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FWHHRKWHKHK HK HH HK HK HKH HK HK HK HGH HK KH HK KH HH KH KKK DY YX XK AS KBAAKAAS ww YLSHKRHHLAKHK A’ a 7 YHLLLLVAS 8 =— SHKRNKAKS a 5 a ( =z Et BVA KLL LLL LS —t oo LVR KLLL LLY OD) = as pez cle SLL LALURLY i; pay zis: SLXLLYLRQL Se ae ss Bei sss (Bass \ Neok LLL YON & SSE Cone \ ie ernipeaeeet BALK KK HLH KY ean . ce Be SVSARQygs a & ao YSRRH KL LK > GR ER nate et PR FH ACK KL HHA KVL HS HKG HLH CK HLH KL KH KL KL KHL G SNH V VGH RHR HK HHH KKK KH KH HHH KKK KK KG SS MO ORR BPSVLHRAaggggyggggggy SS MBB co PRS KLHVLKLAH qe yg gggy Ss Pav cca SLVLHL HV Qggggnngys SSB SLVQLARHVLKQL_ VY a > SSN LK NLL 6 ABBE 9 sxc SSSSSNS SN 8 SBR 8 sx BOLL LLY 6 6 6 9 BBs 4, ss Bs SKAVLKGHVKHKKQK 7RH svi SHV LL KLL KL KKK KLHKLY os RAB oc 8 BARR G KA KKK KKK KK KKK HLS SS NPIS SS SAS KON RR A Ry OA \ Sh De We RNS RE Kk Ce hk BHP H KHL R HLH KH HY KKH KH KHL HK HHL KH KKLHHKY BWV KL HHH VCH HK KH HH gg gn ag gg ng gg gg gggy EL MATERIALISMO- HISTORICO Y LA FILOSOFIA DE BENEDETTO CROCE ANTONIO GRAMSCI EL MATERIALISMO HISTORICO Y LA FILOSOFIA DE BENEDETTO CROCE JP Ed EDICIONES CASA JUAN PABLOS MEXICO, EL MATERIALISMO HISTORICO Y LA FOLOSOFIA DE BENEDETTO CROCE de Antonio Gramsci En italiano: Il materialismo storico e la ‘Traducci6n: Isidoro Flambaun Revisi6n: Floreal Mazi © Casa Juan Pablos, Malintzin 199, Col. del Carmen, Coyoacin, México, 04100, DF Primera edicion, 1975 Segunda edici6n, 1986 ‘Tercera edici6n, 2001 Disefio de portada: Natalia Rojas Nieto ISBN: 970-713.016-4 Reservados los derechos Impreso en México PROLOGO El nombre de Antonio Gramsci ng es desconocido para el lector argentino. Esta misma editorial publicé ya sus Lettere dal carcere,+ impar documento humano que en 1947 merecié el premio Viareggio, Ja mAs alta distincién literaria de Italia. Las paginas que ahora pre- sentamos son, también, la prolongacién de aquella conmovedora y profunda dignidad. ‘Antonio Gramsci, avanzada de la renovacién socialista italiana, fundador del partido comunista de su pafs, polemista brillante y parlamentario de notable vigor, fué detenido en Roma en noviembre de 1926 y condenado posteriormente a veinte afios y medio de re- clusién. Quedé en deuda con el fascismo, pues murié en un sanatorio romano, bajo severa vigilancia policial, en abril de 1937, cuando apenas habia traspuesto los cuarenta y seis afios de edad. "En oca- sién del proceso dijo el acusador piiblico: “Hay que impedir que este cerebro funcione”. Se equivocaba. En las duras condiciones de Ja prision fascista, con Ia salud quebrantada, soportando terribles padecimientos fisicos, Gramsci escribié las 2848 paginas que com- ponen sus treinta y dos Quaderni dal carcere.* Son testimonio de 2 Antonio Gramsst: Cartas desde ls edreel, trad, de Gabriela Moner. Ea. Lawtare, 1950. Los “cusdernoa de ln cfzcel” comenzaron a publieatse por les ediciones (de Turin, a partir de 1008, integrands las Opere de A. G., cuyo primer responde las Lettere dal carcere, 197. Los trelnta y dos cuadernos Hieron. teparsigos en lot igulentes volumenci: 2) It materiltsmo storico eta ‘Hlosofia di Benedetto Croce, 1948; 3) GW intelettual e Vorganiszarione della cule una labor infatigable, de un herofsmo cotidiano y silencioso, Son anotaciones sobre argumentos que Gramsci imagina poder elaborar mas tarde sistematicamente. No se trata de “libros” propiamente ichos, sino de notas; sobre ello Hamamos especialmente la atencién del lector. Pero cuando estos Cuadernos, ordenados por materias afines, son entregados al pablico, se percibe un aire de renovacién en Ja cultura italiana que es, al mismo tiempo, una muestra eminente de las potencias creadoras del marxismo, Lo fundamental del pensamiento de Antonio Gramsci consiste, como puede advertirlo cualquier lector cuidadoso de sus Cuadernos, en el examen de las relaciones reciprocas entre la estructura y la supraestructura de la sociedad. Esto se escribe facilmente, pero bien sabida es la lucha por rescatar la autenticidad creadora del mar- xismo, liberdndolo de sus impregnaciones positivistas por un ledo, asi como del ciego determinismo econémico que espera 1a Hegada Gel socialismo como acto necesario y esponténeo en la decadencia del capitalismo. EI Hamado “revisionismo moderno” quiere revivir esta ilusién en el socialismo advenido sin lucha de los contrarios, como simple maduracién de las contradicciones internas de la soci dad capitalista. Solamente esto, si no mediaran otras razones, con- feriria tan viva actualidad al pensamiento de Gramsci. Pero, ademis, hay en él una constante reaccién contra la interpretacién mecanicis- ta de los acontecimientos sociales, tal como puede advertirse, por ejemplo, en la agudeza critica con que examina los trabajos de Bu- jarin en Ja tercera parte del presente volumen. Esta reaccién contra las interpretaciones mecénicas reivindica, en buena medida, el sentido creador del marxismo y testimonia la resistencia de Gramsci a entenderlo como un recetario de soluciones dadas de una vez para siempre. Digamos que esta actitud se evi- deneia ya en sus primeras labores de escritor socialista. Por ejemplo, €1 5 de enero de 1918, en el periddico “Tl Grido del Popolo”, de Turin, publica un comentario sobre la victoria de los bolcheviques titulado La revolucién contra el “Capital”. Como lo hace notar Togliatti,? algunas de las premisas alli sostenidas estin equivocadas, pero se percibe el grito de salvacién del joven Gramsci comprendiendo que ura; 1948; 4) TI Risorgimento, 880; 5) Note sul Machtavell, sulla polltiea « hullo ‘Stato moderno, 1918; 6) Lettorature e vita naztonale, 1990, ¥.7) Paswato e presente, 1051. La edicién de las Opere prosigue ahora con la publicacién de tos Uabeios Periodisticos de. A. G. habléndose estampado los volimencs: L'Ordine ‘Nuovo, sty Sorte! giovan, 188 5 Palmiro Togllttl: It partito rivolustonario della classe operata nel penstero ¢ netWastone at Grameet, em "Rinascita”, 3, 1058 peg. 18, es posible eludir la interpretacién pedante, casi talmidiea y chata- mente materialista del pensamiento de Marx. Segin aquellas inter- pretaciones dogmaticas el proletariado no podia asumir su papel dirigente ni suscitar sus reivindicaciones socialistas hasta tanto no se hubiese completado la organizacién burguesa de la sociedad. naturalmente bajo la conduccién de la burguesfa. Gramsci va a decirnos en ese escrito de 1918 —donde descubrimos el germen de sus notables reflexiones de los Cuadernos— que el pensamiento marxista “coloca siempre como méximo factor de la historia no a Jos hechos econémicos en bruto, sino al hombre, a la sociedad de Jos hombres, de hombres que se asocian entre si, se entienden entre si, desarrollan a través de estos contactos una voluntad social, co- lectiva, y comprenden los hechos econémicos, los juzgan y los ade~ cuan a su yoluntad [...] hasta que ésta se convierte en plasmadora de la realidad objetiva”.