8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
“Cualquiera que conozca algo de política, económica e ideológica los que han tenido que cargar
historia sabe que los grandes
cambios sociales son imposibles
sin el fermento femenino”
Carlos Marx
INTRODUCCIÓN
La FUN - Comisiones como organización al servicio del pueblo
entendiendo y siendo consecuente con la justeza de la
afirmación citada, ofrece un caluroso saludo a todas las
mujeres quienes con la entrega incondicional de sus vidas han
regado y hecho germinar la dura espiga de la emancipación en
la historia de la humanidad.
La experiencia nos ha demostrado la necesidad de que la
mujer se politice cada día más, entienda las raíces de su
opresión, y se vincule más decididamente en la producción
social y la lucha política, ya que únicamente desatando todo
el ardiente fervor de cambio y dedicación que han llevado en
su pecho las mujeres a través de la historia será posible la
transformación de esta sociedad.
Cierto es: en la actual sociedad, divida en clases sociales,
donde las clases dominantes son quienes poseen el poder
económico, político, cultural y militar se apropian del trabajo
y la riqueza que generan las amplias masas de trabajadores,
la liberación de la mujer sólo será posible con la emancipación
de todo los oprimidos y explotados y viceversa, no puede ser
de otro modo, pues toda dominación y opresión machista
sobre la mujer está completamente ligada a la dominación y
explotación de los pobres en todo el mundo.
Por eso, hoy rendimos un merecido homenaje a su sencilla
grandeza y resaltamos el papel fundamental que ha jugado la
mujer en todo el mundo y en particular en Colombia como
parte del camino que el pueblo ha recorrido buscando la
supresión de toda una vida oprobiosa e infeliz, y que ha
avivado la llama de la esperanza por un mundo mejor.
LA OPRESIÓN DE LA MUJER ESTA LIGADA A LA
OPRESIÓN DE LA CLASE OBRERA Y SU LUCHA DEBE
SER POR ERRADICARLA
La mujer tiene enormes contribuciones que hacer plenamente
comparables a las del hombre en todo aspecto para
transformar la sociedad en todas sus esferas y sentar las bases
par crear un mundo nuevo. Han sido siglos de opresión
y batallar las mujeres, por lo que resulta necesario hacer de la
valentía y entrega de las mujeres una gran fuerza que, junto
con los hombres, entiendan las raíces de su opresión y sean
capaces de borrarlas de la faz de la tierra.
En el inicio de la sociedad dividida en clases, la acumulación
privada de riqueza produjo las nuevas formas de producción
que se basaban en la propiedad privada de los medios de
producción (es decir, la tierra, las herramientas, y hasta los
esclavos). De este modo se creó una nueva situación en la que
un grupo monopolizaba el control de los medios de
producción y dominaba la totalidad de la vida social,
obligando a los demás a trabajar para ellos. Así se fue
estableciendo una división del trabajo entre clases sociales y
entre hombres y mujeres, en la cual las mujeres tenían la
responsabilidad de cuidar el hogar y criar a los niños,
permitiendo que ésta relación se transformara en una
relación opresiva.
Durante muchos años la mujer estuvo directamente fuera de
la producción social. Es con la gran industria de la época
moderna que se le ha abierto a la mujer el camino a la
producción, ya que se necesitaba multiplicar los brazos a
explotar, es decir, mano de obra que trabajara duro y que se
le remunerara muy poco, lo que permite que solo hasta
inicios del siglo XX la mujer en Colombia entre a participar
activamente en la producción (en fabricas manufactureras, de
tejidos, de cigarros y cigarrillos y en trilladoras) debido a la
gran importación de capitales extranjeros que hicieron que el
proceso de industrialización en Colombia creciera al lado de
los intereses norteamericanos con base en la construcción de
carreteras y ferrocarriles. Pero esta participación en la
producción económica se ha hecho de tal suerte para que la
mujer cumpla con sus deberes en la casa, llevando a que la
familia moderna se funde en la esclavitud doméstica franca o
más o menos disimulada de la mujer.
Así, en el desarrollo histórico de la nación colombiana, sobre
la mujer han pesado y pesan aún cuatro autoridades que
estaban y están ligadas al sistema económico y político
dominante: La del estado, la marital, la familiar y la religiosa.
Una forma de opresión en la historia de Colombia ha estado
ligada a la forma como la sociedad (principalmente el Estado y
las clases dominantes en el poder) trata a la mujer: Aún
cuando a la mujer se le han reconocido la igualdad económica
y social en lo formal como se consagra en la Constitución
Política de Colombia o incluso en los tratados de la ONU y de
la OEA celebrados en las últimas décadas, en la práctica y en
los hechos a la mujer se le han recortado sus derechos
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políticos y económicos, siendo parte de esta misma situación
opresiva, la explotación sexual, la pornografía y la
prostitución.
Esta condición está relacionada con lo que es útil para el
sistema capitalista, lo que da rentabilidad y ganancias pues a
la mujer se le trata como propiedad privada; como una
mercancía que se compra y se vende, y por medio de la cual
se venden otras mercancías, siendo esto un aspecto central
