Freud, por ejemplo, traté el tabi del incesto, la prohibicién de Ja relacién sexual entre afines y el resultante complejo de culpa en el complejo de Edipo, como el basamento original del agrupamiento social: La tendencia por parte de la civilizacién.a restringir la vida sexual no es menos clara que su otra tendencia a expandir la unidad cul- tural. Su primera y totémica fase trae consigo la prohibicién En’ con- tra de una incestuosa eleccién’ de objeto, y ésta es tal vez la thés drastica mutilacién que la vida erética del hombre ha experimentado en todo tiempo... El temor a una rebelién de los elementos repri- midos obliga a medidas precautorias més estrictas, Un punto de importancia en este desarrollo ha sido alcanzado en nuestra civiliza- cién europea occidental. (Freud, 1979, p. 41.) Desde. el intento de Freud de analizar el tabti como el fundamento de la vida civilizada, tanto el psicoanilisis como la antropologia han -reconceptualizado el totemismo como un sistema de clasifi- aciones. El lenguaje, y no las prohibiciones, constituye la division entre la cultura y la naturaleza, pero cl mismo tema del deseo _ versus el poder-es central a una buena porcién del andlisis estruc- turalista reciente. El lenguaje cs un sistema impersonal de comunicacién en el que renunciamos a nuestra individualidad, El lenguaje representa Ja autoridad de la sociedad sobre el inconsciente. En consecuencia, 46 LA FORMA DEL DESEO en la obra de Lacan (1977) el lenguaje ¢s la base de la aliena- cién entre el yo y el mundo, y esta alienacién engloba una divisién entre la infinitud de nuestros deseos, los cuales son rechazados por las convenciones sociales, y la finitud de nuestras demandas per- mitidas por la sociedad. De manera similar, en la obra de Fou- cault existe una oposicién entre poder/saber, que se localiza en toda institucién autoritaria, y libertad/irracionalidad, que se halla impKeita en toda resistencia desviada, La locura tenfa que ser desterrada del reino de la razn por Descartes, justo en la medida en que el loco tiene que ser eliminado y confinado en la socie- dad. De un modo fundamental, el control de la locura comprende el control de las pasiones. La cita hecha por Foucault de la Noso- logie méthodique de Frangois Boissier de Sauvages de 1772. re- formula con nitidez la clasica oposicién entre el deseo y el orden: La distraccién de nuestra mente es el resultado de nuestra ciega en~ trega a nuestros descos, nuestra incapacidad para controlar o moderar las pasiones nuestras. De ahi estos delirios amorosos, estas antipa- tias, estos gustos depravados, esta melancolia que es causada por la pena, estos arrobamientos forjados en nosotros por la negacién, estos excesos en el comer, en el beber, estas indisposiciones, estos vicios corporales que ocasionan la locura, la peor de todas las enfermeda- des, (Sauvages, 1772, vol. vii, p. 12; en Foucault, 1967, p. 85.) La imposicién de la razén sobre el deseo, y el internamiento det demente, corresponden a un nuevo aparato de control en el asilo y a un nuevo horizonte del saber en las ciencias del hombre. Homo DUPLEX No obstante la tendencia en la sociologia a observar todos los atri- butos humanos como el producto del determinismo social, la so- ciologia y el pensamiento social se fundan con frecuencia en un concepto de homo duplex, en el cual el individuo es un equilibrio complejo de pasiones asociales y razén social. Por ejemplo, Durk- heim, quien es considerado a menudo como el determinista socio- légico par excellence, también se adhirid al modelo del hombre doble. The Elementary Forms of the Religious Life sostenia: El hombre es doble. Hay dos seres en él: un ser individual que tiene su fundamento en el organismo y cuyo circulo de actividades, en consecuencia, se halla estrictamente limitado, y un ser social que (a\ \\ LA FORMA DEL DESEO f 47 representa la més alta realidad en el orden intelectual y moral que podemos conocer por observaciéu; me refiero a la sociedad. (Durk- heim, 1961, p. 29.) Hi papel de ia cultura es imponer al individuo las representaciones colectivas del grupo y refienar las pasiones por medio de obliga- ciones “colectivas y compromisos sociales. Sin la “réstriccién cultu- Yal, el individuo se encuentra forzado, bajo ciertas circunstancias, al suicidio anémico a causa de las expectativas exageradas. La dimensién conservadora, tanto en Durkheim como en Freud, es, por tanto, la visién de que la sociedad es adquirida al costo de la Sexualidad. Para Durkheim, ese costo era necesario asi como de- seable. Puesto que el hombre es a la vez un miembro de la natu- raleza por virtud de ser un organismo y un miembro de la socie- dad gracias a la cultura, alguna solucién tiene que hallarse a esta duplicidad a la Jekyll y Hyde. Para Durkheim, la limitacién ¥. regulacién del hombre-como-cuerpo debia encontrarse en la natu- valeza coercitiva de los hechos morales. A pesar de que muchas teorfas sociales presuponen una dico- tomia entre la mente y la materia, el alma y el cuerpo o las tazones y las pasiones, su explicacién de —y su solucién a— esa duplicidad es muy variable. Aunque hay un vinculo teérico entre la sociologia durkheimiana y el moderno estructuralismo, existen también importantes diferencias, Por ejemplo, Foucault no con- sidera al poder como constrifiendo siempre; de hecho, lo consi- dera productivo y permisivo. El poder no tanto niega la sexualidad Gomo la produce con fines que se sitian al margen del individuo. Un aspecto de la sociedad moderna sobre el cual Foucault llama la atencién es la idea de que todo individuo, como un rasgo prin cipal de su identidad social, debe tener un sexo tnico y verda- ero. Se tiene que ser o macho o hembra, ya que el hermafrodita 0s un falso o un pseudo sexo, Podria haborse pensado que lo que en realidad importaba era “la realidad del cuerpo y la intensidad de sus placeres” (Foucault, 1980b, p. vit), pero los cambios en la ley, el status juridico, la ciencia médica y el aparato administra- tivo de la sociedad, en el periodo de 1860 a 1870, comenzaron a obligar a los individuos a tener una sexualidad no ambigua. Detras le las investigaciones médicas del periodo, existia un proyecto moral que sugerfa que la gente con sexualidad dual era capaz de indecencias. A pesar de que en la sociedad contempordnea se Acepta que alguien cambic de sexo, la nocién de que finalmente ada cual debe ser o macho o hembra no se ha disipado. En este 48 LA FORMA DEL DESEO sentido, puede decirse que el saber y el poder médicos producen el sexo como una categoria de identidad necesaria, en lugar de negarlo 0 eliminarlo, Existen importantes indicaciones en la filosofia moderna, sobre todo en fenomenologia, de que la dicotomia tradicional de mente y cuerpo es falsa y que est urgida de rectificacién, Mientras que la filosofia cartesiana establece una oposicién entre el cuerpo como una maquina y la mente como conciencia racional, nosotros no podemos juzgar apropiadamente al cuerpo como una cosa incons- ciente, puesto que el cuerpo “es a la vez un objeto para los otros y un sujeto para mi mismo” (Merleau-Ponty, 1962, p. 167). Yo soy un cuerpo y tengo un cuerpo, el cual es un “cuerpo experi- mentado”. De manera alternativa, gran parte del pensamiento radical considera la oposicién de cuerpo y mente como un aspecto del poder social, el cual subordina el deseo a la razén con pro- pésitos de control autoritario. Para tales escritores, la liberacién de la sociedad presupone la emancipacién del cuerpo y sus pasio- nes del control tanto psiquico como social. Hay, en consecuencia, una larga tradicién de pensamiento critico que aboga por la liber- tad sexual como algo que constituye, en esencia, un acto politico de oposicién. La critica del poder patriarcal, las consecuencias nocivas del ascetismo sexual, el cardcter liberador del placer y la denuncia del elemento de prostitucién en el matrimonio han sido temas que enlazan a una amplia variedad de escritores: Charles Fourier, Havelock Ellis y Wilhelm Reich. Aunque sus posiciones son teéricamente diversas, éstas se ligan en virtud de cierto uto- pismo y excentricidad: las comunas de Fourier y la caja organis- mica de Reich son claros ejemplos de ambos, De los escritores modernos, Herbert Marcuse ha suministrado una explicacién mas coherente qiie-la mayoria, del rechazo del placer que supuestamente- requiere el capitalismo. JUEGO ¥ PLACER Marcuse se aparté en considerable medida del iicleo ortodoxo del marxismo tradicional al afirmar que el trabajo, lejos de ser Ja fuente de todo valor, era sencillamente una carga. El juego y el placer tienen que ser reprimidos y subordinados a la culpa en la sociedad capitalista, con el objeto de prevenir cualquier des- viacién “irracional” de la centralidad del trabajo productive. Por consiguiente, para Marcuse, el juego y la sexualidad poseen un LA FORMA DEL DESEO 49 potencial revolucionario, el cual ha sido en forma grave menos- preciado por la teoria critica (Geoghegan, 1981). Marcuse adopté ¢| marco basico de Ja psicologia freudiana para dar cuenta de los procesos de control social en el capitalismo, donde el superego controla los impulsos libidinosos bajo el ojo vigilante del Estado y la familia, El capitalismo, no obstante, acaba por depender de tina “represién excedente”, la cual va més alld de las que podrian eonsiderarse limitaciones necesarias a los individuos como miem- bros de la sociedad en cuanto tal (Marcuse, 1969). Estas restric- clones morales y politicas a la sexualidad humana estaban siendo minadas gradualmente por los cambios econémicos’ en el capita- lismo tardio —en particular la automatizaci6n—, cambios que poco a poco volvicron innecesarios para los procesos econémicos Gapitalistas el tradicional modelo del trabajo y la familia. La li- hertad social requiere de la libertad sexual; ambas libertades esta- ban siendo posibles gracias al cambio econémico capitalista. La famenaza fundamental a estas potencialidades provino de la comer- Gializacién y mercantilizacién del sexo, lo cual hizo redituable a la sexualidad. En Eros and Givilization (1969), por tanto, los perversos reemplazan al proletariado como los agentes principales del cambio dentro de una sociedad capitalista. La reinterpretacién que de Marx realiza Marcuse, por via de Freud, suscita un problema que es central a todas las teorias flociales apoyadas en una oposicién entre el deseo (como libera- cién) y. la raz6n (como restriccién). Hay dos dimensiones en cuanto a esto, La primera fue expresada con claridad por Mac- Tntyre (1970, p. 47): “gQué haremos en realidad en este Estado joxualmente liberado?” La segunda se relaciona con esto, que los hombres sexualmente liberados pueden encontrar satisfechos sus deseos a través de la dominancia y la pornografia a expensas de las mujeres. La liberacién del deseo es, de manera implicita, la liberacién del deseo masculino, el cual no consigue proporcionar wna explicacién del lugar de Jas