* Cualesquiera sean las observaciones que puedan hacerse a este escrito, es indudable que él subraya 1a con- cepeién principal de Gramsci, consistente en entender el marxismo ‘como historicidad absoluta. En la investigacién de semejante histo- ricidad —especialmente referida a las condiciones italianas, pero no por ello menos universal en sus conclusiones— estin aplicadas casi integramente las energias intelectuales de Gramsci. El arreglo de cuentas con Croce representado por este volumen no puede entenderse, en consecuencia, sino como un momento de esa hiisqueda necesaria. ‘No se trata, pues, de una polémica filoséfica en el sentido habitual del vocablo; se trata de la vida misma del pais y de su pueblo, sentidos vitalmente y necesitados de ser comprendi- dos y ayudados a comprenderse para el ejercicio de su voluntad transformadore. En las Note sul Machiavelli estas reflexiones alcan- zan su manifestacién més evidente. Recuérdese que el autor de es~ os voliimenes era un prisionero del fascismo; recuérdese que traba~ jaba penosamente, en el fondo de una celda, y que a los tormentos de su salud quebrantada debia afiadir las dificultades de 1a consulta bibliogréfica que impedian toda labor sistemitica; recuérdese, final- mente, que las hojas de sus cuadernos eran revisadas por los carce- eros y que, por lo tanto, debié recurrir tantas veces a un lenguaje eliptico para eludir la censura, Sin embargo, tanto en aquellas “potas” cuanto en los demas cuadernos resplandece la idea del “nue~ vo Principe” como una historicidad en desarrollo. El “nuevo Princ pe” es la clase obrera y su partido, es decir, la concepeién del factor ‘ Antonlo Gramscl: La rloolusione contro i “Capitale”, en “Rinascita’, nt 4 181, pag. 17 subjetivo —o de la “voluntad colectiva” de su escrito de 1918— como realizador de los datos objetivos de la historia, Con ello Grams~ ci subraya enérgicamente un rasgo del marxismo freeuentemente ‘olvidado por sus pretendidos exegetas de antigua y reciente horna~ da; esto es, la imposibilidad de ser marxista sin traducir esa actitud hasta las consecuencias Gltimas que implica la formacién del parti. do revolucionario de la clase obrera. Y en esto, entonces, el pensa- miento de Gramsci entronca con el leninismo. Entronca natu- ralmente, porque Gramsci opera en las condiciones del desarrollo imperialist del capitalismo, y si bien el de su pafs es un imperialis- mo de segundo grado, torpemente parasitario, ello no atenia sus contradicciones sino que, por el contrario, las exacerba, De esta manera, pues, el rasgo distintivo del marxismo gramsciano es su giro leninista, 1o cual equivale a denunciar su autenticidad y a con- firmar su fecundidad respaldada por la experiencia de su propio pafs. Justamente por estas circunstancias, las meditaciones de Grams- i, tal como surgen de sus Cuadernos, tienden a realzer la funcién nacional de la clase obrera y de su partido revolucionario, La suya es, en este sentido, una investigacién metddica, exasperada casi; pero él marxismo-leninismo, utilizado como método de anilisis de Ja sociedad y como una nueva concepcién total del mundo, provee al “nuevo Principe” de estas armas indispensables para convertirlo —necesariamente y no por ardid polémico— en el dirigente de la nacién, En el presente volumen, muchas de esas ideas quedan apuntadas; otras reclamaran desarrollo més profundo en los volimenes restan- tes, Pero queda en pie la lucidez de esa batalla de Gramsci librada sobre el frente de la ideologia, su persistencia en limpiar a la teoria de todas las exerecencias que un falso sociologismo le habfa acarrea- do. Gramsci es asi un liberador de conciencias por el doble camino del pensamiento y de la accién. ¥ este hombre menudo, que al ingre- sar a la cércel se sabe condenado a muerte y que, no obstante, se traza un plan tan ambicioso y tan arduamente cumplido, llega hasta nos- otros como una hermosa y conmovedora leceién de fe en la vida. Ahora sabemos que el suyo es el camino de la victoria definitiva del pueblo. Hécror P. Acostr I INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA Y DEL MATERIALISMO HISTORICO ALGUNOS PUNTOS DE REFERENCIA PRELIMINARES reciso destruir el muy difundido prejuicio de que la filo- softer age yutsamente diffel por set la actividad intelectual pro- snl x tee gunmen NP ie mena © do Fae cece Bs moc pe tats de Mion protsnales tN ecco iste Se ea ene ries eopernea Se ee eae toe us coal eo ti moor ue ru suede cone Eon a ents e paioasvese eee enn ee pea snitoy 8) ae ana can ciocea es ao So en rt eeertmente lao a Sen as le ven, nc & oe seers pegs aca ena me tne Slantuntaclsn de una aelivided ineloctul eoslgulere, Ia del “Ien- antstan de ot ti etrnada. ceepion de sans La ae iets cise ol vont, a ane giana oe “ wile orb senrnin ein, co me ao ete ae at pee ce ono 12 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DEB. CROCE cién del mundo “impuesta” mecanicamente por el ambiente externo, © sea, por uno de los tantos grupos sociales en que uno se encuentra inclufdo autométicamente hasta su entrada en el mundo consciente (y que puede ser le aldea o la provincia, que puede tener origen. en la parroquia y en Ja “actividad intelectual” del cura o del vejete Patriarcal cuya “sabidurfa” dicta 1a ley; de la mujercita que ha heredado la sabiduria de las brujas o del pequefio intelectual avi. nagrado en su propia estupidez e incapacidad para obrar), 0 es mejor elaborar la propia concepeién del mundo de manera’ cons- ciente y critica, y, por lo mismo, en vinculacién con semejante trabajo intelectual, escoger la propia esfera de actividad, participar activamente en la elaboracién de Is historia del mundo, ser el gu; de si mismo y no aceptar del exterior, pasiva y supinamente, la huella que se imprime sobre 1a propia personalidad? Nota I. Por la propia concepcién del mundo se pertenece siempre 4 un determinado agrupamiento, y precisamente al de todos los ele- mentos sociales que participan de’un mismo modo de pensar y de obrar Se es conformista de algim conformismo, se es siempre hombre masa u hombre colectivo, El problema es éste: za qué tipo historieo perte- nece el conformismo, el hombre-masa del cual se participa? Cuando la concepeién del mundo no es critica ni coherente, sino ocesional y dis gregada, se pertenece simultineamente a una multiplicidad de hom. bres masa, y la propia personalidad se forma de manera caprichos hay en ella elementos del hombre de las cavernas y principios de la clencia mas moderna y avanzada; prejuicios de las etapas histéricas Pasadas, groseramente localistas, e intuiciones de una filosofia del por venir que seré propia del género humano mundialmente unificado. Cri ticar 1a propia concepcién del mundo es tornarle, entonces, consciente, y elevarla hasta el punto al que ha llegado el pensamiento mundial més avanzado. Significa también, por consigulente, critiear toda la fi- losofia existente hasta ahora, en ia medida en que ha dejado estratifi- caciones consolidadas en la filosofia popular. El comienzo de la ela. boracién critica es la eonciencia de lo que realmente se es, es decir, un “conécete a ti mismo” como producto del proceso histérico desarrollado hasta ahora y que ha dejado en ti una infinidad de huellas recibidas sin beneficio de inventario. Es preciso efectuar, inicialmente, ese inventari. Nota I. No se pueden separar la filosofia y la historia de la filo- sofia, ni la cultura y la historia de la cultura. En el sentido mis inme- Giato y determinado, no se puede ser filbsofo, es decir, tener una con cepcién criticamente coherente del mundo, sin tener conocimiento de st INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA 13 historicidad, de la fase de desarrolio por ella representada y del hecho de que ella se halla en contradiccién con otras concepciones o con ele- ‘mentos de otras concepciones. La propia concepcién del mundo responde 1 ciertos problemas planteados por la realidad, que son bien determina dos y “originales” en su actualidad. :Cémo es posible pensar el presente, yun presente bien determinado, con un pensamiento trabajado por pro- bblemas de un pasado remoto y superado? Si ello ocurre, significa que se es “anacrénico” en relacién con el tiempo en que se vive, que se perte- acs lo tala y no a Joe stras moderns. ©, por Jo mince, que ae ‘esté “compuesto” de manera caprichosa. Y, realmente, ocurre que gru- ‘Pos sociales que en determinados aspectos expresan la modernidad més desarrollada, en otros se hallan en retraso con su situacién social, y, por Jo tanto, son incapaces de una total autonomfa histérica, Nota HI. Si es verdad que cada idioma tiene los elementos de una concepeién del mundo y de una cultura, también serd verdad que el enguaje de cada uno permite juzgar acerca de 1a mayor 0 menor com- plejidad de su concepcién del mundo. Quien habla solamente el dislecto ‘© comprende la lengua nacional en distintos grados, participa necesaria mente de una concepeién del mundo més o menos estrecha o