de la imposición machista y de la opresión de la mujer. Ya
Carlos Marx lo decía: “Para el Burgués su mujer no es otra
cosa que un instrumento de producción. Oye decir que los
instrumentos de producción deben ser de utilización común,
y, naturalmente, no puede por menos de pensar que las
mujeres correrán la misma suerte”. En el mismo sentido, con
relación a la discriminación social y cultural, hasta muy
avanzado el siglo XX en Colombia se pensaba que la educación
de la mujer debía circunscribirse a aquello que ayudara al
desempeño de sus funciones naturales de madre y esposa. La
instrucción se reducía en los escasos sectores de la población
que tenían acceso a ella, a la enseñanza de la religión, de la
lectura y de la escritura, pocas nociones de historia y
geografía y se impartía bordado, costura y nociones de
economía familiar.
En cuanto a la relación de la mujer con el marido, éste
representa la autoridad; en la familia colombiana el hombre
es el centro y la cabeza de la familia y la mujer debe estar bajo
su tutela. Así lo vemos ya en el Código Civil Colombiano de
1887 donde se consignaba que, "el marido debe protección a
la mujer y la mujer obediencia al marido" y se definía la
potestad marital como "el conjunto de derechos y
obligaciones que las leyes conceden al marido sobre la
persona y bienes de la mujer", y en virtud de esta potestad
marital el marido tiene derecho para obligarla a "vivir con él y
seguirle a donde quiera que traslade su residencia", la mujer
por su parte tiene derecho a "que el marido la reciba en su
casa". Así, la autoridad marital se ha relacionado con los
insultos, amenazas, maltrato, violación, degradación y
salvajismo perpetrados sobre la mujer.
Desde que las sociedades humanas se dividieron entre los
dueños de la propiedad y los que no poseen nada, y desde
que se impuso el dominio del hombre sobre la familia y la
sociedad, a la mujer se le quito el derecho de tomar
decisiones sobre la reproducción, pues es considerada una
maquina para producir hijos. Las palabras de Mary Lou
Greenberg cobran gran importancia al respecto. “La mujer
que puede controlar su reproducción, que puede decidir si
tener o no tener hijos y cuando, será más fuerte, más
independiente y estará mejor capacitada para levantar la
cabeza, soñar e imaginarse como podrá ser el mundo. Y estará
más capacitada para forjar en los hechos esos sueños... , será
una mujer combatiente para afrontar las batallas con
hombres y niños oprimidos por todo el mundo”.
De otro lado, ha existido y existe el peso de la autoridad
familiar sobre la mujer que se levanta sobre la "vida
doméstica", la cual representa su mundo, su deber: los hijos,
la familia, la dependencia hacia el hombre. Se plantea que por
su naturaleza las mujeres fueron destinadas para ser madres
y que su más grande realización está allí, por eso su vida gira
en torno al sostenimiento de la familia y la permanencia en el
hogar.
Así, a la mujer de niña se la educa en obediencia al padre, de
esposa en obediencia al marido, de viuda o separada en
obediencia a los hijos. Este trabajo no incluye nada que de
algún modo pueda contribuir al desarrollo de la mujer. Pues el
trabajo doméstico al alejarla de la política estrecha sus
horizontes, nubla su inteligencia, debilita el latir de su corazón
y decae su voluntad. Así la familia es una fuente más de
opresión para la mujer, pues como indicó Federico Engels la
palabra “familia” se deriva de una antigua palabra romana
que se refiere a una institución en la cual el hombre tenia el
poder total, de vida o muerte, sobre la mujer, sus hijos y sus
esclavos.
Por último, está la “moral tradicional” basada en la religión
donde predominan supersticiones y planteamientos nada
científicos que le dicen a la mujer que tener hijos y servir al
hombre es su “papel natural”. La historia de las religiones en
Colombia y en el mundo es la historia de la discriminación y
opresión sobre la mujer. Los judíos dicen: "Bendito sea dios,
nuestro señor y señor de todos los mundos, por no haberme
hecho mujer". La iglesia Católica expidió en 1930 una
instrucción a los obispos de todo el mundo sobre las modas
femeninas para impedir los "daños" que a las buenas
costumbres "acarrea el indecoroso modo de vestir que tanto
va cundiendo entre las mujeres, incluso de las que se tenía
por piadosas”.
En Colombia el Obispo Miguel Anguel Builes, refiriéndose a la
moda femenina decía ya en 1927 atacando la participación de
las mujeres en la vida social del país: "han resuelto aparecer,
pásmese el cielo!, vestidas de hombre y montadas a
horcajadas con escándalo del pueblo cristiano y complacencia
del infierno". Como si fuera poco, los pitagóricos en Grecia
planteaban: "hay un principio bueno que ha creado el orden,
la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos,
las tinieblas y la mujer" así la mujer es asemejada a la carne, al
pecado, a la tentación y las ideas de ilegitimidad resultan ser
una vergüenza para la mujer. La vida de la mujer desde este
planteamiento debe ser sumisión, deseo y amor espiritual,
paciencia y servilismo.
Las mujeres han luchado y siguen luchando contra estas
cuatro autoridades -pues hoy no ha sido aún destruida
realmente la base de su opresión- en sus luchas han