mujeres en una sociedad donde los hombres son, por conducto de las transformaciones econémi- as, o bien echados del trabajo por el desempleo estructural, o bien liberados de aquél por Ia automatizacién. El argumento ingenuo en favor de la liberacién sexual no puede hacer frente de manera adecuada al problema de que el sexo puede ser una mercancia —prostitucién y pornografia— que re- fuerce, en lugar de cuestionar, las relaciones sociales prevale- cientes. Sin embargo, la pornografia es paradéjica en tanto que proporciona el ejemplo de la comercializacién de las relaciones 4 50 LA FORMA DEL DESEO sexuales, asi como también el reflejo critico del poder y la domi- nancia en la sexualidad. La comercializacién del sexo presta apoyo al argumento de que la sociedad moderna es una sociedad porno- grafica, “una sociedad tan hipécrita y represivamente construida, que debe producir de manera inevitable una efusién de pornogra- fia, a la vez como su expresién légica y como su antidoto sub- versivo y popular” (Carter, 1979, p. 86). Lo que la mayoria de Jas explicaciones liberacionistas de la sexualidad, como Ja de Mar- cuse, no consiguen enfrentar es el problema de la pomografia como expresién del deseo (masculino) por encima de la racio- nalidad instrumental. La fascinacién de De Sade y del sadismo consiste en que este ultimo expresa el conflicto de poder inherente que corre aparejado a la libertad sexual y, al dar expresién al poder, desenmascara una visién en exceso romantica de los en- cuentros hombre/mujer: Un incremento de la pornograffa en el mercado, dentro de la capa- cidad de compra del hombre ordinario, y en especial el inicio de un tipo de pornograffa estipulada para el consumidor masculino, pero dirigida a las mujeres, no significa un aumento en la permi: dad sexual, con la revaluacién de las costumbres sociales que tal permi- sividad, si es real, necesita... Cuando la pornografia abandona su cua~ lidad de aislamiento existencial y se sale de la impostada zona de Ja fantasia intemporal y carente de lugar, y se introduce en el mundo real, entonces pierde su funcién de valor inocuo. Principia a comen- tar las relaciones reales en el mundo real. (Carter, 1979, pp. 18-19.) La utopia pornogrdfica comienza entonces a actuar como la ima- gen critica de las relaciones “naturales” y, no obstante, de explo- tacién entre hombres y mujeres en la esfera doméstica del hogar. El enfoque de Marcuse del deseo/razén, con su insistencia en el juego como liberacién, no presta atencién a la pornografia como una practica de poder que, sdlo en circunstancias especiales, actiia como una plataforma de critica y de cambio. Una ausencia interesante en la critica de la raz6n instrumental y su subordinacién del deseo, en la tradicién que une a Fourier y Marcuse, es la ausencia de los nifios (Bell, 1980). Esta ausencia es un indicio muy claro del hecho de que el debate convencional o tradicional en torno a deseo/raz6n es un debate entre los hom- bres, quienes sumergen o borran la conexién entre el deseo y Ja reproduccién, Los nifios se hallan casi por entero ausentes en las utopias sexuales de los hombres. La liberacién de la restriccién a menudo se muestra, en consecuencia, como una liberacién mascu- LA FORMA DEL DESEO 51 lina unilateral con respecto a la limitacién excedente sobre el ello, Al escribir la historia del deseo, tendriamos de hecho que escribir dos historias, el deseo masculino versus el deseo femenino. Las teorfas marxista y critica han sido peculiarmente ciegas a la divisi6n social del deseo en términos del género y del patriareado. Biste estudio de la sociologia del cuerpo gira, como resultado, alre- decor del control masculino sobre los deseos. femeninos. La libe-/ racién de la sexualidad tiene que cimentarse en un anilisis de} cémo el deseo versus la razén ha sido institucionalizado dentro. de una divisién sexual del trabajo, la que incluye asimismo una division social de las emociones. Foucault admite que en la época moderna nos es impuesta jina identidad sexual la cual tiene que ser o masculina o feme- nina, problema que explora en la historia de Herculine Barbin (19805). Con todo, en su trabajo mas importante acerca de la fexualidad no se presta atencién significativa alguna a las divi- siones de género y a la manera como se producen jas divisiones culturales por encima de la diferencia psicolégica entre hombres y mujeres, Para Foucault, la sexualidad es una unidad que puede tener una historia; no hablemos de la historia de las sexualidades, pues en la explicacién de Foucault el cuerpo es de manera implicita ¢l dato unificado sobre el cual el saber y el poder llevan a cabo | su juego. Este supuesto se encuentra extendido en la literatura. | En Bodies in Revolt, Thomas Hanna, por ejemplo, al tiempo que reconoce la diferencia entre los papeles sexuales masculino y fe- menino, puede atin referirse ingenuamente a la sexualidad como “un centro de experiencia humana” (1970, p. 287). De modo si- milar, aunque Deleuze y Guattari (1977) han intentado criticar la nocién del deseo como mera carencia o ausencia, ellos también implican que el deseo (el ello) es en diltima instancia una unidad. CUERPOS CAPITALISTAS Nuestras actitudes hacia la sexualidad, los papeles sociales de las mujeres y el género son en parte el misterioso legado del cristia- pismo feudal y los requerimientos de las relaciones de propiedad en los modos de produccién basados en la apropiacién privada. Las actitudes nuestras también han sido configuradas por la vieja historia de la vida familiar y el hogar patriarcal. En el capita- lismo tard{o, en muchos sentidos estas actitudes ya no se confor- man a las verdaderas exigencias de la economia o a la estructura 52, LA FORMA DEL DESEO social de una sociedad capitalista que se encuentra organizada en derredor. de la propiedad corporativa, Debido a que la pro- piedad y la inversién al presente se hallan concentradas en cuer- pos corporatives, el capitalismo familiar no juega ya més un papel importante en las economias industriales, El capitalismo ya no \ necesita.de la unidad de la familia para garantizar la distribucién de la propiedad. Si bien el capitalismo atin requiere de Ja familia como unidad de consumo, no precisa que estas familias deban ser de la variedad nuclear. La forma ascética del deseo no es en consecuencia pertinente a Jas formas contemporaéneas de acumu- lacién de capital y sf en gran medida inapropiada para el consumo individual. E] solar de la fabrica debe tener regulaciones sociales con tal de asegurar la produccién continua y eficiente, e incluso en el caso de los arreglos productivos es perfectamente posible descalificar la fuerza de trabajo y reemplazarla con el. trabajo muerto de las maquinas. El capitalismo moderno tiende a fomen- tar el cdlculo hedonista-y la personalidad narcisista. La cultura del consumidor requiere, no de la supresién del deseo, sino de su manufactura, extensién y detallamiento. La reaccién teérica y moral a estas nuevas posibilidades del placer de-masas ha sido variada y compleja. Una posicién comin es ver la cultura reciente, en esencia, como una incorporacién ideolégica de.la clase obrera al capitalismo; el nuevo consumismo es tan solo la vieja propuesta de “pan y circo” para la domina- cién, Mucho del reciente andlisis del consumo es, en este respecto, ampliamente negativo (Baudrillard, 1975; Lefebvre, 1971; Mar- cuse, 1964) ; el consumo moderno se vislumbra como el productor de una poblacién pasiva y subordinada que ya no es capaz de darse cuenta de sus necesidades “reales”, A despecho de su tono critico, el andlisis del consumismo con frecuencia asume una po- sicién conservadora. El argumento de que el consumismo alienta el narcisismo puede entrafiar una adherencia nostalgica a la fami- lia, la ética del trabajo y la autoridad patriarcal (Barret y Mc- Intosh, 1982). La critica del ocio y el consumo modernos puede ser @ su vez puritana, despreciando el elemento de libertad indi- vidual que cierta tecnologia moderna hace posible (Kellner, 1983). La critica del consumismo es, por tanto, una versién de la tesis de Ja ideologia dominante (Abercrombie, Hill y Turner, 1980), en la cual los consumidores son incorporados uniformemente por todas las mercancias, No es simplemente que los consumidores absorban de manera inevitable el significado y la finalidad de los anuncios masivos (Ewen y Ewen, 1982). 7’ LA FORMA DEL DESEO 53 Hay, desde luego, otra versién del argumento de incorpora- cién. El_control-hegeménico-del~capitalismo”sobre~los~deseos~y las necesidades .se-manifiesta~en--la.-situacién...de._queel_capitalismo ede sobrevivir y tolerar la desviacién individual y-el pluratismo social; la tolerancia del capitalismo es opresiva. Sin embargo, si el capi Feapitalismo puede sobrevivir con éxito en un contexto de amplia permisividad sexual y libertad personal en el mercado de mer- cancias, entonces es razonable concluir que el capitalismo no nece- sita apoyos ideolégicos masivos. Bste opera a través de la regula~ cién politica, econémica y legal de la poblacién. La paradoja deb argumento hegeménico es que el capitalismo disfruta de la hege- monia de la permisividad que realmente no requiere. A mi juicio, el vazonamiento puede expresarse en una forma sociolégica més con- vincente: el capitalismo no necesita mas de la hegemonia en los dominios sexual y personal, y es justo por esto que el pluralismo cultural caracteriza las sociedades del capitalismo tardio. Lo que si logra el capitalismo es la mercantilizacién de las fantasias y los . Se ha dado _una_racionalizacién-del-deseo-por. conducto ermercado, las revistas de publicidad, lasfacilidades~de~ crédito y el consumo de masas. Aunque la critica del consumisio sehalacon razén que muchas dé las aspiraciones de la poblacién no pueden ser satisfechas con propiedad por la sociedad del con- sumidor, pues, por ejemplo, los desempleados no poseen poder de compra, también es cierto que el contenido y la naturaleza de Jn propaganda los configuran y determinan las necesidades del consumidor. Con las modificaciones en la naturaleza del empleo y de la familia, el centro de la publicidad ha pasado de los jéve- nes a los de edad media. La relacién entre las necesidades y e} consumo es bastante mds compleja de lo que sugiere el-argumento hegeménico. Ta critica del consumismo capitalista finalmente tiene que des- eansar en alguna nocién de las necesidades reales y en cierta dis- (incién entre la necesidad y el placer. Los deseos son “vanos”, joro las necesidades son reales; el capitalismo funciona en el nivel ‘tle los placeres triviales, pero no puede, segiin la critica del con~ ‘Wimidor, satisfacer en esencia nuestras necesidades. Detrds de este fivonamiento existe otro supuesto: el valor de cambio es malo, el! “valor de uso es bueno (Kellner, 1983). Por virtud de nuestra ‘orporeidad, tenemos necesidades reales y mundanas que deben fer gatisfechas y que son umiversales, lo cual en ciertos respectos. lefine lo que es ser un miembro de la especie humana. Hay va~ os problemas con esta posicién que se exploran a lo largo de 54 LA FORMA DEL DESEO este estudio. Sin embargo, hay un punto que podemos notar al instante acerca del argumento de las necesidades universales. Aque- Ho que podemos decir sobre estas necesidades es, por lo general, vago y trivial. Los seres humanos necesitan comer, pero qué, cuando y cémo comen es por completo variable, Las variaciones iduales en las normas de dormir, en la actividad sexual y en los habitos en el comer parecen ser ilimitadas. Hasta nuestra ana- tomia individual es variable (Williams, 1963). El problema es que vivimos en una realidad socialmente construida y nuestros placeres son adquiridos en un contexto social, pero esto también es verdad con respecto a la “necesidad”. En alguna medida, el contraste entre la “necesidad” y el “deseo” se funda en una dis- tincién entre la “naturaleza” y la “cultura”. Nuestras necesidades son vistas como reales debido a que son naturales, y son naturales a causa de que nuestros cuerpos son una caracteristica del paisaje natural de nuestra existencia. En contraste, los deseos son fitiles, pues éstos son cultivados.