provinciana, fosilizada, anacrénica en relacién con las grandes corrientes que deter- minan la ‘historia mundial. Sus intereses gern estrechos, més 0 menos corporativos 0 economistas, no universales. Si no siempre resulta posi- ble aprender mis idiomas extranjeros para ponerse en contacto con vidas culturales distintas, es preciso, por lo menos, aprender bien el idioma nacional. Una cultura puede traducirse all idioma de otra gran cultura, es decir: un gran idioma nacional historieamente rico y complejo puede traducir cualquier otra gran cultura; en otras palabras, puede ser una expresién mundial. Pero con un dialecto no es posible hacer lo mismo. Nota IV. Crear una nueva cultura no significa s6lo hacer indivi- dualmente descubrimientos “originales”; signifiea también, y especial- mente, difundir verdades ya descubiertas, “socializarlas”, por asf de- cir, convertirlas en base de acciones vitales, en elemento de coordinacién y de orden intelectual y moral. Que una masa de hombres sea levada a pensar coherentemente y en forma unitaria la realidad presente, es tun hecho “filoséfico” mucho més importante y “original” que el hallaz~ 60, por parte de un “genio” filoséfico, de una nueva verdad que sea Patrimonio de pequefios grupos de intelectuales. Vineulacién entre el sentido comin, la religion y ta filosofia. La filosofia es un orden intelectual, cosa que no pueden ser la re- 14 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B. CROCE ligi6n ni el sentido comin. Véase cémo, en la realidad, tampoco coinciden religién y sentido comin. Sin embargo, la religién es un elemento del sentido comén disgregado, Por otra parte, “sentido comin” es nombre colectivo, como “religién”; no existe un solo sentido comim, pues también éste es un producto y un devenir histérieo, La filosotia y la critica son la superacién de la reli y del sentido comin y, en ese aspecto, coinciden con el “buen sen- tido” que se contrapone al sentido comin. Relacién entre ciencia-religién-sentido comin. La religién y el sentido comin no pueden constituir un orden intelectual porque no pueden reducirse a unidad y coherencia ni siquiera en la con- ciencia individual, y no hablemos ya de la conciencia colectiva; no pueden reducirse a unidad y coherencia “libremente”, aunque por imposicién “autoritaria” ello podria ocurrir, como en verdad ocu- rrié en el pasado dentro de ciertos limites. El problema de la re- Ugién, entendido no en el sentido confesional, sino en el laico, de unidad de fe entre una concepeién del mundo y una norma de con- ducta conforme a ella: pero ,para qué lamar “religién” a esta unidad de fe, en lugar de amarla “ideologia”, 0 mas bien, “po- Aitica’”? En verdad, no existe la filosoffa en general: existen diversas {filosofias 0 concepciones del mundo, y siempre se hace una elecciéa entre ellas. ;Cémo se produce esta eleccién? {Es un hecho pura- mente intelectual 0 mas complejo? {¥ no ocurre a menudo que ‘entre el hecho intelectual y 1a norma de conducta exista contradic clén? ;Cuél serd, entonces, la verdadera concepcién del mundo: a afirmada Iégicamente como hecho intelectual, o la que resulta de la real actividad de cada cual, que se halla impl{cita en su obrar? Puesto que el obrar es siempre un obrar politico, no puede decir- se que la filosoffa real de cada cual se halla toda contenida en su politica? Este contraste entre el pensar y el obrar, esto es, la co- existencia de dos concepciones del mundo, una afirmada en palabras y la otra manifesténdose en el obrar mismo, no se debe siempre a la mala fe, La mala fe puede ser una explicacion satisfactoria para algunos individuos singularmente considerados, 0 tambi para grupos més 0 menos numerosos, pero no es satisfactoria cuando el contraste se verifica en las manifestaciones de la vida de las amplias masas; en tal caso dicho contraste sélo puede ser la expre~ sién de contradicciones més profundas de orden histérico social. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA 18 Significa ello que un grupo social tiene su propia concepeién del mundo, aunque embrionaria, que se manifiesta en la accién, y que cuando irregular y ocasionalmente —es decir, cuando se mueve ‘como un todo orginico—, por razones de sumisién y subordinacién intelectual, toma en préstamo una concepcién que no es la suya, una concepcién de otro grupo social, la afirma de palabra y cree seguirla, es porque la sigue en “tiempos normales”, es decir, cuando Ja conducta no es independiente y auténoma, sino precisamente sometida y subordinada. He ahi también por qué no se puede se- parar la filosofia de la politica, y por qué se puede demostrar, al contrario, que la eleceién de la concepcién del mundo es también un acto politico. Es preciso, por consiguiente, explicar por qué sucede que en cada época coexistan muchos sistemas y corrientes filoséficas; cémo nacen, cémo se difunden, por qué la difusién sigue ciertas Iineas de ruptura y ciertas direcciones, ete. Esto nos muestra cudn necesario es sistematizar critica y coherentemente nuestras intuiciones del mundo y de la vida, fijando con exactitud lo que debe entenderse por a fin de que no sea comprendido en el sentido pe- dantesco y profesoral de la palabra. Pero esta elaboracién sdlo puede y debe ser hecha en el cuadro de la historia de la filosofia, ‘que muestra qué elaboracién ha sufrido el pensamiento en el curso de los siglos y qué esfuerzo colectivo ha costado nuestro actual modo de pensar, que resume y compendia toda la historia pasada, incluso en sus errores y delirios, que no por haber sido cometidos fen el pasado, cuando eran correctos, tienen por qué ser repro ducidos en el presente, cuando no son necesariamente correctos. Qué idea se hace el pueblo de la filosofia? Se la puede recons- truir a través de los modos de decir del lenguaje comin. Uno de los més difundidos es aquel de “tomar las cosas con filosofia” que, una ver analizado, no tiene por qué ser rechazado totalmente. Es cierto ‘que se contiene en él una implicita invitacién a la resignacién y a la paciencia; pero, a lo que parece, el punto més importante es su invitacién a la reflexién, a tomar conciencia de que lo que sucede es en el fondo racional y que como tal es preciso encararlo, con- centrando las fuerzas racionales y no dejandose arrastrar por los impulsos instintives y violentos. Se podrfan reagrupar estos modos de decir populares junto a las expresiones similares de escritores de eardeter popular —tomndolas de los grandes vocabularios—, de las que forman parte los términos “filosofia” y “filoséficamente”, y se podré ver que éstas tienen un significado muy preciso, de 16 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B. CROCE superaciGn de las pasiones bestiales y elementales, en una concep- cién de la necesidad que da al obrar una direccién consciente. Este es el nticleo sano del sentido comiin, lo que podria lamarse el buen sentido y que merece ser desarrollado y convertido en cosa unitaria ¥ coherente, Asi aparece claro por qué no es posible separar lo que se Hama “filosofia cientifica” de la filosofia “vulgar y popular”, que es sélo un conjunto disgregado de ideas y opiniones. Pero en este punto se plantea el problema fundamental de toda concepcién del mundo, de toda filosofia que se haya convertide en una “‘religién”, una “fe”; es decir, que haya producido una activi- dad préctica y una voluntad, y que esté contenida en éstas como “premisa” teérica implicita (una “‘ideologia”, se podria decir, si al término ideologia se le diera el significado mas alto de concepeién del mundo que se manifiesta implicitamente en el arte, en el de- recho, en la actividad econémica, en todas las manifestaciones de la vide individual y colectiva); esto es, el problema de conservar la unidad ideolégica de todo el bloque social, que precisamente es cimentade y unificado por esta ideologia, La fuerza de las reli- giones, y especialmente de la iglesia catélica, ha consistido y con- siste en que