Pensaba dejar los cigarrillos el prximo febrero, dando por suficientes 40 y
muchos aos de gran fumador, pero el recrudecimiento de la cruzada antitabaco justifica un ejercicio de solidaridad con quienes siguen fumando, y aspiran a ser respetados. En efecto, los reglamentos no mandan que las tiendas de alpinismo estampen en sus artculos esquelas sobre peligros de la escalada; ni imponen a la manteca y la mantequilla esquelas parejas sobre los riesgos del colesterol. Ni siquiera los concesionarios de motos y coches deportivos deben incorporar algo anlogo sobre accidentes de trfico. Vendedores y bebedores de alcohol, quiz por respeto al vino de la misa, no son molestados. Quienes usan compulsivamente pastillas de botica resultan pacientes decorosos, y quienes toman drogas ilcitas son inocentes vctimas, redimibles con tratamiento. El tabacmano y el simple usuario ocasional de tabaco, en cambio, son una especie de leprosos desobedientes, que pueden curarse con sanciones y publicidad truculenta. Es indiscutible que el humo molesta, y que debe haber amplias zonas para no fumadores. Slo se discute qu tamao tendrn en cada sitio (edificios, barcos, aviones) las zonas para fumadores. Cuando algo que usa un tercio de la poblacin recibe una centsima o milsima parte del espacio -o simplemente ninguna- oprimimos a gran nmero de adultos, capacitados todos ellos para exigir que las leyes no reincidan en defenderles de s mismos. Que las leyes prohban, o impongan, actos por nuestro propio bien dej de ser legtimo ya en 1789, al reconocerse los Derechos del Hombre y del Ciudadano, gracias a lo cual en vez de sbditos-prvulos empezamos a ser tratados como mayores de edad autnomos. Y es llamativo que en un momento tan sensible al respeto por muy distintas minoras cunda un desprecio tan olmpico hacia la nica minora que se acerca a una mayora del censo. Slo se entiende, de hecho, considerando la tentacin de convertir los estados de Derecho en estados teraputicos, legisladores sobre el dolor y el placer, donde lo que antes se impona por teolgicamente puro pueda ahora imponerse por mdicamente recomendable. Con todo, la sustancia del atropello no cambia al sustituir sotanas negras por batas blancas. Si atendemos al asunto concreto, vemos enseguida que la