ofrendado hasta su vida como lo demuestra la historia de
Colombia.
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Toda esta situación de la mujer en Colombia nos muestra que
su condición tiene su raíz en la formación, surgimiento y
desarrollo del derecho de propiedad sobre los medios de
producción que oprimen a amplios sectores de las masas
populares en su conjunto y por consiguiente, su superación
sólo se dará en la medida en que se hayan suprimido todos los
privilegios de las clases dominantes y del imperialismo.
En otras palabras, la mujer se considera un producto social y
su transformación exige la transformación de la sociedad. Por
tanto, como diría J.C. Mariategui, "Las mujeres, como los
hombres, son reaccionarias, centristas o revolucionarios. No
pueden, por consiguiente, combatir juntas la misma batalla.
En el actual panorama humano, la clase diferencia a los
individuos más que el sexo." La mujer y el trabajador tienen
en común su condición de oprimidos, por lo que la
emancipación de las mujeres forma parte de la liberación del
proletariado.
LA MUJER COLOMBIANA, UN EJEMPLO DE LUCHA
Las mujeres a través de la historia han sido ejemplo de
rebeldía y de amor por la patria, participando activamente en
los diferentes periodos que han sido fundamentales para el
desarrollo de la sociedad colombiana.
En la época de la conquista es de resaltar una de las mujeres
más notables de nuestra historia quien lideró toda una guerra
contra el invasor europeo; la Gaitana. Las lucha que
decididamente realizó estuvo caracterizada por su valentía e
ímpetu, unido al espíritu de independencia que bullía en el
corazón de los indígenas, su amor a la libertad y el odio por la
raza conquistadora, que venían a someterlos al yugo ominoso.
De 1538 a 1543 en el sur del departamento del Huila
emprendió una fuerte lucha junto con miles de indígenas con
el deseo no sólo de vengar la muerte de su hijo, sino también
con el propósito de arrojar a los españoles de su territorio. Así
la Gaitana, se convierte en la promotora de la guerra contra
"los conquistadores" despertando el sentimiento de
independencia que dos siglos después correría por las calles
granadinas.
Aparece entonces en la localidad de Socorro, Santander en
1781, Manuela Beltrán, vendedora que se reveló junto con
otros vendedores al nuevo impuesto que estableció la real
corona española y con cuya beligerancia incendió la
conciencia de la nacionalidad colombiana impulsando la gran
insurrección de los Comuneros.
Después de 29 años, que no fue propiamente de paz en la
conciencia nacional y en los intereses de clase sino de
fermentación, se enciende de nuevo la batalla por la
Independencia de España, jugando nuevamente la mujer un
papel determinante. No es exagerado decir que la lucha por la
independencia no hubiera sido posible sin la participación de
las mujeres. En 1817 durante la reconquista española
después del grito de independencia, aparece una destacada
defensora de la patria, Policarpa Salavarrieta y Rios quién
sirve con decisión al ejercito independentista de Santander
llevando información sobre el enemigo, avasteciendo al
ejercito patriótico, y difundiendo las ideas de soberanía y de
libertad. Era tan entregada a sus ideas que brindó toda su vida
por esta causa grande y justa.
El fermento de la rebelión femenina iba creciendo.
Posteriormente aparece en Socorro Antonia Santos Plata en
1819, quien desborda por sus venas el ardiente sentimiento
patriótico y la grandeza y sacrificio de la mujer granadina. Esto
la llevo a dirigir una guerrilla y a contribuir de manera
organizada con el avance de la revolución; en sus palabras el
día que la iban a fusilar decía: "Que si les enviaba noticias de
los movimientos realistas, que si fomentaba y pagaba la
guerrilla de Coromoro; que si era enemiga de los
españoles…Esto y mucho más me preguntaron en el Consejo.
Dije a todo que si, que era patriota, que amaba la libertad y
odiaba a un gobierno extranjero, cruel y despótico, que
asesinaba y desposeía" Estas mujeres como tantas otras, nos
dejó a los colombianos en general un vibrante mensaje de
rebeldía, de lucha sin tregua por la independencia y de amor
acrecentado por la patria, sin que aceptemos pasivamente la
injusticia y la explotación de nuestros hermanos.
Con el desarrollo del capitalismo en el siglo XIX y XX la mujer
fue incorporada de manera más amplia al proceso productivo,
y esta incorporación le permitía, simultáneamente, crear las
bases materiales para impulsar y seguir desarrollando sus
luchas en pro de sus reivindicaciones, uniéndose ahora al
movimiento sindical y obrero, siendo el punto de partida de
su emancipación. Por otro lado, su participación económica y
el desarrollo de la lucha política impulsan la politización de la
mujer arrancándola de las cuatro paredes domésticas para
atraerlas a explotación fabril convirtiéndolas en obreras, y
forjándose así en la lucha sindical ya como parte
constituyente de la clase obrera.
Aparecen entonces una oleada de huelgas combativas de la
clase obrera en al inicio del siglo XX en gran parte del
territorio nacional -en las empresas extranjeras
principalmente; en la Tropical Oil Company, en la United Fruit
Company, en los ferrocarriles Ingleses, etc-. En 1920 empieza
la primera huelga dirigida por obreras en la industria textil de