ellas sienten enérgicamente la necesidad de la unién doctrinaria de toda la masa “religiosa” y Iuchan para que los estra~ tos intelectualmente superiores no se separen de los inferiores. La iglesia romana ha sido siempre la més tenaz on la lucha por impedir que se formen “oficialmente” dos religiones: la de los “intelectu: les” y la de las “almas simples”. Esta lucha no ha transcurrido sin grandes inconvenientes para la iglesia misma; pero tales inconve- nientes estén unidos al proceso histérico que transforma toda la sociedad civil y que contiene en bloque una critica corrosiva de las religiones. Por lo mismo, resulta mucho mAs la capacidad organi- zativa del clero en la esfera de la cultura, y la relacién abstracta- mente racional y justa que la iglesia en su Ambito ha sabido establecer entre intelectuales y simples. Los jesuitas han sido, in- dudablemente, los mayores artifices de este equilibrio, y para con- servarlo han impreso a la iglesia un movimiento progresista que tiende a dar ciertas satisfacciones a las exigencias de la ciencia y de la filosofia, pero con ritmo tan lento y metédico que las mu- taciones no han’sido percibidas por la masa de los simples, si bien aparecen como “revolucionarias” y demagégicas ante los “integra~ lstas”. Una de las mayores debilidades de las filosofias inmanentistas ENTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFTA ww en general consiste precisamente en no haber sabido crear una unidad ideolégica entre lo bajo y lo alto, entre los “simples” y los intelectuales. En la historia de la civilizacién occidental el hecho se ha verificado en escala europea, con el fracaso inmediato del Renacimiento, y también, en parte, de la Reforma, en comparacién con la iglesia catélica. Esta debilidad se manifiesta en 1a cuestion escoldstica, en cuanto partiendo de las filosofias inmanentistas no se ha intentado siquiera construir una concepcién que pudiera sus- tituir 1a religion en 1a educacién infantil; de ahi el sofisma seudo- histérico por el cual pedagogos no religiosos (aconfesionales) y en realidad ateos, permiten Ia ensefianza de la religién porque la religién es la filosofia de Ia infancia de la humanidad que se renueva en cada infancia no metaférica. El idealismo se ha mostrado también adverso a los movimientos culturales de “ir hacia el pueblo”, que se manifiestan en las lamadas universidades populares ¢ institu- clones similares, y no sélo por sus aspectos negativos, porque en tal caso sélo habria tenido que tratar de hacer algo mejor. Sin em- argo, estos movimientos eran dignos de interés y merecian ser es- tudiados; tuvieron éxito, en el sentido de que demostraron, de parte de los “simples”, un entusiasmo sincero y una fuerte voluntad de elevarse hacia una forma superior de cultura y de concepcién del mundo. Carecian, sin embargo, de toda organicidad de pensamien- lo filoséfico 0 de solidez y centralizacién cultural; se tenla la impresién de que se parecian a los primeros contactos entre los mereaderes ingleses y los negros de Africa, en los que se entregaban mercancias de pacotilla por pepitas de oro. Por otra parte, Ia or- ganicidad de pensamiento y la solidez cultural podian lograrse solamente si entre los intelectuales y los simples hubiera existido la misma unidad que debe darse entre Ia tcoria y la practica, si los intelectuales hubiesen sido inteleetuales orgénicamente pertenecien- ‘es a esas masas, si hubiesen elaborado y dado coherencia a los prin- cipios y problemas que éstas planteaban con su actividad, consti- tuyendo asi un bloque cultural y social. Tratabase, pues, de la mis- ‘ma cuestién sefialada: un movimiento filoséfico es tal cuando se aplica a desarrollar una cultura filosética para grupos restringidos de intelectuales 0, al contrario, sélo es tal cuando, en el trabajo de elaboracién de un pensamiento superior al sentido comin y cienti- ficamente coherente, no se olvida jamas de mantener el contacto con Jos “simples” y, antes bien, halla en dicho contacto la fuente de los problemas que estudiar y resolver. Sélo mediante este contacto 18 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B, CROCE una filosofia deviene “histérica”, se depura de los elementos inte~ ectualistas de naturaleza individual y se hace “vida.” * Una filosofia de Is praxis sélo puede presentarse inicialmente en actitud polémica y critica, como superacién del modo de pensar precedente y del pensamiento conereto existente (0 del mundo eul- tural existente). Es decir, sobre todo, como critica del “sentido comin” (luego de haberse basado en el sentido comin para demos- trar que “todos” son fildsofos y que no se trata de introducir ex ‘novo una ciencia en 1a vida individual de “todos”, sino de innovar y tornar “critica” una actividad ya existente) y Iuego de la filoso- tia de los intelectuales, que ha dado lugar a la historia de la filo~ sofia y que, en cuanto individual (y, en rigor, de desarrollo esencial en la actividad de algunos individuos particularmente dotados), puede considerarse como la “cumbre” del progreso del sentido comiin, por lo menos del sentido comin de los estratos més cultos de la sociedad y, a través de éstos, también del sentido comin po- pular, He aqui por qué una introduccién al estudio de Ia filosofi debe exponer sintéticamente los problemas nacidos del proceso de desarrollo de la cultura general, que se refleja sélo parcialmente en la historia de la filosofia y que, @ pesar de ello, en ausencia de una historia del sentido comtin (imposible de construir por falta de material documental), sigue siendo la fuente mixima de referen- cia para criticarlos, demostrar su valor real (si atin lo tienen) 0 el significado que han tenido como anillos superados de una cadena, y Para fijar los nuevos problemas actuales o la ubicacién actual de los viejos problemas. La relacién entre filosofia “superior” y sentido comin esta asegurada por la “politica”, asi como esta asegurada por la politica lg relacién entre el catolicismo de los intelectuales y el de los “sim- ples”. Las diferencias existentes entre ambos casos son, sin embar- 0, fundamentales. El hecho de que la iglesia deba afrontar el problema de los “simples” significa, en verdad, que ha habido rup- tura en la comunidad de los ‘fieles”, ruptura que no puede ser + Quinfs sea stil dstinguir “précticamente” Ia tloratia del sentido comin pat mejor indieer el pazo de un momento al otf. En ln flosotia sobretalen expec iente los earacteres de 1s elsboractén individual del. penamiento; en el rent Comn, en comblo, los caracteres difusos y dispersos de un pensamlento genético fe clerta epoca y ee clerto ambiente popular.” Peto toda flosoia tende a con Werlise en sentido comdn de un amblente, sl blen resiingldo (de todos los int Iectuales). Se trata, por Jo tanto, de elaborar une Alosotla que, tenlendo ya ‘itusion o difuaividad por encoutrarse. conectada a la Vide préctlcs Implicita en ‘ila, se convierta en un renovado sentido comin, con Ia coherencia ¥ el ervio eds Uocotis indiviguales, Beto no puede lograrce ti no se sicnte permanente ‘mente la exigencia del contacto cultural con 1oe "simples". INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA 19 climinada elevando a los “simples” al nivel de los intelectuales (tampoco se propone la iglesia este objetivo, ideal y econémicamen- te desproporcionado a sus fuerzas actuales), sino ejerciendo una disciplina de hierro sobre los intelectuales a fin de que no pasen de clertos Ifmites en Ia distineién y no la tornen catastrétira ¢ irrepa- rable. En el pasado estas “rupturas” en la comunidad de los ficles eran remediadas por fuertes movimientos de masas que determina- ban, o se resolvian en la formacién de nuevas drdenes religiosas en torno a fuertes personalidades (Domingo, Francisco) Pero la Contrarreforma esterilizé este pulular de fuerzas popu- lares. La Compafiia de Jesis es la Gltima gran orden religiosa de origen reaccionario y autoritario, con