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MUNDOS SUTILES

SUSANA PADILLA
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© ART+DG By Andrés Gustavo Fernández 2009 / adncreadores@gmail.com

Ra © By Theo Kamecke

EL
MARAVILLOSO
ADJETIVERO
DEL PRIMO BOB
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SUSANA PADILLA

EL MARAVILLOSO
ADJETIVERO DEL PRIMO BOB
© POR SUSANA PADILLA
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E-Mail: adncreadores@gmail.com

l cruzar esa mañana helada del Park Avenue, cargados de


valijas y accesorios, poco esperamos de aquella breve visita a
Nueva York en una fugaz semana en familia. Atrás quedaban el
Museo de Arte Moderno, Brooklyn, la Isla de Manhattan y el
feroz ajetreo de las numerosas colectividades en sus barrios
bajos.

Trajimos, eso sí, la bohonomía de nuestro primo Bob, al que


habíamos conocido, y luego de intercambiar promesas de
escribirnos y vernos nuevamente en Buenos Aires, retornamos
en un vuelo de Pan American.

Ya en Buenos Aires, entre todos los souvenirs y fotos de familia


con la estatua, el puente, el parque y demás, descubrimos un
presente que el primo Bob había puesto para mí entre otras
atenciones.

La tarjeta decía brevemente: “My Freud Alexis, te preguntarás


que demonios representa esto: pues bien, te lo diré: es un
adjetivero, quizás el único en el mundo, ha venido a nuestras
manos de generación en generación, yo ya retirado, no he
encontrado mayor aplicación a sus propiedades maravillosas,
por eso he pensado que en tu profesión y con una familia
numerosa, estará mejor en tus manos. Afectuosamente, Bob.”

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EL MARAVILLOSOS ADJETIVERO DEL PRIMO BOB

El adminículo aquel tenía toda la semejanza de un calidoscopio


muy antiguo, y efectivamente, al mirar en su interior, cristales
numerosos se entrechocaban, acoplaban, superponían,
encadenaban y se multiplicaban unos con otros. Al observar
más atentamente, logré vislumbrar que no solamente brillaban
y se estructuraban a su antojo, sino que también tenían sentido
semántico, esto es magnificente, magno, magnánimo, mínimo,
múltiple, adverso, advenedizo, exultante, ecuánime, voraz,
volátil, etc. Todos los cuales me parecieron absurdos, así que lo 3
olvidé.

Hasta una tarde en la que me encontraba en la redacción de la


revista para la cual trabajaba: Recreación, camping y turismo
aventura, todo por Ud. mismo, trataba, como siempre geografía
y diccionario en mano, de escribir una nota dando cuenta a
cuanto lector existiera de las maravillas que se estaba
perdiendo.

Fue así como por desesperación o aburrimiento, eché mano al


adjetivero, surgieron así frases como: “El clima sofocante y
heliofónico relativo del sol radiante durante días excepcionales
en verde vergel, suelos feraces de tapiz oscuro que ocultan
espinosos frutitos de efectos hipertónicos clorurados,
excitantes, reconstituyentes, resolutivos y modificantes de
estados anémicos y de secuelas raquíticas dermatosas.
Aconsejamos visite este lugar.”

El director me felicitó, los lectores llamaban


interminablemente. Así me fui aficionando a él, que tanto
facilitaba mi tarea y aseguraba mi éxito. Así, las nubes solo
podían ser blancas y esponjosas, luminosas y muchísimas
cosas más; los ríos discurrir melodiosamente y otras
tilinguerías, ocultando las palabras como una selva, todo
aquello que hubiera de veraz y concreto. Tanto habían crecido
estas palabras que hasta donde se distinguían en el horizonte
de techos y balcones, campos y pequeñas poblaciones, todo
estaba oculto, escondido entre las lianas luminosas que las
ahogaban.

Afortunadamente, un día particularmente ominoso y sofocante


como por arte de magia, una brisa leve lo arrancó de la mesa
donde se encontraba y cayó a través del balcón. Con
desesperación bajé las escaleras y encontré que el contenido de
todos los adjetivos de este mundo se habían desparramado y
andaban rodando, elevándose en el aire o yéndose por las
alcantarillas.

Aunque todo el día había estado amenazante, una lluvia


sorpresiva cayó durante toda la noche y el día siguiente
amaneció limpio y transparente. Nada había quedado de
aquella maravillosa jungla, todo había retornado a su prosaica
cotidianeidad de ser, concretos, materiales, terrenales;
terrenas tentaciones de este mundo, menos maravilloso pero
allí, al alcance nuestro para merecerlo.

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