Antioquia, en "Fabricato". La principal dirigente de esta
batalla fue la obrera Betsabé Espinosa quien con cientos de
trabajadoras exigían: alza de salarios, que se les permitiera
usar alpargatas para asistir al trabajo, y el despido del director
de la fabrica y de otros capataces por las agresiones sexuales
contra 5 obreras. 20 días después terminó victoriosa la huelga
con un aumento del 40% en los salarios y algunas mejoras en
el régimen del trabajo.
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En este contexto aparece también Maria Cano, de gran
sensibilidad y sentimiento hacia los oprimidos, y quien retomó
el extraordinario eco de las lecciones de la Revolución de
Octubre, que llaman a derribar los grilletes mentales para
darle paso a la conciencia social y revolucionaria. Maria Cano
entendió la necesidad de luchar de manera organizada junto
con los oprimidos contra la injusticia y la explotación, así
ayudó a organizar sindicatos y organizaciones femeninas,
participando igualmente en comités barriales, mítines,
huelgas de obreros y en general a participar de la lucha
política.
Su actividad política la llevó a hacer parte de el PSR (partido
Socialista Revolucionario) y luego a hacer parte del PCC,
siendo la primer mujer comunista en Colombia.
Así las mujeres han seguido luchando a lo largo de todo el
siglo anterior por alcanzar sus reivindicaciones; algunos
ejemplos: en 1926 entran en huelga las trabajadoras de las
trilladoras de café que ocupaban a 1300 obreras y a 400
obreros; durante la caída de la dictadura militar de Rojas
Pinilla se consiguió mediante ardua luchas el derecho al voto
femenino. En la década del sesenta la mujer extrema la lucha
por conquistar los derechos de las campesinas e indígenas con
la participación en la ANUC, así como las obreras que se han
unido a los sindicatos.
Durante los 70 y 80 la participación de las mujeres fue en los
movimientos barriales que se desarrollaron por la lucho por la
defensa de los derechos del pueblo y mejores condiciones de
vida. Así mismo la vinculación de la mujer a las luchas de
liberación nacional que libran hasta hoy las masas populares
como único camino a su verdadera emancipación.
En los 90 con el empeoramiento de las condiciones de vida la
mujer ha entendido la necesidad de organizarse y ganar con
luchas sus reivindicaciones, entendiendo que su lucha
principal es por transformar la sociedad en una más justa.
CONCLUSIONES
La lucha de la mujer por alcanzar libertades y derechos no
debe hacerse en contra de los hombres, como si el mundo se
dividiera entre hombres y mujeres; el mundo se divide en
clases sociales, unas dominantes y otras dominadas, las
mujeres de las clases dominadas deben luchar de manera
organizada junto a los hombres por alcanzar una sociedad
justa, es decir, construir un mundo nuevo. Pero así como los
obreros entendieron que la raíz de su miseria no eran las
maquinas y por ello su lucha no debería tener por objeto
destruirlas, las mujeres aprendieron que su lucha no era
contra los hombres, en los dos casos el quid del asunto es el
sistema de cosas vigente, el orden reinante y por ello la
necesidad de construir uno diferente, con una ideología, una
cultura, una política y una economía que no se base en la
explotación del hombre por el hombre.
Por ello, un sencillo y merecido homenaje a todas las mujeres
que de manera organizada continúan luchando por una
sociedad nueva, por seguir arrancando derechos para el
pueblo, especialmente la mujer obrera y campesina, por su
muestra de valentía en la lucha por mejores condiciones
laborales y por la tierra, las madres comunitarias que luchan
contra el alto costo de vida, el alza en la tarifa o falta de
servicios públicos, el acceso a la salud y a la educación de sus
familias, y las estudiantes que entienden cada vez más la
necesidad de luchar por una educación al servicio del pueblo.
Por todo esto estamos comprometidos a luchar por los
derechos de la mujer; porque estamos comprometidos a
acabar con el sufrimiento que impone en todo el mundo el
imperialismo y todas las relaciones e ideas opresivas que
perpetua, y porque soñamos con un nuevo futuro y luchamos
por él. Hay que luchar continuamente y cada vez más
cabalmente para superar y arrancar de raíz las relaciones de
desigualdad y de opresión que encadenan a la mujer, para
promover relaciones personales, familiares y sexuales que se
basen en el mutuo respeto e igualdad entre el hombre y la
mujer. Y que mediante esfuerzos cooperativos en que
participen igualmente hombres y mujeres se puedan
desempeñar las funciones que hoy día realiza la familia y que
son una carga para la mujer en particular.
La FUN - Comisiones hace un llamado a todas las mujeres y las
invita a que participen decididamente en la lucha política, a
que se organicen para que se vinculen de manera más activa
en la transformación de la sociedad, a que luchemos contra la
miseria a las que nos han llevado las clases dominantes,
entendiendo que en la briega por construir una nueva
sociedad no hay diferencias entre el hombre y la mujer, pues
nos une el deseo de construir un mundo y a este debemos
marchar hombro a hombro.
Marzo de 2010
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 "OBREROS EN PIE"