|Nuestra cultura surge del cultivo de fess cuerpos, y mientras més civilizados nos volvernos, mas [innecesario parece ser nuestro bagaje cultural. Mientras que el pace es mero lujo, las necesidades son carencias. Esta diferen- ciacién es dificil de mantener, pues aquellas que percibimos como necesidades se hallan de hecho cabalmente penetradas y consti- tuidas por la cultura. La distincién entre necesidad y deseo es antes que nada un juicio de valor. En el periodo medieval los tedlogos condenaban a los maridos que encontraban placer en los cuerpos de sus esposas; en el siglo xx, los criticos del consu- mismo condenan a la clase media que encuentra placer en las fatuas mercancias. Ambas criticas efecttian un juicio de valor apo- yado en una distincién entre las carencias y los lujos. Lo que consideramos como una necesidad se encuentra muy unido con las expectativas acerca de lo que es normal, y aquello que es nor- mal no es tan sdlo un criterio estadistico, pues lo que es normal es fundamentalmente cultural. Lo extrafio es que en el lenguaje cotidiano a menudo empleamos “normal” de manera intercam- ‘biable con “natural” y, en consecuencia, lo que se conforma a la naturaleza eseaquello que se conforma a la expectativa social. Sin ‘embargo, puesto que con las transformaciones tecnolégicas y so- ciales las sociedades modernas se encuentran menos expuestas a, y son menos dependientes de la “naturaleza”, la naturaleza como criterio para los convenios sociales se hace cada vez més irrele- vante. El cambio social echa abajo la barrera de las carencias naturales. LA FORMA DEL DESE® 55 Fl status ontolégico de la “naturaleza” es de particular impor- tancia en el debate en torno a las relaciones de género, Existe un acuerdo general en la sociologia con respecto a que las nociones como “instinto maternal” y “privacién materna” son aspectos de una ideologia que induce a las mujeres a permanecer en el hogar como madres. La visién convencional de las mujeres como madres confunde “ser madre” con “ser progenitor”. De manera mas ge- neral, no obstante que existen diferencias biolégicas entre hombres y mujeres, se encuentran intervenidas culturalmente y son histé- ricas. Aquello que observamos como caracteristicas masculinas y femeninas son diferencias socialmente construidas, y estas carac- terfsticas pueden alterarse de forma radical por la intervencién social y politica. Empero, la légica de este argumento incluirfa también la nocién de que la biclogia se encuentra en si misma socialmente medida y que consiste en un sistema clasificatorio por medio del cual se organizan las experiencias, Lo que est si- tuado detrds del “género” no es una realidad no-mediada, sino otro nivel de las construcciones y clasificaciones sociales; Ja anato- mia del cuerpo es precisamente dicha clasificacién (Armstrong, 1983). El “género” es una invencién social a la que media otra construccién social, la “biologia”. No hay ningtn criterio natural para juzgar lo que es valioso o real, y admitir que existen diferen- cias biolégicas entre hombres y mujeres puede ser perfectamente admisible, pero ello implica de manera necesaria una eleccién de perspectiva. La biologia es sistematizacién cognitiva (Rescher, 1979). Los hechos biolégicos existen, pero existen en virtud de Jas practicas clasificatorias que excluyen los puntos fijos (como la “aturaleza”) precisamente debido a que habitamos un mundo que es de perspectivas. f Los conceptos como “deseo”, “necesidad” y “apetito” forman parte de un discurso a través del cual describimos més bien que oxplicamos. Desde un punto de vista estructuralista, el “biologis- mo” es un tipo de discurso; el “feminismo” es otro. El estructu- yalismo considera auténomos a estos discursos, desde el momento en que los “textos” poseen una vida propia. A pesar de que el estructuralismo representa una posicién particularmente. poderosa, ¢] argumento del presente estudio es que el discurso del deseo, y més generalmente la ubicacién del cuerpo, tiene que entenderse en términos de los cambios masivos en Ja estructura completa de Jas sociedades, El debate acerca de la naturaleza de las mujeres en las sociedades modernas es un efecto de las modificaciones en “jul posicién social, y la transformacién del papel social de las mu- 56 LA FORMA DEL DESEO Jeres es un efecto de la reorganizacién del capitalismo. Mientras que el proceso econémico del feudalismo exigia el control minu- cioso de la sexualidad femenina dentro de la clase terrateniente, la organizacién de la propiedad en el capitalismo tardio no nece- sita un régimen, de control sexual. El capitalismo no depende més de la existencia de la familia nuclear, y la estructura del hogar ha cambiado de modo fundamental en el periodo de posguerra. La nocién tradicional de que las mujeres eran deseables, pero ca- rentes de deseos, se derrumbé junto con la familia victoriana y la moral doble. No es inconcebible que el capitalismo deje de. ser algin dia una sociedad en la que haya sexos definidos; la inge- nieria genética por cierto: hace este resultado técnicamente posi- | ble. Lo que el capitalismo contemporéneo en verdad requiere es la seguridad de produccién, una tecnologia del consumo y Ia legi- timacién del deseo. La. diferenciacién de los cuerpos por medio del sexo se vuelve cada vez en mayor medida irrelevante para estas tres condiciones, Il. LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO CUERPOS AUSENTES La socroLocia contemporanea tiene poco que decir acerca del hecho més obvio de la existencia humana, a saber, que los seres humanos tienen, y en cierta medida son, cuerpos. En ello hay una Mojigateria tedrica con respecto a la corporeidad humana que constituye un vacio analitico en el corazén de la investigacién sociolégica. El fendmeno colectivo de los nacimientos, el enveje~ cimiento y la mortalidad se han convertido en el monopolio aca- démico de la demografia histérica y matemdtica, donde la signi- ficaci6n moral y social de estos sucesos se encuentra atenuada en. favor del cAlculo exacto, Lo que podria calificarse como la teo~ dicea del cuerpo es igualmente menospreciado incluso en la socio- logia de la religién (Turner, 1983). La singularidad del fracaso de la sociologfa en cuanto a elaborar una teoria del cuerpo y de los cuerpos se manifiesta en el predominio de nociones de sentido comin acerca de que la dieta, correr, el ayuno, el adelgazamiento y el ejercicio no son meras ayudas esenciales para la satisfacciém Sexual, sino aspectos necesarios del desarrollo personal en una so- ¢iedad fundada en el consumo personalizado, Algunos debates re- cientes en sociologia, en particular con respecto al narcisismo- (Lasch, 1979), han ilustrado una conciencia de la cambiante sig nificacién simbélica del cuerpo en relacién al desarrollo capitalista; pero son excepciones. Las razones para excluir el cuerpo de la in- yestigacién tedrica en sociologia no son dificiles de rastrear. Los fundamentos epistemoldgicos de la sociologia moderna tie- “hen sus raices en el rechazo del positivismo decimonénico, en “especial del biologismo, cl cual sostenia que el comportamiento humano podia ser explicado causalmente en términos de la bio- ogia humana (Parsons, 1937). La sociologia aparecié como una omo su principal objeto de estudio, afirmando que el significado de las acciones sociales no puede reducirse nunca a la biologia o Ja fisiologia. La institucionalizacién académica de la sociologia implicé su separacién de la eugenesia y la biologia darwinista, Es el importante en el desenvolvimiento tedrico de la sociologia, bre todo en la obra de Herbert Spencer (Peel, 1971) y Patrick 57 58 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO. Geddes (Boardman, 1978). Asimismo, puede alegarse (Foucault, 1973) que el surgimiento de la ciencia social estuvo estrechamen- te conectado con la expansién de la medicina racionalizada, a través de la obtencién de estadisticas de salud que acompafié al crecimiento de las poblaciones urbanas en el siglo xix. A pesar de estas conexiones institucionales y teéricas con la biclogia posi- tivista y la ciencia médica, los supuestos centrales de la sociolo- gla eran contrarios a su inmersién en la biologia. Las ciencias fisicas y los retofios bastardos como la sociobiologia no proporcio- nan un modelo para la explicacién de la realidad social que no puede subsumirse en la “naturaleza”, Los supuestos centrales de la sociologia consisten en que el mundo natural es socialmente constituido y transformado por la actividad humana. Los seres humanos no aprehenden tan sélo el mundo natural como algo dado, pues la naturaleza se encuentra siempre mediada por la cultura, Al sostener que la realidad en la cual se halla situada la especie humana est4 construida socialmente (Berger y Luck- mann, 1967), la sociologia ha incorporado, en alguna medida, el argumento de Karl Marx de que el hombre se opone a la Naturaleza como una de las fuerzas de ésta, poniendo en acciéa brazos y piernas, cabeza y manos, las fuerzas naturales de su cuerpo, con el fin de apropiarse de las producciones de la Naturaleza en una forma adaptada a sus propias exigencias. Al actuar de esta manera sobre el mundo exterior y modificarlo, al mismo tiempo transforma su propia naturaleza. (Marx, 1974, vol. I, p. 173.) El mundo externo, incluido el cuerpo humano, no es algo dado, sino una realidad histérica constantemente mediada por el tra- bajo humano e interpretada por la cultura del hombre. El cuerpo humano, en tanto que punto limite de la experiencia y concien- cia humanas, parecia menos importante que la realidad colectiva del mundo social dentro del cual el yo se hallaba ubicado. El le- gitimo rechazo del determinismo biolégico