cardcter represivo y “diplo- mitico”, que sefialé con su nacimiento el endurecimiento del orga- nismo catélico. Las nuevas drdenes aparecidas después tienen escasisimo significado “religioso” y un gran significado “discipli- nario” sobre 1a masa de los fieles; son ramificaciones y tentaculos de la Compaiia de Jesis, o se convirtieron en tales, instrumentos de “resistencia” para conservar las posiciones politicas adquiridas, no fuerzas renovadoras y de desarrollo. El catolicismo se ha con- vertido en “jesuitismo”, El modernismo no creé érdenes religiosas, sino un partido politico: 1a democracia cfistiana, * La posicién de la filosofia de la praxis es antitética a la catélice Ja filosofia de 1a praxis no tiende a mantener a los “simples” en su filosofia primitiva del sentido comin, sino, al contrario, a conducir- los hacia una concepeién superior de la vida. Se afirma le exigencia del contacto entre intelectuales y simples, no para limitar la acti- vidad cientifica y mantener la unidad al bajo nivel de las masas, sino para construir un bloque intelectual-moral que haga posible un progreso intelectual de masas y no sélo para pocos grupos in- telectuales. El hombre activo, de masa, obra practicamente, pero no tiene clara conciencia tedrica de su obrar, que sin embargo es un conoci- + Los movimlentos heréticos del medievo como reacelén simulténen contra 1a poutiquerla de In iglesia y contra a flosotia escoldatica que Ai su expresiéa, opre la base del nacimiento de las comunas, han sido una “ruptura” entre la masa ¥ los Intelectusles en Ia Iglesia, ruptura eicatrizada por la formacién de movie lentes populeren, Feligioos, reabsorbidos bor 1a iglesla en a Tormacion de Tas Srdenes mendieastes y en una nueva unidad Tellgioss ‘Recorder Ia anéedota (relatada por Steed en sus Memorias) del cardenal que explica al protestante Ingles filoweatélico que los milagros de San. Jenaro on artloulon de fe para el populacho napoltano, no para los intelectuales; Y ue tambien en lor evengelios hay 'exageraciones". Y que a la pregunta. "Pero no somos eristianos?", reqponde: “Nogotror somos ‘prelados, eato es, “politicos” de Is Iglesia de Roma”. 29 EL MATERIALISMO HISTORICO Y LA FILOSOFIA DE B. CROCE miento del mundo en cuanto lo transforma, Su conciencia tebrica pue- de estar, histéricamente, incluso en contradiccién con su obrar. Cas se puede decir que tiene dos conciencias tedrieas (0 una conciencia contradictoria): una implicita en su obrar y que realmente lo une a todos sus colaboradores en la transformacién préctica de le realidac y otra superficialmente explicita o verbal, que ha heredado del p: sado y acogido sin critica. Sin embargo, esta conciencia “verbal” no carece de consecuencias: unifica a un grupo social determinado, influye sobre la conducta moral, sobre la direccién de 1a voluntad, de manera mas o menos enérgica, que puede Hegar hasta un punto fen que la contradictoriedad de Is conciencia no permita accién al- guna, ninguna decisién, ninguna eleccién, y produzea un estado de pasividad moral y politica. La comprensién critica de si mismo se logra a través de una lucha de “hegemonias” politicas, de direccio- nes contrastantes, primero en el campo de la ética, luego en el de la politica, para arribar finalmente a una elaboracién superior de la propia eoncepeién de la realidad, La conciencia de formar parte de una determinada fuerza hegeménica (esto es, la conciencia politica) es la primera fase para una ulterior y progresiva autocon- ciencia, en Ia cual teoria y préctica se unen finalmente, Pero la unidad de la teoria y de la préctica no es, de ninguna manera, algo mecnicamente dado, sino un devenir histérico, que tiene su fase elemental y primitiva en el sentido de “distineién”, de “‘separacién”, de independencia instintiva, y que progresa hasta la posesién real y completa de una concepeién del mundo coherente y unitaria. He aqui por qué es necesario poner de relieve que el desarrollo politico del concepto de hegemonia representa un gran progreso filoséfico, ademas de un progreso politico préctico, porque necesariamente implica y supone una unidad intelectual y una ética conforme a una concepcién de la realidad que ha superado el sentido comin y se hha tornado critica, aunque s6lo sea dentro de limites estrechos. Sin embargo, en los més recientes desarrollos de 1a filosofia de la praxis la profundizacién del concepto de unidad entre la teoria y la practica se halla ain en su fase inicial; quedan todavia residuos de mecanicismo, puesto que se habla de 1a teoria como ‘‘complemen- to”, como “accesorio” de la préctica, de Ia teorfa como sierva de la prictica. Parece correcto que también este problema deba ser ubi- cado histéricamente, es decir, como un aspecto del problema practi co de los intelectuales. Autoconciencia critica significa, historica y politicamente, la ereacién de una élite de intelectuales; una masa humana no se “distingue” y no se torna independiente per se, sin organizarse (en sentido lato), y no hay organizacién sin intelectua- EVTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA 21 les, o sea, sin organizadores y dirigentes, es decir, sin que el aspecto teérico del nexo teoria-practica se distinga concretamente en una capa de personas “especializadas” en la elaboracién conceptual ¥ filosética, Pero este proceso de creacién de intelectuales es largo, Gificil, Meno de contradicciones, de avances y retrocesos, desbandes y reagrupamientos, y en él la “fidelidad” de lis masas (y 1a fideli- dad y la disciplina son inicialmente Ia forma que asume la adhesin de 1a masa y su colaboracién al desarrollo de todo fenémeno cultu- ral) es puesta a dura prueba. El proceso de desarrollo esta vinculado a una dialéctica intelectuales-masa; el estrato de los intelectuales se desarrolla cuantitativa y cualitativamente; pero todo salto hacia una nueva “amplitud” y complejidad del estrato de los intelectuales esté ligado a un movimiento anélogo de la masa de los simples, que se eleva hacia niveles superiores de cultura y amplia simul- téneamente su esfera de influencia, entre eminencias individuales ‘© grupos mis o menos importantes en el estrato de los intelectuales especializados. Sin embargo, en el proceso se repiten continua- mente momentos en los cuales se prodiice, entre masa e intelectuales (0 entre algunos de ellos; 0 entre grupos de ellos) una separacién, una pérdida de contacto. De ahi la impresién de “accesorio”, de complementario, de subordinado. Insistir sobre el elemento “pric- tiea” del nexo teorfa-prictica, luego de haber escindido, separado ¥ no sélo distinguido ambos elementos (operacién meramente me~ ‘caniea y convencional), significa que se atraviesa una fase histérica relativamente primitiva, una fase atin econémico-corporativa, en la cual se transforma cuantitativamente el cuadro general de la “estruc= tura”, y la cualidad-superestructura esté en vias de surgir, aunque no esta todavia orgénicamente formada. Hay que destacar la im= portancia y el significado que tienen, en el mundo modemo, los partidos politicos, para la elaboracién y Ia difusin de las concep- ciones del mundo, en cuanto elaboran la ética y la politica confor- me a las mismas, es decir, funcionan como “experimentadores” de dichas concepciones. Los partidos seleccionan individualmente la masa actuante, y Ia seleccién se produce conjuntamente en el campo préctico y en el teérico, con una relacién tanto mas estrecha entre teoria y prictica cuanto més radicalmente innovadora y antagénica de los viejos modos de pensamiento es la concepcién. Por ello se puede decir que los partidos son los elaboradores de las nuevas in- telectualidades integrales y totalitarias, esto es, el crisol de la uni ficacién de teoria y préctica, entendida como proceso histérico real; y se comprende que su formacién sea necesaria a través de la adhe- sién individual y no al modo “laborista”, puesto que si se trata de 22 EL MATERIALISM HISTORICO Y LA