"Compañeros en pie! Listos a defendernos. Seamos

un solo corazón, un solo brazo. Cerremos filas y,
adelante! Un momento de vacilación, de indolencia
dará cabida a una opresión más, a nuevos yugos.

Valientes soldados de la Revolución Social, en

marcha! Nuestros enemigos reafirman su persecución
de siglos, fortalecida hoy por regresiones infames. Los
pechos que la lucha del trabajo han endurecido, sean
roca donde se rompan las lanzas enemigas.

Ellos se organizan para destruir. Nosotros nos

organizamos para construir. El alma popular debe
ser bloque de granito donde los hechos esculpan los
dogmas del gran evangelio social. Cerremos filas en
torno a nuestra bandera, jirón rojo, emblema de
nuestra lucha cruenta, que muestra a los tiranos el
proletariado hecho un solo corazón, llama encendida
que lame los cimientos del monstruo y que un día no
lejano le consumirá.

Soldados del proletariado! Avanzadas de la libertad!

Acudid a prestar el glorioso juramento a nuestra
bandera. Defenderla es preciso del lodo que quiere
salpicarla. Agitarla es preciso como vindicta ante el
oprobio y la opresión.

Oíd mi voz que os convoca, y que esos músculos,

tersos aún por el esfuerzo del trabajo; esas frentes
sudorosas, esos ojos ensombrecidos por la tortura del
pensar, sean oreados y fortalecidos por el hálito de
libertad al ondular glorioso de nuestra bandera!

Cerremos filas. Adelante!”

María Cano, la Flor del Trabajo, 1925