en favor del determi- nismo sociolégico acarred, no obstante, la exclusién del cuerpo de la imaginacién sociolégica. La dicotomia primaria de la teoria sociolégica no era la de naturaleza/sociedad, sino la de yo/so- ciedad. Ex yo Al concebirse la sociologia a si misma como una “ciencia inter- pretativa” del significado de la accién e interaccién sociales, de LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO. 59 _ acuerdo con Max Weber (1978), se aparté de las ciencias fisicas como modelo de Ia ciencia social. Dicha interaccién tenia lugar entre entidades que fueron designadas como “el yo”, “el actor social” o “el agente social”. La interaccién de los cuerpos es el “comportamiento”, mientras que la interaccién entre los actores sociales implica significado y eleccién; es éste el objeto propio de la sociologia. Asi pues, lo social Iegé a ser visto como un pro- eeso en marcha de interacciones entre el Ego y el Alter, de tal manera. que la “sociedad” es una realidad emergente y el produc- to de incesantes interacciones. Es importante hacer notar que los actores sociales (Ego y Alter) no son necesariamente. individuos “yeales’, sino entidades socialmente constituidas. Por ejemplo, _ Alfred Schutz (1962) levé a cabo una distincién elemental entre Ia interaccién directa, cara a cara, con co-asociados y la accién indirecta con predecesores, sucesores y contempordneos. En so- ciologia, es perfectamente razonable incluir en la “‘interaccién” los intercambios entre los vivos y sus ancestros muertos, entre los nifios y sus mufiecos, entre los creyentes y sus dioses. Un “actor social” es una entidad que esta socialmente constituida como un interactuante. Desde el punto de vista del interaccionismo simbé- lico (Rose, 1962), la interaccién presupone de manera funda- mental, por as{ decirlo, una conversién interna en la que yo interacttio conmigo mismo. El “yo” sujeto es la respuesta de un individuo, de forma total, a la diversidad de actitudes de los otros; ¢! “yo” pronombre es las actitudes organizadas de los demés. El yo es, por tanto, la compleja unién, a través de la interaccién, e] simboio y el gesto, del yo sujeto y el yo pronombre (Strauss, 1964). Al concentrarse en el yo como un fenémeno simbélica- mente constituido, el interaccionismo simbélico reforz6 una visién sociolégica muy difundida, en la cual la corporeidad de los ac- tores sociales era relativamente insignificante en la accién social. El yo es sociolégico, de manera esencial y no biolégico, pues el "yo es poco més que un principio para la organizacién de los mo- yimientos. La idea de que el cuerpo podria ser un componente de la continuidad del yo fue descartada en favor del argumen- to de que la continuidad del yo descansa en la continuidad de las percepciones que otros tienen de la continuidad personal, En ‘este respecto, el interaccionismo simbélico se alineé con una par- ticular posicién filoséfica en cuanto al problema tradicional men- te/cuerpo, en donde la persistencia de la identidad no depende de Ja continuidad del cuerpo, sino de la coherencia de la memo- 60 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO. ria y la conciencia. En suma, el bincapié de la sociologia en la naturaleza socialmente constituida del ser social desembocd en una posicién implicita de que el cuerpo del actor social es una caracteristica muy poco importante de la visién del yo-en-la-so- ciedad. Se ha argitido que una razén para la inmersién del cuerpo en la teoria sociolégica es que ello se dio como una’ consecuencia no deliberada de la critica legitima del biologismo. En respuesta, la sociologia subrayé la relevancia de la cultura y el simbolismo en la organizacién del yo y la sociedad. En la formacién de la sociologia, empero, el rechazo del biologismo a’ menudo es dificil de disociar del rechazo del individualismo metodolégico y, de modo mds general, del llamado. “atomismo”. Aunque algunos so- cidlogos.han sido fervientes individualistas metodolégicos, ya sea encubierta o abiertamente, la tradicién central. de la sociologia. niega el argumento de que los constituyentes finales del mundo social son las personas indivie “duales, quienes actiian més 0 menos apropiadamente a la luz de sus disposiciones y entendimiento de su situacién. Toda situacién social compleja, institucién o suceso, es cl resultado de una configuracién particular de individuos, de sus disposiciones, situaciones, creencias, \Tecursos. fisicos y ambiente. (Watkins, 1959, p. 505.) La tradicién macro-sociolégica ha tomado la estructura social y la estructura de las colectividades como los constituyentes de la so- ciedad, alegando que la “estructura” no puede reducirse a la re- lacién entre los individuos, y que la “sociedad” es sui generis. Debido a que la macro-sociologia, por ejemplo, se ha interesado en la relacién entre Jas clases sociales y los partidos politicos, entre el Estado y. la base econémica de la sociedad, y entre la familia y el cambio econémico, el cuerpo humano no puede ser situado- dentro de este espacio tedrico. En tanto que la micro-sociologia excluye al cuerpo porque el yo como actor social se encuentra socialmente constituido en la accién, la macro-sociologia lo hace a causa de que su centro teérico se halla en el “sistema social”. En la tradicién dltima, cualquier concentracién teérica en el cuer- po debe oler a individualismo metodoldégico, pues se asume con. base en el sentido comtin que el individuo raramente se localiza. en el cuerpo. Asi pues, cualquier intento de dirigir la sociologia hacia una teorfa del cuerpo tiene que aparecer como una traicién herética, puesto que’ tal accién sugiere a un mismo tiempo el biologismo y el individualismo metodolégico. LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO. 61 Micurr Foucautr Al escribir en torno al desprecio del cuerpo en Ja sociologia, pue- de ser més exacto referirse a esta negligencia como sumersién que como ausencia, ya que el cuerpo en la teoria socioldgica ha tenido una furtiva y secreta historia, m4s bien que ninguna. El ‘objetivo de este libro es exponer esta sumersién y articular. una teorfa con el propésito de hacer entrar en escena a la prominen- cia del cuerpo y los cuerpos. Antes de Hamar la atencién sobre las diversas areas de 1a teoria sociolégica en las que, por decirlo asi, el cuerpo sobrevivié a despecho de su exclusién: tedrica, es importante delinear de manera perentoria lo que abarca a so- ciologia del cuerpo. Es necesario insertar esta breve recuperacién del cuerpo para asi evitar cualquier acusacién apresurada de bio- logismo o atomismo, Puesto que este libro, como se hai a evidente luego, es en parte una aplicacién de Ia filosofia de Michel Fou- cault, algunas de las distinciones fundamentales realizadas aqui son claramente foucaultianas, En primer lugar, una sociologia del cuerpo puede ser considerada como un estudio materialista, En una entrevista con relacién al poder y el cuerpo, Foucault com- paré su propio interés en el cuerpo con el andlisis marxista de la ideologia y el poder: En cuanto al marxismo, yo no soy de los que intentan encontrar los efectos del poder en el nivel de la ideologia. De hecho, yo me pre- gunto si, antes de plantear la cuestidn de la ideologia, no serfa mas materialista estudiar primero el problema del cuerpo y los efectos del poder en él. Pues Jo que me preocupa de estos andlisis que dan prioridad a la ideologia es que siempre se presupone un sujeto huma- no segén los lineamientos del modelo suministrado por la filosofia clasica, dotado con una conciencia para cuya captura es entonces pensado el poder. (Foucault, 19802, p. 58.) Para Foucault, los efectos de la ideologia relacionados con el po- der no deben observarse en términos de la manipulacién del sujeto humano como conciencia pura. En las sociedades modernas, el poder tiene un objetivo especifico, a saber, el cuerpo, el cual es €l producto de las relaciones politicas y de poder. El cuerpo, en tan- to que un objeto de poder, es producido con el fin de ser contro- lado, identificado y reproducido. El poder sobre la materialidad del cuerpo puede dividirse en dos cuestiones separadas y, no obs- tante, relacionadas: “las disciplinas del cuerpo y las regulaciones 62 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO de la poblacién” (Foucault, 1981, p. 139). La primera se vincula con los cuerpos singulares y se alude a ella como “andtomo-po- litica”, mientras que la segunda abarca el cuerpo de la especie Yy supone una “bio-politica” de las poblaciones. Foucault considera a la ciencia médica como el enlace fundamental, en el nivel det saber, entre la disciplina de‘los cuerpos individuales efectuada por os grupos profesionales (de psiquiatras, dietistas, trabajadores s0- ciales y demés) y la regulacién de las poblaciones por el panop- ticismo (en la forma de asilos, fAbricas, escuelas y hospitales), La sociedad administrada comprende el control de las personas por conducto de la medicalizacién de los cuerpos. Aunque con fre- cuencia se presenta como una critica del marxismo moderno, ef Proyecto de Foucault puede ser visto como capaz de guardar rela- ciones con la visin del materialismo histérico ofrecida por Fried- rich Engels quien, en The Origin of the Family, Private Property and the State (s. f.), sostuvo que la interpretacién materialista: de la historia consideraba la produccién y reproduccién de la vida inmediata como el factor determinante de las sociedades huma- nas. Esta determinacién posefa un doble cardcter, a saber, la pro- duccién de los medios de subsistencia y la produccién de seres humanos: “Las instituciones sociales bajo las cuales viven los hombres de una época histérica y de un pais determinado es- tan condicionadas por ambos tipos de produccién: por la etapa del desarrollo del trabajo, por un lado, y de la familia, por el otro” (Engels, s. f., p. 6). Una teorfa materialista del cuerpo tie- ne que suministrar el vinculo entre la disciplina del cuerpo y la regulacién de las poblaciones en términos de las conexiones insti- tucionales entre la familia, la propiedad y el patriarcado, Con todo y que la sociedad humana se ha transformado de manera fundamental a lo largo de los tiltimos 2000 afios, la socio- biologia sugeriria que el cuerpo humano ha permanecido, en todos los respectos importantes, fisiolgicamente estatico. Las implica- ciones de esta yuxtaposicién consisten en que una sociologia del cuerpo seria una empresa histérica. Tal conclusién, sin embargo, est. basicamente errada, desde el momento en que las cuestiones de “el cuerpo” y de “la poblacién”, con respecto a las estructuras socioculturales, son necesariamente histéricas. Esta idea de la his- toricidad del cuerpo es una de las contribuciones primordiales del enfoque que tiene Foucault de la historia del Hombre como un objeto para la ciencia. Con la explosién demogréfica del siglo xvi, la “poblacién® hizo su aparicién en tanto objeto de innumerables tecnologias