FILOSOFIA DE B. CROCE dirigir orgénicamente a “toda la masa econémicamente activa”, ello no debe hacerse segin viejos esquemas, sino innovando, y la innovacién no puede ser de masas, en sus primeros estadios, sino por intermedio de una élite en la cual la concepeién implicita en la actividad humana se haya convertido, en cierta medida, en concien- cia actual, coherente y sistematica, y en voluntad precisa y decidid: Es posible estudiar una de estas fases en la discusién a través de la cual se verificaron los mas recientes desarrollos de la filosofia de la praxis, discusién resumida en un artfculo de D. S. Mirski, colaboradar de Cultura.t Puede verse cémo se ha producido el paso de una concepeién mecanicista y puramente exterior a una concep- cién activista, que se acerea mas, como se ha observado, a una justa comprensién de la unidad entre teorfa y préctica, aun cuando no haya captado todavia todo el significado sintético. Se puede observar que el elemento determinista, fatalista, mecanicista, ha sido un “aroma” ideolégico inmediato de la filosotia de la praxis, una forma de religién y de excitante (al modo de los estupefacientes), pero necesaria y justificada histéricamente por el carécter “subalterno” de determinados estratos sociales. Cuando no se tiene la iniciativa en la lucha, y cuando la lucha misma termina por identificarse con una serie de derrotas, el deter- minismo mecénico se convierte en una fuerza formidable de resis tencia moral, de cohesién, de perseverancia paciente y obstinada. S"He sido vencido momenténeamente, pero la fuerza de las cosas ‘trabaja para mi y a la larga...”, ete: La voluntad real se disfraza de acto de fe en cierta racionalidad de la historia, en una forma empirica y primitiva de finalismo apasionado, que aparece como un sustituto de predestinacién, de la providencia, etc, de las re- ligiones confesionales. Es necesario insistir en el hecho de que aun en ese caso existe realmente una fuerte actividad volitiva, una intervenci6n directa sobre 1a “fuerza de las cosas”, pero de manera implicita, velada, que se avergtienza de si misma, y por lo tanto, la conciencia es contradictoria, carece de unidad critica, etc. Pero cuando el “‘subalterno” se torna dirigente y responsable de la acti- vidad econémiea de masas, el mecanicismo aparece en cierto mo- mento como un peligro inminente, y se produce una revisién de toda la manera de pensar porque ha ocurrido un cambio en el modo social de ser. Los limites y el dominio de la “fuerza de las 4 aude probablemente al articulo de D. 5. Mirski Demokratle und Portet tm ‘Bolschewismus, en 1a selecclon "Demokratie und Partel”, preparada por P. Rhoden, Viena, 182, de la cual habla Glaeser, Bibliografia fascist, 1083. (N. gele Ry. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA 23 cosas” son restringides. ;Por qué? Porque, en el fondo, si el subal- terno era ayer una cosa, hoy ya no lo es; hoy es una persona histé~ rica, un protagonista; si ayer era irresponsable porque era “resis tente” a una voluntad extrafia, hoy se siente responsable porque ya no es tesistente, sino operante y necesariamente activo y empren- dedor. Pero incluso ayer, ,fué solamente mera “resistencia”, mera “cosa”, mera “irresponsabilidad”? Ciertamente, no. Al contrario, es menester poner de relieve que el fatalismo no es sino la forma en que los débiles se revisten de una voluntad activa y real. He ahi por qué es necesario siempre demostrar 1a futilidad del deter- minismo meeénico, el cual, explicable como filosofia ingenua de la ‘masa y, s6lo como tal, elemento intrinseco de fuerza, cuando es ele- vado a filosofia reflexiva y coherente por los intelectuales, se con- vierte en causa de pasividad, de imbécil autosuficiencia, y ello sin esperar que el subalterno haya llegado a ser dirigente y responsable. ‘Una parte de la masa, aunque subalterna es siempre dirigente y res- ponsable, y la filosofia de la parte precede siempre a la filosofia del todo, no sélo como anticipacién -teérica, sino como necesidad actual. Que 1a concepcién mecanicista ha sido una religién de subalter- nos, surge de un anilisis del desarrollo de la religién cristiana, que en cierto perfodo histérico y en condiciones histérieas determinadas ha sido y continda siendo una “necesidad”, una forma necesaria de la voluntad de las masas populares, una forma determinada de racionalidad del mundo y de la vida, que sefialé los cuadros gene- rales para la actividad practiea real. En este pasaje de un articulo de la “Civilta Cattolica” (Individuatismo pagano e individualismo cristiano, fase. del 5 de marzo de 1932) me parece bien expresada la mencionada funcién del cristianismo: “La fe en un porvenir se- guro, en la inmortalidad del alma destinada a la beatitud, en 1a seguridad de poder Megar al goce eterno, fué el resorte de propul- sién hacia un trabajo de intensa perfeccién interna y de elevacién espiritual. El verdadero individualismo cristiano ha hallado aqui el impulso para sus victorias. Todas las fuerzas del cristiano fue- ron concentradas alrededor de este noble fin. Liberado de las fluc- tuaciones especuilativas que arrojaban el alma a la duda, e ilumi- nado por prineipios inmortales, el hombre- sintié renacer las esperanzas; seguro de que una fuerza superior lo apuntalaba en la lucha contra el mal, se hizo violencia a si mismo y vencié al mundo”. Pero en este caso se trata del cristianismo ingenuo, no del cristia- nismo jesuitizado, convertido en un puro narcético para las masas populares. 24 FL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B, CROCE Pero 1a posicién del calvinismo, con su férrea concepeién de la predestinacién y de la gracia que determine una vasta expansién del espiritu de iniciativa (0 se convierte en una forma de este movi- miento), es atin mas expresiva y significativa.® iPor qué y cémo se difunden, y Hegan a ser populares, las nue- vas concepciones del mundo? En este proceso de difusién (que es, al mismo tiempo, de sustitucién de lo viejo y, muy « menudo, de combinacién entre Io nuevo y lo viejo) influyen (je6mo y en qué medida?) Ia forma racional mediante la cual la nueva concepelén es expuesta y presentads, le autoridad (en cuanto sea reconocida ¥ apreciada, por lo menos genéricamente) del expositor, y de los pensadores y cientificos a los cuales lama en su apoyo el expositor; el pertenecer a la misma organizacién de quien sostiene la nueva concepcién (pero luego de haber entrado en la organizacién por un motivo que no es el de participar de la nueva concepcién). Estos elementos, en realidad,,varian segin el grupo social de que se trate y del nivel det mismo. Pero la investigacién interesa especialmente en lo que respecta a las masas populares, que cambian de concep. ciones mas dificilmente y que, en todo caso, no la aceptan jamas en la forma “pura”, por decirlo asi, sino siempre y solamente como combinacién més o menos heteréclita y abigarrada, La forma ra- cional, logicamente coherente; la amplitud del razonamiento que no descuida ningin argumento positivo 0 negativo de cierto peso, tienen su importancia, pero estin lejos de ser decisivas; pueden ser deci- sivas de manera subordinada, cuando determinada persona se halla ya en crisis intelectual y vacila entre lo viejo y lo nuevo, ha per- ido la fe en lo viejo sin decidirse todavia por lo nuevo, etc. Lo mismo puede decirse de la autoridad de los pensadores y cientiticos. Ella es muy grande en el pueblo. Pero, en rigor, cada concepeién del mundo tiene sus pensadores y cientificos que poner por delante, y la autoridad se halla dividida, Por otra parte es posible, para cada pensador, distinguir, poner en duda que haya dicho las cosas en determinado sentido, etc. Se puede concluir que el proceso de difusién de las nuevas ‘concepciones se realize por razones politicas, es decir, en ltima instancia, sociales; pero que el elemento autoritario y el organizativo tienen en este proceso una funcién muy grande, inmediatamente después de producida la orien 1 in este sentido véase Max Weber: L'etiea protestante e to splrito det capt {allemo, publieado en los "Nuovi Studi", fascleulos de 1051 y sigulentes, ¥ el Horo de B, Groethuysen sobre los orjgeneo Teligioaos de la burguesta en Francis (Origt- ‘ex de Fenpit ‘bourgeois Prone. L'Eglte et ta bourgeatte, arin 10. