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Una mujer sentada en una silla esta doblando ropa. Saca ropa
estrujada de una cesta plástica la dobla y la coloca en otra cesta. Está
hablando con una mujer que nunca se ve en escena.
Estirando toalla
El otro día fui a la botánica y compre unas velas con el aceite ese que
espanta to’lo malo porque ese día, no ese día no fue...fue el anterior,
el día antes de ir a la botánica, pues ese día si que me dio duro. Me
metió un puñetazo aquí (señala estomago) le dije que creía que estaba
embarazada de nuevo y el se puso como un guabá. Parecía un
demonio con los ojos rojos y comenzó a gritar como un demente. El
nene chiquito empezó a llorar y el me miró y me dijo de todo. Que yo
era una puta, que de quien era la barriga, que no era de el...que yo
era una basura...y de momento me metió ese puñetazo y me caí en el
suelo. Total el cantazo me vino bien porque al otro día me bajó la
regla. El me dijo que yo lo que necesitaba era un buen “jamaqueo”,
pero con el dolor que tenía no tenia ganas de recibir ningún
“jamaqueo” tu sabes de lo que hablo. ¿Qué? Nena tuve que dejarme
jamaquear porque si no le empiezan esas ideas de que yo ando con
machos por ahí y yo no quería mas peleas. Tú eres bien bonita, ten
cuidado como miras a los hombres por aquí porque todos son unos
sinvergüenzas y si pueden te comen con los ojos, además una nunca
sabe lo que le van a contar a tu marido. Tu bien digna, con la frente
en alto y no mires a nadie.
Estira camisa
Mira pa’lla como quedó esta camisa. Ay mi madre se le fue el color con
el clorox, ahora si que este me mata. Esta camisa se la regaló su mai.
Tenía una mancha. Ahora si que me fastidié. A ver el empujoncito que
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¡Ay santa Maria magdalena, no se que hacer con esta camisa!. Si, lo
mejor es que la esconda o la ponga en la basura porque el va a
empezar a buscarla por toda la casa. Tu no sabes como es el con sus
cosas. Todo tiene que estar en su lugar. El debió de haber sido general
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del ejercito o algo así. Pero yo no me quedo atrás. Soy una maniática.
Cuando llego de la calle, le paso un mapo rapidito a la casa con mucho
clorox y limpio el baño y hago las camas de los nenes y escondo
cuanta cosa hay por el piso, porque si el llega y encuentra desorden,
se arma la de san quintín y los nenes empiezan a llorar y todo se
vuelve un revolú.
Una vez yo me sentía bien mal. Estaba tirada en la cama y el llegó con
lo del “jamaqueo” y yo le dije que me sentía bien mal, yo creo que
tenia un virus y el empezó a gritar y a darme cantazos por las piernas
y a decirme que yo estaba así porque había estado con otro y mija yo
con el susto se me quitó el virus y todo lo que tenía y tuve que ya tu
sabes, atender al hombre, porque hombre que no se atiende bien en la
casa se va pa’la calle y ya tu sabes, hay mucha sata por ahí,
esperando para atrapar al primero que este volando como paloma
libre. Tu te agarras bien al brazo de tu marido y no lo dejes ni mirar
pa’l lao. La calle esta dura mija, bien dura y lo que es tuyo tu lo
defiendes con uñas y dientes.
El matrimonio es algo que hay que llevarlo con calma y paciencia, pero
el que sigue consejos llega a viejo. Ya te dije que cuando el llegue de
malhumor tu te haces la loca y que te vea trabajando como una
hormiguita, pa’ que sepa la mujer tan hacendosa con la que se casó y
cuando el quiera el jamaqueo, aunque estés cansada tu te dejas
jamaquear, porque nena coje calle y se busca a otra y la culpable vas
a ser tu. Si, porque no lo atendiste como se debe. Espera pa’tener un
bebé. Date tu tiempo. Las cosas están tan caras, además tú no tienes
secadora tampoco, no seas tan boba como yo. Primero la secadora y
después los bebes (se ríe) y ya verás como todo funciona a las mil
maravillas y si te pega, aguanta como un macho porque tienes un
marido bueno como el mío y eso no se consigue por ahí tan
fácilmente.
Abraza la camisa.
Fin
En estos días en los que a diario nos despertamos con noticias de nuevos secuestros y la
sensación de inseguridad nos ahoga hasta sentirnos perseguidas. Días en los que no se
duda en asistir a marchas pidiendo por la libertad de las víctimas, y mayores penas para
los culpables. Días en los que los medios de todo tipo (gráficos, audiovisuales) nos
inundan con detalles morbosos y atemorizantes de cada uno de ellos.
Nosotras nos preguntamos, ¿es que no hay nada tan grave como un secuestro? Y creemos
que sí, claro que lo hay. Son los secuestros de los que son víctimas miles de mujeres y
niñas/os de quienes sería imposible que recordemos sus nombres por la superioridad
numérica que representan. Son los y las secuestrados/as sin pedido de rescate, donde las
cadenas o las sogas no se ven pero son muy firmes, donde lo que te secuestran es el alma,
la voluntad, la sonrisa, la esperanza, la imaginación, los sueños, el futuro. Son las
víctimas de violencia y abuso sexual.
Son los miles y miles de mujeres y niños/as que conviven años, décadas con ese horror y
no se organiza una marcha por ellos/as ni se pide con el mismo énfasis el encierro para
los responsables. Difícilmente consigamos audiencia con Ministros y Gobernadores y ni
pensar Presidentes para plantearles la gravedad del problema.
Sin embargo frente a la violencia contra la mujer y frente al abuso sexual se dan otras
reacciones, se sospecha de las víctimas, no se cree que el perpetrador sea capaz de hacer
algo tan horrible, se supone que la víctima buscó esas consecuencias, que se queda
porque le gusta o que quien ejerce la violencia tiene razones para hacerlo..
Nos preguntamos, ¿de qué familia estamos hablando cuando ocurren estos horrores en
su interior? ¿Dónde está la función protectora, posibilitadora, dónde el afecto, el respeto,
la contención que todos y todas necesitamos para crecer? Evidentemente en una familia
con víctimas de violencia y/o abuso sexual no hay nada de eso.
Por supuesto que adentrarse en este horror tiene consecuencias, no es agradable estar
escuchando todo el tiempo historias de sometimiento, de humillación, de golpes, de
violaciones reiteradas.
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Sin embargo, si como sociedad, aliadas todas las instituciones, el gobierno, la justicia, las
escuelas, los profesionales, los hospitales, las iglesias, las organizaciones no
gubernamentales, los medios de comunicación, nos decidiéramos de una vez a escuchar,
a ver, a rechazar esto con contundencia; a lo mejor tendríamos la esperanza de que esos
números tremendos no nos golpearan el alma de esta forma.
No podemos dejar de señalar, a modo de reflexión, algo que suele pasar inadvertido; y es
que muchos de los que hoy nos roban, nos secuestran, nos violan o nos matan han vivido
en medio del horror en su infancia. Si hiciéramos algo por ellos durante ese tiempo, tal
vez podríamos cambiar algo en el futuro.
Lic. María Carolina Cánepa -Ps. Fabiana Conti- Dra. Corina Reali- Lic. María Teresa
Gutiérrez