y estudios cientificos: LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO 63 Dentro de este conjunto de problemas, el “cuerpo” —el cuerpo de los individuos y el cuerpo de las poblaciones— aparece como el por- tador de nuevas variables, no tmicamente aquéllas entre los mas y los menos, los sumisos y los intranquilos, los ricos y los pobres, los sanos y los enfermos, los fuertes y los débiles, sino también las otras entre los més 0 menos utilizables, los m4s 0 menos sometibles a la inversién redituable, aquellos con mayores 0 menores expectativas de sobrevivencia, muerte y enfermedad, y con més o menos capacidad para ser provechosamente entrenados. Los rasgos biol6gicos de una poblacién se convierten en factores relevantes para el manejo eco- némico. (Foucault, 19802, p. 172.) La “poblacién” surgid como el objetivo de las ciencias del cuerpo y en asociacién con nuevas disciplinas, regulaciones y prActicas coercitivas. Con la conjuncién del cuerpo y la poblacién, la sexua- lidad de los individuos se transformé en un nuevo centro de las relaciones de poder, las cuales estaban dirigidas a una administra~ cién de la vida, EspiRIru Y CARNE En términos ms convencionales, el cuerpo puede entonces conver- tirse en un objeto genuino de la sociologia del conocimiento, La tradicién occidental del cuerpo ha sido configurada de manera convencional por el cristianismo helenizado, para quien el cuerpo ra el asiento de la sinrazén, la pasién y el deseo, La contraposi- én en filosofia entre la mente y el cuerpo es en el cristianismo la oposicién entre el espiritu y la carne@La carne era el simbolo de la corrupcién moral que amenazaba el orden del mundo; la carne tenfa que ser sometida por las disciplinas, en especial por ¢] régimen de dieta y abstinencia (Turner, 1982¢; 1982b). El cuerpo en el pensamiento griego habia sido el epicentro de la lucha entre Ja forma y el deseo (entre Apolo y Dionisos). El cris- tianismo heredé este punto de vista, pero lo oscurecié al concebir la carne como el simbolo del Hombre Gaido y de la negacién irra- cional de Dics. En los tiempos medievales, la celebracién del cuer- po en festivales y cartiavales Ilegé a ser una expresién politica del disentimiento popular frente a la dominante tradicién letrada de la corte y los centros urbanos del control social. La confirmacién vealizada por Rabelais del primitivo y popular lenguaje del cuer- po en la tradicién del mercado y el carnaval constituyé, en conse- cuencia, una afrenta al refinamiento expresado en la literatura “oficial” (Bakhtin, 1968). Dentro de la sociologia del conocimien- 64 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO to, entonces, es posible trazar una secularizacién del. cuerpo en Ja que éste deja de ser el objeto de un discurso sagrado de la came y pasa a ser un objeto en un discurso médico, donde el cuerpo es una maquina que debe ser controlada a través de apro- piados regimenes cientfficos. La historia de esta transicién es com- pleja, En los sistemas gimn4sticos, la racionalizacién del movimien- to representé la aplicacién de la escuela jatrofisica de medicina de Borelli (Broekhoff, 1972). En las prdcticas dietéticas, ocurrié un abandono de la preocupacién del siglo xv por la vida larga como valor religioso, en favor del interés del siglo xrx en la cuan- tificacion eficiente del cuerpo (Turner, 1982a). El resultado de estas alteraciones fue la reificacién y objetivacién del cuerpo como un objeto de cdlculo exacto. La idea de que el cuerpo es recinto del deseo antisocial no es, por tanto, un hecho fisiolégico, sino una invencién cultural que tiene significativas implicaciones politicas. La contradiccién entre pasién y raz6n, en tanto que el fundamento del homo duplex de Durkheim, es asimismo la vindicacién de la autoridad que pro- porciona la raiz del orden y la solidaridad sociales (Sennet, 1980). Uno de los argumentos principales de este estudio no es tan sdlo que el cuerpo esté construido culturalmente en oposicién a la autoridad social, sino, en concreto, que el cuerpo femenino es el principal desafio a la continuidad de la propiedad y del poder. La divisién entre Ja pasién femenina y la razén masculina es, en consecuencia, la fuente cultural del patriarcado, Aunque el patriar- cado existe independientemente del modo de produccién capita- lista, en tanto que es una distribucién especifica del poder, la sociedad capitalista ha instaurado esta divisién al proveer una dis- tribucién espacial del deseo y la razén entre el dominio privado y el pitblico, institucionalizada por el divorcio entre la familia y ‘la economia. En e] mundo antiguo, el espacio privado de la economia do- -méstica era la arena de la carencia y la privacién, en tanto que la esfera ptiblica de los. ciudadanos se igualaba con la libertade Asi, el espacio privado del hogar estaba vinculado a la produe- ‘cién de las necesidades de la vida por seres (esclavos y mujeres) que no eran enteramente humanos (Arendt, 1959). La expansién de la privacia como valor presupone el desarrollo de una doc- trina del individuo privado, una ideologia del familiarismo, una. separacién institucional de la familia y la economia en la que la unidad doméstica deja de tener funciones productivas, y un enor- ‘me aparato burocratico a través del cual se mide y evaltia la vida LA. SOCIOLOGIA Y EL CUERPO 65 : ; i piiblica de los individuos con propésitos de control social, La ~unién de Ia industrializacién capitalista, el individualismo utilita- tista y el Estado-nacién proporcioné las condiciones generales para el surgimiento de la divisién entre los mundos public y privado. El aspecto importante de esta divisién en la sociedad moderna es que el espacio privado se encuentra catacterizado por la inti- midad y emotividad de la familia, la que existe especificamente para el servicio del cuerpo, esto es, la produccién de nifios, la socializacién y el mantenimiento de la fuerza de trabajo. Hay. por tanto, un marcado contraste entre la formalidad, e) imperso- nalismo, la neutralidad y el universalismo del wabajo en la esfera piblica, y la informalidad, el particularismo y la afectividad del hogar privado. En la divisién social de la sociedad, existe asimis- mo una divisién sexual en virtud de la cual cicrtas actividades (el ser madre” y el “trabajar”) se convierten en especificaciones de género. En adicién a esto, podemos sugerir que existe una divisién espacial entre las pasiones (esfera privada) y las razones (esfera pitblica). Gvapro I Privado Piblico ce gemeinschaft gesellschaft deseo razén femenino masculino informal formal afectividad neutralidad particularidad universalidad difusién hedonismo ascetismo consumo produccién Eee A Histo puede ilustrarse como se muestra en el cuadro I. Al hacer licha distincién entre privado y piblico, probablemente serfa. més | facto referitse a los espacios privados en plural. El hogar mo- 2 dero esta abierto al mundo en virtud de una arquitectura que “hace hincapié en la luz y el espacio, Al mismo tiempo, el hogar sigue siendo un castillo separado de otros espacios privados. La yansicién del Renacimiento al mundo modemo, en consecuencia, {mplica una .transicién del cuerpo “abierto”, ligado al mundo 5 66 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO ptiblico por conducto del ritual y el carnaval, al cuerpo “cerrado” de la sociedad del consumidor individualizado (Bakhtin, 1968). JLos deseos se encuentran al presente inscritos en los cuerpos pri- vados que se hallan separados del higiénico espacio del mundo piblico. Soctotocia DEL CUERPO Escribir una sociologia del cuerpo no es, por consiguiente, escri- bir un tratado sobre sociedad y fisiologia. La primera incluye el anilisis histérico de la organizacién espacial de los cuerpos y el de- seo, en relacién a la sociedad y la raz6n. Los contornos principales de dicho estudio pueden formularse como sigue: 1) Para el individuo y el grupo, el cuerpo es simulténeamente un entorno (parte de la naturaleza) y un medio del yo (parte de Ja cultura). El cuerpo se halla, de manera fundamental, en la coyuntura del trabajo humano sobre la naturaleza por medio de la escritura, el lenguaje y la religién y, por ello, criticamente en la coyuntura de la especie humana entre el orden natural del mundo y el ordenamiento cultural de este Ultimo. La transaccién entre ja naturaleza y la sociedad puede verse, entonces, en términos del cuerpo como fisiologia (es decir, un ambiente interno). Para tomar un ejemplo obvio, el cuerpo tiene necesidades fisiolégicas, en particular de alimentos, de liquido y de suefio. La naturaleza, contenido y regulacién de estas actividades de comer, beber y dor- mir estén sujetas a interpretaciones simbélicas y a la regulacién social masiva. Podemos concebir entonces el cuerpo como una apariencia externa de interpretaciones y representaciones, y como un medio interno de estructuras y determinaciones. 2) En correspondencia con la divisién intermo/externo, es_im- portante llevar a cabo una diferenciacién, siguiendo a Michel Fou- cault, entre el cuerpo de las poblaciones y el cuerpo de los indi- viduos. Se ha argumentado que en la cultura occidental el sitio del deseo es el cuerpo interno, el cual tiene que ser controlado por las pricticas racionalizadas del ascetismo (como el ayuno re- ligioso y el régimen médico). De forma similar, el cuerpo del individuo es regulado y organizado en interés de la poblacién. El control.de la sexualidad grupal es la ilustraci6n més obvia. Nin- guna sociedad abandona la reprodu cial a la libre eleccién de los individuos. Aunque en la sociedad industrial moderna el comportamiento sexual con frecuencia se manifiesta como Ia libre eleccién del ciudadano consumidor privado, existen regulaciones LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO 67 relativas al aborto, el infanticidio, la ilegitimidad, la homosexua- lidad y la prostitucién, La regulacién del cuerpo de las poblacio- nes ocurre en conformidad a las dos dimensiones de tiempo y espacio, esto es, la regulacién de la reproduccién entre generacio- nes y la regulacién de las poblaciones en el espacio politico /ur- bano. La sociologia del cuerpo es, por consiguiente, una sociologia politica, pues se interesa en la lucha autoritaria en torno al deseo. 