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFTA 25 tacién general, tanto en los individuos como en los grupos numero= sos. De alli se concluye, sin embargo, que las masas, en cuanto tales, s6lo pueden vivir la filosofia como una fe. Es de imaginarse, por ‘otra parte, la posicién intelectual de un hombre del pueblo: se ha formado opiniones, convicciones, criterios de discriminacién y nor- mas de conducta, Cada sostenedor de un punto de vista opuesto al suyo, en cuanto es intelectualmente superior, sabe argumentar sus razones mejor que él, y, Iégicamente, lo derrota en la discusién. iDebe, por ello, cambiar de convicciones el hombre del pueblo? ;¥ por el hecho de que en la discusién inmediata no sabe hacerlas valer? Si asi fuese, eso deberfa sucederle una vez por dia, cada vez que enfrentase a un adversario ideolégico intelectualmente superior, {Sobre qué elementos se funda, entonces, su filosofia, y especialmente su filosofia en la forma que tiene para él la mayor importancia como norma de conducta? El elemento mis importante tiene, indudablemente, cardcter no racional, de fe. Pero jen quién y en qué cosa? Especialmente en el grupo social al cual pertenece, en cuanto piensa las cosas difusamente como éste: el hombre del pueblo piensa que entre tanta gente no puede equivocarse de raiz, como el adversario argumentador queria hacerle creer; que é) mis- mo, es cierto, no es capaz de sostener y desarrollar las propias razones como el adversario las suyas, pero en su grupo hay quien lo sabe hacer incluso mejor que ese adversario determinado, y él recuerda haberlo ofdo exponer las razones de su fe, detenida y coherentemente, de tal manera que le ha convencido. No recuerda las razones en concreto y no sabria repetirlas, pero sabe que existen porque las ha ofdo exponer y le han convencido. El haber sido convencido una vez de manera fulgurante es la razén permanente de la persistencia de la conviccién, aun cuando no se la sepa ar~ ‘gumentar. Pero estas consideraciones conducen a la conclusién de una ex- trema labilidad de las nuevas convicciones de las masas populares, especialmente cuando estas nuevas convicciones contrastan con las convicciones (también nuevas) ortodoxas, socialmente conformistas segiin los intereses de las clases dominantes. Esto se puede ver cuando se reflexiona sobre la fortuna de las religiones y las igle- sias. La religién o una determinada iglesia mantiene su comunidad de fieles (dentro de ciertos limites de las necesidades del desarrollo hhistérico general) en la medida en que mantiene permanente y or- ganizadamente la fe, repitiendo la apologética infatigablemente, luchando siempre y en cada momento con argumentos similares, y manteniendo una jerarquia de intelectuales que den a la fe, por lo 26 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B. CROCE ‘menos, una apariencia de dignidad de pensamiento. Cada vez que a continuidad de las relaciones entre la iglesia y los fieles se inte- rrumpe violentamente por razones politicas, como acontecié durante la Revolucién Francesa, las pérdidas sufridas por la iglesia resultan incaleulables; y si las condiciones de dificil ejercicio de las précti- cas acostumbradas se hubiesen prolongado mas allé de ciertos Ii- mites de tiempo, existen todas las razones para pensar que tales pérdidas habrian sido definitivas, y una nueva religién habria sur- ido, como, por otra parte, surgié en Francia, en combinacién con el viejo catolicismo. De alli se deducen determinadas necesidades para cada movimiento cultural que tienda a sustituir al sentido co min y las viejas concepciones del mundo en general: 1) no cansarse jamés de repetir los argumentos (variando literariamente la forma): a repeticién es el medio didéctico mas eficaz para obrar sobre la mentalidad popular; 2) trabajar sin cesar para elevar intelectual- mente a mas vastos estratos populares, esto es, para dar persona. lidad al amorfo elemento de masa, cosa que significa trabajar para suscitar élites de intelectuales de un tipo nuevo, que surjan direc- tamente de la masa y que permanezcan en contacto con ella, para Megar a ser las “ballenas de corsé”.* Esta segunda necesidad, cuando es satistecha es 1a que modifica realmente el “panorama ideolégico” de una época. Por lo demas, estas élites no pueden constituirse y organizarse sin que en su in- terior se verifique una jerarquizacién de autoridad y competencia intelectual, que puede culminar en un gran filésofo individual, si éste es capaz de revivir coneretamente las exigencias de la sélida ‘comunidad ideolégica, de comprender que ésta no puede tener la rapidez de movimientos propia de un cerebro individual y, por lo tanto, logre elaborar formalmente la doctrina colectiva de la manera més adherente y adecuada al modo de ser colectivo. Es evidente que una construccién de masas de tal género no puede producirse “arbitrariamente”, en torno a una ideologia cual- quiera, por la voluntad formalmente constructiva de una persona- lidad 0 de un grupo que se lo proponga por el fanatismo de sus convieciones filoséficas 0 religiosas. La adhesin o no adhesin de masas a una ideologia es el modo como se verifica la critica real de la racionalidad e historicidad de los modos de pensar. Las cons- trueciones arbitrarias son mas 0 menos répidamente climinadas de ‘+ Gramset quiere slgnificar con dicha expresién, indudablemente, que los in- tolectusies de nuevo tipo deben ‘ser los sortenes iJeoldgicos ¥ organicativos de las ates. Preferimes taduciria Mteralmente. por no haber hallade un equivalente fn castellano de la misma expresividad, ("Stecche del busto"). (W. del 7) NTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA 27 Ja competicién histérica, aun cuando a veces, por una combinacién de circunstancias inmediatas favorables, aleanzan a gozar de cierta popularidad, mientras que las construcciones que corresponden a Jas exigencias de un periodo complejo y organico terminan siempre Por imponerse y prevalecer, aun cuando atraviesan muchas fases intermedias durante las cuales su afirmacién se produce s6lo en combinaciones mas o menos abigarradas y heteréclitas. Estos desarrollos plantean muchos problemas, los més impor- tantes de los cuales se resumen en el modo y la calidad de las rela~ ciones entre los diversos estratos intelectualmente calificados, es decir, 1a importancia y la funcién que debe y puede tener el aporte creador de los grupos superiores, en conexién con ta capacidad or- ‘a de discusién y de desarrollo de nuevos conceptos criticos por parte de los estrates intelectualmente subordinados, Se trata, por consiguiente, de fljar los limites de la libertad de propaganda y de discusién, libertad que no debe ser entendida en el sentido administrativo y policial, sino en el sentido de autolimitacién que los dirigentes acuerdan a su propia actividad, o sea, en sentido propio, la fijacién de una orientacién a la politica cultural. En otras palabras: jquién fijaré los “derechos de la ciencia” y los Iimites de las investigaciones cientificas? {Pueden estos limites y estos derechos ser realmente fijados? Parece necesario que el trabajo de investigacién de nuevas verdades y de mejores, més co- herentes y claras formulaciones de las verdades mismas sea dejado a Ia libre iniciativa de cada uno de los cientificos, aunque éstos vuelven a poner continuamente en discusién los principios que pare- cen més esenciales, Por lo demas, no ser4 dificil descubrir cuando tales iniciativas de discusién tienen motivos interesados y no de cardcter cientifico. Tampoco es imposible pensar que las iniciativas individuales