3) El cuerpo yace en el centro de las luchas politicas. No obs- tante que puede sostenerse sin ambigiiedad que la fisiologia de hombres y mujeres representa una diferencia considerable (en las furiciones reproductivas), la identidad y la personalidad genéricas ticnen que insertarse en la fisiologia por conducto de la sociali- zacién a partir de roles ¢ identidades especificos. Similarmente, a pesar de que el cuerpo experimenta una maduracién natural con el envejecimiento, los conceptos de “juventud”, “infante”, “nific © “jubilado” son productos culturales de cambios hist6ricos en ta organizacién de la sociedad occidental (Ari’s, 1962). En cons cuencia, el cuerpo —su cardcter, estructura y desarrollo-—— sum nistra una metéfora bésica de la teorizaci6n social premoderna en nociones tales como “politica del cuerpo”, gerontologia, geronto- cracia, patrimonialismo y patriarcado, Por ejemplo, el debate acer ca del patriarcado, en su forma especificamente politica, se remite al Patriarcha de Sir Robert Filmer (publicado péstumamente en 1680). En esta doctrina de la ‘soberania patriarcal, el poder real se deriva del poder divino, por la via de Adan. El patriarcado se apoyaba en la analogia. El rey es el padre de su reino; Addn fue el padre de la naturaleza y la humanidad; Dios es el padre del hombre. Asi pues, el patriarcado antecede a la autoridad de la ley y es la fuente de todos los derechos y obligaciones, La autori- dad es de esta forma transubstanciada a través del cuerpo de los reyes, justo en la medida en que ésta es transubstanciada a través del cuerpo de los padres. En los sistemas religiosos, la autori- dad de Cristo es transubstanciada por conducto de los elementos eucaristicos de la came y la sangre, del mismo modo que en el sistema politico la continuidad de la sangre es esencial para la continuidad del poder. : 4) La mayor parte de las formas de teorizacién sociolégica es- tablece una drdstica separacién entre el yo y el cuerpo, G. H Mead, quien en muchos respectos proporcioné el fundamento filo~ s6lico original del interaccionismo simbélico, escribié en Mind Self and Society que : ; 68, LA SOGIOLOGIA Y EL CUERPO Podemos distinguir de manera muy categ6rica entre el yo y el cuer- po. El cuerpo puede existir y operar de un modo muy inteligente sin que haya un yo implicado en la experiencia, El yo posee la caracteristica de ser objeto para si mismo, y dicha caracteristica lo distingue de los otros objetos y del cuerpo. (Mead, 1962, vol. I, p. 136.) Aunque el contraste yo/sociedad se convirtié en el centro princi- pal de la teorfa interaccionista, también es cierto que la genera- lidad de los proponentes del interaccionismo alega que el yo se hace realidad por medio de la actuacién. La representacién del cuerpo en la vida diaria es fundamental para la actuacién del yo. Por tanto, es posible reinterpretar la sociologia de Goffman, no como el estudio de la representacién del yo en los agrupamientos sociales, sino como la actuacién del yo a través del instrumento del cuerpo socialmente interpretado. Un punto importante de su ‘obra es Ja cuestién del derrumbe del contexto microsocial por via de los sucesos que perturban al yo y a la interaccién social. Estos abarcan la vergiienza y el estigma. Las perturbaciones sociales sig- nificativas son reparadas por medio de “obras de remozamiento” que reafirman la normalidad de la interaccién. Estos trastornos de la interaccién se hallan de manera tipica, aunque no exclusiva, centrados en el cuerpo: rubores, l4grimas y anormalidades estig- méticas, El cuerpo es por tanto fundamental. para los. érdenes micro y macro de la sociedad. El cuerpo es el vehiculo para las actuaciones del yo y el blanco de los rituales de degradacién de la exclusién social. Las intimidades y las exclusiones se centran en el cuerpo como el medio para sefialar al yo (Weitman, 1970; Garfinkel, 1956). Una sociologia del cuerpo, en consecuencia, ten- dria asimismo que comprender una sociologia de la desviacién y el control, pues las mortificaciones del yo se hallan inextricable- mente unidas a las mortificaciones del cuerpo. De nuevo, seria apropiado distinguir entre la desviacién de les apariencias del cuer- po (sonrojos, rubores, secreciones no deseadas) , que est4 sujeta a Ja vigilancia cultural, y aquellas “desviaciones” de] cuerpo inte- rior (la afeccién y Ia enfermedad) que son igualmenie objetos de evaluacién moral. Por consiguiente, la sociologia del cuerpo como vehiculo de informacién acerca del yo se dividiria en torno de Ja estigmatologia de la apariencia exterior y de una teratologia de las estructuras deformes. " Una sociologia del cuerpo no es sociobiologia o sociofisiologia. No es reduecionismo, aunque es genuina y literalmente un andlisis asiiiealayite \ LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO. 69 materialista, Tal como la elaboraré més tarde, una sociologia del cuerpo es un estudio del problema.del orden social y puede orga- _hizarse en torho a cutie tos son, la reproduccién y re- gulacién de las poblaciones en po.y..el espacio, y la restric Rony Tepresenttaetonr ae Cuerpo como un vehiculo del yo, Estos ‘quatro temas presupotien'la-existencia en la sociedad occidental de lifla oposicin entre los deseos y la razén, la cual, he sugerido, se afiGila con un conjunto més ampli de dicotomias, en especial, tas-de_privado/ptblico y femenino/masculino, El control sobre el Guerpo es entonces una lucha politica “clemental”, “primitiva”. La. sociologie~del-cuerpo-es,-por-ende,.un.andilisis de cémo_ciertas polaridades_culturales~son™polfticamente~impuestas~por..conducto, de las instituciones del sexo, la familia y el patriarcado. Dicha initificionalizacion”se encuentia 2 su vez sujeta a ciertas transfor- maciones mayores de la sociedad (por ejemplo, del feudalismo al capitalismo) y la prominencia de las cuatro dimensiones (repro- duccién, regulacin, restriccién y representacién) se halla hist6ri- @amente condicionada. UsicacloNEs PaRA UNA TEOR{A A pesar de que la sociologia no ha incorporado de manera abieria una sociologia del cuerpo, ha heredado la clasica dicotomfa occi- dental entre deseo y razén que ha informado gran parte del debate reciente en la teorfa sociolégica. Esta teoria implicita no ha sido fAdecuada o sistemdticamente examinada. Hablando con crudeza, podemos dividir la filosofia social en una tradicién que asume la naturaleza, el cuerpo y el deseo como la fuente del valor y la feli- cidad en oposicién a la sociedad, la tecnologia y la razén, y una Segunda tradicién que considera el deseo, el placer y ef cuerpo como la negacién del valor humano que radica en la vida del pen- famiento. Mi argumento es que, de un modo en esencia implicit Ia teoria sociolégica ha sido configurada por la oposicién: civili- "wacién versus deseo. Como Daniel Bell ha hecho notar: Lo racional y lo pasional: estos son los ejes en cuyo derredor los pensadores sociales han organizado sus concepciones de la naturaleza humana desde los albores de Ja filosoffa, Pero, gcudl debe prevale- cer, si los hombres han de ser justos y libres? Para los tebricos clé- | sicos, la respuesta era evidente, (Bell, 1980, p. 98.) fa respuesta era la urgencia de subordinar la pasién a la raz6n 70 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO en interés de la estabilidad y el orden sociales: Apolo por encima de Dionisos. Mientras que esa polaridad ha caracterizado a la fi- losofia occidental de Platén en adelante, el debate en torno a las pasiones recibié un significativo impulso en el siglo xix, luego de la apertura de un nuevo discurso sobre sexo en las postrimerias del siglo xvmi, Primero fue el Marqués de Sade (1740-1814), cuya obra ha sido objeto tiltimamente de una importante revaluacién (Barthes, 1977; Carter, 1979; de Beauvoir, 1962) ; el segundo fue ef menospreciado Charles Fourier (1772-1837). Para Fourier, la civilizacién se situaba en oposicién a la pasién y, al imponer al deseo artificiales deberes sociales, destrufa la libertad “natural” del sujeto: Todos estos caprichos filos6ficos, los cuales son Mamados deberes, no tienen relacién ninguna con la naturaleza. Fl deber proviene de los hombres; la atraccién procede de Dios; y para entender los desig- nias de Dios es necesario estudiar la atraccién, la naturaleza en si misma, sin referencia alguna al deber... La atraccién pasional es el impulso concedido a nosotros por la naturaleza, anterior a cual- quier reflexién; aquélla es persistente, no obstante el sitio de la ra- zn, el deber, el prejuicio, etc, (Beecher y Bienvenu, 1972, p. 216.) Fourier es a menudo proclamado un pensador formativo dentro de la tradicidn socialista (Kolakowski, 1978) ; Marx, por ejemplo, sentfa simpatia por el andlisis econémico de Fourier, pero, en ge- neral, Ja insistencia de Fourier en Ja liberacién sexual no se incor- poré al pensamiento marxista. E] neomarxismo y la teoria critica se han visto forzados a incorporar un freudismo modificado con el fin de ser capaces de analizar Ja relacién entre la sexualidad y la sociedad. Esta vuelta a Freud fue especialmente evidente en la obra de Herbert Marcuse (1969). La tradicién materialista del si- glo xrx rechaz6 en gran medida Ja utopia de Fourier, pero man- tuvo su dicotomia radical entre deseo y razén. Todavia mis, el concepto del materialismo activo sostenido por Marx en la nocién del trabajo no intenté ocuparse del materialismo como fisiologia. El intento m4s importante de resolver la dicotomia mente/ cuerpo en el siglo xrx, el cual suministré parte de los fundamentos del marxismo, provino de Ludwig Feuerbach (1804-1872). En su obra iiltima, Feuerbach se propuso dar solucién al tradicional rompecabezas de la mente y el cuerpo a través de la i sensibilidad. Feuerbach intenté dar a esta idea de sen: fundamento materialista al injertarla en las teorias digestivas de Moleschott aparecidas en Theory of Nutrition de 1850. La uni- LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO, a dad del pensar y el ser en el intercambio entre el hombre y la naturaleza se localizé en la apropiacién de la naturaleza que el hombre efectuaba al comer. No obstante que Feuerbach asumié que el dilema tradicional de materialismo e idealismo habia sido resuelto por la quimica de la digestién, lo cual él sintetizaba en el slogan “el Hombre es lo que come”, el hombre feuerbachiano, tal como admitieron Marx y Engels, permanece pasivo. Feuer- bach no consiguiéd extender su “materialismo alimentario” por la via de reconocer que “El didlogo entre mi estémago y el mundo en real actividad, se encuentra mediado por el didlogo entre la produccién y el consumo, el didlogo social de la praxis humana que Marx desarrallé en su economia politica” (Wartovsky, 1977, p. 416). En tanto que Engels descarté a Jacob Moleschott como un “materialista vulgar” en Dialectics of Nature (Engels, 1934), consider6é a Feuerbach un jdealista, en parte a causa de que in- terpreté la intencién de Feuerbach, no en el sentido de reemplazar a la religién, sino en el de perfeccionarla por medio de la antro- pologia. La filosofia de Feuerbach seguia siendo idealista debido a que no posefa ninguna dimensién genuinamente histérica y por que su pensamiento se hallaba limitado a pesar de su intento por resolver los problemas clésicos de la filosofia a partir de los acon- tecimientos que tenfan lugar en quimica: Puesto que vivimos no sélo-en la naturaleza, sino también en Ia sociedad humana, y asimismo no es menos cierto que la naturaleza tiene su desarrollo histérico y su ciencia. Se trataba, entonces, de la cuestién de situar a la ciencia de la sociedad, esto es, la totalidad de las Hamadas ciencias histéricas y filoséficas, en armonfa con la base materialista, y de reconstruirla sobre esta base, pero esto no le fue concedido a Feuerbach. (Engels, 1976, p. 25.) Existe ironia en este rechazo de la fisiologia como fundamento del materialismo. Tomando en cuenta esta hostilidad a la fisiologia, la cuestién del cuerpo humano y de su relacién con la produccién y reproduccién, via las instituciones de la familia y el patriarcado, desaparecié en gran medida de la filosofia marxista. La excepcién principal a esta aseveracién debe hallarse en la obra del marxista italiano Sebastiano Timpanaro, quien en Sul Materialismo (1970) sostuvo con pesimismo que en la muerte la naturaleza tiene su triunfo final e irreversible sobre el hombre. E] problema del cuer- po fue sumergido por este rechazo del materialismo fisiolégico, considerado ahistérico y pasivo. Al mismo tiempo, Marx negé el argumento de Malthus y los malthusianos en el sentido de que 72 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO. las presiones poblacionales tenfan una gran importancia para’ el anilisis del crecimiento econédmico y la prosperidad. El problema de la poblacién tenia que presentarse como una cuestién histérica, no como una restriccién estatica a la base econédmica: “Cada modo de produccién histérico particular poseé sus propias leyes especiales de poblacién, histéricamente validas sélo dentro de sus Kimites” (Marx, 1974, vol. 1, p. 693). Para Marx la idea de que la acumulacién de capital podia explicarse con referencia al con- trol de las necesidades sexuales era un mito de los hipécritas ted- ricos burgueses, A pesar de las agudas criticas de Marx a la naturaleza estatica de Ia fisiologia como fundamento del materia- lismo, la consecuencia de estas impugnaciones fue que el marxis- mo,.a despecho de su apelacién a la nocién de “dialéctica”, no se consagré al problema clasico deseo/razén. Ademés, en tanto cien- cia, el marxismo tendié a abrazar la racionalidad técnica, De forma consecuente, cualquier interés en las emociones, las pasionés y el deseo, por un lado, 0 en las poblaciones y la reproduccién, por el otro,.era degradado 0 visto como el resultado de la here- jia, en especial del individualismo metodolégico. El interés te6rico contemporaneo en la pareja cuerpo/desco, en consecuencia, ha sido primordialmente estimulado por los debates con el freudistno, Jos cuales han surgido en dos alas de la teoria social moderna: la teoria critica y el estructuralismo. La Teorfa crftica La obra temprana de la Escuela de Frankfurt (Jay, 1973) vio la lucha de hombre por dominar lar naturaleza mediante Ia raciona- lidad técnica como-causa de la-ésclavitud~politiea-y-de-la-renuncia al’Sentimiento. Este aspecto puede observarie’ dé “modo explicito en Adorno y Horkheimer,ssobre todo en la Dialectic of Enligh- tenment (1973), donde ellos exploran el mito de Odiseo y las Sirenas. Odiseo eludié la tentacién de los cantos de las sirenas bloqueando los ofdos de los marineros con cera y atdndose él mismo al méstil, Este mito representa la légica psicolégica de la civilizacién burguesa, en la cual los obreros tienen que negar y sublimar sus emociones en favor del arduo trabajo y el espiritu practico, mientras que los burgueses capitalistas deben restringir y disciplinar el deseo en interés de una mayor acumulacién, El disfrute por la via del consumo estorba el paso al crecimiento eco- némico; el capitalismo requiere el control de la naturaleza por LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO 73 medio de la tecnologia, pero también necesita, por asi decirlo, el control de la naturaleza interior de la especie humana. Debido a que el éxtasis personal es “una promesa de felicidad que amena- zaba a la civilizacién a cada momento” (Adorno y Horkheimer, 1973, p. 33), la civilizacién fue vista por los tedricos criticos en términos de renunciacién. En consecuencia, es facil comprender por qué la Escuela de Frankfurt percibié la pertinencia del andli- sis efectuado por Freud del conflicto permanente entre los pla- ceres egoistas y los controles sociales, Sin embargo, para escritores como Marcuse, el capitalismo poseia al menos el potencial econé- mico para satisfacer las necesidades basicas y reducir el requeri- miento social de represién psiquica. La realizacién de ese potencial se convirtié en la batalla politica principal al interior del capita- lismo tardio, una batalla cuyo fin es “minimizar los aspectos auto- destructivos de los deseos humanos” (Leiss, 1972, p. 197). Los teéricos criticos, en especial Marcuse, Hegaron a visualizar el hedonismo como una fuerza potencialmente liberadora en la sociedad. El hedonismo cldsico protesté en contra de la visién de que la felicidad era en esencia espiritual al demandar “que las potencialidades y necesidades sensuales del hombre deberian, también, encontrar satisfaccién” (Marcuse, 1968, p. 162). El fra- caso de la versién cirenaica del hedonismo consistid en que con- sideré a las carencias y necesidades como empiricamente dadas, y su compromiso con el relativismo ético le impidié la realizacién de juicios acerca de las felicidades falsa’ y verdadera, o entre los placeres de corto y largo plazos. Esta versién del hedonismo des- cartaba cualquier critica a la sociedad capitalista, cuya existencia depende en parte del fomento de necesidades falsas por conducto dela publicidad y el consumo de masas. En contraste, el hedo- nismo epictireo pretende diferenciar entre los placeres con el auxi- lio de la razén. Marcuse, entonces, sugirié que la oposicién tra- dicional entre razén y deseo era falsa, puesto que, en el caso de Epicuro, “la razén es convertida en un placer” y “el placer es hecho razofabte"*~-(Marcuse;-1968;-p:-171)-El~eapitalismo,-no obstante, implica”ét hendimiento de la razén y el placer por con- ducto de la restriccién de les placeres a la esfera del consumo y de enganchar la razén a las necesidades de la produccién técnica. Para Marcuse, el marxismo clasico se vuelve cada vez mas superfluo en tanto que una. teorfa del capitalismo tardio. Marx no podia —-y no pudo— comprender por entero el potencial libera- dor de la automatizacién, la que podria, en principio, liberar al trabajo humano de las condiciones de penalidad y de aburrimien- 74 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO to, Ademas, Marcuse sospeché que la insistencia de Marx en el trabajo encubria una actitud puritana y moralista hacia el juego y el ocio como meros epifenédmenos. En contra de Marx, Marcuse sugirié que la satisfaccién sexual desembocaria en una devalua- cién liberadora del trabajo, En muchos respectos, es ésta una visién bastante curiosa de Marx, desde el momento en que Marx, en los manuscritos de 1844, anticip6 en varios sentidos precisa- mente el enfoque de la teoria critica en cuanto a que civilizacién equivale a renunciacién. Estas fueron sus palabras exactas: La economia politica, esa ciencia de la riqueza, es, por consiguiente, a un mismo tiempo la ciencia de Ja renunciacién, de la carencia, del ahorro; y realmente Mega al punto en que exime al hombre de 1a necesidad de aire fresco o ejercicio fisico. Esta ciencia de la mara- villosa industria es simulténeamente la ciencia del ascetismo, y su verdadero ideal es el amo ascético, aunque exarbitante, y el ascético, pero productivo, esclavo. Su ideal moral consiste en el obrero que toma parte de su salario para el banco de ahorros, y ha incluso hallado dispuesto un abyecto arte en donde encamar esta acariciada idea... la economia politica —a pesar de su lasciva y mmdana apa- riencia— es una verdadera ciencia moral, la mds moral de las cien- cias, La autorrenunciacién, la renunciacién de la vida y de todas las necesidades humanas, es su tesis principal. (Marx, 1970, p. 150.) La diferencia, no obstante, entre Marx y Marcuse es que, en el primero, la idea de la felicidad humana como criterio de pro- greso social no tiene importancia relativa en comparacién con otros valores, como la libertad y la igualdad, Otra diferencia es que Marcuse reifica y unifica la vida emocional de las perso- nas en oposiciones ahistéricas entre Razén y Naturaleza, o entre Hombre y Deseo. Aunque Marx y Engels, en The German Ideology (1974), criticaron a los “filésofos especulativos”, como Feuerbach, por convertir Ja vida de los hombres reales y sensuales en la abstracta “esencia del hombre”, Marcuse abstrae de ma- nera persistente a las personas de sus relaciones sociales con el propésito de escribir acerca de los intereses hedonistas del hom- bre. Ambos aspectos de Marcuse Ja elevacién de la felicidad a valor politico y la reificacién del hombre— han sido provecho- samente criticados por MacIntyre en el sentido de que “al hacer al ‘hombre’, en lugar de a los ‘hombres’, el sujeto de la historia, él se halla en disputa con Marx, y que al convertir la ‘felicidad’ en una meta central de los esfuerzos del hombre, se encuentra peleado no sdlo con Hegel, como el propio Marcuse admite, sino LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO 1 también de nuevo con Marx” (1970, p. 41). Dos criticas a la version de la teorfa critica sostenida por Marcuse se siguen de esta observacién de MacIntyre. En primer lugar, si ha de evitarse cualquier nocién de una “esencia de] hombre” unificada, enton- ces es importante eludir atin la nocién genérica de “hombres”. Si la vida emocional de las personas est4 ligada de manera funda- mental a las relaciones sociales particulares en las cuales se halla inserta, entonces no podemos tener ningiin concepto unificado de placer. Tan s6lo podemos referirnos a los “placeres” que son es- pecificos de personas particulares en contextos particulares. La implicacién es que los “placeres” son inevitablemente relativistas, idiosincrAticos, peculiares y personales. Si éste es el caso, entonces la bisqueda emprendida por_Marcuse de alguna_nocién univer- salmente valida de hedonismo que sea compatible. conla_raz6n, & quimérica,"En otras palabras, la versién epicéirea del hedonismo Tracasa debido 2 que ninguna norma universal de la razén critica podria juzgar mis placeres. En tiltimo anilisis, yo soy Ja tinica autoridad sobre ellos, Mi preferencia por la pornografia antisocial y de corto plazo puede ser incompatible con la teoria critica y producto de la explotacién capitalista, pero dicha preferencia no deja de ser placentera. Una razén de esta autoridad personal es que la relacién entre mi placer y mi cuerpo es irreductiblemente inmediata e intima. Esta observacién conduce a la segunda cri- tica a Marcuse, a saber, que, a pesar de toda la charla en torno a la sexualidad, los placeres marcuseanos estén extrafiamente, di- sociados del cuerpo. Con todo y que es obvio que el pensamiento y la imaginacién son actividades que describiriamos como pla- centeras, la mayor parte de nuestros placeres inchuye al cuerpo debido a que tales placeres implican de manera tipica sensaciones fisicas: comer, dormir, la