deben ser disciplinadas y ordenadas, de tal suerte que pasen por Ia criba de las academias ¢ institutos culturales de di- versos géneros, y sélo después de seleccionadas sean hechas pi~ blicas, ete. Seria interesante estudiar en conereto, para un pais determi- nado, la organizacién cultural que mantiene en movimiento el mundo ideologico y examinar su funcionamiento practico. Un es- tudio de la relacién numérica existente entre el'personal que pro- fesionalmente se dedica al trabajo cultural activo y la poblacién de cada pais, seria también util junto con un célculo aproximativo de las fuerzas libres. La escuela, en todos sus grados, y la iglesia son las dos mayores organizaciones culturales de cada pais, por la cantidad de personal que ocupan. Los diarios, las revistas, la acti- 28 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B. CROCE vidad literaria y las instituciones escolares privadas, ya sea como integrantes de la escuela del Estado o como instituciones de cultura del tipo de las universidades populares. Otras profesiones incor- poran a su actividad especializada una fraccién cultural no indife- rente, como la de los médicos, oficiales del ejército, magistratura. Pero es de notarse que en todos los paises, aun cuando en distinta medida, existe una gran fractura entre las masas populares y los ‘grupos intelectuales, inclusive los mas numerosos y préximos a la periferia nacional, como los maestros y los curas. Y ello ocurre porque, aun cuando los gobernantes digan lo contrario, el Estado como tal no tiene una concepcién unitaris, coherente y homogénea, por lo cual, los grupos intelectuales estan disgregados entre estrato y estrato yen la esfera del mismo estrato. Las universidades, salvo fen algunos paises, no ejercen ninguna funcién unificadora; a me- nudo un pensador libre tiene més influencia que toda 1a institucién universitaria, ete. A propésito de la funcién histérica desarrollada por la concepeién fatalista de la filosofia de Ia praxis, se podria hacer su elogio fane- bre reivindicando su utilidad para un periodo histérico, pero, justa~ mente por ello, sosteniendo la necesidad de sepultarla con todos los hhonores del caso. Se podria parangonar realmente su funcién con a teoria de la predestinacién y de 1a gracia en los comienzos del mundo moderno, teoria que posteriormente culminé con la filosofia claciea alemana y con su concepeién de Ia libertad como concienci de la necesidad. Fué sustituto popular del grito “Dios lo quiere’ aun cuando en este plano primitivc y elemental fuera el comienzo de una concepcién mas moderna y fecunda que la contenida en el “Dios lo quiere” 0 en la teoria de 1a gracia. {Puede acaso ocurrir que “formalmente” una nueva concepcién se presente con otro traje que el mistico y confuso de Ia plebe? Y sin embargo, el historiador, con toda 1a perspectiva necesaria, puede fijar y comprender que los comienzos de un mundo nuevo, siempre asperos y pedregosos, son superiores a 1a declinacién de un mundo de agonia y a su canto de 1 La dectinacién del “fataliemo” y del “mecanictamo” indica un gran recodo iistérico: de alli la gran impresign prodweida por el estudio sintética de Mirek Recvérdese todo lo que ha Wuscitado el misma, Recuérdese 1a discusién en Fi Fencia con ol sbogado Mario Tora, en noviembre de 101%, 7 In primera thanite facién de Dergroniamo, voluntariemo, ete. Se podria hacks e como ce presentaba realmente fa con el profesor Pressutt, m= fapitdn Giullett, hecha por G. M. Servattl, y que para él fue decisiva y de condenacién toial. Para Serratt, Glullett era camo’ el confuclonista. para el fois: el chino del aur, mercader activo y operante, pars el literato mandarin PROBLEMAS DE FILOSOFIA Y DE HISTORIA La discusién cientifica, En el anilisis de los problemas histé- rico-criticos es preciso no concebir 1a discusién cientifica como un proceso judicial en el cual hay un imputado y un procurador que, or obligacién de oficio, debe demostrar que aquél es culpable y digno de ser quitado de la circulacién. En la discusién cientifica, dado que se supone que el interés sea la biisqueda de In verdad y el progreso de la ciencia, se muestra mas “avanzado” quien se colo- ca en el punto de vista de que el adversario puede expresar una exigencia que debe ser incorporada, quizés como momento subordi- nado, en la propia construccién. Comprender y valorar en forma realista Ia posicién y las razones del adversario (y éste tal vez sea todo el pensamiento pasado) significa haberse liberado de la pre- sién de las ideologias (en el sentido peyorativo, de ciego fanatismo ideolégico), para colocarse en un punto de vista “critico”, el tnico fecundo en la investigacién cientifica, Filosofia e historia. {Qué es preciso entender por filosotia, por filosofia de una época histérica? ;Cuél es la importancia y el sig- nificada de la filosofia, de los filésofos en cada una de tales épocas? Aceptada la definicién de B. Croce sobre la roligién, esto es, una concepeién del mundo que se ha convertido en norma de vida, pues- to que norma de vida no se entiende en sentido libresco, sino reali- zada en la vida practica, Ia mayor parte de los hombres son filésofos fen cuanto obran practicamente y en cuanto en su obrar practic (en las Iineas directrices de su conducta) se halla contenida implicita- mente una concepcin del mundo, una filosofia. La historia de la filosoffa, como se entiende cominmente, esto es, como historia de la filosofia de los filésofos, es la historia de las iniciativas de una 1 norte, que miraba con supremo desprecio de iluminade, para el cual 1a vida hho tiene ya misters, 9 estos hombreciig del sur, que c7etan que con sus mo Timnlentos inquistos de hormiga podrtan "forzar el camino". Discurso de Claudio reves sobre is explacion, Habla en” ete lacurso cierto eapisitu de profets Dlbtice: Tow que hablan querido y hecho la guerra, los que sacaron al mundo Ge sus goenes y eran, por tanto, responsables del desorden de ln postguerra, ‘Scblan cupior » sobrelievar 1a rerponsabilidad de dicho Cesorden. Mablan pecaco Ge volumtarisho" y debian aer castigados por su pecado, etc. Exist cler Erandera sacerdotal en e2e aiseurso, tm ertridgr de Thaldlelones que debian pe fhitear de expanto ¥, por el centrario, fueron un fan consuelo, porque indieaban {Que e) sepuiturere ‘dn ne Se hallaba listo y que Lizaro podie Fesuetar. 30 EL MATERIALISMO HISTORICO ¥ LA FILOSOFIA DE B. CROCE determinada clase de personas para cambiar, corregir, perfeccionar, las concepciones del mundo existentes en cada época determinada y para cambiar, consiguientemente, las normas de conducta confor- tes y relativas a ellas; 0 sea, por modificar la actividad practica en su conjunto. Desde el punto de vista que nos interesa, el estudio de Ja historia y de la logica de las diversas filosofias de los filésofos no es sufi ciente. Por lo menos como orientacién met6dica, es preciso atraer Ja atencién hacia otras partes de la historia de la filosofia, esto es, hacia las concepciones del mundo de las grandes masas, hacia las de los més estrechos grupos dirigentes (0 intelectuales) y, finalmente, hacia Jas relaciones existentes entre estos distintos complejos cul- turales y la filosofia de los filésofos. La filosofia de una época no es la filosoffa de tal o cual filésofo, de tal o cual grupo de intelectuales, de tal o cual sector de las masas populares: es la combinacién de todos estos elementos, que culmina en una determinada direccién y en la cual, esa culminacién se torna norma de accién colectiva, esto es, deviene “historia” conereta y completa (integral). La filosofia de una época histérica no es, por consiguiente, otra cosa que la “historia” de dicha época; no es otra cosa que la masa de las variaciones que el grupo dirigente ha logrado determinar en la realidad precedente: historia y filosofia son inseparables en ese sentido, forman un “bloque”. Se pueden “

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