sexualidad, el ejercicio, el descanso. No estoy sosteniendo que éstas sean simplemente actividades. fisicas. Son, de hecho, profundamente culturales, o por lo menos estan mediadas por la cultura, pero asimismo presuponen que la gente tiene cuerpo y que la persona est4 corporificada. Marcuse no toma con seriedad la observacién de Marx, en las tesis sobre Feuerbach, de que la sensibilidad es “actividad practica humano-sensible”. EsTRUCTURALISMO En la teoria social moderna, es preeminentemente en la obra de Miche) Foucault que el cuerpo humano se localiza de forma cen- 76 LA SOCIOLOGIA Y EL GUERPO tral como una cuestién de saber. La importancia del cuerpo y el deseo en el pensamiento estructuralista moderno ha sido con fre- cuencia reconocida (Benoist, 1978), pero el problema del cuerpo tiene una persistencia singular en la aproximacién de Foucault al andlisis histérico. Sus ideas son dificiles de entender, pero un rasgo sobresaliente de su visién es ails an cuando en la mayor parte de la filosofia convencional y la teoria social el poder es visto’ como represor'deldéséo, Foucault toma a aquél como cons- tructivo y productivor el deseo” es ocasionado por el saber-y el poder. Aunque las sociedades modernas a menudo parecen estar caracterizadas por'la represién sexual, de hecho la sexualidad es producida y examinada de manera constante en los discursos con- tempordneos, pero éstos se han puesto bajo el control de las pro- fesiones médica y psiquidtrica. La voluntad de saber..se-ha~eon- vertido en la voluntad de conocer la sexualidad y, puesto que saber es controlar, el éiiérpo ‘sexual ha Iegado a ser-el-objeto_es- peécifico de la politica (Lemért y Gillan, 1982). Hay, por tanto, una diferencia’muy-real entre Jos enfoques de Marcuse y Foucault con. respecto a la répresién y representacién de la sexualidad. Para Marcuse, Ja represin del sexo en el capitalismo es real y cons- tituye una parte de la represién excedente de los placeres libidi- nales. Para, Foucault, Ja: represién sexual es_un_mito, ya_que el sexo sé ha convertido de hecho..en-el. objeto-y. producto de*inter- minables discursos.cientificos —psicoandlisis, demograffa, biologia. ciencia médica— que pretenden dominar y normalizar la sexua- lidad. El saber produjo el deseo con el fin de controlarlo. A este respecto, Foucault evita la trampa de tratar el deseo como: un fenémeno unificado en la historia, precisamente porque lo toma como el producto de ciertos discursos histéricos, Sin embargo, ello crea una ambigiiedad en la teoria de Foucault, En ocasiones juzga al cuerpo como una entidad real: como, por ejemplo, en los efectos del crecimiento poblacional sobre el pensamiento cientifico o en su andlisis del efecto de la criminologia sobre el cuerpo. Foucault parece tratar el cuerpo como un aspecto unificado, con- creto, de la historia humana, el cual es continuo a través de las épocas, Tal posicién, sin embargo, se encuentra en franca contra~ diccién con sus enfoques acerca de las discontinuidades de la historia y con su argumento de que el cuerpo es construido por | discurso, Esta interpretacién de Foucault afirma que: Glaramente Foucault no adopta la solucién de Merleau-Ponty. El cuerpo del deseo no es, para él, el cuerpo fenomenal, vivo. No es LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO 7 una subjetividad corpérea, encarnada... El deseo, para Foucault, no se encuentra expresado en el cuerpo, ni tampoco es el cuerpo la forma viva del deseo. (Lemert y Gillan, 1982.) Por otra parte, Foucault ha dicho también que, en lugar de arran- car con el andlisis de la ideologia, seria “mds materialista estu- diar primero el problema del cuerpo y los efectos del poder’ en ” (Foucault, 1981, p. 139). Tal proyecto materialista pareceria tomar en serio la corporalidad de la vida. ¢Qué es “el cuerpo”? es entonces una pregunta central en el pensamiento de Foucault, pero una pregunta que no es respondida con claridad. El estructuralismo foucaultiano es, en un cierto nivel, una res- puesta al racionalismo cartesiano. Al separar a las personas en cuerpo y mente, Descartes representa una fase importante en el pensamiento occidental. La revolucién cartesiana otorgé un status privilegiado a la mente como la definicién de la persona (“pienso, luego existo”) y un desvalido status al cuerpo, que era sélo una mAquina. En alguna medida, Foucault revirtié esta situacién al negar cualquier posicién central a la subjetividad (el sujeto pen- sante y cartesiano) y tomar al cuerpo como el centro del discurso moderno. Habiendo rechazado el Sujeto trascendental como un mero sustituto moderno de Dios o del Logos, Foucault se muestra renuente a ver al Cuerpo como un centro controlador de la teoria social. El cuerpo, en consecuencia, es problematico para su teoria. Parece como si Foucault deseara escribir la historia de los dis- cursos sobre el cuerpo, de cémo el cuerpo es teéricamente cons- truido, pero esto es especificamente negado cuando alega no estar produciendo una “historia de las mentalidades” que “diese cuenta de los cuerpos sélo a través de la manera en que éstos han sido percibidos y se les ha otorgado significado y valor; sino una ‘his- toria de los cuerpos’ y del modo en el cual se les ha investido de aquello que es mds material y vital en ellos” (Foucault, 1981, p. 152), De alguna forma, parte de estas dificultades es resultado de su compromiso mayor con ciertos problemas epistemoldgicos y, por ello, las dificultades pueden ser un tanto artificiales. Para rechazar el cartesianismo, no es necesario negar la naturaleza cor- pérea de la existencia y conciencia humanas. Para aceptar la corporalidad de la vida humana, no se requiere negar el hecho de que la naturaleza del cuerpo humano es también un efecto de Ja actividad cultural, histérica, El cuerpo es a la vez natural y cultural. 78 LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO FoucavnT ¥ LOS ORIGENES DE LA socioLocia El enfoque de Foucault de la historia de las ideas tiene impor- tantes implicaciones para la sociologia del conocimiento, pero so- bre todo para la historia de la sociologia, Foucault ha despreciado la visin convencional de que la sociologia tuvo sus origenes en el positivismo. francés: Incontables personas han buscado los origenes de la sociologia en Montesquieu y Comte, Esa es una empresa muy ignorante. El saber (savoir) sociolégico se forma més bien en précticas parecidas a las de los médicos. Por ejemplo, en los inicios del siglo xix Guepin es- cribié un maravilloso estudio de la ciudad de Nantes. (Foucault, 1980a, p. 151.) El surgimiento de la medicina moderna estuyo asociado con el desarrollo de las nuevas técnicas burocraticas en el sistema pandp- tico, la utilizacién de inspecciones sociales para proyectar la dis tribucién de las enfermedades, la adopcién de los métodos cli- nicos para el registro de los casos y la elaboracidn de la vigilancia societaria. La medicina moderna es en esencia medicina social, en tanto que vigilancia de las poblaciones y clinica de Jos cuerpos. La sociologia tiene sus origenes, a Ja par con la medicina social, en el conocimiento y control de las poblaciones que las téenicas de inspeccién volvieron posible. La implicacién de la visién que Foucault tiene del nacimiento de la clinica (1973) "es que la Sociologia médica, en tanto estudio de la salud: de las “poblaciones y del cuerpo de los individuos, es central a la empresa sociolégica en tonjtinto y que la sociologia no puede ser’ divorciada de Ia medicina. Esta vision va a contracorriente de la interpretacién convencional de la sociologia médica, la cual trata a la subdisci- plina como una adicién postetior ‘al curriculum sociolégico. La generalidad de las introducciones a la sociologia médica en. los libros de texto sittia sus origenes institucionales entre 1955 y 1966 (Cockerman, 1982) y arguye que ésta no se ha desarrollado teé- ricamente debido a su subordinacién al interés rector de la me- dicina profesional (Strauss, 1957; Roth, 1962). Asi Ja visién de Foucault implica que la sociologia es medicina aplicada y su obje- tivo es la regulacién de los cuerpos. En cierta medida, esta interpretacién de los origenes de la sociologia fue anticipada por la nocién de “sociologia clinica” que LA SOCIOLOGIA Y EL CUERPO Ae (3 / fue primero empleada de manera explicita por Louis Wirth Y1921), quien creia que los sociélogos Iegarian a desempefiar un \papel sobresaliente en el trabajo de las clinicas para la orientacién=de- nifios,. y quien anticipé la difusién de las “clinicas_sociolégicas”. Para la medicina, el valor de la sociologia era su visién de la “peisona “completa”, cuya enfermedad tnicamente podia ei derse dentro de un contexto social total. Las opiniones de Wirth sobre~la~sociologia ‘¢linica también encontraron eco en L. J. Hen- derson, quien sostuvo que la sociologia deberia adoptar la técnica clinica de la medicina como modelo para la observacién social y que la medicina habia fallado en comprender la significacién de la relacién médico-paciente como un sistema social (1935). Es interesante notar que, tomando en cuenta los comentarios de Foucault sobre la medicina y los origenes de la sociologia, Hen- derson vio “la prdctica de la medicina como sociologia aplicada” (1936}. Fue la visién de Henderson de esta proximidad entre medicina y sociologia la que proveyé el contexto inmediato para el anélisis de Parsons del “rol enfermo” (1951), un anilisis que formé gran parte del fundamento de la sociologia médica mo- derna. Algunos estudios recientes a partir del enfoque foucaultia- no sobre el papel social de la clinica, el dispensario (Armstrong, 1983) y las orientaciones médicas a “la persona completa” (Arey y Bergen, 1983), parecen duplicar este surgimiento anterior de la sociologia clinica. No. obstante que la sociologia médica puede ser criticada por ser tan sélo una sociologia aplicada cuyo objetivo consistia en facilitar el sometimiento del paciente al régimen médico, aquélla era un Area de la investigacién sociolégica que no podia eyitar por entero la problemética relacién entre naturaléza y cultura. ET debate acerca del “rol enfermo” mantuvo viva la naturaleza am- bigua de la “enfermedad” y la “afeccién” como categorias cul- turales (Mechanic y Volkart, 1961); a su vez proporcioné un sitio en la sociologia donde Ia critica del modelo médico podia localizarse de manera efectiva (Veatch, 1973). Puesto que la so- ciologia médica trata en Ultima instancia del problema de la ontologia social de un modo muy especifico, constantemente sus- cita cuestiones acerca del status de la corporeidad de los seres hutnanos y, por tanto, constituye una ubicacién teérica para una sociologia del cuerpo. La importancia de la obra de Foucault en cuanto a la historia médica radica en que ha hecho mas obvia ja naturaleza tedrica de la sociologia médica; al mismo tiempo. nos ha alertado acerca del vinculo histérico y politico entre medi

También podría gustarte